STRIPTEASE CAPÍTULO 28: CUENTA ATRÁS

.
.
.
.
STRIPTEASE
.
.
CAPÍTULO 28 
.
.
CUENTA ATRÁS
.
.

—Porqué no podemos seguir juntos, Ichigo.

Él joven se quedó paralizado. Todo su mundo dejó de girar y se olvidó de respirar. En su cabeza resonaban esas palabras pero era incapaz de reaccionar ante ellas. En ningún momento se había esperado aquella frase y todo lo que significaba.

Abrió la boca, en un intento torpe de gesticular palabra, pero ninguna voz salió de su garganta.

Rukia se sintió horrible al verlo. Se sintió la peor persona del mundo. Tuvo ganas de abrazarlo fuerte y decirle que era mentira, que no se iban a separar. Sin embargo, se quedó quieta, delante de él, temiendo que si se acercaba en aquel instante y envolvía su cintura con los brazos, como solía hacer, no podría soltarle jamás. No en ese preciso momento donde le veía intentando asimilar lo que acababa de decirle. Tenía que ser fuerte y seguir hacia delante, por el camino que la vida le había obligado a escoger.

Un camino que le separaba de él.

—¿A… a que viene eso, Rukia? —preguntó arrugando la frente, nervioso y asustado, sintiendo su corazón latir con demasiada fuerza dentro de su pecho. Las palabras empezaron a salir raudas de sus labios, queriendo soltar toda la tensión de golpe—. ¿Qué… ha pasado? ¿Por qué me dices eso? ¿Por qué está tu hermano aquí? ¿Ya ha vuelto de Corea? ¿Ha estado contigo en el hospital?

—Ichigo —le nombró Rukia para que parara pero éste no lo hizo.

—¡No! —dio un paso hacia atrás y continuó—. ¡¿Qué es lo que está pasando?! ¿Le ha ocurrido algo a tu padre? Mírate, has estado llorando…

La morena daba pasos hacia delante y le dolía en el alma ver como él retrocedía.

—Deja que te lo expli…

—¡No sé nada de ti desde ayer! Te llamo, no me lo coges y luego sólo me mandas ese frío mensaje.

—Ichigo —alzó un poco más la voz al ver que no paraba de hablar y que del estado de shock en el que había estado empezaba a pasar al enfado.

El pelinaranja notó como sus ojos picaban pero quiso soltar lo que llevaba dentro.

—¡Tengo que esperar aquí en el portal, congelado para saber algo de mi novia y poder verla aunque sea solo un momento! ¡Y cuando te veo...

—¡Por favor! —le rogó Rukia, cortándolo, subiendo las manos para poder agarrarle el rostro pero él se apartó.

—¡Y cuando te veo, ¡¿lo primero que me dices es que no podemos seguir juntos?! —apretó la mandíbula y se la quedó mirando a los ojos. Unos ojos violetas brillantes que empezaron a derramar lágrimas sueltas. Ichigo sintió como su corazón se rompía en mil pedazos. El enfado repentino dio paso a la tristeza. Su voz ya no salió con fuerza sino susurrada—. Creí… Rukia, creí... que ya habíamos superado esa etapa. Que ahora afrontábamos las cosas juntos, como una pareja.

Rukia le mantuvo la mirada sin ni siquiera limpiarse las lágrimas. Sin importarle la gente que pasaba por el lado, mirándolos y susurrando sobre ellos. Solo le importaba el chico que tenía delante y que la miraba con dolor. Sin creerse lo que le estaba haciendo.

—Es que no hay nada que afrontar, Ichigo… —murmuró caminando hacia el portal y apoyándose en la pared.

El joven dio un paso hacia ella inconscientemente, queriendo abrazarla. Le pareció la misma muñeca de porcelana que veía en ella muchas veces y temió que pudiera romperse ahí mismo. Sin embargo, no lo hizo, sus brazos se quedaron quietos.

—¿A que te refieres? ¿Qué ha pasado para que me digas que no podemos estar juntos? —volvió a dar un paso hacia ella poniéndose delante—. ¿Es por mí? ¿He hecho algo malo? ¿Ya no quieres estar conmigo? 

Rukia se asustó y enseguida volvió a levantar sus manos para agarrarle el rostro. Esta vez, él no se apartó.

—¡No digas esas cosas! ¡Claro que no has hecho nada malo! —vio como él cerraba sus ojos y colocaba sus grandes manos encima de las de ella—. Yo sí que quiero estar contigo. Por eso te he dicho al principio que te quería, que no lo olvidaras nunca.

—¿Entonces, por qué? —le rogó entreabriendo los ojos. La voz le salió más bajita de lo normal. De no haber estado uno enfrente del otro estaba seguro que no le habría escuchado—. ¿Por qué, Rukia?

El único calor que sentía ella en su cuerpo era el de sus manos. Todo lo demás estaba congelado por el frío de una triste noche de Diciembre. Estaba cansada y sus brazos le pedían a su cabeza que los bajara pero ella no quiso. Esa calidez, que sabía que iba a extrañar a cada momento de su vida, era lo único que la mantenía viva.

—Porqué… —Ichigo le apretó las manos para que continuara y ella pensó que incluso en ese momento en el que ella estaba haciéndole daño, él le daba fuerzas para que siguiera adelante, solo con su presencia—. Porqué mi padre se está muriendo… y le vamos a trasladar a un hospital en otro país —observó al chico cerrar los ojos y apretar los dientes al igual que el agarre de sus manos—. Me voy a ir con él.

—Y tu hermano a cambio de pagar el traslado y que vivas allí, te ha prohibido que me digas donde —habló entre dientes.

—No. Esta vez no me ha dicho nada —Ichigo la miró sin entender—. Es decisión mía no decirte donde voy a ir.

—¿Y eso?

Rukia le acarició dulcemente el rostro con los pulgares pasando por encima de la pequeña herida que aún tenía en el labio. Observó como la mirada del joven se relajaba al comprender lo que quería decirle. Respiró hondo sintiendo esas caricias directamente en su alma.

—Ya lo sabes…

—No tienes que protegerme… Yo solo quiero estar contigo —agachó la cabeza y apoyó la frente en el hombro de ella—. Siento lo de tu padre, Rukia… lo siento mucho —ella notó como la piel de sus manos, que no había apartado de sus mejillas, se mojaban y como el cuerpo de Ichigo temblaba. Su corazón acabó por romperse—. Entiendo que te vayas con él y deseo de verdad que en ese hospital nuevo puedan ayudarlo… lo deseo con toda mi alma… pero el no volver a verte va a doler más que cualquier golpe… por favor —le suplicó—. No te alejes de mí —quiso envolver su cuerpo y apretarla contra él pero fue de nuevo incapaz. No obstante, no quiso soltar sus manos, que era lo único que le mantenía atado a ella—. Yo puedo esperarte el tiempo que sea, podemos mantener una relación a distancia, puedo ahorrar e ir a verte… por favor… No me dejes…

La morena quiso mirarle a los ojos pero él se lo impedía. No quería que lo viera llorando.

—No quiero volver a verte de esa manera… herido y lleno de sangre —intentó hablar firme y que su voz no temblara—. No quiero que ese malnacido ni nadie pagado por él pueda pegarte de nuevo. Mi hermano se va a encargar de que eso no vuelva a pasar y estés a salvo. Aunque el precio sea estar separados.

—Me da igual lo que pueda hacerme a mí, yo solo quiero estar contigo.

—A mí no me da igual, Ichigo. Ya te lo dije, tú harías lo mismo por mi si fuera al revés.

El pelinaranja se quedó un rato en silencio sabiendo que tenía razón. Él también haría lo que fuera para protegerla a ella, así tuviera que alejarse. Notaba como las últimas lágrimas resbalaban por sus mejillas, dejándolo con una sensación de más frío en la piel y de un desolador vacío. Como si sus fuerzas le hubieran abandonado.

Rukia había subido al escalón de su portal para que él no tuviera que estar tan curvado por la diferencia de alturas. Esa comunicación sin palabras, esa compenetración que había entre ellos, en ese punto, llegaba a doler como un puñal.

—¿Cuándo te marchas? —le susurró.

—Este fin de semana, no lo sé exacto —le respondió de la misma manera.

Volvieron a quedarse en silencio, congelados tanto por fuera como por dentro. Hasta que Ichigo bajó los brazos apartando los de ella de sus mejillas y sin dejar que la morena le viera el rostro, se volteó y dio un paso hacia delante dándole la espalda.

—¿Entonces aquí se acaba todo? ¿Esta vez no hay nada a lo que aferrarse? ¿Alguna llamada en el último momento que pueda salvarnos de esto?

Rukia observó como él apretó los puños de las manos.

—No…

Ichigo tensó la mandíbula y arrugó la frente. No pudo soportar estar más tiempo ahí sufriendo y su cuerpo se movió solo. Se agachó a coger su cartera, que tenía apoyada en la pared del portal, cuando sintió como sus ojos empezaban a picar de nuevo.

—Lo siento. Tengo que irme —murmuró con la voz rota y sin mirarla empezó a alejarse.

Rukia no tuvo fuerzas para llamarlo y se sentó en el escalón del portal viéndole marchar. Cada vez se iba haciendo más pequeño, iluminado por las luces anaranjadas de las farolas, sabiendo que pronto iba a desaparecer de su vista.

Pasaron unos segundos y ya no pudo seguir viéndole. No sabía en que momento había comenzado a llorar de nuevo. Estaba destrozada y sin vida. Como si ella misma hubiera desaparecido junto a él en esa calle oscura.

Bajó la cabeza y la escondió entre sus brazos, preguntándose que iba a hacer sin él. Sabía que nada sería como antes de conocerlo. No cuando Ichigo le había hecho sentir tantas cosas en tan poco tiempo y le había demostrado lo que era el amor.
.



.
Byakuya mantenía la mirada fija en el negro cielo. Era una noche de luna nueva, donde solo se podían ver algunas estrellas brillar, las demás desaparecidas por las luces de la ciudad.

Llevaba un buen rato sentado en una de las sillas del balcón, sin haberse quitado el abrigo del frío que hacía. Siempre le había gustado dejar pasar el tiempo mirando el cielo a cualquier hora del día. Le ayudaba a serenar su mente. Aún recordaba aquél día, en la terraza de su casa viendo el atardecer, cuando llegó su empleado informándole de donde trabajaba Rukia. Parecía que hubiera sido ayer. Habían pasado tantas cosas desde entonces.

Escuchó como la puerta corredera se abría y se volvía a cerrar con movimientos lentos. Él no apartó sus ojos del manto negro sabiendo que Mío se estaba sentando a su lado.

Cuando dejó a Rukia en su piso, le pidió a su chófer que lo llevara al apartamento de la señorita Hagiwara. Le pareció que el hombre, que llevaba tanto tiempo a su servicio, esbozó una pequeña sonrisa sincera, complacido de que quisiera que lo llevara con ella.

—Deberías entrar dentro —sugirió Mío observando su perfil. Se envolvió mejor en la manta que tenía alrededor de los hombros—. Hace mucho frío aquí.

—Estoy bien —susurró Byakuya.

La mujer suspiró bajando la mirada. El mayor le había contado todo lo que había pasado, sin dejarse nada. Queriendo soltar todo lo que tenía dentro. Enfado, rabia, impotencia… y tristeza.

Ella empezó a hablar para que él también lo hiciera. No le gustaba verlo de esa manera.

—No me imagino lo mal que lo tiene que estar pasando Rukia-san. Su padre muriéndose, tener que marcharse lejos y separarse de toda su vida aquí. Sobretodo del chico que ama —le miró de reojo—. ¿Crees que es lo mejor para ellos? ¿Qué se separen de esta manera?

Byakuya respiró hondo.

—Estoy seguro de que es lo mejor. Si no lo piensan ahora, lo harán con el tiempo. De que fue la mejor decisión —volteó la cabeza hacia ella—. Y más después de lo que le dijo mi tío.

—¿Y cómo vas a asegurar que no vaya a por ese chico, cuando se de cuenta que Rukia-san se ha marchado?

—Modificaré la renuncia del apellido Kuchiki para que una de las condiciones sea que no se acercará, ni él ni ninguno de sus hombres, a Kurosaki. Ni tampoco a su familia o a los amigos de Rukia —regresó la mirada hacia el cielo—. Mientras crea que va a tener lo que quiere, la renuncia del apellido y la posibilidad de acercarse a ella, firmará lo que sea. Conozco a este tipo de personas. He tratado con muchos de ellos.

Mío se dio cuenta de que Byakuya intentaba, por todos los medios, que hablará el abogado que tenía dentro y no el hombre preocupado por la hermana de su difunta esposa.

—¿Y a ella? ¿Cómo la vas a proteger estando en Nueva York?

—En Estados Unidos, mi tío no tiene ningún poder. No como aquí. Ni con el gobierno ni con las administraciones públicas. Nada. Aunque ponga allí mi nombre o el de Rukia en cualquier papel, no tendría porque enterarse.

La mujer asintió.

—Sería información privada y confidencial en un país donde él no es nadie. Solo un hombre rico como muchos otros. Además para empezar no sabrá donde estará. Podría estar en cualquier parte del mundo.

—Exacto. Es el mejor momento para marcharse —suspiró—. Espero que pueda empezar una nueva vida. Donde no tenga que preocuparse por nada —recordó lo que Rukia le dijo al ver al pelinaranja—. Aunque ahora le parezca tan doloroso que no pueda ni soportarlo.

Mío agachó la mirada apenada por aquella joven que aún no conocía.

—Deseo de corazón que puedan hacer que su padre se ponga bien. Así por lo menos, cuando esté junto a él de nuevo, sentirá que el dolor y la separación valieron la pena.

Byakuya giró el rostro hacia ella. Una parte de él, la que no era racional, se sentía fatal por hacer que Rukia, la que había prometido proteger, sufriera de esa manera. Sin embargo, al escuchar las palabras de Mío, pudo notar algo de paz en su interior y deseó exactamente lo mismo. Que Ukitake mejorara, porqué sabía que era la persona más importante para ella.

—Acompañaré a Rukia a Nueva York para arreglar todo desde allí y que así no conste ninguna transferencia.

Ella lo miró y asintió.

—No te preocupes. Yo me encargo de avisar a los clientes y del bufete hasta que regreses.

Byakuya estiró la mano hacia ella, ofreciéndosela. La mujer enseguida le tendió la suya haciendo que se estremeciera al notar su fría piel.

—Cuando vuelva… me gustaría centrarme más en ti y que siguiéramos conociéndonos.

Mío le sonrió sin apartar su mirada y apretándose más las manos.

—Nada me haría más feliz.
.


.

Isshin estaba estirado en su cama sin poder conciliar el sueño. Su mente no dejaba de pensar, pensar… y recordar.

‘¿Sabes por qué sé que esa chica te gusta más de lo que puedo asegurar que ni tú mismo sabes? Porqué mirabas a Rukia-chan como yo miraba a tu madre cuando empezamos a salir.’

‘Sea lo que sea que decidas… dudo que vuelva a ver a Ichigo mirar a alguien como te mira a ti’

Giró un poco la cabeza hacia la derecha, hacía el lado donde solía dormir su esposa, y observó el pequeño marco de madera que había encima de la mesita de noche. En esa foto salían Masaki y él en el día de su boda. Los dos sonrientes, tan llenos de ilusiones y esperanzas. De decir sí a una vida juntos y de formar una familia. De cuidarse el uno al otro y de proteger a sus hijos.

'Somos pareja ahora.'
'Entonces no voy a ser yo el que os niegue estar juntos.'

Isshin se llevó las manos a la cara respirando hondo y volviendo a decirse mentalmente que lo hacía por Ichigo.

En ese momento, escuchó la puerta de la entrada abrirse. Sabía que era su hijo ya que no había venido a cenar. Esperó unos momentos para escuchar sus pasos subiendo por la escalera, pero no pasó nada.

El mayor arrugó la frente y sin querer hacer ruido, se levantó de la cama y salió de su habitación. Caminó por el pasillo y bajó las escaleras. A cada paso que daba y a medida que se acercaba al salón, iba percatándose de lo que estaba ocurriendo.

Se asomó levemente al final de la escalera y su corazón se detuvo al verle. El joven estaba sentado en el suelo, apoyando su espalda en la puerta y escondiendo su cabeza entre sus brazos. Desde ahí podía escuchar claramente como su hijo, de diecisiete años, lloraba, dejando escapar algunos sollozos apagados y ahogados.

Isshin deseó ir corriendo hacia él y abrazarle como cuando lloraba de pequeño… pero sabía que esta vez no podría consolarle. No cuando estaba seguro de que estaba así porqué Rukia había decidido callarse su destino y separarse de él. No cuando él sabía donde iría y no iba a decírselo.

Sé fuerte, Ichigo… —le pidió su padre mentalmente como llevaba haciéndolo durante esos días—. Rukia-chan te quiere, hijo mío. Lo hacemos por ti…

Cerró los ojos y se dispuso a subir de nuevo hacia arriba, doliéndole en el alma escucharlo y verlo de esa manera.
.

.

Yoshino caminaba despacio por el salón dirigiéndose al comedor donde iban a servir el desayuno, con el móvil en la oreja. Los sirvientes iban abriendo una por una las cortinas y las persianas para que, la poca luz de esa mañana de jueves, entrara a la vivienda. El día amanecía nublado pero ella ni siquiera se paró a mirar que tiempo hacía.

Tenía toda su atención en lo que le estaba contando su informante. El piloto del avión privado de su sobrino.

Se detuvo a unos metros del comedor para susurrarle.

—Gracias por la información —y colgó.

Se guardó el móvil en el bolsillo de su bata de seda y entró en la sala. Su marido ya había empezado a desayunar. Era típico de ellos no esperarse para hacer algo juntos.

—Buenos días, querida —saludó Shinrei con una sonrisa de oreja a oreja—. ¿Cómo has dormido hoy?

Ella se sentó en su sitio y dejó que le colocaran la comida en la mesa.

—Como siempre.

—Pues yo he dormido estupendamente —dijo el mayor a sabiendas que ella no le había preguntado—. Ya sólo falta un día.

Yoshino levantó la mirada hacia él. Ver la felicidad que irradiaba le daban ganas de vomitar.

—¿Un día para qué? —cuestionó aunque ya supiera la respuesta.

Él fingió ofenderse.

—¿Para que va a ser? —esbozó una sonrisa cínica—. Para que Rukia deje de ser una Kuchiki. No puedo esperar el momento a tener esa renuncia firmada encima de mi mesa. Tanto tiempo esperando este momento que toda la familia me lo va a agradecer.

La mujer agarró su vaso de zumo de naranja recién exprimido.

—Tendréis que celebrarlo entonces.

—Por supuesto. Primero lo celebraré con todos y luego con ella a solas.

Yoshino escuchó como su marido se reía como un desquiciado de su propia broma aunque ella no le veía la puñetera gracia por ningún lado. Era la misma risa que le había escuchado el día anterior con sus dos amigos al pasar por delante de su despacho.

Como le elogiaban por haber conseguido que la joven aceptara firmar y como pronto la iba a tener solo para él. Antes de alejarse asqueada escuchó como su esposo les decía que él, tarde o temprano, siempre ganaba.

Le dio un mordisco a su tostada mirándolo de soslayo. Feliz y tarareando una canción. Como un niño que sabe que pronto va a recibir un regalo que lleva deseando desde hace mucho tiempo.

Ella volvió a repetir en su cabeza lo que le había dicho su informante por teléfono.

‘Hoy voy a llevar al señor Ukitake a Nueva York. Lo van a acercar al aeropuerto en ambulancia y van a preparar todo en el avión para él. El señor Kuchiki también me ha pedido que me quede allí para luego traerlo a él de vuelta. Eso significa que no le da tiempo a volver a utilizar este avión, así que lo más seguro es que entre mañana o pasado él también viaje a la ciudad con una aerolínea. Lo que no sabré es si lo hará solo o acompañado’

Ella enseguida supo que si trasladaban al padre de Rukia a otro hospital, ella se iba a ir con él. Que hubiera trabajado en algo de tan mal gusto, a su parecer, para seguir pagando el tratamiento de aquél hombre, decía mucho del amor que le tenía. No iba a dejarle solo.

Estaba claro que no había mejor momento para hacerlo que éste, cuando Shinrei había conseguido quitarle el apellido. Elogió a su sobrino por haberlo pensado todo tan bien. Allí su marido no tendría nada que hacer… y menos si nunca se enteraba de donde se había marchado su adorada bailarina.

Yoshino sonrió internamente mientras él seguía tarareando.

Esta vez no vas a ganar. Se te va a escapar de las manos… —lo volvió a mirar con disimulo— y seré yo quien me ría.
.

.

Kensei observaba a Rukia a través del objetivo de la cámara y veía a otra persona. Tenía su mismo físico, pero ya no era la misma. Su sonrisa no era real. No transmitía nada de felicidad. En esa sonrisa forzada solo era capaz de ver pena. Cubierta por un velo que alguien que la había visto sonreír de verdad, donde sus ojos brillaban de una emoción inexplicable, podía hacer desaparecer rápidamente.

El otro día no quiso hacerle fotos porqué su rostro lucía cansado y apagado. No obstante, aunque hoy la veía incluso peor, quiso inmortalizarla con la cámara para poder ver más de ella. El resultado fue el que se temió. La Rukia que le maravilló y no podía parar de fotografiar, se había marchado.

Bajó la cámara y se la quedó mirando. La morena dejó de forzar su gesto en la cara.

—¿Qué ocurre? —le preguntó.

Kensei giró la cabeza hacia los demás chicos que esperaban su turno, sentados hablando entre ellos.

—¡Ey! —los llamó para que le prestaran atención—. Vamos a hacer un descanso de diez minutos, luego seguimos.

Rukia se quedó quieta en el sitio viendo como los demás se marchaban antes de acercarse hacia el mayor, que estaba dejando la cámara en una mesa.

—Lo siento —él la miró a los ojos—. No estoy al cien por cien. Usted apostó por mí al darme este trabajo que tanta ilusión me hizo y yo no puedo hacerlo bien. Siento defraudarle.

—Señorita Ukitake —vio como ella apretaba los labios al escuchar ese nombre—. ¿Cree que me siento defraudado? ¿Qué me arrepiento de haberla contratado? —se sentó en la silla y acercó el portátil que tenía al lado. Abrió una de las carpetas del escritorio y después una de las fotos.

Rukia respiró hondo al verse a ella misma en la pantalla. Cada vez que Kensei apretaba un botón del teclado, una nueva foto aparecía. Tuvo ganas de decirle que se detuviera ya que podía recordar lo que pensaba en cada una de ellas para sonreír de esa manera. Casi podía sentir a Ichigo abrazándola por la espalda y escuchar como le susurraba al oído que la quería.

Eran sonrisas de felicidad, como la que tenía en la foto de su cumpleaños que guardaba en el bolso. Las que ocupaban totalmente su rostro cuando era una niña.

—No podría sentirme defraudado con estas fotografías que me ha regalado. Le dije que podría hacer una galería solo de fotos suyas y no mentí. Me va a costar decidirme cuando tenga que escoger —paró de apretar el botón y levantó la vista para verla de pie a su lado con la mirada fija en la pantalla—. Solo puedo sentirme mal al saber que hay algo en su vida que le ha hecho cambiar. Que esa alegría que desprendía ha desaparecido… y lo lamento mucho.

Rukia seguía mirándose, como lucía enamorada.

—Puede que nunca vuelva a ser esa chica…

—Seguro que sí, aún es muy joven. Le queda mucho por vivir —se levantó de la silla y se acercó a su maletín—. Mañana es el último día de trabajo y habrán pasado ya las dos semanas —sacó lo que le pareció a Rukia un bloc de papel y se puso a escribir algo en uno de ellos. La morena arrugó la frente al no saber que estaba haciendo—. Se supone que no tendría que darle esto hasta mañana.

Rukia lo vio arrancar el papel y acercarse hasta donde estaba ella. Abrió los ojos sorprendida al ver lo que le estaba tendiendo.

—Es un cheque al portador con el dinero de estas dos semanas. Escriba el nombre con el que quiera recibirlo, ya sea Kuchiki o Ukitake.

—No puedo recibirlo hasta mañana. No sería justo para con los demás —se rehusó de cogerlo—. Acabaré mi trabajo. Intentaré sonreír mejor, ya verá como no se notará…

—Ya me ha dado lo que quería cuando le hice la prueba en el casting —le agarró la mano y le puso el cheque en la palma—. Incluso más de lo que imaginaba y más que los demás. Para un fotógrafo, encontrar una modelo que le sorprenda de esa manera es lo mejor que puede ocurrirle. Me alegro de haber captado esa felicidad en su rostro.

Rukia miró el cheque, pensando que sino hubieran cambiado tanto las cosas de un día para el otro, recibir ese dinero sería como ver el cielo abierto. Podría tener más tiempo de buscar otro trabajo, pagar el hospital, el alquiler… y poder quedarse en Karakura con Ichigo.

Sin embargo, ya no lo necesitaba. Byakuya la había llamado por la mañana informándole que Ukitake estaba ya de camino a Nueva York. Que iba a hablar con una inmobiliaria de allí para conseguirle un piso en condiciones y cerca del hospital, que no tendría que ponerse a trabajar y que le pagaría los estudios que quisiera hacer. Con dinero podía hacerse cualquier cosa con rapidez y eso la abrumaba. Se sentía un títere al que le están programando toda su vida.

Cuando le contó todo eso, Rukia no se quejó y sabía que no lo haría nunca. Su hermano estaba haciendo mucho por ella y por su padre, y si tenía que seguir los pasos que le marcaba, obedecería sin dudar. Más después de que le explicara el documento que le iba a hacer firmar a su tío Shinrei, para que no se atreviera a tocar nunca más a Ichigo, o que fuera a por su familia o a por sus amigos.

‘Duele decir esto, pero, como abogado, estoy seguro que mientras tenga tu renuncia como Kuchiki le dará igual firmar lo que sea una vez se lo haya leído. Es a ti a quien quiere’.

—Gracias —susurró Rukia—. Por haberme dado la oportunidad que me dio. No lo olvidaré nunca.

—Espero que cuando haga la exposición venga a verla, señorita Ukitake —se dieron la mano y él le sonrió para darle ánimos—. Y también que vuelva a encontrar lo que le hacía tan feliz.

La morena intentó esbozar una sonrisa para agradecerle su apoyo pero no pudo. Le apretó el agarre de las manos en respuesta. Él se lo devolvió entendiéndola.

Se separaron y caminó hacia los vestuarios. Fue a su taquilla para recoger sus cosas y se cambió de ropa. Volvió a mirar el cheque antes de guardarlo. Le dolió que Kiyone y Mashiro no tuvieran que venir hasta más tarde porqué les había tocado en otro grupo, pero en parte lo agradeció por no tener que inventarse el motivo de todo lo que estaba pasando y volver a mentir. Todos los demás, supuso, estarían en la cafetería a la que solían ir, tomando algo caliente.

—Fue un placer conoceros, chicas —murmuró en aquel vestuario vacío.

Se puso el abrigo, el bolso y se marchó de ahí.
.

.

Ichigo no sabía ni que hora sería. No se había dignado ni a mirar el reloj de su mesita. No le importaba en absoluto. Desde que se había despertado, se había quedado mirando el techo, sintiendo aquel picor en los ojos que hacía años que no sentía, de haber estado llorando por la noche.

Ni siquiera se acordaba de que tenía que ir a clase. Ni se preguntaba porque su padre o alguna de sus hermanas no le habían despertado.  El silencio le envolvía y solo era capaz de pensar en ella. Intentando hacerse una idea de que lo que había ocurrido había sido real y no una pesadilla.

Rukia se marchaba… para siempre…

Ichigo se llevó las manos a la cara tapándosela, preguntándose qué iba a hacer sin ella. ¿Cómo podría seguir la vida que tenía antes de conocerla si cada poro de su cuerpo y alma ya le pertenecía a ella?

‘Te quiero, Ichigo. No quiero que te olvides nunca de que te amo con todo mi corazón.  No podría estar más enamorada de ti de lo que lo estoy ahora.’

Se incorporó y se sentó en el filo de la cama volviendo a recordar el verdadero motivo por el que no podrían seguir juntos. Intentaba evitar a toda costa pensar en él y en lo que les había hecho a los dos, porqué cuando lo hacía, notaba como la rabia se trasladaba rauda por sus venas.

‘No quiero volver a verte de esa manera… herido y lleno de sangre’

Ni cuando le habían hecho eso se había sentido de esa manera, porqué ella seguía a su lado.  Odiaba a Shinrei. Sabiendo que de no haber aparecido en sus vidas, aunque ella se marchase lejos para estar con su padre, mantendrían una relación a distancia. Lo sabía porqué la creía cuando ella le decía que lo amaba.

Se volteó y pegó un fuerte puñetazo al colchón imaginando que era la cara de Shinrei. Ni siquiera sintió dolor en las heridas que aún tenía en los nudillos.

—Todo por tu culpa, hijo de puta —dijo enfadado entre dientes—. De lo único que me alegro de todo esto es que no podrás hacerle nada a Rukia. Yo la voy a perder, sí… pero tú también, cabrón —se imaginó la sonrisita cínica que puso durante la cena, la primera y única vez que le había visto, y apretó la mandíbula con impotencia—. No sé lo que sería capaz de hacerte si te volviera a ver.

‘Tu novia tiene carácter, eh. ¿Cuánto hace que estáis juntos?’

‘No te interesa saberlo’

‘Claro que me interesa. Yo siempre me he preocupado por el bienestar y la felicidad de la señorita Ukitake’

—¡Una puta mierda! —exclamó enfadado, sin poder aguantarlo más, y empezó a dar puñetazos más violentos al colchón. Una de las heridas se abrió y manchó la sábana blanca de sangre—. ¡Si no fuera por ti, ella seguiría conmigo!

Agarró la pequeña lámpara de la mesita y la tiró con violencia hacia la puerta, rompiéndose al golpear con ella. Los cristales de la bombilla se dispersaron por el suelo. Se levantó furioso y fue hacia el escritorio donde lanzó al suelo todo lo que tenía encima, queriendo que la frustración que sentía se esfumara de una maldita vez. Notaba como su corazón se agitaba y gritaba de rabia al no poder hacer absolutamente nada por cambiar el hecho de que iba a perderla.

‘Me da igual lo que pueda hacerme a mí, yo solo quiero estar contigo.’

‘A mí no me da igual, Ichigo. Ya te lo dije, tú harías lo mismo si fuera al revés.’

Él sabía que ella tenía razón y eso hacía todo más doloroso. No habría esperanzas para ellos dos y lo único que le parecía era que se dirigía, sin poder detenerse, a una jodida caída libre.

—¡¿Por qué no puede ser todo más fácil?! ¡Joder! —gritó frunciendo más el ceño y dando un golpe a la mesa—. ¡¿Por qué?!

La puerta de la habitación se abrió de golpe y entró Isshin, asustado al escuchar todos esos ruidos cuando regresó de la clínica. Al entrar, vio los cristales en el suelo como todo lo demás y como su hijo no paraba de pegar con los puños cerrados a la mesa, dándole la espalda.

—¡Ichigo, para! —le pidió acercándose a él.

—¡Déjame en paz! —volvió a dar otro golpe.

El mayor le agarró uno de sus brazos para detenerle sin poder verle la cara. Notaba el músculo tenso y engarrotado debajo de la sudadera.

—¡¿Cómo te voy a dejar en paz?! ¡Te estás abriendo los nudillos! ¡Tienes que tranquilizarte!

—¡No puedo! —movió el brazo para deshacerse del agarre del padre.

—¡Se acabó, Ichigo! —exclamó el mayor enfadado sujetándole la cabeza y girándole el rostro hacia él antes de que diera otro golpe—. ¡Sí que pue…

No pudo acabar la frase al ver a su hijo con los ojos fuertemente apretados y las mejillas llenas de lágrimas.

El pelinaranja se dejó caer de rodillas al suelo, notando como su padre no le soltaba y se arrodillaba junto a él. Empezó a llorar más fuerte. El odio y el enfado, a cada golpe que daba, se había ido transformando, trayendo de nuevo el dolor y la desesperación.

—Rukia… se va a marchar, papá —murmuró agachando la cabeza.

Isshin respiró hondo sintiendo la pena del joven y quemándole por dentro.

—Tranquilo, hijo —le abrazó haciendo que apoyara la cabeza contra su pecho, queriendo consolarle como a un niño. Todavía era su niño—. No llores más.

—Yo la amo… ¿Qué hago sin ella?… ¿Qué voy a hacer?

El moreno cerró los ojos volviendo a pedirle mentalmente que lo perdonara.

—Pues continuar, Ichigo. Seguir hacia delante.

.

.

Byakuya entró en la mansión de su tío cuando uno de los mayordomos le abrió. La verdad era que hacía mucho que no pisaba esa casa. La última vez, si no recordaba mal, había sido tres años atrás, en una cena de gala que prepararon para las familias nobles de Japón. Sabía de sobra que no volvería a ver tantas sonrisas falsas juntas en ningún otro sitio. Esperaba no tener que volver a verlas.

—Su tío está esperándole en su despacho, señor Kuchiki —le dijo el mayordomo haciendo una leve reverencia—. Acompáñeme, por favor.

El abogado no le dijo nada y le siguió, subiendo la escalera principal. El mármol estaba cubierto por una alfombra de la India con bordes en hilo dorado. La baranda, de madera oscura, brillaba tanto que parecía que acababan de barnizarla. Continuaron por un pasillo hasta que el hombre se detuvo enfrente de una puerta.

Picó una vez y después de un breve ‘pasa’, el mayordomo abrió la puerta apartándose a un lado para que entrara Byakuya. En cuanto entró, él se fue. Esas habían sido las órdenes que le habían dado.

—Sobrino, ¿qué te trae por aquí? Pensé que estabas en Corea  —dijo alegremente Shinrei apuntando con la mano hacia una de las sillas delante de su mesa para que se sentara—. No me esperaba tu llamada tan temprano y menos para decirme que pasarías a hablar conmigo personalmente. Desde aquella última llamada, en la que me amenazaste con sacar los trapos sucios de tu propia familia a la luz, no hemos vuelto a hablar. ¿Va todo bien?

Byakuya le miró con el rostro serio e imperturbable, al escuchar el tono sarcástico con el que le hablaba. Se sentó en la silla que le había ofrecido y dejó su maletín en el suelo.

—No del todo, tío.

Shinrei mantuvo su sonrisa tirándose hacia atrás en su sillón de piel. Desde que Byakuya le había llamado ya se había imaginado la razón de su visita. Incluso ya se esperaba que después de hablar con Rukia, pronto iba a tenerle delante. Bastante había tardado a su parecer. Enseguida, pensó, que por muy abogado que fuera su sobrino, no conseguiría sacarle nada. Sería la palabra de la morena contra la suya, como ya le dijo a ella.

—Tú me dirás.

—He venido porqué quizá también quieras contarme a mí lo que le dijiste a Rukia en su piso —se cruzó de brazos observando como la mueca que tenía su tío en el rostro se hacía más marcada. Como si hubiera estado esperando por eso.

—Claro, por supuesto. Fui a su piso para recordarle que lo mejor para ella era que renunciara al apellido Kuchiki. Estuvimos hablando tranquilamente y ella al final lo entendió.

Byakuya frunció el ceño.

—No fue eso lo que pasó y lo sabes bien.

Shinrei se hizo el sorprendido.

—¿Cómo que no? ¿Qué te ha contado ella? Fue eso lo que pasó. ¿Por qué tendría que mentirte?

—Quizá porqué lo que hiciste allí fue amenazarla.

El mayor frunció el ceño.

—¿Amenazarla? —cuestionó sentándose más recto en la silla. Su sobrino le mantenía la mirada en todo momento—. No sé como tomarme que siempre pienses lo peor de mí, Byakuya. Yo no soy ningún monstruo que va por ahí haciendo esas cosas.

—Para empezar, yo sí que no sé como tienes el valor de ir a donde ella vive cuando te dije que no lo hicieras.

—Vamos, sobrino —alzó las manos como un inocente—. Sabes de sobra que toda la familia quiere que ella deje de ser una Kuchiki. Es mi deber hacer que firme esa renuncia ya que tú te empeñas en detenerlo —le contó y se levantó del sillón para dirigirse a un minibar—. No tengo ni idea de lo que esa chica te habrá contado pero la verdad, no me interesa. Solo quiero que… —le miró de soslayo—, como ella me prometió, firme ese documento este viernes. Mañana.

Byakuya observó como se sirvió un vaso de whisky. Le vio alzar otra vacía hacia él para servirle una pero negó levemente con la cabeza. Supo que su tío no iba a decirle nada. Ni de la amenaza, ni que había confesado ser el causante de la paliza a Kurosaki… Nada. Sin embargo, ya lo sabía. Shinrei siempre le decía que no tenía ninguna prueba contra él y, lamentablemente, tenía razón.

Ahora lo único que lo consolaba de saber que Rukia iba a dejar de ser una Kuchiki, era que se marchaba lejos donde no pudiera hacerle nada.

—Me he tomado la libertad de modificar la renuncia —dijo Byakuya viendo como se sentaba otra vez con el vaso en la mano.

—¿Cómo modificarla?

—Bueno, digamos que he puesto una sola cláusula nueva que legalmente se tendrá que cumplir una vez firmado. Lo firmaremos los tres. Tú, ella y yo.

Shinrei carraspeó. Eso sí que no se lo había esperado.

—¿Y puedo saber que cláusula es esa?

—Por supuesto —respondió Byakuya abriendo el maletín y sacando el sobre marrón donde estaba la renuncia. Se lo pasó por la mesa sin abrirlo.

El mayor lo abrió sin que se le notara nervioso por este cambio drástico en como había pensado que iban a ir las cosas. Empezó a leer para sí mismo lo que ponía. Notaba la mirada de Byakuya en su persona todo el rato.

“Srta. Rukia Kuchiki renuncia, de manera permanente, al apellido Kuchiki. Regresando así a su anterior apellido Ukitake, proveniente de su padre adoptivo Sr. Jushiro Ukitake.”

Respiró hondo. Hasta ahí estaba bien. Pasó por encima de los demás párrafos hasta que se detuvo al leer su nombre.

“Con el fin de que la renuncia sea efectiva, Sr. Shinrei Kuchiki, accede y acepta no acercarse, ni él ni ninguna persona ordenada por él, a ninguna persona que tenga o haya tenido contacto/relación con la Srta. Rukia Kuchiki. Especialmente la persona mencionada a continuación: Ichigo Kurosaki.”

Shinrei levantó la mirada con enfado.

—¿Qué cojones es esto, Byakuya?

—Lo que estás leyendo. Éste va a ser el documento legal de la renuncia de Rukia. Cuando me contó lo que le dijiste en su piso me lo creí. Pongo la mano en el fuego por ella y estoy seguro de que no me quemaría.

—¿Y crees que yo soy tan gilipollas como para firmar estos papeles? —le soltó sarcástico dejándolos caer en la mesa—. Esto básicamente sería como declarar que me he acercado a alguien relacionado con ella o a ese tal —hizo que buscaba el nombre por las hojas—, Kurosaki. Que ni recuerdo quien es.

—Seguro que sí.

Shinrei se sintió furioso por dentro pero no se lo hizo ver.

—No voy a firmar esto.

—Pues Rukia no dejará de ser una Kuchiki —sentenció Byakuya mirándole a los ojos. Tenía que presionarle para que cambiara de parecer—. Yo mismo contrataré a agentes de seguridad para que vigilen a Kurosaki, a su familia y a los amigos de Rukia. A ella lo haré personalmente.

—No podrás protegerlos siempre.

—¿Y a ti que te importa? —le soltó alegrándose por dentro de que su tío empezara a mover la cabeza, visiblemente nervioso. Él tenía razón, no podría protegerlos siempre. Por eso necesitaba que firmase aquel papel, para tenerlo atado—. Ni siquiera recuerdas quien es Kurosaki. ¿Por qué quieres que no los proteja siempre? ¿Para volver a amenazarla con ellos?

Shinrei apretó los puños recriminándose el haber estado a punto de meter la pata. Tenía que serenarse.

—No conseguirás que te diga lo que quieres oír, Byakuya. Es la palabra de esa chica contra la mía. Nunca tendrás ninguna prueba que me incrimine de algo porqué no existen.

—Yo solo quiero que toda esta guerra termine de una vez —intentó razonar con él. Sabía que era lo que más quería—. Si firmas esto, Rukia dejará de ser una Kuchiki, lo que siempre has querido. Y ella podrá estar tranquila de que, simplemente, está protegiendo a la gente que le importa.

El mayor arrugó la frente. Un nuevo pensamiento cruzó por su cabeza.

—¿Qué cambiaras el documento fue idea de ella? —quiso saber volviendo a leerlo.

—Sí —mintió—. Ahí no dice nada de que ya te hayas acercado a su entorno o a Kurosaki —explicó el abogado echando el cuerpo para adelante y apoyando sus codos en las rodillas—. Legalmente no serviría para incriminarte de nada y eso en parte me jode. Pero si con eso puedo hacer que ella se sienta mejor, lo firmaré. Desde un principio, Rukia tampoco quiso mantener el apellido Kuchiki y yo la obligué a hacerlo.

Shinrei respiró hondo escuchando atento a todo lo que su sobrino le decía. Ahora no podía dejar de pensar que realmente tenía en las manos lo que llevaba mucho tiempo deseando y anhelando. El primer paso para acercarse más íntimamente a Rukia sin tener que pensar que seguía siendo una Kuchiki. Después de haber pasado por tanto ya lo tenía delante de sus ojos.

Byakuya le había dicho que de la protección de ella se encargaría personalmente, pero sabía de sobra que no podría hacerlo las veinticuatro horas del día y, de lo poco que conocía a la morena, sabía que en unos días no soportaría estar tan vigilada. Ya le daría igual ese novio de pelo naranja que tenía. Él sabía donde ella vivía y por que entorno se movía. Era cuestión de tiempo. Esperaría y cuando bajara la guardia, sería su momento para entrar en acción.

Esbozó una pequeña sonrisa ladeada, dándole igual que su sobrino la viera. Ésta era su gran oportunidad y no la iba a desaprovechar. Si no firmaba, Rukia siempre estaría en alerta con miedo de que a su pareja le pasara algo otra vez.

Sin embargo, si firmaba, ella se relajaría.

—¿Tendré la renuncia mañana?

—Mañana a última hora te mandaré una copia por fax para ti, con las tres firmas.

—Que quede claro, que si firmo es solo porqué la familia Kuchiki no puede seguir permitiendo que alguien como ella sea una de los nuestros.

Byakuya apretó los dientes al escuchar aquella mentira. Lo único que quedaba claro es que al final le daría igual firmar lo que fuese con tal de tener más libertad para actuar. Ya no habría ninguna barrera legal que lo separara de Rukia. Cerró los ojos para no seguir viendo esa sonrisa de victoria en la cara de su tío, mientras cogía su pluma y se disponía a firmar. Menos mal, pensó, que la barrera que iban a poner iba a ser incluso mayor que la anterior. 

Sino, aquel momento hubiera sido un fracaso para él. Aunque de no irse a Nueva York, no la hubiese dejado ningún día sin vigilancia. No fallaría a la promesa de Hisana nunca más.

—Ya está —dijo Shinrei al terminar de firmar y se lo entregó.

El abogado lo guardó en su maletín y se levantó para marcharse.

—Espero que ya no tengas a nadie detrás de Rukia —le advirtió yendo hacia la puerta—. Sigue siendo una Kuchiki hasta que firme esto.

—Nunca he tenido a nadie detrás de ella —volvió a mentir. Aunque era cierto que había ordenado que ya no la siguieran desde el día que estuvo en su piso. Sabía que con el miedo que le dejó en el cuerpo, haría todo lo que le había dicho, como lo de que no durmiera con su novio. Ya no quiso continuar pagando más a esa gente—. No te fíes tanto de las cosas que te cuenta esa chica.

Byakuya abrió la puerta y le miró antes de irse.

—Adiós, tío.

Shinrei le vio salir. Cuando se cerró la puerta agrandó aún más la sonrisa. Había ganado.

Pronto serás mía, Rukia. Solo mía. Esto tengo que celebrarlo —se dijo a si mismo y cogió el móvil de la mesa para llamar a sus amigos.

Byakuya bajaba por las escaleras deseando alejarse de ahí, cuando vio que su tía salía del salón y se acercaba al vestíbulo, andando despacio con los brazos cruzados y mirándolo seria.

—¿Le has traído la renuncia de Rukia?

—¿Tú también lo sabes?

Yoshino alzó una ceja.

—Para no saberlo. Tu tío no habla de otra cosa.

—Me imagino —llegó al vestíbulo y se detuvo—. Le he traído una nueva renuncia, que he redactado yo, y me la acaba de firmar.

—¿Una nueva?

—Sí, le he hecho firmar una cláusula donde dice que no se acercará a la pareja de Rukia ni a nadie que tenga o haya tenido contacto con ella.

La mujer asintió levemente.

—Muy buena esa. Sabías de sobra que él firmaría lo que fuera con tal de tener vía libre.

Byakuya frunció el ceño.

—No va a tener vía libre, tía. Nunca. No sé que es lo que se pensará mi tío, pero voy a seguir protegiéndola igual que si siguiera siendo una Kuchiki.

Yoshino recordó lo que le dijo su informante, que ahora iba camino a los Estados Unidos. Sí que iba a protegerla bien allí, porqué ella no pensaba abrir la boca sobre eso.

—Ya lo sé. Esa chica te va a llevar siempre de cabeza por el amor que le tenías a su hermana.

Byakuya se la quedó mirando en silencio. De pronto, echó una ojeada hacia todos lados para cerciorarse que no había nadie cerca.

—¿Algún día me darás esas pruebas que te encontraste?

Yoshino suspiró y sonrió, aunque la sonrisa no le llegó a los ojos.

—No lo sé, quizá algún día, cuando el asco que siento por mi marido sobrepase los límites de mi paciencia. Pero claro, tengo mucho de eso. Yo también vengo de una familia de nobles… —bajó la mirada, sin quitar esa sonrisa, y murmuró—, y también tengo mucho que ocultar.

Byakuya sabía a que se refería. Conocía su adicción a algunas drogas, aunque al verla parecía que las controlaba bastante bien.

—Yo te defendería de salir eso a la luz.

La mujer lo miró con cariño por primera vez en mucho tiempo. Solo duró un segundo, pero Byakuya pudo percibirlo.

—Lo tendré en cuenta a pesar de que espero que no llegue nunca ese día.

—¿Las seguirás guardando igualmente, verdad?

Ella asintió.
.

.

Rukia se inclinó con educación, disculpándose.

—Siento avisarles con tan poco tiempo, pero me ha surgido un imprevisto y…

—Déjalo, Kuchiki-san —la interrumpió Urahara con una sonrisa y con el dinero, que le acababa de dar Rukia por los días de Diciembre, en la mano—. Estamos acostumbrados a que nuestros huéspedes vengan y se vayan de esta manera, sin previo aviso. Como llegaste tú en su día.

—Siempre que se marcha un inquilino —habló Yourichi poniéndole una mano en el hombro—, esperamos que sea para mejor. Aunque éste sea nuestro hogar, sabemos que no es el sitio ideal para vivir.

La joven la miró a los ojos queriendo decirle, que en ese pequeño piso había podido sentir la felicidad que hacía mucho que no sentía. Sobretodo los últimos meses. Sin embargo, apretó los labios y no dijo nada de eso. Solo asintió y le dio la razón.

—Yo también lo espero.

—Suerte, Rukia.

—Que vaya muy bien, Kuchiki-san.

—Gracias —hizo una reverencia—. Gracias por todo.

La pareja sonrió por esos modales y, viéndola marchar, se metieron dentro cerrando la puerta.

Rukia se detuvo enfrente de la suya, pensando en todo lo que le quedaba por hacer antes de irse. 

Ya había ido al banco para sacar el dinero que le quedaba en la cuenta, que le dio para pagar el alquiler de esos pocos días del mes, y la canceló. Acababa de hablar con sus caseros, pero aún tenía que recoger todo de su piso, ir a su casita rural y hacer maletas con ropa de ella y de su padre, firmar la renuncia del apellido, hablar con su hermano, despedirse de Nell, de Renji y… de él.

Cerró los ojos y suspiró apoyando la frente en la fría puerta. Despedirse de Ichigo iba a ser lo más difícil de todo y si a ella le dolía el pensar que no volvería a verlo, sabía que él estaría peor. Sin saber siquiera donde se marchaba. Por lo menos, se dijo a si misma, que esta vez si que conocía toda su historia. No como aquel día, en el que estuvo a punto de aceptar el trato de su hermano e irse a Tokio.

Ahora sí que conocía todos los motivos que la llevaban a elegir un camino separado de él. Lo que menos deseaba, es que se le pudiera pasar por la cabeza, ni por un segundo, que no lo amaba. Porque la realidad era que Ichigo ya formaba parte de ella misma.

Se mordió el labio inferior conteniendo sus emociones y entró rápido a su piso. Cerró y se dejó caer de espaldas resbalando por la madera. Escondió el rostro entre sus rodillas dobladas rogándose no llorar más. Tenía que ser fuerte, no había nada que se pudiera hacer para cambiar lo que estaba pasando.

Ukitake estaba de camino a los Estados Unidos y ella se iba a ir con él. Su corazón no tenía más remedio que resignarse, aunque no evitó que sintiera una sensación de ahogo insoportable.

Volvió a pensar en aquel día que pasaron juntos en su casita rural y supo que invitarle de nuevo sería lo mejor. Así podían pasar todo el día juntos, ya que ésta si que iba a ser una despedida de verdad.

Se obligó a levantarse del suelo, dejar el bolso en el sofá y quitarse el abrigo. Cuando iba a ir hacia el dormitorio para empezar a hacer las maletas, escuchó como su móvil sonaba. Al sacarlo del bolso vio que ponía en la pantalla el nombre de su hermano. Respiró hondo varias veces para tranquilizarse y descolgó.

—Hola Nii-sama.

Hola, ¿Cómo estás?

Rukia se sentó en el sofá mirando el techo.

—Mal, ¿para que te voy a mentir? —susurró escuchando como Byakuya suspiraba.

Lo sé —agradeció que cambiara de tema rápido—. Me han llamado del hospital de Nueva York para decirme que han recibido el historial clínico de Ukitake y que en cuanto llegue, lo ingresarán y le subirán a planta.

La morena se incorporó apoyando los codos en las rodillas atenta a lo que le contaba. Su hermano continuó hablando.

Son unas trece horas de vuelo, así que por las ocho de la tarde más o menos llegará al aeropuerto. Ya habrá una ambulancia que lo recogerá en la pista. Lo único que faltaría es ir personalmente y firmar todos los papeles que nos entreguen, para que puedan empezar el tratamiento. También para que no haya problemas con tu visado y autorizar tu estancia. Así que como muy tarde tendríamos que irnos este sábado.

La joven se pasó la mano libre por el pelo agradeciendo tener a su hermano con ella. Si él no estuviera en esos momentos a su lado, nada de esto podría ser posible. Además se sentiría demasiado perdida.

—¿Vas a venir conmigo?

Claro. No voy a dejarte sola. Luego cuando ya esté todo arreglado, me volveré. No me quedaría tranquilo si no te acompaño.

Rukia giró la cabeza y miró por la ventana. El poco cielo que veía desde ahí estaba gris.

—No sé ni cómo podría empezar a pagarte por todo lo que estás haciendo por mi padre y por mí.

No tienes que pagarme por nada, Rukia —le cambió de tema—. Por cierto, esta mañana he ido a casa de mi tío. Ya lo ha firmado.

—¿Has protegido a Ichigo?

Sí. No podrá acercarse, ni él ni ninguna persona ordenada por él, a ninguna persona que haya tenido contacto contigo. Así que Kurosaki, su familia, tus amigos y Ukitake están a salvo.

—¿Y Shinrei no se ha quejado?

—Al principio, sí, pero… como ya te dije, con tal de que dejes de ser una Kuchiki le da igual.

Rukia respiró hondo un poco más tranquila al saber que a Ichigo no le pasaría nada. Nada más… porque la imagen de él sangrando no se le iba de la mente.

Odió más a Shinrei por eso y por ser el motivo de que no pudieran mantener la relación a pesar de la distancia. Eso podría hacer que en algún momento Shinrei supiera donde estaba ella. Que lo supiera poca gente era primordial, para que no volviera a cruzarse en su camino una vez dejara de ser una Kuchiki.

Nunca había aborrecido tanto a alguien como a ese hombre. Una sensación de asco subía hasta su garganta con solo pensar en él y en lo que seguramente quería de ella. Pidió que no se lo volvieran a encontrar ninguno de los dos.

Byakuya cortó sus pensamientos.

Yo también he firmado. Ahora solo faltas tú y le enviaremos una copia el viernes. El original me lo quedaré yo —le comentó—. Mañana te lo llevo y el sábado nos vamos. ¿Te parece bien?

Ella se levantó y caminó hacia la ventana. Cerró los ojos viendo claramente el camino que la alejaba de Karakura y de Ichigo. Ya estaba todo dispuesto. No había razones para alargar más el dolor de la despedida.

—¿Podemos… —susurró sintiendo un nudo en el pecho—, podemos irnos mañana a última hora?

—¿Estás segura?

—Creo que sí me quedo un solo día más, no voy a ser capaz de alejarme de él.

Entiendo —la joven supo que fue sincero. Que la entendía de verdad.

—Tengo ir a mi casa a recoger mi ropa y la de Ukitake también —se tapó los ojos con la mano libre. Él iba a despertar, estaba segura—. Voy a decirle a Ichigo si quiere venir conmigo y pasar ese último día juntos —apretó los dientes reteniendo sus sentimientos de nuevo, como si estuvieran en el borde de un precipicio.

Kurosaki aceptará ir contigo —dijo convencido—. Así que pasaré por allí sobre las siete de la tarde. En coche son unas tres horas de camino. Le dejaremos en su casa e iremos al aeropuerto. Yo me encargo de los billetes.

La morena sintió como su mano se mojaba al igual que sus mejillas.

—Tienes que despertar, papá. Que este sufrimiento valga la pena, por favor…

.

.

Ya se había hecho de noche. Aunque en esa época del año ya empezaba a oscurecerse el cielo demasiado pronto. Las farolas iluminaban a los amigos de Ichigo que se alejaban de la casa de éste. Se habían acercado preocupados porque no le cogía a ninguno el teléfono ni respondía los mensajes. Sin embargo, solo habían podido hablar con su padre, que les había dicho que estaba en su cuarto ya que no se encontraba bien.

Al preguntar si era por las heridas, el mayor bajó la cabeza y les respondió: ya os lo contará él.

Ichigo, arriba en su habitación, sentado en el escritorio, escuchó como sus amigos se marchaban. Le supo mal no bajar a verles, ni contestar a sus llamadas y a las de Kaien, pero no tuvo fuerzas para decir en voz alta la verdad de lo que estaba ocurriendo. Aún no.

Ya había sido demasiado doloroso decírselo a su padre, pero fue algo que necesitó. Agradeció que le dejara desahogarse sin decirle nada. Solo abrazándolo.

Cuando pudo calmarse, su padre le levantó del suelo y antes de soltarlo e irse, le miró a los ojos con un gesto en el rostro que no pudo descifrar. Al principio le pareció de culpa pero estaba seguro que fue más de pena, por ver a su hijo de esa manera, tan destrozado.

Después de eso, había ido al baño para lavarse la cara, colocarse una tirita en la herida abierta de la mano y serenarse. Se miró al espejo sintiéndose un poco más aliviado. Aún continuaba enfadado con Shinrei y sabía que lo estaría por mucho tiempo, quizá toda su vida, pero el haber podido descargar su frustración le había venido bien. Sino el odio que le tenía le iba a consumir. 

Bajó a comer, sabiendo que sus hermanas estaban en clase. Subió y volvió a encerrarse en su cuarto, dándole igual ver todo por el suelo. Los cristales seguramente, pensó, los había recogido su padre cuando él fue al baño. 

Al llegar Karin y Yuzu, quisieron verle. No obstante, su padre, sin saber bien que les dijo, las alejó de la puerta.

Llevaba un buen rato sentado en la mesa, sujetando la foto de Rukia. Era la que le había traído Kaien. Cuando la sacó del cajón pensó que era la única fotografía que tenía de ella. Pasó el pulgar como si le acariciara la mejilla.

—¿Qué voy a hacer con todo lo que siento por ti, Rukia? —preguntó en murmullos como si le estuviera contando un secreto. Ella le miraba con aquella sonrisa que él adoraba, congelada en el tiempo.
 ‘Me encanta cuando sonríes’

‘Tú me haces sonreír, Ichigo. Es muy fácil a tu lado.’

—¿Cómo hago para olvidarte? —volvió a acariciar la foto—. No estoy preparado para esto. Ni siquiera me atrevo a llamarte… pensando que será la última vez. Tengo miedo, Rukia... de no saber seguir hacia delante sin tí...
.

.

 En Bleach no importaba el día que fuese. Siempre estaba lleno de gente que venían a pasar la noche, olvidándose de sus problemas y obligaciones. En aquel lugar solo estaban permitidos los sentidos, las emociones y el disfrutar el momento.

Sin embargo, para Rukia, que estaba sentada en una de las mesas del final, apartada para que no la reconociera nadie, solo existían los recuerdos.

Momentos en los que era ella la que estaba encima de aquel escenario, bailando al ritmo de la ensordecedora música, cautivando al público, notando el metal de la barra en su piel…

Atrás quedaron aquellos días en los que se sentía libre de poder dirigir su vida. Vivía en un piso que parecía que iba a derrumbarse y su padre no despertaba, pero bailando podía olvidarse de todo. Aunque fuera solo durante esos minutos, podía sentirse libre. Bailar fue su salvación.

La sala se oscureció y empezó a sonar otra canción. Los focos apuntaron a las dos chicas que comenzaron a moverse. Una era Nell y la otra, la chica que la estaba reemplazando. Apoyó la barbilla en la mano, observándolas. Sintió extraño el estar entre el público y no allí encima.

Se había acercado a Bleach para despedirse de Nell y de Renji. A Gin y a Rangiku solamente pasó a saludarlos como si fuera una noche cualquiera, intentando mantener una sonrisa en su rostro lo más creíble posible, para que no se le notara lo mal que estaba por dentro. Para ella, eran dos personas importantes que la habían ayudado mucho y era lo mínimo que se merecían, aunque le costara mantener esa sonrisa.

No obstante, lo que fue duro para ella fue despedirse de sus dos amigos. Ni siquiera se acordaba ya de cómo había empezado la conversación, ni como le había dicho a Nell que no podía contarle más. Solamente quiso guardarse el cariño que se tenían entre los tres.

[FLASHBACK]

Nell la agarró las manos por encima de la mesa y la miró a los ojos como queriendo ver a través de ellos, aunque nunca lo lograba.

—Tú y tus secretos, Rukia. Lamento de corazón no haber llegado a ti para que me contaras que ocurre en tu vida.

—Nell —apretó sus manos—. Eres mi única amiga. Si no te conté nada es porqué cuando estaba contigo quería que habláramos de otras cosas. De música, de las coreografías, de ropa, de chicos, y dejar de pensar en lo demás. Contigo me quería sentir como una chica normal —miró a su izquierda donde estaba Renji sentado y soltó una mano del agarre de Nell para sujetar la del pelirrojo—. Ni siquiera Renji sabe todo —agachó la mirada pensando que él único que sabía toda la historia era Ichigo—. No sé como agradeceros que estuvierais conmigo a pesar de eso y que me ayudarais a seguir adelante. Os voy a echar mucho de menos.

Renji, con el rostro tenso, llevó su mano libre al mentón de la morena e hizo que levantara la cabeza para que lo mirase.

—Y nosotros a ti, pequeña. Siempre.

La peliverde dirigió su mirada hacia arriba mordiéndose el labio inferior para no llorar ya que pronto tendría que salir a bailar. Quiso preguntar por Ichigo pero algo le decía, por la forma en que les había contado que tenía que marcharse, que se iba a ir sola. Eso le puso aún más triste.

—Espero que al lugar donde vas… —la miró con los ojos acuosos intentando que no se le quebrara la voz— tus problemas se arreglen y puedas ser feliz, en todos los sentidos. No hay nada que desee más para ti, Rukia, que la felicidad.

Rukia sujetó más fuerte las manos de ambos.

[FIN FLASHBACK]

Después, las dos se levantaron y se abrazaron fuerte. Nell le susurró en el oído.

‘Espero que si algún día nos volvemos a encontrar, me cuentes lo bien que te va todo’.

Al soltarse, Nell la miró apretando los labios y se marchó al vestuario. Era la primera vez que Rukia la veía así. Siempre tenía una sonrisa en la cara y le dolió ser ella la causante de ese cambio.

Más cuando al verla bailar, se daba cuenta que lo hacía con la mente en otro lado, aunque sabía que nadie más se estaba percatando de eso.

Luego Renji y ella se abrazaron como lo habían hecho en el coche del mayor el otro día. A él no tenía que contarle nada más. Ya sabía que se marchaba porqué su padre se estaba muriendo y tenía que llevarlo a otro hospital para un nuevo tratamiento. Y también conocía los motivos por los que ella no le decía donde iba.

Renji la estrechó entre sus brazos y ella se agarró a su espalda.

‘Nunca te olvidaré, Rukia. Espero que tú tampoco a mí.’

‘Eso sería imposible. Eres mi mejor amigo, Renji. Te deseo lo mejor.’

‘Suerte, pequeña. Todo irá bien.’

Rukia sabía que, después de haberse despedido de ellos, tendría que haberse marchado ya del bar, pero le estaba costando hacerlo. Bleach había cambiado su vida por completo cuando una noche cualquiera, un chico de diecisiete años la ayudó a quitarse de encima a un hombre que la estaba molestando.

'Quería agradecerte por lo que has hecho antes por mí allí fuera'.

'Y no se te ha ocurrido otra cosa que besarme'.

Observó como el baile estaba a punto de acabar y se imaginó a ella misma bailando donde estaba la otra chica.

Aquí fue donde nos conocimos, Ichigo —pensó, cerrando los ojos, guardando en su corazón aquellos recuerdos.

'¿Por qué te crees que voy todas las noches al bar? ¿Para ver a esas mujeres bailar? No... Voy solamente para verte a ti.'

Respiró hondo y se levantó. Empezó a caminar hacia la salida, pero volteó la cabeza para ver a Renji una última vez. Éste la miró desde su puesto y ambos levantaron la mano diciéndose adiós para siempre. Se grabó la imagen de su amigo, mirándola con pesar desde la distancia.

Suspiró y se obligó a dar la vuelta, saliendo del bar por la puerta donde había un hombre trabajando que no conocía. Pasó entremedias de la gente que hacía cola para entrar y se puso el abrigo enseguida.

Sacó el móvil del bolso y buscó el nombre de su novio. Le sabía mal avisarle tan tarde, pero le había sido emocionalmente imposible dar el paso antes, para preguntarle si quería pasar ese última día juntos. Sólo el pensarlo ya dolía.

Quiso esperar hasta que la hora se acercase para decirse a si misma que no podía retrasarlo más. Era ahora o nunca. No habría nada que los salvase de eso. Ninguna llamada de una tercera persona, ningún puesto de trabajo, nada…

Inspiró el aire frío de la noche mientras seguía caminando por la calle.

Había llegado el momento. 

Apretó el nombre de Ichigo.
.

.

El pelinaranja estaba tumbado en la cama, mirando el cielo oscuro a través de la ventana, cuando su móvil empezó a vibrar a los pies del colchón, donde lo había dejado antes. Su cuerpo se alteró al pensar que a esa hora no sería ninguno de sus amigos. Se sentó y vio el nombre de Rukia en la pantalla. Su corazón empezó a latir más rápido y nervioso.

Lo agarró y descolgó llevándoselo a la oreja. Le pareció moverse a cámara lenta.

Ichigo.

Éste llenó sus pulmones de aire y apoyó los codos en sus rodillas, agachando la cabeza.

—Hola —murmuró con la voz ronca y le dijo lo primero que le vino a la cabeza—. Espero que no me llames para decirme que te vas ya… sin ni siquiera vernos.

—¿Crees que haría eso?

—No —respondió sin dudar. Se tapó los ojos con la mano—. Es el miedo el que ha hablado por mí.

Rukia se quedó un rato en silencio antes de escucharla susurrar.

Yo también tengo miedo, Ichigo. De todo lo que está pasando. He querido hacer todo lo que tenía hacer para poder estar contigo más tiempo antes de irme —escuchó como ella suspiró varias veces antes de seguir hablando—. Me voy mañana por la noche.

El pelinaranja levantó la cabeza asustado.

—¿Tan pronto? Me dijiste que quizá te irías este fin de semana. ¿Y el trabajo?

Lo he acabado hoy —por la voz la notó muy cansada—.  Ya no era capaz de mostrar nada ante la cámara y Kensei me ha dicho que me fuera. Me ha pagado por las dos semanas como si las hubiera terminado.

—¿Pero porqué mañana? —se pasó la mano por el pelo costándole respirar—. Déjame más tiempo contigo.

—¿Para que suframos más? Solo atrasaríamos lo inevitable. Voy a marcharme, esa es la verdad —le pareció oír un sollozo que hizo que cerrara los ojos, deseando estar a su lado para abrazarla—. Con más días solo nos haríamos más daño. Sé que soy una egoísta pero no puedo con todo esto. Es insoportable.

—Ya lo sé. También lo está siendo para mí —se quedaron un rato en silencio. Se movió para apoyar los pies en el suelo—. ¿Estás en tu piso? Sé que no puedo quedarme a dormir por lo que te dijo ese cabrón, pero quiero verte.

De eso quería hablarte, Ichigo —escuchó una puerta abrirse y como el ruido de fondo desaparecía—. Quiero pasar nuestro último día juntos aunque sé que es muy precip…

—Me da absolutamente igual eso, enana. Dime lo que has pensado.

Volvió a escucharse otra puerta.

Dentro de una hora va a pasar el último autocar para ir a mi casita rural.

—Como aquella vez… parece que la vida nos ponga a prueba con lo mismo —dijo Ichigo levantándose de la cama—. Aunque esto sí que va a ser una despedida al final.

Sí.

—¿Y que pasa con Shinrei? ¿No te había puesto una condición de que no durmiéramos juntos hasta que firmases esa renuncia?

Shinrei ya ha firmado. Ahora solo falto yo.

—¿Qué? —frunció más el ceño—. ¿Cómo que él ya ha firmado?

Mi hermano ha arreglado el documento cambiando algunos términos. Que yo dejaría de ser una Kuchiki, pero también que él no se acercaría a nadie relacionado conmigo. Ni pagaría a nadie para que lo hiciera por él.

El joven, inconscientemente, observó el desorden de su habitación, volviendo a pensar que ese hombre solo la quería a ella. Apretó la mandíbula con rabia.

—No sabrá donde te marchas, ¿verdad?

No, por eso también es bueno para mí desaparecer. Aunque estoy más tranquila al saber que tú estarás bien.

Caminó por la habitación, diciéndose a si mismo que para él no había nada más tranquilizador que saber que ella se iría lejos de ese hombre.

—No volvamos a hablar de él, por favor —miró el reloj en la mesita—. ¿Voy para la misma parada?

Sí. Nos vemos ahora, Ichigo.

—Hasta ahora, Rukia.

Los dos se quedaron quietos escuchando la respiración del otro antes de colgar. Aquí empezaba la cuenta atrás.
.
.
.
.
CONTINUARÁ…  




¡HASTA AQUÍ EL NUEVO CAPÍTULO! :'((( Que pena me dan, ¡¡pobrecitos!! ¿Por qué les hago esto a nuestra parejita? ¡¡¿Por qué?!!  Me ha dado mucha pena este capítulo y me he emocionado, sobretodo, al poner frases que se han dicho a lo largo del fanfic.

Han crecido tanto y han pasado por tantas cosas los personajes, que me ha dado nostalgia el tener que ir a los primeros capítulos, para poner frases de cuando se conocieron Ichigo y Rukia.   Lo del beso que ella le da a él en el segundo capítulo o cuando él le dice que va al bar para verla a ella. Que penita :( 

Como es el clímax de la historia, es difícil meter a todos los personajes y que la trama quede fluida. Ya sabéis que el próximo capítulo será el último de la segunda temporada, así que estad preparados porqué se avecinan cambios. ^^

Espero haber sabido transmitir los sentimientos y las emociones de todos, y que los hayáis sentido :) Estoy nerviosa por conocer que os ha parecido el capítulo después de tanto tiempo xD Me subo por las paredes jajaja

Dejadme vuestros comentarios para que la inspiración no se vaya de mi lado y siga esta historia hasta el final. ♥

¡¡Os Quiero!! ¡¡Un abrazo fuerte!!




29 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Siento una mezcla de sentimientos entre tristeza y emoción por este capítulo...
    Gracias de verdad muchas gracias por volver a publicar este capítulo casi me hace llorar de la tristeza que vive este par. Es bastante obvio que en su despedida se demostrarán todos los sentimientos que llevan dentro...
    Muchas gracias otra vez por volver a escribir...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Lorewabb! Muchísimas gracias por dejarme un comentario y así poder saber lo que has sentido con este capítulo ♥ Me alegro, como autora de este fic, que te haya emocionado.
      Un abrazo fuerte. Espero seguir leyéndote por aquí :D

      Eliminar
  3. Nooo!!!! Por qué!!!??? Carajo!!!! Mis bebés!!!! TTnTT 💔💔💔💔 por qué eres así!? XD diablos mi corazón!! Si ya estaba deprimida ahora me quiero suicidar(? XD me encantó!!!! Pero me dolió!!!! Abdnxmxlxnco xd solo espero que el sacrificio de no estar juntos sirva de algo QnQ aunque algo en mi corazón me dice que no xd rayos jajajajajajaja maldito viejo raboverde!!! Y su mujer no se queda atrás xd todo se solucionsria si ella hablara >:c sjdnxkskx me encantó XD creo que es tiempo de que vuelva al fandom de Bleach ❤ XD jajajaja gracias!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Majo!!! No sabes cuánto echaba de menos tus comments jajaja aunque éste sea más bien triste pero me alegran mucho ♥ Tu corazón te dice que no? mmm ya veremos que pasará. Yaa si la mujer le diera todo a Byakuya acabaría todo.. pero en fin la historia y su autora son así xDD
      Gracias a ti!! Un abrazo enorme ♥♥♥

      Eliminar
  4. Omg ahora si que me has echó llorar como nunca 😢😢😢 un capitulo hermoso con tanto sentimiento tu eres grande👏👏 espero pronto tener más noticias de ti nos leemos pronto bye bye

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Mishell! Te ha hecho llorar el capítulo? ♥♥♥ ohhh como autora del fic me alegra muchísimo saber que te ha emocionado. ¡Muchas gracias! :D Nos leemos pronto ^^ Un abrazo!!

      Eliminar
  5. No puedo creerlo oh por dios estoy llorando a mares por que,por que se tienen que separar😢😭 me encanto dios mi corazon esta asi💔 siento que lo estoy viviendo carne propia esperare con ancias el siguiente capitulo😊

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Kriz! awww que emoción saber que te ha hecho llorar y que estás sintiendo sus sentimientos ♥ Eso significa que por lo menos lo que quería transmitir ha salido bien ^^ Muchas gracias! Nos leemos pronto! Un abrazo ♥

      Eliminar
  6. Me puse a llorar. Y estoy segura que en el último capítulo lloraré más. Espero que las cosas pronto se puedan arreglar entre ellos 😢.
    Espero el siguiente capítulo, creo que las ansias no me dejaran dormir hoy y tengo que entrar a la U temprano mañana 😥.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Jawii! Lloraste? Que emoción saberlo ♥ No sabes lo feliz que me hace, como autora, saber que he podido transmitir lo que sienten los personajes. Espero que hayas podido dormir bien jeje y que la Uni te éste yendo genial! Mucho ánimo :D Nos leemos! Un abrazo fuerte!

      Eliminar
  7. hola soy nueva en esto de leer los fanfic me gustaria leer esta historia desde el inicio me puedes ayudar por favor

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola! Si quieres la próxima vez escribe un nombre y así podemos conocernos :D Claro que puedo ayudarte!

      Sí lo estás leyendo desde tu móvil: en la parte de arriba está toda la primera temporada y lo que llevamos de la segunda (que está a punto de terminar).

      Si lo estás leyendo en el ordenador: en el lateral izquierdo hay unas pestañas donde están ordenados los meses y años del blog, da clic al más antiguo y te irán saliendo los capítulos. Échale una ojeada a todo el blog :D
      Me comentas si tienes cualquier otra duda ^^

      Eliminar
    2. Hola ya me puse dia con este linda historia TT la lagrimas se me salen con estos últimos capítulos ...... Pobre de ichigo y Rukia ...... Espero con mucha emoción el siguiente capítulo ... Por cierto soy Mel ^^

      Eliminar
  8. Han pasado 84 años... :v
    Crei que nunca vería la continuación, me alegro mucho de que vuelvas a actualizar. Tu historia es una de las mejores que e leido, y puedo decir que una de mis favoritas.
    Ahora es momento de preparar el clorox para el siguiente capítulo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Karen! Sí jajaja han pasado 84 años y ahora todas somos las abuelitas del titanic xD
      Una de tus favoritas? awww ^///^ ♥♥ que bonito! ¡Muchas gracias amiga! Sí prepárate para el siguiente.
      Nos leemos pronto :D Besos!

      Eliminar
  9. Que triste T-T, ojala y ukitake se recupere para que todo no sea en vano, ese shinrei no se saldrá con la suya.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Andrea! A ver que pasará con Ukitake, porqué el sacrificio que están haciendo los dos es muchísimo. Y ese Shinrei... nos cae fatal a todos, incluso a mí. Nos leemos pronto :D Un abrazo♥

      Eliminar
  10. Aaaaaaaahhhhhhhh me encantoooooo lloré me emocione muchooo *-* estuvo genial el capi, ya quiero leer el siguiente y el comienzo de la nueva temporada :D Saluditoooss amigaaaa :*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ayyy amiga mía!! Te emocionaste?? Que bien saberlo ♥♥ Me alegro un montón, como autora, saber eso! Nos leemos pronto! :D Besos!!!

      Eliminar
  11. De verdad llore cuando leí que ichi lloraba :c

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Kira! Da penita imaginarse a Ichigo llorando, pero me hace feliz saber que te emocionó ♥ Muchas gracias amiga! Un abrazo enooorme para ti! :DD

      Eliminar
    2. Nati! Disculpa contestar tan tarde xD es que no encontraba el blog y su T-T es como un gatito kfbjsbsjs. Sabes que siempre te apoyaré :3 y un abrazo de oso ^^ ♡

      Eliminar
  12. Moshi-moshi. Aquí ando dejándote mi review. Disculpa la demora, pero los quehaceres del profesorado, planificaciones y residencia me tienen loca.
    Ahora bien me gusto mucho el capítulo a pesar de lo triste. Fue lindo ver lo cerca y lejos que se sentían Ichigo y Rukia por la inminente despedida. Temí que no se vieran una última vez luego de que Rukia le dijera que se iba. Pero me gusto que Ichigo no dudará de pasar una última noche a su lado. Tengo la esperabza de que algo pase esa noche que haga que se vuelvan a ver y no se separen para siempre.
    Me gusta que Byakuya apoye a Rukia y reconozca su amor por Ichigo. Ese Byakuya es un tierno. Pero más tierno es mi fresa, la ama tanto que acepta y comprende su decisión aunque le duele y mucho.
    Hay mi Ichiruki me parte el kokoro su separación. Muchisimo.
    Te agradezco que sigas la historia y no la cambies. El final de Bleach fue una porqueria, pero nuestra parejita no se merece que cambies tu historia, ya que su historia de amor se merece un buen final y se que tú se lo darás y te lo agradezco.
    Espero puedas actualizar pronto aunque comprendo a la perfección que tardes y esperaré paciente la conti.
    Saludos y hasta pronto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Veronica! Lo importante es que tomas un ratito de tu tiempo en dejarme un review, no importa si tardas ♥
      Me alegro haber podido plasmar los sentimientos de los protagonistas. Se aman y el dolor de tener que separarse es insoportable. A ver que pasará en esa última noche. Espero seguir trasmitiendo bien lo que sienten.
      Muchas gracias por tu apoyo, amiga :D Sí, aunque ese final haya sido horrible, mi historia no cambiará de como la tenía pensada desde el principio.
      Nos leemos pronto! Un abrazo! ♥

      Eliminar
  13. MALDITA SEA, ESCRIBÍ UN SUPER COMENTARIO, SIN QUERER CERRÉ SESIÓN Y SE PERDIÓ MI BIBLIA
    UGH, serena, serena..
    Bien, a ver si recuerdo qué decía.
    Bueno bueno,el capitulo fue genial. De hecho me puse a releer capítulos anteriores y unos cuantos que me había perdido.
    Me tarde bastantito, pero aquí estoy XD
    Y bien, con mi memoria renovada, no sé mucho que comentar, ha sido bastante información perdida! XD
    Pero bien, bien, he de decir que el capítulo es un completo drama. Más el plus de los últimos momentos del capítulo, ¡nostalgia pura!
    Y qué cosas, últimamente todo lo que me rodea, veo y hago es drama (lo cual me encanta <3).
    Esa escena de Ichigo en crisis es ¡UF! Me dió tanta pena, y más aún con la intervención de Isshin. Que por cierto, me encanta lo que dice sobre Ichigo, que es verdad y yo casi siempre lo olvido (tanto en el universo original como en este), Ichigo sigue siendo un niño.
    Me alegra que Shinrei tenga una traba, y espero que más que sólo una piedra en el zapato, sea una barrera permanente (aunque conociendo cómo funciona el drama... </3 no hay muchas esperanzas de ello).
    Bien, pues no habrá nada más que esperar a ver que pasará.
    Y en noticias express obvias: ¡HE VUELTO! ¿Se me extrañaba? Yo sé que no. JAJAJAJAJAJA.
    Bueno ya, saludos y aquí estaré al tanto :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡¡¡Leslie!!! Yo sí que te extrañaba jajaja Que rabia da cuando pasa eso de que estés escribiendo y se borré todo, te entiendo perfectamente.

      Me alegro de verte por aquí otra vez :D
      El capítulo es un drama total, algo necesario también para la historia. Me gusta poner a Isshin como padre serio, no lo puedo remediar jaja me fascina. Y tanto, Ichigo sigue siendo un niño.
      Ya veremos lo que pasará en el siguiente capítulo ^^

      Espero seguir leyéndote por aquí ♥ Un abrazo!!

      Eliminar
  14. Wohoooooo!!! Volví y muy emocionada, me digné en recuperar esta cuenta Google y puedo comentar este capi que esperaba muuucho... Ya es un año!!!! Te extrañé tanto y sentí raro a la vez porque de alguna manera esta ya no solo es una historia ICHIRUKI AU, es una historia que ha trasendido todo... Para mi no es un simple fanfic... Merece publicarse como novela... El desarrollo de personaje de Rukia ha ido de una chica joven que vive su sexualidad libremente... A un drama familiar complejo, un crecimiento memorable... Ichigo, bueno es Ichigo ^^ todo un personaje pero me encanta como lo manejas, he empatizado tanto con el mocoso ^^
    Cuando terminé el capi pensé "¿Por qué tanto jaleo? Si ellos se aman, quedense juntos ¡tontuelos! Por eso he releído completo todo el fic para centrarne en el contexto y reencontrarme con los personajes... Y ha valido la pena :3 la historia es de Ichigo y Rukia (Bueh se nota que Rukia se me hace un personaje super complejo owo el más complejo...) pero has abordado otras sub tramas a lo largo de las 2 temporadas (amé a Kaien y Miyako) se que es pesado incluir otras tramas y dinámicas estre personajes y parejas sin hacerlas forzadas o desestabilizen la narrativa... Está genial como esta y no puedo más que felicitarte y agradecerte por el tiempo que inviertes y aún a pesar de los "heridos" que quedamos los ichirukis... Heridos ?? para nada pues historias como estas son el orgullo de nuestro fandom y escritoras como tú, nuestro tesoro pues ahora somos más fuertes y unidos... Yo me alejé del fandom mucho después del desatre del final no solo por parejas sino por lo "x" de la conclusión, hasta llegué a "odiar" a la SS pero buehhhh... Espero leer el final de temporada y ver que sorpresas nos aguardan <3
    * Veo que hay varios post nuevos, participaré en ese reto... Nos leemos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡¡¡Hola amiga mía!!!! Que contenta de leerte por aquí ♥♥♥ Que bonito todo lo que me dices siempre, leo cada palabra con mucho cariño :D Muchas gracias por apoyarme así! Que me digas que historias como la mía son un orgullo para el fandom y escritoras como yo vuestro tesoro, hace que me sonroje y me sienta muy pero que muy feliz ^^ ¡Sobretodo motivada para continuar escribiendo!

      Lectoras como tú, amiga, si que son un tesoro para mí. ♥

      Yo también me alejé de todo esto después de ese final, pero lo importante es lo que nosotros hemos estado viendo durante toda la historia de Bleach. Todos esos momentos, todas esas miradas y todas esas palabras, que se han dedicado el uno al otro.

      Espero poder leerte a menudo por aquí y que te siga gustando mi historia hasta el final :D
      ¡Un abrazo bien fuerte Sibyla!

      Eliminar

¡No olvidéis comentarme! :D