RETO ONESHOT SEPTIEMBRE by Leslie

 CALMA

Karakura 2:23 a.m. Viernes

— Este lugar… — dijo la shinigami, mientras observaba un pergamino—Por supuesto, puedo sentir sus pulsaciones.

Saltando entre postes, casas y edificios, buscando el objetivo de su misión, pasó todo el día inspeccionando la ciudad, así como las viviendas de ésta.

Finalmente, llegando a su último destino.

— Está cerca — pronunció al sentir el poder espiritual del hollow.

Pero fue interrumpida.  Por una patada, seguida de un grito sospechosamente dirigidas a su persona.

— ¡¿Qué diablos está cerca, idiota?!

Fue en ese momento cuando conoció al muchacho. No fue un encuentro justamente pacífico, pero por su parte ya estaba acostumbrada a lo brusco. Después de ciertos desacuerdos, unos cuantos gritos e intercambio de golpes, logró explicarle el asunto al joven que lograba verla. Vergonzosamente, le costaba admitir que debido a él descuidó su misión. Fue desprevenida, llegando al punto en que él se dio cuenta antes de los aullidos del hollow.

Pero para cuando ella lo notó, ya había sido tarde. Había tomado a la familia, lastimando a dos de ellos y teniendo en manos a una niña. Supo entonces que había fallado.

Trató de remediar la situación, pero el niño se había entrometido. Le preocupó aún más. Él no podría solo, así que no lo quedó más remedio que ponerse en medio para evitar que lo atacara. Y resultó herida.

La vergüenza hacia sí misma aumentaba, al verse incapaz de derrotar al hollow (aunque en cierta forma, él le haya estorbado un poco). Dejando cómo única opción dejarle un poco de su poder para que lo pudiera vencer.

— ¡Dame esa espada shinigami!— lo escuchó decir, decidido a intentarlo— ¿no quieres probar tu idea?

— No soy “shinigami” — corrigió— Soy Kuchiki Rukia.

— Vaya… —dijo él—y yo soy Kurosaki Ichigo. Ya habrá mejores oportunidades de presentarnos, espero— él generalmente era malo para recordar nombres. Tal fue por la situación, tal vez fue por lo extraño de ella, pero en adelante, nunca necesitó preguntar su nombre de nuevo — El hollow se acerca, date prisa.

Rukia colocó la zanpakuto en posición.

— Adelante

— Sí

Encajó la espada, y enseguida un resplandor la cegó.
Parpadeó una, dos, y tres veces.
Trató de enfocar algo, pero no consiguió nada.

Intentó de nuevo. Parpadeando una, dos y tres veces. Y esta vez, lo logró. Se encontró a sí misma en presencia de Renji, Ichigo y su hermano.

Y sin entenderlo del todo bien, la tristeza invadió su cuerpo.

— ¡Espera Rukia! ¿Qué es esta broma? ¡Voltea hacia acá, Rukia! 

“Cállate ¡Cállate!” rogaba ella, intentando mantener la compostura. “No lo hagas más difícil”

— ¡Hey…!

— ¡No te muevas! — Lo interrumpió, sin darle la cara— Si das un solo paso… si tratas de seguirme…— volteó, todavía dándole la espalda—…jamás te perdonaré

Abrió los ojos.
Sin moverse observó cada rincón del pequeño lugar, aunque en realidad consiguiera apenas ver oscuras sombras, con la luz de la noche muy apenas entrando a través de pequeñas rendijas. Y se mantuvo de la misma forma, quedándose un momento así, quieta. Tratando de volver al presente, con calma.

Con calma.

En esos momentos, que tanto se llegaron a repetir, incluso empezó a desarrollar una pequeña claustrofobia, estando encerrada en el estrecho armario, con todos sus movimientos limitados. Pero en cada ocasión, se convencía a sí misma que era simple paranoia, fruto de la inquietud.

Sus sueños la perseguían (aunque bien podría corregirse por un recuerdo), y ella cada que despertaba, se repetía que era su culpa, por pensar en ello antes de dormir. Pero por más que lo pronunciara, Rukia sabía que no era verdad.

Estaba desesperada, de cierta forma. Abrumada, inquieta, incomodada, agobiada, exasperada, alterada o de cualquier forma que lo quisieran llamar, pero sin tranquilidad, a fin de cuentas. Y el lugar no la ayudaba mucho, a veces llegaba a sentir que le faltaba el aire en ese armario.

Pero aún si se sentía atormentada, no podía permitirse salir a buscar apoyo, o mínimo un poco de aire fresco. Implicaría tener que confesar sus terrores nocturnos y malos recuerdos, además de la culpa que todavía sentía por los pasados acontecimientos.

Entonces él lo sabría, Ichigo sufriría junto a ella, pero Rukia no quería eso. Él se culparía, lo conocía muy bien.

Y de nueva cuenta, se repetía que no tenía sentido. Es decir ¿qué pasaba con ella? Ichigo estaba salvo, al menos por ahora. Su poder era suficiente como para evitar que saliera dañado en simples batallas con hollow débiles. E incluso las antiguas heridas de Ichigo, de las que se sentía culpable, habían desaparecido sin dejar un rastro demasiado notable.

Llegó a pensar, que tal vez era un poco masoquista, considerando el hecho de que a pesar de contar ya con su cama en la habitación de las gemelas, cuando se sentía decaída por las noches, siempre terminaba llegando al armario a altas horas de la madrugada. ¿Qué clase de razonamiento era ese?
Y daba por hecho que Ichigo se daba cuenta, pues no podía ser tan estúpido u holgazán como para no darse cuenta (¿verdad?). Aunque, a pesar de todo, agradecía que aún no hubiera preguntado motivos.

Así que siguió en reposo, quedándose quieta. En silencio. Respirando y contando cualquier cosa que se le ocurriera, imaginando conejos saltando una pequeña barrera, o pensando en cosas aburridas, cualquier cosa que le ayudara a recuperar el sueño. Teniendo paciencia, esperando el momento de volver a dormir, con calma.

Con calma

Pero mientras lo intentaba, no cayó en cuenta: la mañana ya había llegado.

— ¿No irás? — pronunciaron al otro lado, Rukia apenas y lo escuchó, siendo la voz amortiguada por la barrera del armario. Se oyeron tres toques, y el silencio volvió.

Por otro lado, Ichigo ya estaba listo desde hace tiempo. Conociendo a Rukia, le parecía extraño que no fuera ella quien estuviera despierta primero.

Lo había notado, desde hace tiempo a cada día que pasaba, se levantaba cada vez un poco más tarde. Al punto en que hoy, no había dado indicios de estar despierta.

— Oye, te estoy hablando. — repitió, y aunque no obtuvo respuesta, supo que Rukia ya estaría despierta — Yuzu cree que te has madrugado, así que no ha servido tu desayuno. Te esperaré 10 minutos más para que te prepares, no deberías de ser tan vaga.

—Respirar tu peste me está contagiando. — contestó finalmente Rukia, intentando bromear, a pesar de sus  ánimos.

— Entonces deberías evitar entrar a mi cuarto. — se defendió, justo antes de salir.

Rukia sonrió ligeramente, inhaló aire y suspiró sonoramente.

Se preparó mentalmente para otro día.

.

.



.

.

Había sido un día (hasta el momento) atareado. Cada una de las clases había encargado tarea, pues estaban a punto de cerrar el bloque. Por lo que en el momento de receso, era una gran bocanada de aire para que los alumnos aprovecharan.

Rukia había sido llevada -arrastrada- por las amigas de Tatsuki y Orihime, para comer junto a ellas en el patio, debajo de un árbol. Desde el timbre, no habían dejado de quejarse sobre tareas.

La escuela era pesada, en muchas ocasiones, pero si le preguntaras a Rukia qué le parecía, respondería con un sincero “No me preocupa”, después de todo, para ella no significaba nada una calificación. No la necesitaba.

Pero internamente su verdad la preocupaba. Ella tenía claro su objetivo en el mundo humano, y también sabía que su imagen de estudiante sólo era una fachada. Entonces, pensaba en lo frágil que era su estancia: no había motivos fuertes, no había razones para esforzarse, no había una auto-superación. Se reducía todo a la suerte.

— ¡Están invitados! — se dirigió a ella una chica, con una tarjeta en la mano.

Y de pronto, se dio cuenta de que había quedado atrapada en su ensoñación en medio del descanso que estaban tomando.

Y francamente, no sabía que estaba ocurriendo.

— ¿Disculpa? — trató de retomar el tema.

— Toma los pases, son para ti y tus amigas. ¡Están invitadas a la fiesta de la mayor belleza, la más popular del instituto! — dijo con entusiasmo.

— ¿Ma-mayor belleza?

— ¡Vamos! Sólo tómalas.

— Sí, sí, como digas… — río con nerviosismo, mientras tomaba las tarjetas.

La joven se retiró dando extraños saltos, mientras repartía invitaciones a los alumnos alrededor.

— ¿Qué significa “Pool party”?— pronunció Rukia, intentando leer la tarjeta.

— ¡Pásame una, Kuchiki!— pidió emocionada Michiru. Mahana también se interesó, pero prefirió no hablar. Por otro lado, a Ryo no le interesó asistir, por lo que no se molestó ni siquiera en pedir una invitación.

Rukia repartió a lo que le había sido entregado entre cada una de las muchachas.

— Veamos… ¡ah!, aquí dice que es una fiesta de piscina. Algo por el estilo ¿o no Tatsuki? —

— Sí, es una fiesta con piscina. —

— ¡Ah! Tan inteligente como siempre, mi preciosa dama. Déjame recompensarte — dijo Chizuru mientras maliciosamente se acercaba a Orihime.

Siendo inmediatamente frenada por un golpe de Tatsuki.

— ¡Hey idiota! ¿Qué te hace golpearme así?

— ¡¿”Acoso” te parece poco motivo?!

— ¡Sólo le iba a dar un poco de amor!

— ¡Ve a darle amor a otra persona!

Y la pelea diaria entre ambas, dio inicio.

— Bueno, como te decía, Kuchiki-san. Esta es una invitación a una fiesta, si vas al lugar que aquí dice — mencionó Orihime señalando una dirección en la invitación— y muestras esta tarjeta, te dejarán pasar. La fiesta es de una chica nueva, sus padres la cambiaron de instituto porque creyeron que estar entre personas de “bajo nivel” la haría más humilde, pero en fin, está invitando a todos los grados.

— ¿Y qué se hace?

— Pues, depende en realidad. Pero por lo general dan comida, pastel y bebidas. En este caso, supongo que pondrán música y dejarán usar la piscina a todos.

— ¿Tú asistirás, Kuchiki? — preguntó Michiru.

— No le veo el caso.

— ¡Vamos, anda! Yo quiero que vayamos todas juntas — insistió-

— Yo no pienso asistir— se entrometió Ryo.

— ¡Ryo! No traiciones al club.

— ¿A quién le interesa? — Interrumpió Chizuru— Mientras mi princesa vaya, nadie más importa— dijo mientras abrazaba a Orihime.

— ¿Empezarás otras vez? — amenazó Tatsuki.

— ¿Empezar qué? Sólo es un abrazo.

— ¡Dejen de pelear! —Dijo Michiru— Anda, Kuchiki. Ven con nosotras.

— Pero yo n…— Rukia sintió una mano en el hombro y volteó hacia la misma dirección. Orihime le sonreía. Rukia suspiró derrotada. —Está bien, iré.

Trató de no desesperarse. “Respira” se dijo. “Uno, dos, tres” inhaló. “Uno, dos, tres” exhaló, con calma.

Con calma.

El sábado había llegado, y sinceramente, no sabía cómo demonios había llegado a ese lugar. Supuso que por haber piscina, habría cosas lindas. La idea por sí sola la ilusionaba, así que preparó lo mismo que Ichigo había llevado, al final cada uno llevando una mochila con sus cosas.

Se equivocó.

Iban de camino a la clínica. El día de clases había terminado, y todos habían hablado acerca de la fiesta que se aproximaba. Incluso Ichigo había sido invitado.

— Oye, Rukia ¿entonces asistirás?

— Sí, Inoue técnicamente me lo pidió

Ichigo bufó.

— Entonces tendré que ir también.

— ¿No me habías dicho que era una tontería?

— Y lo es. Pero si tú vas, tendré que ir a vigilarte.

— Como si necesitara niñera.

— A veces creo que la necesitas.

E Ichigo se ganó una patada en la pantorrilla.

Tal vez, sólo tal vez, él tuviera razón en asistir a  acompañarla.

El lugar estaba lleno. La casa anfitriona era enorme, su jardín podía fácilmente ser tres veces más grande que terreno que usaba la casa de los Kurosaki.
Pero ese no era realmente el problema (pues, después de todo, Rukia era un noble), sino la gente tan extravagante que se paseaba por el lugar. Quizá su vestimenta no coordinara con la del resto, vistiendo un sencillo vestido amarillo, a comparación de los cortos vestidos entubados y brillantes que algunas jóvenes portaban. Cada grupo había elegido ya una mesa para usar, pero ella no encontraba a nadie conocido.

— Ven, es por acá. — la guió Ichigo. Y ella no pudo sentirse más aliviada al encontrar a su grupo, que además había decidido no llevar muchos arreglos en su ropa, al parecer.

— ¡Hola Kuchiki-san! — gritó a lo lejos Orihime, con una mano a un costado de su boca y usando la otra para saludar. Pudo ver al grupo de chicas que habían acordado, a excepción de Ryo, así como también notó que los chicos habían asistido. Uryuu, Chad, Keigo y Asano volteaban a su dirección.

Rukia saludó de la misma manera.

Habían llegado cuando era aún de día, pero por lo que dijo Ichigo, se quedarían hasta tarde, o al menos hasta que todo su grupo empezara a irse.

— ¿Entramos a la piscina? — dijo animada Michiru. Todos estuvieron de acuerdo.

— Voy a cambiarme— avisó Ichigo a Rukia. Ella por su parte, hizo lo mismo, siendo guiada por Orihime.

Ichigo entró al vestidor, pero al tirar la mochila al suelo, notó un movimiento extraño: la mochila se sacudía, y después de unos segundos, el cierre se abrió por sí solo.

— ¡Pensé que moriría ahí adentro! — soltó el bribón recién descubierto, gritando sonoramente— pensé que era la mochila de mi hermana, creo que casi vomito al oler lo que pasaba en realidad.

— ¡Kon! ¿Qué demonios haces en mi mochila?— reclamó mientras agarraba al peluche de una oreja.

— ¡Para tu información, no estoy en tu mochila por elección propia! ¡Deberías darle una mochila linda a mi hermana, para que al menos pudiera reconocerla! ¡No esos adefesios del mismo tono!— empezó a agitarse y dar patadas, aunque siendo un peluche, el efecto era en verdad inútil.

— ¿A quién le importa? ¡Tú no deberías estar aquí, nadie te invitó!

— Pues claro que nadie me invitó, soy un peluche. Pero no podía perderme la fiesta ¿querías quedarte con todas las chicas? Obviamente no lo permitiría, ¿perderme la fiesta y a todas las chicas en traje de baño? —Lanzó un bufido irónico— parece que no sabes con quién estás hablando.

— Claro que lo sé. Estoy hablando con un pequeño y pervertido gato de peluche.

— ¡Insultas mi integridad! ¡Yo soy un temible león!

Mientras la discusión continuaba, quienes sólo escuchaban los gritos desde afuera, no dudaron que un lunático se había colado en la fiesta.

Por otro lado, Rukia ya estaba en la piscina, por decirlo así. En realidad sólo se había sentado en una orilla, metiendo un poco las piernas, chapoteando el agua al agitar las piernas.

Una vez llegando a la fiesta y observando el entorno, creyó que iba  a ser un muy aburrido festejo. Pero en realidad, en compañía, no era tan malo.

Se sentía feliz, en un ambiente ameno, a pesar del ruido de la música. Y las bromas de Asano le resultaban divertidas.

Fue entonces que lo entendió.

Su estado, de tantos días. No era culpabilidad por el daño de Ichigo, ni mucho menos el miedo a que volviera ocurrir. Era su tristeza y expectativa al futuro donde tendría que dejar todo del mundo humano atrás. Sabía que no tendría que haber hecho amistades. Sabía que no tuvo que haber creado una vida. Sabía que no tendría que considerarse una más. No servía de nada. Pero no pudo evitarlo, y el pensar todo lo que abandonaría, la estaba destrozando.

¿Si se iba, podría regresar? ¿Si regresaba, la aceptarían de nuevo? Sabía que se estaba encariñando mucho con el mundo humano, engañándose a sí misma en ocasiones. Llegando a sentir que era parte de ellos, una persona más.

Su humor cayó de nuevo. Sus piernas dejaron de moverse y su mirada se inclinó hacia abajo. Dejó de escuchar toda clase de ruido.

Unos toques en su pierna la hicieron reaccionar. Orihime llamaba su atención, señalando con su mano al lugar donde quería que Rukia viera.

Rukia volteó al lugar señalado, y lo que vio no la pudo dejar más sorprendida.

Ichigo estaba persiguiendo a Kon por todo el lugar, y éste último serpenteaba intentando esquivarlo.

Pero una curiosa muchacha de grandes atributos que se quedó quieta observándolos, sufrió las consecuencias. Kon se le abalanzó siendo hipnotizado por sus dotes.

— ¡Ah! ¿Qué es esto? — la chica, estando asustada, no pudo hacer nada más que estampar el peluche al suelo y pisarlo fervientemente.

Ichigo aprovechó la oportunidad y tomó a Kon mientras aún estaba desubicado.

— ¡Gracias! — le dijo a la chica, y segundos después, Rukia pudo verlo corriendo hacia su dirección con el peluche en sus manos.

Incapaz de entender lo que haría, sacó sus pies de la piscina y se alejó de ella. Aliviada, observó que ella no era el objetivo de Ichigo.

Con saña, Ichigo lanzó a Kon lo más fuerte que pudo hacia la piscina.

— ¡Espero y te ahogues! — gritó con rencor Ichigo.

— ¡Hermana! ¡Ayugda…ghme! — el pequeño peluche era incapaz de nadar con su cuerpo de algodón.

Todos estallaron en risas.

Al ver al pobre peluche hundiéndose, provocó que Rukia inevitablemente sonriera. Ichigo, después de un minuto, se decidió a entrar a buscarlo a las profundidades, porque al recordar que una vez dentro podía ver a todas las chicas desde abajo, supo que no sería un castigo para el peluche. Pero antes de ir a su “rescate”, tenía que preguntarle a Rukia lo que quería decir desde hace tiempo.

— Oye, ¿te pasa algo?

Rukia volteó a su dirección, extrañada por la repentina pregunta. Ella sabía sobre qué le estaba preguntando, pero decidió no contestar. Ichigo resopló.

— Sabes que puedes confiar en mí. Somos amigos ¿no? — dando por terminada la -no- conversación, fue a buscar a Kon.

Mientras tanto, Rukia lo observaba encaminarse a las escaleras de la piscina, yendo a “rescatar” a Kon.
Y supo que estaría preparada para su momento de partida. Porque a pesar de no verse, estaba segura que su lazo nunca se rompería.

Ya no tendría miedo a lo que pasaría, se prometió que el presente lo disfrutaría. Esperaría el momento, con calma.

Con calma.

— Quita esa cara triste. Aunque tú no me veas, yo aún seré capaz de verte— le dijo mientras le daba ligeros golpes con el costado de su mano.

— Eso no me hace feliz en lo absoluto— se quejó Ichigo— Además, ¿¡Quién está poniendo cara triste!?

Antes de poder iniciar cualquier discusión, el momento ya había empezado. Ichigo observó en silencio, sin nada que hacer. Ella se quedó viendo el suelo, notando el cambio en Ichigo.

Ella se estaba desvaneciendo.

— Dales a todos un saludo de mi parte — le recordó Ichigo.

— Sí

— Adiós, Rukia — susurró.

Ichigo despertó.

Talló sus ojos fuertemente, destapó sus piernas y tocó todo lo que podía a su alrededor. Parpadeó tratando de recordar en dónde estaba.

Vio su habitación. Y jadeó.

“Ya debería haberme hecho a la idea de mi nueva vida” pensó.

Respira” se dijo. Todo está en la mente. Si mantienes la calma no pasará nada. Cuenta, “uno, dos, tres”. De nuevo “uno, dos, tres”, con calma.

Con calma.

9 comentarios:

  1. T T que triste buaaaa, que hermosa y melancólica historia.
    Dios es que no hay más palabras pasará describir las emociones que este maravilloso relato genera
    Muy linda historia

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    1. Me alegra que te haya gustado, a pesar de todos los errores que acabo de notar...
      jajajaja...

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    2. Jajajaja esos errores los cometemos todos al principio, lp ideal es buscar no volver a cometerlos ;p

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  2. Muy linda historia y también melancolica T.T
    Solo puedo decir, sigue adelante :) sigue escribiendo
    Besos~

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    1. Es mi burbujita, y no puedo salir de ella ;A;

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    2. Te entiendo :3 pata mi dibujar escuchar música leer y escribir son mis burbujas de escape de la realidad

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    3. Para* e.e odio el autocorrector

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  3. Hasta ahora no he podido leerla jajajaj
    Dios que emotiva y melancolica y es tan aaadjakskksjfka me has dejado con ganas de seguir leyendo. Y ese final ha sido tan *-*
    Nos leemos!

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    1. Ay, gracias:c
      No había respondido el tuyo, y ahora no sé que decir. :c
      Gracias por pasarte por acá (a,a)/

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