LEYENDA SHINIGAMI Capítulo 13

LEYENDA SHINIGAMI
(Adaptación de 'Un amante de Ensueño' 
de la autora Sherrilyn Kenyon)
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CAPÍTULO 13

—Sí, Rangiku —le contestó Rukia por teléfono mientras se vestía para ir a trabajar—. Ya ha pasado una semana. Estoy bien.

—Pues no lo parece —replicó Rangiku, incrédula—. Tienes la voz temblorosa.

Y realmente aún no lo había superado del todo. Pero estaba bien, gracias a Ichigo y al hecho de no haber visto morir a Yammy. Una vez la policía hubo acabado con los interrogatorios, Ichigo la llevó a casa y ella había procurado no pensar demasiado en lo sucedido.

—De verdad. Estoy bien.

Ichigo entró en la habitación.

—Vas a llegar tarde a trabajar —Le quitó el auricular de la mano y le ofreció una galleta—. Acaba de vestirte —le dijo, y comenzó a hablar con Rangiku.

Rukia frunció el ceño cuando Ichigo salió de la habitación; ya no podía escuchar la conversación. Mientras se vestía, cayó en la cuenta de lo cómoda que se sentía junto a Ichigo. Le encantaba tenerlo a su alrededor, cuidarlo y que él la cuidara. La reciprocidad de su relación era maravillosa.

—Rukia —le dijo, asomando la cabeza por la puerta—. Trabajo.

Ella se rió y se puso los zapatos de tacón.

—Ya voy, ya voy.

Cuando atravesaron la puerta principal Rukia vio que él no se había puesto los zapatos.

—¿No vas a venir hoy conmigo?

—¿Me necesitas?

Ella dudó. En el fondo le encantaba almorzar junto a él y bromear entre paciente y paciente. Pero claro, seguro que para él sentarse horas seguidas esperándola era muy aburrido.

— No.

Él le dio un beso.

— Hasta la noche.

De mala gana, se apresuró hacia el coche. Fue uno de los días más largos de la historia. Rukia lo pasó sentada tras el escritorio, contando los segundos que faltaban para acompañar a sus pacientes hasta la puerta.

A las cinco en punto, recogió rápidamente todas sus cosas y se marchó a casa. No tardó mucho en llegar. Frunció el ceño cuando vio a Rangiku, que la esperaba en el porche delantero.

—¿Ha pasado algo? —le preguntó Rukia al acercarse.

—Nada de importancia. Pero te daré un consejo: rompe la maldición. Ichigo es un tesoro.

Rukia la miró aún más ceñuda mientras Rangiku se alejaba hacia su Jeep. Confundida, abrió la puerta para entrar en casa.

—¿Ichigo? —lo llamó.

—Estoy en la habitación.

Rukia subió las escaleras. Lo encontró sentado en el borde de la cama con los codos apoyados en las rodillas, mirándola a los ojos.

—Tienes toda la apariencia del gato que se ha comido al canario —le dijo en voz baja—. ¿Qué habéis estado haciendo Rangiku y tú hoy?

—Nada.

—Nada —repitió ella, escéptica. ¿Y por qué no se lo creía? Porque Ichigo tenía la apariencia de un niño que acaba de hacer una travesura. Dejó caer sus zapatos al lado de la cómoda y se quitó las medias. Cuando abrió el cajón superior para cambiarse de ropa se quedó paralizada. Sobre sus camisetas dobladas había un pequeño ejemplar de Peter Pan, adornado con un gran lazo rojo. Uno de los libros que tanto quería y que Yammy había destrozado junto a todos los demás.

Boquiabierta, lo cogió y desató el lazo.

—¡Oh Dios mío!

—¿Te gusta?

—¿Que si me gusta? —le contestó con los ojos humedecidos—. ¡Ichigo!

Se arrojó sobre él y depositó una lluvia de besos sobre su rostro.

—¡Eres tan maravilloso! ¡Gracias!

Y por primera vez, Rukia lo vio avergonzado.

— Esto es… —su voz se desvaneció al mirar hacia el vestidor. La puerta estaba entreabierta y la luz del interior encendida.

No podía haber…

Muy lentamente, Rukia se acercó. Abrió la puerta y miró dentro. Los ojos se le llenaron de lágrimas de alegría y la invadió una oleada de calidez. Las estanterías estaban de nuevo llenas de libros. La mano le temblaba mientras acariciaba los lomos de su nueva colección.

— ¿Esto es un sueño? —susurró.

Sintió a Ichigo tras ella. No la estaba tocando, pero podía percibirlo con cada poro, con cada sentido de su cuerpo. No era nada físico pero conseguía que la tierra temblara bajo sus pies. Y la dejaba sin aliento.

— No pudimos encontrarlos todos, especialmente las ediciones de bolsillo, pero Rangiku me ha asegurado que hemos conseguido los más importantes.

Abrumada y con una sensación de mareo, dejó que las lágrimas corrieran por su rostro. Se dio la vuelta y se lanzó a los brazos de Ichigo.

— Gracias —sollozó.

Él se encogió de hombros, y alzó una mano para enjugarle las lágrimas. Rukia lo miró y, temblando, se puso de puntillas y lo besó con fiereza.

Ichigo se quedó helado al sentir sus labios. Jamás se había entregado a él de aquel modo. Cerró los ojos, hundió las manos en su pelo para dejar que le acariciara los brazos, y gimió ante el asalto de Rukia.

La cabeza de Ichigo comenzó a dar vueltas al saborear su boca, al sentir el cuerpo de Rukia pegado al suyo, al ser consciente de la ferocidad de su beso, que nunca antes había experimentado; jamás le habían besado así…

Hasta su alma maldita se estremeció.

En ese momento, deseó poder permanecer sereno durante más tiempo. No quería vivir otro segundo más separado de Rukia. No podía imaginarse un solo día sin que ella estuviese a su lado.

Ichigo notó cómo, poco a poco, perdía el control. La locura lo asaltaba dolorosamente, le atravesaba la cabeza al mismo tiempo que la entrepierna.

¡Todavía no! Gritó su mente. No quería que ese momento terminara. Ahora no. No cuando ella estaba tan cerca.

Tan cerca… pero no tenía opción La separó de la mala gana.

—Ya veo que te ha gustado el regalo, ¿no?

Ella se rió.

—Por supuesto que me ha gustado —le pasó los brazos alrededor de la cintura y apoyó la cabeza sobre su pecho.

Ichigo se estremeció mientras unas desconocidas emociones hacían vibrar su cuerpo. La envolvió entre sus brazos y sintió cómo sus corazones latían al unísono.

Si pudiera, se quedaría así, abrazándola para toda la eternidad. Pero no podía. Retrocedió un paso. Ella lo miró con las cejas alzadas. Ichigo borró con una caricia las arrugas de preocupación que se habían formado en la frente de Rukia.

—No te estoy rechazando —le susurró—. Lo que ocurre es que no me siento muy bien en este momento.

—¿Es la maldición? —vio que asintió—. ¿Puedo ayudarte?

—Dame un minuto para controlarlo.

Rukia se mordió el labio mientras lo observaba acercarse a la cama. Era la única vez que Ichigo no parecía moverse con su habitual elegancia y fluidez. Daba la impresión de que apenas podía respirar, como si tuviese un terrible dolor de estómago. Agarró con tanta fuerza el poste de la cama que los nudillos se le pusieron blancos.

El dolor se apoderó de Rukia ante aquella imagen y quiso reconfortarlo. Quería ayudarlo más que nunca. De hecho quería… Lo quería a él.

Abrió la boca ante el repentino impacto de sus pensamientos. Lo amaba. Profunda, verdadera y totalmente. Lo amaba. ¿Cómo no iba a amarlo?

Con el corazón enloquecido, Rukia deslizó la mirada sobre los libros del vestidor. Los recuerdos la asaltaron: Ichigo la noche que apareció y se le ofreció; con ella en la ducha; tranquilizándola, haciéndola reír; bajando por la trampilla del ascensor para rescatarla; observándola mientras ella descubría sus regalos.

Rangiku tenía razón. Era el mayor de los tesoros y no quería dejarlo marchar.

Estuvo a punto de decírselo, pero se contuvo. No era el momento. No cuando estaba soportando una tremenda agonía. No cuando era tan vulnerable. Él querría saberlo. ¿O no?

Rukia consideró las consecuencias de su posible confesión. A Ichigo no le gustaba este mundo, estaba claro. Quería irse a su verdadero hogar. Si ella le confesaba cuáles eran sus sentimientos, él se quedaría por esa razón; pero no sería justo, porque casi lo haría por obligación. Quizás algún día acabara resentido con ella por haberle negado la posibilidad de regresar a su mundo. A lo que había sido.

O peor aún, ¿y si su relación no funcionaba? Como psicóloga, sabía mejor que nadie los problemas que podían ocasionarse en una pareja, y cómo podían acabar destruyéndola.

Una de las causas más frecuentes de ruptura era la falta de intereses comunes; parejas que se mantenían unidas por la simple atracción física y que acaban separándose.

Ichigo y ella eran completamente diferentes. Jamás habían existido dos personas más diferentes en el mundo que hubieran sido obligadas a permanecer juntas.

En ese momento estaban disfrutando de la novedad de la relación. Pero no se conocían en absoluto. ¿Y si dentro de un año descubrían que no estaban enamorados? ¿Y si él cambiaba una vez acabaran con la maldición? ¿Qué ocurriría si parte de su encanto o de la atracción que sentía por ella se debían a la maldición?

¿Y si rompían la maldición y él se convertía en una persona diferente? ¿En alguien que no quisiese estar con ella? ¿Qué pasaría entonces?

Una vez rechazara la oportunidad de regresar a su hogar, Rukia sabía que no tendría otra ocasión de volver. Se esforzó por respirar cuando cayó en la cuenta de que jamás podría decirle: «Intentémoslo y veamos si funciona». Porque una vez tomaran la decisión, no habría vuelta atrás.

Rukia tragó y deseó ser capaz de ver el futuro, como Rangiku. Pero hasta ella se equivocaba a veces. No podía permitirse una equivocación; Ichigo no se lo merecía.

No, tendría que haber otra razón de peso para que él se quedara. Él tendría que amarla tanto como ella lo amaba. Y eso era tan probable como que el cielo se derrumbase sobre la tierra en los próximos diez minutos.

Cerró los ojos y se encogió ante la verdad. Ichigo jamás sería suyo. De una forma o de otra, tendría que dejarlo marchar.

Y eso acabaría con ella.

Ichigo soltó un suspiro entrecortado y soltó el poste de la cama. Miró a Rukia con una leve sonrisa.

—Eso ha dolido —le dijo.

—Me he dado cuenta —le contestó Rukia acercándose a él, pero Ichigo se alejó como si acabara de tocar a una serpiente. Ella dejó caer la mano—. Voy a preparar la cena.

Ichigo la observó mientras salía de la habitación. Deseaba tanto ir tras ella que apenas si podía contenerse. Pero no se atrevía. Necesitaba un poco más de tiempo para serenarse. Más tiempo para aplacar el fuego maldito que amenazaba con devorarlo.

Meneó la cabeza. ¿Cómo podían las caricias de Rukia insuflarle tanta fuerza y al mismo tiempo dejarlo tan débil?

Rukia acababa de preparar una sopa de sobre y unos sándwiches cuando Ichigo entró a la cocina.

—¿Te sientes mejor?

—Sí —le contestó mientras se sentaba a la mesa.

Rukia removió su sopa con la cuchara y lo observó comer. Se sentaba con una postura muy erguida, y el más leve de sus movimientos despertaba una oleada de deseo en ella. Podría pasarse todo el día contemplándolo de ese modo y no se cansaría.

No. Lo que en realidad deseaba era levantarse de la silla, acercarse a él, sentarse en su regazo y besarlo.

— ¿Sabes? —le dijo, insegura—. He estado pensando… ¿Y si te quedaras? ¿Tan malo sería vivir aquí?

La mirada que le dedicó hizo que se sofocara.

— Ya hemos hablado de esto. Éste es no es mi mundo; no lo comprendo, no entiendo vuestras costumbres. Me siento extraño, y odio esa sensación. Yo no soy un humano como vosotros.

Rukia se aclaró la garganta. De acuerdo, no volvería a mencionar el tema. Suspirando, cogió el sándwich y comenzó a comérselo, aunque lo único que le apetecía era discutir.

Una vez acabada la cena, Ichigo la ayudó a limpiar la cocina.

—¿Quieres que te lea? —le preguntó.

—Claro —le contestó.

Pero Rukia sabía que algo iba mal. Le estaba ocultando algo; se mostraba casi frío. No lo había visto así desde que lo conoció. Subió, cogió su libro nuevo de Peter Pan y volvió a bajar. Ichigo ya estaba tumbado en el suelo, apilando los cojines.

Ella se acomodó en el suelo, perpendicular a él y recostó la cabeza sobre su estómago. Pasó la primera página y empezó a leer.

Ichigo escuchó la voz suave y melodiosa de Rukia, y no dejó de mirarla un solo instante. Observaba cómo sus ojos bailaban sobre las páginas mientras leía.

Se había prometido no tocarla pero, en contra de su voluntad, alargó un brazo y comenzó a acariciarle el pelo. Mientras las oscuras y sedosas hebras acariciaban sus dedos, dejó que la voz de Rukia lo alejara de allí y lo llevara a un lugar acogedor. Se sentía en ese hogar esquivo que había perseguido durante toda la eternidad.

Un lugar donde sólo existían ellos dos. Sin dioses de la muerte ni maldiciones.

Rukia arqueó una ceja cuando notó que la mano de Ichigo se apartaba de su cabello y le desabrochaba el botón superior de la camisa. Contuvo la respiración y aguardó expectante, pero aún así no estaba muy segura de sus intenciones.

—¿Qué estás…?

—Sigue leyendo —le dijo mientras acababa de desabrochar el botón.

Con el cuerpo cada vez más acalorado, Rukia leyó el siguiente párrafo. Ichigo le desabrochó el siguiente botón.

—Ichigo…

—Lee.

Ella leyó otro párrafo mientras su mano descendía hasta el siguiente botón. Sus acciones le hacían perder el control y respiraba entrecortadamente con el corazón latiendo a un ritmo cada vez más frenético. Alzó la mirada y se encontró con los ojos hambrientos de Ichigo.

— ¿Qué es esto? ¿Una sesión de lectura con striptease incluido? ¿Yo leo un párrafo y tú desabrochas un botón?

Como respuesta, Ichigo deslizó una cálida mano por encima del sujetador hasta cubrir con ternura uno de sus pechos. Rukia gimió de placer cuando él empezó a acariciarla por encima del satén y la piel de sus brazos se erizó ante el calor que emanaba de él.

—Lee —le ordenó de nuevo.

—Sí, claro. Como si pudiese leer mientras tú…

En ese momento, Ichigo le desabrochó el cierre delantero del sujetador y cubrió su pecho desnudo con una mano.

—¡Ichigo!

—Léeme, Rukia. Por favor.

¡Como si fuese posible! Pero la súplica que teñía su voz le llegó al corazón. Obligándose, se concentró en el libro y Ichigo siguió pasando las manos sobre su piel.

Sus caricias eran relajantes y dulces. No se parecían en nada a las que usaba para inflamarla y seducirla, eran algo muy diferente. Más allá de los límites de la carne. Involucraban directamente al corazón.

Después de un tiempo, se acostumbró a los círculos que Ichigo trazaba alrededor de sus pechos y de sus pezones. Se perdió al instante, en la extraña intimidad que estaban compartiendo.

Acabó el libro cerca de las diez. Ichigo pasó los nudillos sobre un endurecido pezón mientras ella dejaba el libro a un lado.

—Tus pechos son preciosos.

—Me alegra que digas eso —Escuchó que el estómago de Ichigo rugía bajo su oreja—. Me da la sensación de que tienes hambre.

—El hambre que tengo no puede ser saciada con comida.

El rostro de Rukia adquirió un tono escarlata. Él deslizó las manos hasta su garganta y una vez allí trazó la línea de la mandíbula. Con los pulgares, dibujó el contorno de sus labios.

—Qué extraño —dijo—. Sólo cuando me besas llego al borde del abismo.

—¿Cómo?

Bajó las manos de nuevo hasta sus pechos.

—Adoro la sensación de tu piel contra la mía. La suavidad de tu cuerpo bajo mi mano —le confesó en voz baja—. Pero sólo cuando tus labios rozan los míos siento que pierdo el control. ¿A qué crees que se deberá?

—No lo sé.

En ese momento sonó el teléfono. Ichigo lanzó una maldición.

—Odio esos chismes.

—Yo estoy empezando a odiarlos también.

Ichigo retiró la mano para que Rukia pudiera levantarse. Ella la cogió y la volvió a poner sobre su pecho.

— Déjalo que suene.

Él sonrió ante su actitud e inclinó la cabeza, acercándola a la suya. Sus labios estaban tan cerca que Rukia podía sentir su aliento en el rostro. De repente, Ichigo retrocedió bruscamente.

Ella vio la agonía, el deseo en sus ojos un instante antes de que los cerrara y apretara los dientes como si luchara para contenerse.

—Ve a contestar el teléfono —susurró, liberándola. Rukia se puso en pie; le temblaban tanto las piernas que apenas si la sostenían. Cruzó la habitación y cogió el inalámbrico mientras se tapaba los pechos con la camisa.

—Hola, Rangiku.

Ichigo la escuchó hablar con el corazón pesado como el plomo, luchando contra el fuego que lo arrasaba.

Lo último que quería era dejar este refugio. Jamás había disfrutado tanto como desde que conoció a Rukia. Y ahora estaba ansioso por pasar con ella cada segundo del tiempo que disponían para estar juntos.

—Espera y le pregunto. —Rukia volvió a su lado—. Rangiku y Gin quieren saber si nos apetecería salir con ellos el sábado.

—Tú decides —le contestó Ichigo, esperando que declinara la invitación. Ella sonrió y se colocó de nuevo el teléfono en la oreja.

—Eso suena genial, Rangiku. Será muy divertido… Vale. Nos vemos entonces. —Dejó el teléfono en su sitio—. Voy a darme una ducha rápida antes de ir a la cama. ¿Vale?

Ichigo asintió. La observó subir las escaleras. Deseaba más que nunca volver a ser mortal. Daría cualquier cosa por poder seguirla en ese momento, tumbarse junto a ella en la cama y enterrarse profundamente en su cuerpo.

¿Cuántos días más podría soportar esta tortura? Pero quería luchar contra ella. Se negaba a rendirse, a entregar su cordura un segundo antes del plazo.

Rukia sintió la presencia de Ichigo. Se giró y lo vio de pie junto a la bañera, completamente desnudo. Dejó que su mirada se recreara con avidez en cada centímetro de aquel cuerpo bronceado, pero fue su sonrisa, cálida y fascinante, la que le robó el corazón y la dejó sin aliento.

Sin decir una sola palabra, él se metió en la ducha.

— ¿Sabes? —comentó con una naturalidad que la dejó pasmada—. Esta mañana encontré algo interesante.

Ella observó cómo el agua resbalaba sobre él, mojándole el pelo.

—¿Sí? —contestó ella, resistiéndose al impulso de alzar el brazo y tocarlo.

—Mmm —murmuró Ichigo, deslizando la mano por el cordón de la ducha hasta sacarla de su soporte en la pared. Giró hasta encontrar la posición de un ligero masaje—. Date la vuelta.

Rukia dudó antes de obedecerle. Ichigo deslizó su mirada por su espalda desnuda y húmeda. Jamás había visto una mujer más tentadora en toda su vida. Era todo lo que había soñado, pero que no podía ni siquiera anhelar. No se atrevía. Era un sueño lejano.

Esforzándose por mantener la respiración, acercó el cabezal de la ducha hasta los hombros de Rukia.

— Eso es estupendo —murmuró ella.

Ichigo no podía hablar. Mantenía la mandíbula fuertemente apretada para controlar las voraces exigencias de su cuerpo. Su necesidad de tocarla era tan honda que hacía que el hambre y la sed que padecía mientras permanecía en el libro fuesen una broma.

Rukia se dio la vuelta para mirarlo; su rostro resplandecía. Alargó el brazo para coger la manopla que se encontraba en la repisa, detrás de Ichigo. Él no se movió mientras lo lavaba, pasando las manos por su pecho y su abdomen, avivando la hoguera del deseo que sentía por ella. Contuvo la respiración, anticipando el momento en que su mano bajara más y más.

Rukia se mordió el labio al tocar los duros abdominales. Miró hacia arriba y vio que Ichigo la observaba. Tenía los ojos medio cerrados y parecía estar saboreando cada caricia que sus manos dejaban sobre su cuerpo.

Deseando complacerlo, pasó la manopla sobre el vello claro. Ichigo jadeó cuando lo tomó entre sus manos con suavidad. Ella sonrió al sentir el repentino estremecimiento que agitó su cuerpo. La expresión de placer que se veía en su rostro hizo que Rukia se sintiera encandilada.

Escuchó cómo la ducha golpeaba la bañera un segundo antes de que él la envolviera entre sus brazos y enterrara los labios en su cuello.

Rukia tembló ante la sensación de sus cuerpos húmedos, desnudos y entrelazados. El amor que sentía por él fluyó por sus venas, rogando que sucediese un milagro que les permitiera pasar la vida juntos. En ese instante, deseó poder sentirlo en su interior. Sentir cómo el tomaba posesión de su cuerpo de la misma forma que se había apoderado de su corazón.

Cuánto amaba a este hombre. Cómo deseaba escucharle decir que significaba para él tanto como él para ella.
Ichigo pasó las manos a lo largo de la espalda de Rukia y luego las movió hacia el frente. Su mirada la abrasaba mientras la ayudaba a sentarse en la bañera.

— ¿Qué estás h…? —su pregunta acabó con un jadeo al sentir la lengua de Ichigo en la oreja.

Rukia percibió la tensión en los músculos de su brazo de él cuando cogió el cabezal de la ducha y volvió a atormentar su cuerpo con su pulsante calor. Lo movió lentamente, trazando círculos sensuales sobre sus pechos y su vientre. Enardecida por la estimulación del agua y el cuerpo de Ichigo, Rukia luchaba por respirar.

Ichigo temblaba por la necesidad. Quería complacer a Rukia como jamás había querido hacerlo con nadie. Deseaba verla retorcerse bajo él. Escucharla gritar cuando llegara al clímax. Le separó los muslos con el codo y dejó que el agua de la ducha cayera directamente entre sus piernas.

Rukia emitió un entrecortado gemido al ser asaltada por una indescriptible oleada de placer.

— ¿Ichigo? —jadeó, mientras su cuerpo se estremecía. Los dedos de Ichigo la penetraron y comenzaron a moverse en su interior a la vez que los chorros de agua intensificaban sus caricias.

Jamás, jamás había experimentado algo parecido. Ichigo giraba la muñeca haciendo que el agua cayera sobre ella en pequeños movimientos circulares, hasta que ya no pudo más. Cuando alcanzó el orgasmo un segundo después, gritó aliviada.

Ichigo sonrió y mantuvo su cuerpo completamente inmóvil para no poseerla. Aún no había acabado con ella. Jamás podría acabar con ella.

Con las manos, la lengua y el cabezal de la ducha hizo que Rukia disfrutara de cinco orgasmos más.

— Por favor —le rogó ella tras el último—. Ten compasión. No puedo más.

Decidiendo que ya habían tenido los dos suficiente tortura, Ichigo se giró y cortó el agua.

Rukia era incapaz de moverse. Cualquier sensación, por pequeña que fuera, la hacía estremecerse. Observó cómo Ichigo se ponía de pie entre sus piernas y la miraba con una leve sonrisa.

— Acabas de matarme —balbució—. Ahora tienes que enterrar el cadáver.

Él se rió ante la ocurrencia. Salió de la bañera, alargó los brazos y la alzó. Rukia se quedó embelesada al sentir su piel desnuda mientras la llevaba hasta la cama y la secaba con la toalla.

Muy lentamente y con mucho cuidado, utilizó el albornoz de un modo que Rukia juraría que a nadie se le había ocurrido antes. Lo pasó sensualmente por sus hombros, sus brazos y sus pechos, y después descendió hasta el estómago trazando sensuales espirales.

— Abre tus piernas para mí, Rukia.

Sin fuerza de voluntad alguna, ella obedeció. Gimió al sentir la felpa sobre la trémula carne de su sexo. Súbitamente el albornoz fue reemplazado por sus dedos.

— Ichigo, por favor. No creo que pueda soportarlo de nuevo.

Él no le hizo caso. Ni siquiera su propio cuerpo tuvo en cuenta su opinión. Y para su sorpresa, un nuevo orgasmo la asaltó. Ichigo se inclinó y le susurró al oído:

— Podríamos seguir así toda la noche.

Ella lo miró y entonces se dio cuenta del alcance de la maldición: su miembro estaba aún completamente erecto y tenía la frente cubierta de sudor.

¿Cómo podía soportar verla de esa manera sabiendo que él no podría hacerlo?

Pensando tan sólo en el amor que sentía por él, se incorporó hasta quedar sentada y lo besó. Ichigo se echó atrás con un movimiento violento. Cayó al suelo agitándose como si le golpeasen.

Aterrorizada por lo que había hecho, Rukia bajó de la cama.

— Lo siento —dijo al llegar junto a él—. Lo olvidé.

Ichigo se giró en ese instante para mirarla. Tenía los ojos de un espantoso color oscuro. Temblaba como si estuviese luchando por alejarse de la locura. Fue el miedo en el rostro de Rukia lo que finalmente lo ayudó a calmarse.

Se alejó de ella como si fuera venenosa y se puso de pie.

— Cada vez es peor —dijo con voz ahogada.

Rukia no podía hablar. No podía soportar verlo sufrir de aquella manera. Y se odiaba a sí misma por haberlo llevado hasta el borde del abismo.

Sin mirarla siquiera, Ichigo recogió su ropa y salió de la habitación. Pasaron varios segundos antes de que Rukia pudiese moverse. Cuando finalmente consiguió ponerse de pie, abrió la cómoda para sacar algo de ropa y sus ojos se quedaron clavados sobre la caja que contenía los grilletes.

¿Cuántos días más tendrían antes de que lo perdiera para siempre?

CONTINUARÁ…

OH MY GOD! ¡Que capítulo tan intenso! Rukia ya sabe lo que siente por él e Ichigo cada vez lo está pasando peor con la maldición. 

Al final acabará matando a Rukia con tanto orgasmo xDD 

¿Qué pasará ahora? ¿Tendrá que esposarlo con los grilletes porqué no podrá contenerse más? ¿Decidirá quedarse o volverá a la Sociedad de Almas?

¡Que nervios! 
¡Nos leemos!
Besos 

10 comentarios:

  1. Oh my god!!!! Ichigo no puede quedarse con las ganas es un pillin.
    Fue un hermoso regalo el que le hizo a Rukia conseguirle nuevamente la mayor parte se la colección que ella tenia para verla feliz, no tiene precio.
    Spedsr de que la maldicion ha empezado a consumirlo T.T se fuerte
    Nos leemos, un beso

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    1. jajajaja sí es un pillín y un tesoro como le dijo Rangiku al hacerle ese regalo ^////^ Aunque el pobre lo está pasando mal ya sabes.
      Nos leemos Angie! <3 Besos!

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  2. Nooo nononononnonono!!!! Tiene que quedarse con esha!!! TT3TT no la puede dejar sola QnQ añslkdjasñldkañlk me encanto el capítulo de hoy >3< estuvo tan~ añskdjañsdk XDDD al fin se dio cuenta que lo ama!!!! CARAJO!!! DEBERÍA DE DECÍRSELO!! TTnTT por cada capítulo mi sufrimiento crece más ;n; yaa Ichigo!! Di que te quedarás con ella por favor!!! TT_____TT o al menos dile lo que sientes!!! QnQ 3<
    Nos leemos ~ :3
    Cuídate ~ C:
    Bye.bye~ :B

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    1. Ya! Debería decírselo y no esperar más! A ver que pasa en el siguiente y como evoluciona la maldición de Ichigo, ayyy pobre!
      Besos! Nos leemos <3

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  3. ohh que emoción!! Sabes, al ultimo no me aguanté y acabé leyendo el libro completito!!! es buenazo! la autora si que sabe como hacer buenas historias! Pero creo que es parte de una saga o algo así, no estoy muy segura, eso fue lo que leí en una pagina! Lo adoré!! Gracias por actualizar!! Saludos!

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    1. La autora es genial, hace una historia estupenda! :D Sí yo también creo que es de una saga, tiene muchos libros ^^
      Saludos! <3

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  4. OMG no puedo con tanto, Ichigo no dejaba ni respirar a la pobre Rukia jajaja aunque estoy segura de que a ella no le molesta jajaja xD Pero ahora la maldicion es mas dificil de resistir pobre Ichigo :/ fue tan lindo lo que hizo por Rukia <3 son tan lindos :3 jejeje muero por leer el que sigue, nos leemos pronto :3

    By: Sango Sarait

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    1. jajajaja Rukia encantada xDD Ella se deja, de tonta no tiene nada jajajaja Sí, cada vez es más duro para Ichigo y súper lindo el regalo que le hizo a Rukia, que bonito ^////^
      A ver que pasará en el siguiente :D
      Nos leemos! Besos <3

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  5. Pobre Ichigo!!!!!
    Pobre Rukia!!!!!
    Sera que su holow tomara el control en la ultima noche de luna nueva?
    Eesto se pone bueno!!


    PD: no se olvide de streap tease!!! Que estoy segura que ya mismo se acaba!
    Despues voy a tener esta historia para seguir leyendo pero espero ver el final de streap tease

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    1. Sí! Pobres los dos! A ver que pasará en el capítulo de hoy!
      jajaja creo que es al revés Andrea :) Es este fanfic de Leyenda Shinigami el que va a terminar pronto, Striptease aún le queda bastante xDD Será largo :D

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¡No olvidéis comentarme! :D