LEYENDA SHINIGAMI Capítulo 14

LEYENDA SHINIGAMI
(Adaptación de ‘Un amante de Ensueño’
de la autora Sherrilyn Kenyon)
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CAPÍTULO 14
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Los días siguientes fueron los mejores de la vida de Rukia. Una vez se acostumbró a la regla que Ichigo impuso, que prohibía los besos y las caricias íntimas e incitantes, desarrollaron una relación agradable que fue casi una sorpresa para ella.

Pasaba los días en el trabajo, almorzaba a menudo con Ichigo e Rangiku, y dedicaba las noches a tumbarse entre sus maravillosos brazos.
Sin embargo, con cada día que pasaba, saber que iba a abandonarla a final del mes la dejaba destrozada.

¿Cómo iba a soportarlo?

Aunque la idea no abandonaba nunca su mente, se negó a pensar en eso constantemente. Viviría el momento y se preocuparía del mañana cuando llegara.

El sábado por la noche quedaron con Rangiku y Gin para tomar algo en local donde ponían música y la gente solía bailar.

— ¡Eh! —les dijo Rangiku mientras se aproximaban a la mesa, en el fondo del local—. Empezaba a preguntarme si ibais a dejarnos colgados.

— Hola Ichigo, Rukia —les saludó Gin.

Rukia les sonrió. Ichigo inclinó la cabeza a modo de saludo mientras retiraba una silla para que Rukia se sentara y, después, hizo lo propio a su lado. En cuanto apareció el camarero pidieron cervezas y nachos, y Rangiku comenzó a seguir el ritmo de la música golpeando la mesa con la mano.

— Vamos, Rangiku —dijo Gin, malhumorado—. Será mejor que bailemos para que no sigas con el ruidito.

Con una ligera punzada de envidia, Rukia observó cómo se alejaban.

— ¿Te gustaría bailar? —le preguntó Ichigo.

A ella le encantaba bailar, pero no quería que Ichigo pasara un mal rato. En su mente no había dudas de que él no sabía bailar música moderna. Pero, aún así, fue una invitación muy tierna por su parte.

— No, no pasa nada.

Al comenzar la siguiente canción, Ichigo miró fijamente a su izquierda y frunció el ceño.

—¿Pasa algo? —preguntó ella, mientras seguía la dirección de su mirada. Él meneó la cabeza y se frotó los ojos.

—Debo estar viendo visiones.

—¿Qué has visto?

Ichigo volvió a mirar entre la multitud, buscando a la chica que acababa de ver por el rabillo del ojo. Aunque apenas había captado su imagen, juraría que se había tratado de un fantasma. Un cuerpo transparente que transmitía frío y helaba el ambiente de alrededor. Observó que algunas personas se tocaron los brazos para darse calor después de haber tiritado.

Pero pensar que acababa de ver un fantasma era imposible. Él hacía muchísimo tiempo que ya no podía hacerlo. Debía ser la locura que volvía a hacer mella en él; ahora comenzaba a ver visiones.

— Nada —contestó.

Apartó el tema de su mente y la miró con una sonrisa. Después de que acabó esa canción, los casados volvieron a la mesa. Rangiku no dejaba de mirar a Ichigo con una sonrisa.

Gin puso los ojos en blanco.

— ¿Pensamientos lujuriosos, Rangiku?

Rangiku le dio un puñetazo a su marido en el estómago.

— Sabes que no es eso. Tú eres el único juguete con el que me apetece jugar.

Gin miró a Ichigo con escepticismo.

— Sí, claro.

Rukia vio cómo el rostro de Ichigo se ensombrecía.

— ¿Estás bien? —le preguntó.

Él le contestó de nuevo con su sonrisa y a ella se le olvidó la pregunta. Permanecieron sentados en silencio escuchando a un grupo que subía a un pequeño escenario, mientras Ichigo y Rukia se ofrecían nachos el uno al otro.

Cuando Rukia apartó la mano de los labios de él, Ichigo la capturó y se la llevó de nuevo a la boca para chupar un poco de queso que se le había quedado pegado en la yema de un dedo. Pasó la lengua sobre su piel y Rukia sintió que el cuerpo le estallaba en llamas.

No pudo más que reírse al notar cómo el deseo la consumía. Cómo deseaba haberse quedado en casa. ¡Le encantaría quitarle la ropa a Ichigo y lamer su cuerpo toda la noche!

Con los ojos brillantes, Ichigo llevó la mano de Rukia hasta su regazo y comenzó a mordisquearle el cuello antes de apartarse y tomar otro trago de cerveza.

— Rangiku —le dijo Gin llamando la atención de su esposa, que estaba mirando a Rukia y Ichigo. Le ofreció una servilleta—. Toma. Seguro que quieres limpiarte la baba que te gotea por la barbilla.

La rubia puso los ojos en blanco.

— Rukia, necesito ir al baño. Vamos.

Ichigo se echó hacia atrás para dejarla pasar. Observó cómo Rukia se perdía entre la multitud y, casi al instante, las mujeres comenzaron a acercársele.

El estómago se le contrajo. ¿Por qué siempre tenían que revolotear a su alrededor? En ese momento, deseó que por una vez en su vida pudiera sentarse tranquilo sin tener que mantener a raya a un puñado de mujeres, de las cuales ni siquiera conocía sus nombres, antes de que empezaran a sobarlo.

—Hola guapo —coqueteó una atractiva rubia, que fue la primera en llegar a su lado—. Me gusta bailar. ¿Qué tal si…?

—No estoy solo —le contestó él, entrecerrando los ojos a modo de advertencia.

—¿Con ella? —se rió la mujer mientras señalaba con un dedo hacia el lugar por donde Rukia había desparecido—. Venga ya. Pensaba que habías perdido una apuesta o algo así.

—Yo pensé que lo hacía por pena —comentó otra mujer que se acercó junto a una morena.

Dos hombres surgieron en ese momento de entre la multitud.

— ¿Qué hacéis aquí vosotras tres? —preguntaron los tipos a sus compañeras.

Las mujeres contemplaron contritas a Ichigo.

— Nada —ronroneó la rubia, mirándolo por última vez antes de darse la vuelta y marcharse.

Los hombres lo miraron furiosos. Él alzó una ceja con un gesto burlón y tomó otro trago de cerveza con total normalidad. Los tipos debieron darse cuenta de que la idea de pelear con él era bastante estúpida, porque se reunieron con sus chicas y se marcharon.

Ichigo suspiró, disgustado.

— Oye —le increpó Gin alzándose un poco por encima de la mesa—. Sé que últimamente has pasado mucho tiempo con mi mujer. Espero que no estés interesado en ella.

Ichigo tomó una honda bocanada de aire.

—Por si no lo has notado, sólo estoy interesado en Rukia.

—Sí, claro —masculló Gin—. No intentes confundirme; Rukia me cae muy bien, pero no soy idiota. No puedo creer que seas el tipo de hombre que se conforma con una hamburguesa cuando tiene jugosos solomillos de ternera esperándolo.

—Sinceramente, me importa una mierda lo que creas.

Rukia vaciló cuando Rangiku y ella regresaron junto a Ichigo y Gin. La tensión de Ichigo era palpable. Sostenía la jarra vacía con tanta fuerza que se sorprendía de que no hubiera estallado, hecha añicos.

De inmediato, Ichigo se disculpó y se acercó a la barra. Rukia lo siguió con rapidez. Pidió otra cerveza justo cuando ella llegó a su lado.

—¿Estás bien? —le preguntó.

—Estupendamente.

Pero no lo parecía. Definitivamente, no parecía estar bien.

—¿Sabes una cosa? Sé cuando no estás siendo sincero conmigo. Y ahora confiesa, Ichigo. ¿Qué pasa?

—Deberíamos marcharnos.

— ¿Por qué?

Ichigo lanzó una rápida mirada a Rangiku y Gin.

—Creo que sería lo más sensato.

—¿Por qué?

Ichigo gruñó. Antes de que pudiera contestarle, tres hombres aparecieron tras él y, por sus expresiones, Rukia intuyó que no estaban muy contentos. Peor aún, parecía que Ichigo era la fuente de todos sus problemas.

El más alto y que llamaba más la atención era un moreno que Rukia reconoció al instante.

Kaien.

El corazón empezó a latirle con rapidez. Físicamente, había cambiado con los años. Tenía la cara más angulosa y había ganado algo de masa muscular. Pero aún conservaba la misma sonrisa burlona.

— Éste era el que estaba con tu chica —le dijo uno de sus acólitos.

Una calma mortal rodeó a Ichigo, haciendo que Rukia se estremeciera de miedo. Ella no sabía de lo que era capaz y, por lo que estaba viendo, Kaien no había cambiado por dentro tanto como por fuera.

Un chico de anuncio, rodeado de seguidores, que siempre se movía con su séquito. Todo lo que hacía tenía que ser notorio para dejar claro su poder. Con ese ego de chulo de playa, estaba claro que no se iría hasta que consiguiera enredar a Ichigo en una pelea.

Lo único que esperaba era que el shinigami tuviera más sentido común y no cayera en la trampa.

—¿Necesitáis algo? —preguntó, sin mirar a Kaien ni a sus amigos. Kaien se rió y palmeó a uno de los suyos en el pecho.

—¿Qué acento es ése? Tiene voz de pito. Pensaba que el niño bonito iba detrás de mi chica, pero por su pinta y por su voz, creo que iba detrás de uno de vosotros.

Ichigo se giró y miró furioso a Kaien. A cualquier otra persona con más entendederas, esa mirada la habría hecho retirarse.

Kaien, por supuesto, carecía de entendederas. No había tenido nunca ni una pizca de sentido común.

— ¿Qué pasa contigo, niño bonito? —se burló Kaien—. ¿Te he ofendido? — Miró a sus amigos y meneó la cabeza—. Lo que pensaba; es un mariquita cobarde con voz de pito.

Ichigo soltó una carcajada siniestra.

— Venga Ichigo—le increpó Rukia, cogiéndolo del brazo antes de que las cosas se pusieran peor—. Vámonos.

Kaien la miró con aquella risita burlona y entonces la reconoció.

— Vaya, vaya, vaya. Rukia Kuchiki. Hace mucho que no nos vemos. —Le dio una palmada en la espalda al tipo moreno que estaba a su lado—. Oye, ¿te acuerdas de Rukia, la de la facultad? Sus braguitas blancas me hicieron ganar nuestra apuesta.

Ichigo se quedó paralizado ante sus palabras. Rukia sentía que el viejo dolor volvía, pero se negó a demostrarlo. Jamás le daría ese gusto a Kaien de nuevo.

— No me extraña que fuera detrás de mi novia —siguió Kaien—. Probablemente quería probar a una mujer que no estuviese todo el rato llorando mientras se la tira.

Ichigo giró hacia Kaien con tal rapidez que Rukia apenas si fue capaz de percibir el movimiento. Kaien se movió un poco pero Ichigo se agachó y le lanzó un puñetazo a las costillas que lo envió hasta la multitud, que se agolpaba unos metros detrás de ellos.

Con una maldición, se arrojó a plena carrera hacia Ichigo. Él le asestó una patada, lo agarró de los brazos y lo tiró haciéndolo volar por los aires.

Kaien aterrizó sobre la espalda.

Antes de que pudiera moverse, Ichigo colocó el pie sobre su garganta y le sonrió con tal frialdad que Rukia comenzó a temblar de la cabeza a los pies.

Kaien agarró el pie de Ichigo con las dos manos e intentó apartarlo. Comenzó a agitarse por el esfuerzo, pero Ichigo no se apartó.

— ¿Sabías…—le preguntó Ichigo con un tono de voz tan pragmático que era realmente atemorizante—…que sólo son necesarios poco más de dos kilos para aplastarte el esófago por completo?

Los ojos y los brazos de Kaien comenzaron a hincharse cuando Ichigo ejerció más presión sobre su cuello.

— Tío, por favor —suplicó Kaien tosiendo mientras intentaba quitarse el pie de Ichigo de encima—. Por favor, no me hagas daño, ¿vale?

Rukia contuvo el aliento, aterrada, al ver que Ichigo le pisaba aún con más fuerza.
El amigo de Kaien se acercó a ellos.

— Hazlo —le advirtió Ichigo— y te saco el corazón para que tu amigo se lo
coma.

Rukia se quedó helada al ver la mirada de los ojos de Ichigo. Éste no era el hombre tierno que conocía. Éste era el rostro del Dios de la Muerte que una vez había matado a miles de monstruos y acabado con sus enemigos.

No dudaba ni por un solo instante que Ichigo podía llevar a cabo la amenaza. Y por lo rápido que la sangre abandonó el rostro del amigo, Rukia supo que el hombre también lo creyó.

— Por favor —volvió a implorar Kaien, comenzando a llorar—. Por favor, no me hagas daño.

Rukia tragó saliva mientras esas palabras la asaltaban; las mismas que ella pronunció llorando en la cama de Kaien.

Fue entonces cuando Ichigo la miró a los ojos. Ella vio la furia y el deseo de acabar con Kaien. Por ella.

— Déjalo, Ichigo—le dijo en voz baja—. No merece la pena. A tu lado no vale nada.

Ichigo miró a Kaien con los ojos entrecerrados.

— Los cobardes inútiles como tú deberían ser descuartizados con una espada.

Cuando Rukia pensaba que iba a matarlo, Ichigo apartó el pie.

— Levántate.

Frotándose el cuello, Kaien se puso en pie lentamente. La mirada gélida y letal de Ichigo hizo que Kaien se encogiera.

— Le debes una disculpa a mi mujer.

Kaien se limpió la nariz con el dorso de la mano.

—Lo siento.

—Dilo como si lo sintieras de verdad —lo amenazó Ichigo en voz baja.

—Lo siento, Rukia. De verdad. Lo siento muchísimo.

Antes de que ella pudiese responder, Ichigo pasó un brazo por sus hombros en un gesto posesivo y salieron a paso tranquilo del local.

Ninguno de ellos habló hasta que llegaron al coche. Rukia notaba que algo iba muy mal con Ichigo. Estaba totalmente tenso, como la cuerda de un arco.

—Ojalá me hubieses dejado matarlo —le dijo Ichigo, mientras ella buscaba las llaves del coche en el bolsillo de los vaqueros.

—Ichigo…

—No tienes ni idea de lo que me cuesta dejarlo marchar ahora que no tengo que cumplir ninguna maldita Ley que me lo prohíba —confesó mientras golpeaba con fuerza el techo del coche con la palma de la mano para después girarse rápidamente y lanzar un gruñido—. ¡Maldita sea, Rukia! Si aún fuera Shinigami y ese tío tuviera poderes y no fuera un humano corriente, lo mataría. Eso es lo que hacía. Y he pasado de eso a…

Ichigo dudó un instante cuando años de recuerdos reprimidos afluyeron a su mente. Volvió a verse con la ropa negra y blandiendo a Zangetsu como si fuera su propio brazo. Moviéndose rápido por el cielo y acabando con todos los enemigos antes de que cualquier otro Shinigami alzara su espada.

Y después vio en lo que se había convertido. En una cáscara vacía. En una codiciada mascota, sometida a la voluntad de aquélla que lo invocara.

Durante mil años había vivido sin emociones y sin pronunciar más que un puñado de palabras. Había encontrado el punto exacto que le permitía sobrevivir. Y se había dejado arrastrar.

Hasta que Rukia llegó y descubrió su faceta humana…

Ella observó la mezcla de emociones que cruzaron por el rostro de Ichigo. Ira, confusión, horror y, finalmente, una terrible agonía. Se acercó hasta el otro lado del coche, donde él estaba, pero no dejó que lo tocara.

— ¿Es que no lo ves? —le preguntó con un tono brusco a causa de las intensas emociones—. Ya no sé quién soy. En la Sociedad de Almas sabía quién era; después me convertí en esto y tú lo has cambiado todo —acabó, mirándola fijamente.

La angustia que reflejaban sus ojos desgarraba a Rukia.

— ¿Por qué has tenido que cambiarme, Rukia? ¿Por qué no me dejaste como estaba? Había aprendido, a fuerza de voluntad, a no sentir nada. Simplemente venía a este mundo, hacía lo que me ordenaban y me marchaba. No deseaba nada. Y ahora… —miró a su alrededor, como un hombre inmerso en una pesadilla de la que no puede escapar.

Ella alargó el brazo.

— Ichigo…

Negando con la cabeza, él se alejó de su mano.

—¡No! —exclamó, mesándose el cabello—. No sé a dónde pertenezco. No lo entiendes.

—Entonces, explícamelo —le suplicó Rukia.

—¿Cómo voy a explicarte lo que es caminar entre dos mundos y ser despreciado por ambos? No soy humano, ni tampoco un shinigami; soy un híbrido abominable. 

El tormento que reflejaban sus ojos hería a Rukia como una quemadura.

—Yo te quiero, Ichigo.

—No, no es cierto. ¿Cómo ibas a quererme?

Ella se quedó boquiabierta ante su pregunta.

—Mejor di que cómo no iba a hacerlo. Dios mío, jamás en mi vida he deseado estar junto a alguien como ahora deseo estar contigo.

—Es lujuria, nada más.

Eso sí consiguió enfadarla. ¡¿Cómo se atrevía a despreciar sus sentimientos como si fuesen algo trivial?! Lo que sentía hacia él era mucho más profundo que la mera lujuria, era algo que le llegaba hasta el alma.

— No me digas lo que siento o lo que no. No soy una niña.

Ichigo meneó la cabeza, incapaz de creer sus palabras. Se trataba de la maldición. Tenía que ser eso. Nadie podía amarlo. Nadie lo había hecho nunca, desde el día en que nació.

Pero que Rukia lo amara… Sería un milagro. Sería…

La gloria.

Y él no había nacido para saborearla. Sólo se trataba de otra estratagema de la maldición. Otro cruel engaño concebido para castigarlo.

Y ya estaba cansado. Exhausto y agotado por la lucha. Sólo quería escapar del sufrimiento. Buscaba un puerto donde refugiarse de aquellos aterradores sentimientos que lo asaltaban cada vez que la miraba.

Rukia apretó los dientes al ver la negativa en los ojos de Ichigo. Pero, ¿quién podía culparlo?

Lo habían herido en incontables ocasiones. Pero de algún modo, de alguna forma, lograría probarle lo mucho que significaba para ella.

Tenía que hacerlo.

Porque perderlo significaría la muerte para ella.
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.
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CONTINUARÁ…

¡Pobrecito Ichigo! La vida lo ha tratado tan mal que ya ni puede creerse que Rukia lo quiera de verdad :( ¿Cómo no lo va a hacer? 

Kaien, en esta adaptación, se merecía que Ichigo hubiera acabado con él y con sus amigos también. Menudos capullos.

¡A ver que pasará en el siguiente!:D

Nos leemos, muchos besos <3

7 comentarios:

  1. MALDITA SEAA NOOO!!!! MALDITO ICHIGO!!! TT_____TT ENTIENDO QUE NO LE CREO PERO POR FAVOR!!!! QnQ hay sufro mucho jajajaja QnQ 3< muero de ganas *//* no me puedes dejar así Q3Q </3
    Bueno, me voy, tengo de desayunar Dx
    Nos leemos~ :3
    Cuídate~ C:
    Bye-bye~ :B

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    1. ya! El pobre no la cree después de todo lo que ha sufrido >o< A ver que pasará en el siguiente capítulo!
      Nos leemos! Besos! <3

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  2. Pobre Ichigo T.T
    No pufo aceptar el hecho de que alguien lo puede amar, pero Rukia se ha propuesto demostrarle que ella en verdad lo ama, ahora el tiene que luchar con todos sus demonios para poder entender que si puede amar y ser correspondido.
    Por fin alguien ( digase Ichigo) le a dado una lección al bastardo de Kaien, buen merecida se tenia la paliza que le dio nuestro Ichi
    Nos leemos
    Un beso > <

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    1. Claro, ahora le toca luchar para darse cuenta de que lo ama de verdad. Le tendría que haber hecho más daño a ese Kaien después de como trató a Rukia.
      Nos leemos Angie! Besos <3

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  3. POR FIIINNN puso en su lugar al invecil de Kaien xD Pobre Ichigo YO LO CONSUELO!! xDD ajajjaaja esta muy buenaaa me encanto, me quede sin habla con los celos de Gin, pero bueno ya quedo aclarado supongo jejeje, ya quiero ver el siguiente :3 nos leemos pronto

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    1. Sí menos mal, aunque tendría que haber acabado con él en esta adaptación xD jajajaja quita quita ya lo consuelo yo! x'D Normal que tenga celos de semejante hombre :D pero sí está aclarado jaja A ver que pasa en el siguiente ^^
      Nos leemos! Besitos <3

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  4. Bueno es comprencible el que duden no estan en la cabeza del otro, pero creo que Rukia hizo mal al hablar de sus sentimientos a Ichigo cuando este rebento y saco los cueros al sol, creo que si le hubiese recordado cual era el plan y que ya no habia vuelta a tras y tampoco se aceptaban arrepentimientos, pues capaz y se hubiese tragado todo eso.
    Pero capaz y se ebojaba mmmmmm NO SE!!
    Pero si huebe sido Rukia si se lo hubiese dicho seria algo como "deja de llorar nena que ya mismo acabas!!" O algo por el estilo.

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