[FANFIC ICHIRUKI] Striptease capítulo 20: Pasado

STRIPTEASE 
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CAPÍTULO 20
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PASADO
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Ichigo se quedó parado y en silencio desde que había entrado en esa habitación blanca. Sus ojos no podían apartarse de aquel hombre estirado en la cama con el cabello blanco y largo, con una mascarilla en la boca, rodeado de cables y de tubos y conectado a una máquina con el intermitente ruido de su corazón. 

No fue hasta que vio a Rukia acercarse a su padre, sentándose en el sillón negro para agarrarle la mano con cuidado de no tocar nada más, que pudo salir de su sorpresa.

—Hace un año y tres meses que sufrió un derrame cerebral… y se quedó en coma —susurró Rukia como si las palabras mismas dolieran en su garganta. Enseguida notó como su visión se nublaba. Era difícil empezar a hablar—. Lleva así desde entonces… —se llevó una mano a la boca sintiendo las lágrimas bajar raudas por sus mejillas—. Y yo… yo no puedo hacer nada por él.

Agachó la cabeza empezando a llorar preguntándose si alguien podía hacerse a la idea de que su ser querido estaba en coma desde hace tanto tiempo. ¿Cómo se hace uno a la idea de eso? ¿Cuándo deja de contar los días y las horas que está sin estar? ¿Cómo aprendes a resignarte que no puedes hacer nada?

Ichigo apretó la mandíbula al traspasarle su dolor por todo el cuerpo. El estar aquí ya no era simplemente contarle cosas sobre ella para que la conociera más ni presentarle a alguien importante.

El dejarle verla de esa manera, completamente rota y hecha un ovillo en ese sillón negro, era enseñarle como era ella de verdad. Como era su interior y los sentimientos que guardaba dentro bajo llave.

Se acercó y se arrodilló delante de ella para pasarle los brazos alrededor y abrazarla. Él fruncía más el ceño y contraía el rostro para poder controlar sus propias emociones al sentirla como una muñequita que temblaba y que se agarraba a su abrigo como si tuviera miedo de caerse al abismo.

—No llores más, Rukia —le susurró dándole besos en la cabeza para intentar calmarla—. Ya haces mucho por él. El dinero que ganabas en Bleach iba para el hospital, por eso vives en ese piso a pesar de lo que ganabas —dijo lo que le vino a la mente de inmediato. Notó que dejó de llorar fuerte y ahora sollozaba—. Ahora entiendo muchas cosas, como cuando decías que aceptarías el trato de Byakuya porqué no tenías otras opciones… él no te iba a pagar solo un sitio en el que vivir porqué quería que estudiaras ¿verdad?

La morena levantó un poco la cabeza asintiendo levemente y mirando hacia otro lado, intentando ocultar su rostro. Ichigo la agarró de las mejillas para que no se escondiera.

—No quiero que me veas así, Ichigo —quitando sus manos pero él volvía a intentar que no se apartara—. No sé porqué me pongo a llorar de esta manera, ya debería haberme hecho a la idea pero… —sollozó— duele como el primer día.

—No tienes que justificar nada —consiguió detener sus movimientos y dejar su rostro delante del suyo aunque ella mantuviera la mirada baja—. Es normal que estés así, es tu padre. Lo extraño hubiera sido que no sintieras nada —le limpió el rostro con los dedos—. ¿Quieres que salgamos un rato?

Rukia levantó sus ojos violetas, algo enrojecidos, y los conectó con los de él. Se quedaron unos segundos así e Ichigo se dio cuenta, sin tener que pensarlo mucho, de que tenía delante a la verdadera Rukia. 

—De acuerdo —respondió ella haciendo que los dos se pusieran de pie.

Volvió a mirar a Ukitake y dio media vuelta para salir. El pelinaranja también le miró y aunque sintió la necesidad de decir algo o presentarse, no lo hizo. Sabía que escuchar eso, ahora mismo, a Rukia no le iba a venir bien.

Salió detrás de ella y le agarró de la mano dejando que lo guiara donde ella quisiera ir. Fueron a una terraza cubierta, en ese mismo piso, donde no había nadie más. Por las ventanas podían ver que el cielo ya estaba parcialmente oscuro. Caminaron hacia una de las butacas que había distribuidas, quitándose los abrigos, y se sentaron uno al lado del otro mirando hacia fuera. Ichigo esperó a que ella empezara a hablar y no tardó mucho en hacerlo.

—Byakuya se ofreció a pagar el hospital si yo empezaba a estudiar. Un buen trato, la verdad. Si Kensei no me hubiera llamado aquel día, lo hubiese tenido que aceptar —giró la cabeza hacia él y le encontró mirándola—. Ahora, con lo que me van a pagar por estas fotos y con lo que me debían de los últimos días en Bleach, voy a poder pagar dos meses de alquiler y el mes que viene del hospital. Iré buscando para hacer varios trabajos cuando terminen estas dos semanas y así ir ahorrando. Por lo menos ya no me sentiré tan apurada —sonrió levemente—. Ahora si que me interesan esos empleos que me decías del tablón de anuncios de tu instituto.

Ichigo sonrió como ella.

—Mañana les haré unas fotos para que los veas.

Se sonrieron sintiéndose ella más calmada, como siempre que estaba con él. Apoyó su cabeza en su hombro y volvieron a entrelazar sus manos.

—No sé por donde empezar a contarte.

—No tienes porqué hacerlo.

—Quiero hacerlo, Ichigo. Aunque sea un poco —respiró hondo sin saber que decir. Él volvió a darle fuerza afianzando el agarre de sus manos—. Ukitake es mi padre adoptivo. Mi hermana y yo no conocimos a nuestros padres biológicos pero nos daba igual. Para nosotras siempre ha sido nuestro verdadero padre. Aunque al principio nos sentimos un poco cortadas con él y no nos salía llamarle papá —esbozaba una pequeña sonrisa al contarlo—. Un día nos dijo que le llamáramos Ukitake, como lo hacían sus amigos, y así se quedó. Ukitake para aquí, Ukitake para allá, siempre estábamos alrededor suyo y él nos recibía siempre con una sonrisa.

—¿Y él no tiene a nadie más a parte de ti?

—No. Soy su única familia. Sus amigos, a medida que fueron pasando los años, empezaron a marcharse fuera porqué los trasladaban en el trabajo o porqué les hacía falta el dinero y tenían que buscarse la vida en otro lugar.

—¿Él de que trabajaba?

—Vendía cuadros que pintaba él mismo. Era muy bueno y mucha gente quería comprarlos, incluso personas adineradas y nobles. Si no recuerdo mal fue así como conocimos a Byakuya. Ukitake hizo como una especie de subasta de algunos de sus cuadros y él vino a pujar. Estoy segura de que en el mismo segundo que vio a mi hermana, se quedó prendado de ella.

—¿Por qué lo dices?

—Porque a partir de ese día lo teníamos hasta en la sopa —ella se rió bajito—. Venía casi cada día para verla y hablar con ella y mi hermana, cuando estabamos solos, no paraba de contarnos cosas sobre él. Aunque siempre lo negara y dijera que solo era un amigo, los dos lo sabíamos y nos metíamos con ella.

Ichigo sonrió.

—Hasta que se casaron.

—Sí. Hasta que un día vino Byakuya a pedirle la mano de mi hermana a Ukitake. A mi me pareció muy antiguo eso, pero los modales y la educación de un noble son así. A mi padre y a mi hermana les encantó, claro.

Se quedaron en silencio hasta que Rukia se dio cuenta de que el haber empezado a contarle cosas fuera de allí le había venido bien. Ahora se sentía con más fuerza para poder afrontar el hecho de estar con Ichigo en la misma habitación que Ukitake o el pensamiento de que le encantaría que pudiera conocerlo de verdad.

—Volvemos dentro. Ya me siento mejor —se levantó igual que él.

—Vale.

Agarraron sus abrigos y el bolso y la cartera e instintivamente Ichigo le pasó un brazo por los hombros y ella le agarró de la cintura. Rukia estaba feliz de poder contarle a alguien partes de su vida y, aún sabiendo que quería explicarle las partes que no eran tan bonitas como esas, no sentía miedo. Ichigo le trasmitía tranquilidad y, sobretodo, confianza.

Rukia respiró hondo al llegar a la habitación. Dejaron sus cosas en una mesita y se sentaron en el único sillón que tenía esa sala. Primero Ichigo y luego ella encima con las dos piernas cruzadas a un lado mirando hacia Ukitake.

—Este lugar ya es como mi segunda casa. Vengo siempre que puedo para hablarle sobre cualquier cosa. Dicen que es algo bueno. Cuando trabajaba en Bleach, venía casi todos los días.

—Hay algo que no entiendo… respóndemela si quieres ¿de acuerdo? — dijo Ichigo viendo que ella lo miraba y hacía un movimiento con la cabeza para que continuara—. ¿Byakuya no te ha ayudado nunca a pagar el hospital? —ella negó—. ¿Por qué? Quiero decir, también forma o formaba parte de su familia, era el padre de su mujer. ¿No siente aprecio por él?

Rukia se mordió el labio inferior sabiendo que era hora de abordar ese tema.

—Es que… verás… Byakuya siempre recriminó a mi padre que no tendría que haber conducido aquel día.

'¿Qué no es problema mio? Te recuerdo que ese hombre que está en coma es como un padre para mi. También lo era para mi hermana.'
 
'También fue el que iba conduciendo'
 
'¡Te he dicho millones de veces que no fue así!'
 
'¡Me da igual! No quiero volver a recordar nada de eso.'

—¿Qué día? —preguntó Ichigo arrugando la frente.

La morena suspiró antes de hablar.

—El día en el que tuvimos el accidente…. —le miró a los ojos— en el que murió mi hermana.
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—¿Lo entiendes ahora? —preguntó Kaien después de haber estado explicándole paso por paso uno de los ejercicios de matemáticas.

—Bueno, más o menos. Es que no logro entender porqué hay que hacer esta operación y no la otra —respondió Miyako haciendo un mohín.

—Pues porqué esta otra solo se utiliza cuando el número es más alto de diez.

Se escuchó que alguien picó a la puerta antes de abrirla. Era la madre de Miyako. Cuando llegó su hija con Kaien, ésta se alegró muchísimo ya que empezaba a pensar que lo habían dejado después de tres años de relación.

—Kaien, ¿vas a quedarte a cenar?

—Ehh… no sé, señora —miró de reojo a la joven—. No le he dicho nada a mi madre.

—Puedo llamarla yo, no hay problema si es por eso —dijo la mujer con una sonrisa en el rostro.

—Por mí no pasa nada, Kaien —habló Miyako con voz bajita para que solo lo escuchara él pero a su madre no se le escapó.

—¿Y por qué iba a pasar algo, hija?

—No, por nada mamá.

El moreno al ver que la señora fruncía el ceño, respondió enseguida a la pregunta que le había hecho.

—Vale, sí, me quedaré a cenar.

La mayor sonrió enseguida de nuevo.

—Bien, voy a ir preparándola ya —dijo antes de salir y cerrar la puerta.

—Mi madre está encantada, ya la ves —soltó Miyako volviendo a centrarse en los apuntes. Kaien se giró hacia ella.

—¿Seguro que no te importa que me quede?

Ella negó con la cabeza moviendo el bolígrafo entre sus dedos. Había intentado centrarse en las matemáticas, y lo había conseguido durante un tiempo ya que era importante para ella aprobar, pero quería hablar sobre otro tema con él.

—Al salir te vi hablando con una chica —lo miró a los ojos—. Era ella ¿verdad?

Kaien supo a que ‘ella’ se refería.

—Sí. Está con Ichigo ahora —vio como ella asentía y volvía a mirar a los apuntes—. ¿Puedo ser sincero contigo?

Regresó su atención a él.

—Claro.

—Sé que hice mal. Todo esto ha pasado porque no he sabido llevar las cosas y lo confundí todo porque esa chica me gustaba —soltó sin separarse de sus ojos que ahora lo miraban sin saber a donde quería llegar con eso. Él continuó—. Te mentiría si te dijera que ya no me gusta. Como me pueden gustar otras chicas porqué hay chicas guapísimas. Y estoy seguro de que a ti también te gustan otros chicos. Porque hay chicos que están mejor que yo físicamente o tienen un mejor carácter —la agarró de la mano y se alegró de que no se alejara—. Sin embargo, sé que no volveré a confundir nada porque no quiero perderte. Y por muchas chicas que me lleguen a gustar tú eres la única de la que estoy enamorado y la única de la que voy a estar toda mi vida. Pase lo que pase entre nosotros, yo siempre te voy a amar Miyako.

La joven respiró hondo y lo soltó de golpe en un suspiro antes de agarrarle el rostro para besarlo apasionadamente. Enseguida él le correspondió sujetándola por la nuca para que no se separara ahora que la tenía de nuevo besándolo como hacía tiempo que deseaba que lo volviera a hacer. Abrieron sus bocas y dejaron que sus lenguas, que ya se conocían intimamente, se acariciaran de nuevo con cariño y arrebato.

Al necesitar aire, se separaron y se observaron con los ojos velados.

—Y tanto que me gustan otros chicos. Hay uno en mi clase que es muy simpático y siempre que me ve mal me hace sonreír y otro que es camarero en la cafetería que hay en esta calle. Es muy guapo y muy alto, y cuando fui con mis amigas el otro día no pude evitar mirarlo a cada momento —hundió sus dedos en el cabello oscuro—. Pero me pasa lo mismo que a ti. Tú eres el único del que estoy enamorada y del que estaré toda mi vida. Por muy guapos que sean, por muy simpáticos que sean conmigo… siempre eres tú el único en quien pienso. Te amo, Kaien.

Éste volvió a juntar sus labios sintiéndose el hombre más dichoso del mundo por escuchar esas palabras después de creer que nunca más se lo volvería a decir. Se separó un poco para preguntarle lo que quería saber.

—¿Me perdonas por haber sido un gilipollas?

Miyako soltó una carcajada nerviosa pero feliz. Ya era hora de mirar hacia delante.

—Claro que te perdono. No quiero estar más tiempo lejos de ti —le agarró fuerte del pelo y frunció el ceño—. Pero como me vuelvas a hacer sufrir, te juro que te mato, Shiba.

Él sonrió de lado.

—Nunca más, te lo prometo.
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Senna se había quedado sola en la habitación. Les había dicho a sus padres que no hacía falta que se quedara ninguno a dormir allí con ella, sin embargo, su madre no quiso hacerle caso. Le pidió a su marido que la llevara a casa para ducharse, cambiarse de ropa y que luego la volviera a traer al hospital.

La pelivioleta se dio cuenta que su padre no habló mucho con ella. Supo que sería porqué estaría tan enfadado que prefería guardarse lo que estuviese pensando para él mismo. Solamente se dirigió a ella para comunicarle que apagaría su móvil y lo dejaría en casa. Senna no se atrevió a contradecirle.

Dirigió su mirada hacia la ventana preguntándose si Nozomi se pasaría por allí para verla. También se preguntó si se merecía que lo hiciera.

Escuchó los pasos de una persona deteniéndose y eso hizo que girara la cabeza hacia la entrada de la habitación. Observó a una mujer morena con el pelo recogido y gafas, vestida con traje y falda de tubo.

—¿Puedo pasar? —preguntó la mujer después de picar en la puerta abierta.

—¿Quien eres?

La mujer se colocó bien las gafas con el dedo índice de la mano izquierda y carraspeó entrando en el cuarto.

—Mi nombre es Nanao Ise y soy psicóloga. El otro día me comentaron tu caso y he querido pasarme a saludarte.

Senna frunció el ceño y rechistó.

—Pues hola, ya está ya me has saludado —soltó despectiva—. Vete, quiero estar sola.

—Creo que no he escogido las palabras idóneas. Volveré a decirte quien soy —se acercó y se sentó en el filo de la cama, algo incómoda por la falda, y la miró a los ojos con el rostro serio—. Mi nombre es Nanao Ise y soy tu nueva psicóloga. Me han encomendado tu caso.

La joven entreabrió la boca sorprendida.

—¡¿Qué?! —exclamó sin alterar en absoluto a la mujer—. ¡¿Para que quiero yo a una psicóloga?¡ ¡No necesito a nadie que me coma la cabeza y me diga que estoy loca o cosas por el estilo apuntando información mía en una puta libreta!

Nanao sacó de su bolso un pequeño bloc de notas que llevaba un bolígrafo entre las anillas y empezó a escribir.

—¿Consideras que estás loca?

—¡Ves! —la señaló con el dedo enfadada—. ¡Ya estás apuntando!

—Deberías calmarte o te dolerá más la cabeza.

Senna resopló y se tocó la gasa, sabiendo que debería hacer exactamente lo que había dicho ella porqué la habitación comenzó a tambalearse.

—Dile a quien sea que te haya asignado mi caso que no quiero ninguna psicóloga. Estoy bien y en cuanto mejoren mis mareos me iré a mi casa.

—Pues iré a visitarte allí —levantó la mano cuando vio que la joven iba a decirle algo—. Está mañana he hablado con tus padres y tu médico, y les he comentado que, aunque trabajo aquí, tengo una consulta privada también. Así que tus padres han decidido pagarme para que vaya a hablar contigo en tu casa algunos días a la semana.

Senna movió su cabeza negando repetidamente.

—Eso no es verdad. No me han dicho nada de eso.

—No lo creas si no quieres pero en cuanto te den el alta, que lo más seguro es que sea mañana, me pasaré por tu casa para verte durante una hora de sesión.

—Pues estaré una hora callada sin decirte absolutamente nada.

Nanao alzó los hombros poniéndose de pie.

—No me importa si no quieres hablar, yo cobraré igual.

—¡No estoy mal de la cabeza para necesitar una psicóloga! ¿Es que no le importa a nadie lo que yo quiero?

—¿Y a ti te importa lo que quieran los demás?

Senna se quedó callada mirándola a los ojos, recordando la conversación que tuvo con Nozomi en la calle antes de meter las fotos en el buzón.

'Quiero luchar por lo que quiero. Y lo que quiero es a él.'

'¿Aún a costa que él no quiera?'
'Querrá'

—Tú no sabes nada de mí.

—Sólo sé lo que me han contado tus padres, pero me gustaría sinceramente conocerte de verdad y sobretodo, ayudarte.

La pelivioleta se echó de nuevo en la cama sin saber en que momento se había sentado para gritarle a esa mujer que aparecía creyéndose su salvadora. O eso es lo que le parecía a ella.

—No necesito ayuda.

—¿Y qué necesitas? —preguntó Nanao con voz bajita intentando que Senna se abriera a ella. Por lo que le habían contado sus padres, Senna no era una chica conflictiva ni de mal carácter. Sólo una persona confundida que había creado su propio mundo de mentiras.

—Que me dejes sola —susurró Senna mirando hacia la ventana. Ella no necesitaba nada, necesitaba a alguien.

Nanao se colocó bien las gafas de nuevo. Sabía que a la mayoría de gente le costaba abrirse la primera vez que hablaban con un especialista pero también conocía por propia experiencia, que las adolescentes que sufrían mal de amores, no tardaban mucho en contarle cosas. Ya había tenido varias pacientes así. Incluso chicas que estaban peor que Senna.

—Me iré, pero mañana cuando tus padres me llamen para decirme que ya estás en casa, me pasaré y hablaremos tranquilamente, ¿de acuerdo?

No esperó respuesta de ella porqué sabía perfectamente que no le iba a dar ninguna y dio media vuelta para salir de la habitación. Senna en cuanto la escuchó marcharse giró la cabeza hacia la puerta y la vio desaparecer al girar a la derecha. Otra vez volvía a estar sola en aquellas cuatro paredes, blancas y uniformes.

Se imaginó que por la puerta entraba Ichigo, con su ceño fruncido pero con un pequeño ramo de flores en la mano. Le sonreía como solo él sabía hacerlo y le preguntaba como estaba. Senna cerró los ojos pensando que era una imaginación estúpida.

Ichigo nunca compraba flores.
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—¿Murió en un accidente que tuvísteis?

Rukia asintió con pesar.

—He soñado tantas veces con ese día. Una pesadilla que se repetía y se repetía cada noche, recordándomelo una y otra vez, sin parar —dirigió su mirada a Ukitake volviendo a venirle a la mente todas esas imágenes que llevaría siempre con ella—. Pasó hace dos años. En una noche de primavera, cuando los cerezos florecen. Hisana hacía tiempo que se había casado y vivía con Byakuya. Ukitake y yo estábamos en nuestra casita —miró a Ichigo—. La casa a la que fuimos el otro día —vio que él asintió y volvió la vista al mayor—. Un día, ella había quedado con unas amigas para tomar algo y Byakuya la llamó diciéndole que no podía ir a buscarla. Mi padre llevaba una semana algo resfriado…

FLASHBACK

HACE DOS AÑOS

—¿Cómo que él no puede ir a buscarte, Hisana? —preguntó Ukitake a su hija, por teléfono—. Sabes que estoy un poco débil estos días y no me veo con fuerza para conducir.

Rukia, con dieciocho años, bajó por las escaleras y se acercó al salón donde su padre hablaba con su hermana. Al llegar a él, hizo un  movimiento con la cabeza para que le contara que pasaba. Ukitake alzó los hombros resignado.

—Bueno, pues si no puede ir por trabajo ya voy yo. Si, tranquila, no pasa nada.  Iremos los dos, Rukia también —sonrió haciéndole gracia que su hija pequeña rodara los ojos con una mueca—. Está súper contenta de ir a buscarte —se escuchó la risa de Hisana antes de que hablara—. Ahora vamos para allá.

Ukitake colgó.

—¿Y ahora que pasa? —cuestionó Rukia—. ¿No iba a ir Byakuya a por ella?

—Le han llamado por una urgencia en el bufete y no puede ir.

—Siempre con el trabajo, a este hombre le dará un infarto pronto y sino, al tiempo. Ya lo verás.

—Bueno, ponte una chaqueta y nos vamos —caminó hacia la puerta para ponerse la suya antes de salir, pero no pudo al empezar a toser.

—¡Ukitake! —Rukia se acercó corriendo preocupada y le dio golpecitos en la espalda. Él empezó a recuperarse—. ¿Estás bien?

—Sí, sí —se incorporó y le sonrió—. Estoy bien. Es este resfriado que me lleva de cabeza.

—Tú no estás bien para conducir. Que Hisana llame a un taxi y ya está o que llame a un chófer de los muchos que tiene la la familia Kuchiki.

—No pasa nada, no estoy tan mal. No quiero que vaya en ningún taxi a estas horas de la noche y ya sabes que a ella no le gusta eso del chófer.

Rukia se alejó a por su chaqueta que estaba encima del sofá sin estar del todo convencida.

—Pues para eso los tiene.

Ukitake también se puso la suya y salieron de la casa, apagando las luces y cerrando, para ir hacia el coche. La noche estaba completamente oscura ya que había luna nueva. Entraron al vehículo y se pusieron en marcha. Como era uno de esos coches antiguos, que le gustaban a Ukitake, donde el asiento delantero se tiraba hacia delante, Rukia se sentó detrás para que fuera más fácil cuando entrara Hisana.

—¿Al final haréis alguna fiesta por haber aprobado los exámenes de acceso a la universidad? —preguntó Ukitake saliendo de la urbanización.

—Supongo que sí, aunque no lo hemos hablado mucho —respondió Rukia mirando por la ventana—. Como te conté, solo unos pocos hemos aprobado. Los demás no han llegado a la nota.

—Es verdad… que pena —dijo el peliblanco.

Fueron hablando de otras cosas hasta que llegaron al restaurante donde ya estaba Hisana, con sus amigas, esperando en la puerta. Kuchiki en cuanto los vio se despidió con un abrazo de todas ellas y se acercó corriendo con sus zapatos de tacón resonando en el suelo y con unas bolsas en la mano. Rukia sonrió al ver como el suave viento mecía los volantes del vestido y movía su cabello oscuro. Siempre pensaba lo mismo cuando la veía. ¿Qué haría sin su hermana?

—¡Hola chicos! —exclamó Hisana entrando en el coche y abrochándose el cinturón—. Ya no hace tanto frío. Se está súper bien ahora en la calle.

—Pues sí, se nota que viene el buen tiempo —opinó Ukitake saliendo de donde había aparcado.

—¿Qué son todas esas bolsas que llevas? —preguntó Rukia curiosa.

—Son regalitos que me han hecho. Ahora os los enseño —respondió con una sonrisa y miró a su padre—. Por cierto, ¿cómo estás? Me ha sabido muy mal llamarte a que vinieras a buscarme pero cuando Bya-kun me ha dicho que no podía venir me he puesto nerviosa y no he podido pensar en nadie más.

—No pasa nada, cariño —le sonrió mirando a la carretera—. Estoy mejor. Solo algo resfriado pero no tengo fiebre ni nada. ¿A que no, Rukia?

Hisana volteó la cabeza hacia atrás para mirar a su hermana que ponía cara de circunstancia.

—¿Qué tengo que decir yo ahora? ¿Mentir? —soltó sarcástica—. Por supuesto que ha tenido fiebre.

—Pero muy poco —recalcó el único hombre en el coche.

—¿Poco? —cuestionó Hisana a Rukia ya que no se fiaba de su padre.

—Bueno, sí, poco —contestó la pequeña sincera—. Pero unas décimas ya es algo a tener en cuenta.

Hisana asintió repetidamente y miró a Ukitake.

—Rukia tiene razón. Mañana mismo volveremos al hospital.

—No me gustan los hospitales, ya lo sabéis. Es pisar uno y querer irme en seguida.

—No estarás mucho rato —dijo Rukia desde el asiento de atrás—. Te mirará, te mandará un antibiótico y nos iremos para casa.

Ukitake hizo un mohín y dejó el tema. Cuando algo se les metía a sus hijas en la cabeza ya no podía hacer nada para cambiarles de opinión. La mayor sonrió y se dio la vuelta, lo máximo que le dejaba el cinturón, para enseñarle las cosas a su hermana.

—Mira Rukia que me han regalado. Me he quedado a cuadros cuando lo he abierto.

—Un vibrador —soltó haciendo que los tres se rieran, una más sonrojada que un tomate.

—¡Por supuesto que no! —gritó y esbozó una sonrisa tímida—. Además no necesito nada de eso.

Los otros se rieron más.

—Lo que tengo que oír —dijo Ukitake con una sonrisa y negando con la cabeza.

—¡Así que mi cuñadito cumple eh! —bromeó Rukia riendo con los ojos cerrados hasta que su hermana le tiró una pequeña caja vacía a la cabeza—. ¡Ayy! ¡Me has dado con la esquina!

—¡Te lo merecías! Por supuesto que cumple ¿Qué te pensabas? —dijo Hisana medio riendo ya que también le estaba haciendo gracia—. Además no os importa a ninguno de los dos mi vida conyugal.

—Claro que no, Hisana. Eso es solo entre vosotros dos —la miró su padre—. Anda, siéntate bien.

—Sí, espera que quiero enseñar esto —echó un vistazo a su hermana—. ¿Me vas a volver a interrumpir?

Rukia suspiró y sonrió. Como le gustaba bromear con ella sobre esos temas. Era tan tímida que siempre se le ponían rojas las mejillas. Aunque no se había esperado que les soltara que no necesitaba ningún juguete porqué su marido ya la satisfacía. Demasiada e innecesaria información para ella, pero por lo menos les valía para saber que era feliz con Byakuya. Y eso les hacía felices a ellos también.

—No te interrumpiré. ¿Qué es eso que te han regalado?

—Mirar —avisó Hisana ilusionada sacando uno de los regalos que le habían hecho sus amigas y lo colocó delante de ella para que pudieran verlo los dos.

Rukia abrió los ojos sorprendida y Ukitake, miraba de vez en cuando al regalo, quedándose igual de impresionado.

—¿A que es bonito? —preguntó Hisana con una sonrisa y acariciando la suave tela.

—Sí que lo es, pero… ¿tú estás.. —quiso saber Rukia.

—No —se rió la mayor—. No lo estoy. Me lo han regalado para cuando lo tenga más adelante.

Rukia observó como su hermana miraba con una sonrisa esa prenda de ropa. Un body de bebé en color verde pastel, de manga larga y con topos blancos. Tocaba la tela y lo agarraba como si fuera algo delicado que podía romperse.

—¿Habéis hablado de eso, Byakuya y tú? —preguntó Ukitake.

—Alguna que otra vez ha salido el tema pero no lo hemos hablado seriamente. Creo que él está esperando a que el trabajo disminuya un poco para poder estar más conmigo si me quedo embarazada.

—Pero tú quieres tenerlo ya —dijo Rukia al entender lo que quería decir esa mirada ilusionada de su hermana.

—Sí, no quiero esperar más. Quiero tener un hijo pronto —respondió Hisana contenta doblando la prenda y guardándola en la bolsa donde tenía algunas que otras prendas de bebé—.  Esta misma noche se lo diré a Byakuya.

Los otros dos sonrieron felices al escucharla. Un nieto para él y un sobrino para ella. O podía ser una niña. Eso que lo decidiera el destino.

Ukitake quiso decir algo cuando otra vez las ganas de toser le asaltaron. Sus dos hijas se preocuparon y Hisana se quitó el cinturón para acercarse a él y darle unos golpecitos en la espalda.

—Tienes que ir al médico. Estás muy resfriado.

El peliblanco miraba hacia delante en todo momento para no perder de vista la carretera pero la tos le impedía incorporarse y ponerse recto en el asiento.

—Hisana, ¿tiene fiebre?

Ésta le puso la mano en la frente.

—Sí, un poquito —dijo al notar la piel caliente—. Mira, vas a coger la primera salida y vamos a ir al hospital para que te miren en Urgencias.

—Que estoy bien.

—Tiene razón ella, Ukitake. Vamos a que te vea un médico ahora mismo.

El hombre carraspeó.

—Iré mañana —miró a su hija mayor—. Ahora sólo quiero llevarte a casa y descansar, ¿de acuerdo?

Rukia arrugó la frente mirando hacia delante, observando como dos puntos de luz se hacían cada vez más grandes. Se olvidó de cómo respirar al darse cuenta de que era un coche que venía rápido, en dirección contraria, por el mismo carril que el de ellos.

—¡CUIDADO! —gritó todo lo que su voz le permitió tirando los brazos hacia delante por propia inercia, sintiendo en un segundo la extrema fuerza con la que impactaron…

FIN FLASHBACK

Ichigo tenía la piel de gallina al escuchar como Rukia le contaba el momento de la colisión. La abrazaba por la cintura y sentía todo su pequeño cuerpo temblar. Si a él le estaba impresionando, no quería ni imaginarse como estaba ella por dentro al haberlo vivido.

—El coche nos chocó de frente… —susurró la morena intentando dejar de temblar— y mi hermana…

El pelinaranja cerró los ojos al recordar lo que le había contado.

—Se había quitado el cinturón para ayudar a tu padre.

Rukia asintió imperceptiblemente con sus ojos fijos en un punto del suelo, mirando sin mirar, con su mente puesta en aquel día.

—Salió disparada… atravesando el cristal… —se mordió el labio inferior antes de continuar, manteniendo sus lágrimas para poder hablar. Quería librarse de todo eso junto a Ichigo. Lo necesitaba— e impactando con el del otro coche… que también se rompió —se agarró fuerte al brazo de Ichigo notando como él hacía lo mismo como no dejándola caer—. Yo perdí la conciencia segundos después… pero pude verla… llena de sangre... —unas lágrimas rodaron por sus mejillas y nadie las detuvo—. Por mucho que quise gritar su nombre, no pude hacerlo… Después todo se volvió negro.

El ojimiel en todo momento sentía su dolor en el corazón como si fuera el suyo propio. Rukia había abierto su alma y él estaba dentro de sus recuerdos, inmóvil, solo escuchando lo que ella le contaba. Tuvo ganas de salir de ahí y de sacarla a ella también pero sabía que ella no saldría por mucho que él ahora dijese que no quería escuchar más. Sabía que lo que necesitaba Rukia era compartir con alguien el dolor que llevaba a cuestas y él iba a estar a su lado.

—¿Qué pasó luego?

Rukia dirigió su mirada hacia Ukitake.

—Cuando desperté ya estaba en el hospital. Solamente me dí un golpe aquí detrás por el retroceso —levantó una mano a la parte posterior de la cabeza—  y me hice unos cortes superficiales por los cristales rotos, pero nada más.

—Incluso se te fueron porqué no tienes marcas en el cuerpo.

—Ya, no me han dejado ninguna señal —le dio la razón y continuó—. Al recordar lo que había pasado, empecé a gritarles a todos que donde estaba mi familia. Me llevaron a la habitación de mi padre, que acababan de operarlo. Le pusieron unas placas de titanio en la ceja derecha porqué se fracturó el hueso al golpear fuertemente contra el volante.

Ichigo asintió sabiendo que esos coches antiguos no llevaban airbags.

—¿Y tu hermana? —preguntó con voz bajita.

Rukia respiró hondo escuchando el golpeteo de su corazón en el pecho. Su hermana… aún podía verla acercarse al coche sonriendo con el vestido hondeando por el viento al igual que su pelo. Aún podía ver su sonrisa ilusionada acariciando la ropa del hijo que quería tener. Notó los dedos cálidos de Ichigo limpiándole las continuas lágrimas que brotaron de sus ojos.

—Los médicos… —sollozó— me contaron que cuando llegó la ambulancia ya no pudieron hacer nada por ella —se tapó la cara con las manos llorando—. Murió en el acto.

El joven apretó la mandíbula y la abrazó más fuerte, encerrándola en su torso cuando ella se hizo un ovillo. Escucharla llorar era insoportable y le consumía por dentro. Sólo podía abrazarla y no dejarla sola. Que sintiera que estaba con ella y que entendía lo duro que era perder a un ser querido.
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Byakuya entró en su habitación del hotel y se quitó enseguida la americana y la corbata. Dejó las prendas en el respaldo de un sillón tapizado de color beige y fue hacia el baño. Se miró en el espejo mientras se desbotonaba la camisa blanca, viendo el aspecto cansado de su rostro. La ojeras debajo de sus ojos se desvanecían por la luz blanca de las bombillas pero estaban ahí, remarcando aún más su agotamiento mental.

Se quitó la camisa quedando con el torso desnudo y abrió el grifo del lavabo para poner su cara debajo, dejando que el agua fría le aliviara la pesadez. Lo cerró y agarró la toalla para secarse escuchando que alguien llamaba a la puerta.

—¿Señor Kuchiki? —escuchó la voz de su secretaria—. Le traigo el traje de la tintorería para la comida de mañana.

El moreno se dejó la toalla en el cuello y salió del baño.

—Gracias.

La mujer le observó caminar hacia el minibar del que disponía esa suite. Una pequeña nevera cromada con una barra donde había distintas botellas de alcohol. Alguna que otra vez le había visto con la parte de arriba desnuda pero siempre le fascinaba. No sabía de donde sacaba el tiempo para ejercitarse y mantener ese cuerpo ya que ella le llevaba la agenda pero era algo de agradecer el tener un jefe tan apuesto como él.

—Le he estado notando cansado durante todo el día, señor —caminó hacia él—. Sé que no es de mi incumbencia pero ¿no ha dormido bien esta noche? ¿Hay algo que le preocupe?

Byakuya se puso un poco de ginebra en un vaso y sacó un par de hielos de la nevera. La miró de reojo y levantó el vaso.

—¿Quiere?

La mujer sintió como su estómago se contraía por aquella intensa mirada. Echó un vistazo a su reloj de pulsera y le sonrió.

—Como ya estoy fuera de mi horario laboral, sí —alargó la mano y agarró el vaso que le ofrecía. Dio un sorbo viendo como preparaba otro igual para él—. ¿Va a decirme lo que le preocupa?

—Sé que su intención es buena, señorita Hagiwara —se giró hacia ella con el vaso en la mano—. Pero no es algo que pueda contar ni a mi secretaria personal.

Byakuya se bebió el líquido de golpe echando la cabeza hacia atrás, notando como el alcohol le quemaba la garganta y le ardía el esófago. Daba gracias que a él no le gustaba mucho la bebida sino hacía tiempo que no hubiera podido levantar cabeza.

—Ahora mismo ya no soy su secretaria —bajó la mirada hacia su vaso que aún estaba lleno—. Sólo una compañera de trabajo o una amiga que quiere ayudarlo.

Byakuya la miró con sus ojos rasgados. Después de ver como ella daba otro pequeño sorbo, levantó su mano inconscientemente y le apartó el cabello largo y rubio de una parte del cuello. Ella sintió un escalofrío y sintió como su piel se erizaba por el simple roce de sus dedos. Levantó su mirada hacia él y se quedaron mirándose.

—Se lo agradezco pero no podría ayudarme con este asunto.

La mujer respiró hondo antes de asentir una vez.

—De acuerdo. No le molestaré más, señor.

—No me molesta —se giró hacia el minibar de nuevo donde se puso un poco más de alcohol en el vaso—. Sabe perfectamente que si fuera algo que yo supiera que usted podría ayudarme, ya se lo hubiera pedido. No obstante, al no ser así, prefiero que se mantenga al margen.

Hagiwara se acercó a él y puso su mano en su brazo descubierto dejando el vaso en la barra y levantando la cabeza para mirarle el perfil.

—¿Me está protegiendo de algo?

—Sólo quiero que no se involucre en esto —respondió volteando su rostro hacia ella conectando sus ojos. Los de la mujer de un color castaño claro que lo atrapaban. Mucho tiempo había pasado desde la última vez que se quedó hipnotizado con los ojos de una mujer.

Agachó su rostro, acercándolo al de ella contemplando como ella se quedaba quieta y entreabría sus femeninos labios esperando que la besara. Los juntaron en una leve caricia cerrando los ojos. Byakuya olió el suave perfume que utilizaba dejando que su boca se adueñara, con un poco más de solidez, la de ella.

Hagiwara le acarició el torso con las dos manos, subiendo hasta llegar al cuello donde al envolverlo, tiró la toalla al suelo. Empezó a besarlo con más vehemencia al sentir los fuertes brazos del moreno rodearle la cintura. Mentiría si dijera que no había deseado que este hombre la besara desde el mismo momento en que le vio, elegante con su traje y con su rostro serio.

Byakuya se aferraba a su delgado cuerpo sin dejar de besarla como un sediento que probaba el agua después de años. La belleza de aquella mujer no había pasado desaperciba a sus ojos pero él mismo se había hecho el ciego.

¿Estaba bien que mirara a otra mujer cuando aún estaba enamorado de su esposa? ¿Estaba bien seguir enamorado de una persona que ya no estaba con él? ¿Estaba bien besar a otra que no fuese Hisana?… No pudo aguantar más a su terrible conciencia y se separó abruptamente de ella dándole la espalda y alejándose, dejándola aturdida.

En la habitación solo se escuchaban las agitadas respiraciones de los dos y la mujer se dio cuenta de lo que acababa de pasar.

—Lo siento, no debería haber hecho eso —se llevó las manos a la frente tirándose el flequillo para atrás—. Usted es mi jefe y esto no está bien.

—No se preocupe —apoyó las manos en una mesa de madera respirando hondo para relajar su cuerpo, aún de espaldas a la mujer—. He sido yo el que ha empezado. Perdóneme.

La rubia notaba la agitación de su corazón y el aumento de su temperatura corporal.

—Mejor me iré, señor. Buenas noches.

—Buenas noches —escuchó el sonido de los tacones alejándose y la puerta de su habitación el cerrarse.

Cuando estuvo solo, se tocó los labios sintiéndose culpable. ¿Por qué se sentía así después de tantos años? Algo dentro de él sabía que Hisana le diría que ya era hora de pasar página pero sus sentimientos no le dejaban avanzar. ¿Cómo hacerlo si su corazón murió junto a ella?
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Cuando pasaron unos minutos, Rukia empezó a calmarse y a dejar de llorar. Le dolía la cabeza y sabía que por más que quisiera continuar hablando no podía seguir. Se incorporó viendo la mancha que le había dejado por sus lágrimas en la chaqueta del uniforme.

—Lo siento, te he manchado —se disculpó intentando quitar un poco la humedad con la mano.

—No pasa nada, Rukia —le sujetó el rostro con las dos manos en sus mejillas y le levantó la cara para que lo mirara—. ¿Estás mejor?

Ella asintió quedándose prendada de sus ojos mientras Ichigo sacaba un pañuelo de uno de sus bolsillos y le secaba la piel. Rukia sintió ternura por ese gesto que él estaría haciendo sin pensar y no pudo evitar acercar sus labios enrojecidos a los de él. Fue un beso estático pero con presión y lleno de sentimientos por su parte. Que hubiera estado abrazándola y esperando a que ella dejara de llorar sin agobiarla y sin quejarse, era algo que nunca imaginó que alguien podía hacer por otra persona. Pensaba que eso sólo ocurría en las películas y no a la gente real.

Al separarse, entreabrieron los ojos y se miraron.

—Gracias por escucharme —dijo Rukia.

—De nada —sonrió levemente antes de volver a darle otro pequeño beso. Sabía que ella quería dejar el tema ahí—. Seguiré escuchando todo lo que me tengas que contar. Aún no has acabado la historia.

—¿Puedo acabarla después de cenar? Quiero contártelo hoy todo y que mañana sea un nuevo día.

Ichigo asintió.

—Claro que sí.

Los dos se levantaron dispuestos a marcharse del hospital ya que pronto terminaría el horario de visitas. Se pusieron el abrigo y Rukia agarró su bolso antes de acercarse a Ukitake. Ichigo se puso a su lado con la cartera en la mano.

—Como me gustaría que os conociérais de verdad.

El pelinaranja la agarró de la mano.

—Puedes presentarme igualmente. Así cuando despierte se acordará de mí.

Rukia rió por lo bajito.

—Está bien —miró a Ukitake y pensó que decir—. Papá, ¿te acuerdas del chico del que te hablé? —notó como Ichigo le apretó más la mano—. Quiero presentártelo. Es Kurosaki Ichigo… el chico que ha conseguido que deje de tener esas pesadillas del accidente… y que consigue hacerme feliz.

Movieron sus manos para entrelazar sus dedos y se miraron a los ojos. Ichigo había deseado siempre a una Rukia sincera y ahora la tenía delante. Se mojó los labios y respiró hondo dirigiendo su mirada ámbar al hombre.

—Encantado de conocerle, Ukitake —dijo con voz firme, dejando que sus palabras salieran de su boca—. Estoy seguro de que algún día hablaremos en persona y me venderá uno de sus cuadros —volvió a mirar a la joven—. Y con respecto a como me ha presentado Rukia… solo decir que espero poder continuar consiguiendo eso en ella durante mucho tiempo. Porqué ahora mismo no sé que haría sin su hija.

Rukia apretó los labios sintiendo como todo su cuerpo se desvanecía bajo esa mirada y esas palabras.  ¿Sentía eso realmente por ella? ¿Era tan importante para él? ¿Qué podía decir para quedar a la altura de semejante sinceridad? ¿En que momento había dejado de ser aquél chico que conoció en el bar para convertirse en uno de los pilares de su vida?

—Ichigo…

Éste se acercó para abrazarla y Rukia al no poder encontrar las palabras adecuadas, le envolvió la cintura con toda la fuerza que pudo, deseando que él se diera cuenta de que había llegado a su corazón.

Él lo supo… porqué era lo mismo que había hecho ella en el suyo. Llegar.
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—¿Vas o no, Shinrei? —cuestionó Ryo Utagawa, un hombre con el pelo castaño oscuro y una perilla cuadrada. Era uno de los tres hombres que estaban sentados alrededor de una mesa redonda con un tapete verde con fichas y cartas encima de él.

El local estaba lleno de mesas así, ocupadas en su mayoría por hombres que venían a jugarse el dinero que les sobraba. Un establecimiento para gente con posibles que no quería relacionarse con los que ellos veían muy por debajo de su estatus. Las paredes decoradas con cuadros de pintores famosos y un pequeño escenario donde una mujer los deleitaba con su fina voz al cantar acompañada de un piano.

—No voy —respondió éste soltando sus cartas boca abajo.

El otro hombre, llamado Mabashi, se rió. Éste era más joven que los otros dos, con un color de cabello castaño claro y un flequillo que le tapaba el ojo derecho.

—Esta noche no se te está dando bien el póquer, eh —agarró dos fichas y las tiró en medio—. Yo lo veo y doblo la apuesta. 10.000.

Kuchiki observó como Udagawa aceptó y la dobló también. Decidieron enseñar las cartas viendo como el que se había burlado de él, ganó.

—Vaya estás en racha —dijo Shinrei aplaudiéndole.

—Venir con papi —soltó Mabashi abarcando todas las fichas.

—Voy a empezar a pensar que llevas cartas debajo de las mangas —indicó el que había perdido acabándose de un trago lo poco que le quedaba en la copa.

El otro enseñó sus muñecas sonriendo.

—Nada de nada. Estoy limpio.

Una chica con un vestido ajustado rojo se acercó con una bandeja.

—¿Les traigo algo más de beber? He visto que tienen las copas vacías.

—Que atentas que sois todas en este local —la elogió Shinrei mirándola de arriba abajo.

La camarera se mantuvo estoica con su sonrisa tatuada en el rostro.

—Es política de empresa, mantener a los clientes contentos.

—Pues se me ocurren muchas maneras en las que podrías mantenerme contento, guapa —sugirió Mabashi echando su espalda hacia atrás y observándola con una mueca burlona.

—No seas así —dijo Shinrei con una sonrisa ladeada—. No sabes tratar a una dama —la volvió a mirar y le agarró la mano. Sabía que ella no se la apartaría porqué sería una falta de educación por su parte a ojos del encargado de esa sala que no dejaba de observar todo lo que ocurría—. Perdona si te has sentido ofendida por ese trato.

—No pasa nada, señor. No me he sentido ofendida —mintió manteniendo la sonrisa deseando con todas sus fuerzas que dejara de agarrar su mano—. ¿Van a querer algo de beber?

Udagawa respondió adelantándose.

—Tres vodkas.

—De acuerdo —asintió y miró a Shinrei—. Señor, ¿puede devolverme la mano? He de ir a por vuestras bebidas.

—Claro —acercó su mano y le dio un beso en el dorso antes de soltarla.

La chica enseguida se dio la vuelta borrando su sonrisa de inmediato, con un solo pensamiento en la cabeza. Lavarse esa mano con mucho jabón.

Shinrei la contempló marcharse.

—¿Cómo puede embobarte tanto una simple mujer? —preguntó Udagawa.

—Tú nunca lo entenderás por qué a ti te van más lo hombres, ¿verdad? —soltó Mabashi.

—Por supuesto. No me atrae nada el cuerpo femenino.

—¿Ni siquiera el de tu esposa?

—Mucho menos el de mi esposa.

Se rieron los dos antes de que Shinrei se uniera a la conversación al perder de vista a la camarera.

—Creo que a ninguno de los tres nos atraen nuestras mujeres. Por eso buscamos placer en otros lugares. Ya sean con hombres —señaló a su amigo— o con otras mujeres. A mí personalmente me gustan como esa camarera. Bajitas y delgadas. Vaya, que sean manejables.

Los tres hombres soltaron una carcajada.

—¿Cómo aquella chica de la que nos hablaste? ¿La stripper? —quiso saber Mabashi.

Shinrei se pasó la lengua por los labios y cerró los ojos recordándola bailando con la barra metálica, desnuda con ese fino tanga y sus largas piernas.

—Mmm, espectacular. Exactamente como me gustan a mí.

—¿No nos vas a decir como se llama ni quien es? Hasta a mí me entró curiosidad —dijo Udagawa.

—Ahora mismo no puedo —entreabrió los ojos para mirarlo— pero más adelante ya os lo diré. Hasta puede que os la presente.

—Dudo mucho que ella quiera estar contigo —opinó Mabashi.

—A no ser que la pagues como sueles hacer —bromeó el otro hombre—. Ofreces dinero a las chicas que te gustan, que sabes que están mal económicamente,  para que se acuesten contigo y luego ya no quieres saber nada más.

—Porqué una vez que las pruebo ya me cansan. Me gusta siempre algo nuevo —dijo Shinrei—. Sé que por propia voluntad ella no querrá estar conmigo pero si yo le doy un dinero extra, que sé que no le va a venir mal, ¿por qué no iba a aceptar? Además ya sabéis que soy de caprichos y ahora estoy encaprichado de que me baile una stripper.

—Y si luego te la puedes follar mejor ¿no?

Kuchiki negó con la cabeza.

—La verdad es que en principio me interesaría más verla bailar para mí completamente desnuda. La verdad es que conozco un poco a esa chica y sé que no aceptaría dinero para que nos acostáramos, pero —levantó el dedo índice para dar énfasis a lo que decía— si le ofrezco una muy buena cantidad de billetes por verla bailar prometiéndola que no la voy a tocar, la cosa cambia.

—¿Crees que aceptaría?

—Solo sé que tiene a alguien que necesita mantener —respondió Shinrei con una sonrisa ladeada.
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Cuando Ichigo y Rukia entraron en el piso, se pusieron a preparar la cena mientras hablaban de otras cosas. Intentaban mantener la mente ocupada pero sabían que no podían lograrlo. Los pensamientos de ella estaban puesto en que quería terminar de contarle lo que ocurrió y los de él iban por el mismo camino.

Al sentarse en la mesa, Ichigo dio el primer paso para que a Rukia le fuera más sencillo continuar.

—Cuando llegamos a la habitación dijiste que llevaba en coma un año y tres meses. ¿El derrame cerebral no fue por el accidente?

—Fue una consecuencia a largo plazo —respondió Rukia después de beber agua de su vaso—. Mi padre se puso bien después. Bueno, todo lo bien que se puede estar al enterarte que tu hija mayor ha fallecido, pero físicamente a parte de algunas jaquecas, no tenía nada más. Un día, de golpe y sin avisar, sufrió el derrame cerebral y se quedó en coma. Todos los médicos que lo revisaron dijeron que había sido un resultado del accidente. Que el golpe que se dio en la cabeza, a la larga, había sido más grave que lo que pensaron en un principio.

—¿Y cómo pagaste los gastos del hospital antes de ponerte a trabajar?

—Con unos ahorros que tenía mi padre y un pequeño seguro que le cubría unos meses de estancia.

—¿Nunca te ayudó ni ninguno de la familia Kuchiki? —cuestionó Ichigo extrañado por eso.

—Que va. No movieron un dedo por nada —contó Rukia haciendo una mueca de disgusto—. Byakuya, en cambio, consiguió que metieran en la cárcel al hombre que conducía ese coche. Fue un caso que duró meses pero le condenaron a 73 años de cárcel por homicidio con agravantes. Iba con una tasa de alcohol muy por encima de la permitida y drogado hasta las cejas.

—Que hijo de puta —soltó Ichigo cabreado y apretando los puños—.  Por lo menos ese cabrón ya no volverá a conducir un coche nunca más.

Rukia asintió.

—Byakuya no paró hasta que lo logró. Siempre he estado enfadada con él por haberme dejado sola cuando más lo necesitaba pero ahora creo que, por mucho que supiera que ese hombre había sido el culpable y aunque recriminara a mi padre por conducir estando enfermo, siempre se culpó a sí mismo por no haber podido ir él a por ella aquella noche. Y estoy segura de que se sigue culpando y eso no le deja vivir en paz —se llevó una mano a la frente y apoyó la cabeza—. Menos mal que ni Ukitake ni yo nos atrevimos a decirle nada de que mi hermana iba a decirle que quería tener un bebé. Eso sí que le hubiera matado por dentro.

El pelinaranja dejó pasar un rato en silencio sabiendo que ya no tenía más que decir. Le agarró la mano que tenía más cerca de él, sintiéndose más unido a ella que nunca.

—Gracias por contármelo, Rukia.

Ésta dio la vuelta a su mano para entrelazar sus dedos y le miró a los ojos.

—Ahora ya sabes todo de mí. En este momento estoy más desnuda que nunca ante ti.

—¿Y te sientes mal?

Rukia se levantó, soltándose del agarre, y le apartó un poco de la mesa para poder sentarse en su regazo como habían estado en la habitación del hospital.

—No —hundió sus dedos en el cabello naranja perdiéndose en sus ojos—. Me siento bien. Como si me hubiera librado de una carga muy pesada que llevaba a cuestas desde hace tiempo.

Ichigo le observó el rostro en silencio. Sus ojos violetas, sus finas cejas, su mechón oscuro, su delicada nariz, sus rosados labios, su blanca piel… percibiendo sus finos dedos acariciándole el pelo, su suave respiración, sus pechos tocando su torso, el retumbar de su corazón entremezclándose con el suyo, el aroma a jazmín envolviéndole, su calor abrazándole y su cuerpo entre sus brazos.

—Rukia… —susurró con su voz el nombre de la mujer que se había descubierto ante él. Mostrándose como era ella de verdad, sin mentiras, sin corazas y sin secretos.

La morena había esperado impaciente a que él dijera alguna cosa. Dejando que sus ojos cálidos la observaran, aumentando así el ritmo de sus latidos, expectante a esa contemplación y anhelante por conocer su significado.

Estaba claro que se sentía desnuda. Ya no tenía nada con lo que cubrirse ni ninguna desviación en el camino que la alejara de allí. Ahora solo había uno y lo tenía justo enfrente de ella.

—Dime, Ichigo —le habló con el mismo tono de voz—. ¿Qué quieres decirme?

El pelinaranja notaba como si su corazón se le fuera a salir del cuerpo. Ya no había manera de mentirse a sí mismo ni de dudar ni de estar confundido. Lo que sentía realmente estaba tan claro que arrastraba todo lo demás. Respiró profundo, perdiéndose en esos ojos brillantes que sólo lo miraban a él, antes de que las palabras salieran de sus labios para no volver a negarlas nunca más.

—Que estoy completamente enamorado de ti.
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CONTINUARÁ…

¡¡¡AHHHHHH!!! Lo dijo, lo dijo, por fín!!! QUE MALA QUE SOY!!! jajajajajaja
Empezar a hacer una cola por aquí la gente que quiera matarme xDDD 

Bueno vamos al capítulo :D Un capítulo dedicado completamente al pasado de Rukia, a las ganas de deshacerse de ese peso que llevaba encima y sincerarse con Ichigo. Nuestra fresita al final ha logrado eliminar esa confusión que sentía y le ha soltado lo que siente por ella:
'ESTOY COMPLETAMENTE ENAMORADO DE TI' 
Ayyyy que bonito! Ya me gustaría que le dijera eso en el manga jajjaja

¡¡Miyako ha perdonado a Kaien!!! Hurraaa! Se merecían estar juntos y que ella le perdonara <3 Muy sincero Kaien al decirle que le gustarán otras chicas a parte de ella, algo obvio claro, pero que solo estará enamorado de su novia ^^

Nanao Ise de psicóloga :) Creo que le va que ni pintado ese papel, ya veremos si podrá hacer algo por Senna. 

Byakuya, la verdad es que me da tristeza. Duele ver a una persona enamorada realmente de alguien y que no pueda estar con ella. Y que después de muchos años, ese amor siga ahí. ¿Qué pensáis del beso con su secretaria? ¿Podría ir a más o lo que siente Byakuya no lo permitirá?
[Por cierto, en el papel de la secretaria me he basado en Hagiwara Mio. Un personaje de Wataru Yoshizumi. Buscarla en google. Sobretodo un dibujo en el que sale con un hombre y un abrigo rojo con el pelo liso. Una mujer elegante que creo que llamaría la atención de Byakuya. ¿Qué me decís?

Shinrei, Shinrei... han salido dos personajes nuevos que salen en la saga de los Bounts del anime. El personaje de Shinrei me he basado en Kariya Jin, también de los Bounts. 

¡Hasta aquí el capítulo de esta semana! Recordad que a partir de hoy será cada quince días, osea que no habrá capítulo de 'Striptease' hasta el 9 de Agosto. Será los Domingos :)

Pero, no penséis que esto estará muerto durante todos esos días ehh. Leyenda Shinigami seguirá siendo semanal, está el OneShot del 1 de Agosto y más cosas que iré publicando, así que...
¡ESTAR ATENTOS AL BLOG! :DD

¡BESOS ICHIRUKISTAS!

10 comentarios:

  1. ~RUKIA WHITE MOON~
    NOOOOOOOOOOO!!!! ERES MUY MALA BUAAAAAAAAAAAA!!!!!! ��������������
    POR FIN SE LO DIJO AJAJA ALGO ME DECÍA QUE DESPUÉS DE QUE RUKIA DESNUDARA SU ALMA CON ICHIGO, EL LE IBA A DECIR QUE LA AMABA JOJOJO ACERTÉ YAYYY!!!
    OH.. POR FIN SE RESUELVEN MIS DUDAS SOBRE LAS PESADILLAS DE RUKIA, POBRE EN VERDAD.
    ESE FLASHBACK ME DESTROZÓ.... HISANA QUERÍA TENER UN HIJO, SI NII SAMA SE LLEGASE A ENTRAR SE MUERE T-T
    Sabes yo te mataría... pero si lo hiciera adiós historia y eso no me conviene xD verdad,
    pero eres mala sigo con los mismo, ahora solo me queda esperar esos torturosos 15 días para la nueva actualización *me muero* XD
    Solo me queda decir que el capítulo te quedo estupendo como siempre.
    Se me olvidaba tengo un mal presentimiento con ese maldito de shinrei... yo se que intentara hacerle algo a Rukia y eso no me gusta.... �� (maldito cada vez lo odio más ��)

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    1. ACERTASTE!!! jajajaja Ichigo por fin se lo dijo!!! Es que no podía seguir estando confuso después de que Rukia se sincerara de esa forma :) Es lo que quería conseguir, que el flashback fuera impactante.
      Ahhhh no puedes matarme! nanananananana xDD Tengo inmunidad jajaja
      Yo también odio a Shinrei, a ver que pasará con él.
      Besos guapísima! <3

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  2. Mujer no eres mala!!! Eres troll como los autores... Okno broma... Date el gusto de sorprendernos es tu historia y debes disfrutarla, esa es la prioridad, luego eso se nota en la narración... Gran capítulo, el flashback definitivamente ha sido muy fluido e impactante, totalmente atinado pero lo que más me ha gustado es la naturalidad de la relación de las hermanas Kuchiki, además de Ukitake-san, él es un amor♥ realmente es una historia trágica y más lo del bebé T_T y yo que no quiero deprimirme pero a veces es vital enfrentarse a los fantasmas del pasado y sacar lo que te hace daño, Rukia lo ha hecho y no tiene nada que ocultar a Ichigo snif snif lloro lloro este capítulo marca un antes y después en la historia y en la relación de los personajes, que drama...

    Kaien y Miyako, los tortolos cerraron su ciclo, buena forma ;) Senna espero que sea fructífera su terapia... Mientras la escena de Byakuya o.O nii-sama es de Hisana!!!! pero que buena escena n////n uffff que afortunada la secretaria jijiji, creo necesario se de una oportunidad, vale intertarlo, aunque sea intentarlo... Shinrei el malo maloso que siniestros planes tendrá, Rukia!!!! Pero que ansias de saber, ni modo a esperar yo siempre dándome mi tiempo para leer y comentar, pero voy atenta y siempre enviando buenas vibras desde aquí... ¡Sí se puede! ¡Sí se puede! Bendiciones, un abrazote!!!

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    1. Sí jajaja Soy una troll xD Me alegro de que te haya gustado el flashback. He intentado que parezca lo más real posible, que se pudiera ver la buena relación que había entre los tres, las esperanzas de una mujer que quiere tener un bebé, el momento del impacto y el dolor que siente Rukia por todo eso. Que la felicidad en un segundo se puede romper por un accidente y nada vuelve a ser igual.
      Lo mismo que le pasa a Byakuya. A ver que ocurrirá con lo de la secretaria y con la culpabilidad que siente. ¿Logrará hacer que no se sienta así o no? jijiji
      Shinrei es definitivamente el malo de esta parte de la historia, ya veremos que pasa con él y también con Senna.
      ¿Qué pasará ahora que Ichigo le ha dicho a Rukia que está enamorado de ella? Chan chan sorpresa! jajaja
      Muchas gracias por tus bendiciones y tus buenas vibras! <3 Igualmente para tí, guapísima :D
      ¡Besos!

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  3. AL FINNNNNNNNN! SE LO DIJOOO *----------------------*/ . Sabes q hasta me lo imagine y todo ? con la voz de Ichigo y me quede *o* . De verdad eres mala casi te comparo con el troll de Tite kubo-sama xD . Me gusto mucho este episodio q dio el descenlace del pasado de Rukia y como ella desnudo su alma hacia Ichigo. Siempre e pensado hasta lo e notado en el anime y en el manga q ellos estan conectados , sus almas lo estan . Se enamoraron a primera vista pero son tan tercos xD , por eso tambien sueno con ver eso en el manga. Estoy ansiosa por el proximo episodio a ver como reacciona Rukia. Me torturaras con esos 15 dias e.e . Saludos y un gran abrazo, sigue asi ;) . Att: Jenni

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    1. ohh yo también me lo imagino con su voz cuando lo escribo, como que se siente más real verdad? :D Sí! ellos estarán siempre conectados, Tite algún día se lo mostrará al mundo para darle en toda la cara a los haters de esta pareja xDD
      Gracias Jenni! Un gran abrazo para ti también <3

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  4. Waah! Que vergûenza conmigo... Todo este tiempo estuve confundiendo a Shinrei y Ginrei :c Dios Santo, ¿que hice? :'u
    Ni como hacerle ya xD
    -
    ¡Por fin! ¡Le dijo! Yo sabía que sí ;w;
    Y por cierto, me desespera mucho Shinrei :'c me da miedo de lo que puede llegar a hacer

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    1. jajaja para el personaje de Shinrei me he inspirado en Kariya de la saga de los Bounts. Sí ya se lo dijo!!! Por fin ha dejado su confusión a un lado jajaja
      Uy uy a saber que hará ese tío asqueroso.

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  5. no lo puedo creer!!! al fin lo dijo!!!! al fin, solo falta ruki *---* definitivamente cada dia mas amo tu historia !!!, se que ya llevas tiempo escribiendo pero me asombre cada dia mas de como haces que las palabras cobren vida...

    e_e ese shinrei no trama nada bueno... hay que observarlo detenidamente , no me da buena vibra. en fin sigue escribiendo :*

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  6. Hi Natalia!! Soy Jenni estoy de vuelta *----*/. (revivi de las cenizas xD) . Habia estado ocupada q habia dejado de leer . En uno de estos dias volvi a chocarme con tu historia y la busque . Volvi a leerla desde el principio para refrescarme y dejame decirte a pesar de haberla comenzado desde el principio por segunda vez ... Vuelvo a quedar fascinada :3 . Esta historia q haz creado me encanta !!!. Y ahora q volvi a caer en donde me quede , seguire con mayor animo y fascinancion!!!. Cada vez estoy intrigada , por Dios!!! ya Ichigo se lo dijo *O* Omg . Ya quiero ver lo q sigue adelante y como esta historia se desenvuelve . Sigue asi ;) . Te mando un gran abrazo

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