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STRIPTEASE
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CAPÍTULO
29
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TE AMARÉ TODA MI VIDA
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Ichigo
acabó de meter algo de ropa para el día siguiente y cerró la mochila. Ya no había
nada que hacer. Se había acabado todo. Las esperanzas rotas las dejó tiradas en
algún lugar escondido de su corazón antes de salir del cuarto. Miró dentro
mientras cerraba la puerta, sabiendo que la próxima vez que entrara ahí, ella se
estaría marchando lejos.
Sin él.
Sin él.
Suspiró
derrotado y caminó hacia las escaleras. Bajando podía escuchar la televisión
encendida y las voces de sus hermanas. Al llegar las vio sentadas en el sofá
y a su padre en la mesa del salón mirando unos papeles con el rostro serio.
Cuando
Isshin alzó la mirada hacia él puso una carpeta encima de esos mismos papeles.
Ichigo se percató pero no le dio importancia. Sería algo confidencial sobre
algún paciente, pensó.
—¿A
dónde vas? —preguntó su padre al ver la mochila, haciendo que las pequeñas se
giraran hacia ellos.
—Ichi-nii
—le llamó Yuzu acercándose—. ¿Qué te pasa? Llevas todo el día encerrado en tu
habitación.
—¿Aún
sigues encontrándote mal? Como ayer fuiste a clase… pensábamos que ya estarías
mejor —dijo Karin preocupada, dándose cuenta de la mirada apagada que lucía su
hermano mayor.
Ichigo
respiró hondo antes de hablar.
—No
estoy bien —susurró cerrando los ojos. El mayor de los Kurosaki apretó los dientes—.
Rukia y yo lo vamos a dejar.
Las
mellizas abrieron la boca sorprendidas al escucharlo. Hubo un tenso silencio en
el salón hasta que Yuzu habló.
—¿Por
qué? —cuestionó dejando que la tristeza se adueñara de su rostro—. ¿Por qué
vais a romper? ¿Ya no os queréis?
El
pelinaranja entreabrió los ojos mirando hacia el suelo y esbozando una diminuta
sonrisa. Isshin observaba sin intervenir.
—Claro
que nos queremos. Estamos enamorados… pero a veces así es la vida —miró a Yuzu
como se mordía el labio y le temblaba la barbilla. Le dolió verla así—. A veces
los caminos de dos personas se separan y ni el amor puede hacer nada. No
siempre es capaz de solucionarlo todo.
Karin
arrugó la frente viéndole caminar hacia el vestíbulo para ponerse el abrigo.
Recordó lo que le había dicho Rukia una vez.
‘Ojalá nunca
tengas que decidir entre lo que quieres y lo que debes hacer’
Supuso
que la razón de esa ruptura tenía mucho que ver con eso.
—¿Qué ha
pasado, Ichi?
El joven
se volvió a poner la mochila.
—Rukia
va a marcharse lejos y no podremos seguir juntos —le respondió simplemente.
Giró la cabeza hacia su familia—. Voy a pasar el día de mañana con ella antes
de que se vaya —centró su mirada en su padre, que se la devolvía serio—. Cuando
vuelva…
Isshin
le entendió.
—No te
preguntaremos ni volveremos a hablarte de Rukia-chan, si tú no quieres. Ahora
vete. Estaré a tu lado cuando me necesites.
El
ojimiel contrajo su rostro para mantener a raya el dolor. La voz serena y
tranquila de su padre le hacía sentir como un niño que quería que le protegiera
de las cosas malas.
—Gracias,
papá. Por todo —le dijo sincero antes de darse la vuelta, ponerse los zapatos y
salir por la puerta.
En la
casa solo se escuchaban las voces del televisor y las manecillas de un reloj
que tenían en la pared, al lado del póster de Masaki. Yuzu agachó la cabeza
sintiéndose mal por su hermano. Aún podía verlo durmiendo abrazado a Rukia en
el sofá. Seguía pensando que hacían una bonita y tierna pareja.
—¿Por
qué no puede salir todo bien? ¿Por qué siempre hay algo que va mal?
Karin se
acercó y le puso la mano en la espalda.
—Es como
ha dicho Ichi, así es la vida, Yuzu.
—Pero
ellos dos se quieren —se giró y encaró a su hermana—. Nunca lo había visto tan
feliz con una chica. ¿Por qué el amor que se tienen no es suficiente?
Karin
desvió la mirada sin saber que decirle. Miró a su padre pero éste había apoyado
los codos en la mesa y se tapaba la cara con las manos. También se sintió mal
por él. Tenía que ser duro ver a su hijo así.
—No sé
Yuzu, quizá es que su destino no es estar juntos —alzó los hombros sin estar
convencida de su respuesta.
Volvió a
mirar a su hermana y ésta hizo un mohín con los labios.
—¡Pues
el destino es idiota si dos personas que se quieren no pueden estar juntas!
—exclamó desilusionada y enfadada por aquel mundo de adultos que aún no
comprendía.
Apartó a
Karin y subió corriendo las escaleras.
—¡Yuzu!
—la llamó siguiéndola.
Isshin
resopló y se destapó la cara para entrelazar las manos delante de su boca,
pensando. La voz de Ichigo antes de marcharse le taladraba la cabeza.
‘Gracias, papá.
Por todo.’
No se
las merecía. Era un padre horrible, así se sentía. Estaba apartando a su propio
hijo de su felicidad. Porque eso era Rukia para él.
Volvió a
sacar los papeles de debajo de la carpeta y los leyó de nuevo.
"...el único que cuenta con todo lo necesario para llevarlo a cabo es el Hospital General de Nueva York."
Seguramente
el padre de Rukia ya estaba camino a los Estados unidos. Y por lo que había dicho
Ichigo, mañana se iba ella… y su hijo tendría que luchar por olvidarla.
Recordó
que la semana siguiente se iría a Tokio, para el campeonato de baloncesto, y
nunca pensó que se alegraría tanto de que empezara a trabajar para ellos.
Deseaba que eso le sirviera para distraerse y no pensar tanto en ella. Lo deseaba
con todas sus fuerzas, mientras sus manos empezaban a romper todos los papeles.
Se
levantó y agarrando los trozos rotos con las dos manos, los llevó a la basura y
los tiró. No podía entenderse nada de lo que había allí escrito. Solo era papel
sin ninguna importancia.
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Rukia
acabó de cerrar la maleta, después de meter el neceser con los utensilios del
baño, y la llevó al salón. Agradeció tener una maleta lo suficientemente grande
para poder llevarse todo lo que tenía en ese piso. En su casa llenaría otra
igual y una para su padre, un poco más pequeña.
Antes de
ir a despedirse de Renji y Nell a Bleach, ya había dejado todos los armarios y
cajones vacíos, pero los volvió a mirar por si se olvidaba de algo.
Entró en
el dormitorio y abrió los muebles. Nada. Vacíos.
Volteó hacia la cama y la acarició con
la mano mientras caminaba hacia la puerta, pensando que todos los momentos que
Ichigo y ella habían compartido seguirían ahí, volando entre esas cuatro paredes,
a pesar de que pasaran los años y otras personas ocuparan ese lugar. Se
quedarían siempre en su memoria.
Apagó la
luz y fue al baño. Tampoco se dejaba nada. Todo estaba como sin vida. Como si
dos personas nunca se hubieran amado en esa ducha ni se hubieran mirado
mutuamente a través del espejo. Suspiró y dio al interruptor para dejarlo a
oscuras.
Caminó
hacia la cocina, donde sí tuvo que dejar cosas. Algunas las puso en una
bolsa de plástico para llevarla a su casita rural, pero lo demás lo metió en la
nevera para que se lo quedaran sus caseros.
Acarició
la mesa de madera y miró hacia la silla donde Ichigo, sentado con ella encima,
le había dicho que estaba completamente enamorado de ella. Jamás se le
olvidaría aquella mirada penetrante y esa voz ronca, diciéndole lo más bonito que le habían dicho nunca.
Agarró
el abrigo y se lo puso al igual que la bufanda. Abrió la puerta de la entrada y
sacó al rellano la maleta con la bolsa. Regresó la mirada a dentro del piso por
última vez. Despidiéndose, de la soledad que sintió al principio, del miedo, de las lágrimas… de los besos hasta la madrugada, de los
abrazos, de las palabras susurradas, de despertar junto a alguien, de saberse
amada.
Se
despidió de todo lo que había sentido en aquel pequeño piso, lo bueno y lo
malo, y apagó la luz. Deteniendo el tiempo en aquella penumbra, que cada vez se
hacía más oscura a medida que iba cerrando la puerta. Cuando la cerró del todo,
pasó la mano por la superficie y susurró un adiós que solo escuchó el silencio.
Con
dificultad consiguió bajar todo hasta el portal sin que se le cayera nada. Antes
de salir a la calle, metió las llaves de su piso y las de repuesto en el buzón
de sus caseros. Se subió la bufanda para cubrirse la nariz y caminó por la
acera con el viento helado como compañía, arrastrando la maleta.
Miró el
reloj del móvil. Iban a ser las once. Pronto llegaría el autocar.
—Abrázame
que hace mucho frío —le pidió una chica a su pareja mientras caminaban a paso rápido.
Rukia
los observó pasar por su lado viendo como él acercaba a la mujer hacia su
cuerpo.
—Ven
aquí, no te separes de mí.
La morena
notó más frío que antes. Estaba congelada, por fuera y por dentro, y extrañó
ese calor.
Llegó a
la parada vacía y se abrazó a si misma, pero no conseguía dejar de tiritar.
Escuchó unos pasos acercarse y miro en esa dirección. Suspiró, al ver como Ichigo
se acercaba lentamente, haciendo que el vapor blanco saliera de su boca.
No dejó
de mirarlo en ningún momento y menos cuando él la vio. Se quedaron mirándose en
la distancia que cada vez se hacía más corta. Rukia sintió menos frío. Aquellos
ojos que la miraban con intensidad calentaban su corazón como nadie podía
hacerlo.
Ichigo
la contemplaba, ahí de pie sin moverse, con la noche de fondo, el vaho de su
respiración y aquellos ojos que brillaban y solo lo miraban a él.
Llegó
hasta donde estaba ella, dejó la mochila en el banco, y sin decirse ni una palabra se abrazaron con fuerza. Rukia
respiró el olor de Ichigo y pensó que nada de lo que hubiera hecho antes tenía
sentido. Solo importaba ese momento con él. Se estrecharon más e Ichigo habló
con los labios sobre su suave y oscuro cabello. El aroma a jazmín le envolvía y
quiso que lo hiciera para siempre.
—Te
quiero, Rukia.
Ella
sintió como su corazón se curaba y dañaba a la vez. Alzó el rostro para
mirarlo.
—Ichigo…
yo…
—No
digas nada —negó la cabeza colocando sus manos en las mejillas de la morena—.
Ahora no. Solo quiero que sepas que yo tampoco podría estar más enamorado de ti
de lo que lo estoy en este momento. Y si éste va a ser nuestro último día
juntos, quiero que lo disfrutemos, olvidándonos de todo lo demás.
Rukia
respiró hondo sabiendo que los dos pensaban lo mismo. Que esta vez iba ser
difícil hacer eso. Ichigo apoyó la frente en la de ella.
—Vivir
el presente —susurró la joven.
El
pelinaranja sonrió aunque no llegó a reflejarse en sus ojos. El corazón le
estaba doliendo demasiado.
—Y mi
presente eres tú —murmuró y acortando la distancia, la besó. Agradeció que la herida de su labio ya estuviera curada.
Se
besaban moviéndose lentos y pausados, para que sus cuerpos se limitaran a
entrar en calor de una manera plácida y tranquila.
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Llegaron
a casa de Rukia, tiritando del frío helado que hacía a las tres y media de la
madrugada. Se habían quedado dormidos en el autocar durante las horas que
duraba el viaje. Con las manos entrelazadas y apoyados el uno en el otro.
Había
sido tan agradable y cálido poder estar así, que el viento los congeló en un
segundo al salir del vehículo. Corrieron, con la maleta y la bolsa, para llegar
lo más rápido posible y entraron dentro. La temperatura cambió pero tan poco
hubo mucha diferencia.
—Voy a
encender la chimenea —dijo Rukia dando a las luces para iluminar la estancia.
Ichigo
dejó la maleta y la mochila en el vestíbulo y llevó la bolsa con comida a la
cocina. Desde que había entrado, los recuerdos que tenía de ese lugar aparecían
en su mente, tan nítidos como si los hubiera vivido ayer. Trayendo consigo todo
lo que sintió al pensar que la iba a perder.
Ahora,
ahí parado en aquella cocina donde ella le había dicho que le gustaba, aquellos
sentimientos se multiplicaban por mil. Todavía era capaz de escuchar el eco de
sus risas cuando supo que se quedaba con él, haciendo todo más difícil.
Dio la
vuelta y la miró parada enfrente del fuego encendido, con las manos en alto
para calentárselas.
Quería
decirle tantas cosas. Había tantos momentos que les quedaba por vivir juntos,
tanto amor para darse… que le dolía saber que la vida les había arrebatado esa oportunidad.
Rukia
suspiró por todos los pensamientos que tenía en la cabeza. Sin saber que eran
exactamente los mismos que tenía él. Volteó el rostro y lo encontró mirándola.
Como echaría de menos aquellos ojos, que incluso en la distancia que los
separaba, eran capaz de transmitirle tanto. Tan cálidos como aquel fuego que
crepitaba rompiendo el silencio del lugar.
—¿No
tienes frío? —preguntó la morena,
quitándose el abrigo, e hizo un movimiento con la mano—. Aquí se está mejor.
Acércate.
Ichigo
caminó hacia donde estaba ella, dejando el abrigo al lado del otro y se puso a
su lado para calentarse. Dejó que Rukia le agarrara las manos y le frotara las
palmas para que entraran en calor. Tuvo cuidado de no darle en la pequeña tirita que tenía en los nudillos.
Él la miraba con el rostro serio, pensando
que seguramente ella creería que era de una herida que aún no curaba, de las que se hizo con aquellos hombres que le atacaron. No por golpear la mesa de escritorio, por el dolor y la desesperación que corría por sus venas.
Como también corría el amor por todo su cuerpo.
Se soltó
del agarre para alzarle la cara con las manos y la besó directamente, siendo enseguida
correspondido. Le mordisqueó el labio inferior y le pasó la punta de la lengua
por encima. Ella entreabrió la boca para invitarle a entrar.
Se
abrazaron con fuerza y el ojimiel la levantó, notando las femeninas piernas
alrededor de su cintura. Se besaban con pasión y anhelo. Habían echado de menos
estar así. Desde la paliza que le dieron a Ichigo no habían podido hacer el
amor y sus cuerpos se reclamaban mutuamente con urgencia. Ni siquiera sus
mentes pudieron pensar lo que eso significaría a partir de este día.
—Te
necesito, Ichigo —jadeó la morena al percibir los besos del ojimiel en la piel expuesta
de su cuello—. No sabes cuanto.
—Sí que
lo sé —caminó hacia el sofá y quitó la tela que lo cubría, tirando también los
abrigos—. Lo mismo que yo a ti.
La
estiró poniéndose encima, besándose de nuevo con más necesidad. Sus lenguas se
encontraban una y otra vez al igual que sus caderas, que no dejaban de rozarse.
Se
separaron agitados para poder respirar y empezaron a desnudarse el uno al otro.
La piel que iban tocando ardía por dentro y ese calor subía más y más.
Cuando
Ichigo se quitó la sudadera, Rukia no pudo evitar verle los moratones que aún
se mantenían en el torso y el abdomen. Levantó las manos y los acarició con la
yema de los dedos.
—Ya no
me duelen, enana. Son solo marcas que se irán con el tiempo —quiso hacerle saber.
Le desabrochó el pantalón sin dejar de mirarla—. No quiero verte con esa cara
de culpa. No me mires así. Hoy no —se estiró de nuevo encima de ella y metió una mano
dentro de la ropa interior, viendo como su novia jadeaba y tiraba la cabeza
hacia atrás—. Así mejor.
—Ah…
Ichi…
Rukia
sintió los besos del pelinaranja en sus pechos mientras los dedos jugaban con
ella. Llevó sus manos hasta el cinturón y se lo desabrochó, haciendo lo mismo
con el pantalón. Se moría por volver a unirse a él. Contemplaba su piel bronceada, brillante por la luz del fuego y supo que no podía amarlo ni desearlo más.
Ichigo
se incorporó para quitárselos viendo como ella hacia lo mismo con los suyos,
grabándose cada parte de su delicado cuerpo como llevaba haciéndolo desde que
la conoció.
Se
desnudaron por completo y Rukia lo recibió dentro de ella. Se besaron mientras
él entraba y comenzaba a moverse. Los gemidos y jadeos se entremezclaban en sus
bocas. Él sujetaba su rostro para observar el placer cruzar por sus ojos
violetas y ella paseaba sus manos por donde alcanzaban.
Por su
cara, su pelo, sus hombros, sus brazos, su pecho, su abdomen, su espalda… como
si sus manos estuvieran despidiéndose de él también. Del tacto de su piel, de
su calor, de su peso encima de ella.
Él fue
aumentando las embestidas mientras seguían mirándose a los ojos.
—Te amo... te amo —sollozó Rukia notando como una lágrima caía de sus ojos por todo lo que
su cuerpo estaba sintiendo. Él se la limpió con el pulgar.
—Y yo a
ti —apoyó su frente en la de ella—. Muchísimo, Rukia.
Se
volvieron a besar, dejándose arrastrar por el placer.
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El día había
amanecido con el cielo tapado de nubes grises y el viento azotaba con algo de
fuerza los árboles secos y despojados de todas sus hojas. El ambiente sugería
un sentimiento melancólico y deprimente, pero para un hombre que acababa de
despertar era todo lo contrario.
Para
Shinrei era un día estupendo, como si el sol estuviera saliendo en un cielo
claro. No podía estar de mejor humor. Incluso tarareaba alguna canción que
recordaba de cuando era pequeño.
Su mujer
sabía perfectamente cual era el motivo de tanta felicidad y sentía un reflejo
de náuseas subiendo ardiente por su pecho hasta la garganta. Lo único que
evitaba que vomitara, era saber que esa felicidad no culminaría en ningún
sitio. Al acabar el día, se apagaría y se hundiría en la frustración más
infinita.
Su
querida bailarina iba a desaparecer de su vida y no podría llegar a tocarla ni
un solo pelo de su cabello oscuro. Y eso le hacía a Yoshino sobrevivir de tener
que ver la sonrisa tatuada en el rostro de su marido.
Cada vez
tenía más claro que hacía bien en callarse el nombre del lugar donde se iba a
ir Rukia. No había nada que odiara más que ver a Shinrei tan contento. Era algo
superior a ella. Preferiría mil veces seguir como antes. Cada uno por su lado
sin saber lo que el otro hacía con su vida, aunque se hicieran una ligera idea
de en que aprovechaban su tiempo.
Cuando salió
todo el tema de la hermana de la difunta esposa de Byakuya, jamás pensó que él acabaría
obsesionándose tanto con ella, hasta llegar a hacer algo incuestionable para la
familia. Invadir su privacidad e intimidad cuando aún era una Kuchiki. Las
fotos en las que salía ella, con la parte superior desnuda besándose con su
novio de pelo naranja, que tenía en su móvil lo corroboraban al estar junto a
la fecha.
También
las de la agresión a ese mismo chico.
Shinrei
salió de la ducha mientras continuaba cantando. Pasó una mano por el espejo
para quitar la humedad y se sonrió orgulloso a si mismo. Había conseguido lo que
quería.
—Hoy va
a ser tu último día como Kuchiki, preciosa —habló a su reflejo imaginándose a
Rukia—. Mañana ya podrás ser mía, pero no te preocupes, iremos poco a poco.
Se rió de su propia broma y se dispuso a afeitarse. Nada se le oponía, pensó, cuando
deseaba algo.
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La
alarma del móvil de Ichigo empezó a sonar y éste, despertándose en el sofá
donde había dormido con Rukia, alargó un brazo hacia la mesita, tanteando hasta que
lo encontró.
Entreabrió
los ojos y le dio a la pantalla para apagarlo. Volvió a dejarlo en la mesa que aún seguía
teniendo restos de una pequeña cena improvisada.
Ichigo
se desperezó viendo que estaba solo en todo el salón, antes de escuchar ruidos
de la planta de arriba. Se pasó las manos por el pelo y se vistió con la misma
ropa de ayer, que ahora estaba encima del sofá y no en el
suelo donde la había dejado tirada.
Después
de vestirse, volvió a coger el móvil y les mandó un mensaje a sus amigos y a
Kaien de que no iría a clase. Un mensaje corto y sin explicaciones, pensando
que ya lo haría cuando los viera. Se lo merecían después de preocuparse por él,
sobretodo sus amigos.
Pero eso
sería otro día. Resopló y lo puso en silencio dejándolo de nuevo en la mesa. Se
levantó y fue hacia las escaleras para ver donde estaba ella. Al llegar arriba
vio una maleta de color verde oscuro que ya parecía estar lista. Por el color
supuso que sería la de Ukitake.
Respiró
hondo y se acercó hacia la habitación de Rukia, de donde escuchaba los ruidos.
Se apoyó en el umbral, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón de chándal, viendo
como sacaba jerséis doblados de un cajón. Llevaba puesta
una camisa larga de cuadros de color beige que le llegaba hasta las
rodillas. Ichigo la observó antes de que se diera cuenta de su presencia
pensando que estaba adorable.
—Buenos
días.
Rukia
giró la cabeza hacia la puerta y le sonrió como pudo. Acabar de
hacer la maleta para su padre la había dejado algo melancólica. Más porque
había metido ahí algunas fotos de él, de su hermana y de los tres juntos, que
quería llevarse a Nueva York.
—Buenos
días, Ichigo —le saludó y continuó haciendo su maleta. Quería acabarla cuanto
antes para tener más tiempo con él.
—¿No has
podido dormir?
—Casi
nada —volvió a girarse hacia el mueble—. Así que he aprovechado para dejar todo
listo. La mitad de las cosas ya las tenía preparadas de la otra vez que
estuvimos aquí.
Ichigo
echó un vistazo a la maleta observando que había mucha cantidad de ropa.
—Si
estás poniendo más que la otra vez significa que te vas más lejos —miró a Rukia
que se quedaba parada—, ¿verdad?
La
morena tras unos segundos de silencio asintió levemente.
—Sí
—dirigió sus ojos violetas a los de él—. Me voy más lejos.
—¿Y quién
más sabe a dónde vas a ir a parte de tu hermano?
—El
médico de mi padre —mintió—. Nadie más.
—Me
alegro —dijo Ichigo sorprendiendo a Rukia—. Así ese cabrón de Shinrei no podrá
encontrarte nunca —el gesto de su novia se relajó pero siguió mirándolo a los
ojos—. Recuerdo que una vez le dije a Byakuya que te protegería con mi vida.
Eso es lo que estoy haciendo al no volver a pedirte que me digas en que parte
del mundo estarás. Por mucho que él haya firmado un documento en el que no
puede hacerme nada, quizá me vigile los primeros meses. Si yo supiera donde
estás, algún día intentaría ponerme en contacto contigo y él lo sabría. Así que
el hecho de que te marches lejos sin yo saber donde y vaya a perderte... es como si estuviera dando mi
vida.
Rukia
sintió como su pecho dolía y su corazón se saltaba varios latidos. Agachó la
cabeza y apretó contra ella el jersey de punto que llevaba entre sus manos.
—¿Qué he
hecho para merecerte, Ichigo?
—Todo
—caminó hacia ella—. Me cautivaste desde el primer día que te vi —se detuvo
enfrente y le envolvió los hombros haciendo que la joven lo volviera a mirar.
Él esbozó una sonrisa de lado—. ¿Dónde está mi beso de buenos días?
La
morena soltó una carcajada quedándose embobada por aquel chico. Era único, lo
sabía, y ella solo podía sentirse afortunada de haberlo conocido y de poder
estar con él hasta el último momento.
—Había
pensado que quizá quisieras darte un baño conmigo.
Ichigo
agrandó la sonrisa.
—Ya
sabes lo que opino sobre ahorrar agua —le quitó el jersey de las manos y la
levantó por los muslos para echársela al hombro como un saco. Ella pegó un
grito—. Hay que cuidar el medio ambiente.
—¡Pero
no me lleves así, descerebrado! —le gritó sin escucharse nada molesta gracias a
la risa que no podía contener.
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—Hoy
tampoco va a venir —rechistó Kaien mirando el móvil—. Hay que joderse. ¿Es qué acaso no piensa que la semana que viene empezamos el campeonato?
Miyako
arqueó una ceja mirando a su novio, sentado en su mesa durante el descanso entre
clases.
—¿Y qué importa que no venga hoy? Es viernes. No tenéis entreno.
—Pero
vamos a juntarnos el equipo para hablar sobre nuestros rivales y así conocerlos
mejor —volvió a mirar al móvil—. No sé que estará haciendo, pero para mí esto es
muy importante.
Su novia
le acarició el brazo.
—Kurosaki
lo sabe, igual que todos los demás. Por eso en el mensaje te ha puesto ‘hoy
estaré fuera de Karakura’, mañana ya estará aquí. Quizá ha pasado algo grave y
se ha tenido que ir. Volved a juntaros el equipo el sábado.
Kaien se
pasó la mano por el pelo. Miró el reloj de la pared y se bajó de la mesa.
—Supongo
que tienes razón, pero voy a preguntarles a sus amigos a ver si saben algo —la
besó en los labios—. Nos vemos luego, cariño.
—Hasta
luego —le dijo sonriendo viéndole marchar de su aula.
Las tres
amigas, que se habían separado para dejarles solos, se acercaron a ella.
—¿A
dónde va con tanta prisa?
—A
hablar con los amigos de Kurosaki. Quiere saber porqué está faltando tanto
—respondió ella—. Le preocupa el campeonato nacional.
—Hablando
de eso, Miyako. ¿Te ha vuelto a hablar de ese tema?
—¿De
qué?
Una de
las chicas sí que entendió lo que la otra quiso decir.
—Pues de
que, si le fichan en algún equipo y se tiene que ir, te esperaría allí a que
terminaras la universidad para que te fueras con él. Nos lo contaste,
¿recuerdas?
Miyako
se sonrojó.
—Ah sí,
eso. Bueno, no me ha vuelto a decir nada.
Las tres
se sonrieron cómplices.
—Estamos
seguras de que él ya piensa en compromiso.
—¿Compromiso?
—cuestionó Miyako elevando un poco la voz. Cuando se dio cuenta miró alrededor
para cerciorarse de que nadie a parte de ellas, la habían escuchado. La cara la
tenía más roja que antes—. ¿De que estáis hablando?
—Pues de
que es muy probable que antes de irse te pida que seas su prometida.
La novia
abrió los ojos lo más que pudo.
—¿Pe…
pero… que decís? —tartamudeó nerviosa—. Además aún no sabemos si le ficharán en algún
equipo.
—Vamos,
es de Kaien de quien estamos hablando. Le fichan fijo.
Una de
ellas la abrazó muy contenta.
—¡Ay
Miyako! Te va a pedir que te cases con él cuando seáis mayores de edad.
—No
quiero hacerme ilusiones —dijo ella empezando a hacérselas. Dentro de su
corazón, no había nada que deseara más.
—Nos
dijiste que te lo hizo prometer.
—Sí
pero…
—¡Pues
ahí lo tienes!
—Kaien
no va a querer perderte de nuevo, Miyako —le dijo la que le estaba abrazando—.
Te lo pedirá, ya lo verás.
Miyako
esbozó una sonrisa ilusionada y las miró a las tres.
—Ojalá
tengáis razón, porque le diría que sí sin dudarlo.
Las
cuatro se rieron felices y con ganas de empezar la nueva etapa de sus
vidas después del instituto.
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—Ya podría
habernos dicho algo más aparte de eso —dijo Keigo mosqueado del secretismo que
se traía su amigo.
Mizuiro
volvió a leer el mensaje que les había puesto Ichigo por el chat del grupo.
‘Hoy tampoco iré a clases. No estoy
en Karakura. Lo siento, chicos. Ya os contaré.’
—¿Y si
le ha pasado algo grave? —preguntó Inoue preocupada.
—No
creo, de ser así nos lo hubiera dicho su padre —respondió Tatsuki.
—Estoy
seguro de que tiene que ver con Kuchiki —dijo Ishida con los brazos cruzados, al
lado de su novia.
—¿Por
qué crees eso? —quiso saber Chad.
—Porqué
dice que no está en Karakura. ¿Recordáis cuando pasó un día fuera y luego nos
dijo que había estado con una chica?
Inoue
abrió la boca al recordarlo.
—Es
verdad, al principio decía que era una chica que estaba conociendo y después
supimos que era Kuchiki-san.
—¿Entonces
tenemos que pensar que ha pasado algo malo entre ellos? —preguntó Mizuiro—. Si
fuera algo bueno, no hubiéramos visto a su padre tan decaído.
—¿Acaso
van a cortar? —habló Keigo arrugando la frente—. La última vez que les vimos
estaban muy bien.
—¿Y si
tiene algo que ver con la pelea que tuvo Ichigo? —dijo Tatsuki mirándolos a
todos—. Ya nos pareció raro que Rukia no estuviera allí con él.
—Yo no
quiero que terminen —opinó Inoue—, se le ve tan feliz a Kurosaki-kun. Hacía
mucho tiempo que no le veíamos así.
Mizuiro
asintió recordando lo embobado que se quedaba el pelinaranja mirando a la
shinigami bailar. Había sido imposible no notar esa atracción mutua.
—Ichigo
nos ha puesto que ya nos lo contará —dijo Chad—. Solo tenemos que esperar.
—Pero
espero que no sea eso —deseó Keigo—. Me cae muy bien Rukia-chan y, aunque me
gustaría que se hubiera fijado en mí, hacen muy buena pareja.
Los
demás asintieron dándole la razón. Ishida se colocó bien las gafas viendo como
el capitán del equipo de baloncesto entraba en el aula corriendo y se dirigía a
ellos.
—¿Qué
ocurre, Shiba? —le preguntó.
—Hola, chicos. Solo quería preguntaros por Ichigo —respondió Kaien pasándose una mano
por la nuca—. ¿Por qué no vino ayer ni hoy? ¿Tiene algo que ver con esos golpes
que traía el otro día? Hizo entreno normal, pensé que ya estaba bien.
—No
sabemos porqué no ha venido hoy tampoco —aclaró Tatsuki.
—Aunque
lo más seguro es que no tenga que ver con ningún dolor de esos golpes —dijo
Mizuiro.
—Se ha
llevado peores —bromeó Keigo.
—Y
siempre se recupera rápido —finalizó Chad.
Kaien
bufó.
—Pues si
no es eso y vosotros tampoco sabéis nada, ¿cómo sé si va a estar listo para la
semana que viene?
—No te
preocupes por eso, Shiba-kun —dijo Inoue sonriéndole—. Él es un hombre de
palabra, si ha quedado con vosotros que iría al campeonato, ten por seguro que
irá.
—Orihime
tiene razón —apuntó Ishida—. Kurosaki estará listo para el campeonato. No lo
dudes.
El
capitán los miró uno a uno, como éstos le devolvían una mirada tranquila, sin
dudar ni un segundo de Ichigo. Esbozó una sonrisa interna.
—Tío,
tienes muy buenos amigos. Consérvalos para toda la vida.
.
.
Las
horas pasaban y la tarde había llegado, sin la capacidad de volver
hacia atrás. Las maletas ya preparadas esperaban en la puerta con paciencia.
Sin ninguna prisa a que llegara su hora.
Las
nubes habían cubierto por completo el sol, haciendo que entrara una luz muy
pobre por las ventanas. El viento parecía estar más enfadado que antes y
azotaba con más fuerza todo lo que estuviera a su paso.
Ichigo y Rukia, que estaban estirados sobre una gruesa manta en el suelo, de cara hacia el fuego que crepitaba en la chimenea, escuchaban los silbidos furiosos que hacía. Como si no le gustara algo y esa fuera su manera de hacerlo saber. Gritándolo.
Ichigo y Rukia, que estaban estirados sobre una gruesa manta en el suelo, de cara hacia el fuego que crepitaba en la chimenea, escuchaban los silbidos furiosos que hacía. Como si no le gustara algo y esa fuera su manera de hacerlo saber. Gritándolo.
Sin
embargo, ninguno de ellos dos pensaba en eso. Rukia sentía el violento latido
del corazón de Ichigo en la espalda por la forma en la que la tenía abrazada.
Sus fuertes y cálidos brazos la envolvían y se acariciaban las manos con
ternura.
El frío no
existía entre ellos en esos momentos. Incluso una fina capa de sudor brillaba
en sus pieles desnudas.
—Podría
quedarme así para siempre —susurró Rukia manteniendo los ojos cerrados y
sintiendo los besos húmedos en el cuello—. Que se pare el tiempo, por favor
—éstos fueron bajando por el hombro—. Que no termine este día nunca.
Ichigo
la movió para que se girara boca arriba y se quedó en silencio contemplándola.
Estaba preciosa. Había algo en ella cuando hacían el amor que la hacía
admirarla aún más. El cabello despeinado, sus ojos entreabiertos y velados, sus
labios abultados, rojos y su piel brillante, caliente y sensible.
Rukia
notaba como su corazón se aceleraba con el fuego reflejado bailando en sus ojos.
Dejó
salir un suspiro al colocar Ichigo una mano en uno de sus pechos,
acariciándolo. Él no había quitado la vista de su rostro y algo le decía que él
quería decirle lo mismo, que no terminara ese día jamás, pero se mantenía callado. Hundió los dedos en el
cabello naranja para atraerlo a su altura y poder besarlo.
Sin
despegarse hizo que voltearan para cambiar de postura y ponerse ella encima.
Ichigo la apresó por la cintura agarrándola con las palmas de las manos
abiertas y Rukia le acariciaba el rostro, apartándole el flequillo de la frente
y besándole por las mejillas, por la mandíbula y por el cuello.
El
pelinaranja giró la cabeza hacia la derecha para dejarle más espacio y jadeó
cuando Rukia empezó a mover sus caderas contra las de él. Despacio y
torturador.
Ella
alzó su rostro y apoyó su frente en la de él, mirándose desde esa ínfima
distancia, con el cabello oscuro ocultándolos a cada lado como una cortina.
Ichigo paseó sus manos por toda la suave espalda mientras jadeaban en los
labios del otro por aquél dulce vaivén.
El
ojimiel respiró hondo el jazmín que le envolvía, llenándose de ella. Ya daba
por hecho que nunca sería capaz de olvidarla. La amaba y él solo quería seguir
siendo suyo.
Rukia
gimió más fuerte cuando Ichigo comenzó a entrar en ella. Cerró los ojos para
grabarse ese sentimiento de quemarse por dentro y esa emoción de saber que era
suya. Toda ella.
Guardaría
en sus recuerdos cada segundo junto al hombre que amaba, pensando que con él, sí
que parecía que se detuviera el tiempo.
.
.
Pero
nunca lo hace…
.
.
Todas
las ventanas del piso de arriba estaban cerradas al igual que las puertas. Las
telas cubrían los muebles para que no se estropearan con el polvo. No sabía
cuando iba a poder volver a esa casa. Rukia dejó todo a oscuras y bajó por las
escaleras.
Mientras
bajaba observaba a Ichigo, parado enfrente de la puerta de cristal que daba a
la terraza. Desde ahí, podía ver el reflejo de su joven rostro por la oscuridad
del exterior.
Le vino
a la mente el recuerdo de cuando le vio en ese mismo lugar, antes de acercarse y
decirle que Kensei la había contratado. Siempre estaría agradecida a ese hombre
que le dio la oportunidad de seguir conociendo a Ichigo. Como siempre estaría
en su memoria aquella alegría y las risas inundando el salón, donde ahora
reinaba una falsa y silenciosa calma.
Pronto llegaría Byakuya a recogerles.
Rukia
fue hacia su bolso encima de la mesa y lo abrió. Aún tenía eso allí. Giró la
cabeza hacia Ichigo, que seguía quieto y dándole la espalda. Suspiró y se
acercó.
—Quiero
darte una cosa.
El joven
dio media vuelta y la vio acercarse a él, con un sobre blanco en la mano.
—¿El qué?
—No me lo
rechaces, por favor —rogó la morena deteniéndose enfrente—. Recuerdo una vez,
cuando apenas nos conocíamos, que me dijiste que si necesitaba ayuda o
cualquier cosa, te lo pidiera. Que podía contar contigo —sonrió nostálgica
bajando la cabeza—. Yo te respondí que eras muy bueno y te pregunté qué hacías
ahí conmigo. Con una chica tan complicada como yo. Que porqué no te buscabas
una novia —alzó el rostro y fijó su mirada en la de color miel. Éste se la
devolvía con suavidad, vagando por aquellos momentos que vivieron juntos y que
ahora parecían tan lejanos—. Ahí no te lo dije con palabras, pero yo solo
necesitaba que estuvieras a mi lado. Solo con tu presencia.
—Igual que yo, Rukia. Solo estar contigo y nada más —susurró Ichigo.
—Pero…
—cerró los ojos unos segundos—, eso ya no voy a poder dártelo —murmuró con pena y
alargó el brazo, ofreciéndole el sobre—. Quiero ayudarte de la única manera que
puedo ahora mismo.
Ichigo
respiró hondo y agarró el sobre dubitativo. Lo abrió y miró dentro. Su sorpresa
se reflejó enseguida en su cara y los ojos se fueron a los de ella.
—No
puedo aceptar esto.
—Claro
que puedes.
—No, no
puedo —negó con la cabeza—. Esto es por tu trabajo. Éste dinero es tuyo. Yo no me lo
merezco.
—Sí que
te lo mereces, más que yo —dio un paso hacia él y le puso las manos en los
brazos—. Si no hubiera sido por ti ni siquiera me hubiese contratado.
—¿Qué
estás diciendo? Fue Kaien quien te dijo que su tío estaba buscando modelos.
—Es
verdad —subió las manos y le sujetó las mejillas para que no dejara de mirarla,
perdiéndose en aquellos ojos ámbar que ella amaba—. Pero cuando Kensei me pidió
que pensara en algo que me hiciera feliz para hacerme las fotos, pensé en ti.
La sonrisa que le gustó fue la que puse al recordarte. Todas las fotografías
que tiene de mí son de una chica enamorada. Todas —le susurró notando como sus
ojos se ahogaban y como la mandíbula de él se tensaba—. Lo que le encantó fue
lo que expresaba mi corazón. Sino hubiera sido por ti… yo no hubiera sabido ni
sonreír de verdad.
Ichigo
apretó los dientes y, apartando las manos de ella, giró el cuerpo hacia el
cristal. Las palabras dolían demasiado y no quería que lo viera así. Se estaba
rompiendo.
Sintió
como Rukia le abrazaba por detrás. Volvió a mirar dentro del sobre, donde
estaba el cheque de Kensei Shiba.
—No
puedo…
La
morena le agarró el sobre y se lo guardó ella misma en el bolsillo del pantalón, sin soltarle. Después le abrazó más fuerte.
—Utilízalo
para lo que quieras. Para que tu familia pueda ir a verte al campeonato o
júntalo a lo que estás ahorrando para independizarte cuando empieces la
universidad. Déjame al menos hacer esto por ti.
Ichigo
acarició las manos de ella, que se aferraban a su ropa con miedo.
—No
estoy preparado para dejarte marchar, Rukia —le tembló la voz—. No voy a ser
capaz de decirte adiós —sintió como unas lágrimas caían por sus mejillas—. Te
voy a llevar conmigo toda mi vida. Siempre serás una parte de mí. Me he
guardado cada abrazo, cada caricia, cada beso, cada te quiero…
A Rukia
se le partió el corazón al escuchar como él lloraba y no pudo evitar hacer lo
mismo. Lo sujetó con temor a que se desvaneciera. Ella tampoco estaba
preparada.
—No
digas nada más —le pidió entre sollozos. Ahora esas bonitas palabras solo
podían hacer daño. Y dolían demasiado—. No nos hagamos esto, Ichigo.
El joven
contrajo el rostro cerrando los ojos fuertemente, y se dio la vuelta rápido
para envolverla entre sus brazos, temblando.
Asustado
al pensar que dentro de unas horas, todo sería como si hubiera sido un sueño.
Como si no la hubiera conocido nunca. No podría volver a verla, ni hablar con
ella, ni saber donde estaba viviendo, ni que es lo que hacía, si trabajaba o
estudiaba, si había conocido a nuevos amigos… si se había olvidado de él y se
había vuelto a enamorar…
—Rukia,
quiero que me prometas varias cosas. Lo necesito.
—¿Qué
quieres que te prometa?
Ichigo
respiró hondo intentando mantenerse sereno en todo momento para poder decir
todo de una vez, sino no sería capaz.
—Prométeme
que serás feliz. Que intentarás encontrar la felicidad donde sea —se limpió las
lágrimas con la mano y miró hacia arriba controlándose, sin dejar de
abrazarla—. Prométeme que no te refugiarás en ti misma, ni te callarás lo que
sientas. Que no tendrás más secretos de los que puedas soportar. Que no
cargarás con todo tú sola y delegarás en los demás —suspiró y agachó la cabeza
para mirarla. Le acarició el cabello para que se calmara y dejara de temblar—.
Pero prométeme que no cambiarás tu personalidad ni tu carácter. Que seguirás
siendo la misma chica de la que me enamoré —Rukia levantó la mirada con las
últimas lágrimas cayendo por su rostro—. Prométeme que dejarás que la gente te
conozca… porqué eres maravillosa.
Ichigo
borró el rastro de humedad en sus mejillas con las manos, suavemente. Rukia
sintió esa caricia, como todas aquellas palabras, directamente en el corazón.
—Te lo
puse muy difícil al principio ¿verdad?
—Bastante,
pero mereció la pena —respondió con sinceridad. Se miraron a los ojos en
silencio—. ¿Me prometes todo eso?
—Te lo
prometeré si tú también me prometes algunas cosas.
Ichigo
supo que ella se había dado cuenta de lo que había detrás de esas promesas.
El poder seguir hacia delante y ser capaz de continuar sus vidas por
separado, pensando que el otro cumpliría con todo.
—Dime.
La
morena también necesitó respirar hondo y serenarse antes de hablar.
—Prométeme
que seguirás siendo el mismo de siempre. Que no perderás nunca esa sinceridad
tan tuya que siempre he envidiado. Prométeme que seguirás sacando buenas notas
y que conseguirás ser un magnífico médico —levantó los brazos y le envolvió el
cuello, sin dejar de mirarse, viendo más allá de ellos. De todo lo que
significaban las palabras que salían de sus labios—. Prométeme que te cuidarás.
Que te convertirás en un buen hombre, fuerte y con sueños, que vive la vida
como quiere vivirla —paró unos segundos para decir con toda la calma que pudo
reunir las últimas promesas. Tenía que hacerlo—. Prométeme que no me esperarás.
Que te olvidarás de mí… y te volverás a enamorar.
Ichigo
cerró los ojos obligándose a no decir las palabras que se agolpaban en su
garganta, desesperadas por hacerse oír. Que nunca amaría a nadie como la amaba a ella y que una parte de él, la esperaría siempre.
Sin embargo, se las calló. Ya no había esperanza para ellos.
Sin embargo, se las calló. Ya no había esperanza para ellos.
Así que,
sin decir nada, acercó su rostro al de ella, envolviendo su cintura con los
brazos y la besó. Un beso dulce y lento, que hablaba en cada caricia, contando
todo lo que ellos se guardaban para no hacer esa despedida más dolorosa.
—Te lo
prometo —murmuró Ichigo sobre sus labios.
—Te lo
prometo —susurró Rukia antes de volver a besarse con todo el amor que se
tenían.
Después de unos minutos, sonó el
timbre de la entrada.
Se
separaron con el corazón latiéndoles violento en el pecho y, después de
compartir una breve mirada, dejaron de abrazarse para que Rukia fuera hacia la
puerta.
La abrió
viendo a su hermano, con un abrigo oscuro, junto a su chófer.
—Hola nii-sama.
—Es la
hora, Rukia —miró al vestíbulo—. ¿Son esas tres maletas?
—Sí, una
es para Ukitake —respondió.
El
chófer empezó a llevarlas hacia el coche. Byakuya no quiso entrar para no
remover los dolorosos recuerdos y le dijo a Rukia que firmaría la renuncia de
camino a Karakura. Ella asintió y regresó dentro. Con la ayuda de Ichigo
cerraron todo en la planta baja, comprobaron que el fuego estaba extinguido
completamente, taparon los muebles y apagaron las luces. Se pusieron el abrigo
y el pelinaranja, con su mochila al hombro, salió antes hacia el vehículo.
Rukia se detuvo, mirando por última vez dentro de su hogar.
—Sé que
no te lo tengo que pedir, pero… cuida de ella, por favor —dijo Ichigo
ofreciéndole la mano al moreno.
Éste se
la estrechó mirándole serio a los ojos. Pudo apreciar muy levemente algunas
heridas que seguían en el rostro del joven, de la paliza que había ordenado su
tío. También la herida en los nudillos.
—Tienes
razón, no me lo tienes que pedir. La cuidaré —se soltaron de la mano pero
siguió mirándole de frente—. Siento que te hayas visto involucrado en todo
esto.
Ichigo
negó y miró en dirección a Rukia, que cerraba la puerta.
—No lo
sientas.
Byakuya
giró la cabeza para ver como ella se acercaba despacio. Recordó algunas de las
fotografías, que sus hombres le enviaban cuando la seguían, de ellos dos riendo
y abrazados en mitad de la calle. Antes de que la morena llegara hasta ellos
quiso decirle algo.
—Gracias
por haberla hecho feliz durante todo este tiempo, Kurosaki —se miraron a los ojos de nuevo, pero no se dijeron nada más. Rukia llegó hasta ellos—. ¿Nos
vamos?
Ella
asintió y entraron en el coche. Byakuya se puso en el asiento del copiloto para
que ellos dos pudieran ir juntos detrás. Cuando estaban por la carretera, el abogado
le entregó los papeles para que los firmara.
Ichigo y
Rukia los leyeron sintiendo más que odio por el nombre de Shinrei Kuchiki, que
aparecía escrito en los documentos. Vieron que su firma ya estaba en cada uno
de ellos. Ella resopló y agarró la pluma que le ofrecía su hermano, pensando en
las veces que había deseado dejar de formar parte de esa familia. Ahora no
sentía ni una pizca de la satisfacción y la libertad que pensó que sentiría.
Fue uno
por uno, firmándolos, dejando una parte de ella en cada trazo, en cada marca de
tinta. Cuando acabó, le entregó todo a su hermano, que habló con el chófer.
—Cuando
nos dejes a Rukia y a mí, quiero que le lleves esto a mi secretaria. Ella lo
enviará por fax a mi tío.
—De
acuerdo, señor.
La
morena se hundió en el asiento como si alguien empujara sus hombros hacia abajo,
solo la voz de Ichigo consiguió aliviarla.
—Rukia
Ukitake —le susurró bajito para que solo lo escuchara ella. Le esbozó una
pequeña sonrisa ladeada—. Encantado.
Ella le
devolvió la sonrisa y entrelazaron los dedos. La calidez de su mano la reconfortó.
Tenía razón, volvía a tener el apellido de su padre.
—Encantada
—le habló con el mismo tono de voz y apoyó la cabeza en su hombro. Sintió el
peso de la de él en la suya.
.
.
.
.
El
camino se hizo demasiado corto para los más jóvenes, y en cuanto se dieron
cuenta, ya estaban llegando al barrio de Ichigo. Se sujetaron con más fuerza
las manos, como si fuera lo único que podía salvarles la vida, mientras entraban
en su calle.
En unos
segundos, el coche se detuvo cerca de la clínica de su padre, pero no enfrente.
Los dos respiraron hondo queriendo llenarse de un valor que no tenían. Ichigo
abrió la puerta despidiéndose de los dos hombres y salió con su mochila. Rukia
lo hizo detrás de él y cerró.
Caminaron
despacio hacia la verja de la entrada, con una piedra en el pecho que les hacía
difícil hasta el respirar. Ichigo dejó la mochila en el suelo y se abrazaron
con firmeza, queriendo fundirse en el otro y retenerlo para siempre.
—Te amo
—murmuró el ojimiel en el oído de ella—. Recuérdalo estés donde estés y vayas
donde vayas. Que aquí hay un idiota descerebrado que te ama con locura.
Rukia
mantuvo los ojos cerrados notando como las lágrimas se colaban entre sus
pestañas y caían. Todos los momentos que habían vivido juntos aparecían uno
detrás de otro por su cabeza.
—Conocerte
ha sido lo mejor que me ha pasado, Ichigo —alzó el rostro para mirarse a los
ojos. Se podían comunicar tanto con ellos que hasta lo sentían en la piel—. Te
amo... y ten por seguro que lo haré toda mi vida.
Juntaron
sus labios en beso apasionado y arrebatador, que sabía a sal. Las lágrimas de
ella se fundieron entre los dos en ese último beso. Se hicieron dueños por
derecho de la boca del otro, bajando lentamente la intensidad, hasta que fueron
solo roces y caricias.
Entreabrieron
la mirada para compartirla mientras seguían así de juntos, con miedo a
soltarse. Ya no habría más a partir de ahí. Lo sintieron como tirarse al vacío más
absoluto, sin ninguna cuerda sujetándoles.
Se
volvieron a besar haciendo presión en sus labios, y como si se hubieran leído
la mente, se separaron y se alejaron del cálido abrazo a la vez.
En sus rostros solo se reflejaba dolor y tristeza.
—Espero que tu padre se ponga bien —apretó los puños fuertemente para no moverse del sitio. Deseaba volver a tenerla entre sus brazos—. Que seas muy feliz, Rukia.
A la joven no paraban de caerle lágrimas de los ojos.
A la joven no paraban de caerle lágrimas de los ojos.
—Tú también, Ichigo.
Compartieron
una última e intensa mirada, negándose los dos a decirse adiós. Ninguno podía
pronunciar esa palabra. Rukia contó hasta tres mentalmente y se obligó a
girarse y caminar hacia el coche. Fue con paso rápido mordiéndose el labio
inferior diciéndose a si misma que no mirara atrás.
Abrió la
puerta y entró. Byakuya sin decir nada le hizo un gesto a su chófer para que se
pusiera en marcha. Desde ahí podía notar todo lo que estaba sintiendo la morena
en esos momentos.
A pesar
de estar rogándose no mirar atrás, el saber que pronto iban a salir a otra
calle, hizo que su cuerpo se moviera para observar a Ichigo a lo lejos. Él miraba hacia ella y se iba haciendo cada vez más pequeño. Apoyó una mano en el cristal como si pudiera alcanzarlo hasta que lo perdió de
vista al doblar una esquina.
Se sentó
en el asiento y dobló su cuerpo tapando la cara con las manos, llorando en
silencio.
Ichigo
se quedó en la calle viendo como el coche, que se llevaba a la mujer que amaba,
se alejaba cada vez más y más hasta que desapareció. De su vista y de su vida,
sintiéndose vacío por dentro. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
—Hasta
siempre, Rukia.
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FIN DE LA SEGUNDA TEMPORADA.
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CONTINUARÁ…
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SIETE AÑOS DESPUÉS.
😢😢😢😢😢 no porque porque se tienen que separar no es justo😭estoy llorando...gracias naty me encanto el ultimo capitulo por favor escribe luego la sig.temporada
ResponderEliminarTienes razón, no es justo, porqué ellos se quieren... pero así es la vida de cruel a veces :( Me alegro que te haya encantado el último capítulo ♥ Estoy trabajando en la siguiente temporada ^^ Nos leemos Kriz! Un abrazo!
Eliminar😭😭😭 Sabía que era inevitable su despedida, aún así me hizo llorar y sentír su dolor.
ResponderEliminarAunque esto sólo sea escrito, en la vida real hay parejas que son separadas por complicaciones que en ovaciones no son errores de ambos.
Por otro lado me da mucha alegría saber que continuaras la historia, al principio me leí un capítulo a lo random, no pense que me fuera a gustar tanto. Y me preocupe de que nunca sabría más.
Ahora esperemos a ver que sucedera.
¿Qué fue de Ichigo y Rukia en estos años?
¿Estarán con otra persona ahora?
¿Ukitake logró recuperarse?
¿Cuán grande será el coraje de Shinrei? ¿Tratara de hacer algo?
¿Byakuya habrá establecido una relación con su secretaria?
¿Kaien le propuso matrimonio a Miyako?
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Será que el "Después de la tormenta viene la calma aplicará aquí.
😣😣 A esperar... No importa el tiempo, siempre vale la pena.
Karen! ♥ Me alegro que te haya gustado y que hayas sentido el dolor de los dos. Y tanto, en la vida real suele pasar lo mismo. Se separan aunque se sigan queriendo.
EliminarA ver que pasará en la siguiente temporada y que habrá ocurrido con todas esas incógnitas que tienes. Estoy manos a la obra ^^ Gracias por esperar ♥
Un abrazo!
Que nostalgia nati T-T
ResponderEliminarEspera espera espera... ¡¿SIETE AÑOS DESPUÉS?! perdón pero te odio por dejarme con esa intriga!!!! T.T he llorado en todo el capítulo se notó que sus sentimientos eran genuinos y espero que luego de ese largo tiempo ambos vuelvan y no se hayan olvidado.
ResponderEliminarSaludos nati! Un beso <3
Amiga!♥ Te respondo en este comentario :D jajaja entiendo que me odies por eso xD Desde el principio, me pareció interesante dar un gran salto en el tiempo ^^ Que alegría me da saber que he podido transmitir los sentimientos de los dos. Ya veremos que ha pasado con nuestra pareja en esos siete años :D
EliminarNos leemos! Besos!! ♥
Ouuu me dolio el kokoro jaja pero sin duda hermoso capitulo. Me gusta tanto cuando logras transmitir esos sentimientos del uno al otro y haces que los lectores lo entiendan a la perfeccion. Sufri pero me gusto xd. Sigue asi eres una gran escritora. Espero con ansias la siguiente temporada.Ichigo y Rukia merecen ser felices sin duda. Aúnque el camino para eso sea largo no pierdo la esperanza :). Son mi pareja favorita. Gracias por hacer fanfics sobre ellos me haces muy feliz.
ResponderEliminarHola anónimo! Acuérdate de poner un nombre y así puedo conocerte :D Muchas gracias por el comentario ♥ Siempre intento transmitir lo que sienten los personajes en cada momento para que se sienta más real. Pongo mucho empeño en eso jejeje Ya veremos que pasa en la siguiente temporada ^^
EliminarTú sí que me haces feliz al dejarme un comentario ♥ Espero seguir leyéndote por aquí!
Un abrazo grande!
Gracias de ante mano por seguir escribiendo la historia no sabes como ansiaba volver a leerla se que el final de bleach te quito la inspiración para poder continuarla pero mira aquí estas de pie como muchos ICHIRUKIS que nos nos importo que al final no se quedaron juntos por que en el fondo sabemos que los dos se pertenecen el uno al otro y con respecto al final del fic me dejaste con la incertidumbre de saber cual fue su destino de ellos si si lograron ser felices (aunque lo dudo)por que ellos se merecen por fa no nos dejes con la incertidumbre espero pronto actualices
ResponderEliminarHola Anónimo! No sé si eres la misma persona del comentario anterior jeje pero acuérdate de poner un nombre y así nos conocemos. Pues sí, ese final fue un golpe duro para todos pero estoy contigo, Ichigo y Rukia son parte el uno del otro y todo lo que pasó en Bleach desde sus inicios, lo demuestran. Ahí había amor ♥
EliminarMuchas gracias por el comentario ^^ A ver que pasará con nuestra parejita. Nos leemos!
Un abrazo!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH ME MUEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO TT-TT xD ME ENCANTOOOOOOOOO.... Estuvo bellisimoooo lloreeeee TT-TT me deprimiiiiii fue hermoso, necesito la siguiente temporada TT-TT TENGO MUCHAS PREGUNTAS!! xD Bueno en fin, me fascinó espero la siguiente prontoooo
ResponderEliminarSaludooossss :D
Soy SangoSarait xDD
Eliminaresta listo la siguiente temporada?? sera esta la ultima??? soloq uiero sber algo de la tercer a temporad que venga y es si ichigo y rukia tiene sus parejas y sin hijos todavia?? .. mi nombre es leslie
ResponderEliminarLLORE TANTO CON LOS TRES ULTIMOS
ResponderEliminarSON TAN HERMOSOS Y TRISTE
CUANDO SUBIRAS LA TERCERA TEMPORADA?
ME MUERO POCO A POCO CON LA ESPERA
Hola me encanta esta historia
ResponderEliminarQuiero saber si la sigues o no !!!
Espero que si , realmente me gustaría saber que pasa con esos dos
Si puedes me pasas el link donde la continuas ... Gracias soy chukytos ..
Está muy bueno, aunque me dio mucha pena el final! Espero el siguiente capitulo con ansias.
ResponderEliminarAAAAHH necesito saber que va pasar, quede muy mal con estos capitulo ;---;
ResponderEliminarPor favor díganme que sí hay temporada tres o me la invento yo 😩😱
ResponderEliminarcada vez que pienso en el ichiruki, recuerdo esta historia, las veces que reí, que llore, que sentí empatia, enojo, satisfacción. pero juro que ahora, te necesitamos de nuevo aquí. este fanfic se quedo grabado a fuego en mi mente, incluso después de tanto tiempo no lo he olvidado. lo digo como mas que un seguidor, o como persona. lo pido desde lo mas profundo de mi corazon y alma.
ResponderEliminaresto tiene que terminar en algún punto, necesitamos que termine. asi que esperare, incluso si son los 7 años que planteo el capitulo final,de los cuales ya paso 1, yo esperare.
atte: un seguidor conmovido
Holi, por fin vuelvo a encontrar tu blog y me encuentro que solo tienes dos actualizaciones :O
ResponderEliminarYo e seguido esta historia casi desde sus inicios :'3 y me deprime saber que no las haz terminado y que todo lo contrario que terminaste la segunda temporada así 😭😭😭.
ayyy no haz roto mi corazón con este capitulo, porque, eres tan cruel.!!!! 😭😭😭😭😭😭😭😭
Fue tan triste su despedida.
En verdad espero que continúes la tercer temporada, no la debes por terminarla así. :'3
POR FAVORRRR, VUELVE, ESPERARE TU PROXIMA ACTUALIZACION.
y antes de irme, no se siento que siete años es demasiado, si tan solo fueran 4 o 5 años, no se porque tomaste esa decisión pero yo confío en tí y yo se que volverás a juntar a nuestra amada pareja favorita.
Moshi-moshi. Uff 2 añosdespués leo los dos últimos capítulos. Me da mucha tristeza cómo terminó la 2da temporada. Tantos recuerdos, tanto amor y tanta mentira, porque yo no me creo las promesas que se hicieron. Sobretodo la de Ichigo de enamorarse de nuevo.
ResponderEliminarLamento haber tardado 2 años en leer,pero sinceramente no me llegó el mail de actualización y ya dejé de entrar a ver si actualizadas hasta hoy que lo hice.
Aunque siento que es ya muy tarde y nunca leeré la 3er temporada, ruego equivocarme y pronto encontrar que has actualizada, después de todo la esperanza es lo último que se pierde.
Saludos y hasta pronto.
holaaaaaa madre mia este capitulo me hizo llorar mucho, espero anciosa que actualices esta hermosa historia, por favor no nos hagas esperar mucho tiempo, ya queremos leer la tercera temporada
ResponderEliminarAcabo de terminar de leer tu historia y oh por dios en verdad necesito la tercera temporada de ésto, es simplemente grandiosa, la ame en verdad ansío poder leer la actualización de ésta historia, espero te encuentres bien, un abrazo 💕
ResponderEliminarHola, sé que no es obligación tuya seguir con la historia, pero me has dejado con el corazón roto, hace mucho que no publicas que siento que esa esperanza de va, amé y amo tu historia en verdad, espero puedas continuar, te adoro y gracias por tan hermosa novela. Saludos.
ResponderEliminarHan pasado cuatro años desde la publicación de este último capítulo. En Espera para que se reanude con su tercera temporada... Cuarta vez que leo esta historia, y como siempre lloro al hacerlo... Espero su glorioso regreso....
ResponderEliminarHe vuelto a leerla y siempre me encantará, espero que la escritora se encuentre bien y que algún día se anime a subir un capítulo, se que mucha gente estará feliz con su regreso, eso no lo dudo, adoro la historia.
ResponderEliminarVolver a leer ésta historia es dolorosamente maravilloso, de verdad de mis favoritas por siempre, y espero vuelvas a escribir lo que sigue. Siempre estaré apoyándote, esperando tu regreso, soy tu fan #1!!
ResponderEliminarLeyendo por segunda vez tu hermosa historia, así como en el final también ya han pasado casi 7 años desde la última vez que subiste este capítulo. Obviamente quedé intrigada de nuevo, pero a parte de la historia me preocupa saber que a sido de ti. Dejaste de subir actualizaciones de la nada y no a habido una alguna señal de ti. Solo espero que te encuentres bien y que nada malo te haya pasado. Como dicen los demás por acá, si algún día regresas estaremos aquí esperándote. ❤
ResponderEliminarGracias Nati, por esta increíble historia.