STRIPTEASE Capítulo 27: HAZLO POR ÉL

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STRIPTEASE
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CAPÍTULO 27
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HAZLO POR ÉL
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Byakuya se despidió de unos clientes con los que acababa de firmar otro acuerdo. Ya era por la tarde pero sabía que dentro de unos minutos vendría otra visita para solicitar sus servicios. El trabajo marchaba demasiado bien y eso era lo que su familia conocía. Cuando le amenazaron con repudiarlo no habían estado en su sano juicio. Ahora sabían que no podían prescindir de él. Byakuya era el más competente y solicitado de todos.

Nada más sentarse en el sillón, su móvil, que estaba encima de la mesa, vibró avisando que le habían enviado un mensaje. Con el dedo lo desbloqueó y arrugó la frente al ver que era de Rukia. Deseó que no fueran más malas noticias ya que él le había dicho que en cuanto supiera algo de lo de Kurosaki la llamaría,  dejando aparte lo que le había dicho su tía. Eso no se lo diría. Sabía que Yoshino no iba a hacer nada públicamente en contra de su marido.

Abrió el mensaje y lo leyó.

“Cuando no estés ocupado, llámame. Es importante.”

Pocos segundos le bastaron para empezar a marcar su número. Aquello no iban a ser buenas nuevas.

Hagiwara picó en la puerta y se asomó.

—Señor, su próxima visita acaba de… —se calló al ver que tenía el móvil en la oreja.

—Tengo que hacer una llamada urgente, dile que en unos minutos estoy.

—De acuerdo, ahora se lo diré —cerró la puerta.

—Rukia, ¿Qué ha pasado? —le preguntó nada más oír como ella descolgaba. Escuchaba de fondo el ruido de gente hablar y el de un motor—. ¿Dónde estás?

… Estoy en el bus.

Se levantó del sillón y caminó hacia las enormes ventanas del despacho. Notaba la voz de la joven distante y lejana. Como si en vez de estar al otro lado de la línea estuviera a años luz de distancia.

—¿Qué te pasa? ¿Kurosaki está peor?

No… Está mejor.

—¿Entonces? —preguntó aún más preocupado que antes. Frunció el ceño enfadado al pensar en algo—. ¿Te ha hecho algo Shinrei? Dime que no se ha atrevido —solo obtuvo silencio por parte de ella—. ¡Rukia!

Es por mi padre, Nii-sama… —le dijo en un susurro.

El rostro de Byakuya se aflojó y cerró los ojos. Se sorprendió a si mismo cuando, tras escuchar eso, apareció por su mente el anhelo de que no hubiera muerto. Temió preguntar pero lo hizo.

—¿Qué ocurre?

Se escuchó un sollozo.

Se está… —se calló para respirar hondo— muriendo.

Byakuya apretó la mandíbula y apoyó la frente en el cristal. El frío del exterior se adherió a su piel y se transmitió por todo su cuerpo. Se alegró de que él siguiera luchando.

—¿Te lo han dicho en el hospital? ¿No hay nada que se pueda hacer?

Sí que la hay —hubo otro silencio en el que parecía que Rukia tenía que hacer una fuerza inmensa para continuar—. Hoy mismo iba a hablar con el médico que lleva su caso… ¿Cuándo vuelves a Japón?

Byakuya abrió los párpados y miró su reflejo dándose cuenta de que la joven lo necesitaba. Era la primera vez que, sin decírselo directamente, le estaba pidiendo que estuviera con ella. Que la ayudara.

—Mañana a primera hora estoy en el hospital. Si hay algo que permita a tu padre seguir luchando, cuenta conmigo. No lo perderás —la escuchó de nuevo sollozar—. Nos vemos allí a esta misma hora.

Gracias, Nii-sama.

Byakuya apretó más fuerte la mandíbula doliéndole escuchar esa voz rota. Separó el móvil y colgó. No podía imaginarse el dolor que estaría sintiendo Rukia ahora mismo. La única persona que le quedaba de su familia se debatía entre la vida y la muerte y parecía que una de las dos estaba ganando la batalla.

Dejó el teléfono en la mesa y se pasó las manos por la cara pensando que después de todo el sacrificio que había hecho ella, éste no podía ser su final.

Caminó hacia la puerta y salió del despacho saludando con un gesto al cliente que esperaba en uno de los sofás de cuero negro de la sala. Vio que se puso de pie mientras él se giraba hacia la mesa de Mio.

Se agachó un poco para hablarle bajito.

—Reserva un vuelo para mañana hacia Japón. Cancela todas las visitas.

Hagiwara arrugó la frente.

—¿Ha ocurrido algo?

—Ya te contaré. Iremos en el avión de la empresa.

La rubia asintió sin hacer más preguntas ya que Byakuya se había girado para estrechar la mano al otro hombre antes de entrar los dos en el despacho. Cuando cerraron la puerta ella esbozó una pequeña sonrisa al darse cuenta de que le había hablado en plural. Esta vez sí quería que fuera con él, no como en aquella otra ocasión.

Habían cambiado tanto las cosas entre ellos que cuando se había levantado esta mañana a su lado pensó que seguía soñando. Que no era real.

En el restaurante todo había sido mágico y cuando llegaron al momento de separarse en el pasillo del hotel, Byakuya simplemente le sujetó con mas fuerza la mano para que no se soltara y caminó con ella hacia su habitación. Solo hubo besos y caricias sutiles pero para los dos fue algo muy especial. Ella por el hecho de sentirse más cerca de él y él por compartir la noche con una mujer después de tanto tiempo.
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Rukia se pasó los dedos por las mejillas para limpiarse las lágrimas que habían caído después de hablar con su hermano. Le daba igual que algunas personas que estaban cerca de ella en el autobús se voltearan para mirarla o cuchichearan entre ellos al verla llorar.

Rezó por qué aquél ‘no lo perderás’ se hiciera realidad. Sabía que no podría aguantar perderle a él también. Su padre era la única familia que le quedaba.

Abrió el bolso y sacó la fotografía que siempre llevaba con ella. La de su cumpleaños, en la que salía sujetando al conejito que le habían regalado. Pasó el pulgar por el rostro de Ukitake.

No te vayas, por favor… No me dejes tú también.

Cuando empezó a notar que sus ojos se volvían a llenar de lágrimas escuchó el pitido de su móvil. Dejó la foto y agarró el teléfono. Era otro mensaje de Ichigo.

Le había escrito por la mañana diciéndole que ya tenía móvil. Que su padre le había dejado un antiguo suyo para que pusiera la tarjeta, que era lo único que había sobrevivido. También le dijo que se encontraba mejor. Que seguramente mañana ya iría a clase.

Rukia se alegró de que estuviera más recuperado pero no se sintió con fuerzas de contestarle el mensaje y no quiso ponerse mal antes de ir a trabajar.

Al levantarse, lo primero que hizo fue ponerse algo frío en los ojos para que no se vieran hinchados y al mirarse en el espejo de su baño antes de salir observó que estaban bien, como si nada hubiera pasado. No quería que hablando con él sus emociones volvieran a aparecer.

Sin embargo ahora, al leer el nuevo mensaje que le había enviado, no sabía que contestar.

“Si quieres después de que salgas del hospital podemos vernos o te llamo y hablamos. Ya me dirás algo. Te quiero, enana.”

Respiró hondo mirando por la ventana como se acercaba a su parada. Deseó que todo fuera normal. Que ella pudiera responderle “vale, luego te llamo. Yo también te quiero, fresita”. Que todo estuviera bien. Pero sabía que nada estaba bien. Ni su padre, ni Ichigo ni ella. En dos días todo, absolutamente todo, había cambiado y conocía a ciencia cierta de que aún tenían que cambiar más. 

Ella volvía a sentirse en medio de dos caminos completamente opuestos y aunque estaba segura de que iba a tirar por uno, su padre, no sabía alejarse del otro. Y ese otro era él. La persona que le había hecho feliz y le había hecho olvidar su pasado y sus pesadillas.

Antes tenía clarísimo que, aunque dejara de ser una Kuchiki y Shinrei rondara por ahí, quería continuar con Ichigo. No obstante, al saber que tendría que irse tan lejos con Ukitake, ya no lo tenía tan claro. Y eso le quemaba por dentro.

¿Qué tenía que hacer? ¿Hacerle partícipe de todo su dolor? ¿Qué Ichigo tuviera que mirar todo el tiempo a su alrededor por miedo a que volvieran a darle semejante paliza?

Rukia suspiró y guardó el móvil que había mantenido en la mano para bajarse en la parada cuando se detuvo el bus. Hizo el mismo trayecto de siempre para llegar a la puerta del hospital. Entró y directamente fue hacia los ascensores. Parecía que habían pasado años desde que estuvo ahí mismo con Ichigo.

Salió y caminó hacia la habitación de Ukitake intentando mantenerse fuerte y entera en todo lo posible. Debía confiar en que se iba a poner bien y no decaer. Lucharía por su padre como llevaba haciéndolo todo el año. Como él lo había hecho con su hermana y ella cuando las adoptó.

Al llegar al pasillo se sorprendió de ver a Isshin junto a Shunsui delante de la puerta de la habitación. Se acercó y los dos se callaron antes de girarse hacia ella. Tenían el rostro apagado y serio.  A Rukia no le hizo falta preguntar para saber que el padre de su novio, seguramente, le había estado contando todo. Que ella era su nuera y que había encontrado una solución para Ukitake.

La morena los saludó por igual con un susurro y se asomó por la puerta de la habitación 341 para verle. Se llevó una mano a la boca al encontrárselo con más tubos alrededor de su delgado y frágil cuerpo y con el sonido de un leve pitido que le indicaba que aún seguía viviendo.

—¿Cómo está, doctor? —le preguntó a su médico después de apartarse la mano de la cara y cruzarse de brazos abrazándose a si misma.

Kyoraku dio un paso al frente para colocarse a su lado y le puso una mano en el hombro en señal de apoyo. Isshin dio un paso hacia atrás agachando el rostro levemente y metiendo las manos en los bolsillos.

—Le mantenemos lo más estable posible, pero su actividad cerebral va decayendo paulatinamente —giró la cabeza para mirar de reojo a su amigo y al ver que no diría nada, lo hizo él—. El doctor Kurosaki me ha contado lo del hospital de Nueva York.

—¿Y qué opina?

—Creo que es la única solución viable ahora mismo —respondió el mayor—. Aquí ya no hay nada que podamos hacer. Si se queda así y no se intenta cualquier cosa, acabará muriendo dentro de un mes como mucho.

Rukia cerró los ojos para mantenerse fuerte.

—He hablado con mi hermano. Mañana estará aquí —los abrió y le miró—. ¿Cuándo se podrá tramitar todo?

—Si su hermano puede pagarlo de inmediato… —la joven asintió. Isshin la miró de soslayo recordando lo que le dijo su hijo. Ella pertenecía a una familia de nobles— llamaremos al hospital de Nueva York y en un día ya podrá trasladarse en avión con todos los medios que necesite su padre.

Rukia regresó la mirada hacia Ukitake.

—Gracias.

Shunsui respiró hondo y también lo miró.

—Lamento que no podamos hacer nada más por él.

—No lo lamente. Han cuidado muy bien de mi padre y han hecho todo lo posible. Siempre les estaré agradecida.

Kyoraku respiró hondo sintiendo que había fracasado como médico.

—Voy a seguir con mi ronda. Hasta mañana, señorita Kuchiki.

Se dieron la mano afectuosamente.

—Hasta mañana, doctor.

Vio como daba media vuelta y, antes de observar como también se despedía de Isshin, entró en la habitación y se sentó en su sillón. Recordó la primera vez que se había sentado ahí, diciéndose a si misma que sería poco el tiempo que tendría que visitarle en ese cuarto blanco. Que en un mes o dos volvería a entrar en casa con su padre al lado.

Pronto iba a hacer un año.

Dejó el abrigo y el bolso detrás de ella y echó el cuerpo hacia delante para agarrarle la mano con cuidado. Sus ojos se humedecieron al notar la piel más fría que de costumbre, como si la vida se le estuviera escapando de entre los dedos.

Isshin se acercó a la puerta y se apoyó en el umbral sin saber que decir. Observó como una lágrima se precipitaba por la mejilla de Rukia y como ella acariciaba la mano de su padre con el pulgar.  Era tanto el dolor y el amor que había entre esas cuatro paredes, que él agachó la mirada y se dispuso a marchar para dejarla a solas con él.

Sin embargo, la voz de Rukia le detuvo.

—Gracias Isshin-san —susurró sin mirarle—. Gracias por ayudar a mi padre.

Kurosaki apretó la mandíbula.

—No podía quedarme parado sabiendo que el paciente del que me hablaron era importante para ti. La salud de la familia siempre es lo primero —cerró los ojos y suspiró—. Aun sabiendo que mi hijo sufrirá cuando te vayas...

Rukia dirigió la mirada a la ventana donde ya solo se veía el reflejo de toda la habitación por la oscuridad de fuera. Desde ahí podía ver a Isshin en la puerta, con los brazos cruzados y la cabeza agachada levemente. En su mente se lo imaginó con el cabello naranja y supo que Ichigo sería igual que él de mayor. Se parecían tanto.

—¿Crees que debería decirle a donde voy a ir?

Isshin elevó el rostro y la miró. Ella dejó de mirar hacia la ventana y conectó la mirada con la suya. Sus ojos violetas lucían apagados.  Se abstuvo de preguntar porqué no se lo iba a decir ya que él ya sabía la respuesta. Los que atacaron a Ichigo tenían relación con ella. Había mucho más detrás de esa pregunta.

Se quedó un rato en silencio pensando en su hijo hasta que quiso ser sincero.

—Si alejándolo de ti vas a protegerlo… creo que no deberías decírselo. Si callándonos conseguimos que no vuelvan a ir a por él, no tendríamos que decir nada —apretó de nuevo la mandíbula y miró hacia delante, a ningún punto fijo. Perdido en sus pensamientos—. A pesar de que me odie por ello si algún día se entera de que yo sabía donde estabas y nunca le dije nada… pero no podría soportar volver a ver a mi hijo de esa manera o incluso peor —negó levemente con la cabeza—. No podría…

Rukia se tapó los ojos con la mano libre y se mordió el labio inferior. Ella tampoco podría. Solo de imaginárselo se le rompía el alma en mil pedazos.

—Aunque yo no te puedo obligar a hacer algo que tú no quieras —le dijo Isshin sabiendo que Rukia estaba enamorada de su hijo como él de ella. Lo que hacía todo aún más duro—. Tú decides lo que quieres hacer.

Cerró los ojos con pesar al escucharla sollozar. Mentalmente le pedía a su hijo que lo perdonara por no haberla convencido de que tenía que decirle donde iba, o por no hablar si ella decidía callar su destino.

Perdóname Ichigo, perdóname.

Le dolía dejarla así pero sabía que ya no podía hacer nada más. Deseó que todo ese sufrimiento sirviese de algo y que por fin en el otro hospital Ukitake se despertase.

No obstante, antes de irse quiso decirle algo.

—Sea lo que sea que decidas… dudo que vuelva a ver a Ichigo mirar a alguien como te mira a ti.

Rukia, con las mejillas mojadas de las lágrimas,  sintió en el corazón aquella frase. Escuchó los pasos de Isshin alejarse y se  apartó la mano de los ojos enrojecidos recordando lo que le dijo Ichigo la otra tarde.

‘¿Sabes? Temí que pensaras que iba a dejarte. Que rompería nuestra relación.’

‘Nunca he pensado eso. Será porqué confío en nosotros y en que siempre habrá una manera de poder seguir juntos. Pase lo que pase.’
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—¿Por qué no nos dijiste que te habías pegado con alguien, tío? —preguntó Keigo medio enfadado de que su amigo se hubiera callado—. ¿No confías en nosotros?

El grupo se dirigió al salón dejando sus cosas en la entrada. Se sentaron en el sofá y en los sillones mirando en todo momento a Ichigo, que también se sentaba con ellos. Le observaban el rostro con tiritas y el labio con algunos cortes pensando que otras veces ya le habían visto así. Sin embargo, si ya hacía dos días de la pelea como les había contado él, las heridas habían sido mucho peores para que aún las tuviera como ellos acostumbraban a verlo cuando se peleaba.

—No es nada de eso, chicos —respondió Ichigo entrecerrando los ojos al sentir algo de dolor en el pecho. Hoy estaba mucho mejor que ayer pero las costillas aún las tenía algo resentidas—. Es solo que no quería preocuparos por una tontería.

—¿Tontería? ¿Tú te has visto la cara que llevas? —cuestionó Tatsuki.

—¿Estás perdiendo facultades peleando, Kurosaki? —dijo Ishida con un tono de voz neutro para que no se le notara que estaba algo preocupado.Solo un poco.

Ichigo le miró de reojo.

—Cuando quieras te cambio la cara —dirigió la mirada hacia todos y empezó a contar la mentira que había estado ideando—. Lo que pasa es que eran muchos. Creo que eran alumnos de uno de los dojos que hay al Norte. ¿Os acordáis que en verano me metí con el jefe de su banda? —vio como todos asentían—. Pues este domingo iba a comprar unas cosas para mi hermana, me pillaron desprevenido en uno de los callejones de aquí al lado y ya veis como me dejaron —alzó los hombros restándole importancia—. Tampoco es para tanto. Yo también les di lo que se merecían.

—Pero está claro que tú saliste perdiendo —indicó Chad—. Tendrías que haberme dicho que esos te estaban buscando para poder pelear contigo.

—Es que ni siquiera yo sabía que querían ir a por mí. Hace mucho de lo de su jefe. Ni idea de porqué han tardado tanto en hacer algo contra mi —siguió mintiendo deseando que se lo creyeran y dejaran el tema apartado.

—¿Y crees que volverán a ir a por ti? —preguntó Inoue. No podía dejar de mantener el rostro arrugado de preocupación de verlo así.

—No lo creo.

—¿Y tú vas a ir a por ellos?

Ichigo miró serio a Mizuiro cuando realizó esa pregunta. Quiso adivinar si su amigo de pelo azul le estaba creyendo o si se intuía que era una mentira como cuando ocultaba que estaba con Rukia y él era el único que sabía la verdad.

Le alegró darse cuenta que Mizuiro estaba igual que todos los demás. Creyéndose a pies juntillas lo que estaba contando. ¿Qué más podía ser? ¿Qué la familia de su novia no lo quería cerca de ella y habían contratado a unos matones para darle una sorpresa y que así ella aceptara de una vez por todas renunciar a su apellido?

Estaba claro que no podían imaginarse algo así por muy real que fuera. Era la segunda vez desde que conocía a Rukia que se alegraba de haberse metido en tantas peleas. Una fue cuando la defendió de Yammy, el día en el que empezó todo, y otra ahora mismo. Cuando podía inventarse cualquier cosa porqué sus amigos estaban más que acostumbrados de verlo así.

—¿Para qué? ¿Para que vuelvan a querer revancha y la próxima vez vengan muchos más? —negó con la cabeza—. Yo paso. No tengo ganas de más rollos con ellos.

—Pues haces bien —dijo Keigo cruzando los brazos—. Y como dice Chad, si vuelve a pasar me llamas y yo también te ayudaré.

Tatsuki soltó una carcajada.

—A ti habría que llevarte a que te vendaran todo el cuerpo de lo horrible que quedarías.

—O quizá se desmayaría al primer puñetazo —siguió Ishida.

Ichigo sonrió al contemplar como empezaban a discutir entre bromas. Le sabía fatal tener que mentirles pero era lo mejor para ellos. Cuanto menos supieran mejor.

Sacó su móvil del bolsillo y miró si tenía algún mensaje nuevo de Rukia. Seguía sin contestarle. ¿Qué ocurría? ¿Habría pasado otra mala noche en aquél piso? No había podido casi dormir de imaginársela allí sola, entre unas paredes de las que ya no se fiaba por si seguía habiendo cámaras.

Resopló guardándose el móvil y se pasó las manos por el pelo. Inoue se dio cuenta del gesto.

—¿Quieres que nos vayamos y te dejemos descansar, kurosaki-kun?

—Tranquila, quedaros. Estoy bien. Es más, mañana quiero regresar al instituto.

Ishida frunció el ceño.

—¿No es muy precipitado?

Ichigo le sonrió.

—¿Preocupado por mi?

—Ni en tus mejores sueños —respondió colocándose bien las gafas.

—Haces bien en querer volver ya porqué te estás perdiendo muchísimo temario —indicó Tatsuki.

—Además ya han puesto exámenes para cuando volvamos de las vacaciones de Navidad —se acordó Mizuiro.

Keigo se levantó y fue hacia su cartera.

—Mira, han puesto todo esto de deberes —sacó un montón de papeles y los puso en la mesita que había en el centro.

Ichigo abrió la boca sorprendido por todo lo que había.

—¡No me jodas! —agarró las hojas y cuando las ojeó se dio cuenta de que había repetidas—. Tío, que no cuela. Has mezclado lo tuyo con lo mío.

Se rieron todos. El ambiente del grupo por fin volvía a la normalidad. En esos momentos es cuando comprobaban que cuando faltaba solo uno de ellos ya no era lo mismo.

Pasó muy poco rato cuando las dos mellizas llegaron a casa después de acabar un trabajo en casa de una compañera de clase. Enseguida, después de saludar a los amigos de Ichigo, se acercaron a éste para comprobar como estaba. Él las miró de una manera especial mientras hablaba para que no dijeran nada sobre lo que de verdad había ocurrido. Yuzu al principio no la entendió pero Karin asintió de manera imperceptible y cambió de tema uniéndose a todos.

Empezó a pasar el tiempo entre risas y bromas. Ichigo no podía evitar sonreír con las tonterías de Keigo. Era el alma del grupo aunque nunca se lo reconociera. No sería lo mismo sin él y eso era algo que sabían los seis. Para el pelinaranja esa tarde estaba siendo casi perfecta. Tenía algo de dolor aún pero estaba en su casa, en un ambiente cálido cuando fuera hacía frío y pasando un rato agradable con sus amigos y sus hermanas. Solo faltaba alguien más a su lado para que todo fuera completamente perfecto.

Rukia.

Volvió a mirar su móvil y se encontró con lo mismo. Ningún mensaje.

Sin poder esperar más para saber como estaba, se levantó diciendo que iba a llamar a su novia y se dirigió a las escaleras.

—¡Dile a Rukia-chan que tengo ganas de volver a verla! —exclamó Keigo—. Seguro que ella también me echa de menos.

Ichigo le enseñó el dedo corazón y subió hacia su habitación. Antes de cerrar la puerta escuchó a su padre llegar. Pensó que menos mal que a él, por la mañana, ya le había dicho sobre la mentira que quería contarles a sus amigos. Aunque algo le decía que él no hubiera dicho nada.

Puso el pestillo en la puerta y marcó el número de Rukia que ya se lo sabía de memoria. Miró el reloj que tenía en la mesita de noche y pensó que aún estaría en el hospital. No quería molestarla pero deseaba saber como se encontraba ya que notaba que algo no marchaba bien. El no contestarse los mensajes no era propio de ellos.

Cortó la llamada al salirle el contestador después de estar sonando todo el rato. Quiso pensar que lo tenía en silencio para no molestar y no porqué no quería hablar con él.

Rukia… ¿Qué está pasando? —se preguntó revolviéndose el pelo con la mano libre—. ¿Te encuentras mal?

Su corazón dio un vuelco cuando escuchó el pitido de su móvil indicando que había entrado un mensaje. Vio que era de ella y rápidamente lo abrió.

“Estoy en el hospital y no puedo hablar. Siento no haberte contestado los mensajes pero llevo todo el día con dolor de cabeza. Me alegro de que estés mejor. Mañana hablamos. Te quiero.”

Ichigo lo leyó unas diez veces y llegó a la conclusión de que parecía que se lo hubiera escrito otra persona. No había nada personal en él, incluso ese ‘te quiero’ sonaba frío. Un mensaje tan seco que lo dejó sin saber que decir. La notaba tan lejana como cuando lo dejaron por culpa de sus malditos celos.

Lo apagó y lo dejó caer al colchón sintiéndose mal por pensar que le estaba mintiendo pero no podía evitar pensarlo. Recordó como se habían despedido ayer.

'No me gusta nada esto de tener que despedirte aquí en la puerta'.

'Solo será hasta el viernes. Peor sería si tuviéramos que despedirnos para siempre'.

'No digas eso ni en broma. ¿Mañana volverás?'

'Quiero visitar a mi padre. Hoy he venido aquí porque necesitaba estar contigo y saber que estabas mejor, pero… tengo ganas de ir a verlo'.

'No tienes que decirme nada más. En cuanto esté mejor, te acompañaré al hospital. Salúdale de mi parte'.

'Lo haré'.

Suspiró y negó con la cabeza. Notó un leve cambio en su rostro cuando habló de su padre pero él sabía lo difícil que era para ella ese tema. Ahora dudaba que solo fuera por eso.

Algo va mal…

Se pasó las manos por la nuca diciéndose a si mismo que dejara de pensar en eso. Lo que le había dicho era la verdad. Le dolía la cabeza y mañana hablarían. Ella ya no le mentía ni se guardaba cosas como hacía antes. Eso ocurría en su antigua relación. Ahora que eran pareja de verdad no se ocultaban nada.

Apretó la mandíbula mientras iba a la puerta y le quitaba el pestillo. Al abrir se extrañó de ver, a lo largo del pasillo, como su padre se alejaba hacia su cuarto.

—Papá —le llamó. Éste se detuvo y dio media vuelta para mirarle. Ichigo arrugó la frente al ver ese rostro inexpresivo. Dio varios pasos para acercarse—. ¿Estás bien? Es extraño que no te quedes abajo a liarla con mis amigos.

—Estoy agotado. Acabo de venir de visitar a un paciente que está muy grave y no paro de pensar en él. Solo quiero descansar —vio como su hijo asentía y sonriendo levemente le puso la mano en su hombro—. Es algo con lo que tendrás que lidiar cuando seas médico, Ichigo. Te llevarás el trabajo a casa y no pararás de darle vueltas a los problemas de algunos pacientes. Intenta tener siempre una distracción, algún hobbie. Algo que puedas hacer para desconectar.

—¿Qué tienes tú?

Isshin soltó una suave carcajada por lo bajo.

—Pues mis hijos. Aunque tengo que decir que cuando erais pequeños me ayudabais más a distraerme. Ahora ya no me necesitáis para nada.

—¿Qué dices, viejo? Tus hijas aún son pequeñas.

El mayor se volvió a reír y le revolvió ese pelo naranja tan característico.

—Y tú también eres aún pequeño, no te las des de adulto.

—¡Quita! —le apartó la mano dejándole con la cabeza toda despeinada.

—Siempre seréis mis niños —dijo Isshin girando para ir hacia su habitación.

Ichigo se sonrojó por esa frase. ¿Qué le pasaba a éste para ponerse tan sentimental?, se preguntó.

—Mañana iré a clase —le dijo antes de que entrara en su cuarto—. Ya no me duele tanto.

Isshin asintió.

—No dejes que nadie te vuelva a pegar así, Ichigo —sentenció mirándole a los ojos—. Prométemelo.

El joven le mantuvo la mirada.

—Te lo prometo.
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Renji paró el coche en la entrada del hospital. Fue a coger su móvil para avisar a Rukia que ya había llegado, pero cuando iba a hacerlo la vio salir por la puerta y caminar hacia el coche.

Iba con los brazos cruzados refugiándose del frío dentro de su abrigo. Su piel blanca resaltaba muchísimo más por la oscuridad de la noche y de su cabello, que se movía de un lado al otro por el viento. El pelirrojo la vio entrar en el coche, cerrando la puerta, y sin esperar que ella dijera nada, la abrazó. Estaba helada y más al notar sus manos cuando se aferró a su espalda.

—Renji… esto es muy duro —balbuceó Rukia encima de su jersey.

El mayor cerró los ojos fuertemente sintiéndolo por su amiga, recordando lo que le había dicho por teléfono, al pedirle por favor que viniera a buscarla ya que era su día libre.

“Mi padre se está muriendo”.

—Tranquila, pequeña —la consoló acariciándole el frío cabello—. No le pasará nada. Tu padre vivirá. Cuéntame que ha pasado.

Rukia se apartó lentamente.

—El nuevo tratamiento no ha funcionado. Al principio parecía que iba bien pero… su cuerpo lo ha rechazado —dijo entre suspiros—. La actividad cerebral va disminuyendo por momentos… No saben exactamente cuanto podría durar así…Quizá un mes...

Renji se pasó una mano por la cara.

—Joder. ¿Y no pueden hacer nada más?

—Mi hermano vendrá mañana para pagar un traslado a otro hospital del extranjero —respondió mirándole—. Allí hacen un tratamiento experimental que podría funcionar.

—¿Experimental? ¿Eso es seguro?

—Tengo que probar cualquier cosa por él, Renji —se mordió el labio inferior nerviosa—. No sé si es seguro o no pero si se queda aquí ya sé el resultado y no quiero eso. Nunca me perdonaría no haber intentado todo lo que pudiera.

Renji asintió. La entendía perfectamente.

—¿Y donde está ese hospital?

La morena dejó caer la espalda en el asiento y miró por la ventanilla. No había nadie allí a esas horas.

—No te lo puedo decir.

—¿Cómo? —se extrañó. Al ver que ella no decía nada, frunció el ceño—. ¿Qué es eso de que no me lo puedes decir?

—Cuanto menos sepas mejor.

—¿A que cojones viene eso? —alzó un poco la voz.

Rukia giró la cabeza hacia él.

—¿Es que no te acuerdas de lo que te conté? ¿Lo de Shinrei, la paliza a Ichigo y la promesa que he tenido que hacerle?

—Claro que me acuerdo.

—Pues entonces no hay nada más que explicar —indicó Rukia pareciendo segura por fuera de lo que decía pero por dentro estaba más que rota. Por todo—. Esta también es una buena oportunidad de alejarme y hacer que no sufráis por mi culpa. Ni él ni nadie.

Renji la observó en silencio. Como agachaba la mirada hacia sus manos e intentaba hacerlas entrar en calor. Parecía una niña perdida que se había encontrado en la calle, caminando por la noche con el frío que hacía. Sin tener a donde ir.

—¿Crees… que si te marchas sin decirnos a donde, no vamos a sufrir? —ella no dijo nada, con los ojos entrecerrados—. Por supuesto que si. Tanto Nell como yo… como Ichigo. Él más que nadie. Eso puede dolerle mucho más que cualquier golpe.

A Rukia le vino a la cabeza el momento en el que vio a Ichigo cargado por aquellos dos vecinos.

—Tú no sabes como lo trajeron —murmuró notando como volvían a humedecerse sus ojos—. Lleno de sangre… inconsciente… —recordó la última imagen que tenía de su hermana, tirada encima del otro coche, sin vida, y las lágrimas se precipitaron por sus mejillas. Se tapó la cara con las manos—. No quiero volver a ver a la gente que es importante para mí de esa manera. ¡No quiero! ¡No quiero!

Renji volvió a abrazarla con fuerza, deseando que su dolor no la quemara por dentro.
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El sol aún aguardaba para salir cuando sonó el despertador de Ichigo. Con los ojos cerrados sacó un brazo y lo apagó con un manotazo para que dejara de emitir ese endiablado ruido.

Se desperezó en la cama antes de incorporarse y de apartar las mantas para ponerse de pie. Con los ojos medio abiertos salió de la habitación y picó en la puerta del baño.

—¡Ahora salgo! —se escuchó a Yuzu.

Karin salió del cuarto que compartía con su hermana con la misma cara que el joven.

—Buenos días, Ichi. ¿Cómo estás hoy?

—Buenos días —se apoyó en la pared—. Mejor. No me duele ya casi al respirar. ¿Cómo tengo la cara?

La morena se acercó y le miró abriendo más los ojos. Él se agachó para que lo viera mejor.

—A ver que te quite las tiritas —alzó las manos y se las quitó. Estaban casi sueltas—. Está muy bien. No se te notan nada. Quizá un poco la de la ceja y la del labio.

—La del labio es la que me molesta más aunque ya puedo estirarlo sin que el corte se abra de nuevo.

Yuzu abrió la puerta.

—Ya puedes pasar, Oni-chan —agrandó la sonrisa en cuanto le vio—. ¡Que bien que estás ya!

Ichigo le sonrió contagiado por la alegría de la pequeña y entró en el baño. Lo primero que hizo fue mirarse en el espejo. Movió la cabeza de un lado al otro y de abajo a arriba. Asintió a su reflejo diciéndose que hoy era el mejor día para volver a la rutina.

Se duchó, se arregló y desayunó con su familia. Los tres hijos se dieron cuenta de que su padre no estaba bien. Hacía muy pocas bromas y cuando las hacía se notaban forzadas. El mayor se percató de lo que pasaba en el ambiente y quiso suavizarlo comentándoles que solo estaba mal por un caso difícil de un paciente. Que no se preocuparan, que pronto volvería a ser el mismo. Ellos le entendieron, sin embargo Isshin no pudo continuar en la mesa y se marchó a la consulta con una excusa creíble.

Le era demasiado doloroso estar al lado de Ichigo sabiendo que le estaba ocultando cosas. Lo hacía por su bien y esperaba de corazón que Rukia hiciera lo mismo. Si ella al final se lo decía ya no tendría sentido ocultárselo. Sin embargo, si la joven deseaba el bienestar de su hijo por encima de cualquier otro motivo y escogía callarse, él nunca hablaría.

Pérdoname, Ichigo… —le pidió otra vez mentalmente saliendo de la cocina. Caminó por el salón mirando al póster de su mujer—. Espero que me entiendas, Masaki. No quiero que a nuestro hijo le vuelvan a hacerle algo semejante. ¿Hago mal? —ella solo sonreía—. ¿Qué harías tú en mi lugar?

Cuando Isshin salió, los hermanos se miraron entre ellos. No era la primera vez que se ponía así por un caso pero si la primera que le veían tan decaído. Los tres estaban de acuerdo en que preferían a su padre loco que al que acababa de marcharse. Pensaron que lo mejor era darle su espacio.

Acabaron de desayunar y se terminaron de arreglar. Las mellizas se despidieron de Ichigo en la puerta y él se quedó para cerrar. Al llegar a la calle, le vino a la cabeza una noticia que le habían dicho sus amigos antes de irse.

Echó un vistazo a su reloj de pulsera y pensó que le daría tiempo a pasar por allí. Caminó en dirección opuesta y giró por la primera calle. Siguió andando un tramo hasta que se detuvo unos metros antes de llegar a su destino, ya que podía ver desde ahí lo que estaba ocurriendo.

En mitad de la calle había una furgoneta grande donde se podía leer un letrero que decía ‘mudanzas’. Dos hombres salían de la casa cargando cajas, las subían al vehículo y volvían a perderse dentro de la vivienda para volver a salir después.

En uno de esos momentos salió la joven con el pelo violeta llevando un pequeño baúl. Cuando lo dejó en la furgoneta resopló y se apartó el flequillo de la frente con el dorso de la mano.

—Así que te marchas.

Senna abrió sorprendida los ojos al escuchar esa voz a su espalda. Su corazón empezó a bombear mucho más rápido que antes y se sintió nerviosa. Respiró hondo y se dio la vuelta. A pesar de unas pequeñas heridas en el rostro, para ella seguía estando guapísimo. Recordó que la primera vez que le vio ya llevaba la cara de esa manera, así que no le salió preguntarle nada sobre ellas. Ese era el Ichigo que conocía.

—Si —intentó responder de forma serena—. Mi padre ha vuelto a pedir el traslado y nos cambiamos de nuevo. También a mi me va a venir bien —esbozó una sonrisa nerviosa mirando hacia otro lado alejándose los dos un poco de la furgoneta cuando volvieron a aparecer los dos hombres—. Mi regreso no ha sido como esperaba.

—Por mi culpa ¿verdad? —la miró a los ojos. Deseaba quitarse esa espina que tenía desde que ocurrió lo del partido—. Por no haber sabido hacer las cosas bien.

Senna borró la sonrisa y lo observó con pesar.

—¿Te has estado culpando de lo que me pasó? —Ichigo agachó levemente la cabeza y apretó la mandíbula. La joven sintió su cuerpo encogerse y tuvo que reprimirse a sí misma las ganas que tuvo de abrazarlo—. Como envidio a Rukia por tenerte… Eres un chico estupendo, Ichigo.

El pelinaranja levantó la mirada tras ese susurro. Dudaba que fuera tan estupendo. Esperó a que ella siguiera hablando.

—Me voy por mi culpa —dijo sincera—. Por no haberte valorado antes y por no poder olvidarte ahora —se mordió el labio inferior y miró hacia su derecha unos segundos antes de volver a conectar sus ojos con aquellos de color miel—. Hace algunos días me dijiste que, cuando pasara el tiempo, me enamoraría de otra persona que supiera hacerme mas feliz de lo que tú me hiciste… Deseo de todo corazón que tengas razón. Y para eso tengo que alejarme —suspiró y volvió a sonreír para darse fuerzas. Su psicóloga Nanao estaría orgullosa de ella—. Me ha costado verlo pero ahora lo veo. Gracias.

—¿Gracias por qué?

—Por no haberme dado esperanzas.

El padre de Senna se asomó por la puerta y buscó a su hija con la mirada. Se alarmó de verla con Kurosaki. No quería que verlo le pudiera perjudicar.

—¡Senna! —los dos jóvenes se giraron. Ichigo y él se quedaron mirando unos segundos desde esa distancia—. ¡Vamos, sube! ¡Tienes que seguir ayudando!

—¡Ahora voy, papá! —le exclamó antes de volver a dirigirse a su ex—. Bueno, esto es un adiós. Espero que algún día podamos volver a vernos y charlar como buenos amigos, sin que yo sienta nada por ti.

Ichigo le sonrió y asintió.

—Yo también lo espero.

Senna dio media vuelta y caminó hacia su casa sintiéndose más ligera. Como si se hubiera quitado una mochila llena de piedras que no la dejaban avanzar. Tenía la corazonada de que todo iba a salir bien.

Cuídale, Rukia. Hazle feliz.

El pelinaranja la vio entrar en su casa. Le vino a la cabeza el tema de las fotos que le habían hecho con ella y que después metieron en el buzón de su novia, pero no quiso preguntarle. Senna se encontraba bien y no tenía porqué perturbarla con aquella pregunta de la que seguramente no sabría nada. Se cuestionó si quizá quien lo había hecho si que había sido Shinrei o alguno de la familia Kuchiki.

Bufó odiando más a aquél hombre y se marchó rumbo al instituto. Ahora tendría que correr un poco para llegar a la hora pero sabía que había hecho bien en pasarse por ahí. Le deseaba lo mejor a Senna. De verdad.

Sacó su móvil del bolsillo queriendo escribirle a Rukia para saber como estaba hoy pero algo se lo impidió. Quiso llamarla pensando que aún estaría en la calle caminando hacia el trabajo pero tampoco pudo.

Desde aquél mensaje por la noche, sentía como si ella hubiera puesto un muro invisible entre ellos. No sabía que le estaba pasando por la cabeza y eso le asustaba. ¿Estaría bien? ¿Le estaba dando largas para no decirle la verdad sobre algo? ¿Shinrei se había vuelto a poner en contacto con ella? ¿No se suponía que ya no había mentiras en su relación? ¿O solo le dolía la cabeza como le había contado?

Él se sentía fatal por pensar que le estaba ocultando algo. Las horas en el instituto serían infinitas cuando solo quería que pasaran rápido para poder verla y abrazarla. No quería que volver a pasar otro día sin ella.
.

.

Era ya la tarde cuando el avión privado aterrizó en el aeropuerto de Tokio. Byakuya y Mio se despidieron del piloto y el comandante y bajaron por las escaleras. El chófer de confianza estaba esperándoles de pie con la puerta de los asientos traseros del coche abierta.

El piloto aprovechó que su compañero se alejaba, hablando con la única azafata del vuelo, para coger su móvil y encerrarse en la cabina.

El chófer les cerró la puerta cuando entraron. La rubia giró la cabeza para mirar al hombre que tenía al lado, mientras escuchaba como el motor arrancaba y empezaban a moverse.

Byakuya no había dicho ni una palabra desde que habían subido al avión. Por la noche le había contado la razón por la que volvían a Japón antes de tiempo y de esa manera tan precipitada, pero luego no quiso decir nada más. Ella no quiso importunarle pero le dolía verlo así.

—Has estado todo el viaje en silencio —dijo Mio colocando una mano encima de la de él—. ¿Que piensas?

Kuchiki miraba a través de la ventana como iban dejando las pistas atrás. El sol estaba apunto de desaparecer dejando el cielo completamente oscuro.

—Cuando…  —susurró pero enseguida negó con la cabeza.

—Cuéntamelo, Byakuya —le apretó el agarre—. No te lo guardes para ti.

Él respiró hondo y volteó la mano para entrelazar sus dedos con los de ella.

—Cuando Hisana murió… culpé en parte a Ukitake de lo que había pasado —dijo sincero mirando todo el rato el reflejo de las farolas en el cristal—. Metí al verdadero culpable entre rejas pero no pude evitar culparlo también, aunque sabía que él no había hecho nada. Pagué con Ukitake y con Rukia mi dolor y mi impotencia por haberla perdido de aquella manera tan ruin y repentina. Me alejé de ellos por mis remordimientos. Por no haber ido yo a por mi mujer aquella noche —sujetó fuerte la mano de Mio—. Abandoné a Rukia cuando más me necesitaba, a pesar de que le prometí a Hisana que la protegería.

La rubia le acarició la piel.

—Pues ahora es un buen momento para cumplir esa promesa.

Byakuya asintió y la miró a los ojos sintiéndose libre de poder compartir sus sentimientos y lo que guardaba dentro con alguien.

—Voy a hacer lo que sea para que no pierda también a su padre.

Mio esbozó una sonrisa confortadora para él y apoyó la cabeza en su hombro. Quería que sintiera su compañía en esos momentos tan difíciles.

Tenía ganas de conocer a Rukia pero sabía que no era la  ocasión oportuna. La joven necesitaba estar a solas con Byakuya y ella no se iba a meter en medio en esta situación tan delicada.

Se lo hizo saber al abogado en cuanto éste le explicó que era lo que pasaba. Él también vio que era lo mejor. Lo que le gustó a Mio fue lo que dijo justo después.

‘Ya habrá mejor ocasión para que os conozcáis’

Esa frase hizo que la ganas de querer seguir a su lado aumentaran considerablemente. Parecía que de verdad empezaban a construir algo serio entre ellos.

Después de media hora, gracias al tráfico fluido que había a esas horas, llegaron al hospital. El chófer detuvo el coche y salió dispuesto a abrir la puerta del abogado.

—¿Vas a tu apartamento? —le preguntó Byakuya mirándola, aún sentado. Ella asintió—. Mañana nos vemos entonces.

—Si necesitas más tarde hablar con alguien —alzó una mano y le acarició la mejilla—, no dudes en llamarme.

El mayor sujetó la mano y le dio un beso en la palma como empezaba a ser costumbre. La soltó y salió del coche.

—Dejo a la señorita donde me indique y regreso aquí para cuando salga, señor.

—Perfecto.

Se despidió de Mio con un movimiento de cabeza y fue hacia la entrada del hospital. Como se acordaba perfectamente del número de habitación no necesitó preguntar en recepción, llamó al ascensor con el botón y, en cuanto pasó dentro, subió a la planta correspondiente.

Rukia estaba de pie al lado de Ukitake, acariciándole el pelo, cuando escuchó los pasos de alguien acercándose por el pasillo y pararse después en su puerta. Se giró y vio a su hermano de pie con el abrigo colgado en un brazo.

Se miraron en silencio y ella apretó los dientes reprimiendo sus emociones, hasta que su cuerpo se movió solo y se acercó para abrazarle como nunca había hecho. Byakuya enseguida le rodeó los hombros tirando su abrigo en el sillón.

Observó a Ukitake más delgado y pálido que la última vez que lo vio y no pudo evitar sentir pena de que pudiera quedarle poco tiempo de vida.

—No dejaré que muera, Rukia.
.

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Yoshino dio el último sorbo al té y dejó la taza en su plato a juego. En cuanto lo hizo, sus ojos volaron hacia su móvil, que descansaba en la esquina derecha de la mesa.

Acababa de saber que Byakuya había vuelto a Japón de forma precipitada. El piloto del avión no había sabido decirle el motivo ni las razones que le hacían volver antes de tiempo. Lo único que le había contado es que su secretaria iba con él, pero eso a ella ni le iba ni le venía.

Se preguntó si quizá Rukia iba a decirle lo que estaba a punto de hacer el viernes, obligada por Shinrei. Al pensarlo un escalofrío le recorrió el cuerpo. Ella sabía cosas. Lo de unas fotos comprometidas en un vestuario, lo de las cámaras en un piso y…

Agarró el móvil y buscó su correo. Apretó uno de los mensajes y volvió a quedarse inmóvil mirándolo. Un chico de pelo naranja, en el suelo, debajo de la lluvia y lleno de sangre.

"Quiero que guardes esas pruebas y no te deshagas de ellas. ¿Lo harás?"

"Las guardaré, nunca se sabe cuando pueden llegar a ser de utilidad".

Tan metida que estaba en sus pensamientos que no escuchó a su marido llegar.

—Querida —la mujer parpadeó y levantó la mirada hacia él apagando el móvil en un segundo. Shinrei se la quedó mirando en silencio un rato hasta que habló—. ¿Ocurre algo?

Ella respiró hondo para serenarse.

—Nada, ¿Qué iba a ocurrir?

—Antes te ha llamado alguien, ¿verdad? ¿Quién era?

Yoshino se levantó de la silla de forma pausada. Algo le decía que no debía decirle nada.

—¿Desde cuando tengo que decirte quien me llama? —le preguntó sarcástica pasando por su lado con el rostro altivo y con el sonido de los tacones en el suelo a cada paso. Iba a pasar de largo cuando su marido la agarró del brazo. Ella echó un vistazo a la mano con el ceño fruncido y luego le miró a los ojos—. Suéltame.

Él la soltó sonriéndole cínico.

—Solo quería saber si te había llamado uno de tus informadores. Sabes muy bien que quiero conocer siempre el paradero de todo el mundo.

La mujer no apartó su mirada ni un milímetro. Asqueándose por dentro de todo lo que conocía que había hecho su marido con y por una Kuchiki pero sin hacérselo notar por fuera. Ella sabía que, como su esposa que era, podía acabar salpicada con el escándalo que se formaría si su sobrino lo denunciaba. Quería autoconvencerse que lo hacía por ella y no por él pero estaba claro que no iba a dejar que se saliera con la suya.

—No tendría que decírtelo pero lo haré para que me dejes en paz. No ha sido ninguno de mis informadores —mintió—. Me ha llamada una amiga para quedar mañana en el spa.

Shinrei sonrió más abiertamente. Eso significaba que su sobrino seguía en Corea.

—Muy buena idea, yo también tendría que ir —le dijo antes de marcharse hacia su despacho.
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Byakuya y Rukia salieron del despacho del doctor seguido de éste. No había hecho falta explicarle mucho al abogado sobre el hospital de Nueva York y su tratamiento experimental. Él, solo con saber que Rukia estaba decidida a llevarlo ahí, había casi ordenado al médico que llamara enseguida e incluyeran a Ukitake entre uno de sus pacientes cuanto antes.

Shunsui llamó y realizaron la transferencia del dinero por ordenador en ese mismo momento a la cuenta que le habían facilitado. El hospital americano ya le estaba esperando para comenzar a tratarle.

—Mañana a primera hora, la ambulancia llevará al señor Ukitake hasta el aeropuerto, donde estará su avión, señor Kuchiki.

—Perfecto. ¿Ha solicitado otra para cuando aterrice allí?

—Sí, está todo en orden.

Byakuya asintió y cuando iba a levantar la mano para despedirse formalmente de él, Rukia habló.

—Usted… —miró al médico— no puede decirle a nadie donde llevan a mi padre, ¿cierto?

El abogado se quedó extrañado de esa pregunta.

—Por supuesto que no. Eso queda siempre entre paciente y médico. En este caso, entre los familiares y yo. Además los documentos se guardan en un archivo donde solo el personal autorizado tiene acceso.

—De acuerdo —murmuró Rukia quedándose un poco más tranquila.

El doctor le volvió a poner una mano en el hombro en señal de apoyo.

—Espero de todo corazón que su padre mejore y pueda volver a ser el hombre que era. Me gustaría algún día poder hablar largo y tendido con él.

—Gracias —le agarró la mano—. Por todo.

Se despidieron con un abrazo. Para ella había sido un gran apoyo. Siempre trataron a su padre con cariño y sentía que él y Shunsui podrían haber sido muy buenos amigos. Se separaron y se sonrieron tristes.

El médico y Byakuya se dieron la mano antes de que los hermanos se alejaran por el pasillo.

—Ya está hecho… —susurró Rukia mirando al frente con los ojos cansados—. Ya no hay vuelta a atrás.

—¿Por qué le has preguntado si él no puede decir nada? —enseguida le vino una idea a la cabeza—. ¿Es por mi tío? ¿Para que no lo sepa? —vio como la morena asintió levemente—. La verdad es que, dentro de lo que le está pasando a Ukitake, es una buena oportunidad para alejarte de él y desap…

—Pero voy a renunciar al apellido Kuchiki de todos modos —le cortó Rukia.

Byakuya se detuvo y la miró con el ceño fruncido.

—¿Y eso por que? ¿No quedamos en aquella cena que no firmarías nada?

Rukia se pasó las manos por la cara, cansada y agotada física y mentalmente.

—Las cosas han cambiado. Aún tengo que contarte algo más —levantó el rostro y le miró a la cara—. Sé lo que me dirás pero ya lo tengo decidido.

El abogado observó las pequeñas ojeras que asomaban por debajo de sus ojos y se percató del sobreesfuerzo, que parecía que estaba haciendo, para no derrumbarse. Se preguntaba si habría podido dormir o si había comido algo.

No le gustaba nada verla así.

—¿Te llevo a tu piso y me lo cuentas por el camino?
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Ichigo salió el último del entreno. Había podido entrenar un poco pero aún con moderación. Sus compañeros se alegraron de que regresara ya que llegaron a pensar que quizá no quería ir al campeonato nacional. Él les contó la misma mentira que a sus amigos y éstos le creyeron enseguida al igual que el entrenador.

El mayor le aconsejó que se quedara en el banquillo pero Ichigo quiso moverse y poder desentumecerse después de haber estado de la cama al sofá y del sofá a la cama. Ese no era él. Necesitaba hacer ejercicio y soltar la tensión acumulada.

Sus músculos se engarrotaban solo de pensar en que no podría pagarles con la misma moneda a los que le dieron la paliza. Ni siquiera podía ir a por Shinrei y cambiarle la cara. Aquél hombre no era un alumno de otro instituto al que poder devolverle el golpe. Estaba en un nivel mucho más alto que el suyo y él solo podía sentirse impotente. Ya no solo por lo que le habían hecho a él sino por lo que ese desgraciado le estaba haciendo o quería hacerle a Rukia.

Apretó los puños dentro de los bolsillos de su abrigo mientras caminaba por la calle. Se prometió a si mismo que no dejaría que Shinrei le tocara a su novia un solo pelo, así tuviera que recibir más golpes de sus hombres.

El pensar en Rukia hacía que su pecho se encogiera. Tenía una sensación de ahogo al no saber de ella desde que salió de su casa cuando fue a verlo. Como si la necesitara y su alma se moviera intranquila de un lado al otro por su cuerpo, intentando salir para buscarla.

Sus pasos, como si fueran solos, le llevaron al portal que tan bien conocía. Respiró hondo y picó el timbre del piso de la joven.  Esperó un rato y volvió a picar. No respondió nadie.

—Vaya… —murmuró decepcionado de que no estuviera en casa. Se subió más la cremallera del abrigo y se apoyó en la pared dispuesto a esperarla.

Pensó en lo duro que se le iban a hacer los días del campeonato en el que no la tuviera cerca.

Van a ser las peores tres semanas de mi vida —se dijo mentalmente resoplando y esbozando una pequeña sonrisa ladeada al reafirmarse que estaba enamorado como un tonto.
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.

—¿Como se puede ser tan hijo de puta? —soltó Byakuya enfadado después de escuchar lo que Rukia le acababa de contar.

No podía dar crédito de hasta donde llegaba la obsesión de su tío. Había confesado tan tranquilamente que él ordenó colocar las cámaras en su piso y también de darle la paliza a su pareja, sabiendo que sin pruebas no podía hacer nada contra él. Y todo para amenazarla. Para obligarla a renunciar al apellido. ¿Cómo podía ser tan ruin? ¿Y ese hombre era de su familia?

La morena miraba por la ventana sin ver realmente nada. Sin fijarse en las luces de las calles ni en las personas que caminaban abrigándose del frío de Diciembre. Ni siquiera en el reflejo de su rostro en el cristal. En nada.

Solo pensaba. Pensaba en todo lo que había ocurrido en tan pocos días y en como iba a cambiar su vida en esa misma semana. Y no solo la suya. La su padre… y la de Ichigo.

Oía de fondo a su hermano murmurar cosas sobre Shinrei pero ella cerró los ojos con tristeza al pensar en el chico del que estaba enamorada.

"Estás conmigo ahora, ¿acaso no me sientes? ¿Qué más da si mañana tienes que irte o que en un futuro nos arrepintamos de todo esto que está pasando entre nosotros? Vivamos el presente, Rukia. Déjame vivirlo contigo aunque sólo tengamos este día".

Sintió una pequeña lágrima resbalar por su mejilla.

"Acaba de llamarme Kensei. Me ha contratado."


"¡Te quedas aquí!"

"¡Me quedo!"

Abrió de nuevo sus ojos sintiendo como su corazón deseaba con todas sus fuerzas volver a vivir esos momentos. Aquellos días en los que solo importaba el haber podido quedarse en Karakura con él. Donde solo existían ellos dos.

Byakuya giró la cabeza hacia ella dándose cuenta de todo lo que implicaba que Ukitake fuera trasladado a Nueva York. Incluso de la amenaza de su tío. No quería ni imaginarse la impotencia de tener delante al culpable de que sufriera la persona que amas y no poder hacer nada al respecto. El hecho de que ella le hubiera prometido que firmaría esa renuncia ya no era lo más importante.

—Ahora mismo, Rukia… —vio que agachó levemente la cara dándole a entender que le estaba escuchando—, a parte del estado de salud de tu padre, tener que irte a Estados Unidos es lo mejor que te podría pasar.

—¿Por qué? —preguntó la joven en un susurro, sabiendo la respuesta, pero queriendo escucharla.

—Porqué así te alejarás de Shinrei —respondió con firmeza. Vió como ella giraba el rostro y lo miraba a los ojos esperando que dijera algo más.

En ese preciso momento sintió pena de cómo estaba siendo de dura la vida con la hermana de Hisana. Sintió pena y unas ganas horribles de pedirle perdón miles de veces. De disculparse por haber entrado en aquel bar donde trabajaba y hacer que la despidieran. Por haber querido que se fuera a Tokio a estudiar sin tener en cuenta lo que ella quería. Por haberla puesto entre la espada y la pared. Entre lo que ella deseaba y lo que debía hacer.

Abrió la boca para decirle todo lo que sentía pero no pudo. Algo en esa mirada violeta le decía que no hablara sobre eso. Que ella ya no le echaba en cara nada y que lo único que necesitaba era saber que le tenía a su lado. Que no iba a estar más sola. Él la entendió y se guardó sus palabras.

Sin embargo, sí que le dijo el otro motivo por el que era bueno que se fuera lejos. Sabía que eso era lo que más dolor le hacía sentir. Ella no pensaba en sí misma y en su protección… sino en la de él.

—Y también alejarás a mi tío de Kurosaki.

Rukia respiró hondo mentalizándose de que eso era lo correcto. Primero se lo había dicho Isshin y ahora su hermano.

—¿Así le protegeré, verdad? —apoyó la cabeza en la ventanilla queriendo que las fuerzas no la abandonaran. Deseando escuchar otra voz, que no fuera la suya en su cabeza, reconociendo que esa decisión era la más acertada—. ¿Es mejor para él que no le diga donde voy a ir? ¿Cómo la otra vez? —recordó cuando tuvo que callarse que iría a Tokio si no encontraba trabajo. Recordó lo mal que lo pasó y lo mal que se lo hizo pasar a Ichigo. La diferencia que había ahora es que esta vez no había esperanzas. No iba a ver ninguna llamada que le ofreciera la oportunidad de quedarse con él. Ningún abrazo de alegría, dando vueltas y riendo. Aquí no había otro camino que el que los separaba.

—No debes decírselo. No sería seguro para él ni para ti que mantuvierais una relación a distancia. No después de saber  a ciencia cierta que fue Shinrei quien le hizo eso.

—¿Y como sé que no le hará nada cuando yo me vaya? —cuestionó con miedo—.¿Como podré saber que estará seguro? ¿O cualquiera de mis amigos?

—Deja que yo me encargue de eso. Que piense que podemos hacer. 

Rukia se percató que se estaban acercando a su calle. El saber que pronto tendría que salir del coche le hizo sentir una especie de vértigo. No quería. No quería vivir nada de lo que tendría que vivir.

—¿Por qué todo es tan difícil, Nii sama? —se pasó las manos por los ojos para que no salieran más lágrimas—. ¿Por qué no puede ser todo menos complicado? —notó que el coche se detuvo e instintivamente miró por la ventana. Su corazón dio un vuelco al ver de pie, apoyado en su portal mirando el móvil, a Ichigo. Esperándola como si nada, como si todo estuviera igual. Recordó lo feliz que se sentía cuando lo veía aparecer en el momento más oportuno para rescatarla de sí misma. Susurró observándole—. Voy a separarme de la única persona que me ha hecho sentir viva después de tanto tiempo.

Byakuya le agarró la mano y notó que estaba temblando.

—Lo estás protegiendo, Rukia. Hazlo por él.

—¿Aunque duela demasiado?

Él la sujetó más fuerte pensando en el dolor que sintió de saber que no vería más a Hisana. Sabiendo que de haber podido decirle adiós no habría sido capaz. ¿Cómo podrías despedirte de alguien con el que querrías pasar el resto de tu vida?

—El tiempo lo curará —mintió para no hundirla más—. Ya lo verás.

Ichigo levantó el rostro y miró hacia el coche. Enseguida reconoció que era el del hermano de Rukia y arrugó la frente. Se preguntó que hacía ahí. Vio como una de las puertas se abría y salía ella.

Él se incorporó y dio varios pasos observando como, después de que la morena se despidiera con la mano, el coche se marchó.

Rukia respiró hondo e intentó calmarse agradeciendo el aire frío. Levantó la cabeza y se miraron a la cara. Para ella era como si hiciera mucho tiempo que no lo veía y para él como si ya pudiera respirar tranquilo.

El pelinaranja esbozó una sonrisa contento de no tener que irse a casa sin haberla podido ver. Se acercó guardando el móvil en el bolsillo y ella también caminó hacia él. A medida que se iban acercando y la luz de las farolas les dejaba verse con más claridad, Ichigo se percató de que algo iba mal. El rostro de Rukia no reflejaba otra cosa que no fuera tristeza.

—¿Qué te… —antes de que pudiera decir algo, ella lo abrazó por la cintura con fuerza y escondió la cara en su abrigo.

Rukia sintió el calor de Ichigo transmitirse por todo su cuerpo y más cuando sus brazos la envolvieron con cariño.

¿Cómo voy a poder alejarme de ti?

—Rukia, ¿Qué ocurre? —le preguntó nervioso. Al principio no había pensado que el hecho de que estuviera con su hermano fuera algo malo, pero al verla como estaba y como se abrazaba a él, no podía esperarse nada bueno.

—¿Cómo estás? ¿Ya te encuentras mejor? —alzó su rostro hacia arriba para mirarle—. Tienes mejor las heridas, ya casi no se te notan —notaba su mirada clavada en la de ella, como queriendo leerle la mente—. ¿Te sigue doliendo el pecho al respirar o ya no?

Ichigo le sujetó el rostro con las manos notando el frío en la piel de sus mejillas.

—¿Me vas a contar que te pasa o me lo vas a ocultar como hacías antes?

Ella le mantuvo la mirada deseando que las palabras salieran solas de sus labios pero no lo hicieron. Solo aparecieron sus lágrimas, que se precipitaron hacia el suelo rozando los dedos de Ichigo.

Él se asustó y el corazón empezó a latirle más rápido.

—¿Qué ha pasado, Rukia? —alzó un poco la voz viendo que ella no dejaba de llorar mirándole a los ojos. Apretó la mandíbula deseando que compartiera su dolor con él y poder ayudarla—. ¿Es tu padre? ¿Ha empeorado?

Rukia supo que jamás en toda su vida se cruzaría con alguien como Ichigo. Alzó sus manos y las puso encima de las de él diciéndose que era ahora o nunca. Que quizá si lo retrasaba más el sufrimiento sería más insoportable de lo que ya lo era.

—Te quiero, Ichigo —le dijo con la poca voz que le quedaba—. No quiero que te olvides nunca de que te amo con todo mi corazón.  No podría estar más enamorada de ti de lo que lo estoy ahora.

Ichigo se quedó paralizado y su corazón dejó de latir. Esas frases, con esa voz, con esa mirada, con esas lágrimas… en ese momento, fueron como puñales.

—¿A que viene eso, Rukia? —dejó que sus brazos se cayeran y dejaran de tocar su piel. Sentía como el miedo se iba adueñando de su cuerpo—. ¿Por qué me dices esas cosas?

La morena quiso volver a tocar sus manos y decirle que no pasaba nada, que solo quería que lo supiera. Pero no hizo ninguna de esas dos cosas. Solo se dijo mentalmente que lo hacía por él, para que no volviera a ocurrirle nada malo por su culpa. A pesar de que sabía que esto la mataría por dentro.

—Porqué no podemos seguir juntos, Ichigo.
.
.
.

CONTINUARÁ…





28 comentarios:

  1. Hay madre.... hay madre!!! Por Dios no me hagas eso . Casi lloro T-T . De verdad no te miento casi lloro!! . No puden terminar *lloro lloro*. Porq esa Yoshino no le da de una las pruebas a Byakuya ... Asi se acabaria todo de verdad. Por que Rukia no le dice a Ichigo lo q paso y se lo lleva a Tokio? . Que rabia!!!!!. Continuala porfa quiero saber lo q pasara . Ojala no acabe asi TwT. Un abrazo By: Jenni

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    1. Hola Jenni! He leído los comentarios que me has dejado en los otros capítulos. Me alegro muchísimo que te guste la historia! :D y también que te haya gustado este nuevo capítulo y que casi lloraras. Es lo que buscaba, emocionaros ^///^
      Un abrazo fuerte! <3

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  2. Continua por favor! oh Dios mio! Que buena esta

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  3. Hola!!! valio la pena la espera... el capitulo estuvo muy bueno!! ahora estoy preocupada... no quiero que Rukia e Ichigo se separen TTwTT Ukitake tambien me tiene preocupada espero algun dia despierte... me da pesar con Rukia todo hiba tan bien y luego PUM todo mal... me da tristesa y malgenio..jajaja... OK no... nose como se te ocurren hacer estos capitulos... te quedan muy buenos!!! deberias de vez en cuando darnos algun spoiler del siguiente capitulo ;3 jajaja me gusto mucho... me alegraste el dia (ultimamente eh estado muy estresada y ocupada) nos leemos luego!! espero no te demores tanto esta vez xD
    abrazos!! \(=*w*=)/
    chaito

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    1. Hola Gina! Espero que estés menos estresada :D todos andamos un poco así la verdad, yo incluida jaja
      Ya, todo iba bien y de golpe todo cambia. Lo tendré en cuenta lo de dar spoilers cuando tenga algo del capítulo siguiente escrito jejeje
      Muchos abrazos! ^^

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  4. Me hiciste soltar lagrimitas ;-; Espero que actualices pronto ME DEJASTE CON LA INTRIGA

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    1. Hola Jawii! Me hace muy feliz saber que conseguí emocionarte con el capítulo y haberte dejado con la intriga :D Nos leemos pronto!
      Un abrazo <3

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  5. NOOOO!T.T tienen que seguir juntos no me hagas esto no quiero llorar mucho más!

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    1. Hola Kira! Lo siento por hacer eso pero es parte de la historia, ya veremos que pasa en los siguientes. Nos leemos! :D Un abrazo!

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  6. Antes de nada que monos Byakuya y la secretaria <3
    Ahora... eres cruel, pero no por hacer que Rukia e Ichigo se separen, sino porque no he podido terminar llorando me has cortado cuando estaba apunto de llorar,porque?? yo quería llorar la sensación que me quedo después era peor quería llorar ajajjaja
    Me gusto mucho este capítulo tan angst por todos Ichigo como sabía que algo pasaba, Rukia por su padre, Isshin por no poder decirle nada a Ichigo era todo tan adkfjañd. Me imaginaba que tarde o temprano tendrían que romper algo tenía que pasar, me pregunto ahora si se meteran terceros en medio, mmmmm... jajajajja
    Espero que Ukitake se recupere de ese modo, entiendo que se vaya Rukia por su padre, yo sin duda también lo haría y no quiero ni imaginarme por lo que esta pasando y lo duro que tiene que ser para ella. Justo esta semana dimos en clase el duelo y la muerte en clase de psicologia jajaja menuda casualidad.
    Esperare con ansias el siguiente y también esperare llorar ajajjajaj

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    1. Ayy me alegro que digas lo de Byakuya y Mio! jajaja
      Ya lo sé, soy cruel, culpable xD Sí este capítulo es tristeza por todos lados, cada uno de los personajes con sus problemas y sus sentimientos. A ver ahora que pasará...
      Anda pues si que es casualidad, yo también me iría como Rukia y tiene que ser muy duro. Intento siempre plasmarlo, espero conseguirlo :D
      A llorar se ha dicho jajaja
      Un abrazo Kai!

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  7. Oh my god :o me mueroooooo y ahora que pasara con nuestra querida y amada pareja ???? X.X muero por saber lo que sigue u.u Al fin volvisteee espero que no desaparescas de nuevo jejeje siguela pronto esta de infarto :3 suerte!!

    By: Sango Sarait - la fiel xD

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    1. Hola la fiel! jajaja <3 Que tal todo? Me alegro que te haya gustado :D No te puedo contar que pasará con nuestra parejita pero si decirte que no desapareceré de nuevo tanto tiempo xDD
      Un abrazo fuerte!

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  8. tmmrrrrr justo en kokoro :( oie por cierto cuantos capitulos seran?? y cuanto sufrira ichigo y rukia? :(

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    1. Hola anónimo! No sé quien eres jejee la próxima vez deja un nombre y así nos conocemos :D
      El número exacto de capítulos no lo sé pero si decirte que aún queda historia por contar, porqué en poco terminará la segunda temporada y empezará la tercera y última ^^

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  9. Mi kokoro!!! por favor no se separen! se ven tan lindos juntos que sufrire si se separan y a mi me da que Ichigo seguira a Rukia a donde valla

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    1. Hola Sibreka! Encantada de conocerte! Me alegro que te guste mi historia. Ya, pobrecitos.. ya veremos que pasa con nuestra parejita.
      Nos leemos pronto! <3

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  11. Hola; ha sido un Deleite poder leer tu Historia con tan Perfectos personajes; tan solo poder verlos en cada palabra escrita, Todos esos sentimientos que posen es tan Glorioso!! empeze a leer justo este fin de semana y he de confesar que me he desvelado a madrugar, este y otras historias del mismo Blog, Muchas Gracias por tu Tiempo.
    Figthing!! :D

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    1. Hola Gilbert! Muchas gracias! Me alegro de que te gusten mis historias y que no hayas parado de leer :D
      Un abrazo! ^^

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  12. Bueno, yo soy nueva aqui me suscdibi en el anreior capítulo, el 26,luego de leer todo y despues leer también leyanda shinigami que me encanto, sobre todo el final. Espero que puedas actualizar pronto y que Rukia e Ichigo no se separen, algo tiene que ibligarla a decirle donde esta. Me gustaría que tuvietan un hijo mientras estan srparados, que ella se entere.
    Me encanto ka actitud de Byakuya.
    Saludos y hasta pronto.

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  13. no lo puedo creer! que horrible siento como mi corazón se rompe en muchos en muchos pedazos... rukia deja a ichigo, el cerdo de shinrei en parte tiene lo que quiere, byakuya no puede terminar de ser feliz por todo lo que pasa y al final solo tenemos a un ichigo destrozado y a un rukia muerta en vida, no tienes ni idea de como me has hecho llorar en muchos capitulos, en especial horita... Dios es tan intenso (es eso o yo soy muy dramatica ._.). Bueno tengo tiempo leyendo tu fic pero horita es que pude ponerme al corriente, debo decir que amo como escribes de verdad eres u na muy buena autora, tienes ideas grandiosas y una creatividad que wooo me asombra, de verdad espero no dejes de escribir nunca.... el mundo tiene aca a un grantalento....... espero actualices pronto :)

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  14. Inicie tu historia desde que estuvo la primera temporada en Fanfiction.net... crei que seria una historia con puro Lemmon, pero al ver que hubo demasiados sentimientos de por medio me encanto y me gusto, bueno me gusta mucho la historia... pero me has sacado la larimita masculina :'(
    Por que le haces esto a mi pareja favorita???
    Y sobre todo, se que es muy dificil redactar una historia de tal magnitud, pero me has dejado aun con la duda de como resolveran las cosas
    Continuala por favor que amo la historia

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  15. Continua la historia, a pesar del decepcionante final de bleach espero muchísimo la continuación de esta historia, gracias!!! Ichiruki 4 ever

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  16. Continua por favor esto esta buenisimo, créeme que solté lágrimas al imaginar todo el sufrimiento de Rukia :'( por favor no dejes de subir más, no nos dejes con el corazón roto :(Espero que leas estos comentarios y te ayuden a inspirarte y a seguir con esta preciosa historia

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  17. aaaaaaaaah no, no pueden terminar :c
    que se quede con ella y se vayan juntos a tokio o ue solo vaya ukitake a tokio y que byakuya la lleve a visitarlo de vez en cuando pero que se queden juntos

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  18. Ahora si me actualice y me volví a sentir mal T-T. Me recordó a la película fade face (creo que era asi) cuando rukia desconoció a ichigo a el se le quebró la voz casi llora pobre. T-T

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