CAPÍTULO 5

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STRIPTEASE

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CAPÍTULO 5

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SEXO

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Eran cerca de las cuatro de la mañana y el bar seguía lleno de gente. El público rompió en aplausos cuando acabó una de las muchas actuaciones de las bailarinas. Ichigo, Mizuiro y la pareja de éste también aplaudieron.

Las luces volvían a cambiar al igual que la música y cada uno volvía a lo suyo, bebiendo, riendo y contemplando a las exóticas mujeres bailar.

La pareja de Mizuiro se levantó de la silla y habló antes de alejarse.

—Voy al baño y nos vamos —le dijo al peliazul.

—Vale —le respondió viendo como se alejaba. Esa mujer era más mayor que él, pero siempre le habían gustado así. Cuando ya no pudo verla giró la cabeza hacia Ichigo—. Nosotros nos iremos ahora. ¿Tú te quedas?

El ojimiel lo pensó antes de responder.

—Sí, me quedaré un rato más.

—Te gusta la bailarina ¿verdad? La shinigami.

El pelinaranja rechistó y miró hacia otro lado.

—No te voy a contar nada para que luego lo vayas diciendo por ahí.

—No se lo voy a contar a nadie si me pides que no lo diga —le dijo Mizuiro sinceramente.

—Bah, tampoco es nada del otro mundo —se pasó una mano por el pelo y suspiró—. Sí me gusta… —recordó lo que había pasado entre ellos— y yo a ella. Nos atraemos bastante.

Mizuiro se alegró de que estuviera siendo sincero en esos temas y aprovechó para intentar sacarle más información.

—¿Y hasta donde ha llegado esa atracción?

Ichigo le sonrió de lado.

—No te pienso decir más.

El peliazul bufó. Sería raro que su amigo le contara más cosas.

Su pareja vino y, despidiéndose, se fueron. Ichigo se dejó caer por el respaldo de la silla pensando que él también tendría que irse. No había podido hablar con Rukia o por lo menos poder verla más cerca. Había estado demasiado liada con el grupo de hombres de la despedida de soltero en la parte de arriba, en la zona reservada, y sólo fue capaz de verla cuando bajaba a la barra a por algo de beber.

No podía quitársela de la cabeza y menos después de haberse enrollado con ella y haber estado a punto de algo más.

Una bailarina se acercó a Ichigo y le pasó los brazos por el pecho desde detrás.

—¿Qué hace un chico guapo como tú solo en un sitio como este? —le preguntó. Se separó, Caminó moviendo las caderas seductoramente y subió a una plataforma vacía que estaba cerca de él—. ¿Quieres que baile para ti?

El pelinaranja vio que empezaba a bailar alrededor de la barra y observó que algunos hombres se acercaban donde estaba ella.

Se sentó mejor en la silla y la contempló moverse y rotar con la barra entre las piernas. Se llevó las manos a la espalda y se soltó el sujetador, dejándolo caer al suelo.

Era imposible no sentir nada por esa mujer, que se tocaba sus grandes pechos haciendo sudar a los hombres que la miraban con los ojos bien abiertos y sin pestañear. Habría que ser de piedra para que no le excitara lo que sus ojos ámbar veían.

Sin embargo, su mente también pensaba que estaría mucho mejor que fuese la enana descarada quien estuviera ahí bailando, enfrente de él, tocándose sin pudor.

Que ganas tenía de volver a besarla y tenerla cerca.

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Rukia y Nell estaban retocándose y hablando en el vestuario cuando entró Rangiku.

—Chicas, como habéis venido una hora antes, ya podéis iros —les avisó.

—¡Gracias! —agradecieron contentas las dos a la vez.

Cuando la rubia se fue ajetreada por el trabajo que había siempre en el bar todos los fines de semana, empezaron a quitarse el uniforme para cambiarse por la ropa con la que habían venido.

—Venga, sígueme explicando lo de Ichigo —le pidió Nell quitándose el sujetador de lentejuelas.

—Ya te lo he contado —se rió la morena bajándose la falda.

—Pero yo quiero detalles morbosos.

—No hay detalles de esos. Sólo besos con lengua y tocamientos por encima de la ropa.

La peliverde se puso una camiseta que le transparentaba todo. Pero a ella le daba igual.

—¿Y cómo besa? —le preguntó y sonrió al ver como ella suspiraba.

—Genial, solo de pensarlo me pongo mala —le respondió Rukia mirando a su amiga como estaba atenta a lo que le contaba. Le hizo gracia lo cotilla que era y continuó—. Cuando le toqué, estaba durísimo.

—Mmm, vamos que Ichigo estaba más que preparado para follar contigo.

—Y yo también lo estaba —le confesó la morena subiéndose un pantalón de chándal largo de color azul marino.

—¿Y cómo pudisteis separaros? Por qué yo soy tu y no hay quien me separe de un chico así ni con agua caliente.

—Por que hubiera llegado tarde al trabajo —negó con la cabeza antes de pasarla por el cuello de una camiseta ancha—. Todo por culpa de esos gilipollas de la despedida de soltero.

Nell soltó una carcajada al oírla abrochándose los tejanos.

—Tendrías que haberte visto la cara cuando uno de los chicos ha dicho que fue él el que había hecho la reserva.

Rukia también se rió.

—Le tendría que haber dicho… —alzó las cejas y con una sonrisa fingida y una voz fina continuó— ¿Fuiste tú él de la reserva? Ah, pues muchas gracias por joderme el polvo.

Las dos se rieron mientras guardaban la ropa del trabajo cada una en su bolsa de deporte.

—Pero volviendo al tema de Ichigo —dijo Nell—. Dice mucho de él que se hubiera controlado y no se hubiese tirado encima de ti.

—Ya —asintió Rukia—. A otro le hubiera dado igual. Te la meto dos o tres veces, rapidito y se acabó.

—Sin importarle si tú llegas o no —la peliverde se miró en el espejo y se arregló un poco el cabello con los dedos—. Entonces, ¿vas a quedar con él? Me parece que le he visto antes de entrar al vestuario.

—Sí, le preguntaré ahora.

—¿Quieres que os lleve yo?

Rukia cogió su móvil y la bolsa.

—¿Enserio? Gracias guapa, eres un sol. Le tengo que decir a Renji que salgo antes.

Nell se pasó las tiras de la bolsa por el brazo y salieron las dos del vestuario. Caminaron por el pasillo hasta las cortinas moradas.

—Yo voy a despedirme de unos amigos —le dijo la peliverde cuando estaban fuera —. Nos vemos luego.

—OK —le dijo Rukia escribiendo un mensaje en el móvil

"Acércate a la puerta de los vestuarios"

Se lo mandó a Ichigo y se fue corriendo hacia el lugar donde solía estar Renji.

Su amigo siempre la llevaba a casa en su coche cuando acababan a las cinco para que no tuviera que ir sola por la calle a esas horas. Le tenía que avisar que se iba antes y que la llevaría Nell para que no se preocupara.

El pelirrojo al verla con un pantalón de chándal y una camiseta se sorprendió y se acercó a ella.

—¿Te vas? —le preguntó.

—Sí, como hemos venido una hora antes, nos ha dicho Rangiku que nos podemos ir ya.

—Pero yo no acabo hasta las cinco, no te irás sola caminando, ¿no? —cuestionó preocupado.

—Me lleva Nell hasta mi casa —le respondió Rukia y le dio un abrazo—. Nos vemos mañana.

Renji la levantó un poco del suelo haciendo reír a la morena. La dejó en el suelo y se sonrieron.

—Nos vemos mañana pequeña.

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Ichigo se levantó y fue hacia donde estaban los vestuarios. Cuando llegó a las cortinas moradas, se extrañó de que no hubiera nadie, pero no tardó en ver a Rukia llegar. Inmediatamente hizo una mueca al darse cuenta que no llevaba el uniforme del bar.

—¿Qué haces vestida así?

—Me han dicho que ya me puedo ir —le contestó Rukia y cambió de tema—. Pensé que ya no estarías aquí. Me ha sorprendido verte hasta tan tarde.

—Bueno, como es fin de semana puedo estar más tiempo.

La morena miró para los lados para ver si había algún cliente cerca que pudiera escuchar la conversación. No quería que nadie oyese que estaba invitando a ese chico a pasar la noche con ella.

—Entonces no tienes prisa por volver a casa, ¿no?

Ichigo alzó una ceja imaginándose por donde estaba tirando aquella pregunta.

—Depende de lo que tengas pensado.

Rukia esbozó una sonrisa pícara y dio unos pasitos para estar más cerca de él y así no tener que gritar por la música tan alta que había.

—Tenía pensado… seguir con lo que estábamos haciendo en el sofá y llegar hasta el final.

El ojimiel respiró hondo y miró hacia otro lado pensando que esto no era nada bueno para su salud. Entre las palabras, que prometían una noche de sexo, el olor a jazmín y los ojos violetas, que brillaban con las luces del local, estaba volviéndose loco. Todo en unos pocos segundos.

La morena seguía sonriendo observando a Ichigo y viendo lo tenso que se estaba poniendo. Lo quería en su cama.

Volvió a echar un vistazo alrededor y se alegró de que cada uno fuese a lo suyo para así poder seguir hablando con él, ya que le ponía muchísimo.

—¿Qué me dices, fresita? ¿Quieres estar entre mis piernas? —le preguntó descarada, conteniéndose de pegarse a él y tocarle aunque fuera por encima de la ropa.

Ichigo tragó saliva y conectó su mirada con la de ella. Su corazón se aceleraba y su sangre viajaba hacia un mismo lugar. ¿Qué si quería? Desde el minuto uno envidió a aquella barra metálica por estar en el sitio que él deseaba estar.

—¿Me quieres ahí, enana? —le siguió el juego que les estaba calentando a los dos.

La morena se mordió el labio inferior seductoramente antes de responder.

—Claro que sí… pero esta vez los dos desnudos.

Él suspiró por la respuesta y se metió las manos en los bolsillos para que no se le notara la erección que empezaba a tener. Sin embargo, le gustó que Rukia mirara hacia abajo y se diera cuenta de que la intentaba disimular.

Iba a decirle algo cuando una mujer peliverde se acercó hacia ellos.

—Rukia, ¿nos vamos? —miró al chico que estaba a su lado y lo reconoció por el color de pelo—. ¡Ichigo, encantada de conocerte por fín!

La morena se rió.

—Ichigo te presento a Nell, la arrancar.

—Encantado —iba a darle la mano cuando la bailarina le abrazó efusiva, aplastando sus pechos contra él. Ichigo curvó un poco la espalda para que no notara el bulto en sus pantalones.

—¡Que guapo eres! —exclamó Nell encantada tocándole los hombros y el torso—. ¡Que fuerte estás, madre mía!

El pelinaranja se sonrojaba mientras intentaba apartar las manos de esa mujer que movía las manos por todos los sitios. Rukia solo podía reírse ante el espectáculo de esos dos.

—¡Que no me toques!

—Que culo más prieto.

—¡Alejate de mí!

—Y esta tableta de chocolate…mmm

—¡Vale ya! —la apartó con la cara roja y poniéndose bien la chaqueta y la camiseta que se habían descolocado por el manoseo.

Nell soltó unas carcajadas.

—Lo siento, guapo. Es que Rukia me ha hablado de ti, pero no pensé que serías tan atractivo.

Ichigo carraspeó y miró a la bajita.

—¿Se puede saber que le has contado?

Ésta simplemente le hizo un movimiento con la mano para que no hiciera caso a Nell.

—Bueno chicos, ¿al final que? —preguntó la peliverde.

—No sé, aún no me ha respondido —le dijo la morena mirando a Ichigo—. ¿Te vienes a mi casa? Puedes quedarte a dormir allí si quieres.

El joven bufó, soltando todo el aire que tenía retenido, para luego esbozar una pequeña sonrisa. Menudas, estas dos. Dios las cría y ellas se juntan.

—Claro —le respondió, deseando estar con ella a solas.

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Renji observaba el local y a la gente apoyado en una pared con las manos en los bolsillos. Tenía que estar atento a cualquier problema que pudiera surgir o que pusiera en peligro a las mujeres que ahí trabajaban.

Por el rabillo del ojo, vio que una camarera se acercaba a donde estaba él. Llevaba una copa en la bandeja y se la ofreció con una sonrisa coqueta.

—Hola Renji, he pensado que tendrías sed.

—Muchas gracias guapa —la cogió y le dio un sorbo.

—Pronto van a ser las cinco, ¿quieres venir luego a mi casa? Podríamos pasar un buen rato.

Renji esbozó una sonrisa.

—Lo siento nena, pero hoy estoy muy cansado.

La camarera hizo una mueca disgustada.

—Oh que pena… y yo que me había comprado lencería para que me la vieras y me dieras tu opinión.

—Ya lo hice el otro día, ¿no?

—Esta es nueva —se acercó un poco más a él y le susurró—. Y casi toda transparente.

Renji suspiró y apoyó la cabeza en la pared.

—No me digas esas cosas —la miró a los ojos—. Pero es enserio, en cuanto me siente voy a caer rendido. ¿Otro día dejarás que te contemple con esa lencería transparente?

La mujer se lamió los labios mirando los masculinos. Tenía ganas de pasar otra noche con él pero si estaba cansado no había más remedio que dejarlo.

—Claro, otro día entonces. Me lo apunto —le sonrió y se alejó con la bandeja.

Ikkaku se acercó a Renji cuando ella se fue.

—¿Hoy no vas a hacer el salto del tigre?

—No, estoy muy cansado. Solo quiero dormir.

Su compañero se apoyó en la pared como él sin dejar de observar el bar en todo momento.

—Por lo menos no tienes que llevar a Rukia a casa y puedes irte a la tuya directamente —opinó Ikkaku.

—Si tuviera que llevarla no pasaría nada, yo ni salgo del coche. Además no vive muy lejos de aquí.

—La he visto en el coche de Nell.

—Sí, la ha llevado ella.

—Había un chico en la parte de atrás.

Renji giró la cabeza para mirarle el perfil.

—Algún ligue de Nell —supuso el pelirrojo.

—O de Rukia.

Volvió la vista al frente.

—Puede ser. Aunque Rukia no es de las que suben un tío a su casa la primera noche.

—Alomejor ya lo conocía.

—Nos solemos contar ese tipo de cosas y que yo recuerde no me ha dicho nada de ningún rollo o de algún chico que le guste.

—¿Ella sabe lo tuyo con algunas mujeres?

—Claro que lo sabe —le contestó y le volvió a mirar—. Ikkaku —le llamó para que se girara hacia él. Cuando lo hizo, le habló—. Rukia y yo somos amigos, nada más.

—Bueno, a ti antes te gustaba —le recordó.

—Tú lo has dicho, antes. Ahora no hay nada de eso.

Ikkaku levantó las manos.

—Vale, vale, a mi no me importa, pero si Rukia aparece con alguien cuando celebre mi cumpleaños, no quiero caras largas, ¿entendido?

—Joder, yo no pongo caras largas —le dijo frunciendo el ceño—. Si Rukia va con alguien pues muy bien, es su vida, que haga lo que quiera.

Ikkaku solamente asintió con la cabeza haciendo que se formara un pequeño silencio entre ellos, que enseguida se rompió cuando Renji volvió a hablar.

—Bueno al final, ¿que harás en tu cumpleaños? ¿Lo harás el nueve u otro día?

—Lo haré el viernes. Os invitaré a vosotros y a algunos amigos a mi casa, tranquilitos, con la piscina climatizada, el jacuzzi… Tengo habitaciones de sobra así que quien quiera, puede quedarse a dormir, no hay problema.

—Los que puedan claro. Porque tú te has pedido el día libre pero los que trabajamos aquí tenemos que venir a currar.

—Bueno, pues luego volvéis y se acabó. Estaremos de fiesta aún seguro.

Renji soltó unas carcajadas.

—Conociéndote, seguro que estarás más borracho que cualquiera.

—Será lo bueno de estar en mi casa, que podré ponerme hasta arriba de todo.

Los dos se rieron hasta que Gin pasó por el lado carraspeando, recordándolos con ese simple gesto que tenían que estar vigilando, y se callaron inmediatamente. Se sonrieron y se alejaron para continuar con su trabajo.

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Nell los dejó en el edificio donde vivía Rukia y se despidió de ellos. La morena abrió el portal y subieron las escaleras hasta la segunda planta.

Al llegar a la puerta de su piso, Rukia iba a meter la llave en la cerradura cuando sintió como Ichigo se pegaba detrás de ella.

—Creo que te está gustando mucho esta postura Ichiguito —le susurró cerrando lo ojos y dejando que la sujetara por la cintura.

Él se estaba asombrando de la confianza que tenía con Rukia ya que su cuerpo se movía solo.

—Me encanta como te aprietas contra mi… —le habló en el oído y subió las manos hasta sus pechos para tocárselos, notando el sujetador debajo de la camiseta— y dejas que te toque.

Rukia jadeó restregando su trasero contra la erección de Ichigo, agradeciendo la tela del pantalón de chándal que la dejaba sentirlo mejor. En esos momentos sería capaz de hacerlo allí mismo, en el pasillo que a esas horas estaba completamente vacío y oscuro.

Pero lo mejor sería entrar. Echó la cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos.

—Dentro voy a dejar que me toques todo el cuerpo —le susurró.

Ichigo gruñó por lo bajo.

—Abre la puerta —le ordenó separándose un poco, haciendo que la morena se riera.

—¿Quién es el mandón ahora?

Abrió la puerta y pasaron los dos adentro. Ichigo se quitó la chaqueta viendo como ella cerraba y dejaba la bolsa en el suelo. Se miraron a los ojos y él se sacó la camiseta antes de acercarse donde ella estaba.

—Ven aquí… —le dijo Ichigo cogiéndole el final de su camiseta y elevándola para quitársela.

Rukia, cuando le quitó la prenda, le pasó los brazos por el cuello y él la alzó juntando sus labios y enredando sus lenguas.

La morena hundió sus dedos en el cabello naranja mientras sentía las manos de Ichigo apretarle las nalgas. Le mordió el labio inferior para separarse un poco y poder hablar.

—Vamos a la cama —le dijo llevando su rostro al cuello bronceado para lamerlo.

Ichigo caminó con ella dirigiéndose a la habitación por donde había visto salir y entrar a la bailarina por la tarde. Al llegar al cuarto solo iluminado por la luz que entraba por la ventana, la dejó estirada encima del colchón y él se quedó de pie para bajarle el pantalón por los tobillos.

—Espero satisfacerte, shinigami —habló el ojimiel contemplando las piernas que finalmente quedaron descubiertas.

—Mmm… yo también lo espero —le hizo saber acariciándole con un pie los abdominales.

Se desabrochó el cinturón al igual que el botón del pantalón y se bajó la cremallera sin dejar de mirarla en todo momento. Se quitó los zapatos y dejó la prenda en el suelo junto al pantalón de ella.

Rukia se mordió el labio inferior observando lo que Ichigo iba mostrando al quitarse la ropa. Estaba buenísimo y más que deseable con el bulto tapado ahora sólo con el bóxer oscuro.

—Retiro lo de Ichiguito, fresita.

Se subió de rodillas al colchón sonriendo halagado y complacido de que ella abriera las piernas para él. Los dos gimieron cuando sus partes sensibles se tocaron y volvieron a besarse.

La bailarina le envolvió las caderas con las piernas para apretarlo más y jadeó al empezar Ichigo un vaivén contra su húmeda entrepierna.

Rukia curvó un poco la espalda y se llevó las manos al enganche del sujetador.

—¿Quieres tocármelas… sin esto estorbando?

Ichigo tragó saliva y dirigió la mirada a sus pechos.

—Me muero de ganas…

La morena se lo quitó y lo tiró al suelo, dejando que Ichigo la mirara y acercara una mano hasta ellas al estar aguantando su peso con el otro brazo.

El pelinaranja se mojó los labios sintiendo pinchazos en su miembro al tenerlas tan cerca, desnudas, después de haberlas visto de lejos. Ahora podría tocarlas y pasarles la lengua cuanto quisiera.

Acogió uno con su mano y le apretó con los dedos un hinchado pezón haciéndola gemir sonoramente. acercó su rostro y le pasó la lengua, lamiéndoselo y estirándolo con los dientes sin hacerle daño.

—Ah..Ichi..go —le sujetó la cabeza para que continuara y siguiera haciéndolo, ahora con el otro pecho.

Al notar como el pelinaranja balanceaba más rápido sus caderas, Rukia llevó sus manos hacia su trasero y las metió por debajo del bóxer para apretárselo.

Ichigo jadeó y levantó la cabeza para mirarla con una sonrisa pícara.

—Que yo sepa… no te he dejado que me toques el culo —le recordó la conversación que tuvieran en el baño del bar.

Rukia sonrió igual.

—Estoy en todo mi derecho de hacerlo.

Él bajó la cabeza para lamerle el cuello mientras viajaba la mano libre por su vientre plano. Quería tocarla en el único sitio que aún no conocía. Pasó la mano por encima de la braguita y notó lo húmeda que estaba.

Todo su ser se emocionó al saber que estaba así por él.

—Oh, Rukia…

La morena le agarró el brazo y lo guió para que metiera la mano por dentro.

—Tócame, Ichigo —le pidió sintiendo como un dedo se colaba en su interior con mucha facilidad—. ¡Mmmm!

Éste respiraba por la boca sin perder detalle del rostro contraído por el placer de la morena e hizo lo mismo con otro dedo. Empezando a entrar y a salir lentamente.

Rukia no paraba de gemir hasta que Ichigo no pudo aguantarlo más y se apartó lo suficiente para quitarse el bóxer y acabar de desnudarla a ella.

La morena se giró hacia un lado y abrió uno de las cajones de la mesita de noche sintiendo su interior palpitar.

—Aquí… hay condones.

—Yo he traído —haciendo el movimiento de levantarse para coger su pantalón que descansaba en el suelo.

—Da igual —sacó uno de la caja y se sentó como pudo para ponérselo.

Ichigo se quedó de rodillas en el colchón mirando como ella le ponía el preservativo, acariciándole de paso su erecto miembro. Rukia deseó llevárselo a la boca pero pensó que ya lo haría en otra ocasión. Elevó sus ojos violetas, le pasó los brazos por el cuello y se echó hacia atrás con él encima.

Se besaron apasionadamente mientras la penetraba. Los dos gimieron de placer. Una por sentirlo llenándola en su interior y él por las paredes que lo acogieron y lo apretaron.

El deseo que les recorría era inmenso y enseguida empezaron a moverse. Ichigo sabía que no aguantaría mucho por haberse estado reteniendo todo el tiempo pero deseaba hacerla llegar al orgasmo antes que él.

Con el pulgar buscó su clítoris y lo acarició, viendo como Rukia se retorcía debajo de su cuerpo. Le pareció preciosa con esa boquita abierta y mechones del cabello oscuro pegados al rostro por el sudor.

Esa mujer era lo más erótico que había visto en toda su corta vida.

Sus caderas se acompasaban aumentando la velocidad y la intensidad de las embestidas. La habitación se llenaba de gemidos y gruñidos entrecortados mientras seguían follando sin parar.

—¿Te… gusta… Rukia? —le preguntó Ichigo deseando oír de su voz lo que estaba viendo con sus ojos.

—Sí… ¡no pares!…

La morena se sujetó a su ancha espalda y le arañó con las uñas sin querer para poder soportar las corrientes que cruzaban por su cuerpo. Quería que eso durara para siempre.

El pelinaranja se incorporó y la levantó del trasero haciendo que la penetración fuese más honda. Apretó los dientes cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, deleitándose de ese calor que lo abrazaba y lo engullía sin piedad. Eso sí que era el paraíso.

Rukia quería levantarse y ponerse encima de él, pero estaba tan cansada y el placer en esa postura era tan grande que lo único que quería hacer era gemir y dejar que el orgasmo se acercara rápidamente.

Solo faltaron unas cuantas embestidas más para que el clímax la atravesara por completo, haciendo que Ichigo llegara también al sentir como sus paredes se estrechaban al contraerse.

Los dos gimieron satisfechos al sentirlo y el pelinaranja salió de ella y se dejó caer a su lado en la cama al no poder seguir sosteniendo su propio peso.

Respiraban agitados por la boca y con los ojos cerrados intentando que sus corazones se calmaran y dejaran de latir tan rápido, sintiendo aún pequeños espasmos del dulce orgasmo.

Cuando pudo moverse, Ichigo se quitó el condón y después de hacerle un nudo, lo tiró en una pequeña papelera que había visto en una esquina.

Se volvió a estirar en el colchón agotado, tapando a los dos con la manta que estaba a sus pies, y observó que Rukia se había quedado dormida. Pronto sus cansados párpados se cerraron, durmiéndose junto a ella.

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A primera hora de la mañana, unos camiones de mudanza se pararon en una casa en el mismo vecindario donde vivía Ichigo.

Los trabajadores empezaron a sacar los muebles y los iban metiendo en la vivienda, dejándolos donde los dueños les iban indicando.

—Eso dejarlo allí, en esa habitación —le dijo una mujer.

—Hogar, dulce hogar —suspiró el marido sentándose en uno de los sillones.

—¡Mamá, papá, voy a salir a dar una vuelta! —exclamó una chica con el pelo violeta desde la puerta.

—¡Vale Senna!

Ésta salió esbozando una sonrisa de oreja a oreja. Estaba muy contenta por volver a estar en su casa y en Karakura. Respiró hondo el aire fresco que había en ese barrio, nada comparado al aire de la capital.

Saludó alegremente a una anciana que estaba cuidando de sus flores.

—Hola señora!

—¡Senna! ¿Qué haces aquí?

—Nos hemos vuelto a mudar y volvemos a vivir en nuestra casa. Doy gracias a mis padres que no la vendieran.

—Que bien, luego me pasaré para saludarlos —le dijo la mujer y cortó una flor de su jardín—. Toma, para ti.

Senna la cogió.

—Muchas gracias —le agradeció y después de despedirse, continuó caminando.

Olió la flor y sonrió al recordar como Ichigo y ella solían pasear por estas calles.

FLASHBACK

Un chico y una chica de quince años paseaban cogidos de la mano después de las clases. Era primavera y hacía un día estupendo.

—Pronto será nuestro aniversario, podríamos hacer algo especial —sugirió Senna entrelazando sus dedos con los de su novio.

—¿Cómo que? —le preguntó Ichigo.

— No sé, quizá podría decirle a mis padres que se fueran a pasar la noche fuera y podríamos cenar en mi casa los dos solos.

—No creo que a tus padres les haga gracia eso.

—¡Que va! Les caes muy bien. Yo lo intentaré y si no nos dejan pues… quedamos por la tarde y tomamos algo —apoyó la cabeza en el hombro de Ichigo—. Mientras me des mi regalito, seré feliz. Yo ya tengo el tuyo.

El pelinaranja se rió.

—¿Ya lo tienes? Pero si falta una sema… —no pudo acabar de hablar ya que Senna de repente se puso delante de él parándole el paso y envolviéndole el cuello con sus brazos—. ¿Qué pasa?

—Te quiero Ichigo. ¿Y tú a mi?

El joven miró hacia otro lado sonrojado. Aún no se acostumbraba a eso.

—Ya lo sabes.

Senna infló las mejillas.

—Dímelo, nunca me lo dices.

El ojimiel suspiró resignado y la miró a los ojos. Ella lo observaba esperanzada y por mucho que no fuese propio de él decir esas cosas, en ese momento quiso hacerlo.

—Yo también te quiero Senna.

La chica sonrió feliz y acercaron sus rostros para besarse.

FIN FLASHBACK

Sus pasos la llevaron a la casa de Ichigo. Tuvo la tentación de picar para poder verle pero pensó que aún estaría durmiendo.

—Pronto te veré Ichigo —susurró Senna—. Y pienso recuperarte.

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CONTINUARÁ…


~~~~*[ ¡Hasta aquí! jejeje ¿Qué os ha parecido? Se han podido desahogar a gusto después de tanta tensión entre ellos xDD Espero que me haya salido bien, quería que diera la sensación de que estaban teniendo sexo y nada más, ya que no hay amor entre estos dos para que haya romanticismos jeje (aún) xDD

Ha vuelto a salir Senna y viene con intenciones de recuperar a Ichigo, ¿qué pasará cuando la vea? ¿Él la recuerda? ¿Volverá con ella?

¿Qué pasará en el próximo capítulo con Ichigo y Rukia después de haber pasado la noche juntos? Yo os lo diré... esto ha sido sólo el principio jiji

Un comentario sube un +1 la inspiración ^^

Un abrazo!

¡Hasta el siguiente capítulo!

3 comentarios:

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