CAPÍTULO 8


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STRIPTEASE

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CAPÍTULO 8

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¿CELOS?

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—¿Has escuchado esta nueva canción? —le preguntó Mizuiro a Tatsuki mientras esperaban en clase a que viniera el profesor que les tocaba.

—A ver, déjame oírla.

—¿Por qué no quieres darle un bocado?

—Porqué no es la hora de comer, Orihime —le respondió Ishida—. Además no tengo hambre.

—¿Es que no te gusta lo que he hecho? Pero si está delicioso —le dijo Inoue haciendo morritos—. ¿Quieres tú, Chad?

—No, gracias.

Ichigo sonrió de lado mientras volvía a leer el mensaje que le había enviado Rukia por la noche y que había visto cuando se levantó. Tenía unas ganas tremendas de estar con ella. Se estaba dando cuenta que se estaba acostumbrando demasiado rápido a verla cada día y que seguramente sentiría que le faltaba algo si no podría estar un día con ella aunque fuese sólo un rato.

—Oye, ¿sabéis lo del rumor? —les preguntó Keigo cuando se acercó a donde estaba el grupo después de estar hablando con otros amigos.

Todos le prestaron atención.

—¿Qué rumor?

—Unos chicos de tercero van diciendo que encontraron a una pareja follando dentro del servicio de los tíos.

Inoue se sonrojó y se tapó la boca con la mano.

—¿Y vieron quienes eran? —quiso saber Mizuiro.

—No, solo le vieron las piernas al chico, la cartera del instituto y un bolso.

—O sea, que el chico es de aquí y ella no —dijo Ishida.

—Hay muchas alumnas que van con bolso —aclaró Tatsuki.

Ichigo no dijo nada y regresó la mirada a su móvil pensando que esa iba a ser la última vez que haría algo así. Ni siquiera se dio cuenta cuando esos chicos entraron ya que toda su atención y sus sentidos estaban en la mujer en la que no podía parar de pensar.

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Rukia caminaba por los pasillos del hospital hacia la cafetería. Había estado un rato en la habitación con Ukitake hasta que entraron unas enfermeras que amablemente le pidieron que saliera para que pudieran asearlo. Ésta sonrió y se marchó.

Llegó a la espaciosa cafetería, con altos ventanales por los que entraba la luz e iluminaba toda la estancia sin necesidad de luz artificial. Las mesas eran de madera clara al igual que las sillas, transmitiendo una especie de tranquilidad extraña pero efectiva a las personas que entraban en el lugar.

Rukia pidió un zumo de naranja natural y se dirigió a una mesa pequeña al lado de la ventana. La vista desde ese lugar del hospital era el patio donde los enfermos podían pasear y que les diera el aire. Sonrió al observar a un enfermero que se reía abiertamente con un anciano que no paraba de hablar muy animado. Le entró curiosidad por saber que le estaría contando.

—Hola Rukia.

La morena se volteó para ver a Kaien parado a su lado.

—Hola, ¿cómo estás? —le preguntó y le apartó la silla vacía para que se sentara.

El joven se sentó.

—Gracias, la verdad es que no puedo estar mucho rato. A mi madre le van a dar el alta hoy mismo. Se la han llevado para hacerle unas pruebas pero luego se podrá ir a casa.

—¡Que bien! Estará muy contenta de poder salir de aquí —se alegró Rukia.

—Sí, lo está —le dijo Kaien sonriendo viendo como ella daba un sorbo a su bebida. No lo pensó dos veces y le preguntó lo que llevaba dándole vueltas a la cabeza desde el día anterior. No habría un momento mejor que este—. ¿Ichigo y tú sois novios?

La bailarina frunció el ceño y dejó el vaso en la mesa.

—No, no somos novios.

—Como el otro día te fuiste con él de la mano pensé…

—Solo somos amigos.

Kaien asintió un poco más tranquilo pero sin estar del todo convencido.

—Entonces… ¿no estás con nadie? —le preguntó deseando que estuviera soltera. La verdad es que imaginarse que Rukia estaba con alguien no le gustaba.

—No estoy con nadie Kaien, pero no entiendo a que viene tanta pregunta —le contestó seria.

—Por curiosidad, nada más.

Rukia suspiró dejando estar la conversación y volvió a mirar por la ventana. Seguía habiendo gente dando un paseo sin embargo, el enfermero y el anciano ya no estaban.

El joven la observó en silencio. Sintió unas ganas tremendas de mover la mano y acariciarle el cabello que tan suave se veía.

—Que buen día hace hoy, aunque se nota que ya estamos a Noviembre —habló Rukia para cambiar de tema. Kaien la veía mover los labios al hablar pero no la estaba escuchando—. Iba a salir solo con una chaqueta pero me he tenido que poner el abrigo…

No pudo continuar hablando ya que en un impulso Kaien le sujetó la cabeza y la besó. Rukia abrió los ojos sorprendida y le apartó enseguida.

—Lo siento, lo siento, no quería, no sé que me ha pasado —se disculpó Kaien moviendo las manos hacia su cabeza.

La morena arrugó la frente sin entender nada. ¿A qué venía ese beso?

—Perdóname —se disculpó Kaien por última vez y se levantó de la silla caminando apresuradamente hacia la salida.

Rukia le vio marcharse estupefacta sin haber podido preguntarle porqué la había besado. ¿A Kaien le gustaba? ¿Desde cuando? Se puso a pensar si alguna vez había visto algo extraño en su comportamiento con ella, alguna mirada, alguna caricia o alguna frase con doble sentido y no recordó nada que le mostrase que a él le gustaba.

Lo que sí podía asegurar es que no le había gustado nada el beso.

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Las clases terminaron y los alumnos empezaron a salir. Senna iba hablando con Nozomi bajando las escaleras del instituto hacia el patio.

—Yo le ví corriendo hacia ella que estaba con Kaien pero yo me fui enseguida para no verlos más juntos. Pero no me extrañaría que fueran ellos dos los del rumor. ¡Qué rabia joder! —exclamó la pelivioleta cabreada.

—No creo que Ichigo sea de los que se lían en sitios públicos.

—Él no pero esa zorra, que ni sé como se llama, seguro que está acostumbrada a follarse a tíos en cualquier sitio.

—¿Alguna vez lo hicisteis en un lavabo?

—¿Qué dices? Yo no lo hago en sitios así. Además él fue mi primera vez y yo la suya pero tampoco lo hicimos tanto. Solo podíamos cuando no había nadie en mi casa o en la de él. Lo que daría por que Ichigo volviera a desearme y me besara y me agarrara… ayyy —se abrazó a sí misma soñadora hasta que vio al objeto de su deseo despidiéndose de sus amigos y alejándose por una calle distinta a la habitual.

—¿Dónde va Ichigo? —preguntó Nozomi.

—No sé pero voy a seguirlo. Nos vemos luego, guapa —se despidió Senna antes de salir detrás de él.

Le siguió manteniendo la distancia preguntándose donde iría y deseando no verle con ella. Se escondió rápidamente cuando vio que se paró en el portal de un bloque de pisos que ella no conocía. Estuvo parado un rato hasta que abrió la puerta y desapareció de su vista.

Senna esbozó un mohín mosqueada antes de irse, ya que no sabía quien vivía en ese sitio ni que narices hacía él ahí. Tenía que averiguarlo.

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Ichigo picó al timbre del portal y Rukia enseguida presionó el botón para abrirle en cuanto le dijo quien era. Se dirigió a la visita que se había presentado en su casa nada más llegar del hospital. Cuando bajó del autobús, Renji ya estaba esperándola en la parada. Le apuntó con el dedo índice.

—Es Ichigo. No quiero ningún comentario, ¿de acuerdo?

—¿Y sobre que iba a comentar?

Se escuchó el timbre de la puerta y Rukia fue a abrir. Notaba lo contenta que se ponía cuando sabía que iba a ver a Ichigo. Ese chico le subía el ánimo. No era que con Renji no estuviera bien, es solo que con Ichigo era, simplemente, distinto.

—Hola Ichigo, pasa —le saludó con una sonrisa.

El pelinaranja le correspondió el gesto y la miró de arriba abajo. Llevaba un jersey violeta de cuello redondo y unos jeans apretados en sus delgadas y largas piernas. Nunca se había fijado mucho en como iba vestida una mujer pero a Rukia le quedaba todo bien. Demasiado bien.

Pasó hacia dentro del piso y borró la sonrisa en cuanto vio al pelirrojo sentado en el sofá.

—Ah perdona Rukia, no sabía que tenías visita. Si molesto me voy y quedamos más tarde.

—No molestas. Os presento. Ichigo éste es Renji, no sé si te acordarás. Es un amigo y uno de los de seguridad en el bar. Renji éste es Ichigo... ya te he hablado de él —vio que se estrecharon la mano desconfiados y se dirigió al recién llegado—. Ponte cómodo. ¿Quieres algo de beber? ¿Una cerveza, una coca-cola?

—Una cerveza estaría bien —le respondió Ichigo sentándose en el sofá al lado de Renji. Giró la cabeza hacia él y vio que le estaba mirando el uniforme. La verdad es que ese pelirrojo era alto. Estaban sentados pero fácilmente le sacaba una cabeza.

—¿Se puede saber cuantos años tienes? Ese es el uniforme del instituto.

—Renji, ¿Qué te he dicho de hacer comentarios? —le recriminó Rukia acercándose al sofá desde la cocina.

Le dio su lata de cerveza a Ichigo y se sentó en su regazo con las dos piernas cruzadas hacia el lado donde estaba Renji. El pelinaranja enseguida le envolvió la cintura con el brazo antes de contestar.

—Tengo diecisiete.

—¿Y has entrado al bar con diecisiete? Dame ahora mismo el carnet falso.

—No te va a dar nada porque yo quiero que siga yendo a verme —dijo Rukia inmediatamente, sintiendo como por un momento el agarre de Ichigo se intensificaba. Le había gustado oír lo que había dicho.

—Si Gin se entera, me va a crujir.

—No se tiene que enterar —habló Ichigo.

—Además, no es la primera vez que se os cuela un menor y lo sabes —le recordó la morena.

Renji hizo una mueca al no estar conforme con eso. Que Rukia estuviera acostándose con un chico de diecisiete le traía al fresco. Pero que ese mismo chico entrara en un lugar donde tenía prohibida la entrada y en el que él trabajaba de seguridad era otra cosa. Acercó el rostro al de él intentando intimidarle.

—Como mi jefe se entere de tu edad y me eche la bronca por tu culpa, te rompo las piernas.

Rukia puso los ojos en blanco. Su amigo siempre tan camorrista.

—¿Tú y cuántos más? —le soltó Ichigo con una sonrisa ladeada lejos de estar intimidado.

Renji frunció el ceño.

—¡A que te las rompo aquí mismo!

—¡Venga, a ver si tienes huevos!

—Ey machitos, tranquilizaos —les pidió Rukia apartando las cabezas de cada uno poniéndoles la palma de la mano en la cara—. Estáis en mi casa. Si queréis pelear hacerlo fuera, que no tengo ganas de que me rompáis los pocos muebles que tengo.

Los dos se miraron con los ojos entrecerrados. Definitivamente, no se habían caído bien.

—Yo me voy ya —se levantó Renji y Rukia hizo lo mismo—. Pero recuerda chaval que al bar te va a dejar pasar tu tía.

—¿Chaval? ¿Cuántos años tienes tú? ¿Cuarenta?

La morena se tapó la boca para no reírse pero el pelirrojo lo notó.

—Tengo veintiséis. Soy mayor que vosotros así que un respeto —dijo Renji escapándosele, al final de la frase, una pequeña sonrisa involuntaria por lo que acababa de decir. Los tres pensaban lo mismo. Que ahora mismo parecía que tenía más de cuarenta. Suspiró—. Me marcho, que estaréis deseando que lo haga para quedaros solos.

—Anda enfadón —bromeó Rukia dándole un golpe en la espalda y abriendo la puerta—. Nos vemos por la noche.

—Recuerda lo que te he dicho antes. No tienes porqué ir en bus, no me cuesta nada acompañarte.

Ichigo arrugó la frente al escucharlo ya que no sabía a que se refería.

—Puedo ir sola perfectamente. La parada está aquí mismo y me deja allí en media hora. No está tan lejos.

—Bueno pero quiero que sepas que no tengo ningún problema en hacerlo.

—Ya lo sé —se dieron un abrazo—. Hasta luego.

—Hasta luego pequeña.

Rukia cerró la puerta y volteó para mirar a Ichigo que estaba bebiendo de la lata. Sabía que lo había escuchado todo pero daba gracias de que ni Renji ni ella hubiesen mencionado la palabra 'hospital' en ningún momento.

Ichigo dejó la cerveza en la mesita y miró a Rukia. Se colocó mejor en el sofá, apoyando la espalda en el reposabrazos y estirando una pierna a lo largo del mueble. Notó como los ojos violetas recorrieron su cuerpo.

—¿Cómo es que has venido directo del instituto? —le preguntó Rukia caminando hacia él y estirándose encima, envolviéndole el cuello con los brazos y las dos piernas estiradas encima del sofá.

—Tenía ganas de verte —le respondió Ichigo con una sonrisa de lado. Llevó sus manos al trasero de ella y lo apretó contra su pelvis. Vio como Rukia abrió la boca para soltar un pequeño jadeo mientras él seguía acercándola a él—. Sobretodo por el mensaje que me has hecho leer cuando me he despertado.

La morena le sonrió pícara disfrutando de como el deseo iba creciendo en su interior.

—¿No te ha gustado el mensajito? —acercó sus labios al cuello masculino y empezó a repartirle besos cortos por la piel.

Ichigo se estiró completamente en el sofá con ella encima.

—Me gustaría más saber si has soñado conmigo y te has levantado así —subió las manos por debajo del jersey acariciándole la espalda.

—¿Tú que crees?

—No lo sé, dímelo tú.

Rukia alzó el rostro para mirarlo a los ojos y enterró sus dedos entre el cabello naranja.

—No me hace falta soñar contigo para eso. Es pensar en ti y ponerme caliente —le soltó descarada deseando sentir crecer el bulto de su miembro a través de las telas.

El pelinaranja subió sus manos y le agarró la cabeza para bajarla y besarla con fuerza. Rukia cerró los ojos y se dejó llevar por los labios y la lengua que la atacaban sin piedad y que la excitaban rápidamente.

Disfrutaba del beso apasionado hasta que el recuerdo de lo que había pasado por la mañana le pasó por la mente como un flash. Se separó de Ichigo abruptamente y éste frunció más el ceño.

—¿Qué ocurre?

—Nada — le respondió Rukia sintiéndose extraña de repente. Su cabeza no paraba de contradecirse una y otra vez. Por un lado quería contarle lo que había pasado con Kaien. Solo tenía que decirle la verdad. Que él le había besado y que ella le apartó. Fin de la historia. Pero por otro lado se preguntaba porqué tendría que contárselo. Ellos dos no eran pareja. No tenía que contarle nada.

Ichigo no se quedó satisfecho con esa respuesta pero antes de poder preguntarle ella volvió a besarle. No fue capaz de apartarla y menos cuando empezó a mover su cadera encima de su entrepierna.

La morena no se sentía bien. Fue un simple beso pero por lo que ella creía, Kaien y él eran amigos y no quería malos rollos entre ellos. Iba a decírselo.

Él se movió para cambiar de postura dejando debajo a Rukia y sujetó sus brazos encima de su cabeza con una mano en sus muñecas. La mano libre fue metiéndose por debajo del jersey hasta sus pechos. Los apretó con el sujetador hasta que lo apartó hacia arriba dejándolos fuera y subió el jersey para verlos.

A la bailarina se le olvidó que era lo que quería contarle. Su mente y su cuerpo solo querían sentir la lengua de Ichigo lamiéndole los pezones y sus dientes mordisqueándoselos.

Rukia gimió sonoramente antes de que sonara el timbre de su puerta haciendo que los dos se sobresaltaran. Ichigo soltó a Rukia y se sentaron. Ella se puso bien el sujetador y el jersey y se levantó para abrir la puerta no sin antes respirar hondo para relajarse y que la excitación disminuyera un poco de su cuerpo.

—Urahara

—Hola Kuchiki, hola a ti también — miró a Ichigo y volvió la vista a la joven—. Siento interrumpirte, ya he… —hizo unas comillas con los dedos— oído que estabas muy ocupada.

La morena se sonrojó al saber que se refería al gemido que soltó y el rubio sonrió.

—Era para recordarte que estamos a principios de Noviembre y tienes que pagar el alquiler de Octubre. Sabes que siempre somos muy buenos contigo y dejamos que lo pagues a final de mes, pero el dinero es el dinero y ya pasan algunos días.

—Claro... sí. He cobrado el sueldo. Mañana no puedo pero el jueves mismo te entregaré el mes.

—Gracias Kuchiki, solo era eso —volvió a mirar a Ichigo—. Seguir disfrutando. Me voy con Yourichi a hacer lo mismo.

—Adiós Urahara —cerró la puerta y se quedó parada.

Ichigo se la quedó mirando. Había muchas cosas que no comprendía alrededor de ella. Seguramente en Bleach ganaba lo suficiente como para poder vivir en un lugar muchísimo más grande y pagar siempre el alquiler cuando tocaba. Que el casero viniese a pedirle que no tardara en entregarle el dinero y que viviera en un piso tan pequeño daba a entender que la mayor parte de lo que ganaba lo destinaba a algo que no era nada barato todos los meses.

Observó que Rukia se dirigió a su habitación con el rostro serio. Esperó un rato pero al ver que no salía, se levantó y caminó hacia allí. Se paró en el umbral y la vio sentada en el colchón con lo que parecía una cartilla del banco y el segundo cajón de la mesita de noche abierto.

La morena calculó lo que le quedaría en el banco después de pagar el alquiler. No tendría mucho para poder comprar comida y pasar el mes ya que el hospital ya se había llevado su parte el mismo uno de Noviembre. Tenía suerte de trabajar de stripper y ganar lo suficiente pero sentía que cada vez se ahogaba más.

—Rukia.

—Dime —le dijo sin levantar la mirada.

—Sé que nos conocemos de poco y no hay confianza como para que me cuentes tus cosas, pero… —se llevó una mano a la nuca— si tienes algún problema o algo... quiero que sepas que puedes contar conmigo.

Rukia le escuchó en silencio y se quedó callada después de que él acabara. Alzó la cabeza y le miró a los ojos. Podía notar la sinceridad que esos ojos ámbar transmitían. Si alguna vez le preguntasen que era lo que más le gustaba del cuerpo de Ichigo diría sin dudarlo sus ojos. Cálidos como el sol.

Suspiró y esbozó una pequeña sonrisa guardando la cartilla en el cajón.

—Eres un encanto, Ichigo. ¿Qué haces aquí conmigo? Deberías buscarte una novia y ser feliz.

—Ya te dije que no quiero una novia. Ahora solo quiero estar contigo el tiempo que me dejes estar —le respondió sinceramente y sin rodeos—. Si puedo ayudarte, te ayudaré. Si necesitas dinero, tengo algo ahorrado. No es mucho…

—Gracias Ichigo —le cortó Rukia levantándose, reprimiendo unas enormes ganas de abrazarlo y no soltarlo hasta que sus brazos se durmiesen—. Pero son cosas mías. No te preocupes —caminó hacia él y le quitó la chaqueta del uniforme—. Aunque, puedes ayudarme de otra forma.

Ichigo dejó que también le quitara la camisa y le guiara a la cama. Le dijo que se estirara y empezó a desabrocharle el pantalón. Con su ayuda, le bajó la prenda y el bóxer, y lo tuvo desnudo encima del colchón.

Seguramente, antes hubiese tenido vergüenza de estar de esa manera enfrente de alguien, sin embargo, con Rukia se sentía muy cómodo y emocionado. Como si fueran dos antiguos amantes que ya conocen el cuerpo del otro como si fuera el suyo propio y solo hacían que reconocerse una y otra vez.

—Cuando seas médico, todas van a querer que las atiendas tú —le elogió Rukia admirando su cuerpo y apreciando la sonrisa que se le formaba en ese rostro con el ceño fruncido perpetuo—. ¿Has pensado en hacerte ginecólogo? —le preguntó haciendo que Ichigo soltara una carcajada. Ella también se rió—. Tendrías siempre la consulta llena.

—No, gracias. No quiero estudiar más de lo que ya me tocará —le respondió viendo como ella se subía el jersey y lo dejaba caer al suelo.

Rukia se llevó las manos a la espalda para desabrocharse el sujetador. Los ojos miel no se perdían ningún detalle de la piel que quedaba expuesta. Ella quería que la siguiera mirando y así olvidarse de todo lo que rodeaba su vida. Ichigo la estaba ayudando más de lo que él mismo sabía.

—¿Has estado con muchas chicas?

El pelinaranja tenía clavada su mirada en las manos de Rukia que ahora mismo estaba desabrochándose el pantalón. Su miembro se iba poniendo a cada rato un poco más duro.

—No.

—¿Y con las que has estado... siempre con condón?

Se bajó los jeans y sacó un pie detrás de otro quedando con unas braguitas de encaje violetas igual que el color de su jersey y el de sus ojos. Ichigo acercó un dedo para rozar suavemente el encaje haciéndose una idea del motivo de la pregunta.

—Siempre con condón —respondió sincero colando dos dedos por el borde de la braguita y tirando hacia abajo para quitársela. Rukia le ayudó—. ¿Tomas anticonceptivos?

—La píldora —contestó dejando la prenda en el suelo y subiendo en la cama colocándose encima de él.

Jadearon al rozarse y se besaron apasionadamente. Movían sus cuerpos para restregarse en el otro y disfrutar de la sensibilidad que éstos tenían. Se morían por experimentar el roce piel con piel sin ningún plástico entre ellos. No obstante, Rukia deseó hacer otra cosa antes.

Fue dejándole besos por el torso, los abdominales, el vientre, hasta que llegó a su erección. Ichigo apretó los dientes cuando la morena le pasó la lengua desde la base hasta la punta.

Hundió sus dedos en el cabello negro y le siguió el movimiento cuando Rukia decidió meterse su miembro en la boca.

—¡AHH! ¡Rukia! Joder…

A la bailarina le encantaban los gemidos y los gruñidos que empezaron a salir por esa boca. Era el mejor sonido y el más excitante que había oído en mucho tiempo. Si tenía que hacer eso para escucharlo lo haría encantada todas las veces que quisiera.

Rukia seguía con su labor y con su deseo de querer darle placer. Era la primera vez que le hacía una felación a un chico sin condón ya que nunca había sentido la confianza suficiente con alguien como para saber si mentía o no cuando decía que siempre lo hacía con preservativo. Era mejor prevenir que curar.

Sin embargo, con Ichigo si que sentía esa confianza. Apenas se conocían pero sabía que no era el típico tío que mentía. Aquella noche en el bar, cuando le dijo que era menor pudiendo haberse callado sabiendo que ella podría no querer tener nada con él, ya se dejó ver como un chico sincero.

—Rukia, para, ¡para! —la avisó Ichigo con los ojos cerrados y le levantó la cabeza—. Voy a correrme…

Rukia sonrió juguetona, escaló por su cuerpo como una gatita y le susurró encima de sus labios.

—Es que estaba hambrienta.

Ichigo sonrió y entreabrió un poco los ojos.

—No pondré ninguna objeción… si vuelves a tener hambre.

Se incorporó sujetándola por la cintura quedando los dos sentados, ella encima de él a horcajadas. Empezó a besarle el cuello y el escote ya que Rukia se echaba hacia atrás para dejarle espacio.

—Mañana es mi día libre y siempre lo paso fuera —le dijo la morena notando que Ichigo dejaba de besarla y la miraba—. Ya nos veremos el jueves.

El joven asintió levemente después de unos segundos.

—Vale.

—Así que… —le envolvió el cuello y se dejó caer de espaldas al colchón llevándoselo consigo— si mañana no vamos a tener sexo, hoy me tienes que dejar muy contenta, fresita.

—Vas a estar todo el día pensando en mí.

Ichigo la penetró despacio, gimiendo los dos al sentir el roce mucho más que las otras veces. Rukia encorvó la espalda recibiendo gustosa el placer de tenerlo dentro de ella. En esos momentos, no existían hospitales, ni familia, ni pasado. Se alejaban a cada movimiento que Ichigo hacía. El deseo borraba todo lo demás.

El pelinaranja le alzó las piernas y se las puso encima de los hombros haciendo la penetración más profunda. Para él también era la primera vez de hacerlo sin condón y se alegraba de que fuera con Rukia. Igual que se alegraba de que la morena no se hubiera dando cuenta de que el saber que mañana no iba a poder estar con ella le había caído como un jarro de agua fría. Daba gracias de no haber tenido hoy entreno y haberse acercado en un impulso a su piso.

—Ichi..go, ¡sigue!…¡más! —gritó Rukia agarrándose con las manos a las piernas bronceadas y fuertes para aguantar el éxtasis que subía y bajaba por todo su cuerpo.

Aumentó las embestidas con la mandíbula apretada observando y escuchando como Rukia gemía con los ojos cerrados moviendo la cabeza para los lados. Nunca se cansaría de contemplarla tan excitada y caliente como estaba en esos momentos. Su blanca piel ardía al igual que su interior.

Continuaron un rato más hasta que placer dentro de ellos fue demasiado y el clímax nubló todos sus sentidos. Gimieron el nombre del otro con las voces entrecortadas y se dejaron ir.

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El día siguiente empezaba al igual que la rutina diaria. No había nada nuevo, levantarse, ir a clase, escuchar nuevos rumores… Todo era lo mismo que el día anterior. Sin embargo, el día se presentaba especialmente aburrido para Ichigo.

Estaba sentado en su asiento escuchando hablar a la profesora que también era su tutora. La verdad es que no estaba prestando atención a lo que estaba diciendo. Ya podía estar avisando que el examen se adelantaba a mañana que él seguiría pensando que hoy no iba a poder ver a Rukia.

Se recriminó varias veces estar así desde que se había levantado por la mañana. Vale que quería estar con ella y que el sexo era muy bueno, pero de ahí a no poder sacársela de la cabeza había un paso.

La profesora comenzó a explicar otro tema pero el pelinaranja siguió a lo suyo. Recordó lo que pasó ayer y lo rara que había estado Rukia antes y después de que picara su casero.

—¿Tendrá problemas de dinero? ¿Dónde se lo gasta? —pensó Ichigo apoyando su cabeza en una mano—. ¿Drogas? ¿Alcohol? Bah, no creo que sea nada de eso.

—Kurosaki.

—Quizá le debe dinero a alguien.

—¡Kurosaki!

Ichigo se sobresaltó.

—Lo siento, perdone.

—Que sea la última vez que desatiendes mi clase, esto entrará en el examen que tenéis la semana que viene, así que presta atención.

—De acuerdo.

La profesora dio media vuelta para continuar pero sonó el timbre del cambio de clases. Les avisó que empezaran a estudiar hoy mismo antes de que todos se levantaran ya que tenían que cambiar de aula para la siguiente clase.

Kaien se acercó por el pasillo con un aura de enfado que hacía que los alumnos que pasaban por su lado se apartasen. Se apoyó en el marco de la puerta del aula 3-3 y alzó la voz en cuanto vio a quien buscaba.

—¡Ichigo!

Éste, que ya había recogido todo de su mesa y estaba hablando con sus amigos que se habían acercado para preguntarle que le había pasado, se giró y arrugó la frente al ver a Kaien con esa cara. Le dijo al grupo que fueran tirando que ahora les alcanzaba antes de caminar hacia el capitán del equipo de baloncesto que estaba esperándole en el pasillo.

—¿Qué pasa Kaien?

—Eso me gustaría saber —le dijo cruzándose de brazos—. ¿Habrás oído sobre ese rumor que vuela por aquí, no? El de una pareja follando en el lavabo de los tíos.

Ichigo frunció más el ceño.

—Sí ¿y qué?

Kaien dio un paso hacia él y le habló más bajito pero no más suave.

—Fuisteis Rukia y tú, ¿verdad?

—Por supuesto que no —le mintió pensando a donde quería llegar Kaien.

—No te creo. Dicen que vieron una cartera del instituto y un bolso de mujer. Que casualidad que vosotros dos entrarais en el centro el mismo día y la misma hora en la que ellos vieron a esos dos.

—Piensa lo que quieras. Si no me crees es tu puto problema —le dijo Ichigo apartándolo y empezando a caminar hasta que el moreno le agarró del brazo. Él enseguida se apartó bruscamente.

—Si quieres follarte a una tía en el baño hazlo, pero Rukia no es de esa clase de chicas.

Ichigo le encaró cabreado. La gente que pasaba por al lado se los quedaban mirando.

—Eso ya lo sé, y además ¿a ti qué coño te importa?

—Porqué Rukia es amiga mía y no quiero que nadie la trate mal.

—Yo tampoco quiero que nadie la trate mal y nunca haría nada que ella no quisiera hacer.

Kaien le dio un empujón.

—¿Así que estas diciendo que ella quiso hacerlo en el baño? ¡Venga ya! ¡No me jodas!

—¡¿Qué estás queriendo decir?! —preguntó Ichigo alzando la voz y sujetándole las solapas del uniforme—. ¡¿Que la obligué?!

—¡O sea que fuisteis vosotros! —le agarró de las muñecas y se soltó.

Alrededor de ellos se formó un corrillo de alumnos hablando y cuchicheando para enterarse de lo que estaba pasando entre esos dos. Había sonado el timbre del comienzo de la siguiente clase pero todos seguían allí.

—¿De que cojones vas Kaien? No te tenemos que dar explicaciones de nada. ¿O es que te gusta tanto Rukia que no puedes contener esos celos? ¿Lo sabe tu novia?

—¡Cállate capullo! —le gritó el moreno y le soltó lo primero que pensó para joderle—. ¿O es que acaso no sabes que Rukia y yo nos besamos ayer? —sonrió con malicia viendo como Ichigo abría los ojos sorprendido—. Ahh ¿no lo sabías? ¿No te lo ha contado? Alomejor es que le gustan más mis besos que los tuyos.

Ichigo le pegó un puñetazo enfadado en su mejilla izquierda siendo atacado enseguida por Kaien. Los alumnos empezaron a gritar, algunos contentos de ver como se peleaban y otros asustados. Los profesores de las aulas cercanas salieron para ver que era todo ese jaleo. Uno de ellos se acercó corriendo.

—¡¿Qué está pasando aquí?! —gritó haciéndose paso entre los alumnos hasta que vio a dos de sus alumnos de preparatoria pegándose—. ¡Kurosaki! ¡Shiba! —miró a un grupo de chicos—. ¿Qué hacéis ahí parados? Ayudarme a separarlos.

Se acercaron a ellos obligados, y con fuerza y entre empujones lograron separarlos. Los dos tenían el uniforme descolocado y la cara roja. Si no era la nariz, era la ceja o el labio. Aunque había que decir, que como Kaien no se había visto involucrado en tantas peleas como Ichigo y la destreza que éste tenía peleando no era la misma que la suya, a simple vista se veía que el moreno había salido más mal parado.

—Ahora mismo al despacho del director, ¡vamos! —les dijo el profesor empezando a caminar para que le siguieran—. ¡Y vosotros cada uno a la clase que os toque! ¡Fuera del pasillo!

Kaien siguió al profesor limpiándose con un papel el rostro y el pelinaranja se agachó para recoger su cartera antes de hacer lo mismo. Caminaba detrás del moreno imaginándose a Rukia besándose con él.

Apretó los dientes enfadado. Cuantas ganas tenía de seguir pegándole.

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Rukia se despertó por la luz que entraba por el balcón de esa habitación. Estaba cansada del viaje de cinco horas en autobús nocturno que tuvo que hacer después de terminar de trabajar para llegar ahí.

Siempre pasaba sus días libres tranquila en la casa de Ukitake. Desde que él las acogió, cuando su hermana y ella eran pequeñas, habían estado viviendo ahí. Hisana se marchó cuando se casó con Byakuya pero ella se quedó hasta que se tuvo que ir al centro a buscar trabajo. Este era el único sitio al que consideraba un hogar. Aunque a veces se preguntaba porqué venía si se hacía más daño a si misma de verla tan vacía.

Se levantó, salió de su habitación y bajó las escaleras. Todos los muebles estaban cubiertos de una tela para protegerlos del polvo y la suciedad. Ella misma lo había hecho. La casa constaba de dos plantas de tres habitaciones pero no era muy grande, así solamente tenía que barrer cuando venía para mantenerla, dentro de lo que podía, limpia.

Se preparó un café de una cafetera con cápsulas y salió al patio. Como era Noviembre, la mayoría de los árboles estaban desnudos y las hojas secas estaban esparcidas por el suelo. Nada que ver con lo bonito que se ponía en primavera. Recordaba a Hisana regando las flores mientras tarareaba una canción. Ukitake y ella se sentaban en las escaleras para escucharla y reírse cuando intentaba cantar y se le escapa un gallito. Aún ahora era capaz de verla enfurruñarse.

FLASHBACK

—¡Qué me dejéis en paz!

Ukitake sonrió.

—A ver si a Kuchiki no le va a gustar como cantas y te deja.

Hisana enrojeció.

—Byakuya-kun y yo no somos pareja, solo somos amigos.

—¿Y por que tienes ese corazón dibujado en tu cuarto con una B y una H? —le preguntó Rukia con una sonrisita pícara.

—¡Yo no tengo eso! —exclamó Hisana roja como un tomate.

FIN FLASHBACK

Rukia se rió. Seguía haciéndole gracia recordar la de veces que su hermana negó que sentía algo por Byakuya cuando se veía a simple vista que esos dos se querían. Otra cosa no, pero su ex cuñado supo hacerla feliz. Lo prometió el día de la boda y lo cumplió hasta que Hisana murió.

Por eso cuando Ukitake le dijo que aceptara lo que su hermana quería y se cambiara el apellido para formar una familia con ellos ya que él era mayor, lo hizo al ver el rostro de felicidad que tenía Hisana. Una sonrisa permanente que nunca se borraba.

Suspiró y entró dentro de la casa para tomarse un merecido baño de espuma y relajarse antes de salir a comprar comida.

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—¿Se puede saber en que estáis pensando? Mirar las pintas que traéis. ¿Qué ha pasado para que os peguéis de esa manera? —preguntó el director del instituto.

Había estado tranquilamente tomándose un café mientras revisaba papeles cuando un profesor trajo a esos dos alumnos después de haberse pegado en el pasillo. Se habían sentado delante de su mesa mirando cada uno a una dirección distinta y no habían dicho ni una palabra.

—¿Qué? ¿No vais a hablar? Se supone que sois los mayores del instituto no unos críos que se pelean por tonterías —se levantó de la silla y se apoyó en la mesa—. No quiero que se vuelva a repetir semejante espectáculo en mis pasillos o os expulsaré sin pensármelo dos veces. ¡¿Queda claro?!

Ichigo y Kaien siguieron sin decir nada. El director resopló y se sentó en su sillón deseando que llegara el día en el que pudiera jubilarse.

—Ir a la enfermería antes de que os expulse ahora mismo.

Los jóvenes se levantaron y salieron del despacho. Enseguida Ichigo se adelantó para no pasar más tiempo al lado de él. Kaien se quedó mirando como se alejaba con el rostro serio.

Cuando le contaron lo de ese rumor no pudo evitar enfadarse al dar por sentado que habían sido Ichigo y Rukia. Había ido a buscarle sin pensar en su novia o en las consecuencias y ahora, en frío, no podía detener el único pensamiento que rondaba en su cabeza. Todo esto se le había ido de las manos completamente.

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Byakuya Kuchiki, con el pelo liso, negro y con un característico mechón cruzando su frente, estaba sentado tranquilamente en la terraza de su mansión apreciando los últimos rayos de sol del día. Éstos ya no calentaban nada y poco a poco desaparecían dando paso a la oscuridad de la noche.

Escuchó unos pasos que se acercaban.

—Señor, ¿puedo interrumpirle?

—Habla.

—Tenemos noticias sobre Rukia Kuchiki.

El moreno se volteó hacia el joven muchacho que hacía poco había contratado.

—¿Habéis averiguado por fin donde vive? —preguntó deseando oír una respuesta afirmativa.

Habían encontrado la cuenta bancaria que ella tenía abierta en el banco pero sólo ponía la dirección de la casa de Ukitake.

—Sí, uno de ellos la vio de casualidad por la calle y la siguió hasta su casa. Vive aquí —le entregó unas fotos donde se podía ver claramente a Rukia entrando en un portal—. Es un bloque de pisos, que como puede comprobar, bastante pequeño y descuidado. El suyo está en la segunda planta, puerta tres.

—Buen trabajo. Puedes marcharte.

—Eso no es todo, señor. El hombre esperó fuera por si salía y la siguió hasta su trabajo.

—¿Y dónde trabaja?

—Aquí, señor —le volvió a entregar unas fotos pero esta vez un poco nervioso. Su nuevo jefe imponía bastante y la información que le iba a dar no le iba a gustar. En las fotografías sólo se veía la fachada de un local con unas letras de neón donde se podía leer la palabra 'Bleach'—. Dentro no pudo hacer fotos ya que según me ha contado había un vigilante que no le quitaba el ojo de encima pero…

—¿De que trabaja Rukia? ¿De camarera?

—No… ella trabaja… —se llevó una mano al cuello de la camisa blanca para que entrara el aire— de stripper.

Byakuya frunció el ceño inmediatamente y se levantó de su asiento.

—¿Stripper?

El joven miró hacia otro lado al no poder aguantarle la mirada.

—Sí, señor.

—¿Me estás queriendo decir que gana dinero desnudándose delante del público? —preguntó viendo como el otro asentía. Resopló y caminó para tranquilizarse—. Dile a ese hombre que te ha dado la información que está despedido.

—Pero…

—Nadie que haya visto a la hermana de mi esposa desnuda va a trabajar para mi. Y ahora largo.

—Sí, señor —dijo agachando la cabeza y alejándose de ahí.

Byakuya volvió a mirar las fotos en las que aparecía Rukia. Desde siempre ella fue mucho más liberal que su hermana pero nunca se le hubiese ocurrido pensar que su cuñada trabajase de bailarina de striptease. Eso tenía que acabar.

Observó que se había cortado el pelo. Aún así, seguía pareciéndose muchísimo a Hisana.

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Ichigo entró en su casa después del peor entreno que había tenido desde que trabajaba para ellos. El ambiente entre Kaien y él se podía cortar con un cuchillo de lo tenso que estaba y los demás acababan pagándolo. El espíritu de equipo brilló por su completa ausencia.

Rukia y él no eran novios. ¿Por qué se había enfadado tanto al escuchar que se habían besado? ¿Era por el beso o por enterarse que había sido antes de besarle a él en su piso? Sí había sido así Rukia no tenía la obligación de contarle nada ni él de pedirle explicaciones.

Se quitó los zapatos y pasó al comedor. Su hermana Karin, que estaba leyendo en el sofá, alzó la cabeza para verlo y enseguida arrugó la frente.

—¿Qué te ha pasado Ichi?

—Una pelea sin importancia. No está el viejo, ¿verdad?

—Aún sigue en la clínica.

—Mejor.

—¿Qué mas da? Cuando bajes a cenar te va a ver la cara que llevas.

—Voy a ver si me la curo mejor, que la enfermera del instituto no sabe ni poner unos puntos —le dijo subiendo las escaleras.

—¡Ahora está Yuzu duchándose! —exclamó Karin.

Ichigo escuchó el agua de la ducha y entró a su habitación cerrando la puerta a su paso. Tiró la cartera al suelo y se quitó la chaqueta del uniforme maldiciendo el asqueroso día que había tenido hoy. Casi que le gustaba más como había empezado. Aburrido sin más.

Se dejó caer de espaldas a la cama y se quedó mirando el techo pensando que tendría que hacer cuando viese a Rukia. ¿Decírselo? ¿No decírselo? ¿Inventarse cualquier excusa para las heridas de la cara y dejarlo correr? Si ella no le había dicho nada, lo mejor era callarse y continuar como siempre. Aunque le siguiera jodiendo que se hubieran besado.

¿Qué mierda era eso? ¿Celos?

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Rukia había pasado el día tranquila. Había paseado por los alrededores, saludando y hablando con los vecinos, relajándose leyendo un libro sin prisas y sin preocuparse del reloj… Siempre disfrutaba de ese día para ella sola pero mentiría si dijese que no había pensado en cierto pelinaranja y en lo bueno que sería que estuviese ahí mismo con ella.

Al final ese descerebrado se salió con la suya y había acabado pensando en él.

Después de darle muchas vueltas, decidió mandarle un mensaje antes de prepararse la cena.

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Karin picó a la puerta de su hermano recordando que éste les había dicho muchas veces a Yuzu y a ella, y también a su padre, que picaran y no abrieran sin avisar.

—Ichi, Yuzu ya ha salido de la ducha. Cúrate antes de que te vea y se desmaye.

—Gracias Karin —le agradeció Ichigo incorporándose en la cama.

Iba a levantarse cuando oyó el pitido del móvil avisándole de que le había llegado un mensaje. Agarró la cartera que había dejado tirada en el suelo y lo sacó. Se mordisqueó el labio inferior al ver que era de Rukia y miró hacia otro lado pensativo. Volvió la mirada a la pantalla y abrió el mensaje.

"Me gustaría que estuvieras aquí conmigo, fresita"

Ichigo lo releyó unas diez veces antes de levantarse y caminar por la habitación. Que bien sonaba esa frase en su mente y mejor sería escucharla de su voz. Podía estar mal por todo lo que había pasado pero le encantaría estar con ella donde sea que estuviese en esos momentos.

Le escribió un mensaje y se lo envió.

"Iré donde estés"

Esperó un rato y recibió un nuevo mensaje de ella.

"Sé que vendrías"

—Claro que iría —pensó dejando el móvil en el escritorio y mirando por la ventana. No le iba a poner nada más. Normalmente le contestaría con algún mensaje subidito de tono como a ellos les gustaba pero ahora mismo no sabía que ponerle.

Iba a salir de la habitación cuando volvió a sonar el móvil.

"Buenas noches Ichigo"

Sabía que ella se había dado cuenta de que él no estaba bien o de que algo raro ocurría.

"Buenas noches Rukia"
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CONTINUARÁ...

¡Hasta aquí! ¿Qué os ha parecido? Vaya con Ichigo y Kaien ¿quién iba a decir que se iban a liar a golpes? Me gustó la idea de poner esa reacción de Ichigo al enterarse de lo del beso (claro que Kaien ha mentido un poco). Ni siquiera él sabe porqué ha reaccionado así xD ¿Celos? Uy Ichiguito! jaja

A Renji no le ha caído muy bien Ichigo pero ya veremos más adelante jeje ¿Y qué tal el lemon entre nuestra parejita? ¿Os ha gustado? La confianza y las ganas de estar con el otro crece por momentos. Rukia se olvida de todo cuando está con él :P

Y en este capítulo ha aparecido Byakuya, ya sabe donde vive y en que trabaja aunque no le ha hecho mucha gracia, ¡veremos que pasará!

Comentarme :D Espero que os haya gustado!

Abrazos y besos, nos leemos :)

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