CAPÍTULO 9

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STRIPTEASE

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CAPÍTULO 9

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EMPIEZAN LOS CAMBIOS

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Cuando Rukia llegó a su piso eran las dos y cuarto de la tarde. Había cogido el bus por la mañana para pasar antes por el banco y poder sacar el dinero que tenía que darle a Urahara por el alquiler. Tardó una hora en salir de aquella sucursal llena de gente un jueves por la mañana.

Al salir, aprovechó que pasaba por un restaurante que ella ya conocía donde hacían menús muy económicos y entró a comer. Nunca le había molestado que la reconociesen por la calle y la saludaran, pero que el camarero, después de pedirle la comanda, se agachara y le susurrara al oído que deseaba verla bailar desnuda esa noche, no era precisamente un saludo cordial.

Rukia no dijo nada por no formarla y así contener las enormes ganas que le dieron de estamparle la silla en la cara.

Abrió su portal y subió las escaleras hasta la segunda planta donde caminó hacia la puerta donde vivían sus caseros. Picó, agradeciendo que esa vez no tuviera que interrumpir nada, esperó un rato y Urahara salió.

—Hola Kuchiki, ¿cómo estás?

—Hola, bien. Mira, te traigo el dinero del alquiler —le dijo Rukia entregándole un sobre.

—Ohh, perfecto, muchas gracias —le agradeció con una sonrisa llevando el sobre a uno de los armarios que tenían en la salita. Lo guardó en un pequeño cajón.

—Bueno, me voy.

—Espera Rukia —la llamó Yourichi saliendo del baño con una toalla envolviendo su cuerpo—. Tengo algo para ti. Me la han entregado esta mañana al no estar tú.

La mujer cogió una carta que estaba en la mesa y se la dio a Rukia. Ésta se quedó extrañada al verla completamente en blanco, sin nada escrito.

—¿Quién te la ha dado?

—Eran dos hombres trajeados con gafas de sol. La verdad es que lo primero que pensé es que eran del gobierno. Me dijeron que era urgente para Rukia Kuchiki.

—¿Estás metida en algún lío? —le preguntó Urahara.

—No que yo sepa —contestó la morena arrugando la frente—. Gracias Yourichi.

—De nada.

Rukia caminó hacia su puerta con su mochila colgando de su mano. Cuando estuvo dentro, la dejó en el sofá y se sentó para abrir esa carta. No le hizo falta más de un segundo para saber quien la había escrito ya que enseguida conoció esa letra en cursiva y de trazos finos. Era de su hermano Byakuya.

'Tenemos que hablar. Ven a mi casa. No me gusta el sitio donde trabajas y creo que a tu hermana tampoco le gustaría.'

'Byakuya Kuchiki'

—¡Joder! —exclamó Rukia arrugando el papel y tirándolo con fuerza contra la pared. Cuando pensaba que se había librado de él y que nunca más iba a tener noticias suyas, aparece ordenándole. Ya sabía donde vivía y lo peor, donde trabajaba.

Desde que aceptó el trabajo de bailarina de striptease supo que si algún día su hermano se enteraba seguramente le diría que lo dejase, que ese no era un oficio digno para una Kuchiki.

Y ese día había llegado.

Se levantó de golpe y fue hacia la ventana para mirar la calle. No le pareció ver ningún coche sospechoso o nadie parado en alguna esquina. Cerró los ojos y se llevó una mano a la frente temiendo lo que le venía encima.

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Acabaron las clases y empezaron las actividades extraescolares. Los del equipo de baloncesto entrenaban duramente ya que pronto empezarían los partido del campeonato. El entrenador los mantenía en todo momento ocupados pero el mal rollo entre Ichigo y Kaien se notaba a leguas de distancia. Evitaban estar cerca, tocarse por accidente o incluso mirarse. No se pasaban nunca el balón entre ellos y eso dificultaba el trabajo de equipo.

En la entrada del gimnasio, Nozomi y Senna se acercaban intentando que nadie las viera mientras ellos estaban entrenando.

—¿Qué vas a hacer, Senna? Vámonos.

—No, tú quédate vigilando. Este es el único momento en el que puedo mirar sus cosas.

—Nos van a pillar.

—Que pesada eres. Avísame si viene alguien.

Senna hizo caso omiso de lo que decía su amiga y entró en el vestuario con precaución y sin ser vista.

Cuando estaba en clase, más de una vez vio a Ichigo mirar su móvil en el bolsillo del pantalón y en ese momento quiso mirarlo ella también. Ahí obtendría mucha información de con quien hablaba y sobre que. Se preguntó cuando podría quitarle el móvil para echarle un vistazo y recordó que las taquillas del gimnasio no se cerraban con llave. Era el sitio perfecto.

Paseó la mirada por todo el vestuario para ver si encontraba alguna pertenencia de Ichigo que le dijera cual era su taquilla, pero al no encontrarlo tuvo que ir rápidamente abriendo una a una y mirando su interior hasta que dio con las cosas de su ex.

Senna sonrió de lado al tener el móvil en sus manos.

—A ver que encontramos por aquí —pensó mientras iba directamente a los mensajes. Había de sus amigos, algunos con sus hermanas y de… —Rukia… ¿Quién es ésta? —preguntó mentalmente.

La pelivioleta abrió los ojos y la boca sorprendida y asqueada de leer las cosas que se decían.

—¿Cómo puedes dejarte llevar por esta tía, Ichigo? Seguro que es la zorra que vino al entreno —sacó su propio móvil y se guardó el número de Rukia por si acaso. Dejó el aparato y le registró la cartera—. Bah, que chorradas guarda… ¿Qué es esta tarjeta? Bar Bleach… bailamos para ti, solo para ti… ¿Qué es esto?

—Senna —la llamó Nozomi en un susurro.

La nombrada se llevó una mano al corazón.

—¡Qué susto me has dado!

—Rápido, que van a acabar.

—Vale, voy —guardó todo como estaba y cerró la taquilla antes de salir del vestuario junto a su amiga.

Cuando estuvieron fuera del gimnasio oyeron que los chicos acababan el entreno e iban directos a ducharse.

—Que sea la última vez que hacemos eso —le soltó la peliverde enfadada—. ¿Qué hubiera pasado si nos pillan?

—No ha pasado nada, relájate.

Nozomi resopló.

—¿Has encontrado algo?

—Le he mirado el móvil y he leído que se manda mensajes con una tal Rukia. No sé si es la del otro día pero si tú los leyeras… —le contó Senna haciendo una mueca—. Me he guardado el número de esa por si acaso. Y he encontrado esto.

Le enseñó la tarjeta de Bleach.

—¡¿Se la has robado?!

—Es que me has avisado que venían y me la he llevado sin querer —mintió por no decirle que había llamado su atención y quería averiguar de donde era.

Nozomi frunció el ceño y leyó la tarjeta. Salieron del recinto del instituto e iban caminando por la calle.

—Bar Bleach… me suena.

—¿Lo conoces? Por lo que pone debajo parece un sitio donde hacen espectáculo de baile o algo así —dijo Senna.

—Creo que oí a un grupo de mi clase hablar de ese bar. Me parece que es un sitio de striptease.

—¿De striptease? ¿Qué hace Ichigo con una tarjeta de allí? ¿Va a ver a tías desnudas? Además es menor de edad, no puede entrar.

—Es un pase de entrada, mira —le enseñó el dorso de la tarjeta—. No tengo ni idea de como la habrá conseguido.

—¿Crees que podré entrar con eso? —le preguntó Senna.

—¿Para que quieres ir allí?

—Para averiguar cosas sobre Ichigo. Si tiene ese pase es que ha ido allí. Voy a investigar. Les digo a mis padres que salgo un rato por ahí contigo y ya está. Tampoco estaré mucho rato.

—No sé yo si te van a dejar pasar sólo con esta tarjeta.

—Me tienes que ayudar a arreglarme para que parezca mayor —la agarró de la mano y tiró de ella—. ¡Venga, vamos!

Nozomi rodó los ojos deseando que a su amiga se le fuera el encaprichamiento que tenía por su primer amor.

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Rukia paró en una cabina telefónica para llamar a Byakuya y así no usar su móvil. Sólo le faltaba tenerlo cada dos por tres llamándola hasta tal punto de tener que cambiar su número otra vez. Buscó en su agenda el teléfono de su hermano y después de meter unas monedas, marcó.

—Diga —se escuchó por el otro lado.

—No voy a dejar el trabajo —dijo Rukia enseguida tras escuchar la voz de su hermano.

—Hola a ti también.

—¿Se puede saber que haces espiándome? No te dije que no quería saber nada de ti.

—Formas parte de mi familia.

—Tengo veinte años, soy mayor de edad.

—¿Y qué? Tengo que velar por tu seguridad y tu honor.

—¿Honor? ¿Lo dices por mi trabajo? No rebajo mi honor por ser stripper, lo hago porque quiero y me gusta. Me da exactamente igual lo que opines.

—Deja el trabajo, Rukia.

—Lo necesito para pagar el hospital, pero claro a ti eso no te interesa ¿verdad?

—Déjalo, no te lo voy a repetir.

Rukia frunció el ceño furiosa y dio un golpe con el puño al cristal de la cabina. Siempre era igual hablando con él. No escuchaba nunca a nadie, sólo a sí mismo.

—¡¿Quien te crees que eres?! ¡No eres nadie para obligarme! ¡Puedo hacer lo que quiera!

—¡Eres una Kuchiki!

—¡Déjame en paz! ¡No pienso dejar el trabajo porqué tú quieras! —exclamó la morena y colgó fuertemente haciendo que las monedas del cambio cayeran a un pequeño recipiente.

Las cogió y salió dando otro golpe a la cabina llamando la atención de la gente que pasaba por ahí. Caminó con los puños cerrados, maldiciendo a ese hombre estirado que se casó con su hermana. ¿Qué había visto Hisana en él como para enamorarse? Ella siempre le decía a todo el mundo que en el fondo era un hombre muy bueno. Rukia apretó la mandíbula y se apoyó de espaldas en una pared respirando hondamente para intentar tranquilizarse, pensando que desde que ocurrió el accidente aquel fondo había desaparecido por completo. Notaba los nervios por sus extremidades y una presión en el pecho al estar reteniendo todo lo que quería salir.

—Eres un capullo —susurró por no gritar.

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Ichigo salió del instituto, al acabar el entreno, guardándose el sobre con el dinero que le habían entregado los del equipo por el trabajo que estaba haciendo con ellos. Por un momento, cuando se lo entregaron, pensó en decirles que lo dejaba y que quería terminar de trabajar ahí, pero no podía hacer eso ya que se había comprometido con el equipo y no podía dejarlos tirados. A parte de que el dinero que ganaba le iba muy bien.

—Ichigo.

Éste se paró al reconocer la voz de Kaien llamándole y se dio la vuelta con el rostro serio.

—¿Qué quieres? —preguntó observándole las heridas que tenía en la cara.

—Quiero que dentro del equipo olvidemos nuestras diferencias —le respondió el moreno claramente sin ganas de pelear—. Alomejor a ti no te importa porque es sólo un trabajo, pero para mi es muy importante. Y no quiero que cuando lleguen los partidos fracasemos por nuestra culpa.

El ojimiel le escuchó y asintió al estar conforme con lo que había dicho.

—Haré bien mi trabajo. No te preocupes.

Kaien volteó sin despedirse y se fue en dirección contraria. Ichigo suspiró y siguió caminando. La relación entre ellos iba a tardar en volver a ser la misma si es que algún día pasaba eso. Quizá ya estaba rota del todo y ya no había marcha atrás.

Seguía sin entender por que actuó de esa manera y porqué continuaba dándole vueltas al asunto. Seguramente si le explicase todo lo que había ocurrido a alguien que no le conociese ni tuviera nada que ver con él, le diría que estaba celoso de que Kaien y Rukia se hubieran besado. Sin embargo, él se negaba a aceptarlo. Decir que eso eran celos sería como admitir que Rukia le importaba mucho más de lo que imaginaba y eso sobrepasaba completamente los límites que habían establecido de la relación que mantenían. Amigos con derechos, sin compromisos…

Paró sus pasos cuando llegó a la calle que tendría que cruzar para ir al piso de Rukia. El otro día pasó por ahí sin pensarlo dos veces deseando verla y eso era lo único que no cambiaba. Esas ganas de estar con ella después de no haberla visto ayer podía más que cualquier cosa.

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Rukia caminaba por su calle con dos bolsas de plástico con el logotipo del supermercado que había en la esquina. No podía evitar mirar para todos los lados por si veía a esos hombres trajeados que trabajaban para su hermano o por si directamente lo veía a él.

Sabía a ciencia cierta que Byakuya no se iba a mantener de brazos cruzados y aceptar sin más que no tenía derecho a mandarle nada. Si no quería que siguiera trabajando ahí, eso será lo que pasará. Se iba a quedar sin ese trabajo de stripper que tan buen sueldo tenía.

Antes de dejar una de las bolsas en el suelo para sacar la llave del bolso y abrir el portal, alzó la mirada calle arriba. Suspiró y sus hombros se relajaron al instante al reconocer a Ichigo acercándose a lo lejos con su uniforme y con la cartera al hombro. Recordó que anoche le encontró raro por el móvil pero se alegró internamente que viniera a verla ya que necesitaba distraerse y olvidarse de todo. Que la besara, que la abrazara, que la alzara y la follara, que hiciera lo que quisiera. Que hiciera que su mente no pudiera pensar en nada.

Ichigo la vio parada mirándole. No podía estar más guapa. Había estado pensando que hacer, si decirle algo o no, pero en ese momento se dijo a si mismo que lo mejor era no hablar del tema y seguir como siempre. Aunque sabía que iba a ser difícil ya que no le gustaba mentir.

—Hola Rukia —la saludó esbozando una sonrisa ladeada, deseando que no pareciera forzada.

—¿Qué te ha pasado? —le preguntó preocupada al verle el rostro con una tirita en la ceja derecha, moratón en la mejilla izquierda y un corte en el labio—. ¿Has vuelto a ayudar a alguna chica en apuros?

—Ya te conté, se meten conmigo por mi pelo o por lo que sea, y yo les sigo la corriente. Nada más —le mintió quitándole las bolsas de las manos.

—¿Por eso estabas tan raro ayer?

—Sí, por eso. ¿Qué tal tu día libre? —cambió de tema.

La morena respiró hondo y se acercó al portal.

—Bien, relajado. Siempre intentó desconectar aunque a veces no lo logre —le contó omitiendo decirle que el día libre había sido mejor que la vuelta—. ¿Quieres subir?

—Claro.

Rukia abrió el portal y subió por las escaleras seguida de Ichigo. El pelinaranja se preguntaba si alguna vez obtendría su confianza como para que le contase que ocurría en su vida.

—¿Donde te dejo esto? —le preguntó Ichigo cuando entraron al piso.

—En la encimera, ahora lo colocaré yo —le contestó quitándose el bolso y la chaqueta.

El ojimiel dejó las bolsas donde le dijo y la cartera en la mesa viendo como ella empezaba a sacar las cosas y las colocaba en los distintos armarios de la cocina. Se acercó para ayudarla sacando los alimentos de la otra bolsa.

Rukia lo miraba por el rabillo del ojo pensando que si ahora no estuviera él ahí con ella lo más seguro que es que se hubiese derrumbado o se hubiera puesto a dar puñetazos al sofá de la rabia y la impotencia que sentía.

—Al final sí que conseguiste que pensara en ti —le contó Rukia sonriendo, guardando la carne en la nevera—. No durante todo el día pero sí gran parte.

Ichigo sonrió de verdad por primera vez en todo el día.

—La próxima vez llévame contigo.

—¿Y tus clases? No quiero que faltes por mi culpa —le dijo riendo y acabando de colocar las pocas cosas que quedaban en la encimera.

—Un miércoles que no tenga examen, no pasa nada si falto un día —explicó Ichigo apoyando el trasero en el filo de la mesa—. Además siempre puedo llevarme los libros.

Rukia acabó y se giró hacia él. Se acercó y le pasó los brazos por el cuello juntando su cuerpo al suyo.

—¿Y tenemos sexo mientras estudias?

Los dos se rieron.

—Bueno… no me concentraría mucho pero podría intentarlo —bromeó sujetándola por la cintura. La morena escondió su rostro en el cuello masculino sin hacer nada, sólo abrazándole y sintiendo su respiración. Ichigo se puso serio—. Lo digo enserio Rukia. Iré donde quieras.

Ella alzó la cabeza y le miró a los ojos. Pegada a ese chico notaba su cuerpo vibrar y su corazón latir más rápido.

—Ahora quiero que me lleves a la cama y me desnudes.

Ichigo la sujetó fuertemente y acercó sus labios para besarla. Juntó su boca a la de Rukia luchando para que la imagen que se había creado de Kaien y ella desapareciera y le dejara en paz. La alzó, notando como sus largas piernas le envolvían la cintura, y caminó hacia la habitación dispuesto a olvidar lo que había pasado y lo que el leve dolor de la herida en el labio le recordaba una y otra vez.

Se dejó caer en el colchón con cuidado de no aplastarla y aprovechó que se separaban por la falta de aire para quitarse la chaqueta y la camisa del uniforme observando como ella se quitaba también la parte de arriba.

Rukia iba a desabrocharse el sujetador cuando Ichigo volvió a besarla apasionadamente. No sabía lo que era pero estaba notándole raro, demasiada fuerza a la hora de besar, la forma en que la estaba abrazando era distinta a las otras veces y su respiración era muy irregular. Ella seguía excitándose y el deseo era enorme, sin embargo, había algo que la desconcertaba.

—Deja de pensar en eso, imbécil —pensó Ichigo mientras dejaba besos por su cuello—. Estás con ella ahora mismo, eso es lo importante.

Llevó sus manos a la espalda de la morena y le quitó el sujetador.

—Mmm —jadeó Rukia al sentir como esa boca que la hacía arder le succionaba intensamente uno de sus pechos.

—¿Y si luego de estar contigo se va con él? —se fue directo al otro cerrando los ojos—. ¡Cállate! ¿Y si le hace lo mismo que le estás haciendo tú? ¿Y si siente más placer con Kaien? ¿Y si..

Ichigo no pudo más y se separó de golpe de ella. Se sentó en el filo de la cama con los codos en las rodillas y la cabeza en las manos, respirando agitadamente.

Rukia arrugó la frente ante ese cambio tan brusco y se incorporó. Como sabía que le pasaba algo, su manera de actuar estaba hablando por él.

—Ichigo, ¿qué te ocurre? —le preguntó y se acercó a él abrazándole por la espalda y dejándole besos en el hombro izquierdo.

El pelinaranja alzó la cabeza pero miró hacia el frente. Su cuerpo estaba caliente y su miembro ansioso por tener sexo con ella, no obstante su cabeza no le dejaba ni un segundo de torturar. No podía, era imposible hacer como si nada hubiera pasado.

—¿Por qué no me dijiste que te besaste con Kaien?

Ella paró de darle besos y dirigió su mirada al perfil de Ichigo. ¿Cómo?

—Yo no me he besado con él —respondió claramente.

—Eso no es lo que él me ha contado.

La bailarina frunció el ceño y se separó sentándose en el centro del colchón. Ichigo se dio la vuelta y la miró a los ojos.

—¿Y que se supone que te ha contado? —preguntó con el rostro serio queriendo saber que se había inventado Kaien.

—Que el martes os besasteis. Supongo que antes de estar conmigo aunque puede que después, no lo sé —le contó viendo como ella negaba con la cabeza bufando—. ¿Por qué no me lo contaste?

Rukia abrió la boca incrédula.

—No tengo que decirte nada, Ichigo— le respondió pensando en lo mentiroso que era Kaien. Ellos no se habían besado.

—Me gustaría saberlo.

—¿Por qué? Tú y yo solo nos acostamos. Sin compromisos —se levantó del colchón y abrió el armario para sacar una sudadera y ponérsela. No le gustaba la dirección que estaba tomando esa conversación—. No tengo ninguna obligación de decirte absolutamente nada.

Ichigo también se levantó.

—Pero al menos estaría bien que me lo hubieses contado. Kaien es amigo mío… bueno, más bien lo era —se tocó la tirita de la ceja involuntariamente.

—¿La pelea fue con él?

El joven caminó por la pequeña habitación sin atreverse a mirarla a la cara y sin saber que se suponía que estaba haciendo.

—Me lo soltó y… no pude evitar pegarle.

Rukia arrugó la frente sin entender nada. ¿Le había pegado por decirle que se había besado con ella?

—¿Tanto te molestó que te dijera eso?

El pelinaranja respiró hondo dándose cuenta de que ya no había vuelta atrás.

—Sí que me molestó y no tengo ni idea de porque —la miró a esos ojos violetas—. Sólo sé que no puedo quitarme esta imagen de vosotros dos besándoos.

Ella sintió como su corazón daba un pequeño vuelco, como el otro día en los pasillos de su instituto. No podía evitarlo cuando la miraba tan fijamente y le decía algo tan directo como decirle que estaba celoso usando otras palabras.

No pudo estar más rato de pie y se sentó en la cama. Ellos no eran nada y aún así él le preguntaba porque no le había dicho nada. Lo peor fue recordar que ella misma quiso contárselo cuando estaban en el sofá.

—Quítate esa imagen de la cabeza porque es mentira.

—¿El que es mentira?

—El me besó de sorpresa y yo me aparté enseguida, ya está. No hubo ningún beso por mi parte.

Ichigo se quedó parado después de oírla. Todo el rollo que se había montado por culpa de Kaien había sido por una mentira. Había estado dándole vueltas y vueltas a una jodida mentira.

—Que cabrón…

Rukia le escuchó y le observó apoyar su espalda en la pared cerrando los ojos. Sabía que descubrir que su supuesto amigo le había mentido solo para fastidiarle y que incluso habían llegado a las manos no era fácil de gestionar.

Contempló su torso desnudo notando como su cuerpo se alteraba por ello. Lo más fácil sería acercarse, decirle que no pasaba nada, que lo olvidasen y que continuasen con lo que habían dejado a medias. Pero esto no podía continuar. Aquí ya no había solo sexo. Habían aparecido los inconfundibles celos que mostraban que esta relación de amigos con derechos tenía que acabar.

—Te dije que no quería nada serio y que no quería que confundiésemos las cosas —empezó a hablar viendo como Ichigo enseguida abría los ojos y la miraba—. Recuerdo que tu también me lo dijiste, que no querías novia y que lo que teníamos estaba bien.

—Y lo está —le dijo sentándose a su lado y acercándose a ella—. Lo siento, no sé que me ha pasado, no volverá a pasar.

—Me encanta lo que tenemos, Ichigo. Nos vemos, nos acostamos, lo pasamos bien…

—A mí también me gusta —la cortó arrugando la frente temiéndose lo peor.

Rukia le acarició suavemente el moratón de la mejilla.

—Pero no quiero nada más. Creo que se nos está yendo de las manos, es mejor que lo dejemos —se levantó e intentó salir del cuarto para separarse de él pero Ichigo se puso delante.

—¡No! Yo no quiero que lo dejemos —le envolvió la cintura con sus brazos—. Perdóname, no tendría que haberte preguntado nada. Puedes hacer lo que quieras y con quien quieras pero quiero seguir contigo.

—Es lo mejor —evitó mirarle a los ojos y le puso las manos en el pecho para separarlo, sintiendo el calor de su piel—. Antes de que uno de los dos se... —negó con la cabeza e hizo que la soltara—. Tenemos que dejar de vernos.

—¿Eso es lo que quieres? —le preguntó Ichigo antes de que saliera de la habitación.

Rukia se paró en el umbral de la puerta y agachó la cabeza.

—Sí. Hemos llegado a nuestro límite.

Ichigo no volvió a hablar. Deseaba volver a decirle que él quería seguir con ella, que la atracción que sentían por el otro era palpable a distancia y que quería seguir siendo su amigo aunque ella no le explicase nada de su vida.

Se puso la camisa y la chaqueta escuchando la puerta del baño cerrarse. Salió y miró hacia ahí apretando los dientes. Había sido un completo gilipollas. ¿Por qué no se cosió la boca para no cagarla como lo había hecho?

Agarró su cartera y se marchó del piso no sin antes volver a mirar a esa puerta de madera que lo separaba de ella. ¿Así iban a acabar?

Rukia estaba apoyada en el lavabo cuando escuchó la puerta de entrada cerrarse. Se había encerrado ahí para no verle marchar porque no se fiaba de ella misma. Sería capaz de soltarle un 'no quiero que te vayas, no me dejes sola, haz que me olvide de todo'.

Ichigo no sabría de que tendría que hacerla olvidar pero seguramente lo conseguiría. Solo haría falta que la besara y ya la tendría centrada en él.

Se dejó caer al suelo pensando en la carta de su hermano, la conversación por teléfono, que sabía donde vivía, que quería que dejase el trabajo, que tenía que pagar el hospital, que Ukitake no despertaba…

Se encogió acercando las rodillas al pecho y escondiendo el rostro. Ahora se sentía peor que antes.

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Senna caminaba sola por las calles del centro de Karakura, mirando a cada segundo la tarjeta del bar donde ponía la dirección, ya que hacia tiempo desde la última que pasó por ahí y no quería perderse. Eran las diez y media de la noche y había bastante gente rondando por ahí. Precisamente eso es lo que le ponía nerviosa. Por la forma en la que iba vestida muchos hombres y jóvenes se la quedaban mirando más tiempo de lo establecido.

Iba con un vestido ceñido de color rojo, unas medias finas y oscuras y unos zapatos de tacón de los cuales aun no sabía como no se había caído. La verdad es que sí parecía mayor. Nozomi la había ayudado a maquillarse y le dio una chaqueta de las suyas, pero por mucho que insistió Senna en que la acompañase, la peliverde no quiso ir.

Se paró enfrente de uno de lo muchos bares donde se veía en grande 'Bleach' con letras de neón. Cogió aire para relajarse y se acercó a la cola de gente que había en la entrada. El corazón le iba a cien por hora y se decía mentalmente que no pasaba nada. Si el portero no se fiaba y le pedía su carnet solo tenía que dar media vuelta e irse. No ocurriría nada malo.

Cuando le tocó su turno puso su mejor rostro serio y le dio la tarjeta sin vacilar. Sintió como esos ojos la observaron escudriñándola por unos segundos que le parecieron minutos. Se la devolvió y la dejó pasar sin decirle ni una palabra.

Senna no se lo podía creer. Estaba dentro. Una chica con un sujetador y una faldita de lentejuelas se acercó a ella con una gran sonrisa.

—Nos encanta que vengan mujeres a pasar la noche con nosotras.

La agarró de la mano y la pelivioleta no pudo más que sonreír nerviosa y dejarse guiar por esa chica. En cuanto pasaron por una cortina morada sus ojos y su boca se abrieron sorprendida al ver el interior del local.

—¿Quiere que le traiga algo de beber? —le preguntó la empleada.

—No… gracias —respondió sin quitar la vista de esas mujeres que bailaban con el torso desnudo.

—Si quiere algo solo tiene que pedirlo, que pase una buena noche.

Senna ni se fijó que la chica se había marchado.

—Pues si que era un bar de striptease. ¿Se puede saber que haces con una invitación de este lugar, Ichigo? —pensó mientras observaba como un grupo de tíos le lanzaban dinero a una bailarina y ella sujetaba los billetes en la tira del tanga—. ¿Te pone cachondo verlas o que?

Caminó hacia una mesa de dos que estaba más apartada para que no la viera nadie. Se podría imaginar el bochorno si alguien que conociese, o algún amigo de sus padres, la viese.

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Rukia aprovechó que aún le faltaba para hacer su número especial con Nell y se fue hacia el despacho de Gin que estaba en la planta de arriba.

—Gin, ¿puedo pasar? Soy Rukia. —le dijo cuando picó a la puerta.

—Claro, pasa.

La abrió y le vio sentado en su mesa con lo que le pareció una libreta de cuentas. Ya había entrado en su despacho en más de una ocasión pero siempre se fijaba en las distintas televisiones con imágenes de las cámaras de seguridad que había por todo el local.

—Perdona que te moleste.

—No pasa nada, tu dirás.

—¿Por casualidad ha venido alguien a hablarle de mi o diciéndole que me despida? —le preguntó directamente.

Gin frunció el ceño.

—Es una pregunta un poco extraña ¿no crees? ¿Va a venir alguien diciéndome eso?

—No lo sé… pero si pasa no le hagas caso, por favor. Necesito el trabajo, quiero seguir trabajando.

—Rukia, eres una de mis mejores chicas. Tranquila, no te voy a despedir por mucho que venga a alguien a decírmelo.

La bailarina intentó sonreír.

—Gracias Gin.

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Ichigo estaba dentro de su cama sin poder dormir, mirando al cielo oscuro que se podía ver a través de su ventana. Era una noche de luna nueva y las pocas estrellas que habían apenas iluminaban.

Siempre le había gustado quedarse mirando el cielo intentando dejar la mente en blanco y no pensar en nada. Su madre solía hacerlo a menudo. Nunca se le olvidaría la imagen de ella cuando la encontró asomada en el balcón observando las estrellas al poco de cumplir él seis años. Al acercarse y preguntarle que hacía, su madre le sonrió como sólo ella sabía hacer y le contestó que contemplarlas siempre le traía paz.

El pelinaranja, en ese mismo momento, intentaba encontrar esa paz de la que le habló su madre, sin embargo, desde que había entrado a su casa no podía hacer otra cosa que pensar en Rukia. Se recriminaba mentalmente una y otra vez haber abierto la boca y haber hablado. Si pudiera dar marcha atrás en el tiempo y retroceder hasta el momento en el que se separó de su cuerpo, lo haría. Silenciaría sus pensamientos, la desnudaría y entraría en ella. En ese instante, su mente se esfumaría y sólo existirían ellos dos. Sí, eso es lo que haría.

Se quitó las mantas de encima y se sentó en el colchón llevándose las manos a la cara. Ese capullo de Kaien le había mentido para joderle ya que Ichigo creyó lo que le había dicho Rukia, que ella se apartó. Suspiró deseando salir de casa e ir a verla al bar. Pero supuso que a ella no le haría gracia.

—Eres un gilipollas Ichigo… Un auténtico gilipollas…

Agarró su móvil y buscó el número de Rukia. Esbozó una pequeña sonrisa al recordar que ayer por la noche antes de irse a dormir había cambiado el 'enana mandona' por su nombre.

Después de pensarlo durante un rato que se hizo eterno decidió mandarle un mensaje.

"Lo siento… sé que no debí pedirte explicaciones. Como también sé que en nuestra relación no deben de haber celos y yo me puse celoso de imaginarte besándote con otro. Me ha costado admitirlo pero es la verdad. Entiendo que hayas querido acabar con lo que teníamos aunque yo quiera seguir contigo. Perdóname."

Lo leyó detenidamente antes de enviarlo. Si ella no le respondía, significaría que Rukia no quería saber nada más de él. Tendría que olvidarla por mucho que él no quisiera y continuar con su vida.

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Senna se estaba cansando de estar ahí sentada. Se había quedado un rato más haber si veía algo que pudiese relacionar con Ichigo pero todo era lo mismo. Lo único que había cambiado es que, en esos momentos, había mucha más gente que antes.

Iba a levantarse cuando las luces se apagaron y la música fue bajando de volumen. La pelivioleta arrugó la frente al no saber que es lo que estaba pasando pero no le hizo falta mucho tiempo para averiguarlo. De golpe dos focos enfocaron a dos chicas en el escenario y empezó a sonar la conocida canción de la película nueve semanas y media, 'You can leave your hat on' de Joe Cocker.

Senna enfocó mejor la vista al ver a la morena que era la única que le resultaba conocida pero desde donde estaba no podía verla bien. Observó que casi todo el público se había acercado al escenario y, después de meditarlo, hizo lo mismo. Aunque seguía manteniendo una distancia por si acaso.

Baby take off your coat

real slow

and take off your shoes

i'll take your shoes

baby take off your dress

yes yes yes

Volvió a mirar a la morena y abrió los ojos al igual que la boca al reconocerla.

—Pero si es…

Rukia se quitó la chaqueta despacio y la dejó caer al suelo. Se quitó los zapatos de tacón al igual que el vestido negro, resbalando por su cuerpo. Se dejó puesto un sombrero y la ropa interior de encaje negro.

You can leave your hat on

you can leave your hat on

you can leave your hat on

Caminó por la pasarela bailando, acariciándose y mordiéndose el labio inferior. Se sentó en una silla e hizo lo que decía la canción haciendo que el público se animase y le pidiera que se desnudara.

Go on over there

turn on the light

no all the lights

come back here

stand on this chair

that's right

raise your arms up to the air

no shake 'em

Senna se escondió mejor para que no la viera de casualidad, sin poder salir de su asombro. La chica que estaba con Ichigo era stripper.

La morena se estiró bocabajo en el suelo y alzó el trasero despertando los gritos de los hombres cuando empezó un vaivén de arriba a abajo.

you give me a reason to live

you give me a reason to live

you give me a reason to live

you give me a reason to live

Se incorporó quedando de rodillas y se llevó las manos a sus pechos para apretárselos antes de desabrocharse el sujetador y quedando desnuda de la parte de arriba.

sweet darling

You can leave your hat on

you can leave your hat on

feeling

Senna se llevó las manos a la boca y miró hacia los lados para ver si podía sacar el móvil y hacer unas fotos, ya que lo que estaba viendo le iría muy bien para sus planes con Ichigo y así chantajearle, pero estaba todo lleno de guardias de seguridad que no quitaban los ojos de encima al público.

Rechistó y regresó la mirada a la morena que ahora bailaba con la barra, insinuándose y haciendo sudar a los hombres que la miraban embobados. No pudo aguantar más y se levantó para salir de ese local. Respiraba el aire fresco de la noche escuchando aún la música de dentro y lo primero que hizo fue romper la tarjeta enfadada.

—¿Vienes aquí para verla a ella, eh, Ichigo? —tiró los pequeños trozos en una papelera y se alejó de ahí lo más rápido que le dejaban los tacones—. Sabía que eras una puta zorra.

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Eran las cinco y cuarto de la mañana y el bar Bleach cerró acabando así la jornada de ese día. Renji iba conduciendo su coche con Rukia en el asiento del copiloto para acercarla a su casa. El trayecto era corto ya que ella no vivía muy lejos. Casi siempre venía andando desde su piso hasta el bar a las diez de la noche cuando abrían pero no le hacía gracia que fuera andando a esas horas de la mañana, con todos los borrachos saliendo de los bares que cerraban.

—He recibido una carta de mi hermano —le contó Rukia con el rostro serio mirando por la ventana.

—¿Y que te dice?

—Que deje el trabajo de stripper. Si quiere que no siga trabajando ahí, lo conseguirá.

—¿Cómo va a hacer eso?

—Es un abogado muy conocido y muy bueno, sobretodo por las altas influencias. Si se propone algo lo consigue sea como sea. Y si quiere hundir el bar para que no trabaje más, lo hará.

Renji bufó.

—No estás haciendo nada malo. Es un trabajo como otro cualquiera.

—La familia Kuchiki es de nobles, no estará bien visto para ellos que gane dinero enseñando las tetas —cerró los ojos cansada—. Maldita la hora que me cambié de apellido.

El pelirrojo dirigió una breve mirada hacia ella antes de volver la vista a la calle.

—¿Qué vas a hacer? —le preguntó parando el coche en doble fila enfrente de su bloque.

—No lo sé, seguiré trabajando pero no creo que tarde mucho en venir a hablar conmigo personalmente —respondió abriendo la puerta y saliendo. Cerró y se apoyó en la ventanilla—. Lo más seguro es que tendré que dejar de trabajar ahí, no quiero que le pase nada al bar y os quedéis todos sin trabajo por mi culpa.

—Por culpa de él.

Rukia asintió levemente y se incorporó para acercarse al portal.

—Que duermas bien, Renji.

—¡Igualmente, pequeña! —exclamó para que le escuchara viendo como ella se volteaba y se despedía con el brazo sin cambios en el rostro. Se quedó ahí hasta que la puerta se cerró del todo y se fue preocupado por su amiga.

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Rukia entró en su piso y caminó directamente, sin encender las luces y con la bolsa a cuestas, a su habitación donde se dejó caer de espaldas en el colchón.

Si Byakuya le quitaba el trabajo también tendría que dejar de vivir de alquiler. No podría permitirse ese gasto.

Se llevó las manos a la cara pensando que no tendría que haber vuelto de su casa. El día había empezado bien pero se había convertido en uno desastroso a medida que pasaron las horas. Su hermano iba a venir a romperle la estabilidad económica que tanto esfuerzo le había costado mantener… y había roto la relación sexual que mantenía con Ichigo por miedo a sentir algo más.

En el bus de vuelta, sentada en ese asiento sola con el de al lado vacío, no podía parar de pensar en él. Se lo imaginaba sentado a su lado con su particular ceño fruncido contándole cosas triviales o simplemente durmiendo con la mano en su rodilla, traspasándole el calor.

Todo el mundo se la quedaría mirando, no porque la reconociesen de bailar desnuda en una barra, sino de llevar los labios rojos y abultados de tanto besarse.

Se incorporó para empezar a desvestirse y ponerse el pijama cuando miró su bolsa. No había echado un ojo a su móvil y deseó que Ichigo le hubiese mandado algún mensaje como otras veces.

Lo encendió y respiró hondo cuando observó que tenía uno de él. Lo abrió y lo leyó. Lo hizo muchas veces. Ichigo reconocía que se había puesto celoso de imaginarla besándose con otro. Como siempre la sinceridad salía de él y eso la desmoronaba de nuevo. Tanto que quiso ser sincera también antes de que su mente le prohibiera escribir lo que quería que Ichigo supiese.

"Cuando Kaien me besó, no sentí nada. No me gustó que lo hiciera. A diferencia de lo que me pasa contigo… me encanta que me beses, Ichigo. Siento haber roto lo que tenemos. "

Le dio a enviar enseguida que acabó de escribirlo.
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CONTINUARÁ…

¡Acabó! jeje El título ya hablaba por si solo xD Se avecinan cambios! ¿Qué os ha parecido lo que ha pasado con nuestra pareja? El pobre Ichigo intentaba no pensar pero sus pensamientos no le dejaban ¿y qué me decís de Rukia? Le dice de dejarlo porqué ahí hay algo más pero no puede parar de pensar en él jejeje Anda que los mensajitos que se han mandado :)

Senna ha descubierto que trabaja de stripper y Rukia ya sabe que su hermano quiere que deje el trabajo. Siento haber puesto que Rukia insultara a Byakuya porqué a mí me cae bien pero tenía que ponerlo xD Seguramente habrá más jaja

Siento no haber puesto lemon en este capítulo pero no pegaba mucho, aunque me he sentido rara de no escribirlo x'DD Es lo que tiene querer más y más de esta pareja jaja Supongo que me desquitaré en el siguiente :P

¡Espero que os haya gustado! Comentarme :D

¡Nos leemos, abrazos y besos!

4 comentarios:

  1. Nooo!!! QnQ no pueden haber terminado!!! </3 T3T no me dejes así por favor!!! xD

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    1. jejeje Pronto pondré la continuación :D Sígueme en Twitter para estar al tanto de la actualización: @IchiRukiStories
      Gracias por dejarme un comentario y espero volver a saber de ti ^^ +Un abrazo!

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  2. :3 me encanta el rumbo de la historia!

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¡No olvidéis comentarme! :D