CAPÍTULO 6

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STRIPTEASE

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CAPÍTULO 6

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AMIGOS CON DERECHOS

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Yuzu se levantó, igual que Karin, y bajaron las dos a la cocina para desayunar donde ya estaba su padre. La castaña llevaba el rostro preocupado.

—Ichinii no vino a dormir… ¿y si le ha pasado algo? —preguntó angustiada.

—Es mayor, se habrá quedado a dormir en casa de alguien —respondió la morena.

Isshin se rió.

—Estará en casa de alguna chica. Ese es mi Ichigo —dijo el orgulloso padre asintiendo con la cabeza.

Yuzu empezó a hacer el desayuno.

—Ichinii no tiene novia.

—Habrá ligado como un buen Kurosaki y ahora se estará levantando con una chica al lado.. —puso cara de pervertido— los dos desnudos.

Karin le dio un golpe en la cabeza.

—¡Cállate, no quiero imaginar eso!

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Pasado unas horas, Ichigo abrió los ojos lentamente. Se despertó desorientado al no reconocer el lugar pero cuando giró su cabeza hacia la izquierda y la vio, recordó donde estaba. Había pasado la noche con aquella morena, que dormía a su lado, y estaba en su casa.

Se sentó en el colchón y estiró la espalda y los brazos. Suspiró y volvió a mirar a Rukia. Tenía el pelo revuelto y la manta cubría su desnudez. No podía dejar de mirarla. Era la tentación personificada y más sabiendo que apartando esa manta, la tendría desnuda otra vez enfrente de él.

Aún podía sentir su suave piel en la palma de las manos, su sabor en los labios y su cálida humedad en su miembro.

Se habían acostado y había tenido un sexo estupendo con ella. Intentó recordar si alguna vez en la que se había acostado con alguna chica, había sentido las ganas de hacerlo una y otra y otra y otra vez como le pasaba con Rukia. Pero por mucho que recordase, nunca había sentido eso.

Solo había pasado una noche con esa enana y ya sabía que podría hacerse un adicto al sexo si era con ella. Quería hacerle de todo, oírla gemir de placer y que no acabase todo en cuanto saliera de ese pequeño piso.

El pelinaranja bufó despeinándose con la mano su ya de por si cabello revuelto. Se levantó desnudo y fue hacia el baño, que supuso era el único sitio donde no había estado.

Rukia se movió despertándose de su sueño por el movimiento del colchón. Arqueó la espalda antes de abrir sus ojos violetas y al moverse, la manta dejó de cubrirle los pechos. Pasó sus manos por encima de ellos extrañándose de estar desnuda.

Se sentó tapándose, viendo su ropa y la de un chico tirada por el suelo desperdigada y escuchó el ruido del agua del grifo viniendo del baño.

Como un flash le vino a la cabeza los recuerdos de la noche. Sonrió al recordar que Ichigo y ella se habían acostado y como no se acordaba de más, supuso que luego cayeron rendidos del cansancio.

Ichigo apareció en el umbral de la habitación y se sorprendió de verla despierta.

—Buenos días —le saludó el ojimiel, olvidándose completamente de que iba desnudo.

La morena paseó su mirada rápidamente por aquel atractivo cuerpo mordiéndose el labio inferior. Admiró esas piernas tonificadas y bronceadas, y sobretodo la V de los oblicuos que la dejaban viajar hasta su miembro. Ese chico tenía un cuerpo perfecto.

—Buenos días a ti —le sonrió pícara.

Ichigo se sonrojó al darse cuenta de que estaba sin ropa y se sentó en el filo del colchón para ponerse, por lo menos, el bóxer. La morena se rió por lo bajito pero se calló al verle las pequeñas marcas que ella le había hecho.

—Lo siento, te he marcado la espalda —se disculpó —. Y eso que no tengo las uñas muy largas.

El pelinaranja se dio la vuelta para mirarla con el ceño fruncido al no saber a que marcas se refería hasta que se acordó de que ella le había arañado algunas veces mientras estaba debajo de él.

—No pasa nada, ya se irán. Ni me acordaba que las tenía porque no me duelen.

—Son pequeñas. A ver que las vea —dijo Rukia acercándose a donde estaba él y pasándole los dedos por encima de la piel de la espalda—. No son profundas.

Ichigo apretó los dientes y miró hacia otro lado.

—Tápate, enana.

—¿Qué? —le preguntó y se miró a si misma. Al acercarse, había soltado la manta y se la había quedado enrollada en la cintura dejando la parte de arriba destapada. Alzó una ceja y le miró divertida. Podía notar lo tenso que se había puesto ya que uno de sus pechos casi estaba rozando su brazo—. ¿Por qué te pones así? ¿Qué sentido tiene que me las tape si ya me las ves todas las noches en el bar?

El pelinaranja tragó saliva y las miró por el rabillo del ojo. Tan perfectas y redondas. Notó que se alzaron al curvar ella un poco la espalda, mostrándoselas. Dirigió su mirada al rostro de Rukia y observó que estaba sonriendo de lado juguetona.

Él se preguntó a si mismo porque había mirado hacia otro lado y se recriminó haberle dicho que se tapara, si él lo que quería era verla. Agradeció que esa descarada no le hubiera hecho caso.

Él también esbozó una sonrisa ladeada.

—Te gusta que te las mire, ¿verdad? —le preguntó Ichigo mirándola a los ojos violetas.

La morena se estiró en el colchón de lado lentamente quedando al revés de cómo habían dormido, con los pies en la almohada y apoyando la cabeza en una mano. Sentía la mirada ámbar, que no se perdía ninguno de sus movimientos, calentarle el cuerpo por momentos. Como la ponía que la mirara así.

Tenía hambre y sed pero lo único que quería era continuar con este juego que había empezado por la simple caída de una manta. Si Ichigo quería, ella no iba a poder ningún impedimento a volver a tener sexo con él. Es más, lo estaba deseando desde que le vio desnudo parado en su puerta.

—Me encanta que me las mires —le contestó y se llevó la mano libre hacia uno de sus pechos—. Pero prefiero que me las toques.

Ichigo cogió aire notando su miembro más despierto y se pasó la lengua por sus labios secos. Rukia estaba tumbada de lado, con la cintura y el vientre desnudos, insinuándose.

Se estiró igual que ella, quedando enfrente, cara a cara.

—Antes de que te las toque… —habló el pelinaranja haciendo que los dos se sonrieran por esas palabras— quiero saber una cosa.

Ella dejó de acariciarse y se acercó un poco más a él, mirándole a los labios.

—Dime.

El ojimiel se quedó unos segundos pensativo hasta que le preguntó lo que había rondado por su mente desde que se había despertado.

—Cuando yo salga por la puerta de tu casa, ¿esto se habrá acabado?

Rukia giró el cuerpo apoyando los dos codos y el vientre en el colchón. Sabía a que se refería por que ella había pensado lo mismo. Si una vez que se acostaran ya no querría volver a verla.

—Yo no quiero nada serio, Ichigo. No quiero que confundamos las cosas.

—Yo tampoco quiero algo serio —le dijo el pelinaranja convencido. Ya lo tuvo una vez y no salió muy bien.

Se miraron a los ojos durante un rato en silencio. La morena llevó su mano derecha al torso masculino y paseó suavemente sus dedos.

—Podemos ser amigos —le sugirió.

Ichigo le acarició la espalda curvada, bajando lentamente hasta donde estaba la manta, cubriendo su trasero.

—No creo que pueda ser sólo un amigo tuyo —alzó su mirada para clavarla en sus ojos, que lo miraban expectantes esperando que dijera algo más. Él le iba a dar esa satisfacción—. Te deseo demasiado para eso. ¿Por qué te crees que voy todas las noches al bar? ¿Para ver a esas mujeres bailar? —le preguntó acercándose más a ella sin dejar de mirarla y le habló encima de su hombro—. No… Voy solamente para verte a ti.

Rukia jadeó al notar el cálido aliento en su piel y la mano acariciándole la espalda. Sentía su cuerpo temblar por la cercanía de Ichigo junto a esas palabras susurradas. Le encantaba cuando se dejaba llevar y le decía lo que pensaba sin miedo. Ella no se iba a quedar atrás.

Se dio la vuelta apoyando su espalda en el colchón y con la mano de él ahora encima de su ombligo. Se pasó la lengua por los labios cuando la mirada cálida de él se posaba en sus pechos.

—¿Y vas a volver a ir? Ya me has visto desnuda completamente, no tengo misterios para ti.

Ichigo subió su mano y acogió un seno, apretándolo y moviendo su índice por encima del pezón. Se mordió el labio inferior viendo como la morena cerraba sus ojos disfrutando de la caricia.

—Creo que ahora será mucho más interesante verte bailar —le contestó Ichigo bajando su rostro y dejando pequeños besos en el pecho desatendido. Era imposible tenerla cerca y no tocarla.

Rukia arqueó la espalda y hundió sus dedos en el cabello naranja. La sensaciones que él le producía eran exquisitas. Sintió la punta de su lengua jugando con el pezón, endureciéndolo.

—¿Entonces que seremos? ¿Amantes? —le preguntó la morena acariciando la mano de él que estaba encima de ella, su nuca y el hombro derecho.

El ojimiel se rió y elevó la cabeza.

—Bueno, yo no lo hubiera dicho así —juntó su rostro al de la morena—. Amigos con derechos suena mejor, ¿no crees?

Rukia también se rió pasándole los brazos por el cuello.

—Sí, suena mejor. Pero primero vas a tener que hacerte mi amigo para que te deje esos derechos, fresita —le dijo bromeando viendo como él sonreía de lado.

—Creo que ya me los has dado, enana.

Acercaron sus bocas y juntaron sus labios. Ichigo impaciente metió dentro su lengua, encontrándose y saboreando la de ella.

Sin separarse, Rukia movió sus piernas para quitarse la manta y pasó una alrededor del cuerpo masculino para que cambiaran la postura y ella se quedara encima.

—Ahora vuelvo —le susurró la bailarina cuando se separaron para respirar. Le besó otra vez y se levantó de la cama. Tenía que ir al baño—. Puedes coger lo que quieras de la cocina que seguro tendrás hambre.

El ojimiel siguió su cuerpo desnudo con la mirada hasta que salió de la habitación. Respiró hondo y se sentó en el colchón con una erección dentro de los bóxer. Esbozó una sonrisa pensando que todo era perfecto. Se atraían, estaban solteros y podrían verse cuando quisieran. La deseaba como un loco pero también se lo pasaba bien hablando con ella. Esa enana no era simplemente una cara y un cuerpo bonito.

Miró la hora del despertador y vio que era la una y media de la tarde. Se levantó él también, caminó hacia la cocina y abrió los armarios, buscando, hasta que encontró una caja de galletas. La dejó encima de la mesa y se comió dos. Mientras masticaba fue hacia su chaqueta, que estaba en el sofá donde la dejó por la noche, y sacó su móvil. Vio que tenía un mensaje de Inoue.

"Holaaa! Vamos a quedar el grupo por la tarde, te vienes? A las cinco en el parque :)"

Rukia salió del baño y le vio de pie dándole la espalda. Estuvo tentada a ponerse algo encima ya que iba desnuda, pero esbozando una sonrisa pícara pensó que para qué se iba a tapar. Entró en su habitación y cogió la caja de condones para sacar uno.

Caminó hacia la cocina y se sentó encima de la mesa de madera cruzando las piernas dejando el preservativo en su depilado monte de venus. Se percató de que Ichigo no se había dado cuenta de que estaba ahí ya que iba descalza y no había hecho ningún ruido. Le observaba escribir algo en el móvil.

—¿Ya te vas? —le preguntó Rukia comiendo una galleta.

El pelinaranja se volteó hacia ella sorprendido para enseguida respirar hondo al verla ahí sentada desnuda y con el envoltorio azul metalizado descansando en aquel exquisito lugar. Esa enana quería matarlo, definitivamente.

—No, he quedado con unos amigos por la tarde —le respondió acabando rápidamente el mensaje para Inoue diciéndole que sí que iba a ir y lo lanzó al sofá. Giró la cabeza hacia el lado donde estaba ella y le sonrió—. ¿Qué pasa? ¿Ya me quieres echar?

La bailarina se rió mientras cogía otra galleta y observaba como se acercaba. Antes de que estuviera más cerca, bajó la pierna que estaba arriba y subió la otra, cambiando la postura lenta y provocativamente, sin dejar que el condón cayera.

Le ardía todo su ser por como la estaba mirando esos ojos ámbar llenos de deseo. Rukia se pasó la lengua por los labios emocionada por la erección que crecía debajo de los bóxer.

—En realidad, quiero otra cosa —le susurró la bailarina antes de apoyar sus manos detrás de ella, curvando la espalda y mostrándose a él más si cabía.

Ichigo notaba su miembro duro y apretado en la tela deseando salir. Lo que quería ella era lo mismo que quería él, pero escucharlo de su voz le excitaría más.

—Dímelo —le pidió bajándose el bóxer y dejándolo caer al suelo—. Dime que quieres, Rukia.

La morena se mordió el labio inferior al verle la erección que clamaba por ella. Su entrepierna se humedecía y palpitaba anhelando tenerla en su interior.

—Quiero que me folles en este mesa —le soltó Rukia morbosa, entrecerrando los ojos, observando como Ichigo apretaba la mandíbula. No sabía que le pasaba con ese pelinaranja pero quería calentarlo como nadie lo había hecho, hasta que ardiese.

—Eres una maldita mandona… —las manos masculinas le sujetaron las piernas y las separó, posicionándose en medio. Sin dejar de mirarla a los ojos, recogió el preservativo que había caído en la mesa y le rozó la intimidad con los dedos— y una mal hablada.

—Mmm… ¿Y no te gusta que te hable así?

Ichigo estiró de golpe las piernas para acercar a la morena al filo del mueble y los dos jadearon al rozarse. Se moría por penetrarla y más después de escucharla hablar de esa manera.

—Vas a volverme loco…

Rukia se incorporó y le envolvió el cuello con los brazos para atacar directamente a esa boca que la llevaba al paraíso. La abrió para que él colara dentro su lengua y se apoderase de ella. Cada vez, se maravillaba más de lo bien que besaba Ichigo.

—Eso es… —juntaban sus bocas de nuevo— lo que busco —le agarró el erecto pene y empezó a masturbarlo—. Volverte loco…

Ichigo echó la cabeza hacia atrás gruñendo y jadeando.

—Para Rukia… agh... o me voy a correr.

La morena agarró el condón, lo abrió y lo sacó, para ponérselo ella misma. Cuando acabó, el ojimiel dirigió su miembro a su entrada y la penetró.

—¡Oh, sí! —gimió la bailarina echando el cuerpo hacia atrás. Sin embargo, Ichigo no la dejó ya que la sujetó por la espalda para acercarla y volver a besarla.

Las embestidas empezaron y los gemidos se encerraban en la boca del otro. A medida que aumentaban, la mesa se movía para atrás por los movimientos del pelinaranja. Rukia se aferraba a sus hombros y abría cada vez más las piernas para que llegara más hondo y tocara en aquel punto que la hacía separarse de los labios de Ichigo y gemir.

El pelinaranja cerraba los ojos fuertemente, deleitándose de oír su nombre con la voz de placer de la morena y de la calidez y la humedad de su interior.

—Que… estrecha estás —le dijo Ichigo con una voz ronca tumbándola en la superficie y sujetando el borde de la mesa para poder embestirla más rápido y que no se moviera. Se sentía fuera de si mismo, su cuerpo se movía solo.

—Ahh Ichigo… más, ¡más! —le pidió Rukia curvando su espalda notando como el orgasmo se estaba acercando.

—Ru.. Rukia —gruñó Ichigo sintiendo esas paredes apretarle el miembro.

En un par de embestidas, el clímax les atravesó y los dos sucumbieron al exquisito placer.

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Eran las cinco y cuarto de la tarde y la gente salía a la calle para aprovechar el tiempo y disfrutar de lo que les quedaba de domingo.

Senna y Nozomi se habían encontrado después de tanto tiempo sin verse y se abrazaron como unas locas, contentas y entusiasmadas de volver a estar juntas. Empezaron a caminar mientras charlaban y se contaban todo para ponerse al día.

La pelivioleta no pudo evitar sacar el tema de Ichigo.

—No volverá contigo, hazte a la idea —le dijo Nozomi.

—¿Y por que no? —le preguntó frunciendo el ceño.

—Por que le engañaste con otro, quizá —soltó sarcástica la peliverde.

—Él me dijo antes de que me fuera con mis padres a la capital… que me había perdonado —le recordó Senna.

—Te pilló enrollándote con un chico. Te habrá perdonado pero esas cosas no se olvidan. No volverá a confiar en ti.

—Volveremos a ser amigos ya lo verás. Y se volverá a enamorar de mi —dijo convencida.

—¿Y si tiene novia?

—Tú dices que no le has visto con nadie. Si tuviera a alguien importante estaría con ella todo el rato como estaba conmigo.

—Por que tú ibas a la misma clase que él. Alomejor está con una chica que no va al instituto.

Senna se paró y puso los brazos en jarras.

—Pero bueno, ¿de qué lado estás tú? Ichigo no está con nadie y si lo está, me da igual porque en el momento en el que me vea solo va a pensar en mí.

Nozomi negó con la cabeza. Su amiga, a veces, era demasiado egocéntrica. Dirigió su mirada hacia un grupo que estaban sentados en unos bancos del parque.

—Mira, ahí están sus amigos —le anunció a Senna.

Ésta enseguida miró hacia donde le indicaba su amiga.

—¡Cuánto tiempo! Aunque no están tan cambiados.

—Inoue e Ishida están juntos.

—¿Ah, si? Vaaaaya, me alegro por ellos y sobretodo por apartar a Inoue de Ichigo, por que a veces menuda pesada. Menos mal que ha visto que él no la desea como mujer ni nada de eso.

Nozomi observó a un chico que se acercaba al grupo.

—Ahí está Ichigo.

—¿Dónde? —quiso saber abriendo los ojos deseando verlo. Cuando lo vio, sintió un cosquilleo por todo su cuerpo—. Joder, que guapo está. Está más alto y parece que más fuerte —se mordió el labio sin dejar de recorrerlo con la mirada—. Voy a acercarme a ellos, tengo que verle más de cerca.

—No, no, déjalo para mañana —le sugirió la peliverde agarrándola del brazo, pero Senna se apartó.

—Anda ya, ¡vamos!

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—¡Aleluya! El desaparecido está aquí —le dijo Tatsuki a Ichigo mientras él saludaba con una mano a todos y se sentaba en el respaldo de uno de los bancos—. Te he llamado a casa por la mañana y me ha dicho Karin que no has dormido allí.

Inoue le pasó a Ichigo una lata de coca-cola, que habían comprado en una máquina de refrescos.

—¡¿Has dormido con una chica?! —le preguntó Keigo pensando por qué esas cosas no le pasaban a él.

—He estado con una amiga —respondió Ichigo simplemente, mirando hacia Mizuiro y viendo como éste sonreía por lo bajo. Agradecía que no dijera nada, ya que estaba seguro que su amigo pensaba que había estado con la bailarina. Y estaría en lo cierto.

—Una amiga… ¿a quien quieres engañar, Kurosaki? —cuestionó Ishida.

—¿Es tu novia? —preguntó Inoue.

—No, no es mi novia —dijo el pelinaranja bebiendo.

—Un nuevo rollo —soltó la karateka que comía patatas de una bolsa.

—¿Quien es? ¿La conozco? —siguió el interrogatorio Keigo.

Mizuiro miró hacia un lado y vio a dos chicas que se acercaban. Reconoció a Nozomi y arrugó la frente al observar a la otra.

—¡Oye! —llamó la atención de todos sin dejar de mirarlas—. ¿Esa no es..?

El grupo dirigió la mirada hacia donde miraba Mizuiro y se quedaron sorprendidos. Sobretodo, Ichigo. No se esperaba para nada volver a verla.

—¡Hola chicos, cuánto tiempo! —exclamó Senna al llegar donde estaban ellos como si nunca hubiera pasado nada.

Todos se quedaron en silencio. ¿Qué tenían que decirle después de lo que pasó entre Ichigo y ella? ¿Estamos encantados de volver a verte? El pelinaranja bufó y miró hacia otro lado mientras continuaba bebiendo la coca-cola. A él ni le iba ni le venía que estuviera ahí Senna. Por suerte con el paso del tiempo ya lo había superado y se alegró de que su corazón no sintiera nada especial al verla.

—Hola Nozomi —saludó Tatsuki pasando de la recién llegada.

—Hola —le correspondió deseando irse de allí inmediatamente. Su amiga no era bien recibida en ese grupo y era lo que quería haberle evitado.

—¿Qué haces aquí? ¿De visita? —le preguntó Ishida serio y colocándose las gafas con el dedo índice.

Senna notaba la tensión pero le dio igual, ella seguía sonriendo.

—No, hemos vuelto a Karakura. Mañana seguiré la preparatoria en el instituto.

Nadie dijo nada. Inoue observó a Ichigo, que miraba hacia cualquier lugar que no fuera a la que fue su primer amor. Se sentía muy mal por él y quería que Senna no se volviera a meter en su vida.

—¿Venis a mi casa y jugamos al billar? —sugirió Mizuiro a sus amigos, levantándose del banco.

—Os voy a dar una paliza —dijo Keigo haciendo lo mismo que él.

Los demás los siguieron, despidiéndose sólo de Nozomi. Ichigo se levantó también y empezó a caminar. Senna sin pensárselo le siguió y le paró cogiéndole del brazo. El pelinaranja se dio la vuelta y sin ser brusco, hizo que lo soltara.

—¿Cómo estás Ichigo? —le preguntó deseando oír su voz.

—Bien, como siempre —le respondió serio tirando la lata en una de las papeleras del parque—. ¿Y tú?

Le preguntó más que nada por cortesía, ya que formaba parte de su carácter pero la pelivioleta pensó que lo hacía para entablar una conversación con ella y saber como estaba de verdad.

—Contenta por volver aquí y poder veros a todos de nuevo—le contestó dando un paso hacia él—. Por volver a verte a ti. Te he echado de menos.

Ichigo carraspeó y se alejó de ella.

—Yo a ti no.

—Ichigo yo..

—Senna —la nombró con el rostro serio y el ceño más fruncido que antes—. No volvamos a eso, ¿vale? —observó la cara de pena que ella ponía pero continuó hablando—. Has vuelto y me parece bien, no tenemos que llevarnos mal. Pero no quiero que hablemos sobre eso. Forma parte del pasado y ahí se quedará.

Ella suspiró. Sabía que no lo iba a tener tan fácil.

—Está bien Ichigo, quiero que seamos amigos. Sólo eso —le mintió la joven.

El pelinaranja pensó que serían compañeros de clase, nada más. No volvería a confiar en ella para ser amigos. Se dio media vuelta y empezó a alejarse.

—Adiós —se despidió con la mano alzada.

—¡Hasta mañana Ichigo! —exclamó para que la oyera.

Nozomi, que se había apartado para darles privacidad, se acercó a donde estaba ella.

—¿Qué te ha dicho? —le preguntó.

Senna se puso una mano en la cadera apoyando el peso del cuerpo en una pierna.

—Que no me ha echado de menos, pero yo sé que es mentira —le hizo saber lo que pensaba y la miró a los ojos con convicción—. Me haré su amiga otra vez y se volverá a enamorar de mí, mucho más que antes —dirigió su mirada al camino por donde se había marchado—. Ichigo será mío.

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Rukia entró en un supermercado para comprar algunas cosas que le faltaban. Cogió una cesta de plástico roja y empezó a caminar por los distintos pasillos. Observó a una familia y reconoció al hombre. Le saludó con la cabeza y una sonrisa ladeada, viendo que él miraba hacia otro lado, escuchando como su mujer le preguntaba de que la conocía.

La morena se rió internamente. Otro que venía al bar a espaldas de su esposa.

—Hola Rukia.

Se dio la vuelta para ver quien le había llamado y se alegró de encontrarse con aquel joven con el que había empezado a hablar en la cafetería del hospital.

—Hola Kaien. ¿Cómo estás? ¿Cómo está tu madre? —le preguntó esbozando una sonrisa.

—Mejor —le respondió sonriendo con una mano en el bolsillo y la cesta en la otra—. Los médicos dicen que pronto le darán el alta.

—Me alegro.

—¿Y el señor Ukitake?

Rukia miró hacia abajo y suspiró.

—Igual. Le cambiaron el tratamiento y esperamos que le funcione. Mañana iré a verlo.

Kaien se sintió mal por ella. Se acercó y le puso una mano encima del hombro.

—Ya verás como funcionará —le dijo para tranquilizarla.

La morena alzó la cabeza y le sonrió, dándole las gracias.

—¿Cómo van las clases? —quiso cambiar de tema—. Ibas al instituto karakura ¿verdad?

—Sí —vio como ella asintió y él se separó—. Las clases van bien, tirando. Si te digo la verdad estoy más concentrado en el baloncesto.

Rukia recordó que Ichigo también estaba en el equipo de baloncesto. El mundo era un pañuelo.

—No me acordaba que me contaste que eras el capitán. ¿Vais ganando?

—Sí, esta temporada es muy buena. Será también porque fichamos a un nuevo jugador que ha resultado ser todo un máquina. Le pagamos para que esté con nosotros, pero es muy bueno. Y eso que no suele jugar.

—¿Y quien es ese máquina? —le preguntó Rukia divertida por la situación que se estaba dando.

—Se llama Ichigo. Si quieres, pásate un día a vernos entrenar y te lo presento.

—¿Cuándo entrenáis?

—Lunes, miércoles y jueves por la tarde después de las clases.

La morena sonrió.

—Intentaré pasarme —le dijo antes de empezar a andar—. Bueno, voy a seguir comprando. Hasta luego Kaien.

—Hasta luego Rukia —se despidió viéndola alejarse.

Aprovechó para recorrer con su mirada, el cuerpo de aquella mujer en la que no podía parar de pensar.

Desde que la vio en aquella cafetería había quedado grabada en su cabeza. Con aquel vestido beige que se ceñía a su pequeño cuerpo, esos tacones haciéndole unas piernas increíbles y aquellos preciosos ojos violetas que alteraban a cualquiera.

Él tenía novia y la quería pero en algunas ocasiones, se sorprendía a sí mismo pensando y deseando estar con Rukia.

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Ichigo estaba sentado en una de las mesas del bar Bleach. Bebía de su copa observando el local y a la gente que disfrutaba de la noche, sola o en compañía. A veces, se preguntaba como un chico como él había acabado parando en este lugar. Sabía a ciencia cierta que si no fuese por Rukia no hubiese venido cuatro noches seguidas.

Dirigió su mirada al hombre pelirrojo con tatuajes que le agarró en aquella pelea. Intentó recordar como se llamaba pero no le salía el nombre. Lo único que se acordaba era que empezaba por R como ella.

El volumen de la música fue bajando al igual que las luces. El pelinaranja se colocó bien en su silla, ya que venía el espectáculo que deseaba ver.

Todo el local se quedó a oscuras y de golpe dos focos enfocaron a las dos bailarinas, empezando a escucharse 'Unbelivable' de EMF.

Ichigo sonrió de lado al verla. Iba con un camisón negro translúcido que le llegaba a las caderas, unas medias negras con encaje hasta medio muslo y unos tacones del mismo color. Muy sensual.

Pensó que tenía que decirle que algún día se dejara las medias y los tacones mientras follaban. Respiró hondo al imaginárselo.

You burden me with your questions
You'd have me tell no lies
You're always asking what it's all about
But don't listen to my replies

Rukia balanceaba las caderas de un lado para el otro subiendo los brazos para que a su vez se le subiera el camisón a ritmo de la música. Dando una vuelta mostraba a todos que llevaba tanga.

You say to me I don't talk enough
But when I do I'm a fool
These times I've spent, I've realized
I'm going to shoot through
And leave you

Caminó decidida por la pasarela hasta llegar a la barra. Se agarró a ella dejándola a su espalda y empezó a bajar, poniéndose de rodillas.

The things, you say
Your purple prose just gives you away
The things, you say
You're unbelievable

Se estiró en el suelo y abrió las piernas con gran elasticidad en el momento en el que cambió el ritmo, haciendo tragar duro a más de uno, a cierto pelinaranja incluido. El público gritaba encantado.

You burden me with your problems
By telling me more than mine
I'm always so concerned
With the way you say
You've always go to stop

Cambió de postura, a cuatro patas y gateó doblando la espalda hacia dentro para sacar más el culo. Se incorporó y se bajó una tira del camisón sonriendo coqueta dirigiendo una mirada rápida a Ichigo. Éste sonrió emocionado por las sensaciones que le hacía sentir.

To think of us being one
Is more than I ever know
But this time, I realize
I'm going to shoot through
And leave you

Se puso de pie y agarró el final del camisón subiéndoselo lentamente.

The things, you say
Your purple prose just gives you away
The things, you say
You're unbelievable

Se lo sacó de golpe y lo lanzó hacia atrás, mostrando sus pechos desnudos, tocándolos y apretándolos, excitando a todos los que la observaban.

Seemingly lastless, don't mean
You can ask us
Pushing down the relative
Bringing out your higher self
Think of the fine times
Pushing down the better few
Instead of bringing out the clues
To what the world and everything anger to
Brace yourself with the grace of ease
I know this world ain't what it seems.

Pasó cerca de algunos hombres que le pusieron unos billetes dentro de las medias. Ichigo al verlo arrugó la frente pero al final decidió acercarse. Rukia caminaba por la pasarela bailando y agachándose delante de otros que también querían ponerle dinero a la bailarina que tanto placer les estaba dando verla.

You burden me with your questions
You'd have me tell no lies
You're always asking what it's all about
But don't listen to my replies
You say to me I don't talk enough
But when I do I'm a fool
These times I've spent, I've realized
I'm going to shoot through
And leave you

La morena observó por el rabillo del ojo que Ichigo se había acercado y estaba de pie junto a otros hombres. Sonrió por dentro mientras caminaba hacia allí y se estiraba provocativa en el suelo delante de él boca arriba alzando una de las piernas.

The things, you say
Your purple prose just gives you away
The things you say
Before I love you more

Ichigo no se perdía detalle de su cuerpo, poniéndole el billete que había sacado de su cartera en la media. Aprovechó para rozarle la piel pero muy poco ya que se apartó al igual que ella para seguir el baile.

The things, you say
Your purple prose just gives you away
The things, you say
You're unbelievable

You're so unbelievable

La morena se puso de pie acariciándose con las manos y moviendo la cabeza despeinándose y volviendo loco al público.

You're unbelievable.

Con el sonido de la guitarra eléctrica se agarró a la barra y empezó a dar vueltas aguantando su peso y cambiando de postura.

You're unbelievable.

Acabó la canción echando el cuerpo hacia atrás y curvando la espalda.

Todo el público aplaudió a las dos bailarinas, que se pusieron de pie y agradecieron al público caminando por la pasarela para bajar del escenario. Pronto el ambiente volvió a como estaba antes. Ichigo regresó a su mesa y bebió de un trago lo que le quedaba en la copa ya que siempre se sentía sediento después de verla. Por no hablar del bulto que tenía en sus pantalones.

Se miró el reloj de pulsera en la muñeca izquierda y pensó que ya tendría que irse. La vio salir del vestuario y caminar hacia la barra para tomar algo. Se levantó, dejando pagada la consumición debajo del vaso, donde la mayoría lo dejaba antes de que viniera una camarera a recogerlo y, poniéndose la chaqueta de cuero, se acercó a Rukia.

Ésta dio un trago a su bebida observándole llegar.

—Yo ya me voy —le dijo el pelinaranja cuando estuvo lo suficientemente cerca para que lo escuchara por encima de la música—. Que mañana es lunes, bueno más bien hoy.

Rukia asintió.

—Vale —recordó lo que quería decirle—. Mañana tienes entreno, ¿verdad?

—¿Cómo lo sabes? —le preguntó frunciendo más el ceño ya que siempre iba así. Que él recordara no se lo había dicho.

—Conozco al capitán del equipo —le respondió esbozando una sonrisa ladeada viendo como él la miraba extrañado.

—¿A Kaien? ¿De que lo conoces? —cuestionó sin ni siquiera pensarlo.

—De nada especial. Aunque él no sabe que trabajo aquí, prefiero que sea así.

Ichigo no dijo nada. Aunque muy en el fondo notó que no le hizo nada de gracia que se conocieran. Sacudió la cabeza alejando esos pensamientos.

—¿Vas a venir mañana al entreno?

—¿Quieres que vaya a verte?

—No estaría mal, aunque eso sí, no me pienso quitar la camiseta —le contó ladeando una pequeña sonrisa.

La morena soltó una carcajada.

—Eso ya lo discutiremos —le soltó quedando los dos en silencio mirándose a los ojos con la música de fondo a todo volumen y el ruido de la gente. Observó como la mirada ámbar bajaba y se fijaba en su boca. El calor de esos ojos se transmitía por su cuerpo rápidamente—. ¿Tienes ganas de besarme?

Ichigo se pasó la lengua por sus labios.

—Y de más cosas.

Rukia cogió aire para tranquilizarse y no acercarse a él. Caminó por su lado y antes de alejarse, le pasó la mano por su brazo, rozando la suave tela de la chaqueta.

—Sueña conmigo, fresita.

El pelinaranja la observó andar moviendo sus caderas bajo aquella falda de lentejuelas.

—Como todas las noches…

.

.

Empezaba el primer día de la semana con la rutina de siempre. Entre gritos y golpes como era normal en la casa de los Kurosaki.

Los tres hijos salieron por la puerta para ir al instituto.

—Que vaya bien —les dijo Ichigo a sus hermanas.

—Adiós hermanito —exclamó Yuzu seguido por un movimiento de Karin con el brazo, dándose la vuelta.

El pelinaranja se rió internamente. Karin y él se parecían bastante.

Comenzó a andar subiendo la cartera al hombro, agarrada con la mano y la otra dentro del bolsillo del uniforme. Miró hacia arriba, disfrutando del claro y despejado cielo azul. Le encantaba Karakura y de la tranquilidad que ahí reinaba. Era donde había nacido después de todo.

Sin embargo, tenía muchas ganas de empezar en la facultad de medicina de Tokio, mudarse a la ciudad y emprender otra etapa en su vida.

Volteó en una esquina y se quedó parado al ver quien estaba apoyada en una de las paredes.

Ésta al percatarse de él, se acercó con una sonrisa.

—Buenos días Ichigo —le saludó Senna vestida con el uniforme de las chicas con el pelo violeta recogido con una cinta amarilla.

El ojimiel pasó por su lado para continuar andando. El buen humor que tenía se había esfumado en cuestión de segundos.

—Buenos días, ¿qué haces aquí?

Senna se puso a su lado, siguiéndole el paso.

—Pues ir juntos al instituto como siempre.

Él rechistó.

—¿Y si yo no quiero que vayamos juntos?

—Dijimos que íbamos a ser amigos.

—No, eso lo dijiste tú —le dijo girando la cabeza hacia ella sin dejar de andar—. No creo que pueda volver a ser amigo tuyo por que para eso tendría que confiar en ti, y no lo hago.

La chica miró hacia delante ya que cuando Ichigo se ponía serio no podía mantenerle la mirada durante mucho tiempo.

—Recuerdo que me perdonaste.

—Y te perdoné, pero otra cosa es recuperar la confianza.

—Sé que fue un error, lo admití cuando pasó y te lo admito ahora.

—Os pillé a los dos, como para negarlo —soltó sarcástico.

—¡Lo siento, Ichigo! ¡Siento haberte hecho eso. Fui una estúpida y una imbécil!

Él paró y se volvió hacia ella.

—¡Senna, vale ya! Eso fue hace mucho —le dijo mosqueado pero intentando conciliar y que quedara todo claro. No quería que volviera a remover el pasado—. Lo pasé mal pero ya lo olvidé. Yo ya no pienso en eso y estoy perfectamente bien. No te odio ni nada parecido. Si quieres que volvamos a hablar normal, será así. Nos respetaremos mutuamente y ya está. Como dos compañeros de clase.

Senna escuchó todo lo que le dijo. Se alegró de que no la odiara pero no le gustaba ni un ápice eso de 'compañeros de clase'. No obstante, no se lo hizo saber. Primero tenía que ganarse otra vez su confianza, aunque le costase.

—Vale —empezó a caminar igual que él—. Yo tampoco pienso tanto en ti, no te creas.

—Me alegro —respondió Ichigo sinceramente. Sacó el móvil del bolsillo recordando que con las prisas y por culpa de su padre, no había podido mirarlo.

—He estado con otros chicos después de ti —le contó intentando ver en él algo que le dijera que le fastidiaba que hubiera estado con otros. Pero lo único que vio es que sonreía mirando su móvil. Sintió una rabia contenida en su interior—. ¿Y tú? ¿Has estado con otras chicas?

—Claro —le respondió Ichigo secamente sin abandonar la sonrisa que le había provocado el mensaje de Rukia, enviado a las cinco y media de la mañana, cuando acabó de trabajar.

"Estoy calentita y no hay ninguna fresita conmigo en mi casa que me ayude a quitarme este calor"

Senna frunció el ceño al saber que había estado con otras chicas y que posiblemente a quien le estaba escribiendo ahora era a una de ellas. Cuando llegaron a la entrada del instituto, Ichigo ni siquiera le dijo nada cuando ella se quedó con Nozomi.

El pelinaranja continuó hasta el edificio pasando por el lado de otros alumnos respondiendo a Rukia.

"Espero que si vienes al entreno estés igual de calentita por que yo no quiero bajarte el calor. Quiero ponerte aún peor, enana"

Sonrió antes de darle a enviar. Este rollo con Rukia era lo mejor que había tenido en su vida. Estaba disfrutando de poder sacar una parte de si mismo que no conocía ni él ya que con ninguna se había dejado llevar como lo estaba haciendo con ella.

—¿Qué tal? —le preguntó Nozomi a su amiga, aunque por la cara que llevaba ya sabía que estaba mal.

—Tengo que ganármelo —le respondió con convección—. Y por la sonrisita que ha sacado seguro que estaba hablando con una chica —apretó los dientes enfadada pensando quien sería esa zorra.

—Hoy Ichigo tiene entreno por la tarde —le contó la peliverde caminando hacia el edificio igual que Senna.

—¿Entreno de qué?

—De baloncesto.

—¿Desde cuando hace baloncesto?

—Lo hace para ganar dinero, le pagan por estar con ellos. Lo sé por qué un amigo de mi clase es del equipo también.

Senna alzó las cejas sorprendida ya que no se esperaba para nada que Ichigo jugase al baloncesto. Sin embargo, al pensarlo bien, enseguida esbozó una sonrisa.

—Iré a verle y seguro que se alegrará de verme allí.
.

.

CONTINUARÁ…



* [~~ ¡Hasta aquí! ¿Qué os ha parecido? Ya apareció Senna y ha venido guerrera y dispuesta a recuperar a Ichigo, aunque éste no le ha hecho mucho caso, jódete! xD Será un personaje que he decidido poner yo en la historia pero me cae mal jajaja

¿Qué tal el lemon en la mesa? Lo quería hacer diferente pero como lo van a hacer más veces pues ya iré poniendo cosas nuevas :P Me encanta que se manden mensajes por el móvil jeje Van a ser amigos con derechos, ¿qué pensáis? ¿Aguantarán siendo sólo eso?

¿Qué pensáis de Kaien? Le gusta Rukia... uy uy ya veremos que pasará xD y ya se ha descubierto quien es el del hospital al que va a visitar Rukia, ¡Ukitake! ¿Alguien se lo imaginaba?

La canción de EMF es la que sale en la película del bar coyote (Coyote Ugly), está muy guapa, seguro que muchos la conoceréis :)


Espero que os haya gustado el capítulo y me lo hagáis saber para saber si voy bien con la historia o no jeje 

Nos leemos! Un abrazo! :D




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