LEYENDA SHINIGAMI CAPÍTULO 9

LEYENDA SHINIGAMI
(Adaptación de 'Un amante de ensueño' 
de la autora Sherrilyn Kenyon)
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CAPÍTULO 9
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Rukia permaneció inmóvil durante horas, escuchando la respiración tranquila y acompasada de Ichigo, mientras dormía a su lado. Había colocado una pierna entre sus muslos y le rodeaba la cintura con un brazo. La sensación de su cuerpo, envolviéndola, la hacía palpitar de deseo.

Y su olor…

Lo que más le apetecía en esos momentos era darse la vuelta y enterrar la nariz en el aroma cálido de su piel. Nadie la había hecho sentirse así jamás. Tan querida, tan segura. Tan deseable.

Y se preguntaba cómo era posible, teniendo en cuenta que apenas se conocían. Ichigo llegaba a una parte de su interior que iba más allá del mero deseo físico.

Era fuerte, autoritario… Y divertido. Sin proponérselo la hacía reír y le encogía el corazón.

Alargó el brazo y pasó los dedos con suavidad por la mano que tenía colocada justo bajo su barbilla. Tenía unas manos preciosas pero seguramente, pensó, en su época de Shinigami tendría la palma con la piel más dura de estar sosteniendo a cada momento la espada.

Rukia cerró los ojos e intentó volver a imaginárselo con esas ropas oscuras, cargando contra sus enemigos. Podía verlo con la espada en alto mientras luchaba cuerpo a cuerpo contra esos monstruos.

—Zangetsu…

Rukia se tensó al escuchar el murmullo. Ichigo estaba dormido. Giró sobre el colchón y lo miró.

— ¿Ichigo?

Él adoptó una postura rígida y comenzó a hablar.

— ¡No! ¡No me dejes sólo con él! ¡Vuelve! —y se incorporó hasta quedar sentado en la cama.

Rukia no podía saber si estaba dormido o despierto. Le tocó el brazo instintivamente y, lanzando una maldición, él la agarró con fuerza y tiró de ella hasta ponerla sobre sus muslos. Después volvió a arrojarla a la cama, con una mirada salvaje y los labios fruncidos.

—¡Maldito seas hollow de mierda! —gruñó.

—Ichigo —jadeó Rukia, luchando por liberarse mientras él la agarraba con más fuerza por el brazo.

—¡Sal de mi cabeza!

—¡Soy yo, Rukia!

—¿Rukia? —repitió con el ceño fruncido, intentando enfocar la mirada.

Se apartó de ella parpadeando. Alzó las manos y las observó como si fuesen dos apéndices extraños que no hubiese visto jamás. Después clavó los ojos en Rukia.

—¿Te he hecho daño?

—No, estoy bien. ¿Y tú? —al ver que no contestaba, se acercó para tocarle—. ¿Ichigo?

Éste se alejó de ella como si se apartase de una criatura venenosa.

—Estoy bien. Era un mal sueño.

—¿Un mal sueño o un mal recuerdo?

—Un mal recuerdo que me persigue en sueños —murmuró con la voz cargada de dolor, y se levantó—. Debería dormir en otro sitio.

Rukia lo cogió por el brazo antes de que pudiera marcharse y lo acercó de vuelta a la cama.

—¿Eso es lo que siempre hiciste en el pasado? ¿Callarte todo? —él asintió—. ¿Le has contado tus pesadillas a alguien?

Ichigo la miró horrorizado. ¿Por quién lo había tomado? ¿Por un niño llorón que necesitaba a su madre? Siempre había guardado la angustia en su interior. Como le habían enseñado. Sólo durante las horas de sueño los recuerdos podían traspasar las barreras que él mismo había erigido. Sólo cuando dormía era débil.

En el libro no había nadie que pudiera resultar herido cuando le asaltaba la pesadilla. Pero una vez liberado de su confinamiento, sabía que no era muy inteligente dormir al lado de alguien que podía acabar inadvertidamente herido mientras estaba atrapado en el sueño.

Podría matarla de forma accidental. Y esa idea lo aterrorizaba.

—No —susurró—. No se lo he contado nunca a nadie

—Entonces, cuéntamelo a mí.

—No —respondió con firmeza—. No quiero volver a vivirlo.

—Si lo revives cada vez que sueñas, ¿cuál es la diferencia? Déjame entrar en tus sueños, Ichigo. Déjame ayudarte.

¿Podría hacerlo? ¿Podría tener esperanza? Sabía que no. Pero aún así… Quería purgar los demonios. Quería dormir una noche completa libre del tormento, con un sueño tranquilo.

— Cuéntamelo —insistió suavemente.

Rukia percibía su renuencia mientras se unía a ella en la cama. Permaneció sentado en el borde, con la cabeza entre las manos.

— Ya me has preguntado qué hice para que me maldijeran y más o menos es lo que hablé con Renji. Lo hicieron porque descubrieron que era un Hollow. Un completo monstruo sin corazón. Sin piedad ni razonamiento.

La angustia de su voz caló muy hondo en Rukia. Deseaba desesperadamente acariciarle la espalda, para reconfortarlo, pero no se atrevió por si él volvía a apartarse de nuevo.

—Os escuché hablar de eso pero no entiendo la mayoría de las cosas. ¿Qué es eso de que eras un Vizard? ¿Podías transformarte en un monstruo y luego volver a estar bien?

Ichigo la miró de reojo.

—Cuando despiertas a ese monstruo nunca vuelves a ser la misma persona. Siempre tenía esa parte de mí que me hablaba en mi cabeza, susurrándome, pidiéndome que lo dejara salir.

Rukia se mojó los labios nerviosa, arrugando la frente.

—¿Aún lo escuchas?

El esclavo cerró los ojos apoyando la frente en sus manos.

—Ya no. Desde que me encerraron en aquel pergamino, no me ha vuelto a hablar. Lo hace en sueños pero solo son recuerdos de las cosas que me decía y… —hundió los dedos en el cabello y dejó enterrado el puño en él— los recuerdos de aquél día. Permití que la rabia me consumiera y le dí rienda suelta a ese bastardo blanco.

—¿A tu hollow? —vió como él asintió—. Cuéntame desde el principio, por favor. Quiero entenderte mejor.

Ichigo respiró hondo antes de hablar, deseando poder librarse de esa carga.

—Unos años después de que acabara la academia de Shinigami, yo ya era el teniente de la Onceava División. Ahora, según ha dicho Renji, hay muchas más pero antes eran solo trece y la once era la más fuerte de todas. Mi capitán daba auténtico miedo. Su forma de entrenar al escuadrón era peleando con nosotros a vida o muerte. Si no podías hacer que él ya no fuera capaz de seguir luchando, te dejaba casi muerto, ahogado en tu propia sangre. Muchos no sobrevivían.

Rukia ahogó un grito espantada.

—¿Qué forma es esa de entrenar? ¿Tú soportabas eso?

—Sí. Veía a mis compañeros morir pero yo no podía tirar la toalla. No después de lo que me había costado llegar ahí —suspiró—. Aguanté y aguanté. Cada vez me iba haciendo más fuerte y le hacía retroceder hasta que él ya no podía continuar alzando la espada. Así acabé convirtiéndome en su teniente.

—Si le ganaste… ¿Cómo que no te convertiste en Capitán?

—Eso ocurrió más tarde —levantó la cabeza y la miró—. En una batalla que tuvimos, le tendieron una trampa y le mataron. A mí me dejaron al borde de la muerte, haciendo que perdiera mis poderes de Shinigami, pero Urahara, uno de los pocos amigos que tenía ahí, me ayudó a sobrevivir y a recuperarlos.

Rukia recordó lo que le dijo Ichigo a Renji.

—¿Te acuerdas de aquella vez que perdí los poderes de Shinigami? —preguntó Ichigo viendo como el otro asentía—. Urahara me ayudó con la única forma que tenía de recuperarlos.

—Y esa forma era convertirte en hollow.

—Volví a ser yo. Pero había una parte de mí nueva y que tenía que controlar. Por eso fui a encontrarme con los Vizard. Ellos me ayudaron.

—Te convirtió en hollow —susurró—. Te hiciste capitán pero tú ya no eras el mismo.

—Todos los días escuchaba a ese monstruo hablarme. Diciéndome cosas horribles y rogándome que matara a todo el que me encontrara —apretó la mandíbula y agachó la cabeza tapándola con sus brazos. Sintió como Rukia lo abrazó por detrás, envolviendo su cintura con sus delgados brazos para reconfortarle. Él lo agradecía—. Tú no sabes lo que era tener eso todo el tiempo taladrándote la mente y consumiéndote por dentro.

La morena se mordió el labio inferior y cerró los ojos apoyando la mejilla en su espalda. Le notaba temblar y eso le dolía. Claro que no sabía que era eso pero podía hacerse una idea de que ella no habría podido soportarlo.

—¿Los Vizard te ayudaron?

Ichigo asintió levemente.

—Si no hubiera sido por ellos yo hubiera acabado matándome. Me ayudaron a controlarlo y a saber canalizar su fuerza para poder utilizarla sin perder el control.

La sexóloga puso la barbilla sobre su hombro.

—Renji dijo algo de que estaba prohibido tener relación con ellos.

Él le rodeó los brazos con los suyos y echó la cabeza hacia atrás, hasta dejarla reposar sobre el hombro de Rukia.

Ella sonrió ante el gesto. Aunque estuviese tenso y nervioso, le estaba confiando cosas que jamás había compartido con otra persona. Y saberlo le proporcionaba una sensación de increíble intimidad.

—Ya lo sabía —confesó en voz baja—. Y más siendo un Capitán. Lo mantuve en secreto muchos años y toda esa época fue la mejor de toda mi existencia. Era muy fuerte y rápido y todo el mundo me respetaba, me envidiaba o las dos cosas. No había nadie en toda la Sociedad de Almas que no conociera mi nombre y el de mi espada Zangetsu —esbozó una diminuta sonrisa y levantó su mano derecha para ponerla delante de sus ojos—. Como la echo de menos.

Rukia le plantó un beso tierno en el hombro pensando que ese era el nombre que había murmurado en sueños. El de su espada que lo dejaba solo.

—¿Cuándo conociste a Inoue?

—En esos años —le respondió acariciándole el brazo con suavidad—, en una misión al mundo humano. Tuvimos muchas bajas después de que termináramos una Guerra así que los oficiales también estábamos obligados a cumplir misiones de ronda habituales. Eran sencillas y muy aburridas para mí así que una noche decidí ir a ver un espectáculo que hacían los aldeanos. Estaba lleno de gente y todos se reían, pero yo nunca había entendido muy bien el humor de los humanos. Después de un rato, estuve a punto de irme. Sin embargo…

—¿Qué pasó?

Ichigo sonrió con nostalgia al recordarla.

—Me di cuenta que había una niña un poco más lejos de donde estaba yo, mirándome fijamente a los ojos. Empecé a moverme a ver si me seguía con la mirada y —se rió bajito— lo hacía. Esa niña de apenas siete años me estaba viendo.

—Los Shinigamis sois solo espíritus, ¿no? ¿Cómo podía verte si era humana?

—No lo sé, tenía poder espiritual pero ninguno de los dos sabía de donde provenía. Me alejé de allí y esperé a que me siguiera para poder hablar con ella. Me contó que podía vernos a nosotros, a los fantasmas y a los Hollows pero que era la primera vez que hablaba con alguno de ellos. Había estado toda la función atenta a mí, emocionada por poder acercarse y decirme algo.

—¿Te hiciste su amigo?

—Sí. Iba a menudo al mundo humano para hablar con ella. Estaba sola, sin familia. Vivía y dormía junto a otros niños huérfanos debajo de algún puente o dentro de cualquier caseta abandonada. Eran tiempos difíciles en el mundo humano y los más vulnerables siempre eran los pequeños. A los niños se los llevaban para entrenarlos como soldados y a las niñas las obligaban a prostituirse, formando lo que luego sería el barrio rojo de la ciudad.

Rukia se encogió llevándose una mano a la boca.

—¿A Inoue también?

Ichigo negó con la cabeza.

—Yo la protegía. Vigilaba desde el aire a todos los grupos de hombres que pertenecían a la mafia y memorizaba sus recorridos para que nunca se toparan con ella. Le encontraba un lugar seguro donde poder dormir y le indicaba las puertas traseras de los puestos de comida para que pudiera robar algo —dejó su ojos fijos en el suelo—. Para mí eso era algo sencillo y me recordaba a cuando tenía que robar y proteger a mis hermanas pequeñas. Cuando estaba con Inoue, era como estar con Yuzu y Karin de nuevo. Ellas murieron poco antes de que yo acabara la academia. Entré para poder darles una vida mejor y ni pudieron verme vestido de Shinigami.

A Rukia le picaban los ojos por las lágrimas. Sentía el corazón de Ichigo latiendo con rapidez bajo sus brazos y su voz estaba cargada de dolor.

—Aquél día… —continuó Ichigo con voz apagada y con su mente en el pasado— en el que me transformé por completo en ese monstruo sin corazón por culpa de Aizen, yo pude verlo todo. Estaba consciente pero sin poder hacer nada. Me convertí en un mero espectador de lo que hacía mi cuerpo.

La morena tuvo miedo de preguntar.

—¿Qué pasó?

El pelinaranja apretó los dientes y cerró los ojos con fuerza, reviviendo todas esas imágenes en su cabeza. La tortura que no le dejaba dormir por las noches.

—Después de acabar con los enormes Hollows que había… empecé a matar a las personas que se encontraban cerca…  A hombres y mujeres sin distinción cuando… paré al sentir la energia de Inoue cerca —Rukia cerró los ojos igual que él, imáginandose lo que vendría ahora. Era peor de lo que había imaginado—. Tenía la cara descompuesta por el miedo, intenté detenerlo pero en un segundo ya había llegado a ella —volvió a esconder la cabeza entre sus brazos sintiendo el intenso dolor en su pecho—. La maté… yo la maté.

—¡No! —exclamó Rukia abrazándolo fuerte parpadeando para alejar las lágrimas—. ¡Tú no fuiste! ¡No eras tú! ¡Tú no la mataste!

—¡Me condenaron maldiciéndome para que sufriera toda la eternidad por lo que hice! —apretó con furia los puños—. ¡Te odio, Aizen! ¡Te odio!

Después de esas palabras, no volvió a hablar. Se limitó a quedarse temblando entre los brazos de Rukia. Ésta estuvo sentada tras él durante horas, abrazándolo. No sabía qué más podía hacer.

Por primera vez en años, sus habilidades de psicóloga le fallaron por completo. Nunca se había enfrentado a nada semejante y el dolor que le transmitía Ichigo le calaba hasta los huesos. Solo podía repetirse una y otra vez que él no había hecho nada. Había sido ese monstruo. 
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Cuando se despertó, la luz del sol entraba a raudales por las ventanas. Tardó todo un minuto en recordar lo acontecido la noche anterior. Se sentó en la cama e intentó tocar a Ichigo, pero estaba sola.

—¿Ichigo? —lo llamó. Nadie contestó.

Echando a un lado el edredón, se levantó y se vistió deprisa.

—¿Ichigo? —volvió a llamarlo, mientras bajaba las escaleras. Nada. Ni un sonido, aparte de los latidos frenéticos de su corazón.

El pánico comenzó a abrirse paso en su cabeza. ¿Le habría sucedido algo?

Entró corriendo en la sala de estar; el libro estaba sobre la mesita de café. Pasando las páginas con rapidez, vio que la hoja donde había estado el dibujo de Ichigo seguía en blanco. Aliviada por el hecho de que no hubiese regresado al libro, continuó registrando la casa.

¿Dónde estaba?

Fue a la cocina y notó que la puerta trasera estaba entreabierta. Frunció el ceño, extrañada, y la abrió del todo para salir al porche. Se lo encontró en el patio de pie, de cara al sol.

Como no quería molestarlo, retrocedió.

—¿Sabes que todo mi cuerpo percibe tu presencia? Todos mis sentidos son conscientes de tu proximidad —le confesó mientras se giraba y la miraba con un deseo abrasador.

—No lo sabía —dijo ella nerviosa. Notó como él movía los pies, descalzos, sobre la tierra—. ¿Qué estás haciendo?

—Disfrutando de la sensación de la hierba —respondió él con un susurro—. Las hojas me hacen coquillas en los dedos.

Ella sonrió ante lo infantil de su actitud.

—¿Para eso saliste?

Él asintió.

—Me encanta sentir el sol en la cara.

Rukia sabía, en el fondo de su corazón, que había podido disfrutarlo en contadas ocasiones.

—Vamos, prepararemos unos cuencos de cereales y comeremos aquí en el porche.

Ella entró de nuevo en la casa y se encargó del desayuno. Cuando regresó, vio que Ichigo se había sentado en una de las sillas de mimbre. Le ofreció el cuenco mientras ella se sentaba en la otra y comenzaron a comer en silencio.

Absorbiendo el calor del sol, Ichigo escuchaba la suave brisa y se recreaba con la presencia cercana y relajante de Rukia.

Se había despertado al amanecer para contemplar, a través de las ventanas, la salida del sol.  Y había pasado una hora disfrutando del contacto del cuerpo de Rukia.

Ella lo tentaba de un modo que jamás había experimentado. Por un solo minuto se permitió barajar la posibilidad de permanecer en esta época.

¿Y después qué?

Sólo tenía una «habilidad» que podía serle útil en este mundo moderno, y no era el tipo de hombre que pudiese vivir alegremente de la caridad de una mujer.

No después de…

Apretó los dientes mientras los recuerdos lo abrasaban.

A los catorce años, en el Rukongai, había cambiado su virginidad por un cuenco de gachas de avena frías y una taza de leche agria para sus hermanas. Incluso ahora, con todo el tiempo que había transcurrido, podía sentir las manos de la mujer tocándole el cuerpo, quitándole la ropa, agarrándose febrilmente a él mientras le enseñaba cómo darle placer.

« ¡Ooooh!» Canturreó la mujer «Eres muy guapo, ¿verdad? Si alguna vez quieres más gachas, sólo tienes que venir a verme»

Se sintió tan sucio después… tan usado. Y si fuese de nuevo libre, no querría…

Cerró los ojos con fuerza. No se veía en este mundo. Era demasiado diferente. Demasiado extraño.

—¿Ya has acabado?

Alzó los ojos y vio a Rukia de pie junto a él, con la mano extendida esperando el cuenco.

—Sí, gracias —le contestó mientras se lo daba.

—Voy a darme una ducha rápida. Volveré en unos minutos.

La contempló mientras se marchaba; sus ojos se demoraron en las piernas desnudas. Todavía podía sentir el sabor de su piel en los labios. Y el dulce aroma de su cuerpo.

Rukia lo obsesionaba. No se trataba de los efectos de la maldición. Había algo más. Algo que jamás había experimentado antes.

Por primera vez, después de más de mil años, volvía a sentirse como un hombre; y ese sentimiento venía acompañado de un anhelo tan profundo que le partía en dos el corazón. La deseaba. En cuerpo y alma. Y quería su amor.

La idea lo asustó. Pero era cierto. Necesitaba que alguien le dijera que lo amaba y que lo hiciese de corazón. No por una horrible maldición.

Echando la cabeza hacia atrás, se recriminó mentalmente. Rukia jamás lo amaría. Nadie lo haría. Su destino no era que lo liberaran de su sufrimiento. Peor aún, su destino tenía una trágica tendencia a derramar la sangre de todos los que se acercaban a él.

El dolor le desgarraba el pecho mientras pensaba en la posibilidad de que algo le sucediese a Rukia.

No podría permitirlo. Tenía que protegerla a toda costa. Aunque eso significara perder su libertad.

Con esa idea en mente, fue en su busca.

Rukia se estaba quitando el jabón de los ojos. Al abrirlos, se sobresaltó cuando vio que Ichigo la observaba a través de la abertura de las cortinas de la ducha.

—¡Me has dado un susto de muerte! —exclamó.

—Lo siento.

Él permaneció al lado de la bañera de gran tamaño, vestido sólo con los boxers y apoyado sobre la pared, con la misma pose que tenía en el libro: los anchos hombros echados hacia atrás y los brazos relajados a ambos lados del cuerpo.

Rukia se humedeció los labios al contemplar su torso bronceado. Espontáneamente, su mirada descendió hasta los boxers rojos y amarillos. Bueno, decir que ningún hombre estaría bien con ellos había sido un error. Porque Ichigo estaba fenomenal. En realidad, no había palabras que describiesen con exactitud lo buenísimo que estaba con ellos.

Y aquella sonrisa traviesa, medio burlona, que esgrimía en esos momentos, derretiría el corazón de la más frígida de las mujeres. Ese hombre la ponía muy, muy caliente.

Nerviosa, Rukia cayó en la cuenta de que estaba completamente desnuda delante de él.

—¿Necesitas algo? —le preguntó mientras se cubría los pechos con la manopla.

Para su consternación, él se quitó los boxers y se metió en la bañera con ella. El cerebro de Rukia se convirtió en papilla, abrumada por la poderosa y masculina presencia de Ichigo. Esa increíble sonrisa curvaba sus labios, y hacía que el corazón se le acelerara y que comenzara a temblar.

—Sólo quería verte —dijo en voz baja y tierna—. ¿Tienes idea de lo que me haces cuando te pasas las manos por los pechos desnudos?

Apreciando el tamaño de su erección, Rukia tenía una idea bastante aproximada.

—Ichigo…

—¿Mmm?

Olvidó lo que iba a decir cuando él acercó la cabeza hasta su cuello. Se estremeció por completo al sentir que su lengua le abrasaba la piel.

Gimió por la sobrecarga sensorial que suponían las caricias de las manos de Ichigo, unidas a la sensación del agua caliente de la ducha. Apenas si fue consciente de que él le quitaba la manopla que aún cubría sus pechos, y se llevaba uno de ellos a la boca.

Siseó de placer al sentir la lengua de Ichigo girar alrededor del endurecido pezón, rozándolo levemente y haciéndola arder.

La ayudó a sentarse en la bañera y la echó hacia atrás, apoyándola en el respaldo. El contraste de la fría porcelana en la espalda y del cálido cuerpo de Ichigo por delante, mientras el agua caía sobre ellos, la excitó de un modo que jamás hubiese creído posible.

Nunca antes había apreciado el enorme tamaño de la antigua bañera pero, en ese momento, no la cambiaría por nada del mundo.

—Tócame, Rukia —le dijo con voz ronca, cogiéndole la mano y acercándosela hasta su hinchado miembro—. Quiero sentir tus manos sobre mí.

Ichigo se estremeció cuando ella acarició la dureza aterciopelada de su erección. Cerró los ojos mientras las sensaciones lo abrumaban. Las caricias de Rukia no se limitaban al plano físico, las percibía también a un nivel indefinible. Increíble. Quería más de ella. Lo quería todo de ella.

—Me encanta sentir tus manos sobre mi piel —balbució mientras ella lo tomaba entre sus manos. ¡Por los dioses! La deseaba tanto que le dolía todo el cuerpo. Cómo deseaba que, tan sólo una vez, ella le hiciese el amor a él.

Que le hiciese el amor con el corazón. El dolor volvió a desgarrarlo. No importaba cuántas veces tuviera relaciones sexuales, el resultado siempre era el mismo. Siempre acababa herido. Si no se trataba de su cuerpo, era en lo profundo de su alma.

Rukia percibió su tensión.

—¿Te he hecho daño? —preguntó mientras alejaba la mano.

Él negó con la cabeza y le colocó las manos a ambos lados del cuello para besarla profundamente. Súbitamente el beso cambió, intensificándose, como si estuviese intentado probar algo ante los dos.

Deslizó la mano por el brazo de Rukia, hasta capturar la suya y enlazar los dedos. Después, movió las manos unidas y la acarició entre las piernas.

Rukia gimió mientras él la tocaba con las manos entrelazadas. Era lo más erótico que había experimentado jamás. Temblaba de pies a cabeza mientras él aumentaba el ritmo de las caricias. Cuando introdujo los dedos de ambos en su interior, Rukia gritó de placer.

—Eso es —le murmuró al oído—. Siéntenos a los dos unidos.

Sin aliento, Rukia se agarró al hombro de Ichigo con la mano libre y el cuerpo en llamas. De pronto, él retiró las manos y le alzó una de las piernas para pasársela por la cintura. Rukia le dejó hacer, hasta que se dio cuenta de sus intenciones. Estaba preparándose para penetrarla.

—¡No! —jadeó mientras lo empujaba—. Ichigo, no puedes.

Sus ojos llameaban de necesidad y deseo.

—Sólo quiero esto de ti, Rukia. Déjame poseerte.

Ella estuvo a punto de ceder. Pero entonces, algo extraño le sucedió a sus ojos miel. Un velo oscuro cayó sobre ellos, y las pupilas se le dilataron por completo.

Se quedó inmóvil. Respiraba entre jadeos y cerró los ojos como si estuviese luchando con un enemigo invisible. Lanzando una maldición, se alejó de ella.

—¡Corre! —gritó.

Rukia no lo dudó. Salió como pudo de debajo de él, agarró la toalla y corrió hacia la puerta. Pero no pudo abandonarlo. Se detuvo en la entrada y miró hacia atrás. Vio cómo Ichigo se agachaba hasta quedar apoyado en las manos y las rodillas, y se agitaba como si lo estuviesen torturando.

Lo escuchó golpear la bañera con el puño cerrado mientras gruñía de dolor. El corazón de Rukia martilleaba frenético al verlo luchar. Si supiese qué podía hacer…

Finalmente, cayó exhausto a la bañera. Aterrorizada, y sin poder dejar de temblar, Rukia entró en el cuarto de baño de nuevo y dio tres cautelosos pasos hacia la bañera, preparada para salir corriendo si él intentaba agarrarla.

Estaba tendido de costado, con los ojos cerrados. Respiraba con dificultad y parecía débil y agotado mientras el agua caía sobre él, aplastando algunos mechones sueltos sobre su rostro.

Cerró el grifo. Ichigo no se movió.

—¿Ichigo?

Abrió los ojos.

—¿Te he asustado?

—Un poco —le contestó con franqueza.

Él respiró hondo, entrecortadamente, y se sentó despacio. No la miró. Tenía los ojos clavados en algo que estaba a su espalda, por encima de su hombro.

—No voy a ser capaz de luchar contra eso —dijo, tras una larga pausa. Entonces la miró—. Nos estamos engañando, Rukia. Déjame poseerte mientras estoy calmado.

—¿Eso es lo que quieres de verdad?

Ichigo apretó los dientes al escuchar su pregunta. No, no era lo que quería. Pero lo que deseaba estaba más allá de su alcance.

Quería cosas que los dioses no habían dispuesto para él. Cosas que ni siquiera se atrevía a nombrar, porque el simple hecho de pronunciarlas hacía su ausencia aún más insoportable.

—Me gustaría poder morirme.

Rukia retrocedió ante la sincera respuesta. Cómo deseaba poder consolarlo y alejar su sufrimiento.

— Lo sé —le dijo, con la voz ronca por las lágrimas que no se atrevía a derramar. Le pasó los brazos alrededor de los hombros, y lo abrazó con fuerza.

Para su sorpresa, Ichigo apoyó la mejilla sobre la suya. Ninguno de los dos pronunció una palabra mientras se abrazaban. Finalmente, él se apartó.

—Es mejor que nos detengamos antes de que… —no acabó la frase, pero no era necesario que lo hiciese. Rukia ya había sido testigo de las consecuencias, y no tenía ningún deseo de repetir la experiencia.

Lo dejó en el cuarto de baño y fue a vestirse. Ichigo salió lentamente de la bañera y se secó con una toalla. Escuchaba a Rukia en su habitación; estaba abriendo la puerta del armario. En su mente, se la imaginó desnuda y la visión lo enardeció.

Una demoledora oleada de deseo lo asaltó, golpeándolo con tal fuerza que estuvo a punto de caer de espaldas al suelo.

Se agarró al lavabo mientras luchaba consigo mismo.

—No puedo seguir viviendo así —balbució—. No soy un animal.

Alzó los ojos y se contempló en el espejo.

—¿Kurosaki?

Sobresaltado, dio un pequeño brinco al escuchar una voz olvidada desde hacía  demasiados años. Echó un vistazo a la estancia, pero no vio nada.

Sin estar muy seguro de haber escuchado la voz, habló en un susurro.

—¿Urahara?

Notó como alguien le ponía la mano en el hombro. Percibía algo muy sutil pero no era capaz de ver nada.

—Cuanto tiempo... ¿No puedes verme?

Ichigo apretó los puños arrugando la frente. Su amigo, la persona que tanto lo había ayudado, estaba ahí y él ni siquiera podía mirarlo a los ojos.

—No. Ya no puedo ver nada.

Notó que el agarre en su hombro se intensificaba y dirigió ahí su mirada.

—Pero puedes sentirme sutilmente. Eso es algo bueno —se hizo un corto silencio hasta que el Shinigami volvió a hablar—. Cuando Renji nos lo ha contado, no me lo podía creer. Ninguno de nosotros imaginaría algo así, todos pensamos que estarías muerto. Que conste que te habría ayudado de haberlo sabido.

Ichigo agachó la cabeza.

—Lo sé.

—¿Como ha podido hacerte Aizen algo así?

—Pues ya ves. Pero su odio hacia a mí no es más grande que el mío hacia su persona.

—Todos sabemos que tú no tuviste la culpa de lo que ocurrió. Eras un Hollow y no podías hacer nada —dijo Urahara—. Le hemos contado al Comandante Yamamoto que sigues vivo. Incluso él se ha sorprendido. Solo Aizen sabía las consecuencias de esa maldición. Ni el Clan Kuchiki tenía información sobre ello.

Ichigo se paralizó al escucharlo.

—¿Y que te ha dicho el Comandante?

—Si consigues romper la maldición, podremos devolverte tus poderes de Shinigami.

—¿Puedo regresar a la Sociedad de Almas? —repitió, anonadado por la incredulidad.

—Pero no se te permitirá volver al mundo humano para hacer ninguna misión ni nada por el estilo. Si te enviamos de vuelta, deberás jurar que no te moverás de allí. Vivirás en tu auténtico mundo. En el mundo que conoces...o puedes permanecer aquí, si lo prefieres. La elección es tuya.

Ichigo resopló.

—Menuda elección.

—Es mejor que no tener ninguna. No sabes cuanto me alegro de volver a verte. Elige con cuidado.

Notó que la sensación en su hombro se desvaneció. Ya se había ido.

—¿Ichigo?, ¿con quién hablas?

Parpadeó al escuchar a Rukia en el pasillo.

—Con nadie —contestó—. Hablo solo.

—¡Ah! —exclamó ella, aceptando la mentira sin problemas—. Estaba pensando en que fueramos a algún sitio esta tarde. Podemos visitar el Acuario. ¿Qué te parece?

—Claro —respondió él, saliendo del baño.

Rukia frunció el ceño, pero no dijo nada mientras se dirigía hacia las escaleras.

Ichigo fue a cambiarse a la habitación. Mientras se ponía los pantalones, se fijó en las fotografías que Rukia tenía en el vestidor. Parecía una niña tan feliz… tan libre. Le gustaba especialmente una en la que su hermana, tan parecida a ella, le pasaba los brazos alrededor del cuello y ambas se reían a carcajadas.

En ese momento, supo lo que debía hacer. No importaba lo mucho que deseara otras cosas, jamás podría quedarse con ella. Se lo había dicho ella misma la noche que lo invocaron.

Tenía su propia vida. Una en la que él no estaba incluido.

No, Rukia no necesitaba a alguien como él. A alguien que sólo atraería la indeseada atención de la muerte sobre su cabeza. Rompería la maldición y aceptaría la oferta de Urahara.

No pertenecía a esta época. Su mundo era la Sociedad de Almas.

Y la soledad.
.
.
CONTINUARÁ…

¡Ayyy! ¡¡¡¡Pobrecito nuestro Ichigo!!!! TToTT
¿Qué os ha parecido su historia? ¿Se ha entendido bien? Me ha dado mucha penita Inoue :( y lo que tuvo que sentir Ichigo al no poder controlar su cuerpo y tener que verlo todo.

Parece que quiere aceptar la oferta de Urahara, ¿no se quedará con Rukia? Ya veremos como evoluciona esto ^^

¡Besitos! <3 



7 comentarios:

  1. MALDITO BASTARDO!!!!!! NOOO!!! TIENES QUE QUEDARTE CON RUKIA!!!! ESHA ES TÚ DESTINO!!!!! TT__________________________TT alkhdakldsj por qué me haces esto?? QnQ haves que mi corazón se rompa ;n; aljskjhsadhasd ok ya XDD NO, no puedo QnQ carajo me dejaste con ganas de leer más XDD pobre Inoue :/ me da penita.....espero que aparezca y le diga a Ichigo que no fue su culpa QnQ y nada más porque no me gustaría que hubiera romance con ella ¬¬ lo mato e.e jajaja maldito Ichigo!! Esha te ama!! Aunque aún no lo sepa ella te ama QnQ es un idiota ¬¬ relamente espero que recapacite QnQ maldito Q3Q bueno ya, me tengo que calmar jajaja AME EL CAPÍTULO!! *///* fue tan~ alskjdañldkda XDD esperare con ansias el próximo !! >w<
    Nos leemos~ :B
    Cuídate~:D
    Bye-bye~ :3

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    1. jjajajaja que graciosos son siempre tus comentarios Majo xDD
      Ichigo parece que no quiere quedarse en este mundo actual porqué siente que no encaja, a ver si Rukia logra hacer que se quede jjijijiji No sé si Inoue aparecerá pero ya te digo yo que no habrá romance entre ellos más que nada porqué no me gusta!! jajaja No puedo ver a Ichigo con Inoue, es superior a mí XDDD IM-PO-SI-BLE jajaja
      Nos leemos :D Besitos!!

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  2. T.T pobre de nuestro Ichi ha tenido que pasar por muchas pérdidas, maldita mujer aprovecharse de un pobre niño, eso no se hace le estas robando toda la inocencia en realidad le robas todo, ahora entiendo por que el es así, ha estado sólo, lo maltrataban, olvido lo que es ser amado por alguien, snif pero Rukia sera la encargada de reconfortar le mimarle y recordarle lo que es ser amado <3.
    Los cambios que le estas haciendo a la historia uff, es como leer algo nuevo me encanta.
    Con respecto a lo que propuciste arriba me parece una idea genial asi todas podemos interactuar más conocernos, y seguir disfrutando d este maravilloso mundo que nos a regalado el troll de kubo y aprovechar el espacio que tu nos Brindas
    T
    Yo soy una de las interesadas en empesar a escribir, llevó un tiempo planteandomelo y creo que ha llegado el momento de ponerlo en práctica
    bueno eso es Todo lo que tengo que decir por hoy que tengas linda noche un beso =)

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    1. Hola Angie! Sí pobrecito :( Esa asquerosa mujer ¬¬ se aprovechó que necesitaba comida para hacer lo que quisiera con él, puagh! Menos mal que ahora está con Rukia <3
      Hablando del otro tema, me parece estupendo que quieras empezar a escribir. Me gustaría poder ayudaros para que podáis practicar de una manera amena y divertida. Pronto haré un post hablando de eso y ya me diréis que os parece la idea que tengo :D
      Besos! <3

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  3. OMG me encantoooo fue demasiado bueno xD ya sabemos mas del pasado de Ichigo pobresito :3 Cada vez esta mas buena, ya quiero saber que sigue, nos leemos, saludos ;)

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    1. jajaaja sí ya sabemos más de su pasado, el pobre lo ha pasado muy mal desde pequeño :( a ver que ocurrirá :D Besos Jenifer!! <3

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  4. Tarde, como siempre.
    Muy bonito *-* La historia de Ichigo e Inoue (no lo digo por el final xDDD), por un momento creí que Inoue tendría otra papel eve
    No puedo comentar la otra publicación, pero me parece genial la idea de los retos de one shots. Todas tus ideas siempre son geniales y a mí me gusta participar en ellas (*-*)/

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