CAPÍTULO 11

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STRIPTEASE

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CAPÍTULO 11

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TE DESEO

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Rukia se despertó después de haber dormido las horas que necesitaba. Estiró el cuerpo notándolo descansado aunque los músculos algo agarrotados, pero nada que una ducha caliente no pudiese aliviar. Esa ducha era algo más que necesaria cuando se tocó la piel y la notó pegajosa por el líquido del champán que se vertió encima en su baile en Bleach. En su último baile.

La morena se sentó en el colchón recordando lo que pasó por la noche en el bar. Byakuya finalmente había aparecido, de la forma en la que ella no había pensado que aparecería, y acabó ordenando que la despidieran inmediatamente.

Suspiró llevándose las manos a la cara cuando de golpe abrió los ojos recordando que Ichigo la había traído en su espalda hacia aquí y ella le había pedido que se quedara. Estaba casi dormida pero se acordaba perfectamente de ese momento en el que no pudo evitar que esas palabras salieran de su boca.

Dirigió sus ojos violetas por la habitación para encontrar algo que le indicara que Ichigo se quedó con ella toda la noche o que aún seguía en su piso. Sin embargo, por mucho que prestase atención por si escuchaba algo que viniera de algún lugar de su pequeña vivienda, no escuchó nada. Lo único que la rodeaba era el silencio solo roto por el ruido de la calle al mediodía que se filtraba por las ventanas.

Pedirle que se quedara con ella había sido demasiado después de haberle dicho que terminaran la relacion que mantenían. No tenía derecho para pensar que se quedaría con ella toda la noche solo porque se lo había pedido.

Se levantó sintiendo el frío en sus piernas desnudas y salió de la habitación. Observó que en la mesa de la cocina había una nota. Rukia se acercó y la leyó.

'Buenos días o buenas tardes, no sé a que hora te levantarás. Me voy porque tengo que estudiar. Espero que estés mejor, si necesitas cualquier cosa llámame.'

'Ichigo'

Rukia suspiró sentándose en una de las sillas. Su corazón se emocionaba al ver como se preocupaba por ella y al saber que habia dormido a su lado, pero mentiría si dijese que lo que no quería era verle al despertar.

—Soy una egoísta…

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Ichigo estaba sentado en su escritorio estudiando. Llevaba toda la mañana leyendo sin parar para que la imagen de Rukia no apareciese en su cabeza como ya venía siendo habitual. Aún parecía que podía oler el aroma a jazmín que desprendía.

—Tío ¿qué te está pasando? —pensó—. Es solo una chica, nada más. Deja de pensar en ella ya y céntrate.

Intentó leer detenidamente las palabras que aparecían en el libro cuando volvió a aparecer Rukia. Apretó la mandíbula cabreado y lanzó una libreta contra el armario.

—¡Joder! —exclamó dando un golpe con el puño a su escritorio.

La puerta de su habitación se abrió y se asomó Yuzu.

—¿Pasa algo hermanito?

Ichigo se agarró el puente de la nariz intentando calmarse.

—Os he dicho millones de veces que piquéis a la puerta antes de entrar.

—Lo siento —dijo Yuzu—. Es que como he oído un golpe.

—Es sólo que me cabrea que no me salga un ejercicio —mintió.

—Llevas desde que has venido por la mañana temprano aquí metido estudiando. ¿Por qué no sales y te despejas? En la plaza del centro han puesto una pequeña feria. Papá, Karin y yo vamos a ir después de comer. Vente con nosotros.

—No me apetece —dijo recogiendo la libreta del suelo—. Ir y pasarlo bien.

Yuzu se acercó al escritorio con cara apenada.

—Ichi-nii, hace mucho que no vamos juntos a hacer algo desde… —agachó la cabeza— el aniversario de la muerte de mamá. Casi nunca salimos los cuatro.

Ichigo la miró y suspiró. No le gustaba ver a su hermana pequeña triste.

—Vale, iré con vosotros. Además tienes razón, me vendrá bien despejarme un poco.

—¡Bien! —exclamó Yuzu contenta de poder ir con su hermano—. Voy a ir preparando la comida.

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"Hagamos un trato."

"¿Qué trato?"

"Me ofrezco a pagar la factura del hospital todos los meses si empiezas a estudiar lo que tú quieras en la universidad de Tokio. Aprobaste los exámenes de ingreso así que no habría problema. Yo te pagaría el piso o el apartamento allí en la ciudad."

"¿Desde cuando eres tan generoso?"

"Le prometí a tu hermana que siempre cuidaría de ti. Hace tiempo que no cumplo esa promesa y no puedo seguir permitiéndomelo. ¿Con que cara podría mirarla a los ojos? Dudo que me perdonase todos estos meses en los que te he dejado sola. Piénsatelo, Rukia. Es un trato sincero."

Rukia agachó la cabeza al volver a recordar lo que su hermano le había dicho. Estaba sentada en la sala de espera de radiología, donde habían traído a Ukitake para hacerle unas pruebas. Desde que se había sentado ahí no habia parado de darle vueltas al trato que le había ofrecido Byakuya. Si era un trato sincero era uno demasiado bueno que no podría rechazar.

La verdad es que no encontraría un trabajo tan rápido como para poder pagar la cuota del hospital el mes que viene y si lo encontrase el sueldo no sería tan bueno como bailando en Bleach y tampoco llegaría. Eso sin contar el alquiler de su piso.

Escuchó los pasos de alguien acercándose y elevó el rostro para ver como su amigo Renji se acercaba a ella. Rukia se levantó y se abrazaron.

—Hola pequeña —la estrechó fuerte entre sus brazos—. ¿Cómo estás?

—Todo lo bien que puedo estar —le respondió Rukia separándose y guiándole para que se sentara a su lado.

—Así que al final te han despedido —dijo Renji—. Cuando me lo has contado por el móvil no me lo he creído pero luego recordé lo que me contaste de tu hermano en el coche. ¿Ese hombre que vino es Byakuya Kuchiki?

—El mismo. No me imaginé que aparecería así, pensé que vendría y simplemente hablaría con Gin pero no que montase lo que montó ahí en medio del bar.

—¿Te dijo algo más aparte de dejarte sin trabajo?

—Mmm… no, no —titubeó Rukia pensando que lo mejor era no decirle nada de lo de Tokio de momento—. No me dijo nada más.

Renji no la creyó pero prefirió no preguntar. Siempre era así con Rukia.

—He estado muy preocupado por ti. Cuando fui a buscarte al vestuario ya te habías ido, menos mal que Nell me dijo que vio a Ichigo salir detrás de ti si no no hubiese podido seguir trabajando. Ella también estaba muy preocupada.

La morena pensó en la peliverde. La había llamado antes de llegar al hospital al ver la cantidad de mensajes que le había enviado preguntándole que había ocurrido, que Gin y Rangiku no le contaban nada. Rukia tuvo que decirle a Nell que le sabía mal pero que ella tampoco podía decirle nada y que esperaba que siguieran en contacto. Ojalá se le ocurriera una buena mentira con respecto a quien era ese hombre que las interrumpió en el baile. La respuesta de su amiga le hizo sonreir. 'Por supuesto shinigami'.

—Lo siento mucho Renji, por irme así sin decir nada pero necesitaba salir de allí.

—Te entiendo, seguramente yo hubiera hecho lo mismo.

—Ichigo estuvo conmigo todo el tiempo así que no estuve sola.

—Eso fue lo que me alivió, saber que estabas con él —dijo Renji observando como ella asentía levemente con la cabeza—. ¿Qué vas a hacer ahora?

—No lo sé. Buscar otro trabajo supongo.

Renji apoyó la espalda en la silla y miró hacia el frente.

—Sé que algo te ronda por la mente y no me lo quieres contar, te conozco lo suficiente para saberlo.

El sonido del móvil del pelirrojo sonó haciendo que dejara de hablar. Sacó el teléfono del bolsillo derecho del pantalón y miró la pantalla.

—Disculpa, ahora vengo —le dijo a Rukia antes de levantarse y alejarse de la sala de espera.

La morena respiró hondo viendo como Renji desaparecía de su vista. En la oferta de Byakuya había algunos inconvenientes. No podría visitar a Ukitake casi todos los días como hacía ahora y no podría ver a su mejor amigo todo lo que ella quisiera.

La puerta de radiología se abrió indicando que la camilla con Ukitake iba a salir. Ella se levantó de la silla para ir a su lado cuando saliera y así acompañarle hasta su habitación cogiéndole de la mano.

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Ichigo caminaba junto a su familia por la plaza donde habían colocado puestos con distintos juegos. La gente iba de un lado para el otro llenando todo el lugar y divirtiéndose en ese sábado que si bien por la mañana había estado nublado, ahora el cielo estaba despejado con la luz del sol atenuándose a medida que pasaba el tiempo.

—Tomar chicas —dijo Isshin entregándoles algodones de azúcar a sus hijas—. Si tú quieres Ichigo, cómpratelo tú. Que para eso trabajas —bromeó.

—No estoy trabajando para comprarse eso, además no quiero.

—Puedes tomar un poco del mío —le ofreció Yuzu.

Ichigo sonrió y agarró el trozo del algodón que le entregaba su hermana.

—Gracias.

—Eres un tacaño Ichi —dijo Karin mientras comía del suyo.

—No soy un tacaño, es sólo que no me quiero comprar uno tan grande cómo el vuestro.

—Pero si este es el pequeño.

—¿Ah si? Pues parece el grande —alargó una mano al algodón que llevaba la morena—. Dame un poco del tuyo.

—¿Qué? ¡Ni hablar, este es mío! —exclamó Karin caminando hacia delante a paso rápido siguiendo a su melliza y a su padre.

Ichigo soltó una carcajada y la siguió metiendo las manos en los bolsillos. Antes de llegar al puesto de disparar donde su padre estaba empezando a formarla con sus gritos de que él era el hombre con mejor puntería vio a Senna caminando con su familia.

La verdad es que se arrepentía un poco de haberle soltado aquello. Él no era de los que disfrutaban haciendo daño a la gente con palabras hirientes pero en ese momento, cuando le dijo todo eso de Rukia, no le hizo ni puñetera gracia y no pudo contenerse.

Ichigo se llevó una mano a la nuca y caminó hacia el puesto de disparar. Otra vez aparecía la enana en sus pensamientos. Era imposible, no podía estar más de una hora sin pensar en ella. ¿Estaría bien después de lo de anoche? ¿Qué es lo que pasó realmente? ¿Por qué le dijo que se quedara con ella? ¿Para no estar sola o por que quería que fuese él quien estuviese a su lado? ¿Le hubiera pedido lo mismo a otro chico?

Sacó su movil del bolsillo para ver si tenía algún mensaje de Rukia. Ninguno.

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Senna caminaba detrás de sus padres sin mucho ánimo. No había podido alegrarse con nada después de la última conversación con Ichigo y había decidido salir porque sus padres habían insistido en que fueran con ellos, pero era como si fueran solos y ella no estuviera allí.

—Papá, mamá, yo me voy a ir.

—¿Qué te pasa cariño? —preguntó la madre—. Estás muy rara.

—¿Ha pasado algo en el instituto que no nos quieres contar? —dijo el padre.

—No ha pasado nada, es solo que no me divierte nada de esto. Estaré en casa.

Senna se alejó de allí sin esperar a oír nada de sus progénitores. Caminó haciéndose hueco entre la gente y salió de la plaza. Continuó andando hasta que vio al capitán del equipo de baloncesto con una chica que ella no había visto nunca. Recordó que después de que Ichigo entrara en su casa, Nozomi la llamó contándole que el otro día éste se había pegado con Kaien en el pasillo pero que no sabía la razón.

—¿Qué lleva a dos amigos a pegarse? —pensó acercándose un poco a donde estaban esos dos.

No le hizo falta esconderse porque Kaien y esa chica estaban metidos en una discusión. Desde ahí no podía escucharlos bien pero se oía que alzaban la voz y podía ver que hacían aspavientos con los brazos mientras hablaban.

De pronto, la chica agarró el bolso que descansaba en el banco y se marchó casi corriendo. Senna llevada por un impulso llena de curiosidad se acercó al capitán. Cuando estuvo más cerca Kaien la vio.

—¿Llevas mucho tiempo ahí?

—Pasaba por aquí.

Kaien se sentó en el banco y escondió el rostro en las manos esperando que la pelivioleta se fuera y le dejara solo. Sin embargo, la sintió sentarse a su lado.

—¿Quién era esa chica? —preguntó Senna como si fueran amigos de toda la vida.

Kaien podía haberle dicho que no era de su incumbencia y que se largara por donde había venido pero no tenía ganas de seguir discutiendo.

—Mi novia, bueno… ahora mi ex.

—¿Qué ha pasado?

El joven se enderezó y apoyó la espalda en el respaldo.

—Se ha enterado de algunas cosas —le respondió guardándose decir que ya sabía que iba a pasar. Pelearse en medio del pasillo y gritar no era la mejor forma de hacer que su novia no se enterara de que le gustaba otra mujer—. Es lo que tiene ser gilipollas, que haces gilipolleces. Me merecía que me dejara.

—Lo siento —dijo Senna sin sentirlo de verdad. Ese chico ni le iba ni le venía.

Kaien la miró de reojo.

—Tú eres la ex de Ichigo, ¿verdad?

Senna se volteó hacia él enseguida.

—¿Cómo lo sabes? ¿Te ha hablado de mi?

—Ichigo le dijo a un compañero que eras su ex y que le daba igual que intentara ligar contigo —la chica bajó la mirada al escucharlo y Kaien pudo leer su expresión—. ¿Aún sientes algo por él?

—Sí.

El moreno arrugó la frente.

—¿Qué tiene Ichigo que no tenga yo? Y no me refiero para contigo, ya me entiendes. En general.

—Te entiendo. No te conozco para poder responderte a eso —dijo Senna—. Pero Ichigo hace que te sientas… no sé como decirlo… especial. No le merece esa zorra con la que está ahora.

Kaien frunció el ceño en un segundo y la apuntó con el dedo.

—Cuidadito con llamarla así porque sé perfectamente a quien te estás refiriendo.

Senna bufó.

—¿A ti también te gusta esa Rukia?

—¿A quien no le gusta esa mujer?

La pelivioleta hizo una mueca y rodó los ojos sin entender nada. A su parecer esa bailarina de striptease no valía nada, era bajita y con poco pecho. Tenía unos ojos muy bonitos eso lo reconocía pero nada más. Podía haberle hecho exactamente la misma pregunta a Kaien. ¿Qué tenia esa que no tenía ella?

—Entonces no te gustará que esté con Ichigo, ¿no?

—Ya me da igual.

Senna con esa respuesta ató cabos rápidamente en su cabeza.

—Así que antes no te daba igual. La pelea en el pasillo que tuvisteis Ichigo y tú fue por Rukia y por eso tu novia te ha dejado.

Kaien apretó los dientes y miró hacia otro lado.

—¿Por qué no te largas a tu casita?

—Porque creo que podemos llegar a ser grandes amigos —respondió Senna esbozando una pequeña sonrisa al tener varias ideas.

El moreno la miró extrañado.

—¿Qué coño estás diciendo?

—Yo quiero recuperar a Ichigo y me estorba Rukia. A ti te gusta Rukia y te estorba Ichigo. Blanco y en botella.

Kaien se quedó en silencio pensando en lo que ella acababa de decir. Preguntándose si sería buena idea fiarse de esa chica de la que no sabía nada, ni siquiera sabía su nombre, Ichigo nunca la había mencionado. Algo le decía que no se metiera en lo que supuestamente estaría planeando y se alejara de ella, pero otra parte de él ya estaba pensando en la idea de poder estar con Rukia o que ella le viera como algo más que un simple chico de instituto que había conocido en el hospital.

—¿Qué estás planeando?

—Aún no sé que podemos hacer pero ya se me ocurrirá como separarlos. Para empezar tengo el número del móvil de Rukia, dame el de Ichigo, tú lo tienes que tener.

Kaien abrió los ojos sorprendido.

—¿Cómo has conseguido el número de Rukia? —le preguntó sorprendido e interesado sacando el móvil del bolsillo de la chaqueta.

—Una larga historia —dijo Senna intercambiando los números y dándose los suyos propios—. Creo que lo que podemos hacer es que desconfien el uno del otro. Si puedes hablar con ella ves soltándole cosas de que Ichigo está con otras chicas y seguro que no le hará nada de gracia. Por mucho que me viniera de chulita el otro día a ninguna mujer le gusta eso.

—Lo mismo puedes hacer tú con Ichigo.

Senna negó con la cabeza.

—De mí no se fiará. Tengo que encontrar otro método.

Kaien se quedó pensando que puede que después del beso que le dio, Rukia no querrá saber nada de él. No habían hablado desde entonces. La voz de la joven interrumpió sus pensamientos que se iban al recuerdo de los suaves labios de la morena.

—Por cierto, me llamo Senna —se presentó acercándole su mano derecha.

—Yo Kaien —le dijo estrechando esa mano con la suya.
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—¿No iba a hacer el cumpleaños el viernes? —preguntó Rukia sentada en el asiento del copiloto.

—Sí, lo iba a hacer el viernes, pero Ikkaku le ha pedido a Gin que le cambie la fiesta para el domingo y lo celebrará mañana —respondió Renji mientras conducía.

—¿A que hora es?

—Ha contratado un cátering así que comeremos y cenaremos allí. Con que vayamos a las doce o a la una ya va bien. Y otra cosa, nos ha dicho que podemos invitar cada uno a una persona —le contó—. Menuda la que se va a liar en su casa, vamos a ser muchisimos. Está loco.

—¿Tú a quien vas a llevar?

—Yo no creo que lleve a nadie porque la camarera con la que tengo un rollo ya la ha invitado él así que… ¿Y tú? ¿Vas a invitar a Ichigo?

Rukia miró por la ventanilla observando que ya llegaban a su calle.

—Se lo diré a ver si quiere —le mintió ya que no sabía cuando iba a hablar con él o si sería adecuado invitarle así sin más como si no hubiera pasado nada.

Renji paró el coche en doble fila delante de su edificio y esperó a que ella saliera.

—Bueno, yo te paso a buscar ¿vale?

—Vale, hasta luego —se despidió cerrando la puerta y hablándole por la ventanilla—. Que vaya bien el trabajo.

—Gracias pequeña, hasta mañana.

Rukia le sonrió y caminó hacia su portal, pero cuando se dispuso a sacar las llaves para abrir se detuvo. No le apetecía entrar y quedarse allí encerrada. Siempre había sido muy independiente y le gustaba vivir sola y pasar el rato leyendo o viendo una película, sin embargo ahora las paredes de aquel piso se le echaban encima. Solo habían hecho falta unas horas desde que se levantó al mediodía, se arregló y comió antes de irse al hospital, para cerciorarse de que no se sentía a gusto ahí dentro.

No sabía si era por el hecho de estar sola o porque sus problemas no hacían más que crecer a diferencia de aquel piso que cada vez le parecía más pequeño.

Suspiró y empezó a caminar por la calle sin ningún rumbo fijo. Oía mucho ruido proveniente por donde caía la plaza principal y fue para allí. Mientras caminaba sacó el movil del bolso para ver si tenía algún mensaje pero no tenía ninguno.

Ya no le sorprendía darse cuenta de que quería ver a Ichigo. Desde que se había levantado llevaba deseando verle aparecer de la nada, como en las típicas películas románticas en las que el protagonista aparecía sorprendiendo a la chica con un ramo de flores y una preciosa sonrisa en el rostro. No obstante, la relación que ellos mantenían o que mantuvieron no era para nada romántica y no se imaginaba a Ichigo con un ramo de flores en la mano.

Pero si que lo imaginaba con esa sonrisa que él tenía. Con esa imagen en la cabeza comenzó a escribirle un mensaje.

"Hola Ichigo, quieres que quedemos o estás estudiando? Entenderé si no quieres"

Se lo envió y suspiró pensando que Ichigo no le habia respondido ni le había comentado nada sobre el mensaje que le mandó después de que ella decidiera terminar con esa relación sexual.

—Me encanta que me beses… ¿Cómo se me ocurre mandarle eso? —pensó.

El pitido del móvil sonó. Era la respuesta de Ichigo.

"Estoy en la plaza principal del centro donde han puesto una feria, te espero enfrente de la tienda de ropa de niños que hay en una esquina, sabes cual es?"

Rukia le escribió alegrándose de que él quisiera verla.

"Sí, estoy cerca. Llego en un momento"

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Ichigo leyó el mensaje de Rukia y se dirigió a su familia.

—Me voy que he quedado con una amiga, estaré por aquí, no tardaré ¿vale Yuzu? —dijo Ichigo.

—¿Una amiga? —preguntó Isshin entrecerrando los ojos y mirándole suspicaz—. ¿Quién es? ¿La conozco?

—No, no la conoces —respondió Ichigo dándose la vuelta y alejándose.

—¡Preséntanosla hermanito! —exclamó Yuzu.

El pelinaranja levantó la mano de espaldas en señal de que la había escuchado. Caminaba entre la gente notando que el corazón latía un poco más rápido que antes, como si antes estuviese dormido y le hubiesen despertado de golpe con un jarro de agua fría.

Rukia quería verle. Eso era un gran paso. Pero, ¿un paso hacia donde? ¿Hacia como estaban antes de que ocurriera lo de los estúpidos celos o a ser simplemente amigos? Para él eso sería imposible.

Llegó a la tienda y tuvo que esperar muy poco cuando la vio caminar hacia él. Sus ojos violetas le miraron a lo lejos y se mantuvieron unidos todo el tiempo. La gente en aquella calle que se cruzaba entre ellos desaparecía de su visión y la distancia cada vez se hizo mas pequeña hasta que Rukia llegó a su lado. Cerca pero a la vez lejos.

—Hola —le saludó la morena sin dejar de mirarle.

Estaba guapísimo. Ichigo siempre lo estaba.

—Hola, ¿cómo estás?

—Bien, por lo menos ya no estoy cansada —le respondió esbozando una pequeña sonrisa—. Gracias por quedarte conmigo y también por llevarme en tu espalda hasta mi piso.

Ichigo sonrió de lado.

—No me lo tienes que agradecer.

—Claro que sí.

—Cuidado —dijo el pelinaranja poniéndole una mano en el brazo para apartarla y que dejara pasar a una pareja con un carrito de bebé.

—¿Quieres que vayamos a un sitio más tranquilo? —preguntó Rukia.

—Sí, mejor.

Empezaron a caminar uno al lado del otro pero sin tocarse ni rozarse, cada uno con las manos metidas en sus bolsillos.

—Debes pensar que soy una egoísta. Te digo que dejemos lo que teníamos y luego te pido que te quedes conmigo por la noche.

—Tú no me obligaste. Me podría haber ido perfectamente o haber dormido en el sofá.

—¿Y por qué te quedaste?

—Porque quise quedarme y no dejarte sola —le respondió Ichigo sin dudar.

Se hizo un silencio entre ellos mientras seguían caminando. Llegaron a un parque donde sin decir nada fueron hacia un banco y se sentaron. Desde ahí podían ver algunos puestos de la feria y la gente que se divertía.

—Me despidieron —dijo Rukia mirando hacia el frente—. Por eso salí antes de mi hora.

Ichigo giró la cabeza hacia ella sorprendiéndose de que se lo contara.

—¿Es por ese hombre que vino?

—Si. No preguntes más, por favor.

Ichigo resopló negando con la cabeza y volviendo la mirada al frente. Las palabras salieron de su boca antes de poder retenerlas.

—Yo tampoco soy de los que cuentan sus cosas a los demás o es que simplemente no quiero que se preocupen por mí —dijo Ichigo sabiendo que Rukia le observaba—. Siempre he pensado que las personas que preguntan queriendo meterse donde no les llaman solo por el hecho de enterarse de todo son unos simples cotillas con el único fin de saciar su curiosidad. Y no me gustan nada ese tipo de personas. Pero ahora me encuentro en una situación en la que quiero saber todo de ti y en la que te haría una pregunta tras otra, y otra y otra… —suspiró—. ¿Eso me convertiría en uno de esos cotillas?

Rukia le contemplaba su perfil admirando la sinceridad de la que siempre hacía gala ese chico de diecisiete años. 'Lo quiero saber todo de ti'. Bonita frase que seguramente se repetiría millones de veces en su cabeza.

—Es sólo que no quiero remover el pasado —dijo Rukia—. Me costó bastante salir de ahí y prefiero olvidarlo. Aunque es difícil.

—¿Y por qué me estás contando esto ahora? —le preguntó alzando un poco la voz y conectando su mirada con la de ella.

—No lo sé —le respondió enseguida perdiéndose en esos ojos—. Solo quiero que sepas que si no te cuento lo que me pasa no es porque no confíe en ti.

—¿Confías en mí?

—Por supuesto. ¿Crees que si no confiara en ti te pediría que te quedaras conmigo o te dejaría que me quitaras el pantalón estando yo casi dormida?

Ichigo se calló mientras seguía mirándola. Si por la noche ya le había costado aguantar las ganas que tenía de besarla, cuando la abrazó en la calle o cuando la tenía tan cerca durmiendo, en ese momento, con la luz de la tarde reflejada en esos ojos violetas y brillantes, le estaba costando horrores no acercarse a esos labios y volver a recordar el sabor que tenían.

Rukia apreciaba el movimiento de la mirada de Ichigo de sus ojos a su boca. Sus nervios se alteraban sabiendo que Ichigo quería besarla. Notó que el pelinaranja acercó un poco el rostro abriendo levemente sus labios con las mismas intenciones que tenía ella al imitar su movimiento. Sin embargo, cuando Ichigo se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer, se paró y se echó hacia adelante apoyando los codos en las rodillas resoplando. El corazón de cada uno retumbaba en sus oídos.

—¿Y que vas a hacer ahora con respecto al trabajo? —le preguntó Ichigo para cambiar de tema.

Rukia tragó saliva y se mojó los labios antes de responder. Ichigo no la iba a besar por muchas ganas que tuvieran los dos. En otras circunstancias ella misma le agarraría el rostro y le besaría pero ahora se sentía perdida.

—Pues buscar otro —susurró la morena.

—Si me entero de alguna oferta te lo diré. En el tablón del instituto a veces ponen empleos.

—¡Ichi-nii! —gritó Yuzu acercándose por el parque con un gran oso de peluche—. Mira que me ha conseguido papá.

—Menudo oso —dijo Ichigo levántandose del banco y agradeciendo que hubiesen llegado y cortaran el ambiente tan tenso que se había formado entre ellos.

—Si es que soy el mejor, os lo he dicho muchas veces —alardeó Isshin riendo pero cuando vio a la chica morena que se levantaba y se quedaba al lado de su hijo abrió la boca sorprendido—. ¿Quién es esta belleza?

Ichigo carraspeó antes de hablar.

—Es Rukia, una amiga —se dirigió a ella—. Este es mi padre Isshin y ellas son mis hermanas, Karin y Yuzu.

—Encantada —dijo Rukia inclinándose educadamente con una sonrisa.

Karin hizo lo mismo al igual que Yuzu pero Isshin se acercó y la envolvió con los brazos levantándola del suelo. Rukia abrió los ojos sorprendida sin esperarse ese gesto y sin saber como separarse sin ofenderle ya que, al fin y al cabo, era el padre de Ichigo y ella quería caerle bien.

—Los Kurosaki nos saludamos con un abrazo, sobretodo con las chicas guapas.

Ichigo enseguida los separó, despegando los brazos de su padre del cuerpo de Rukia y le apartó.

—Eso lo harás tú, ninguno de nosotros saluda así —le dijo frunciendo más el ceño observando que Rukia no parecía estar enfadada.

—Yo nunca saludo así a ningún chico guapo —dijo Karin.

Isshin la apuntó con un dedo.

—Y que no me entere yo que lo haces.

—Entonces el único que hace eso eres tú —apuntó Yuzu.

—Sí porque soy el cabeza de familia y el más divertido y atractivo de todos —se volvió a acercar a la ex bailarina y le pasó un brazo por los hombros—. Ya me irás conociendo Rukia-chan.

—¡Que la sueltes! —exclamó Ichigo volviendo a quitarle el brazo de encima—. ¿No ves que la estás agobiando?

Rukia alzó una ceja al escucharle. Si el que parecía estar agobiado era él no ella.

—Vaya, vaya… como la defiendes a tu "amiga" —Isshin hizo unas comillas con los dedos cuando pronunció la última palabra.

—Pues sí, es una amiga y cállate ya.

—¡Te faltan muchos años para hacerme callar, chavalín! —le agarró del brazo y se lo empezó a tirar hacia atrás.

—¡Ahh! Pero serás —se soltó y le tiró al suelo colocándose encima—. ¡Por lo menos no soy ningún anciano como tú!

—¿Anciano yo? ¿Tú me has visto bien? ¡Estoy mejor que tú!

Rukia estaba paralizada mirando todo lo que había empezado a ocurrir delante de ella. Arrugó la frente al ver como padre e hijo se peleaban en medio de la calle.

—No te preocupes, siempre están igual —dijo Karin.

—Pero se van a hacer daño.

—Es su manera de demostrarse que se quieren —puntualizó Yuzu abrazando encantada a su oso.

—O también porque papá es el ser más cansino en toda la faz de la tierra —continuó Karin.

Rukia volvió a mirarlos. Vaya dos.

—Rukia-chan, ¿quieres venir a cenar a casa? Voy a hacer sushi —dijo Yuzu.

El padre se soltó de Ichigo como si nada y se acercó corriendo a las tres chicas cuando escuchó a su hija.

—Muy buena idea Yuzu. Te invitamos a casa. ¿Qué nos dices?

Rukia dirigió la mirada a Ichigo que se acercaba caminando a ellos pero por mucho que intentaba verle el rostro, él miraba hacia otro lado sacudiéndose la ropa.

—No sé, yo… os lo agradezco pero no quiero molestar.

—¿Qué ibas a molestar mujer? No se hable más, te vienes con nosotros. ¿Tú que dices, Ichigo?

El joven compartió una breve mirada con Rukia, sin entender que no rechazara la invitación, y empezó a caminar por la calle en dirección a su casa.

—¿Por qué no? Yuzu cocina muy bien.

Los otros tres miembros de la familia la miraron esperando que ella dijera algo.

—De acuerdo —dijo Rukia.

Isshin le sonrió y siguió a su primogénito al igual que Karin. Yuzu entrelazó un brazo con el de Rukia y tiró de ella encantada de tener a otro comensal en la mesa. La mayor le sonreía con cortesía pero no estaba prestando mucha atención a lo que le estaba contando la pequeña Kurosaki. Solo podía prestársela a la espalda de Ichigo caminando enfrente de ella.

Sabía que no tenía que haber aceptado la invitación, seguramente Ichigo no deseaba pasar tanto rato con ella, la tensión que habia entre los dos era demasiado palpable como para poder obviarla. Sin embargo, ahora mismo, no había otro sitio en el que quisiera estar que no fuera con él aunque ni ella misma supiera el motivo.

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Un hombre que vestía una chaqueta de piel negra apretó un botón de su móvil y se lo colocó en la oreja izquierda esperando que la persona de la otra línia descolgara el teléfono.

—Dime.

—Llevo todo el día vigilando a la señorita Kuchiki y ahora la estoy siguiendo.

—Ese es tu trabajo. ¿Me llamas para eso?

—No, señor. Lo que ocurre es que no está sola. Camina con Ichigo Kurosaki y con la familia de éste.

—… ¿Va con la familia? ¿Hacia donde se dirigen?

—No lo sé exacto pero por la dirección que estan tomando parece que vayan a la casa de los Kurosaki.

—No me gustan nada esas confianzas.

—¿Qué quiere que haga, señor?

—Sigue vigilando en la calle y fotografía todo. A ver si puedes hacer fotos de lo que pase en el interior por alguna ventana. Quiero información.

—Entendido, señor.

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Las horas pasaron y Rukia decidió que era momento de irse de esa acogedora casa. La cena había ido muy bien salvo que tuvo que mentir e inventarse algunas cosas, como por ejemplo que había estado trabajando de camarera en vez de bailarina. Le hizo gracia poder apreciar una pequeña sonrisa ladeada en el rostro de Ichigo cuando su padre había puesto música después de cenar y ella soltó que no sabía bailar y que le daba vergüenza.

Isshin empezó a bailar con su hija Yuzu; y Karin, Ichigo y ella conversaron sentados en la mesa con los platos del postre vacíos. Más bien eran sólo ellas dos las que hablaban, Ichigo sólo movió su vaso con sus pensamientos lejos de donde estaban. Mientras Rukia hablaba y se reía con Karin notó la mirada ámbar puesta en ella en todo momento. Intentó centrarse en la conversación pero Ichigo se lo puso muy difícil. Lo único que su cuerpo le pidió a gritos fue que se girara hacia él y que sin importar los que estuviesen presentes le pidiera descarada que le enseñara el techo de su habitación.

Pero ahí siguió ella, hablando con Karin, sin conocer el cuarto donde dormía Ichigo, sin saber si el colchón de su cama era blandito o duro y con esos ojos que la calentaban con o sin intención.

Ichigo se apenó de que una parte de él se alegrara de que Rukia decidiera irse ya que no podía continuar estar más tiempo cerca de ella.

Después de comer estuvo tentado a decir que se iba a estudiar y así encerrarse en su habitación, pero no podía hacerlo estando ella ahí, en su casa, donde pensó que no entraría jamás. Mientras hablaba con su hermana Karin, él no pudo quitarle la mirada de encima. Seguramente ella lo notó pero si lo hizo no dio ninguna señal de que le molestara y él se aprovechó para contemplarla aunque lo había estado haciendo durante toda la cena. Incluso cenando tuvo que reprimir el movimiento involuntario que iba a hacer su brazo para quitarle un grano de arroz que se le había quedado en la comisura. A pesar de que fue peor ver como Rukia sacaba la lengua y se lo quitaba ella misma. Ese simple gesto envió una corriente directamente a su miembro.

Esas eran las razones de que se alegrara de que decidiera irse ya que le estaban entrando ganas de enseñarle su cuarto y echar el pestillo.

—Muchas gracias por la cena. Ha sido un placer conoceros —dijo Rukia parada en la puerta después de ponerse los zapatos.

—Vuelve cuando quieras, Rukia chan —habló Isshin.

—Espero que nos veamos pronto —continuó Yuzu.

—La próxima vez podemos ver un partido juntas —opinó Karin.

—Eso estaría bien —sonrió Rukia.

Ichigo abrió la puerta con la chaqueta puesta para acompañarla a su casa. La noche se había adueñado del cielo. Observó que Rukia se inclinó educada y se despidió con la mano igual que su familia.

Salieron del patio delantero y empezaron a caminar.

—Tu familia es encantadora.

—Menos mi padre, ¿verdad?

—Tu padre también.

—Eso es porqué solo has estado unas horas con él, si llegas a estar un día entero ya no dirías lo mismo.

Los dos se rieron aliviando un poco la tensión que se formaba entre ellos.

—Karin se parece mucho a ti.

—Sí, tenemos un carácter parecido. Yuzu ha salido más a nuestra madre.

—Tuvo que ser una mujer estupenda y muy guapa por cierto. En el póster que tenéis en el salón parece una modelo.

—Era una mujer y una madre fantástica —dijo Ichigo con orgullo en su voz.

—Me ha encantado conocerlos. Había olvidado como era sentarse a cenar en familia —sonrió tristemente. El joven la miró sintiendo como esa tristeza la envolvía pero él no sabía que decir—. Siento si te he incomodado con mi presencia.

—Para nada, Rukia. Estoy de acuerdo con mi padre, puedes volver cuando quieras.

La morena levantó el rostro para mirarle a los ojos y pudo ver que no mentía antes de que Ichigo regresara la vista al frente. Mientras seguían caminando y llegaban al parque donde habían estado sentados, le vino a la cabeza lo del cumpleaños de Ikkaku. ¿Debería preguntárselo ahora?

—¿Cómo va el instituto? —preguntó Rukia desechando la idea de sacar el tema.

—Bien. El miércoles tengo un examen importante y me he pasado toda la mañana estudiando.

—¿A que hora te has ido de mi piso?

—Serían las ocho o por ahí.

—¿Y por que te has marchado tan temprano? —le preguntó Rukia arrugando la frente.

—Me desperté y ya no podía volver a dormirme —respondió Ichigo.

La verdad es que eso era lo que había ocurrido. Le costó dormirse al principio pero se sorprendió al darse cuenta de lo bien que había dormido con Rukia entre sus brazos. Pero cuando se despertó y la vio a su lado completamente dormida con el cabello revuelto y la boca levemente abierta, la respiración se le entrecortó y ya no pudo cerrar los ojos y continuar durmiendo. Tuvo que irse de allí.

Cruzaron la plaza en la que aún seguían algunos puestos y bastante gente seguía divirtiéndose en la noche del sábado. Caminaron en silencio por la calle cubriéndose del frío que hacía hasta que llegaron al portal de su bloque.

—Gracias por acompañarme.

Ichigo asintió con la cabeza y se quedaron mirando a los ojos.

—Buenas noches Rukia —le dijo antes de darse la vuelta y empezar a andar.

La morena le observó y decidió que era el momento de preguntarle una de las cosas que quería saber.

—¿Leíste el mensaje que te envíe? —le preguntó alzando la voz y viendo como él se paraba sin girarse—. Como no me respondiste…

Ichigo miró hacia el suelo respirando hondo y se volteó.

—Sí que lo leí pero no sabia que decirte —le respondió acercándose a ella para que las personas que pasaban por la calle no se enteraran—. Y tampoco sé si es cierto todo lo que me escribiste.

—¿Por qué iba a mentirte?

—Es que no te entiendo Rukia. Me dices que acabemos esto y luego me mandas ese mensaje y me pones que te encanta que te bese. No soy un niñato con el que puedas jugar.

—No estoy jugando contigo y nunca te he considerado un niñato. Si fuera así jamás nos hubieramos acostado —le dijo Rukia—. Te lo envié porque quise ser sincera como tú y que supieras lo que siento de verdad. Cuando me contaste que te habías pegado con Kaien al enterarte de que nos habíamos besado siendo mentira, me asusté. Tenía miedo de que nuestra relación de solo sexo fuera a más.

Ichigo dio otro paso hacia ella aproximándose cuando Rukia bajó el tono de voz al pasar dos ancianas por delante de ellos.

—Ya te pedí perdón por ponerme celoso, si quieres te lo vuelvo a pedir.

—No, no quiero que te vuelvas a disculpar por eso.

—Entonces te repito, ¿por qué me estás contando esto ahora? ¿Ya no tienes miedo de que vayamos a más?

—Claro que tengo miedo de que vayamos a más.

—¿Quieres que continuemos como antes, siendo amigos con derechos? —le preguntó Ichigo susurrándole y mirándola a los ojos que ahora brillaban por las luces de las farolas.

La cabeza de Rukia volvía a recordar las palabras de su hermano, sin ser invitadas aparecían para removerle todo y no saber que responder a una simple pregunta cuya respuesta la tenía en la punta de la lengua. Sí.

"Hagamos un trato."

"¿Qué trato?"

"Me ofrezco a pagar la factura del hospital..."

¿Cómo iba a decirle a Ichigo que sí quería que volvieran a como estaban antes sino sabía si se iba a quedar en Karakura?

Ichigo frunció más el ceño al ver que Rukia negaba con la cabeza repetidamente y sacaba las llaves del bolso para abrir la puerta. ¿Se iba a ir sin responderle?

—Buenas noches Ichigo —se despidió, entró dentro y rápida empezó a subir las escaleras pero la voz del pelinaranja, que la había seguido cerrando tras de si la puerta, la detuvo como había hecho ella antes con él.

—¿Qué quieres Rukia? Dímelo de una vez y deja de dar vueltas porque no quiero continuar así. No puedo estar normal contigo, no puedo estar ni una puñetera hora sin pensar en ti. Este día ha sido una completa tortura para mí al estar tan cerca y saber que no puedo volver a besarte —dijo Ichigo sintiendo todo su cuerpo alterado. Respiró hondo antes de continuar observando como la espalda de Rukia se tensaba. Quería terminar con este tira y afloja porque ya no podía más—. Así que vuelve a ser sincera otra vez por favor y dime que quieres de mí. Si sigues pensando que lo mejor es que lo dejemos dímelo y me iré. No puedo hacer como si entre tú y yo no hubiera pasado nada y ser un simple amigo tuyo deseándote como te deseo.

Rukia cerró los ojos fuertemente apoyando un hombro en una de las paredes de la estrecha escalera sintiendo la mirada cálida de Ichigo en su espalda. Su mente le repetía sin cansarse que ahí lo importante no era lo que quería sino lo que debía hacer.

"Me ofrezco a pagar la factura del hospital…"

En eso debería pensar y no en Ichigo.

Escuchó sus pasos y la puerta del portal abrirse y abrió los ojos violetas dándose la vuelta de golpe, agarrándose en la pared para no caerse.

—Ichigo —le llamó Rukia con el corazón latiendo violento en su pecho. Observó que el joven se dio la vuelta cerrando la puerta, esperando lo que tuviera que decirle—. Quiero que me beses. Quiero que me abraces y te vuelvas a quedar conmigo esta noche.

No podía decirle que se quedara todas las noches porque no sabía cuando tiempo iba a estar ahí pero ganas no le faltaron. Sobretodo después de escuchar todas las cosas que le había dicho Ichigo. Este chico conseguía alterar a cualquiera con sus palabras y sino lo hacía con cualquiera a ella sí.

Ichigo se mojó los labios secos decepcionándose un poco con las últimas dos palabras.

—¿Sólo esta noche?

Rukia miró hacia otro lado y siguió subiendo las escaleras sabiendo que Ichigo la seguiría. Entró en su piso y se quitó el bolso y la chaqueta tirándolos al sofá. Fue hasta la ventana, por donde entraba la poca luz de la calle que dejaba pasar la cortina, sin llegar a abrirla y que inundara toda la oscura estancia del frío viento cuando escuchó que Ichigo entraba y cerraba la puerta. Luego se quedó parado.

—¿Tanto me deseas? —le preguntó Rukia en un susurro notando como sus piernas temblaban anticipándose a lo que iba a ocurrir entre ellos. ¿Cuánto tiempo llevaba sin sentir a Ichigo?

—Como nunca he deseado a nadie, no estaría aquí si no fuera así —le respondió Ichigo quitándose la chaqueta y tirándola encima de la de ella. Se sentó en el sofá notando como empezaba a excitarse. ¿Cuánto tiempo llevaba sin sentir a Rukia?

La morena arrugó un poco la frente sin girarse.

—¿Y por qué yo? ¿Por qué no te fijaste en Nell?

—¿Te gustaría que me hubiera fijado en ella? ¿Quieres que vaya al bar para verla bailar? —le preguntó Ichigo mirando hacia donde estaba la oscura cocina sin dejar sus ojos en ningún punto en concreto—. O quizá podría ir y fijarme en otra bailarina, la verdad es que hay chicas muy guapas con cuerpos estupendos que podrían llegar a gustarme —escuchó los pasos de Rukia acercarse—. Alomejor tengo suerte y yo también les gusto.

Rukia se paró delante de él

—No.

Ichigo levantó el rostro y la miró.

—No ¿qué?

—No quiero que vayas al bar ni que te fijes en otra mujer —dijo Rukia seria.

El pelinaranja respiró el suave aroma a jazmín y apoyó la frente en su abdomen.

—¿Por qué? —le preguntó levantándole la blusa para poder besarle la piel. Sintió como Rukia hundía sus dedos en su cabello naranja y le apretaba sin fuerza solo para que supiera que le estaba gustando.

—Porque has dicho que me deseabas a mi… —le respondió cerrando los ojos con el vello de su cuerpo erizado por las caricias de esos labios— y porque yo también te deseo.

Ichigo se separó y se levantó del sofá mientras le quitaba la blusa y empezaba a desabrocharle el sujetador. Ella se dejaba mordiendose el labio inferior emocionada.

—¿Ya no recuerdas lo que te dije la mañana después de acostarnos por primera vez? —lanzó el sujetador al suelo y pudo apreciar la silueta de sus pechos con la luz que entraba por la ventana. Él mismo se sacó su jersey por la cabeza y también lo tiró por ahí.

—¿Qué me dijiste? —le preguntó Rukia acariciando sus abdominales y el torso, percibiendo como sus terminaciones nerviosas terminaban en su entrepierna humedeciéndola.

Ichigo le sujetó las mejillas con las manos y le levantó el rostro para que lo mirara.

—Que iba al bar sólo para verte a ti. No tendría sentido ir allí si no estás tú.

Se acercaron el uno al otro hasta que ninguna distancia separó sus labios. Se fundieron enseguida en un beso indecoroso y desenfrenado, enredando sus lenguas y moviendo sus bocas. Se separaban lo mínimo para respirar y volvían a besarse como si llevaran años sin hacerlo.

Ichigo la alzó y Rukia envolvió su cintura con las piernas, apretando sus torsos al abrazarlo por los hombros. Ichigo se sentó en el sofá con ella encima sentada a horcajadas y separaron sus bocas para volver a respirar.

—Como te he echado de menos, enana —le dijo Ichigo dejándole besos por el cuello.

—Y yo a ti —le susurró suspirando y separándose un poco para que pudiera continuar su camino y empezara a besar y a acariciar sus pechos.

—¿Tú también me deseas? —le preguntó escuchando como Rukia gemía y sus pezones se endurecían con el paso de su lengua.

—Es imposible no hacerlo. Cualquier chica te desearía, Ichigo.

El joven cambió de posiciones y la dejó sentada en el sofá colocándose de rodillas en el suelo entre sus piernas.

—Ahora sólo me importa que seas tú quien lo haga —la besó por el vientre y bajó hasta que llegó al pantalón y comenzó a desabrocharlo. Su miembro le dolía de estar encerrado pero deseaba disfrutar del momento y llevar todo más lentamente.

—Lo hago —dijo Rukia levantando un poco el trasero dejando que Ichigo la desnudara.

—¿Sabes lo mal que lo pasé quitándote el pantalón y durmiendo a tu lado? —la acarició por encima de la braguita, haciendo que ella jadeara, antes de quitársela—. Estaba que me subía por las paredes.

Rukia intentó decir que sentía haberle hecho pasar por eso, pero cuando Ichigo se volvió a colocar en medio, acercó su rostro a su entrepierna y la acarició con la lengua, no pudo hacer otra cosa que gemir. Todo su sexo se volvió hipersensible mientras el joven empezó a darle placer con su boca.

—¡AHH! ¡Ichigo! —gimió su nombre intentando sujetarse a algo del sofá y no ser arrastrada por la ardiente y placentera agonía que Ichigo la estaba haciendo sentir.

El pelinaranja la sujetó del trasero ya que Rukia se agitaba y se movía presa del deseo y continuó saboreándola como había querido hacer desde aquel encuentro en el baño del instituto. Ahí solo habia sido capaz de probarla minimamente pero ahora quería saciarse de ella, aunque dudaba que algún día pudiese quedar saciado.

—¡Ahh! Para… mm Ichigo… dios —cerró los ojos fuertemente enredando sus dedos en el cabello naranja sin ser capaz de pensar en nada. ¿Dónde estaba? ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Lo único que sabía en ese momento a ciencia cierta era que estaba con Ichigo y que éste la estaba llevando al cielo donde podía asegurar que nadie habia conseguido llevarla.

Sin embargo, por mucho que quería estar allí para siempre, su cuerpo no pudo aguantar tanto placer junto y sucumbió al éxtasis. Todo se volvió blanco, después negro y otra vez blanco.

Pasó el tiempo y se quedó sentada en el sofá con los ojos cerrados disfrutando de los últimos pedacitos del orgasmo más exquisito y dulce que había sentido nunca. Su respiración se calmaba al igual que el ritmo de su corazón y abrió lentamente los párpados. La estancia seguía oscura, notó que estaba sentado a su lado y giró la cabeza.

Ichigo le sonrió de lado sin saber si Rukia podía verle el rostro.

—¿Cómo estás? —le preguntó apartándole suavemente el mechón que se le había pegado en la frente con el sudor.

La morena se mojó los labios que se habían quedado secos al respirar por la boca y esbozó una sonrisa.

—Haces lo que quieres con mi cuerpo.

El joven soltó una pequeña carcajada.

—Lo mismo que tú conmigo.

Los ojos violetas recorrieron la silueta de Ichigo que se podía ver con la luz de la ventana y observó que se había quitado las prendas de abajo. Tenía a Ichigo sentado a su lado completamente desnudo y bien despierto ya que podía contemplar la erección dura y paciente por ella.

Ichigo vio que Rukia acercó la mano a su miembro y empezó a acariciarlo. Se mordió el labio inferior y la dejó hacer. Había estado esperando a que ella se compusiera de su orgasmo pero el admirar como la morena movía su cuerpo aún presa del clímax, como curvaba la espalda y alzaba los pechos mientras suspiraba y jadeaba, había hecho que siguiera calentándose y su erección no se bajara.

La primera vez que se acostaron ya lo había pensado. Rukia era lo más erótico que había visto en su corta vida y guardaría cada imagen de ella en algún lugar donde no pudiese olvidarla.

Rukia se acercó a él y se sentó encima a horcajadas como habían estado antes mientras seguía acariciándole el miembro.

—Espero poder devolverte todo el placer que me has hecho sentir, fresita —le susurró en el oído levantándose un poco para colocar su erección en el lugar donde ella ya deseaba que entrara.

—Mmm… estoy seguro de que podrás —dijo Ichigo cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás sintiendo el calor engullendo su miembro cuando Rukia fue bajando lentamente.

La morena se sentó encima de él notando como en esa postura Ichigo la llenaba por completo. Impaciente empezó a moverse, subiendo y bajando, gimiendo los dos a la par que entraba y salía de su interior.

Ichigo la sujetó de las caderas para aumentar el ritmo que llevaba admirando sus pechos moverse y Rukia se agarró al respaldo del sofá para seguir saltando con los nudillos de las manos blancos.

—Ohh sí..así... no te detengas —le pidió Ichigo jadeando.

La morena acercó sus labios a los de él sin dejar de moverse. Había extrañado sentir el miembro de Ichigo dentro de ella.

—Te pone que... salte encima de ti, ¿verdad? —le preguntó antes de mordisquearle el labio inferior y besarlo.

Se besaban durante períodos cortos ya que los pulmones les pedían oxígeno todo el rato por el ejercicio que estaban haciendo.

—Me pone ahh.. muchísimo... Rukia... no pares —le respondió elevando su pelvis para encontrarse con ella en el camino y así incrementar el placer. Los gemidos de Rukia no tardaron en intensificarse.

—¡AHH! No... no voy... a parar.

Ninguno de los dos quería que terminara ese excitante momento en el que eran uno. Tenían miedo de que todo desapareciera y al final descubrir que estaban solos en sus habitaciones y que todo había sido producto de su imaginación o de un húmedo sueño.

La realidad era mucho mejor que cualquier otra cosa. Ichigo la deseaba más y más a cada movimiento que ella hacía y que él acompasaba deseando llegar más hondo donde no existían los secretos y Rukia hacía invisible su mente junto a todos sus problemas. Contra más cerca tenía a Ichigo más lejos tenía a sus recuerdos.

El pelinaranja notó que las paredes internas de Rukia le apresaban cada vez más el miembro y eso indicaba que pronto llegarían al límite que podían soportar. Se estiró en el sofá con ella encima para poder levantar más la pelvis y así aumentar el placer antes de sucumbir al clímax.

Rukia gemía sin importarle en absoluto si los vecinos los estaban escuchando. Ella seguía saltando sintiendo sus piernas cansadas y agarrotadas pero sin querer parar, apoyando sus manos en el pecho masculino y curvando la espalda. La pasión entre ellos dos era sencillamente maravillosa.

Sin embargo, solo faltaron unas cuantas embestidas más para que sus cuerpos explotaran en un perfecto orgasmo gimiendo cada uno el nombre del otro. Se movieron durante un rato para poder alargarlo hasta que la morena se dejó caer encima de Ichigo exhausta gozando de los espasmos y de las palpitaciones en su sexo.

Ichigo respiraba agitado por la boca con los ojos cerrados, envolviendo entre sus brazos el pequeño cuerpo de Rukia mientras continuaba disfrutando de ese delicioso final.
.

.

CONTINUARÁ…

¡Hasta aquí! Tengo que decírlo: ¡por fín LEMON! jajaja ya tenía ganas de escribirlo, pobrecitos los he dejado separados en los otros capítulos xD ¿Qué os ha parecido? Yo creo que a Rukia le ha parecido bastante bueno este lemon y a Ichigo también claro x'DD ¿Qué me decís?

¿Y Senna y Kaien? Estos dos se proponen separar a Ichigo y Rukia o hacer que desconfíen el uno del otro ¿qué harán? ¿Lo conseguirán?

Me parece que a Byakuya no le ha hecho gracia que Rukia fuese a la casa de los Kurosaki y que conociese a la familia. Siempre tiene a alguien siguiéndola y menos mal que no vive en un bajo que sino habría unas fotos un poquito picantes xDD

¿Qué hará Rukia? ¿Se irá a Tokio?

Bueno, espero que os haya gustado y me dejéis un comentario para saberlo :DD

¡Abrazos y besos! Nos leemos :)

7 comentarios:

  1. Nooo!!! Porque me dejaste así!!?? ADsajaskd estuvo buenísimo!! jajajaja Maldito Kaien!!! Yo te amaba!! QnQ)9 espero que no logren nada esos malditos ¬3¬ y pos estoy segura que Rukia se irá a Tokio u.u e Ichigo la seguira cuando valla a la universidad!! òwó)9 jajajaja ok no XDD esperaré con ansias el próximo capítulo!! *//*

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    1. Uyyy no te puedo contar nada de lo que pasará jajaja Me alegro de que te haya gustado el capítulo :) Llevabas siguiéndolo desde el principio o lo has encontrado por casualidad? ^^ Te espero en el próximo capítulo :D
      Un abrazo!!!!

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  2. Geniial al fin estaba triste pensé que ya no subirlas nada jejejeje
    Bueno lo Rettwiterare vaaaaaaaa ^^

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    1. Graciasssss <3 jajaja tranquila que no la voy a dejar tirada :)
      ¡¡Abrazos!!

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  3. La desicion parte dos .tu historia es una de mis 3 favoritas así q te suplico que publiques ;)

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    1. Muchas gracias! Me alegro un montón de que sea una de tus favoritas ^^ El capítulo 14 está a puntito de salir del horno, estoy retocando unos últimos detalles cuando tengo un poco de tiempo pero seguro que no tardaré mucho en publicarlo :D Además me está quedando bastaaante largo, así que tendréis capítulo para leer xD
      No sé si ya me sigues en Twitter, ya que ahí es donde voy avisando de las actualizaciones ^^

      ¡Espero tu comentario en el siguiente! Encantada de conocerte :D Nos leemos!
      Un abrazo <3

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¡No olvidéis comentarme! :D