LEYENDA SHINIGAMI Capítulo 15

LEYENDA SHINIGAMI
(Adaptación de ‘Un amante de ensueño’
de la autora Sherrilyn Kenyon)
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CAPÍTULO 15

Ichigo mantuvo la distancia entre ellos lo que quedaba del fin de semana. Por mucho que Rukia intentaba derribar la barrera que lo rodeaba, él la apartaba sin dudarlo. Ni siquiera quería que le leyera.

Totalmente descorazonada, se fue al trabajo el lunes por la mañana, pero ni siquiera debería haberse molestado en acudir a la consulta. No podía concentrarse en otra cosa que no fuesen sus ojos ámbar, cargados de confusión.

— ¿Rukia Kuchiki?

Rukia alzó la mirada del escritorio y vio a una mujer increíblemente hermosa e impresionante, con el cabello violeta, largo y sujeto en una coleta y la piel del color del ébano que evocaba a la sensualidad, parada en el hueco de la puerta. Parecía que acababa de salir de un desfile de modas en Europa, con aquel traje de seda roja de Armani y las medias y los zapatos a juego.

—Lo siento —le dijo Rukia—. Mi hora de visitas ha acabado. Si quiere volver mañana…

—¿Tengo aspecto de necesitar a una sexóloga?

A primera vista, no. Pero claro, Rukia había aprendido hacía ya mucho tiempo a no hacer juicios apresurados sobre los problemas de la gente.

Sin que la invitara, la mujer entró tranquilamente a su consulta con un andar presuntuoso y elegante que le resultaba extrañamente familiar. Caminó hacia la pared donde estaban colgados los títulos y certificados de Rukia.

— Impresionante —le dijo. Pero su tono expresaba todo lo contrario.

Se volvió para observar concienzudamente a Rukia y, por la mueca burlona en su rostro, ésta supo que la mujer la encontraba seriamente deficiente.

— No eres lo bastante hermosa para él, ¿sabes? ¿Y dónde has encontrado ese vestido?

Completamente ofendida, Rukia adoptó una postura rígida.

— ¿Cómo dice?

La mujer ignoró su pregunta.

— Dime, ¿no te molesta estar cerca de un hombre como Ichigo, sabiendo que si tuviese oportunidad, jamás querría estar contigo? Tiene un cuerpo tan bien formado, es tan elegante… Tan fuerte y cruel… Sé que nunca antes has tenido detrás de ti a un hombre como él, y jamás volverás a tenerlo.

Atónita, Rukia no era capaz de hablar. Y tampoco tuvo que hacerlo; la mujer siguió sin detenerse.

—Como todas las demás mujeres que lo invocaron en siglos pasados. Si hubiéramos sabido que seguía vivo después de tantos años… —suspiró—. Él es un Dios de la Muerte. No un esclavo sexual.

—¿Tú también eres una Shinigami?

—Por supuesto que sí. Yoruichi Shihoin. Una de las mejores. Yo fui quien ayudó a Ichigo a que fuera capaz de dominar su bankai.

Rukia negó levemente con la cabeza. No tenía ni idea de que era eso de Bankai pero era lo que menos le importaba en esos momentos.

—¿Y que hace aquí en mi despacho? Si viene a reprocharme algo, yo jamás he tratado a Ichigo como si fuera un esclavo.

Yoruichi la miró algo desconfiada.

—¿Pretendes que me crea eso?

—Me da igual que lo crea o no. Es la verdad.

La Shinigami se quedó en silencio sin apartar su mirada de Rukia y pudo comprobar que no mentía.

—Renji me ha contado sobre esa maldición y es casi imposible que la invocadora no arda en deseos por él.

La joven agachó la cabeza y resopló. Claro que ardía en deseo por Ichigo e, incluso, ahora todo iba más allá del propio deseo. Lo amaba como no había amado nunca a otro hombre.

—Pero hay algo que se llama fuerza de voluntad y parece que yo tengo mucha —levantó el rostro y la miró—. Además, de haberlo hecho no podríamos liberar a Ichigo de la maldición.

—¿Lo vais a probar entonces?

—Lo vamos a conseguir.

Yoruichi dirigió la mirada a la ventana y caminó para asomarse.

—¿Y luego qué?

—¿Cómo?

—¿Qué quieres luego?

—Yo no quiero nada.

La Shinigami la miró.

—Tus ojos y tu cuerpo hablan, Kuchiki. Estás enamorada de él, ¿verdad?

Rukia se mordió el labio inferior, nerviosa.

—¿Qué importa eso?

—Ichigo volverá a la Sociedad de Almas como le ofreció Urahara —caminó hacia ella—. Ese es su verdadero hogar. Donde pertenece. No le vuelvas a pedir que se quede aquí.

Rukia frunció el ceño.

—Aunque yo se lo pidiera, él quiere irse. No se quedaría aquí porqué yo le ame.

—Nunca se debe subestimar a un hombre enamorado.

Kuchiki se quedó paralizada.

—¿Qué quieres de…?  —se calló al ver como la diosa desaparecía con un movimiento tan rápido que no fue capaz de ver—. ¡Venga ya! —gritó Rukia mirando al techo—. ¡No puedes esfumarte en mitad de una conversación!

— ¿Rukia?

La voz de Hinamori hizo que diera un respingo. Girándose de inmediato, la vio asomándose por la puerta.

— ¿Con quién estás hablando? —le preguntó Hinamori.

Rukia hizo un gesto abarcando la consulta y después pensó que no sería muy inteligente decirle a su compañera la verdad.

— Conmigo misma.

Hinamori la miró sin acabar de creérselo.

—¿Tienes la costumbre de gritarte a ti misma?

—A veces.

Hinamori alzó una de sus oscuras cejas.

— Me parece que necesitas una sesión —comentó mientras se alejaba.

Haciendo caso omiso de su compañera, Rukia no perdió tiempo en recoger sus cosas. Estaba deseando llegar a casa para ver a Ichigo .
.

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Tan pronto como llegó a su casa y abrió la puerta supo que algo iba mal. Ichigo no salió a recibirla.

—¿Ichigo ? —lo llamó.

—Arriba.

Rukia dejó las llaves y el correo sobre la mesa, y subió los escalones de dos en dos.

—No vas a creerte quién pasó hoy por la… —su voz se desvaneció al llegar a la puerta de su dormitorio y ver a Ichigo con una mano encadenada a los barrotes de la cama, tendido en el centro del colchón, sin camisa y con la frente cubierta de sudor.

—¿Qué estás haciendo? —le preguntó muerta de miedo.

—No puedo luchar más, Rukia —le contestó respirando entrecortadamente.

—Tienes que intentarlo.

Él meneó la cabeza.

—Necesito que me encadenes la otra mano. No llego.

—Ichigo …

Él la interrumpió con una amarga y brusca carcajada.

— ¿No es irónico? Tengo que pedirte que me encadenes cuando todas las demás lo hacían libremente a las pocas horas de presentarme ante ellas. —La miró directamente a los ojos—. Hazlo, Rukia. No podría seguir viviendo si te hiciese daño.

Con el corazón en un puño, ella cruzó la habitación hasta llegar junto a la cama.
Cuando estuvo bastante cerca, Ichigo alargó el brazo y acarició su mejilla. La acercó hasta él y la besó, tan profundamente que Rukia pensó que iba a desmayarse.

Fue un beso feroz y exigente. Un beso que hablaba de deseo. Y de promesas.
Ichigo mordisqueó sus labios y la alejó.

— Hazlo.

Rukia pasó el grillete de plata por los barrotes del cabecero. El alivio de Ichigo fue evidente. Hasta ese momento, Rukia no se había dado cuenta de lo tenso que había estado durante la semana anterior. Apoyó la cabeza en la almohada y, con dificultad, respiró hondo.

Rukia se acercó y le pasó una mano por la frente.

—¡Dios santo! —jadeó. Estaba tan caliente que casi le hizo una quemadura—. ¿Qué puedo hacer?

—Nada, pero gracias por preguntar.

Rukia fue hacia el vestidor en busca de su ropa. Cuando empezó a desabrocharse la blusa, Ichigo la detuvo.

— Por favor, no lo hagas delante de mí. Si veo tus pechos… —Echó la cabeza hacia atrás como si alguien le hubiese aplicado un hierro candente.

Rukia fue consciente en ese momento de lo acostumbrada que estaba a su presencia; no había pensado en desnudarse en otro lado.

— Lo siento —se disculpó.

Se cambió en el cuarto de baño y mojó unas toallas para colocárselas en la frente.
Volvió a la habitación para refrescarlo. Le acarició el pelo, empapado de sudor.

—Estás ardiendo.

—Lo sé. Me siento como si estuviese en un lecho de brasas.

Siseó cuando Rukia le acercó la toalla fría.

— No me has contado qué tal te ha ido el día —le dijo sin aliento.

Rukia jadeó al sentir que el amor y la felicidad la invadían. Todos los días Ichigo le hacía esa pregunta. Todos los días contaba las horas para regresar a casa junto a él. No sabía lo que iba a hacer cuando se marchara. Obligándose a no pensar en eso, se concentró en cuidarlo.

—No hay mucho que contar —susurró. No quería agobiarlo con que la Shinigami le había hecho una visita. No mientras estuviese así—. ¿Tienes hambre? —le preguntó.

—No.

Rukia se sentó a su lado. Pasó toda la noche leyéndole y refrescándolo. Ichigo no durmió. No pudo. Sólo era consciente de la piel de Rukia cuando lo tocaba y de su dulce perfume floral. Invadía sus sentidos y hacía que la cabeza le diera vueltas. Todas las fibras de su cuerpo le exigían que la poseyera.

Con los dientes apretados, tiró de las cadenas de plata que apresaban sus muñecas y luchó contra la oscuridad que amenazaba con devorarlo. No quería rendirse. No quería cerrar los ojos y desaprovechar el poco tiempo que le quedaba para estar junto a Rukia mientras aún estuviese cuerdo. Si dejaba que la oscuridad lo consumiera no se despertaría hasta estar de vuelta en el libro. Solo.

— No puedo perderla —murmuró. La simple idea de perderla hacía pedazos lo poco que le quedaba de corazón.

El reloj de pared dio las tres. Rukia se había quedado dormida hacía muy poco rato. Tenía la cabeza y la mano apoyadas sobre su abdomen y su aliento le acariciaba el estómago.

Podía sentir su cabello rozándole la piel, la calidez de su cuerpo filtrándose por sus poros hasta llegarle al alma.

Lo que daría por poder tocarla…

Cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás y se permitió soñar por primera vez desde hacía siglos. Soñó con pasar noches enteras junto a Rukia.

Soñó que llegaba el día en que podía amarla como se merecía. Un día en que él sería libre para poder entregarse a ella. Soñó en tener un hogar junto a Rukia.

Y soñó con niños de alegres ojos violetas, y dulces y traviesas sonrisas.

Aún estaba soñando cuando la luz del amanecer comenzó a filtrarse por las ventanas y el reloj dio las seis. Rukia se despertó.

Frotó la mejilla sobre su pecho, acariciándolo de tal modo que para Ichigo supuso una tortura.

—Buenos días —lo saludó sonriente.

—Buenos días.

Rukia se mordió el labio al pasear la mirada sobre su cuerpo y arrugó la frente por la preocupación.

—¿Estás seguro que tenemos que hacer esto? ¿No te puedo liberar un ratito?

—¡No! —exclamó con énfasis.

Rukia cogió el teléfono y marcó el número de la consulta para hablar con Hinamori.

— No iré en un par de días, ¿puedes hacerte cargo de algunos de mis pacientes?

Ichigo frunció el ceño al escucharla.

—¿Es que no vas a ir a trabajar? —le preguntó en cuanto colgó. Rukia no podía creer que le hiciese esa pregunta.

—¿Y dejarte aquí tal y como estás?

—Estaré bien.

Ella lo miró como si se hubiese vuelto completamente loco.

—¿Y si pasara algo?

—¿Cómo qué?

—Puede haber un incendio o alguien puede entrar y hacerte cualquier cosas mientras estás ahí indefenso.

Ichigo no discutió. Le entusiasmó el hecho de verla tan dispuesta a quedarse junto a él.

A media tarde, Rukia fue testigo de que la maldición empeoraba. Cada centímetro del cuerpo de Ichigo estaba cubierto de sudor. Los músculos de los brazos estaban totalmente tensos y apenas hablaba; cuando lo hacía, apretaba los dientes.

Pero seguía mirándola con una sonrisa, y sus ojos eran cálidos y alentadores mientras sus músculos se contraían con continuos espasmos y soportaba el sufrimiento que amenazaba con devorarlo.

Rukia siguió refrescándolo, pero tan pronto como acercaba la toalla a su piel se calentaba tanto que apenas era capaz de tocarla después.

Para cuando llegó la medianoche Ichigo deliraba. Observó impotente cómo se agitaba y maldecía como si un ser invisible estuviese arrancándole la piel a tiras. Rukia nunca había visto algo así. Estaba forcejeando tanto que casi temía que echara abajo la cama.

— No puedo soportar esto —susurró.

No podía limitarse a aceptar que no había ayuda para Ichigo . Tenía que haber algo que pudiese aliviar su dolor. Algo en lo que ella aún no hubiese pensado.

—¿Rukia? —Ichigo la llamó con un gemido tan agónico que su corazón acabó de hacerse pedazos.

—Estoy a tu lado —le dijo, acariciándole la frente.

Él dejó escapar un gruñido salvaje, como el de un animal atrapado en un cepo, y se lanzó sobre ella. Aterrorizada, Rukia se alejó de la cama.

Se dirigió al vestidor, con las piernas temblorosas, y cogió un libro. Acercó la mecedora a la cama y comenzó a leer. Pareció relajarlo. Al menos no se revolvía con tanta fuerza.

Con el paso de los días, la esperanza de Rukia se marchitaba. Ichigo estaba en lo cierto al afirmar que no había modo alguno de romper la maldición si no lograba superar la locura.

No podía soportar verlo sufrir, horas tras hora, sin ningún momento de alivio. ¿No iba a venir ningún Shinigami a ayudarlo? ¿Dónde estaban sus amigos? ¿Los que un día fueron sus compañeros de armas?

Rukia estaba totalmente fuera de sí.

—¡Cómo podéis permitirlo! —gritó enfadada, mirando al techo—. ¡Renji! —le llamó—. ¿Urahara? ¿Yoruichi? ¿Cómo permitís que sufra así? Si lo amáis un poco, por favor, ayudadlo.

Tal y como esperaba, nadie contestó. Dejó descansar la cabeza sobre la mano e intentó pensar en algo que pudiera ayudarlo. Seguramente habría algo que…

Una luz cegadora atravesó la habitación.

Perpleja, alzó la vista y se encontró con Yoruichi que acababa de materializarse junto a la cama. La diosa miró con pena a Ichigo como se revolvía, agitado por los espasmos, sufriendo una horrible agonía. Alargó una mano hacia él y la retiró con brusquedad, dejándola caer mientras apretaba el puño.

En ese momento miró a Rukia.

—Queremos mucho a este chico —dijo en voz baja.

—Yo también.

Yoruichi clavó la mirada en el suelo, pero Rukia fue testigo de su lucha interior.

— Si lo libero, lo apartarás de nosotros para siempre. Si no lo hago, todos lo perderemos y le dejaremos sufrir solo como todos los demás años —. Miró a Ichigo—. No podemos permitir eso. Prefiero que sea un simple humano que ya no pueda ver nuestras almas a dejar que siga estando maldito.

Rukia tragó saliva al ver el dolor en el rostro de Yoruichi cuando acarició la mano de Ichigo. Él siseó, como si el roce le hubiese quemado la piel. Yoruichi retiró la mano.

—Prométeme que lo cuidarás mucho, Rukia.

—Tanto como él me lo permita; lo prometo.

Yoruichi asintió y colocó la mano sobre la frente de Ichigo . Él echó la cabeza hacia atrás, como si acabara de ser alcanzado por un rayo y al instante, Ichigo se relajó y su cuerpo se quedó inmóvil. Los grilletes se abrieron y aún así no se movió. El corazón de Rukia dejó de latir al darse cuenta de que Ichigo no respiraba. Aterrorizada, alargó una temblorosa mano para tocarlo.

Él inspiró con brusquedad. Yoruichi desapareció en el mismo instante que Ichigo abrió los ojos.

Rukia se acercó a él. Temblaba tanto que le castañeteaban los dientes. La fiebre había desaparecido y su piel estaba tan fría como el hielo. Recogió el edredón del suelo y lo cubrió con él.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Ichigo con voz insegura.

—Yoruichi te liberó.

Ichigo pareció enmudecer por la sorpresa.

—¿Ha estado aquí?

Rukia asintió con la cabeza.

—Estaba preocupada por ti. Todos en la Sociedad de Almas lo están.

Ichigo no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Sería cierto? Con la frente arrugada, intentó bajarse de la cama.

—No, ni hablar —le dijo Rukia con brusquedad—. Acabo de hacer que te pongas bien y no voy a…

—Necesito ir al baño urgentemente —la interrumpió él.

—¡Ah!

Rukia lo ayudó a bajar de la cama. Estaba tan débil que no se aguantaba en pie y ella lo sostuvo hasta atravesar el pasillo. Ichigo cerró los ojos e inhaló el dulce aroma de Rukia. Temeroso de hacerle daño, intentó no apoyarse demasiado en ella.

Su corazón se enterneció al ver la forma en que ella lo cuidaba, al percibir la sensación de sus brazos envolviéndole la cintura mientras lo ayudaba a caminar.

Su Rukia. ¿Cómo iba a soportar separarse de ella?

Una vez atendió sus necesidades, ella le preparó un baño caliente y lo ayudó a meterse en la bañera. Ichigo la contempló mientras lo lavaba. Le parecía imposible que hubiese permanecido a su lado todo aquel tiempo. No recordaba casi nada de los últimos días, pero se acordaba del sonido de su voz atravesando la oscuridad para reconfortarlo.

La había oído pronunciar su nombre a gritos y, en ocasiones, estaba seguro de haber sentido su mano sobre la piel, anclándolo a la cordura. Sus caricias habían sido su salvación.

Cerrando los ojos, disfrutó de la sensación de las manos de Rukia deslizándose sobre su piel mientras lo lavaba. Le recorrían el pecho, los brazos y el abdomen. Y cuando rozaron accidentalmente su erección, no pudo evitar dar un respingo ante la intensidad con la que percibió la caricia.

Cómo la deseaba…

— Bésame —balbució Ichigo .

—¿No será peligroso?

Él le sonrió.

—Si pudiese moverme ya estarías conmigo en la bañera. Te aseguro que en este momento estoy tan indefenso como un bebé.

Vacilante, ella se humedeció los labios y le acarició una mano; su roce fue suave y tierno. Lo miró fijamente a los labios como si pudiera devorarlo, y Ichigo sintió que el frío desaparecía al contemplar sus ojos.

Rukia se inclinó y lo besó con ansia. Él gimió al sentir sus labios; anhelaba mucho más. Necesitaba sus caricias. Para su sorpresa, obtuvo lo que deseaba.

Rukia se apartó un instante de sus labios, lo suficiente para quitarse la ropa y quedarse desnuda ante él. Lentamente y con movimientos seductores, se metió en la bañera y se sentó a horcajadas sobre su cintura.

Ichigo volvió a gemir al sentir su vello púbico sobre el estómago. Rukia lo besó de nuevo, tan ardientemente que él creyó que se abrasaba.

¡Maldición, ni siquiera podía abrazarla! No podía mover los brazos. Y necesitaba con desesperación rodearla con fuerza.

Ella debió percibir su frustración porque se incorporó con una sonrisa.

— Ahora me toca mimarte —susurró antes de enterrar los labios en su cuello.

Cerró los ojos mientras Rukia dejaba un rastro de besos sobre su pecho. Cuando llegó al pezón todo comenzó a darle vueltas al sentir la lengua de Rukia jugueteando y succionándolo. Nada había conseguido estremecerlo del modo que lo hacían sus caricias.

No recordaba ninguna ocasión en la que alguien le hubiese hecho el amor a él.

Y ninguna mujer se había entregado de aquel modo. Ni le había dado tanto. Contuvo la respiración en el momento que ella introdujo la mano entre sus cuerpos.

—Ojalá pudiese hacerte el amor —susurró Ichigo.

Ella alzó la cabeza para mirarlo a los ojos.

—Lo haces cada vez que me tocas.

Sin saber cómo, consiguió abrazarla, aunque los brazos no dejaban de temblarle, y la atrajo hacia su pecho para reclamar sus labios.

La escuchó quitar el tapón con el pie mientras profundizaba el beso aún más y atormentaba con leves caricias su miembro hinchado.

Ichigo sintió vértigo al notar la mano de ella sobre su pene. Ansiaba sus caricias; las anhelaba de un modo que no era capaz de definir.

Una vez la bañera se vació de agua, Rukia abandonó sus labios para abrasarle la piel con diminutos besos, descendiendo por el pecho. Ichigo echó la cabeza hacia atrás y la apoyó en el borde mientras ella le pasaba la lengua por el estómago y la cadera.

Y entonces, para su sorpresa, se llevó su miembro a la boca. Él gruñó y le sujetó la cabeza con ambas manos, deleitándose en las sensaciones que provocaban la lengua y la boca de Rukia, lamiendo y rodeando su miembro. Ninguna otra mujer había hecho eso antes. Se habían limitado a tomar lo que podían de él, sin ofrecerle jamás nada a cambio.

Hasta que Rukia llegó.

Su boca arrasó con los resquicios de su sentido común y venció lo poco que quedaba de su resistencia. Le temblaba todo el cuerpo por la ternura que ella estaba demostrando.

—Lo siento —se disculpó Rukia, alejándose de él—. Otra vez estás temblando de frío.

—No es por el frío —le contestó con voz ronca—. Es por ti.

La sonrisa de Rukia le atravesó el corazón. Volvió a inclinarse y prosiguió con su implacable asalto. Cuando terminó, Ichigo creyó haber sufrido una intensa sesión de tortura. No podría sentirse más satisfecho aunque hubiese llegado al clímax.

Rukia lo ayudó a salir de la bañera. Aún le temblaban las piernas y tuvo que apoyarse en ella para llegar a la habitación.

Ella lo sostuvo hasta que estuvo acostado y, después, lo tapó con todas las mantas que encontró. Depositó un beso tierno sobre su frente y acomodó la ropa de la cama.

— ¿Tienes hambre?

Ichigo sólo fue capaz de asentir con la cabeza. Ella se apartó de su lado el tiempo justo para calentar un tazón de sopa. Cuando regresó, él estaba profundamente dormido. Dejó el tazón en la mesita de noche y se acostó junto a él. Lo abrazó y se quedó dormida.

Ichigo tardó tres días en recuperar toda su fuerza. Durante todo ese tiempo, Rukia estuvo a su lado. Ayudándolo.

No acababa de comprender el motivo de la devoción que ella le profesaba. Y su fuerza. Era la mujer que había estado esperando toda su vida. Y con cada día que pasaba, era consciente de que el amor que sentía por ella crecía un poco más. La necesitaba a su lado.

— Tengo que decírselo —se dijo a sí mismo mientras se secaba con una toalla. No podía permitir que pasara un día más sin que ella supiese lo que significaba para él.

Dejó el cuarto de baño y atravesó el pasillo hasta llegar al dormitorio de Rukia. Pero antes de entrar se detuvo.

Con el corazón abatido, pensó que de hacerlo podría ponerla en peligro. Y lo que era aún peor, no podía quedarse con ella. Si algo había aprendido acerca de su maldición era que Aizen lo odiaba con todas sus fuerzas. Si se liberaba, ¿Cuánto tiempo tardaría en saberlo? ¿O en hacer daño a Rukia?

Tarde o temprano, le pasaría factura el querer ser feliz. No le cabía la menor duda. Y la simple idea de que Rukia pudiese sufrir…

No. Jamás podría arriesgarse.

Los días pasaron volando mientras ellos permanecían tanto tiempo juntos como les resultaba posible.

Ichigo enseñó a Rukia algunas formas muy interesantes de disfrutar de la nata y la crema de chocolate. Rukia le enseñó a desahuciar al contrario en el Monopoly y a leer en inglés.

Después de unas cuantas clases más de conducción, y de un nuevo embrague, Rukia reconoció que Ichigo no tenía futuro al frente de un volante.

A Rukia le parecía que apenas había pasado el tiempo y, sin embargo, el último día del plazo de Ichigo llegó tan rápido que la dejó aterrorizada.

La noche previa a ese fatídico día, hizo el más sorprendente de los descubrimientos: no podía vivir sin Ichigo . Cada vez que pensaba en retomar su antigua vida, sin él, creía morir de dolor.

Pero finalmente comprendió que la decisión era de Ichigo , y sólo de él.

— Por favor, Ichigo—le susurró mientras él dormía a su lado—. No me abandones.

CONTINUARÁ…

¡Noo! Dile que la quieres! Aunque entiendo que no quiera ponerla en peligro.
Menos mal que Yoruichi le saca de ese estado con Kido sino nuestro Shinigami estaría sufriendo lo que no está escrito.

¡Magnífico capítulo! Estamos ya en la recta final de esta historia ^^
¿Qué pasará en el siguiente?
Nos leemos! :D
BESOS <3

12 comentarios:

  1. T.T pobreeeeeee el no merecía pasar por todo eso, maldito Aizen, menos mal estaba Rukia con el y lo ayudo y Yoruichi lo curo.
    Que pillina salio Rukia valla recompensa le dio al shinigami, aunque Ichigo di se la merecía.
    No seas tonto y dile que la amas, no dejes que esa maldicipn te quite lo único bueno que has logrado en tu vida.
    Gracias Naty por el capi un beso <3

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    1. Pobrecito! Pero sí se llevó una buena recompensa por parte de Rukia jajaja aunque siga estando indeciso ayyyss Ichigo! deja de darle vueltas a la cabeza xD
      De nada guapa! Besos <3

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  2. Noooo!!! ESTABA A PUNTO!!! A-P-U-N-T-O!!!!!!!!!!!! QnQ maldito POR QUÉ!!??? lo odio tanto pero lo amo!!! XDD maldito pelana!! debería de ser sincero con sus sentimientos y decirle de una vez por todas que la ama!! Joder!! Ella también lo ama!!! Dx ....creo que moriré de un ataque de ansiedad .___. así que si no dejo comentario en los otros fanfics es porque o estoy hospitalizada por cortarme las venas con un pedazo de pan o morí por depresión por no saber que pasará XDD o también porque no tengo internet .__. todo puede pasar jajajaja
    ASdjk{asjdñlasdkñalksd RUKIA!! ¬//3//¬ no te conocía esas mañanas jajaja el amorsh la volvió atrevida ¬3¬ no puedo decir que no me gusto jajaja la amito <3 :B YUROICHI!!! *--* aksjdañdasasdas no se si amarla por que ayudo a Ichigo u odiarla por como le hablo a mi niña ¬3¬ jajajaja naa como la voy a odiar XDD <3 DIOS ENSERIO NECESITO SABER QUE RAYOS VA A PASAR DE AHORA EN ADELANTE!!! DX LO NECESITO!!! TT-TT asdjdalsdjlasd >3<
    Bueno es la tercera vez que intento dejar comentario ¬¬ y como dicen, la tercera es la vencida así que espero que se pueda XDD
    Bueno, espero poder leerte la próxima semana XDD
    Nos leemos~ :3
    Cuídate~ C:
    Bye-bye~ :B

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    1. Vale, si no dejas comentario ya sabré la razón xDD Rukia es una picarona jajaja nuestro pobre Ichigo se merecía unos mimitos después de haberlo pasado tan mal jijiji A ver si se decide ya a decirle lo que siente!
      Yo también espero que puedas leerme jajaja
      Nos leemos Majo! Besos <3

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  3. Que se quede con ella Q.Q no puede dejarla sola, que se arriesgue un poquito.
    Ambos no pueden vivir el uno sin el otro Q.Q

    Besos♡
    Bye~

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    1. Eso! Se tiene que arriesgar y quedarse con ella :D jeje a ver que pasará.
      Besos Kira! Nos leemos!

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  4. Ahhhhhhh que emoción!!!!Ya falta poco para el gran final!! Ese Ichigo s tan tonto, porque no se lo dijo!! Que cólera!!Me encantó!Saludos...

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    1. Falta poquito! :D Que rabia cuando va a decírselo y se detiene xD Noo, Ichigo sigue! jajaja
      Nos leemos Joanna! Besitos <3

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  5. No manchen ya se hacerca el final O_O
    Verdad?
    :3
    Que lindooo!!!
    Habra un vs de Ichigo y Aisen? Por que una ves que Ichigo vuelva al seretei, de ley que Aisen se entera y dey que se va a ir encontra de Rukia.

    RUKIA CORRE QUE AISEN TE AJUSTICIARA!!!!

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    1. Sí ya se acerca el final! :D No te puedo decir, spoilers spoilers jjejeje pero pronto sabremos que ocurre ^^
      Cuídate Andrea! Nos leemos :)
      Besos!

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  6. OMG no puedo con tanto xD esta muy buenaaa, ay ahora es la etapa final T_T Rukia tiene que hacer algo, Ichigo no puede irse. Ya quiero saber que sigue, muero por que sea martes de nuevo :3

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    1. Ya estamos en la última etapa! A ver que decidirá Ichigo!
      jajaja nooo! que no pasen tan rápido los días :)P
      Nos leemos Jenifer <3 Besos!

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