CAPÍTULO 14


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STRIPTEASE 

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CAPÍTULO 14

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LA DECISIÓN (SEGUNDA PARTE)

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Rukia empezó a despertarse cuando su cuerpo ya no necesitó dormir más. Se estiró aún con los ojos cerrados y escuchó como alguien a su lado gruñó. Se dio la vuelta con una pequeña sonrisa en su rostro sabiendo a quien encontraría durmiendo en su cama y se puso de lado para contemplarlo. Ichigo dormía boca arriba con la cabeza ladeada hacia ella, con los labios algo entreabiertos y con las facciones relajadas.

La morena inconscientemente acompasó su respiración a la de él, apaciguada y serena, admirando su atractivo rostro o lo que la poca luz de las farolas de la calle le dejaban ver. Sus cejas finas de un color un poco más oscuro que su cabello, sus pestañas, su nariz, sus labios…

Rukia acercó un dedo y sin tocarlo le resiguió su perfil, pasando por delante de su boca y pensando que nunca nadie la había besado como él. Bajó por su cuello y volvió a sonreír recordando que seguiría pegajoso por el chocolate de la noche. Ellos seguían oliendo a dulce. Lo pasó por su pecho, que estaba algo destapado y apoyó suavemente la palma de la mano donde está el corazón. Notaba sus tranquilos latidos que hacían que sus párpados se cerrasen. Cuando pasaron unos segundos de haber cerrado los ojos, sintió como su mano era cubierta por una más grande. Al abrirlos se encontró con el brillo de esa poca luz en la mirada de Ichigo. Ella siempre había preferido la época de frío antes que la de calor, pero en aquél segundo deseó que fuera verano para que a esas horas de la mañana el sol ya hubiera salido y así poder deleitarse con el color almendrado de esos ojos recién despiertos.

Ichigo le mantuvo la mirada preguntándose que estaría pasando por aquella cabecita para acariciarlo sin tocarlo como había hecho él el otro día y a depositar su mano en su pecho encima de su corazón. Sin pensarlo, había levantado la mano y le había agarrado la suya, delicada y pequeña, como ella.

Se acercaron en silencio y juntaron sus labios dándose los buenos días de esa manera, sin palabras, reconociéndose lentamente, sintiendo Rukia como todo su ser se alteraba por el simple hecho de notar como los latidos de Ichigo incrementaban un poco su ritmo. En ese momento, se sintió más cerca de él que ningún otro día.

—Tenemos que ducharnos —le susurró Ichigo cuando se separaron—. Olemos a chocolate.

Rukia le sonrió con picardía aunque no estaba segura de que él pudiera verlo.

—Pues ve tú primero que es el que tiene más prisa.

Ichigo sonrió de la misma manera.

—Había pensado otra cosa —se acercó más a ella—. Hay que ahorrar agua para ayudar al planeta ¿no?

Rukia se rió un poco antes de que Ichigo la volviera a besar, pensando y deseando con todas sus fuerzas no tener que separarse de ese chico que ahora, sin dejar de besarla, sin necesidad de abrir los ojos, la destapaba de las sábanas y colaba sus fuertes brazos por debajo de su desnudo cuerpo y de sus rodillas para levantarla con facilidad y salir así los dos de la cama. La morena se sujetó a su cuello, anhelando que la llevara donde quisiera mientras fuese con él, volando como estaba en sus brazos. Se separaron mínimamente para respirar y se miraron con los ojos entrecerrados percibiendo y palpando la atracción que empezaba a ir más allá de lo físico en cada poro de su piel.

Ichigo la llevó al baño encendiendo la luz y cuando estuvo delante de la ducha la bajó al suelo con cuidado. Éste encendió el agua caliente, dejando que saliera hasta que estuviera a una buena temperatura sintiendo como Rukia le acariciaba la espalda desnuda llegando hasta su trasero.

—Tú lo que quieres es hacer lo que te dije la primera vez que viniste aquí —le recordó la morena con el rostro serio.

Ichigo la miró, sintiendo como el agua ya estaba bien.

‘¿Quieres ducharte conmigo y nos metemos mano?’

—Parece que haya pasado una eternidad de eso —comentó Ichigo agarrándola de la mano.

Se miraron a los ojos entrando dentro y cerrando la ducha, dejando que el agua caliente resbalara por su piel, encendiendo lo que sus cuerpos empezaban a desear.

—Pues lo recuerdo como si hubiera sido ayer —le habló Rukia entre las gotas que caían, con el cabello pegado al igual que él.

Ichigo cerró el grifo y respiró hondo por aquel arrebato de sinceridad que le había regalado. Él recordaba, no sólo ese momento, sino todos los vividos con ella aunque fueran pocos, como si hubieran ocurrido ayer. Por nada del mundo, quería olvidarse de ellos. Los llevaría siempre con él.

Agarró la única esponja que había y la llenó de un jabón que olía a jazmines. Al llegar ese aroma a su nariz, sintió una punzada directamente en su miembro. Mientras la miraba en todo momento, comenzó a pasarle la esponja por su femenino cuerpo. Ella apoyó la espalda en la pared y levantó los dos brazos notando como bajaba por ellos, por su cuello, por sus hombros y llegaba a sus pechos. Observó como el pelinaranja desconectaba su mirada para contemplarlos mientras los llenaba de jabón, se lo pasaba por los pezones haciendo círculos y bajaba por su vientre para luego volver a subir por su espalda. Él se agachó y se puso de rodillas, sorteó su sexo y bajó por sus piernas. Cuando acabó, al subir pasó por sus muslos internos rozando de forma intencionada su entrepierna. Rukia jadeó y cerro los ojos disfrutando de ese momento que estaba viviendo, que estaba segura, era el más erótico que había vivido en sus veinte años.

Ichigo la escuchó y no hizo falta que levantara la mirada para verle el rostro y así saber lo que le estaba provocando. Solo tenía que ver como ella movía inconscientemente sus caderas de adelante hacia atrás para rozarse más con aquella esponja. Se mordió el labio inferior experimentando como su miembro se ponía más duro.

Se levantó y Rukia abrió los ojos quitándole la esponja de la mano para hacerle lo mismo a él. Se la pasó por el cuello, sus hombros, sus brazos, su pecho, su espalda, sus abdominales, sus oblicuos… y sorteó su sexo para ponerse de rodillas. La pasó por sus piernas observando de reojo como la erección de Ichigo crecía y ella se pasó la lengua por sus labios. Al acabar, empezó a pasar la esponja por el vello clarito y fino que tenía y que lo hacía ver aún más sexy. Ichigo apretó la mandíbula al percibir como la esponja y la mano de Rukia pasaban ahora por su miembro, duro del todo, de arriba a abajo. La contemplaba en todo momento para no perderse ningún detalle, incrementando el placer y el calor, sabiendo que sólo podría quitárselo si entraba dentro de esa mujer.

Volvió a encender el agua y dejó que les quitara el jabón, viendo como la morena se levantaba y dejaba la esponja donde siempre, antes de que su boca fuera devorada por la de Ichigo.

—Mmm… —gimió Rukia entre besos sintiendo como la erección le rozaba su sexo.

—Me encanta este olor… —le habló encima de sus labios, sujetándola de los muslos para levantarla y apoyarla en la pared—. Voy a oler a ti todo el día…

A Rukia le gustó escuchar eso. Le envolvió la cintura con sus piernas y el cuello con sus brazos, besándolo de nuevo, devorándose, mordiéndose y sintiendo como el miembro de Ichigo se quedaba entre sus cuerpos. Ella con gusto, lo esperaba con paciencia hasta que hubiera desaparecido todo el jabón de sus cuerpos. Sin embargo, se rió al contemplar como el pelinaranja no tenía tanta. Éste separó sus labios, agarró el teléfono de la ducha y lo quitó de su sujeción para llevarlo directamente donde quería que se fuera el jabón.

—Que impaciente eres, fresita —se burló.

Al quitar todo el jabón, la miró y llevó el teléfono por debajo del cuerpo de ella. Sonrió travieso cuando ella empezó a gimotear al darle el chorro de agua directamente en su entrepierna en esa posición.

—Creo que tú también deseas que el jabón se vaya antes, ¿verdad? —le preguntó contemplándola extasiado del rostro que ponía Rukia.

Sin aguantarlo más, apagó el agua, dejó el teléfono en el suelo de la ducha y agarrando su erección la apuntó directamente. Se miraron con los ojos velados de excitación, anhelando exactamente lo mismo que el otro y de una forma certera entró dentro de ella que ya estaba más que preparada para recibirlo.

—¡Ahh! —gimió Rukia de placer por tenerlo dentro de ella de nuevo.

Enseguida empezó a embestirla haciendo que los dos gimieran, mordiendo los labios del otro, enredando sus lenguas tanto dentro de las bocas como fuera, sujetando con fuerza la carne del otro cuerpo, llevándose mutuamente a la cima del éxtasis que tantas veces habían experimentando juntos pero que nunca se cansaban de visitar. Se estaban convirtiendo en unos adictos a ese lugar, sino lo eran ya.

—¡Ichigo!

—¡Sí!  —exclamó Ichigo sin dejar de penetrarla—. ¡Grita mi nombre!

—¡Ichigo! —volvió a gritar Rukia porque era lo único que podía decir, su nombre. Se agarraba a su espalda y echó la cabeza hacia atrás con el rostro hacia al techo con los ojos cerrados.

—¡Otra vez! —le habló apoyando su frente en el hombro izquierdo de ella.

—¡Ichi!

—¡Más!

—¡Así! ¡Sigue, Ichigo! —cerró los párpados con más fuerza cuando sentía que el clímax la iba a atravesar por completo.

—¡Más! ¡Un poco más! —le rogó el ojimiel al notar como sus paredes internas se cerraban y le apretaban de una manera exquisita.

—No puedo… aguan… —le clavó las uñas al experimentar el azote del orgasmo—. ¡AHH! ¡ICHIGO!

—¡RUKIA! —gruñó sujetándose a ella con fuerza entrando lo máximo que podía disfrutando del placentero final recorrerle el cuerpo y dejando su mente en blanco—. Mmm Rukia…

Ésta suspiraba complacida al sentir como Ichigo aún se movía dentro de ella para poder alargar un poco más el placer. Empezó a darle besos por el cuello, dejando que siguiera.

—Ojalá todas las mañanas fueran así —le susurró Rukia entre beso y beso escuchando el rápido retumbar que su corazón seguía llevando.

—Si te quedas aquí conmigo… —dejó de moverse y puso una mano en su mejilla para levantarle el rostro y que lo mirara. Se quedó embelesado al verla, con los ojos entrecerrados y brillantes por lo que acababa de sentir, sus mejillas algo rojas y sus labios abultados y mojados. Deseó y pidió mentalmente poder disfrutar de ese rostro durante mucho tiempo— serían siempre así.

Rukia no pudo evitar sonreírle y observó que Ichigo le correspondía el gesto.

—¿Me estás prometiendo sexo mañanero a cambio de que me quede?

—Y sexo al mediodía, por la tarde, por la noche… —se acercó y juntó las dos sonrisas en un pico.

—Acabarías cansándote muy rápido de mí —le dijo recibiendo otro pico.

—Nunca me cansaría de ti, Rukia —le contestó rápidamente dándole otro beso mientras salía de dentro de ella y la bajaba—. Me gustas demasiado para eso.

Rukia se le quedó mirando, observando como encendía el agua de nuevo y se limpiaba al igual que a ella sin ninguna otra intención, y le vino una pregunta a la mente. Antes de pensarla demasiado, la soltó dentro un susurro.

—¿Más que cualquier otra chica con la que hayas estado?

Ichigo se sorprendió por esa pregunta pero no se lo hizo ver por miedo a que se retractara de que la había formulado. Esa pregunta decía muchas más cosas que esas simples palabras y a Ichigo le fascinó escucharla aunque aún no supiera que significado darle.

—Muchísimo más. Nunca había sentido esta atracción por ninguna otra mujer y dudo que lo vuelva a sentir —le respondió sinceramente clavando su mirada ojimiel a la violeta.

Ella cerró los ojos al escucharle y al experimentar como su corazón se saltaba un latido como siempre con sus palabras y su voz grave. Esbozó una pequeña sonrisa que él pudo vislumbrar antes de que abriera la ducha y agarrara su toalla blanca al salir. Ichigo cerró el agua pensando que el hecho de que sonriera, aunque fuese de esa manera, al escuchar lo que le había dicho era algo bueno. Parecía que ahora le gustaba que le dijera esas cosas.

Rukia pasó la mano por el espejo del baño para quitarle el vaho que el vapor del agua caliente de la ducha había puesto ahí. Cuando pudo verse, observó que no tenía ojeras y sus ojos brillaban. Se pasó los dedos por su cabello corto y mojado,  y sonrió a su reflejo. En ese momento, pensó, si que se parecía a su hermana. Ella siempre sonreía.

Sintió, a través de la toalla, como los brazos de Ichigo con algunas gotitas de agua aún impregnadas en la piel, le rodearon la cintura por detrás.

—¿En qué piensas? —le preguntó Ichigo, con una toalla alrededor de sus caderas, dejándole besos por el cuello. Quería que le dijera algo con lo que poder entender a que había venido esa pregunta o esa sonrisa.

Rukia inclinó la cabeza para que pudiera continuar con mejor acceso a su piel, y respiró hondo. Ella sabía lo que él quería escuchar pero ni ella sabía porqué la había formulado o porqué su propio ser se sintió feliz con la respuesta que él la había dado. Así que pensó otra cosa que decir.

—Estoy nerviosa por la prueba de hoy —le respondió acariciándole los brazos con la yema de los dedos—. ¿Crees que me elegirá?

Ichigo suspiró diciéndose a si mismo que ella no le diría nada y se lo guardaría.

—Seguro que sí. Tú no pasas desapercibida, Rukia. Y más si ve lo que veo yo ahora —le dijo Ichigo sonriendo de lado y observándola a través del espejo. Estaba hermosa.

La morena levantó las cejas con curiosidad.

—¿Y qué ves?

Ichigo soltó una carcajada. Estaba claro que no se lo iba a decir.

—Te vas a quedar con las ganas, enana —le contestó soltándola y poniéndose a su lado para mirarse él también la cara y peinarse con las manos.

—¿Ahh? —hizo una mueca mirándolo con los ojos entrecerrados—. Dímelo.

—No.

—¿Por qué?

—Porque no —dijo Ichigo divertido.

—Tsk —rechistó Rukia sacando un cepillo de dientes nuevo que tenía guardado y se lo entregó. Agarró el peine y empezó a peinarse observando que Ichigo la miraba, mientras comenzaba a lavarse los dientes—. Me da igual, no me lo digas. Pero que sepas que ha sido la primera y última vez que nos duchamos juntos y nos metemos mano.

Ichigo sonrió y después de un rato escupió la espuma de la boca en el lavabo, enjuagándose con el agua del grifo antes de hablar.

—Hemos hecho más que meternos mano —le recordó secándose con la toalla y limpiando el cepillo.

Rukia sonrió traviesa soltando el peine.

—Es que no te puedes resistir —llevó una mano a uno de los pezones de Ichigo y se lo pellizcó.

—¡Quita! —se rió apartándose y salió del baño para ir a la habitación. Después de un rato, Rukia volvió a escuchar su voz—. Madre mía, que arrugada está la camisa.

—Eso te pasa por tirarla de esa manera —dijo la morena poniéndose crema en la cara.

—Si quieres en ese momento me pongo a doblarla —ironizó Ichigo abrochándosela.

—Yo no te hubiera dejado —le hizo saber saliendo del baño y encendiendo las demás luces ya que seguía estando oscuro afuera. Al pasar por la mesita de delante del sofá, observó las cartas que había dejado ahí ayer por la noche. Suspiró y las cogió. El sobre más grande lo apartó y lo dejó encima de la mesa de la cocina. Sabía que ese era el del contrato y no quería fastidiarse el día, que había comenzado tan bien, leyendo como en una semana tendría que decidir obligatoriamente si irse o no.

Echó un ojo a las demás y casi todas eran publicidad, ya que la dirección que tenía para el banco y el hospital era la de la otra casa a las afueras, la de Ukitake. Su casita rural como ella la llamaba.

Sin embargo, sí que hubo un sobre que le llamó la atención al no tener nada escrito. Arrugó la frente y lo abrió, escuchando como Ichigo encendía el grifo del lavabo para terminar de arreglarse antes de irse al instituto. En la ducha se les había ido el tiempo y ya no tenía para que pudiera desayunar.

Rukia se quedó parada al sacar del sobre dos fotos, donde aparecía Ichigo abrazado a otra chica con un gorro lila y hablando con ella. Frunció el ceño y sintió como sus nervios se empezaron a alterar un poco. De golpe, ya no se sentía cómoda, incluso su corazón se olvidó por unos momentos como se latía. ¿Qué significaba eso?, pensó. ¿Quién era esa chica? ¿Qué cojones hacía en su buzón?

—Ichigo.

—Dime —se escuchó desde el baño.

—¿Puedes venir? —le preguntó con un tono de voz serio, dejando todas las demás cartas en la mesa.

—Claro, ya estoy —salió por la puerta con el uniforme puesto y se acercó a ella mirándose el reloj—. Tengo que irme ya, voy a llegar tarde.

—¿Qué significa esto? —quiso saber levantando las fotos hacia él.

—¿El qué? —cuestionó Ichigo agarrando las fotos y abriendo los ojos sorprendido al verlas—. ¿Pero que mierda… ¿Quién nos ha hecho estás fotos?

—¿Estás con otra chica?

—¿Qué estás diciendo? —levantó de golpe la mirada ámbar hacia ella—. ¡No! No estoy con nadie. ¿Cómo puedes pensar eso?

—¡¿Entonces que son esas fotos?! —exclamó Rukia sin poder evitarlo, molesta—. ¡¿Quién es esa?!

—Es Senna, pero no es lo que crees —intentó explicarle pero la morena le cortó.

—¡¿Tu ex?! —se sorprendió—. ¿Has vuelto con ella?

—¡Claro que no! —frunció el ceño y vio como Rukia le daba la espalda y apoyaba las manos en la encimera—. Déjame explicártelo y deja de sacar conclusiones, enana.

—No hace falta que me lo expliques, recuerdo que ella me dijo que ibais a volver y en ese momento me dio igual pero ahora… —apretó la mandíbula recriminándose por lo que iba a soltar. Eso no quería decirlo.

No obstante, para el pelinaranja fue como si lo hubiera dicho. Ahora ya no le daba igual. Él no pudo sino alegrarse por ello, aunque no lo demostró. Volvió a mirar las fotos y negó con la cabeza.

—¿Te dijo que íbamos a volver? ¿Cuándo?

Rukia se cruzó de brazos con la frente arrugada y el rostro afligido, sin voltearse. ¿Qué era eso que le dolía tanto?

—La única vez que la he visto. Cuando fui a verte al entreno.

—Ella y yo nunca vamos a volver. Vino a verme a casa para disculparse por haberte insultado aquel día y para zanjar de una vez todo entre nosotros.

Rukia apretó los dientes.

—¿Es que no estaba zanjado ya?

—Por su parte parece que no.

—¿Y por la tuya? —quiso saber en susurro.

Ichigo observó como sus femeninos hombros desnudos estaban tensos y sus manos se agarraban con fuerza a los brazos. En ese momento, recordó lo que su padre le dijo ayer por la mañana.

‘¿Ella te conoce a ti? Sé que no eres de los que cuentan sus cosas. Ten paciencia hijo. Ya verás como llegará el día en el que ella te cuente todo.’

—Por la mía sí, Rukia —contestó Ichigo sin dejar de mirar su espalda. Pensando que por una vez haría caso a su loco viejo—. Senna fue mi primer amor. Mi primera novia y la única hasta el momento… también mi primera vez.

La morena agachó la cabeza y cerró los ojos deseando que no continuara o ese dolor que sentía no se iría.

—No quiero escuchar eso, Ichigo. Vete o llegarás tarde al instituto. No tienes porque explicármelo.

El pelinaranja no le hizo caso y, aunque le costaba abrirse y contar cosas de su pasado, por ella lo quería hacer.

—Pero un día me enteré que me había engañado. Se había enrollado con otro y lo dejé con ella —dijo volviendo a observar las fotografías—. La verdad es que lo pasé mal, no te voy a mentir. Yo pensaba que lo que teníamos era real… y a pesar de que luego vino a mí disculpándose, un día tras otro, yo no quise volver con ella. Ya no sentía lo mismo que antes y la confianza se había roto. Después de un tiempo, se marchó a otra ciudad y no fue hasta hace unos días que volvió.

Rukia respiró hondo, entreabriendo los ojos y notando en su pecho el leve pesar que esas palabras le habían provocado. Se volteó un poco para poder mirarlo y le vio con esos ojos cálidos y seguros  que le caracterizaban puestos en ella.

—¿Y qué sentiste cuando la viste? —le preguntó sin saber realmente porque lo hacía.

—Nada —le respondió convencido mirándola fijamente—. Mi corazón no sintió nada.

Rukia le aguantó la mirada percibiendo como el dolor disminuyó un poco al saber que Ichigo no la estaba mintiendo. Su cuerpo, sus palabras, sus ojos le hablaban con sinceridad como siempre hacía. Al pelinaranja le encantó que no le apartara la mirada, preguntándose que estaría pensando de todo lo que le había contado.

—¿Y por qué os estáis abrazando?

—Me lo pidió. Como última cosa que podría tener de mi —dijo Ichigo antes de ver como Rukia agachó la mirada. Deseó ir hacia ella pero se quedó en su sitio. Puso la foto en la que salían abrazados encima de la mesa—. Mira bien esta foto y dime si la abrazo a ella como te abrazo a ti. Desde que estoy contigo, no he estado con nadie más ni pienso estarlo —se miró el reloj de pulsera y vio que ya casi eran las ocho—. Tengo que irme. No dejes que ella ni nadie fastidie esto, Rukia… Suerte en la prueba.

La morena observó como agarraba la chaqueta y la cartera y salía por la puerta, dejándola a ella sola con sus propios pensamientos. Se acercó a la foto y la observó de nuevo.

-FLASHBACK-

—Estoy bien, no te preocupes por mí —susurró intentando que su voz no se quebrara—. Solo estoy cansada, quiero ir a casa y dor… —su voz se silenció cuando sintió como los brazos de Ichigo la envolvían.

La apretó fuerte hacia él, apreciando el olor a jazmín de sus cabellos. La gente que pasaba por al lado se los quedaban mirando pero le daba igual. Solo quería protegerla de lo que fuese y que nada pudiese romperla. Ya fuese del frío viento, de su propio cansancio o de las cosas que no le contaba. Eso era lo que en esos días se había convertido Rukia para él. Una mujer llena de secretos.

—No hace falta que me cuentes nada si no quieres hacerlo —le dijo Ichigo notando como ella alzaba sus brazos y le envolvían la cintura, agarrándose con las manos a la suave tela de la chaqueta—. Pero no me pidas que no me preocupe por ti ni me mientas diciéndome que estás bien, cuando se ve a simple vista que no lo estás. Solo quiero que recuerdes que cuando te dije que si tenías algún problema podías contar conmigo, no te mentí.

Rukia mantenía los ojos cerrados desde el mismo momento en que la había abrazado. El frío desaparecía y el tiempo se detenía. Solo podía pensar en lo bien que se sentía entre sus brazos. El latido del corazón de Ichigo la calmaba como ninguna otra cosa podría hacerlo.

-FIN FLASHBACK-

Estaba claro que no la estaba abrazando como a ella, sin embargo el malestar que sentía no se alejó. ¿Qué era eso? ¿Celos? ¿Le dolía verlo de esa manera con esa chica?

‘Fue mi primer amor...’
‘Yo pensé que lo que teníamos era real’

Cerró los ojos con fuerza negando con la cabeza. No sólo le dolía verlo también que le hablara de ella de esa manera.
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El timbre sonó anunciando el inicio de las clases y todos los alumnos empezaron a ocupar sus asientos al observar como el profesor que les tocaba en ese momento aparecía por la puerta.

—¿Dónde está Ichigo? —preguntó Tatsuki al grupo de amigos aprovechando que aún había ruido en la clase.

—No lo sé. Yo he pasado por su casa para venir juntos aquí y no estaba —respondió Mizuiro mirando la mesa vacía del pelinaranja.

Ishida giró la cabeza hacia atrás para hacer lo mismo ya que se sentaba en primera fila. Se preguntó lo mismo que ellos. ¿Dónde estaba ese idiota?

—¿Se encontrará mal? —quiso saber Inoue con el rostro preocupado.

Senna los observaba de reojo escuchando los cuchicheos que se hacían entre ellos. Pensó que lo más seguro es que llegaba tarde porque había pasado la noche con esa Rukia y estarían discutiendo sobre las fotos. Sonrió imperceptiblemente imaginándose la escena. Ellos dos gritándose y ella diciéndole que no quería seguir más con ese rollo raro y extraño que tenían.

—¡Venga, callaros ya! —exclamó el profesor—. Voy a pasar lista.

Cuando ya llevaba más de la mitad de la lista pasada, unos pasos de alguien que venía corriendo se escucharon por el pasillo antes de que picaran a la puerta. El profesor dirigió su mirada hacia ella y observó a Ichigo, jadeante, parado en el marco.

—Lamento llegar tarde. ¿Puedo pasar? —le preguntó respirando aún por la boca después de venir corriendo desde el piso de Rukia.

—¿Y yo puedo saber porque llega tarde, Kurosaki?

Ichigo negó con la cabeza.

—Motivos personales.

El grupo de amigos se miraron entre ellos al no comprender que pasaba y el profesor volvió la vista al papel.

—Entra pero que no vuelva a pasar.

—Gracias.

Todos observaron como Ichigo caminaba hacia su asiento y se sentaba, empezando a sacar la libreta y todo lo que necesitaba de la cartera. Éste escuchó como sus amigos le hacían ruiditos para que los mirara.

—¿Estás bien? —preguntó Keigo.

—¿Qué ha pasado? ¿Tu familia está bien? —habló Tatsuki.

—¿Hay algún problema? —dijo Chad sentado detrás de él.

—Todo está bien. Luego os cuento —les respondió Ichigo sin saber de verdad si luego les contaría sino más bien para que no le preguntaran más. Aunque siempre se alegraba de que sus amigos se preocuparan por él.

La clase empezó y todos estaban atentos a la pizarra y a la explicación del profesor. El pelinaranja miró de reojo a Senna por primera vez desde que se había sentado. La vio tranquila, observando al frente y apuntando cosas en su cuaderno. Lo que no sabía es que en realidad, por dentro, estaba muy nerviosa. Notaba la mirada de color miel puesta en ella y su cuerpo se alteraba.

¿Qué estará pensando? —pensó haciendo como que atendía a la clase—. Hoy me he maquillado un poco, ¿lo habrá notado? ¿Le gustará?

—Senna —escuchó como Ichigo la llamó susurrando su nombre.

Ella le miró sintiendo como su corazón latía más rápido. Como le gustaba escuchar su nombre con esa voz tan suya.

—Dime.

—¿Después de esta clase podemos hablar?

—Cla…claro —respondió con un tartamudeo por lo nerviosa que se había puesto. Observando como Ichigo volvía la mirada al frente, con su particular ceño fruncido, pensó que hoy sería el día. El día en el que las cosas entre ellos iban a empezar a mejorar.
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Rukia acabó de arreglarse y salió de su piso. No había podido desayunar nada. El estómago se le había cerrado de golpe y no deseaba comida. Bajó las escaleras del edificio pensando, como llevaba todo el rato haciendo, que nunca en su vida había sentido celos de nadie. Recordó que una vez cuando tenía quince años, vio al chico que le gustaba en el instituto darse un beso con otra chica en mitad de la clase cuando aún no había llegado el profesor.

En ese momento sintió como algo dentro de ella se removía y le hacía sentir mal, incluso deseó por un momento levantarse y separarlos para darle luego un bofetón a ese chico por hacerle sentir eso tan extraño.

Sin embargo, lo que sentía ahora mismo no se parecía en nada a ese sentimiento de los quince años.  Si hubiera visto en persona ese abrazo entre Ichigo y Senna, también hubiera deseado ir hacia ellos y separarlos. Pero esta vez, no hubiese querido pegarle. Le hubiera mirado con el rostro lleno de tristeza y le hubiese pedido que la abrazara a ella y no a su exnovia. Que no le volviera a contar nada de su primer amor porque escuchar eso le dolía. Y sobretodo le preguntaría que había hecho con ella. Cómo y cuándo se había convertido en alguien tan importante en su vida en tan poco tiempo.

Se llevó una mano a la frente al escuchar por milésima vez sus propios pensamientos aunque siempre llegaba a la misma conclusión. No importaba el cómo. Ni importaba el cuándo. Lo importante era que ese chico había entrado en su corazón sin ni siquiera proponérselo. Eso era lo único que tenía claro.

Al bajar las escaleras, se apoyó de espaldas en la pared antes de abrir la puerta del portal. Sincerarse consigo misma y admitir eso no había sido nada fácil. Había bajado la guardia con Ichigo y por mucho que al principio pensaba que esa relación la tenía controlada y sólo sería para divertirse, había acabado por ena…

La morena enseguida se llevó una mano a la boca como si así pudiera callar a su mente. Esa palabra era demasiado para ella y no iba a decirla ni siquiera en su cabeza. No, no la pronunciaría. Además no era cierta, sus sentimientos no habían llegado a tanto.

Respiró hondo escuchando sus propios latidos retumbar en sus oídos y se dispuso a abrir el portal. No obstante, al dar un paso hacia la calle, un hombre trajeado le cortó el avance.

—Señorita Kuchiki, el señor Kuchiki está esperándola en el coche. Quiere hablar con usted.

Rukia miró al coche aparcado que el hombre señalaba detrás de él. Un coche totalmente negro y con las ventanas tintadas. Frunció el ceño al preguntarse que haría su hermano allí. ¿Recordarle otra vez que sólo tenía una semana? Lo que le faltaba… Eso ya lo sabía.

Decidida, aunque sin ganas de encontrarse con él en estos momentos en los que su cabeza daba mil vueltas, abrió la puerta de detrás donde supo que estaría él y entró. Vio a Byakuya ahí sentado con su traje impoluto, mirando por la ventanilla. Rukia cerró la puerta sentándose también, saludando con un leve movimiento de cabeza y una pequeña sonrisa al chófer que ya conocía y éste le devolvió el saludo. Era un hombre mayor que llevaba muchos años trabajando para la familia Kuchiki. Fue quien llevó a su hermana y a Ukitake hasta la iglesia cuando ella y Byakuya se casaron. 

—¿Has leído el contrato que te envié? —preguntó su hermano girando la cabeza para mirarla.

—No —respondió sincera devolviéndole la mirada. Ya no se daban ni los buenos días—. ¿Para que iba a hacerlo? Ya me dijiste que tenía una semana para decidirme, no tengo porqué agobiarme más leyéndolo.

—Pues no hace falta que lo hagas. Es más, tíralo.

Rukia arrugó la frente sin entender.

—¿Qué lo tire? Pero..

—Ese contrato ya no sirve. Ha habido un cambio de parecer por mi parte y he elaborado otro contrato nuevo —dijo Byakuya cogiendo una carpeta gris que tenía a su lado y que Rukia no había visto cuando entró. Sacó unas hojas grapadas y se las entregó—. Léelo.

La morena agarró las hojas percatándose que estaba temblando. Lo primero que vio fueron los nombres de los dos en mayúsculas. Empezó a leer en silencio hasta que llegó a una parte en la que no pudo evitar abrir los ojos estupefacta, a la par que enfadada.

—¡¿Mañana?! —exclamó y levantó la mirada hacia él—. ¡¿Tengo sólo hasta mañana?!

—Es lo que pone, ¿no?

—¡¿Pero porqué tienes tanta prisa, joder?!

—Ese lenguaje —le dijo volviendo la mirada hacia la ventanilla.

Rukia se desesperaba con el carácter impasible de éste.

—¡Me importa una puta mierda el lenguaje! ¿Por qué no me dejas encontrar un trabajo y valerme por mi misma? Lo he hecho muy bien todo este tiempo sin ti, ¿sabes? ¡No te he necesitado!

—No grites o nos va a escuchar todo el mundo.

—Tenía un trabajo en el que ganaba muchísimo y que encima me gustaba. Me lo pasaba bien y podía ser yo misma —ella continuó hablando— y tienes que venir tú a joderlo todo. ¡¿Por qué mañana?! ¡¿Por qué no me dejas más tiempo?!

Byakuya la volvió a mirar.

—Porque quiero que estudies. No quiero que pierdas más el tiempo aquí.

—¡No lo estoy perdiendo! ¡Estoy viviendo mi vida como quiero o como puedo! Tú no eres nadie para decirme como tengo que vivirla. ¡¿Y si yo no quiero estudiar?!

—Eres una Kuchiki. Te guste o no. Tu manera de vivir no va acorde con nuestra familia. Estudiar e ir a la Universidad es una de las prioridades que tenemos. Así que si aceptas mi trato, tendrás que ir. Podrás hacer la carrera que quieras pero tendrás que hacerla hasta el final.

La morena apoyó la espalda en el asiento, sin saber en que momento se había sentado de lado hacia él, resoplando y negando con la cabeza, pensando en que estúpido momento decidió hacerse una Kuchiki.

—¿Y en que manera estoy viviendo según tú que no va acorde con la familia? Te recuerdo otra vez que me hiciste perder el trabajo de bailarina, así que dime. ¿Qué más hay que no os guste?

—Para empezar el sitio donde vives —agachó la cabeza para poder ver mejor el edificio—. Parece que de un momento a otro se vaya a caer y no quiero imaginarme como tiene que ser por dentro.

—Es lo único que podía permitirme —dijo Rukia cruzándose de brazos.

—Tampoco me gusta la gente con la que te rodeas, tus amistades…

—Un momento, para —se volvió a sentar de lado hacia él y con la palma de la mano derecha hacia él—. ¿Cómo sabes quien es la gente con la que me rodeo? —le preguntó con el ceño fruncido. Observó que Byakuya giró la cabeza hacia su ventanilla y no le hizo falta escuchar una respuesta—. ¡¿Me estás espiando?! ¡¿Has contratado a alguien que me esté siguiendo todo el rato o qué?!

—Estoy cuidando de ti.

—¿Cuidando de mí? ¡No me jodas! —exclamó viendo como éste la miró de reojo. Ya sabía lo que quería decirle, así que antes de que le volviera a recordar que controlara el lenguaje, siguió hablando—. Ya soy mayorcita para poder cuidar de mi misma y para ir con quién me de la gana.

—Ya lo veo, aunque para elegir a tus parejas no eres tan mayorcita —le contó Byakuya—. ¿Qué haces con un chico de diecisiete años, Rukia?

Ésta se quedó de piedra.

—¿Cómo sabes que tiene diecisiete añ… —no acabó la frase al recordar como algunas veces se habían visto cuando él llevaba puesto el uniforme del instituto.

—Tengo contactos en todos lados, ya tendrías que saberlo. Puedo saberlo todo de quien yo quiera. Su información personal, la de su familia, si tiene antecedentes, sus notas académicas… todo.

Rukia notó que se puso más nerviosa y el corazón empezó a irle más rápido. Tragó duro y se volvió a sentar bien mirando hacia al frente.

—No quiero… —tartamudeó— No quiero que te atrevas a hacerle algo.

—¿Es tu novio formal?

—No te importa —le respondió enseguida.

Byakuya suspiró.

—La familia nunca aceptara a alguien que no sea una persona importante y con patrimonio para ti.

—Mi hermana no era nadie importante cuando te casaste con ella —habló Rukia sintiendo como todo el enfado que había sentido y el nerviosismo se estaban convirtiendo en tristeza.

Byakuya agachó un poco la cabeza.

—No volverán a dejar que alguien se salte las normas.

La morena se mordió el labio inferior y cerró los ojos. No quería llorar delante de él.

—¿Quieres cuidar de mí por la promesa que le hiciste a mi hermana o eso es simplemente una excusa para que haga lo que quiere la familia Kuchiki, aún a costa de mi felicidad?

El coche se quedó un buen rato en silencio hasta que Byakuya lo cortó.

—Pasado mañana me tengo que ir del país porque tengo que atender algunos asuntos importantes, así que mañana es el último día que te doy. Sólo tendrías que llamarme antes de que pasaran las doce. A partir de ahí, yo me ocuparía de todo y no tendrías que preocuparte nunca más por nada. Te mudarías a Tokio, trasladaría a Ukitake a un hospital de allí y tú empezarías a estudiar, sin volver a tener contacto con la gente de Karakura. Ni con tus amigos… ni con ese chico. No puedes decirle a nadie donde irás. En el contrato lo pone todo. Léetelo luego, con más calma.

Rukia escuchó todo en silencio, mirando a un punto fijo del asiento de delante, guardándose cada palabra que salía de su boca. Pensando que seguramente si alguien estuviera viendo esa escena no sabría acertar la relación que tenían ellos dos. ¿Familia? ¿Hermanos? ¿Ex cuñados? ¿O era simplemente su abogado? Porque era lo que parecía. Un abogado que le dice a su cliente lo que debe o no debe decir cuando le llaman como testigo en un juicio.

Al notar que Byakuya no tenía nada más que contarle, dirigió su mano a la puerta para abrirla.

—Nunca entenderé que vio mi hermana en ti —le susurró antes de salir del coche.

—Rukia —la llamó y ésta le miró ya de pie en la calle—. Yo amaba a tu hermana. Más que a cualquier otra persona. Por eso quiero lo mejor para Ukitake y para ti, porque erais su familia.

—Así limpiarías tu conciencia del tiempo que nos dejaste solos, ¿no? —dijo la morena cerrando la puerta y alejándose del coche.

Byakuya la observó caminar calle abajo perdiéndose entre la gente. Suspiró y se sentó, tapándose los ojos con la mano. No había querido ser tan directo con ella ni que se enterara de que había tenido gente detrás de ella todo el rato, ni que sabía de ese tal Kurosaki. Pero su familia se lo había dejado claro, si él quería que la hermana de su difunta esposa mantuviera el apellido Kuchiki, tenía que hacer todo eso.

‘Prométeme que siempre cuidarás de mi hermana pase lo que pase entre nosotros.’
‘Te lo prometo, Hisana’

El hombre trajeado, que había hablado con Rukia en el portal y que se había mantenido fuera del coche, entró dentro. Le habría gustado escuchar la conversación como el chófer, pero se ve que no había la misma confianza.

—Quiero que dejéis de seguirla —le ordenó Byakuya—. Comunícaselo a tus compañeros.

—De acuerdo.

—Señor, ¿nos vamos? —preguntó el chófer.

—Sí —susurró.
.

.

Ichigo y Senna salieron de la clase cuando acabó y se fueron a un pasillo más apartado donde no pasara tanta gente. Los amigos se los quedaron viendo extrañados y se miraron entre ellos. ¿Qué estaba pasando?

La pelivioleta caminaba todo el rato al lado de él con una sonrisita para que los alumnos, y sobretodo las chicas que les gustaba Ichigo, los vieran juntos.

 —Que bien huele... —pensó Senna mirándolo de reojo—. Aunque estoy segura de que es un jabón de mujer. ¿Hoy te has duchado con ella? ¿Antes o después de ver las fotos?

Cuando llegaron a ese pasillo, el joven se puso delante de la joven y sacó la foto de su bolsillo.

—¿Tú sabes algo de esto? —le preguntó Ichigo entregándosela.

Senna empezó a realizar el papel que tenía ensayado y guardándose la sorpresa de ver solo la foto en la que salían hablando.

—¿Qué es esto? —la miró y se llevó una mano a la boca abierta—. ¿Quién nos ha hecho esta foto?

—Ni idea.

—¿Cómo me preguntas si yo sé algo de esto? —levantó la cabeza y lo miró—. Por supuesto que no. Yo soy la que está contigo en la foto, ¿lo recuerdas?

Ichigo se llevó una mano al cabello naranja.

—Sólo quería saber si sabías algo o habías escuchado a alguien hablar de que había gente que se dedicaba a hacer fotos a otras personas.

—Yo no he oído nada, Ichigo —volvió a mirar la foto—. La verdad es que me da bastante asco pensar que hay gente que se dedica a esto. ¿Y si es algún pervertido?

—No creo que a ningún pervertido le interesara esa foto. Sólo estamos hablando.

—Ya pero… —pensó que decir— puede que esa persona haya hecho más.

—Había otra foto, pero se la he dejado a la chica con la que estoy ahora para que la observe mejor.

Senna tragó saliva al captar como había subido un poco el tono al pronunciar la palabra 'ahora' y le miró.

—¿Hablas de Rukia? Seguro que la pobre se ha enfadado de vernos así ¿verdad? —preguntó intentando llevarlo hacia su terreno.

Ichigo se la quedó mirando un rato en silencio antes de hablar.

—¿Vernos cómo?

—Pues… —se quedó callada pensando que si decía algo fuera de lugar podía delatarse a sí misma. Él no había dicho como era esa segunda foto— no sé. Recuerdo que luego nos abrazamos… ¿Salimos así en esa foto? Espero que no, me sabría mal que ella se pensara cosas que no son.

Ichigo miró por la ventana y se pasó la mano por la nuca.

—Sí, en la segunda foto salimos así. Se la he dejado para que se de cuenta de que eres tú la que me está abrazando a mí. Estoy seguro de que se dará cuenta.

—¿Es importante para tí que vea que soy sólo yo la que está abrazándote?

—Sí, sobretodo para que no se piense cosas que no son y que no volverán a ser jamás —le volvió a recordar mirándola serio a los ojos pensando en lo que le había dicho Rukia. Que Senna le comentó que iban a volver, cuando eso no era cierto.

La chica no pudo aguantarle la mirada y la desvió hacia otro lado. Esas frases eran demasiado lapidarias para que ella pudiera aguantarlas.

—¿Entonces no se ha enfadado? —le preguntó en un susurro.

—No —respondió pensando que no sabía si eso era cierto. Él deseaba que no.

Senna apretó la foto con los dedos, aunque Ichigo no se dio cuenta, y esbozó una sonrisa digna de un premio.

—Menos mal, me alegro. Por cierto, ¿dónde las has encontrado?

—Estaba en un sobre en mi buzón. Sin remitente ni nada escrito —le mintió.

—¿En tu buzón?… vaya —susurró antes de entregárselas sin mirarle—. Si me entero de algo te lo diré, no me gusta la idea que haya alguien por ahí haciéndome fotos.

Ichigo la miró extrañado de que no lo mirara a la cara pero lo atribuyó a que estaba molesta por las fotos.

—De acuerdo.

Sonó el timbre y se fueron a su clase caminando esta vez uno delante del otro. Senna se mantuvo detrás, observándole la espalda.

¿Es que ella sabe como son tus abrazos de verdad, Ichigo? ¿Por qué no me has dicho que estaban en su buzón? ¿Estás protegiéndola? —pensó antes de entrar en la clase donde ya estaba la profesora.

—Guardar los apuntes y todo lo que tengáis en las mesas —ordenó viendo a sus alumnos sentarse sin entender a que venía eso—. El examen de mañana se adelanta a hoy.

—¡¡¡¿¿QUÉ??!! —exclamaron todos estupefactos mirándola como si se hubiera vuelto loca—. ¡No puede hacer eso!

Se creó un murmullo en la clase que fue creciendo por momentos hasta crear un barullo de ruido donde no se entendía nada. Ichigo y sus amigos compartieron miradas nerviosos. Keigo estaba que se subía por las paredes.

—¡Yo no he estudiado aún! —Gritó éste agarrándose del cabello.

—¡Yo tampoco, señorita!

—Callaros —pidió la profesora sacando los folios de una carpeta.

—¡Deje el exámen para mañana! ¡Por favor!

—¡Que me juego la nota!

—¡Silencio! —ordenó la mujer alzando la voz y callando así a todos—. Los que no habíais ido estudiando hacéis muy mal. Si queréis ir a la Universidad no tenéis que dejar todo para el último día. Aquí os estamos preparando para aprobar los exámenes de acceso y para que sepáis como manejaros a la hora de estudiar. Así que ahora mismo haréis el examen que estaba previsto para mañana para que os sirva de no volver a hacer eso.

Empezó a repartir pidiendo en todo momento que dejaran de murmurar que estaban a punto de hacer un examen. Ichigo estaba nervioso aunque mentalmente se decía que había estudiado. Llevaba días haciéndolo a pesar de que cierta morena se le apareciese en todo momento. Inoue y Tatsuki se estrecharon la mano dándose suerte mutuamente. Senna respiró hondo cuando la maestra le puso el examen delante. Lo que le faltaba. Bastante mal se sentía ya como para tener que hacer eso ahora. Ella sí que no había estudiado nada.

—Bien —dijo la profesora al llegar a su mesa después de entregárselo a todos—. Leer las preguntas con calma, tenéis tiempo de sobra. Ya podéis empezar.
.

.

Rukia estaba sentada en una silla en una gran sala que había en la parte de atrás de la galería de fotografías que en esos momentos permanecía cerrada al público. Esa sala estaba llena de gente que al igual que ella esperaba una oportunidad, sólo una, para poder gustarle al artista.

Cuando llegó, se sorprendió de las personas que ya estaban esperando en la puerta. Ella los observó. Todos de más o menos su edad, físicamente atractivos, perfectamente peinados y seguramente, pensó, con ropas de marca debajo de esos abrigos. Al pasar un rato, una mujer mayor salió de la galería abriendo la puerta para que pudieran ir entrando. A medida que lo iban haciendo dos hombres sentados en unas mesas les fueron entregando un formulario que tenían que rellenar para poder realizar las pruebas.

Al acabar de rellenarlo tenían que esperar en una sala y ahí es donde estaba ahora Rukia, esperando a que el primer grupo acabase para que el segundo, el suyo, pudiera entrar. Otra mujer fue pasando uno a uno por los miembros del segundo grupo a darles una pegatina de papel con un número de identificación. La morena sonrió de verdad por primera vez desde que había salido de su casa cuando vio el número que le había tocado. El quince.

Siempre estás conmigo... —pensó resiguiendo el número con el dedo índice antes de enganchárselo en la ropa.

—El segundo grupo ya puede ir entrando —avisó la misma mujer.

Rukia se levantó igual que los demás y respiró hondo para que los nervios se le fueran. Ahora sí que se estaba jugando todo a una carta y podía acabar perdiéndola.
.

.

Ichigo se pasó una mano por el pelo naranja resoplando. El examen estaba siendo más difícil de lo que había pensado. Echó un vistazo a sus amigos y se percató de que estaban igual que él, salvo Inoue e Ishida. Éstos siempre estudiaban antes de tiempo y ponía la mano en el fuego que Chad, que estaba detrás de él y no podía girarse a mirarlo, también había estudiado antes. Tatsuki, Mizuiro y Keigo, eran otra cosa, sobretodo el último. El ojimiel hasta sintió pena de verle con la frente apoyada en la mesa y las manos en la cabeza. Dejó de mirarlo y volvió la vista a su propio examen. Tenía más de la mitad hecho y estaba convencido de que estaría bien, pero la otra mitad no tenía muy claro de que era lo que le pedía. Respiró hondo, intentando recordar lo que había estudiado.

¿A Rukia le estará yendo bien la prueba?… —pensó agachando la cabeza y dejando su mano en la nuca.

‘Si no consiguiera el trabajo, lo más seguro es que me vaya la semana que viene.’

Negó débilmente y volvió a centrarse en su examen. Senna lo miró de reojo antes de suspirar y mirar su hoja que estaba casi toda en blanco. Arrugó la frente, recriminándose mentalmente no haber estudiado de tan centrada que había estado estos días en el chico que se sentaba al lado de ella.

Tú eres buena estudiante, Senna —se dijo a si misma— pero… vas a suspender… por tonta.
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.

Fue el turno de Rukia para ponerse delante de la cámara. Kensei hacía las fotografías mientras dos personas más observaban los resultados detrás de unos monitores. El artista iba y venía todo el rato para poder verlas también antes de continuar haciendo más fotos. Si no le gustaba lo que veía a la primera, decía un leve ‘siguiente’ y te ibas para tu casa.

—Señorita Kuchiki, un placer tenerla aquí —le dijo Kensei mientras preparaba la cámara.

—Gracias —le respondió la morena colocándose delante de una sábana blanca alzada con unos ganchos para hacer de fondo—. Estoy un poco nerviosa, nunca he posado antes.

—Pues entonces es normal que estés nerviosa —la miró a los ojos—. Pero quiero que te relajes. En el nuevo trabajo que quiero realizar, deseo captar la naturalidad, la jovialidad y la alegría, ¿de acuerdo? Quiero que pienses en algo que te haga muy feliz y sonrías tranquilamente, sin miedo ¿de acuerdo?

Rukia se pasó la lengua por los labios intentando eliminar el nerviosismo y asintió con la cabeza. Observó que Kensei se ponía delante y se llevaba el visor de la cámara a los ojos. Intentó sonreír pero los nervios le estaban jugando malas pasadas. ¿Por qué estaba así?, se preguntó a sí misma, si ella había sido bailarina de Striptease. Bailaba cada noche, con el torso desnudo y con cientos de ojos contemplándola mientras ella se movía y daba vueltas en una barra de metal, ¿y ahora se ponía nerviosa por unas fotos? Quizá no era el hecho de estar delante de la cámara sino de que ese momento era su última oportunidad para poder llevar la vida que ella quería.

—Kuchiki, intenta relajarte. Quiero que pienses en algo que te haga muy feliz y sonrías tranquilamente, sin miedo.

¿Pensar en algo que la hiciera feliz? La morena esbozó una leve sonrisa al pensar en alguien que la rapidez del fotógrafo pudo captar. Los extremos de su boca cada vez subían más haciéndola ver aún más bonita. Era imposible no sonreír si le veía a él como si estuviera delante de ella. Kensei miró la pantalla de la cámara y asintió imperceptiblemente.

—Sea lo que sea que estés pensando, sigue haciéndolo —le susurró de forma profesional para no cortar el ambiente antes de volver a colocar la cámara en posición.

Rukia empezó a sentir como sus nervios se despedían de ella. ¿Cómo no lo iban a hacer? Sí sentía como unos brazos la agarraban de la cintura por detrás, la levantaban y le daban vueltas. No podía dejar de sonreír ahora enseñando los dientes. Incluso soltó una leve carcajada al recordar ese momento, ahí en medio de la calle.

Cerró sus ojos violetas y hundió sus dedos en su cabello oscuro como si escuchara su voz varonil hablarle al oído.

‘Quédate conmigo… No me dejes solo’

‘Muchísimo más. Nunca había sentido esta atracción por ninguna otra mujer y dudo que lo vuelva a sentir’

‘Y menos si ve lo que veo yo’

‘Rukia…’

Volvió a abrir sus ojos y sonrió a la cámara, que se acercó un poco más queriendo captar ese color tan brillante de esa atrayente mirada. Cuando sacó un par más, se alejó mirando la pequeña pantalla otra vez y se dirigió a las otras personas.

La morena suspiró dejando de sonreir y los vio hablar entre ellos pero tan bajito que no fue capaz de escucharlo. ¿Les había gustado o no? Rogó que no dijera ‘siguiente’.

—Vale, señorita Kuchiki. Ya está, tengo suficientes fotos suyas. Puede marcharse.

—Señor Shiba —se acercó a él que hacía un gesto con la mano para que pasara otro candidato—. ¿Cuándo sabré si me contrata?

—Seguramente hasta la semana que viene nada.

Rukia hizo un gesto contrariada, sintiendo como los nervios volvían a ella con mayor rapidez y fuerza que antes de que se marcharan.

—¿Y no puedo saberlo antes? Por favor —le pidió mirándole a los ojos suplicándole con la mirada—. Es muy importante para mí, necesito saberlo cuanto antes, sino… sino puede que tenga que marcharme a otra ciudad. Necesito el dinero.

El artista arrugó la frente.

—¿Problemas personales? ¿Estás bien? —le preguntó y vio como ella miró hacia otro lado y negó con la cabeza. Él observó de reojo a sus compañeros, que estaban más apartados—. Se supone que no podría hacer esto por mi cuenta, pero como soy el artista y el que hace las fotografías y me necesitan, haré una excepción con usted. No puedo asegurarle que la vaya a contratar pero por lo menos, si acabo contratándola se lo haré saber,  ¿de acuerdo?

Rukia abrió sus ojos sorprendida y lo miró.

—Muchas gracias. Tendría que ser mañana, antes de que acabara el día.

Kensei hizo una mueca antes de asentir.

—Es muy justo… pero lo intentaré. Si no la llamo significa que la decisión ha sido negativa.

—Gracias de nuevo, señor Shiba.
.

.

Ichigo se levantó de su asiento y se dirigió a la mesa de la profesora para entregarle el examen. Aún quedaban algunos alumnos en la clase cuando él salió para subir a la azotea donde suponía que ya estarían sus amigos ya que era la hora del patio.

Nada más salir por la puerta, Keigo se acercó a él corriendo con lágrimas en los ojos.

—¡ICHIGOOOOO!! ¡¡VOYY A SUSPENDERRR!!! —exclamó teatralmente abalanzándose sobre el pelinaranja, aunque éste le agarró por el cuello en el aire.

—Eso te pasa por no estudiar —le dijo Ichigo arrastrándolo hasta donde estaba el grupo.

—A mí tampoco me ha ido muy bien —suspiró Tatsuki desganada.

—Ya verás como sí que te ha ido bien —la apoyó su amiga Inoue pasando una mano por su espalda.

—¿Y a ti Ichigo? —le preguntó Mizuiro dejando de teclear en el móvil.

Éste se sentó apoyando la espalda en la barandilla que rodeaba la azotea, agradeciendo en parte que se hubieran olvidado de porque había llegado tarde a clase y porque había salido a hablar con Senna al pasillo.

—Yo creo que bien, pero me ha parecido una auténtica putada lo que nos ha hecho esta profesora —respondió viendo como los demás asentían con la cabeza, pensando exactamente lo mismo.

—A ti seguro que te habrá ido genial, Ichigo —se volvió a acercar Keigo colocándose unas gafas de culo de botella—. Toma las gafas de empollón.

Ichigo le soltó un puñetazo en toda la cara, rompiéndole el accesorio.

—¡Deja de comprarte esa mierda! —le ordenó viendo como se retorcía en el suelo.

—Lo mejor es que no tendremos examen mañana —opinó Ishida y miró a su novia—. Podremos irnos a ese balneario, ¿no, Inoue?

Ésta se ilusionó enseguida y puso sus manos en las mejillas sonrojadas.

—¡Es verdad! ¡Todo es perfecto! ¡Seguro que es el destino!

Todos los miraron extrañados hasta que la morena karateka se recordó de algo.

—¡Cierto! Mañana hacéis tres meses que estáis juntos.

Ishida e Inoue, que ahora apoyaba la cabeza en el hombro de su novio, asintieron, recibiendo las felicitaciones del grupo.

—¿Y a que balneario vais a ir? —preguntó Chad.

—A uno que está a las afueras de Karakura. Es bastante nuevo pero he oído críticas muy buenas —respondió Ishida.

—Ya sabemos todos lo que vais a hacer en el balneario eh —dijo Keigo moviendo las cejas hacia arriba y con una sonrisa pervertida cuando se recuperó del golpe de su amigo. Ishida carraspeó algo sonrojado a diferencia de Inoue que estaba como un tomate.

—¿Y es muy caro? —quiso saber Ichigo.

—No te creas —le respondió el peliazul—. Además si vas a su página web encontrarás algunos descuentos —se colocó bien las gafas—. Aunque yo no he tenido que hacerlos servir.

Ichigo entrecerró los ojos mirándolo.

—Claro como tú eres rico.

—Huelo a envidia por aquí, Kurosaki.

—¡Que te calles! —exclamó el pelinaranja frunciendo más el ceño pensado que por supuesto que le tenía envidia. Él tendría que estar trabajando durante meses para poder pagar lo que seguro habría pagado Ishida.

—Venga parejita, poneros aquí delante que os voy a hacer una foto —habló Mizuiro levantándose del suelo donde estaban todos sentados.

Los dos se levantaron y se pusieron donde había dicho. Ishida le pasó un brazo por encima de los hombros a Inoue y ésta sonrió tan feliz que se les contagió a todos.

Ichigo los miraba con una pequeña sonrisa, contento por lo bien que estaba yendo la relación de esos dos. A su mente le vino enseguida la imagen de Rukia e inconscientemente se imaginó que eran ellos dos los que estaban ahí posando delante de la cámara, abrazados y sonriendo, delante de sus amigos, sin importarles nada. Recordó el sonido de la risa que la morena le regaló ayer en la calle. ¿Habría algo que no le gustara de esa pequeña mujer?, se preguntó a si mismo respirando hondo el suave olor a jazmín que le estaba acompañando durante todo el rato.

Rogaba por que Rukia creyera lo que le había dicho de esas fotos y de Senna. ¿Cómo podía pensar que había estado con otra mujer? ¿No le demostraba lo suficiente que no podía ni tenía más hueco libre en su mente como para pensar en otra si ella ocupaba todo el espacio? Ahora, su vida entera, giraba sobre Rukia. Sin ni siquiera proponérselo, esa pequeña mujer, se había colado en todos sus sentidos y era imposible que el corazón no le latiera más rápido cuando la tenía cerca. ¿Qué significaba todo eso? Rukia podía marcharse, pensó, y ya no habría nada que hacer más que tragarse todo eso.

Mientras el resto de sus amigos también se levantaron para hacerse fotos, él sacó su móvil del bolsillo.
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.

Rukia salió de la galería y se dirigió a la parada de autobús más cercano para poder ir al hospital y ver a Ukitake. Caminaba pensando que si Kensei al final no la llamaba para decirle que la contrataba, sería el último día que iría a ese hospital. El último día que se sentaría en el mismo asiento del autobús si estaba vacío, realizaría el mismo trayecto y entraría en aquella habitación 341, blanca con aquel sillón negro.

Llegó a la parada y se sentó. Estaba sola, muy poca gente estaba en la calle. Por la hora que era lo más seguro es que estuvieran en alguna cafetería tomando algo. Además, por el frío que hacía no apetecía estar fuera.

Sin embargo, al mirar al frente, pudo observar a una anciana sentada en un banco de la otra calle. Iba bien arreglada, elegante, con un collar de perlas alrededor del cuello y su bolso en el regazo. Observaba la carretera con una mirada tranquila y paciente, con el suave viento dándole en el rostro y acariciándole el brillante pelo canoso.

Rukia la contemplaba recordando aquél hombre en la silla de ruedas en el patio del hospital. Tuvo la misma sensación que cuando le vio a él, que parecía que estuviera esperando a alguien. Aquella mujer esperaba que alguien llegara pero nadie aparecía, o eso es lo que Rukia sintió. Se sorprendió cuando la anciana dirigió su mirada hacia ella y le sonrió dulcemente. Rukia no pudo evitar corresponderle el gesto.

Escuchó como su móvil emitió un pitido avisando de la llegada de un mensaje. Rompió el contacto con los ojos de la mujer y sacó el teléfono del bolso. Era de Ichigo.

‘Espero que la prueba haya ido bien. Le he preguntado a Senna sobre las fotos y no sabe nada. No sé quien habrá podido ser… pero quiero que me creas cuando te digo que no he estado con ella ni con nadie, ni pienso estarlo. Sólo contigo, Rukia.’

La morena cerró los ojos imaginándose esa última frase pronunciada con la voz de Ichigo. Estaba segura de que pasara lo que pasara, el sonido de su voz siempre estaría en su memoria. Abrió los ojos y miró al frente para ver ahora el banco vacío. La anciana ya no estaba.

La buscó con la mirada y la encontró caminando calle arriba, con pasos cortos y la espalda un poco torcida que la hacía ver aún más bajita. Se notaba que le costaba andar, pero algo le decía a Rukia que mañana estaría en ese mismo banco y a la misma hora, sentada, esperando.
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Ichigo sostenía el móvil en la mano releyendo el mensaje que acababa de enviarle a Rukia, deseando que ella le pusiera algo. Estaban tan bien que no quería que nada lo estropeara. Levantarse junto a ella y disfrutar de su compañía había sido algo inexplicable. Podía ser él mismo a su lado, no importaba las horas que estuviera con ella, siempre quería más.

Volvió a mirar hacia sus amigos al escuchar sus risas y esbozó una sonrisa al ver como, cuando Keigo y Mizuiro estaban posando para la cámara, Chad  los agarró por detrás y los levantó sin esfuerzo para no tener que agacharse y así salir en la foto también.

—¡AHH! ¡Esta mole nos va a matar! —exclamó Keigo.

Todos los demás se rieron e Ichigo también aunque el sonido de llamada del móvil le cortó. Era Rukia. Se levantó y se alejó del grupo caminando por la azotea.

—Hola Rukia —dijo el pelinaranja nada más descolgar.

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—Hola —saludó también intentando que no le temblara la voz por culpa de todas las dudas que tenía en la cabeza—. Me ha ido bien la prueba, había bastante gente pero yo creo que me ha ido bien.

Me alegro mucho —escuchó por el auricular—. ¿Has leído el mensaje?

—Sí... —le respondió suspirando y pensando en la conversación con Byakuya. Estaba segura de que él había sido el de las fotos.
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Ichigo… —el pelinaranja la escuchaba con atención, apoyándose en la barandilla, apartado de sus amigos— confío en ti y te creo. Siento lo de esta mañana.
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No te disculpes. No sería el más indicado para decir nada después de lo que pasó con Kaien.

Rukia se pasó la mano por el pelo, decidiéndose a hacer lo que había estado pensando. Si podría ser su último día en Karakura… quería pasarlo con él.

—¿Era mañana cuando tenías un examen? —preguntó al recordarse que le había dicho algo del miércoles.

No, lo hemos hecho hoy —al escucharlo suspiró aliviada—. Nos lo ha adelantado así por la cara.

—Vaya… que mal —dijo sin sentirlo de verdad—.  ¿Y cómo te ha ido?

Bien… o eso espero.

La morena escuchó su risa y se rió también, aunque deseó que no la notara algo tensa.
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Ichigo sintió algo en el pecho al escuchar esa risa. No era como la de ayer o la de la mañana. Era diferente.

Seguro que sí.

—¿Por qué querías saberlo? —preguntó haciendo que la morena se quedara un rato en silencio antes de contestar.

Porque… me gustaría que me acompañaras a un sitio especial.

Abrió los ojos sorprendido.

—¿Enserio?

Sí, ¿quieres venir?

—¡Claro! Claro que sí —le respondió sintiendo una alegría en el pecho, encantado de que ella quisiera que la acompañase. Iría a donde fuese si así podía conocerla más.
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Rukia escuchó como sonó un timbre por el auricular.

—Quedamos en la parada de bus que hay al lado de mi piso, ¿sabes cual es?

Sí. Vale, ¿a que hora?

—Pronto, es bastante largo el trayecto. Quedamos por, no sé… las seis de la mañana y pasamos allí el día o ¿te parece muy temprano?

No, no, perfecto —escuchaba como Ichigo iba caminando y el ruido de más gente a su alrededor—. Te tengo que dejar, nos vemos mañana, enana.

—Hasta mañana —se despidió aunque esperó que él colgara primero para luego hacerlo ella.

Esbozó una sonrisa triste, guardando el móvil en su bolso. Observó que su autobús ya venía y se levantó.

Voy a llevarlo a nuestra casa, Ukitake. Será la primera vez que lleve a alguien después de tanto tiempo. Ni siquiera a Renji… y lo peor es que no sé si será la última, quizá mañana es una despedida.

Cuando el bus abrió su puerta, ella entró y picó con la tarjeta que llevaba.

Me encantaría que lo conocieras, estoy segura de que te caería bien. Con él me siento yo misma, vuelvo a ser la que era.

Se sentó en el asiento de siempre y apoyó la cabeza mirando por la ventana.

¿Sabes que hace mucho que no tengo pesadillas? Creo que desde que lo conocí… Tengo miedo de que… al alejarme de él, las pesadillas vuelvan…

.
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CONTINUARÁ…

¡Hasta aquí el nuevo capítulo! ¿Qué os ha parecido? Menudos buenos días que se dan estos dos eehh
jajajaja (yo también quiero que Ichigo me los de así xD) Ha aprovechado que tenían que quitarse el chocolate para estar con ella otra vez, no sabe nada el fresita ¿verdad? jaja

¿Que opináis de lo de las fotos? Rukia le ha dicho que confía en él, pero ¿le habrá dado igual? o ¿algo se ha movido dentro de ella? Mmmm no sé no sé :P y lo de Kensei, ¿la contratará o no? Pobrecita, se lo está jugando todo ahí porqué ya habéis visto que ha decidido Byakuya, sólo un día para que ella se decida (que nervios! ^^)

Que Rukia quiera que Ichigo la acompañe a su casita rural dice mucho ¿no? ¿Qué pensáis?

¡Espero que os haya gustado! Estaré encantada de leer todos vuestros comentarios, ya sabéis que un comentario sube un +1 en inspiración :)

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¡NOS LEEMOS, BESITOS!

12 comentarios:

  1. Hola :D Aqui Claudia, una seguidora de Mexico~ Pues desde hace mucho queria comentarte que me encanta tu fic porque tiene tantas cosas y es hermoso y ajskdjsbdjd pero pues la pena me ganaba xD pero como dijiste qur esto te subia el autoestima par que no dejaras de escribir lo hare de ahora en adelante c: porque eres muy buena y tus fics tienen que ser alabados \o/ Y ahora hablando del fin... cada vez me dejas mas con la intriga de que pasara ya que se esta poniendo muy bueno e intenso el asunto 7w7 Bueno pues espero que por lo menos te haya aportado un granito de arena para que continues porque ame tu fic y espero haya muchos mas tuyos :D (pero con este ahorita soy feliz) Gracias y nos seguimos leyendo despues Byeri~ ^w^/

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    1. ¡Hola! Encantada de conocerte Claudia :D Muchas gracias por el comentario, la verdad es que me alegran muchísimo y me dan muchos ánimos para continuar escribiendo. Me alegro que te guste mi historia y mi forma de escribir, lo hago con todo el cariño para vosotros y porqué esta pareja me tiene enamorada ^^
      Sobre el final de la temporada... no puedo decir nada, sorpresa sorpresa jejeje Sólo que espero que te guste :)
      ¡Un abrazo!

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  2. Oh por Dios, oh por Dios, oh por Dios!!!! NOO!!!! TT_____________TT ¿por qué Nii-sama por qué!? QnQ <3 espero que Rukia le cuente toda la verdad a Ichigo si no, shorare QnQ, maldita Senna eso le pasa por zdorra!! >:X la odio con odio al jarocho -3- jajaja Kensei debe debe de contratarla si o si >:C si no shorare también XDD siempre me dejas con ganas de leer mas!! Eso no se hace!! Después no puedo estar tranquila y no dejo de pensar en el fic Dx jajajaja Ame el capítulo y en verdad espero que no se separen Ichigo y Rukia *aunque no se porque siento que lo harán y eso hará que sho sufra D'x* gracias por este hermoso capítulo y espero con muchas ansias el siguiente :3 Saludos~ Bye-bye~ :3

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    1. jajaja es lo que quiero conseguir en cada capítulo dejarte con ganas de leer más :D a ver que ocurre en el próximo capítulo que yo no puedo decir nada jeje
      Nos leemos! Un abrazo ^^

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  3. Oral que manera de dar los buenos días!
    Me gusto mucho el capitulo, ya hasta estoy empezando a odiar a senna... aun que pensandolo bien no tanto, porque gracias a sus fotos rukia se comenzó a dar cuenta de que lo que tiene con ichigo ya no es solo por diversión... pero buen, Espero poder leer pronto el próximo capítulo.
    Saludos

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    1. Sí, parece que el plan de Senna no ha salido como ella quería, además Rukia se piensa que ha sido Byakuya el que ha hecho esas fotos. Ya veremos que ocurre ^^ Nos leemos!
      ¡Un abrazo!

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Me enknto muchisimo este capitulo sin darse cuenta se estan enamorando pro lo bueno que Rukia confia en Ichigo que linda mi parejita IchiRuki al parecer ella la tomo la decision de llevar a Ichigo a la casa donde vivian con Ukitake de verdad esta emocionante tu fic toy k m como las uñas pro lo malo que m kede sin cel ahi podia ver todos los fics favoritos que tenia toy incomunicada tratare de ver todos mis fics en la noche en la compu d mi mama y en serio Felicidades esta super tu fic amiga ANIMO desde Ecuador te mando energias positivas =D..........!!!!!!!!!

    SIGUE ADELANTE......!!!!!! XD

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    1. Sí, Rukia tiene mucha confianza en Ichigo y no le mintió cuando le dijo que no quería alejarse de él, por eso ha decidido llevarlo a su casita rural :) Ya veremos que ocurre en el último capítulo de la primera temporada. ¿Se irá o no se irá?
      Se te ha estropeado el móvil? Has podido leer los fics al final?
      ¡Muchas gracias amiga! Yo también te mando energías positivas :D

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  6. Me ha encantado tu fic.!

    Y me gusta la manera en que has adaptado las personalidades de nuestra pareja favorita en este fic.!
    Y sus interacciones en el apartamento de Rukia son mis partes favoritas porque son ellos mismos y se dejan llevar por lo que sienten, su relación fluye tan natural (Como amo que transmitas eso) como cuando salieron de la ducha por decir un ejemplo.

    En este capítulo tenemos que dar las gracias a Senna por despertar en Rukia los celos y que ella se diera cuenta que siente algo mas por Ichigo que él significa más para ella de lo que imaginaba.

    Gracias por tu fic.! Sencillamente es genial.!
    Me voy a leer la conti :D
    Hasta pronto.!

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    1. Hola! Muchas gracias <3 Me alegro de corazón de que te guste mi historia. Que parezcan naturales es lo que intento a la hora de escribir, como si fueran dos personas reales con sus propios problemas y con las ganas de querer estar con el otro.
      Y tienes razón, Senna ha ayudado a Rukia haciéndole sentir malestar de verlos abrazados. Espero que la continuación te guste también ^^
      Nos leemos! Un abrazo :D

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  7. *-------------* me canta !! Att: Jenni

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¡No olvidéis comentarme! :D