CAPÍTULO 7




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STRIPTEASE

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CAPÍTULO 7

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ENCUENTRO EN EL INSTITUTO

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Rukia estaba en la habitación 341 del hospital privado central de Karakura. Una habitación completamente blanca como todas las demás. Las cortinas del mismo color ondulaban con el viento que entraba por la ventana.

Estaba sentada en un sillón negro al lado de la única cama situada en el centro del cuarto. Todo estaba en silencio con el único ruido del aparato que indicaba que el hombre que descansaba en ese colchón con el cabello blanco largo y lacio, seguía vivo.

Miraba a Ukitake en silencio como hacía todas las mañanas que iba a verle y a estar con él. Sacó de su bolso una foto muy preciada para ella que estaba un poco rota por las esquinas de llevarla siempre consigo.

FLASHBACK

—¡Feliz cumpleaños Rukia! —exclamaron Ukitake, con el pelo más corto y más joven, y una niña morena, mayor que la cumpleañera.

La pequeña sopló las seis velas que tenía el pastel y las dos aplaudieron, siempre con la sonrisa en sus rostros, mientras el hombre les hacía fotos con su cámara.

—Hisana, vamos a por el regalito para tu hermana.

—¡Vale! —se fueron los dos a una de las habitaciones y trajeron una caja de cartón marrón, que pusieron en el suelo—. Ábrelo, Rukia.

Ésta se acercó y miró a la caja extrañada ya que eso no parecía el típico regalo envuelto en un bonito y brillante papel.

—¿Porqué la caja tiene agujeros?

—Ya lo verás —le dijo Ukitake cogiendo la cámara otra vez.

Rukia separó las solapas de la parte de arriba de la caja y al ver lo que había dentro esbozó una gran sonrisa de oreja a oreja.

—¡Un conejito! —gritó y rapidamene se agachó para agarrarlo y abrazarlo encantada—. ¡Qué bonito y que suave!

Hisana le acariciaba el pelaje blanco.

—¿Te gusta? Fuimos a la tienda y era el último que quedaba.

—¡Me encanta! ¡Gracias! —levantó al animal con sus pequeños brazos hacia arriba—. Lo voy a llamar Chappy.

Ukitake soltó una carcajada, acabando de poner la cámara en un trípode.

—Venga poneros ahí que nos vamos a hacer una foto los tres con Chappy.

Hisana le pasó un brazo por el hombro a su hermana y después de apretar un botón, Ukitake se acercó corriendo, poniéndose detrás de las dos, abrazándolas.

—¡Decir Chappy!

—¡Chappy! —exclamaron los tres felices.

FIN FLASHBACK

Miraba esa foto donde salían los tres abrazados y contentos con aquel pequeño conejito entre sus brazos. Los recuerdos venían a cada momento, uno detrás de otro.

Pasó el pulgar por encima del rostro de su hermana como si la estuviera acariciando. Suspiró elevando la mirada hacia Ukitake.

—Ya solo me quedas tú —acercó su mano a la de él, con cuidado de no tocar el tubo del suero—. No me dejes, por favor.

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Se escuchó el timbre del instituto anunciando el cambio de clase. Todos los que ya conocían a Senna de antes, le dieron la bienvenida contentos, aunque algunos miraban de reojo a Ichigo para ver que cara tenía.

Sin embargo, él estaba como siempre, con el ceño fruncido como si no pasara nada. Por suerte, sólo sus amigos y Nozomi sabían porque lo dejaron Ichigo y Senna.

—Ichigo, ¿me puedes ayudar con este problema? Como no tengo los apuntes no lo entiendo —le pidió la pelivioleta que casualmente, la profesora le había sentado en la mesa de al lado.

El ojimiel suspiró pero no se negó a ayudarla. Acercó su mesa a la de ella y sacó su libreta.

—A ver, ¿qué es lo que no entiendes? —le preguntó Ichigo pasando las páginas.

—Que bonita letra tienes.

—Gracias —agradeció carraspeando y le señaló el papel—. ¿Es este problema?

—Sí.

Ichigo empezó a explicarle pero ella ni le oía. Solamente podía mirarle el perfil. La frente, la nariz, los labios…

El empezó a sentirse incómodo ya que sentía los ojos de ella puestos en él y suponía que no le estaba haciendo ningún caso.

—Mejor te dejo la libreta y ya me la devolverás.

—¿Por qué? Me gustaría que me lo explicaras.

Ichigo se levantó y separó la mesa.

—Está bien explicado ahí, seguro que lo entiendes —le dijo antes de alejarse donde estaban sus amigos, ya que el profesor tardaba en llegar.

Senna hizo una mueca a disgusto pero pensó que tampoco le había salido tan mal. Iría a su casa a devolvérselo.

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Rukia se había acercado a casa de Renji para comer juntos. El pelirrojo vivía en uno de los apartamentos más caros de Karakura. Un ático con unas vistas fabulosas y lujo por todas partes. Muchas veces le había dicho que se viniera a vivir con él, ya que tenía unas habitaciones que no usaba, pero ella siempre había preferido vivir sola.

Le hacía gracia que la mayoría de la gente que trabajaba en Bleach, a parte de unos cuantos, eran muy independientes y querían vivir solos.

Acabaron de comer y Renji sirvió dos platos con un pequeño trozo de tarta de chocolate de postre mientras seguían charlando.

—Entonces el que iba con vosotras en el coche, ¿es sólo un amigo?

La morena sonrío.

—Sólo un amigo —le dijo antes de llevarse un pedacito de esa deliciosa tarta a la boca.

—Sabes que me lo puedes contar —le recordó Renji mirándola y apuntándola con el tenedor—. ¿O acaso no confías en mí?

—Claro que confío en ti —se rió y siguió comiendo recordando al pelinaranja. Tragó y suspiró—. Es más que un amigo. Me lo paso bien con él —observó que Renji asentía—. Es Ichigo, el chico que me ayudó a quitarme de encima a Yammy.

—Mira para empezar, ya me cae bien —soltó haciendo que Rukia soltara una carcajada. Se levantó para recoger la mesa al acabar el postre y cambió de tema—. ¿Qué harás el miércoles?

—Iré a la casita rural, como siempre hago en mi día libre —le respondió dejando el tenedor en el plato vacío.

—A ver cuando me invitas a esa casita —le habló desde la cocina.

Rukia se levantó y fue hacia su bolso.

—Sabes que me gusta ir sola, nunca he llevado a nadie allí —le dijo sacando una camiseta gris con el logotipo de la mítica lengua de los Rolling Stones y unos shorts tejanos que llevaba bien doblados dentro al llevar un bolso un poco más grande—. Me voy a cambiar.

El pelirrojo pasó por su lado, observando que vestía una blusa azul y unos pantalones oscuros.

—Al hospital vas vestida de niña buena.

La bailarina levantó el brazo enseñándole el dedo corazón.

—Soy una niña buena.

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Los chicos que formaban el equipo de baloncesto entraron al vestuario para cambiarse la ropa. Ichigo sacó de su taquilla, los pantalones y la camiseta de tirantes con el número quince en la espalda.

Kaien se colocó a su lado para hablarle.

—Hoy es posible que venga una amiga mía. Luego te la presento.

El pelinaranja le miró por el rabillo del ojo mientras se bajaba el pantalón del uniforme sin decirle nada, a diferencia de los demás que no pudieron callarse al oírlo.

—Ya Kaien, una amiga… ¿Desde cuando tienes amigas? —se burló un compañero.

—Dejadme en paz —les soltó el capitán con una sonrisa en los labios.

—Mirar, mirar, esa sonrisita le delata —se carcajeó otro antes de salir ya cambiado.

Todos se rieron menos Ichigo. Entendía las bromas y estaba seguro de que en otras circunstancias se hubiera reído e incluso hubiera bromeado él también. Sin embargo, no sabía porqué, pero el simple hecho de saber que estaban hablando de Rukia, no le hacía ni puñetera gracia.

Salieron del vestuario y enseguida dirigió su mirada ámbar hacia las gradas. Arrugó la frente al ver que Senna estaba sentada allí, separada de un grupo de tres chicas que también habían venido al ver el entrenamiento.

—¡Hola Ichigo! —exclamó la pelivioleta moviendo el brazo de lado a lado saludándole.

Éste simplemente hizo un gesto con la cabeza y se fue con el grupo.

Las tres chicas, que también estaban en las gradas, miraron hacia Senna después de ese saludo. Compartieron una mirada entre ellas y se acercaron, sentándose a su lado.

—Hola, ¿qué tal? ¿Conoces a Ichigo? —le preguntó directa la más lanzada de todas.

—Sí, estuvimos juntos —le respondió Senna ni corta ni perezosa ya que había escuchado lo bien que estaban hablando de Ichigo, incluso antes de salir del vestuario y no le había gustado.

—¿Fuisteis pareja? —cuestionó sorprendida otra chica.

—Sí. La verdad es que fue mi primer amor y yo él suyo.

—¡Qué bonito! —exclamó la misma chica.

—¿Y que pasó? ¿Por qué no estáis juntos? —quiso saber la única que no había hablado.

—Bueno, ya sabéis cosas que pasan y la relación se acaba —dijo Senna moviendo la mano para no tener que dar explicaciones y reconocer que por su estupidez lo había perdido—. Pero creo que aun siente algo por mí.

La más lanzada sonrió de lado antes de decirle algo.

—Pues vas a tener que ir a por él cuanto antes porque, por mucho que digas que aún siente algo por ti, Ichigo se ha hecho muy popular desde que juega a baloncesto y muchas chicas van a querer liarse con él.

Los chicos calentaban corriendo, dando vueltas a la cancha.

—Oye Ichigo, ¿quién es esa chica del pelo violeta que te ha saludado?

—Esta buena —dijo un compañero.

—Es mi ex —respondió Ichigo sinceramente mientras seguían corriendo.

—Entonces no te importará que me la intente ligar, ¿verdad? —le preguntó el que se había interesado por ella.

—Para nada. Por mí mejor.

—No me lo creo, a nadie le gusta que se liguen a tu ex delante de ti —opinó otro del equipo.

—¡Venga chicos! Coger una pelota por pareja y pasárosla moviéndoos por el campo, rápido —dijo el entrenador.

Rukia se acercó acompañada de un alumno al que le había preguntado donde estaba el gimnasio. Éste al verla no había dudado ni un segundo en ir con ella hasta allí.

—Gracias —le agradeció la morena con una sonrisa.

—De nada —le dijo imitando el gesto en su rostro antes de que ella entrara dentro. La miró de arriba abajo dejando su mirada clavada en su trasero—. Joder, que culito… — susurró para él mismo.

Rukia observó al grupo de chicos que estaban entrenando en la cancha. No le hizo falta buscar con la mirada a Ichigo ya que con el color de pelo que tenía llamaba la atención por encima de los demás.

Sonrió al verle con esos pantalones cortos hasta la rodilla dejándola ver los gemelos de las piernas y esa camiseta de tirantes mostrando los bíceps en sus brazos y sus hombros.

Pensó que Ichigo estaba buenísimo con cualquier cosa que se pusiera y se rió internamente al imaginarse que incluso con un saco de patatas seguiría estando guapo.

Ni Kaien ni Ichigo se habían percatado de que estaba allí. Subió las escaleras para sentarse en las gradas.

Las tres chicas y Senna nada más verla la escanearon por completo. Todas menos la pelivioleta empezaron a cuchichear entre ellas. Rukia se sentó sola más apartada, en primera fila.

—Nunca la había visto, ¿y vosotras?

—No será del instituto.

—Alomejor es la novia de alguno de ellos.

—Que guapa es, ¿has visto que piernas? Seguro que se mata a gimnasio para tener ese cuerpo.

—Yo soy mas guapa que ella, tengo mas tetas.

El entrenador dio unas palmadas.

—Vale, ¡parar! Hacer dos grupos y cada uno en una canasta distinta. Vamos a hacer tiros.

El equipo se separó. Kaien e Ichigo se quedaron en el mismo equipo y caminaron hacia una de las canastas. El moreno dirigió la mirada hacia las gradas y sonrió al verla. Se acercó corriendo hasta ella.

Ichigo al observarlo alejarse también se percató de que estaba ahí Rukia. Se alegró de que al final viniera. Iba a acercarse pero al verla sonreír y charlar con Kaien, sus piernas se frenaron y siguió con el grupo, encestando.

—Hola Rukia, que bien que hayas venido —le dijo Kaien con una gran sonrisa en su rostro.

—¡Hola!, tenía un rato libre y he decidido pasarme.

—Mira, ese es Ichigo —señaló con el dedo al pelinaranja—. Es el chico del que te hablé.

Rukia se rió.

—Le conozco, es amigo mío —le hizo saber pero al ver la cara de no entender que ponía el moreno siguió hablando contándole alguna que otra mentira—. No te dije nada porqué no sabía que jugaba al baloncesto y podría ser otro con el mismo nombre.

Kaien asintió serio.

—¡Kaien! ¡Vuelve al entrenamiento! —le ordenó el entrenador.

—Luego hablamos —le dijo el chico a Rukia antes de correr hacia su grupo.

Ella fijó su mirada en Ichigo y le pareció extraño que no se acercara o que no la saludara desde lejos.

Kaien se incorporó a la fila para hacer los tiros, justo detrás del ojimiel.

—Rukia y tu… ¿sois amigos? —le preguntó el moreno a su amigo.

—Sí —le respondió Ichigo sin ni siquiera darse la vuelta—. Muy amigos.

El capitán del equipo arrugó la frente mientras veía con el pelinaranja encestaba la pelota.

—¿De donde? ¿Hace mucho? —siguió preguntando tirando él a canasta.

—Hace poco.

Volvieron los dos a la fila.

—¿Hace poco y ya sois muy amigos? —cuestionó Kaien mirándole con el ceño fruncido.

—¿Y vosotros? ¿De que os conocéis? —quiso saber Ichigo volteándose hacia él con el rostro completamente serio. No entendía a que venían tantas preguntas.

—Chicos, ¿qué os pasa? —se acercó el entrenador y les dio unas palmadas en la espalda—. Vienen unas chicas a veros y os volvéis tontos ¿o que? Seguir con el entrenamiento.

Las cuatro chicas se acercaron a Rukia disimuladamente y se sentaron al lado de ella.

—Hola, ¿eres amiga de Kaien?

La morena alzó una ceja al verlas a todas mirándola deseando saber cosas vete a saber por qué. Aunque no perdía nada por hablar con esas chicas.

—Bueno... amiga amiga, hemos hablado algunas veces.

—Pero has venido a verle entrenar ¿no?

—Sí, a él y a Ichigo.

Senna arrugó la frente al oírla.

—¿Eres amiga de Ichigo? —le preguntó.

Rukia sonrió de lado.

—Somos muy buenos amigos.

A la pelivioleta no le hizo ninguna gracia. Su mente enseguida pensó que podría ser ella con quien Ichigo se mandaba mensajitos.

—Senna fue su novia —anunció una de las chicas mirando hacia Senna.

Rukia también la miró, sorprendida ya que no se esperaba eso.

—¿Eres su ex?

—Si —respondió esbozando una sonrisa colocándose mejor en la silla con los hombros y la espalda recta—. Aunque creo que aún sentimos cosas el uno por el otro.

La bailarina se quedó pensativa dirigiendo una breve mirada a Ichigo, que ahora estaban jugando un partido.

—¿Ah si? Él nunca me ha dicho nada de ti.

—Será porque Ichigo no cuenta esas cosas, es muy reservado, yo le conozco muy bien —dijo altiva Senna con una sonrisa de superioridad mirando también al pelinaranja.

Las otras tres chicas se miraron entre ellas y decidieron volver a donde estaban sentadas antes, dejándolas a las dos allí paradas mirando a Ichigo. Senna se alegró de que esa morena no dijera nada pensando que tenía que saber cual era su lugar. Sin embargo, Rukia sintió algo en su interior moviéndose de un lado para el otro.

No le había gustado nada como le había hablado esa tal Senna y su voz salió antes de que lo pensara dos veces.

—O alomejor esta tan a gusto cuando está conmigo —la miró por el rabillo del ojo— que no se acuerda de ti.

Senna apretó los dientes fuertemente viendo como ella volvía la vista al partido. La miró despectivo antes de girar la cabeza al frente y dejar de verla. ¿Cómo se atrevía?

Repitió en su cabeza una y otra vez la frase que le había soltado esa morena. Daba a entender muchas cosas pero sobretodo que Ichigo y ella se acostaban.

Los celos se la estaban comiendo viva.

Ichigo miró hacia las gradas y se preocupó de ver a Rukia y a Senna tan cerca. No se fiaba para nada de lo que pudiera decirle la pelivioleta.

Le hizo un gesto a Rukia con la cabeza para ver si estaba bien. Ésta lo entendió y le sonrió. Senna no pudo evitar fruncir más el ceño al percatarse de esa comunicación sin palabras.

Siguieron el entrenamiento, continuando con el partido. Rukia no alejaba la vista de Ichigo. Había momentos en que quería mirar a los otros chicos y también a Kaien, pero le era imposible apartarse de ese chico con el cabello naranja mojado por el sudor, con esas gotas que resbalaban por su cuello y por sus brazos.

Podía incluso imaginarse lo caliente que tendría la piel en esos momentos. Ichigo era definitivamente todo un espectáculo.

Acabaron de entrenar e Ichigo se acercó corriendo a donde estaba Rukia.

—Hola enana, me ducho y salgo, ¿vale?

—Vale —le sonrió viéndole meterse en el vestuario.

Rukia se levantó, bajó las escaleras y salió del gimnasio para esperarle tranquilamente fuera. Aunque, enseguida, Senna también salió y se acercó a ella.

—Será mejor que te alejes de Ichigo si buscas algo más que amistad —la amenazó poniendo los brazos en jarras—. Él y yo volveremos a estar juntos.

Rukia soltó una carcajada negando con la cabeza. Esta tía era insoportable.

—Ichigo y yo solo somos amigos —le dijo viendo como ella asentía—. Aunque nos gusta pasárnoslo bien —sonrió de lado divertida al observar como le cambiaba la cara—. Si quieres recuperarlo no es mi problema pero mientras lo haces nosotros disfrutaremos.

Senna abrió la boca sorprendida por el atrevimiento de esa morena.

—Eres una zorra.

Rukia cruzó los brazos sin quitarse la sonrisa.

—Mejor no te digo lo que pienso de ti.

Empezaron a salir los chicos e Ichigo se acercó donde estaban las dos. Frunció más el ceño al notar el mal ambiente que había entre ellas. Antes de que pudiera decir algo, Senna se puso delante de él.

—Que bien hueles recién duchado, Ichigo.

Rukia puso los ojos en blanco y empezó a caminar hacia el instituto para no tener que volver a escucharla.

—No sabía que jugabas tan bien —continuó elogiándole.

Él siguió con la mirada a la morena y observó que Kaien se acercaba a ella.

—Gracias, adiós Senna —se despidió rápidamente y se fue detrás de Rukia.

La pelivioleta se quedó enfadada mirándole alejarse.

—Calma Senna, volverá contigo, que disfrute follándose a esa, que pronto se cansará —pensó.

Kaien llamó a Rukia y ésta se paró al oírlo.

—¿Quieres que vayamos a tomar algo? Te invito.

—¡EY! —se acercó Ichigo corriendo y se dirigió a la morena—. ¿Porqué te vas y me dejas allí?

—No quería resbalarme con las babas de la del pelo lila —le respondió Rukia.

Ichigo hizo una mueca y ella se rió. Kaien pasaba la mirada del uno al otro.

—¿y bien Rukia? ¿Te vienes?

—Otro día ¿vale? Ichigo me va a enseñar el instituto.

El moreno miró de reojo a su amigo.

—Os acom…

Ichigo agarró la mano de Rukia y empezó a caminar hacia el edificio.

—¡Nos vemos mañana tío!

Kaien se quedó con la palabra en la boca viendo como Ichigo tiraba de Rukia subiendo por las escaleras y perdiéndose dentro del instituto. No entendía nada. ¿Qué pasaba entre esos dos? Decían que eran amigos pero… hay había algo más.

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Caminaban por los pasillos sin hablar. Rukia no había tenido ganas de que le enseñara el insituto, simplemente fue lo primero que se le ocurrió decir ya que no quería ir a tomar algo con Kaien. No porqué le cayera mal sino porque quería estar con Ichigo.

Dirigió su mirada hacia abajo y sonrió.

—¿Puedes devolverme la mano? —le preguntó Rukia bromeando para romper el silencio.

Ichigo la soltó pensando que ni se había dado cuenta de que aún la sujetaba de lo cómodo que se encontraba con ella.

—Lo siento.

La morena le miró y le notó serio, con los ojos hacia el frente con algunas gotitas de agua del pelo recién mojado cayendo en su uniforme.

—¿Qué te ocurre?

Ichigo paró de caminar. No tenía sentido que siguieran andando por esos pasillos desiertos, solo con las luces encendidas de distintas clases al estar algunos alumnos en alguna actividad extraescolar.

—Espero que no te haya dicho nada Senna —se giró hacia ella que también se había parado.

—A parte de llamarme zorra y soltarme un rollo de que volveréis a estar juntos, ha sido muy simpática —le soltó irónica apoyándose en las taquillas que tenía a su espalda.

—¿Te ha llamado zorra? —le preguntó enfadado frunciendo más el ceño.

Rukia soltó una carcajada.

—No me importa, Ichigo. No la conozco de nada para que un insulto de esa chica me pueda molestar.

El ojimiel relajó un poco la frente al oírla pero negó con la cabeza al no dar crédito de lo cambiada que estaba Senna. No la reconocía ni le gustaba un ápice que insultara a Rukia. Ya hablaría con ella e intentaría volver a dejarle todo claro.

Respiró hondo y bajó la mirada.

—Me gustaría que no volvieras a venir a ningún entreno —le dijo Ichigo sabiendo que con Rukia podía decir siempre lo que pensaba. Con ella sencillamente se dejaba llevar.

—¿Por qué? ¿No quieres que venga a verte? —quiso saber Rukia.

Ichigo la miró a los ojos manteniendo el rostro serio.

—No es eso. Es que es difícil tenerte tan cerca y no poder acercarme a ti —le respondió sincero recordando lo extraño que se había sentido allí, jugando y corriendo de un lado para el otro, con la cabeza puesta solamente en ella. En esa mujer que le volvía loco.

Rukia sintió como su corazón dio un pequeño vuelco sintiendo la conocida calidez que le transmitían esos ojos de color miel. Intentó sonreír para que la sensación no fuera tan fuerte.

—Ahora estoy cerca y estamos solos. Aprovéchate fresita.

Éste dio unos pasos hacia ella pero cuando estaba a punto de pasar un brazo por su cintura, escuchó la puerta de una de las clases abrirse. Enseguida, la volvió a agarrar de la mano y tiró de ella.

Corrieron hasta que entraron al servicio de los chicos más próximo. Se miraron y se rieron bajito mientras Ichigo cerraba la puerta después de comprobar que no les habían visto ni había nadie en esos pasillos.

—Me traes al baño de los chicos, ¿qué quieres hacerme pervertido? —le cuestionó juguetona caminando de espaldas hacia uno de los lavabos sin apartar la mirada.

Ichigo esbozó una sonrisa ladeada. Lo que le haría a esa enana…

—¿Has venido calentita? — se acercó a ella y la sujetó por la cintura con un brazo ya que en la otra mano llevaba la cartera. La apretó contra él, encantándole la diferencia de alturas.

Rukia puso sus manos en el pecho masculino excitándose por momentos.

—Por supuesto… pero estoy esperando que me pongas aún peor —le dijo recordándole lo que él mismo le había puesto en el mensaje.

El pelinaranja agachó la cabeza para besarla como estaba deseando hacerlo desde que la vio sentada en las gradas. Se besaron apasionadamente en cuanto se tocaron los labios, deseando mezclarse tan rápido como pudieran.

Sin separarse entraron dentro de uno de los lavabos, cerraron la puerta por donde se les veía los pies por debajo y dejaron caer al suelo la cartera y su bolso. Se separaron para respirar y enseguida volvieron a juntar sus bocas y a enredar sus lenguas. Las manos del otro tocaban todo lo que podían llegando él al short de ella.

Le iba desabrochando bajando sus besos por la mejilla hasta su cuello, escuchándola jadear y notando como le acariciaba el pecho y el abdomen debajo del deshecho uniforme.

Se agachó bajándole el short junto a la braguita dejándola desnuda de cintura para abajo.

—Saca sólo una pierna —le ordenó Ichigo.

Rukia lo hizo viendo como le dejaba la ropa enrollada en la otra extremidad para que no tocara el suelo. Ella misma la agarró, humedeciéndose por notar el cálido aliento de Ichigo en su entrepierna.

Le dio un beso en el monte de venus que hizo que ella suspirara y abriera más las piernas para deleite del pelinaranja.

Le pasó la lengua por los labios, saboreándola, notando como ella hundía sus dedos en su cabello húmedo. Tan húmedo como estaba Rukia. Muy mojada como a él le gustaba y más sabiendo que era él y no otro el que la estaba poniendo así. Que era su lengua y no la de otro.

Estaría años así pero escuchó ruido por los pasillos y los jadeos de Rukia se estaban convirtiendo en pequeños gemidos.

Se levantó, después de coger un preservativo de su cartera, para mirarla a esos ojos violetas velados y excitados. Se desabrochó el pantalón y lo dejó caer quedando enrollado en sus pies al igual que el bóxer. Pensó que iba a ser la primera vez que lo iba a hacer en un lavabo pudiendo ser descubiertos en cualquier momento.

Sin embargo, ahora mismo le daba igual. Solo quería entrar dentro de ella y disfrutar.

A Rukia el cuerpo le iba a estallar. También oía a la gente fuera pero lo único que deseaba y en lo único que su mente era capaz de pensar era en Ichigo. En Ichigo y en esa mirada que la ponía a cien.

Observó apoyada en la pared como se colocaba el condón y lo deslizaba por su erecto miembro. El ojimiel la alzó sin esfuerzo y ella le envolvió la cintura, dejando que la penetrara completamente.

Iba a gemir cuando Ichigo la besó y así tapar su voz. Empezó a embestirla al igual que con la lengua en su boca.

Todo era insoportable. El deseo, el calor, la excitación, la humedad, la adrenalina por saber que podían pillarlos… todo se entremezclaba en sus cuerpos unidos.

Rukia le estiraba del cabello para poder soportar todo eso mientras se devoraban la boca.

Entraron dos alumnos en el servicio después de acabar sus clases extraescolares y enseguida escucharon los jadeos, los bajitos gruñidos y los golpes que hacían en la pared en uno de los lavabos. Abrieron la boca sorprendidos, se miraron y se taparon la boca para no hacer ruido escondiendo sus sonrisas.

—Están follando —gesticuló con los labios sin emitir ningún sonido.

Se acercaron despacio de puntillas y se agacharon curiosos para verles los pies. Solamente pudieron ver las piernas de un chico con el pantalón enrollado, la cartera que todos llevaban en el instituto y un bolso de mujer.

—Ahh —gimió Rukia sin poder evitarlo cuando Ichigo llegó más profundo.

El gemido no fue muy sonoro pero a los dos alumnos les pareció de lo más excitante.

Uno de ellos le hizo un movimiento con la cabeza hacia la puerta para que se fueran.

Salieron sin hacer ruido y cuando ya estuvieron fuera, respiraron hondo y lo soltaron de golpe. Empezando a caminar por los pasillos hacia la salida.

—Joder… me estaba calentando ahí dentro.

—Ya te digo, solo de recordar los ruiditos que hacía la chica, me pongo malo.

—¿Quién crees que serían? El tío es del instituto y la chica no llevaba la cartera de aquí. Será de fuera.

—Bueno, yo he visto a varias alumnas que van con un bolso y no con la cartera, puede ser una de ellas.

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Rukia volvió a gemir sintiendo como el clímax la alcanzaba. Ichigo apretó la mandíbula embistiéndola un par de veces más deleitándose de esas paredes que lo apretaban. No pudo sostenerse de pie más y se sentó en la tapa del inodoro con ella a horcajadas encima de él, aún unidos.

Disfrutaron con los ojos cerrados de los últimos espasmos del orgasmo por su cuerpo. Rukia tenía apoyada la cabeza en el hombro de él mientras respiraba por la boca y agarraba su ropa para que no se cayera al estar con las piernas abiertas.

Después de un rato que cogieron fuerzas, se retiró hacia atrás y le mordió sin hacerle daño en la barbilla. Los dos se rieron y se levantaron para subirse la ropa interior y los pantalones. Ichigo antes se quitó el condón y le hizo un nudo.

Agarraron sus pertenencias y abrieron la puerta tras comprobar que no había nadie en el lavabo. Ichigo tiró el preservativo a la papelera e hicieron lo mismo para salir del servicio.

Caminaron sin detenerse por los pasillos hasta que llegaron a la salida donde estaba el conserje esperando que todos los alumnos salieran. Éste al verlos no pudo evitar sonreír mientras negaba con la cabeza. En un segundo, supuso que habían hechos esos dos al ver que uno de ellos no era de este instituto.

—¡Venga parejita! ¡Salir ya de aquí!

Los jóvenes se rieron y salieron tras despedirse del hombre. Iban por mitad del patio cuando Ichigo se dio la vuelta y empezó a caminar de espaldas.

—Por tu culpa enana se va a pensar que soy un pervertido. Tengo una reputación que mantener —bromeó observando como ella sonreía abiertamente.

—¡Es que lo eres descerebrado! ¿Por qué me llevas al baño entonces? —le siguió la broma escuchando la risa de Ichigo.

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Sonó la puerta principal y Yuzu se asomó para ver a Ichigo descalzarse.

—¡Hola Ichi-nii!

—Hola Yuzu —le sonrió antes de subir por la escalera hacia su habitación para quitarse el uniforme.

Cuando iba a abrir su cuarto se acercó Karin por el pasillo con una libreta en la mano.

—Toma, te la ha traído Senna —le dijo dándole su libreta—. No sabía que había vuelto, me ha sorprendido cuando he abierto la puerta y la he visto.

Ichigo la agarró.

—Sí, volvió este fin de semana según lo que ha contado en clase.

La morena le miró.

—¿Estas bien? —le preguntó sabiendo que Ichigo y Senna habían sido pareja. Lo que no sabían, ni su padre ni Yuzu ni ella, era porque lo dejaron. Pero su padre, en uno de aquellos raros momentos en los que se comporta como un padre decente, pensó que lo mejor era no preguntarle.

—Claro que estoy bien —le respondió sinceramente.

—Hueles a perfume de mujer —le comentó esbozando una pequeña sonrisa.

Ichigo le correspondió el gesto.

—Será mejor que eso no lo digas delante del viejo.

—Ten cuidado porqué te lo pillara enseguida, que para eso es muy rápido —le avisó caminando hacia las escaleras. De golpe, se paró y se dio la vuelta—. Ah, por cierto, hay un sobre cerrado dentro de la libreta. ¿Quieres que lo tire?

Ichigo la abrió y vio el sobre.

'Para Ichigo de Senna'

—No, déjalo. Ahora bajo a cenar.

Entró en su habitación dejando su cartera y la libreta encima del escritorio. Abrió el sobre y sacó una nota y tres fotos. Se las quedó mirando con el rostro serio.

En una salían los dos con el uniforme del instituto cogidos de la mano, en otra cargando con ella a caballito sonriendo a cámara y en la última dándose un beso.

Suspiró y leyó la nota.

"Siento haber vuelto a tu vida de golpe. Aunque para mí sea difícil olvidar todo lo que pasamos juntos intentaré de verdad ser amiga tuya. Solo quiero recuperar la amistad que una vez tuvimos.

Senna"

Ichigo frunció más el ceño. Salió enfadado de la habitación con la nota y las fotos y bajó por las escaleras.

—Vuelvo enseguida —le dijo a sus hermanas antes de salir de su casa.

Corrió por las calles para llegar a casa de Senna. Tocó el timbre y esperó hasta que la madre abrió la puerta.

—¡Ichigo! Cuanto tiempo, estás guapísimo.

—Gracias, perdone ¿está Senna?, tengo algo de prisa.

—Sí claro ahora la llamo, pasa.

—No, esperaré aquí mejor.

—De acuerdo, saluda a tu padre y a tus hermanas.

—Lo haré. Salude a su marido —le dijo antes de que la madre entrara dentro. La escuchó llamar a Senna para que bajara.

La pelivioleta salió con una sonrisa y cerró la puerta para que sus padres no escucharan nada.

—Hola Ichigo.

Éste levantó la mano con los papeles.

—¿Esta es tu manera de recuperar una amistad?

—Lo siento, solo quería decirte que para mi sigues siendo importante.

Ichigo se acercó, le entregó sus cosas y la miró a los ojos. Esos ojos que algún tiempo significaron todo pero que ahora no le transmitían nada.

Deseaba decirle que no volviera a insultar a Rukia pero pensaba que si se lo decía empezaría a insultarla, llamándola chivata o otras cosas, y no quería eso.

—¿Por qué has venido hoy al entreno?

—Para verte a ti —le respondió dando un pasito hacia él.

—Pues no quiero que vuelvas a venir —dio unos pasos hacia atrás y así no estar tan cerca.

—¿Te pongo nervioso? —le preguntó coqueta.

Ichigo soltó una carcajada. Nada más lejos de la realidad.

—No quiero que la gente se crea cosas que no son.

Senna puso sus manos en la cintura y cambió el peso de una pierna a otra.

—¿Y ella sí que puede ir?

—Sí, ella sí que puede —le dijo sabiendo perfectamente a quien se estaba refiriendo.

—Tendrías que haberla oído. Que si Ichigo y yo somos muy buenos amigos, que si está muy a gusto conmigo, que si disfrutamos mucho juntos —le contó asqueada—. No me ha gustado nada esa chica, no es de fiar.

Al pelinaranja si que no le estaba gustando ni un ápice que hablara de Rukia. Sin embargo, no pudo evitar sentir felicidad en su interior si todo lo que estaba diciendo Senna era verdad.

—Es que a ti no te tiene que gustar, Senna. Creo que ya te lo dejé claro pero te lo voy a volver a decir. Tú y yo no vamos a volver a estar juntos y por lo que veo tampoco vamos a volver a ser amigos. Así que lo mejor será que tú vayas por tu camino que yo iré por el mío, ¿de acuerdo?

—Y en tu camino esta esa, ¡¿no?! —le exclamó con un rostro enfadado.

Ichigo soltó un bufido.

—A ti no te importa —le dijo empezando a caminar hacia su casa.

La pelivioleta le veía alejarse cada vez más y su cabreo aumentaba en vez de disminuir.

—¡Solo quiere aprovecharse de ti! —le gritó antes de doblara en una esquina.

El ojimiel se volteó y le gritó lo primero que le vino a la cabeza y que ni le dio tiempo a pensar.

—¡Pues espero que no se canse nunca!

.

.

Rukia llegó a su casa después del trabajo en el coche de Renji. Fue directamente a su habitación y allí dejó el bolso, encima de la cama. Por la luz que entraba de la ventana pudo ver uno de los cajones del mueble abierto. Rukia enseguida frunció el ceño.

—Que raro, no recuerdo habérmelo dejado abierto —se dijo a si misma extrañada cerrando el cajón.

Se fue al baño y después de desmaquillarse y asearse se puso el pijama. Volvió a la cama y quitó el bolso de encima, sacando el móvil.

Observó que tenía un mensaje de Ichigo enviado cuando ella estaba trabajando.

"Siento no haber podido ir hoy, tenía que estudiar. Te imaginaré bailando para mí, enana"

Rukia esbozó una sonrisa y le escribió otro mensaje a sabiendas de que no lo iba a leer hasta que se levantara.

"Espero que te cueles en mis sueños y hagas que me levante húmeda "

Soltó una pequeña risa al imaginar la sonrisa que pondrá Ichigo cuando lo lea.

Dejó el móvil en la mesita de noche y se metió en la cama. Se dio cuenta de que la almohada olía al pelinaranja y encantada acercó su nariz, dejando que el sueño la venciera.

 .

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CONTINUARÁ...

¡Hasta aquí! ¿Qué os ha parecido? :)

Primero, preguntar por el lemon, que es lo más importante xDD ayyy estos dos que pervertidos! y anda que los chicos que entraron y se pusieron a mirar por debajo jajaja menos mal que no vieron nada pero no sé yo si se van a quedar calladitos jajajaja

Y Senna llamándola zorra a Rukia, ¿qué se habrá creído? Pero me encanta ponerle ese carácter a Rukia de que no me importa en absoluto lo que digas de mi. Aunque alomejor más adelante cambia xDD sobretodo con eso de que no le importa que Senna quiera recuperar a Ichigo jaja ( Como me gustan los spoilers :P)

Bueno, ya me diréis que os ha parecido el capítulo en general (Kaien, Ukitake...) Espero que os haya gustado :D

¡Abrazos y besos! Nos leemos :)

2 comentarios:

  1. No sé que comentar, siendo que ya había visto estos capítulos :(
    Pero siento feo irme sin comentar nada </3

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¡No olvidéis comentarme! :D