STRIPTEASE Capítulo 26: Pase lo que pase

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STRIPTEASE
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CAPITULO 26
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PASE LO QUE PASE
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Isshin bajó por las escaleras de su casa después de haber subido a Ichigo a su habitación, mientras aún se mantenía despierto. No había sido fácil, ya que la fiebre había vuelto a aparecer, pero razonó que sería mejor tenerlo ahí, más cerca de él, que en la clínica. También sabía que estaría más cómodo en su propia cama.

En cuanto le habían tapado con una fina sábana para que no subiera más la fiebre, Ichigo se había vuelto a dormir. Él decidió bajar para dejarle tranquilo, ya le había suministrado otro medicamento para ese estado febril, sin embargo, sus hermanas quisieron quedarse con él un rato, mientras le mojaban un trapo húmedo y frío para colocárselo en la frente.

Sabía que sus hijas estaban preocupadas por él y que, por mucho que les había dicho que no corría ningún peligro, ellas no se habían quedado muy conformes. El miedo y el susto que tenían en el cuerpo tardaría en marcharse.

Mentiría si dijera que él no estaba asustado pero era consciente de que tenía que mantener la cabeza en su sitio y ser el pilar donde su familia tenía que sostenerse. Echó una mirada de reojo hacia el póster de su esposa y suspiró sintiendo el peso del cansancio del día en todo su cuerpo. Rezó porqué la policía, que se había marchado en cuanto hablaron con Ichigo, encontraran a los culpables. Aunque, después de que su hijo le hubiera hecho saber que los que estaban detrás eran una de las familias nobles del país, ya no lo tenía tan claro.

Cuando estuvo a punto de sentarse en el sofá escuchó como alguien picaba a la puerta. Supuso que sería Rukia con la maleta de lo que le había quedado en su piso.

No se equivocó de persona. Era ella. No obstante, no venía con nada más que su bolso colgado del hombro, su abrigo y una bufanda que le cubría hasta la nariz. De tan preocupado por Ichigo no se había dado cuenta de lo tarde que se había hecho. Ya no había nada de luz en las calles salvo por las tenues farolas que iluminaban el vecindario.

—Hola —susurró Rukia, pasando dentro cuando el mayor se hizo a un lado. El calor del hogar la envolvió como un abrazo pero ella seguía sintiendo frío por dentro. Empezó a quitarse la bufanda escuchando como se cerraba la puerta—. ¿Cómo está Ichigo?

—Le ha vuelto a subir la fiebre —le respondió pasando por su lado y caminando hacia el salón—. Le hemos llevado a su habitación para que esté más cómodo. Ahora está durmiendo.

Rukia se quitó también el abrigo y lo dejó en el recibidor. Se descalzó sus botines y caminó hacia la mesa donde se había sentado Isshin.

—¿Es grave esa fiebre?

—No. Es sólo que su cuerpo está inestable. Seguramente mañana habrá recuperado la temperatura normal. Solo tiene que descansar.

Rukia asintió a pesar de que Isshin no la miraba. Ojeaba algunos papeles que tenía esparcidos por la mesa. Se dio cuenta de que eran los mismos que le había visto por la mañana. Desde ahí, más cerca que antes, ya no tuvo tan claro que fueran facturas, pero no le dio importancia.

—Isshin-san, yo...

—No vas a quedarte aquí, ¿verdad? —le cortó el mayor dirigiendo la mirada hacia ella—. No traes nada. Ninguna maleta ni ninguna mochila. Dudo que sea porque se te haya olvidado traerla.

La morena suspiró y miró hacia otro lado.

—Es verdad. No voy a quedarme. Lo he estado pensando y creo que lo mejor es que me vuelva a mi piso. Así el podrá dormir más tranquilo. No quiero agobiaros teniendo que ponerme alguna cama en otra habitación.

Kurosaki respiró hondo, cruzándose de brazos y apoyando la espalda en el respaldo de la silla.

—Si no te hubiera dicho que ahora está en su cuarto, ¿qué me dirías? ¿Qué excusa me darías? ¿Qué no puedes dormir sola en la cama de Ichigo o que el sillón que hay en las habitaciones de la clínica son muy incómodas?

Rukia lo miró notando el sarcasmo en su voz. No le reprochaba nada. Ahora que Ichigo estaba mal, ella decidía irse. Nunca había tenido nada parecido a un suegro pero no tenía que ser muy lista para saber que no había empezado con buen pie en aquella relación. Quizá el primer paso sí que había sido bueno. Éstos últimos parecían caminar por una cuerda floja donde un pequeño traspié podía hacer que cayera desde una gran altura.

—No te daría ninguna como tampoco voy a seguir haciéndolo —contestó Rukia con toda la estabilidad emocional que pudo encontrar. Su hermano estaría orgulloso de ella sino se enteraba nunca de lo que le había prometido a su tío—. Me tengo que ir. Debo irme sería lo correcto.

Isshin frunció el ceño.

—¿También “debes” romper la relación que tienes con mi hijo? —preguntó observando como ella apretaba la mandíbula sin apartarle la mirada. Deseó poder decirle lo que le había contado Ichigo pero no quería hacerlo ahí. No cuando él estaba durmiendo en la planta de arriba. No le había prometido nada pero en parte sentiría como si le estuviera fallando—. No me sigas mintiendo, por favor.

—Sí que debería… —susurró recordando todo lo que le había dicho Shinrei. Percibiendo aquella amenaza de hacer daño a Ichigo por toda su piel— pero le quiero. Amo a su hijo, Isshin-san. Estar con él es lo único que me hace feliz en esta vida que parece que se me derrumba y se me echa encima —sintió como sus ojos le picaban. Se retuvo ya que no quería volver a llorar. Había estado todo el tiempo en su piso esperando que sus ojos dejaran de estar rojos antes de salir a la calle—. Cuando le he visto esta mañana… he sentido que me dolía hasta el alma. El saber que está mal y no poder hacer nada por él me mata por dentro.

El mayor agachó la mirada con pesar al escuchar como describía su vida. De no haber sabido la información que sabía no la hubiera entendido. Sin embargo, el conocer el estado de salud de su padre le hizo experimentar una sensación de dolor y ahogo en el pecho. Quiso decirle algo de eso cuando Yuzu bajó por la escalera.

—Rukia-chan —la llamó y se acercó a ella para abrazarla. La morena le devolvió el abrazo sintiendo a través de él como la pequeña temblaba levemente y sollozaba. Ésta alzó la cabeza para mirarla con ojos tristes—. Oni-chan está durmiendo en su habitación. No podrás dormir ahí pero ahora mismo te ponemos una cama en la nuestra —miró a su padre—. ¿verdad, papá?

Los dos mayores intercambiaron una mirada. Rukia creyó que él no diría nada, y dejaría que fuera ella la que tendría que soltar alguna mentira, cuando Isshin respondió sorprendiéndola de que fuera él quien mintiera para no hacerla sentir peor.

—No hará falta, Yuzu —esbozó una pequeña sonrisa para que viera que todo estaba bien—. Ella se va a ir para que podamos estar más pendientes de Ichigo pero se pasará todos los días para estar con él.

La pequeña volvió a mirarla sin sorprenderse mucho por la decisión que estaba tomando Rukia.

—No estorbas, Rukia-chan —dijo con una voz que a la morena no le pareció que fuese para convencerla sino para que lo supiese.

Ella no supo que decir. ¿Gracias? ¿Lo sé? Ninguna de esas respuestas sería correcta después de sentir el cariño que le habían dado en aquella familia. Era capaz de ver algo de Ichigo en cada uno de ellos.

Esbozó una sonrisa y se separaron del abrazo. Sin mirar a ninguno de los dos caminó hacia las escaleras y subió para llegar al cuarto de su novio. Abrió lentamente para no hacer ningún ruido y cerró de igual forma. Karin, que escurría un trapo en un recipiente con agua, giró la cabeza hacia ella.

—Hola Karin.

—Hola —saludó colocando el trapo en la frente de su hermano. Las dos hablaron con voz susurrada para no alterarlo.

Rukia se acercó y Karin se levantó del filo de la cama, donde estaba sentada, para que se pusiera ella. La poca luz que había era la que entraba por la persiana medio bajada y ésta daba de lleno a la cama. Se sentó y se abstuvo de tocarlo para no perturbar su sueño. En ese momento, agradeció no poder verle el rostro ya que se hubiera vuelto a poner a llorar de tan culpable como se sentía. Pero escuchar su respiración irregular la torturaba. No se parecía en nada a la suave y pausada respiración que notaba cerca de ella cuando dormía a su lado.

Karin se metió las manos en los bolsillos y se apoyó en una de las puertas del armario observando la escena en silencio. Quería hablar con ella pero el ambiente que había en aquella habitación la detenían. Pensó en irse y dejarla sola con él, como si aquél momento fuera íntimo y ella estuviera estorbando. Sin embargo, no quiso hacerlo. Podía ser la novia de su hermano pero personalmente no la conocía de nada. La sola idea de marcharse y alejarse de  Ichigo, le hizo darse cuenta que su sentido de protección había aumentado, aunque no supiera a ciencia cierta de quien tenía que protegerle.

—Esta mañana —rompió Rukia el silencio con voz bajita, al notar la mirada de la pequeña en ella todo el rato—, me escuchaste hablar con mi hermano. Es abogado. Quise que supiera lo que le ha pasado a Ichigo para que pueda ayudarlo en lo que fuera posible —giró el rostro hacia ella. Sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad y fue capaz de verla—. Si se entera de algo me lo hará saber.

Karin le mantuvo la mirada dándole igual que su padre se hubiera ido de la lengua.

—La policía ha venido antes a tomarle declaración. Les resulta muy extraño todo esto ya que por aquí no es muy habitual esta clase de delincuencia. Han sido profesionales, está claro. Mi hermano pelea bien.

—Los pillarán —dijo Rukia nada convencida. No iban a atraparlos, eso ya lo sabía. Regresó la mirada a Ichigo—. Ya lo verás. Pagarán por esto.

La pequeña supo que lo decía para consolarla o para decir algo que diera ánimos, pero ella ya no se tragaba esas cosas. A Yuzu podrían seguir diciéndole palabras que la aliviaran, mentiras para hacerla sentir mejor. A ella no.

—¿Te quedarás a dormir en nuestra habitación?

Rukia suspiró.

—No. Vuelvo a mi piso para no molestar. Aunque voy a venir todos los días.

—¿Por qué te alejas de él ahora que te necesita? —le preguntó frunciendo el ceño pero manteniendo el mismo tono de voz bajo.

—No me estoy alejando de él.

—Claro que sí. ¿Por qué no te quedas aquí entonces?

—Es complicado.

Karin negó con la cabeza.

—Yo no sé lo que es estar enamorada pero… si la persona que quiero estuviera mal, no me separaría de él.

Rukia sonrió ante un bonito recuerdo.

‘Estoy completamente enamorado de ti’

—Yo tampoco sabía lo que era estar enamorada hasta que conocí a tu hermano —acercó sin pensar sus dedos a la mano de él que tenía más cerca y acarició sus vendas y no su piel para no despertarlo—. Sé que no me entenderás y yo no voy a explicártelo pero… estoy protegiéndolo. A pesar de que ahora parezca que llego tarde, lo estoy haciendo. No me voy a separar de él, solo no viviré con él.

La Kurosaki arrugó la frente.

—Tienes razón, no lo entiendo.

Rukia se levantó y la miró.

—Espero que nunca tengas que decidir entre lo que debes y lo que quieres hacer, Karin —le deseó antes de mirar a Ichigo por última vez—. Mañana volveré a venir.

Caminó hacia la puerta y cuando iba a abrirla la voz de Karin la detuvo.

—Ichigo lo sabía —observó como Rukia se volteaba hacia ella—. Sabía que no te ibas a quedar a vivir aquí. ¿Sabes que nos dijo a los tres cuando lo ayudamos a subir a la habitación? Que no nos enfadáramos contigo por eso y que no te acorraláramos con preguntas —vio como la mayor bajaba la cabeza—. Nunca había escuchado a mi hermano hablar de esa manera sobre una chica. Está muy enamorado de ti, Rukia. Los tres lo sabemos. No le hagas daño, por favor.

Rukia apretó los dientes y contrajo el rostro intentando que las lágrimas no salieran. Notó que una se escapó y cayó al suelo sin pasar por la mejilla.

—Gracias por contármelo —murmuró antes de salir de la habitación y cerrar la puerta tras ella.

Se apoyó y miró hacia el techo respirando hondo y soltando el aire por la boca.  A pesar de cómo estaba Ichigo aún seguía protegiéndola. El descerebrado de su novio siempre estaba varios pasos por delante de ella. Se merecía que ella hiciera lo que estaba haciendo por él. Ya le daba igual su propia seguridad, si era Kuchiki o Ukitake, le daba igual. Si conseguía que Ichigo, el chico del que estaba enamorada, estuviera a salvo, todo merecería la pena.

Respiró hondo y se obligó a salir de esa casa donde, por la mañana, se había despertado con la esperanza de que cualquier cosa saldría bien.

Cuando llegó abajo, Isshin la estaba esperando en la entrada con el abrigo puesto.

—Te llevo en coche que ya es muy tarde.
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Las clases habían empezado y los pasillos estaban desiertos, salvo por algunos profesores que no les tocaba hasta la próxima hora o por alumnos que salían para ir al baño. Senna deseó poder salir del aula aunque fuera solo unos minutos, pero sabía que de hacerlo y volver a entrar aumentaría lo que ahora quería eliminar. Las miradas de sus compañeros.

Algunos la observaban de reojo pensando que ella no se daba cuenta. Sentía aquellos ojos clavados en su pequeña cicatriz en la frente que estaba sonrosada y casi podía oír sus pensamientos.

Antes de entrar al edificio, cruzando el patio junto a Nozomi, ya había notado las miradas y los cuchicheos entre la gente. “Esa es la chica que se desmayó en el partido” “¿La que quiso suicidarse?” “¿Has visto la herida de la frente?” “Pensaba que ya no iba a volver” “Yo no podría”.

En su propia clase había sido más de lo mismo. Le habían preguntado como estaba, que fue lo pasó… y siempre respondía igual. Tensión baja. Luego volvía a oír los mismos murmullos hablando de ella.

Se alegró que los amigos de Ichigo no hicieran nada de eso. No la miraban como si fuera un bicho raro ni cuchicheaban. Supuso que ellos sí que sabrían realmente que fue lo ocurrió. La cantidad del medicamento que había tenido en la sangre.

Echó un vistazo a la mesa de al lado y suspiró. Ichigo no había venido. En parte se alegraba de no sentirse peor si lo veía pero por otro lado, le hubiera gustado encontrarse con él y poder decirle en persona que sus padres hoy iban a hablar con el director sobre su decisión de cambiar de instituto.

Tatsuki hacía garabatos en su libreta sin prestar demasiada atención al profesor. Ya le había comentado a éste y al grupo que Ichigo estaba resfriado y que faltaría unos días. No obstante, a sus amigos, no les había dicho que notó extraña la voz de Karin cuando la llamó. Cuando le preguntó que es lo que le pasaba tardó un rato en responderle que era un resfriado. Ella no quiso indagar en el tema pero conocía a la pequeña y sabía que no era de las que titubeaban o no eran directas.

Sonó el timbre del final de la clase y se levantó de su asiento como muchos otros alumnos. En los pasillos empezó a escucharse el ruido habitual.

—Chicos —les dijo al grupo viendo como se reunían para hablar—. Voy a hablar con Shiba para decirle lo de Ichigo.

—Vale, Tatsuki-chan —habló Inoue antes de que su mejor amiga caminara hacia la puerta de la clase.

—Estoy intentando llamar a Ichigo o dejarle un mensaje pero me dice que está fuera de servicio —comentó Mizuiro.

—Quizá esté sin cobertura —opinó Keigo.

—¿En su propia casa?

—Quizá Kuchiki sepa como está —sugirió Chad.

—Claro que lo sabrá, es su novia —dijo Inoue—. Lo que pasa es que no tenemos su número. No se lo pedimos.

—Pues vamos esta tarde a verlo y ya está —animó Keigo.

—Está enfermo, no creo que quiera que vayamos a molestarlo —contestó Ishida con los brazos cruzados.

—¿Ichigo está enfermo?

Todos se voltearon hacia Senna que se había acercado a ellos y había escuchado sin querer la última frase.

—No es nada grave, solo está resfriado —respondió Inoue.

La pelivioleta asintió.

—¿Tú como estás? —preguntó Ishida por educación.

—Mejor —esbozó una pequeña sonrisa—. Ya no me mareo ni nada aunque a veces me pica la cicatriz.

—Es normal —comentó Keigo—. Una vez me hice una herida en el codo y cuando me salió la costra no dejaba de rascarme de lo que me picaba. Siempre volvía a abrir la herida y no se me curó hasta pasados dos meses.

—Eso es porqué no sabes controlarte. Tendrías que aprender —le indicó Mizuiro tecleando en el móvil.

Keigo le miró de reojo.

—Seguro que no soy al único que le pasa —miró a Chad—. A ti también ¿verdad?

—No, yo me controlo.

—¡¿Qué sois? ¿Don perfectos o que?!No sois normales, tíos. Lo normal es rascarse.

—¡Yo me rasco! —exclamó Inoue contenta levantando el brazo.

Keigo se levantó de la silla para ir a ella y abrazarla.

—¡Somos tal para cual! ¡Vente conmigo!

Ishida le cogió del cuello antes de que llegara hasta ella.

—Alto ahí.

Senna se rió por lo bajito dándose cuenta de que era la primera vez que se reía con aquél grupo. Nunca se habían llevado del todo bien, incluso cuando era la pareja de Ichigo. No obstante, en ese preciso momento, pensó que quizá había sido ella la que no se había dado una oportunidad de conocerlos. Ahora ya era tarde.

—Ishida —vio como éste soltó al castaño y se giró hacia ella igual que los demás—. Gracias por haberme llevado al hospital de tu padre.

Uryuu se colocó bien las gafas.

—No me las des. Deberías dárselas mejor al padre de Kurosaki, que fue quien llevó el coche a toda velocidad para llegar cuanto antes.

—Lo haré —susurró antes de alejarse y volver a su mesa.
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—¿Cómo es eso de que Rukia dejará de ser una Kuchiki? —preguntó Yoshino con la frente arrugada después de escuchar como su marido, nada más entrar en el salón donde el desayuno estaba servido, le había soltado de sopetón esa noticia.

—Lo que has oído, querida —se sentó e indicó a una criada que le sirviera el café caliente con un poco de leche—. Será este viernes. Cuando ella acabe el contrato laboral del trabajo que está haciendo ahora.

La mujer, que estaba sentada enfrente de él, frunció el ceño.

—¿Se puede saber como lo has conseguido?

—Tu marido es muy bueno cuando se trata de influir en las personas —sonrió cínico—. Hablé con ella y le conté todas las ventajas que podría tener si dejaba esta familia.

—¿Qué ventajas?

—Alejarse de nosotros, ¿te parece poco? —soltó una carcajada—. No nos soporta. Tenemos que acabar con esta relación tan tirante. Ella no es de la familia Kuchiki. Ya era hora de que nos abandonara.

Yoshino bebió de su zumo de naranja observándole con los ojos entrecerrados por el filo de la copa. Shinrei radiaba felicidad.

—Algo me dice que vas a ser tú el que no te vas a alejar de ella.

El hombre la miró esbozando una sonrisa ladeada.

—¿Por qué piensas eso? ¿Por lo que dije que me gustaría que bailara para mí? No me puedes negar que Rukia es preciosa.

Ella dejó la copa en la mesa y empezó a cortar con el cuchillo las tortitas de avena que le habían preparado.

—No lo sé, no estoy muy puesta en la belleza femenina. No me interesa ni me atrae.

—Pero eso se ve —agarró una tostada y la mermelada—. Cuando sea Ukitake de nuevo ya nada puede impedirme a ofrecerle que me haga un baile.

—Ella no va a acceder.

—Seguro que sí. Todos tenemos un precio y el suyo iría directo al hospital. Necesita el dinero.

Yoshino tragó la comida y lo miró seria.

—Espero que no hayas hecho nada mientras sigue siendo una Kuchiki —observó como Shinrei pegaba un mordisco a la tostada mientras la miraba—. Sabes que a la familia no le gusta que hagamos cosas indebidas y mucho menos a los propios miembros.

El hombre dejó de masticar.

—Sé de sobra lo que le gusta o no a la familia. Yo soy un miembro directo. Tú tienes ese apellido porqué eres mi mujer.

—Te recuerdo, querido —soltó con sorna— que formo parte de otra de las casas nobles de este país. Mi relación contigo es la que mantiene la cordialidad entre las dos familias. Comete un error y haré que los Kuchiki, y sobretodo tú, pierdan su prestigio.

—No lo harías mientras siguieras casada conmigo. Te hundirías junto a mí. Sé de sobra que el dinero que tienes ahora no lo tendrías si te separaras.

Yoshino sonrió falsamente.

—Por eso te he dicho que espero que no hayas hecho nada mientras sigue siendo una Kuchiki. No tengo ganas de tener que verme en ningún juicio.

Shinrei miró su plato y su tostada a medio comer recordando todo lo que había hecho. Las fotos, las cámaras, la vigilancia, la paliza, la amenaza…

—No he hecho nada.

—Muy bien. Me alegro.

La mujer acabó de comerse las tortitas disfrutando internamente del miedo que le había metido en el cuerpo a su marido. Contemplaba como éste comía lento, sumergido en sus propios pensamientos. Tenía ganas de gritarle a la cara: ¡Puto mentiroso!

—Pero también tengo que decirte —dijo Shinrei— que una vez deje de ser una Kuchiki, pienso acercarme a ella de una manera más íntima.

Ella se levantó después de limpiarse los labios con una servilleta.

—Me da igual lo que quieras de Rukia cuando vuelva a llamarse Ukitake. Que la pagues por bailar, por acostarse contigo, me importa poco. Nosotros nunca nos decimos lo que hacemos en nuestra vida privado ¿no?

Shinrei la miró con el rostro serio.

—No. Cada uno hace lo que quiere.

—Exacto —dio media vuelta y caminó hacia la escalera—. No vuelvas a sacarme este tema.
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Mashiro se sentó en la mesa mirando hacia Kensei, que sonreía divertido mientras observaba el resultado de la sesión que acababan de tener con uno de los grupos. Precisamente, en el que estaba la chica peliverde que se había acercado a él al terminar.

—¡Que guapa salgo!

—Eres muy guapa —la tuteó desde que ella se lo había pedido—. Mira como se proyecta la luz en tu rostro.

La chica sonrió pícara cruzando las piernas sin dejar de mirar al mayor. No tenía ni idea sobre que luz hablaba. Ella solo podía ver las masculinas facciones de su atractivo jefe.

—Cuando esta semana termine —empezó a decir Mashiro jugueteando con un lápiz que había en la mesa—, podríamos ir a cenar o a tomar algo. ¿Qué te parece?

Kensei la miró con la misma sonrisa que ella.

—¿Y por qué cuando esta semana termine? ¿Por qué ya no seré tu jefe?

—Claro. Ante todo, yo soy muy profesional.

—Me parece correcto. No me gustaría que pensaran que voy a poner más fotos tuyas en la exposición porqué he salido a cenar contigo.

Ella se rió coqueta.

—¿Vas a poner más fotos mías?

—Eso es un secreto —bromeó Kensei—. Acepto la invitación.

—¿En serio? —preguntó con los ojos abiertos igual que la sonrisa.

—Claro. Voy a estar deseando que esta semana termine de una vez para quedar contigo.

Mashiro se rió de nuevo y bajó de un salto de la mesa. Sin decir nada se fue caminando hacia los vestuarios de las chicas moviendo intencionadamente las caderas. Giró la cabeza hacia atrás y lo pilló mirándola. Se sonrieron como si tuvieran un secreto entre los dos y siguió su camino.

Al entrar, buscó con la mirada a las dos amigas que había hecho allí y las encontró sentadas cada una en un tocador.

—¡Chicas! ¡Chicas! —exclamó acercándose corriendo y esquivando a las demás. Se sentó en el de al lado de Kiyone, que estaba libre. Notó que ésta la miraba esperando lo que tuviera que contar mientras Rukia mantenía los ojos bajos, en un punto de su espejo. Habló en susurros para que nadie más lo oyera—. Le he propuesto una cita a Kensei para cuando acabe esta semana y ha aceptado.

Kiyone sonrió contenta.

—Estaba más que claro que iba a aceptar, ya te dijimos como te miraba.

—¡Sí! —exclamó Mashiro moviendo los brazos entusiasmada. Observó de nuevo a Rukia y se percató que no se había movido—. ¿Qué le pasa?

—No lo sé —la más joven también la miró—. Lleva todo el rato así. Está como en otro mundo.

—Rukia, ¿estás bien?

La morena no la escuchó. Había pasado una noche horrible en aquél piso que ahora le parecía una cárcel. No pudo dormir casi nada y cuando lo conseguía, las pesadillas donde aparecía un Ichigo ensangrentado y su padre en la cama del hospital, la despertaban más alterada de lo que ya estaba.

Pasó por su cabeza la idea de llamar a Renji y que cuando saliera de Bleach, pasara a dormir a su piso para acompañarla. Sin embargo, la amenaza de Shinrei, en la que la obligaba a vivir ahí sin su novio, le hacía entender que no quería que durante esa semana viviera ni durmiera con nadie más aunque solo fuera para hacerle compañía.

Intentó por todos los medios olvidarse de todo y poder dormir pero no podía. Para olvidarse de todo antes bailaba y de lo agotada que venía se dormía. Luego Ichigo lograba que pensara sólo en él, incluso no tenía pesadillas. Ahora, en esa cama y en ese piso,  donde se sentía demasiado sola y su cabeza no paraba de dar vueltas, era incapaz de conciliar el sueño.

Supo que la conversación con Isshin era lo que más alterada la tenía. Como si aquél tic tac, que le había parecido escuchar una vez Shinrei se había marchado de su piso, no había sido para ella.

FLASHBACK

—Te llevo en coche que ya es muy tarde.

Rukia se mordió el labio inferior pensando que no quería que el padre de Ichigo viera el edificio donde vivía. Al darse cuenta de que ya era de noche, el pensamiento se esfumó.

—Vale, gracias.

Isshin esperó que ella se pusiera el abrigo, la bufanda y los botines, y salieron fuera hacia un garaje exterior donde tenía el coche. Entraron dentro y arrancó. Después de que Rukia le dijera la calle, se puso en marcha.

El silencio era incómodo pero dentro de ella deseaba que siguiera así hasta que saliera del vehículo. No ocurrió como deseó.

—Me gustaría hablar contigo sobre algo y que no se lo dijeras a Ichigo.

Rukia giró la cabeza para mirarlo extrañada.

—¿Por qué? No quiero guardarme cosas con él. Ya no.

—Me hizo prometer que no te diría nada y, aunque no lo prometí… —la miró unos segundos antes de volver la vista a la carretera—, no quiere que piense ni que le he fallado ni que él te ha fallado a ti.  Me lo contó porqué vio que necesitaba saberlo. Ver a mi hijo de esa manera ha sido un impacto muy grande.

La joven miró hacia el frente respirando hondo.

—Sería imposible pensar que Ichigo me ha fallado. No le diré nada —suspiró apoyando la cabeza en la fría ventana—. ¿Qué te ha contado?

—Que formas parte de una de las familias nobles más importantes del país. Que le han hecho eso porqué quieren que dejes de ser una Kuchiki —aprovechaba que no había casi nada de tráfico para poder ir lento y tener más tiempo para hablar con ella—. ¿Es eso cierto?

'Yo también estoy cansado de estos juegos y es precisamente por eso que ordené que le dieran ese sustito a tu novio'

'¡¿Y que es lo que quiere?!'

'Que deje de ser una Kuchiki, cuanto antes. No me gusta esperar y estoy siendo muy paciente con usted.'

'¿Y si no dejo de serlo?'

'Pues su querido novio sufrirá las consecuencias.' 

—Sí —susurró—. Por eso te he dicho antes que debería alejarme de él, definitivamente, pero ahora ya no le harán nada.

—¿Cómo lo sabes?

—Porqué voy a dejar la familia. Tendría que haberla dejado mucho antes —se tapó la cara con las manos—. Antes de que pegaran a Ichigo.

Isshin la miró brevemente.

—¿Será algo malo para ti dejar de ser una Kuchiki?

—No lo sé —mintió—. Yo solo quiero que no vuelvan a acercarse a Ichigo.

El mayor resopló y dejó el coche aparcado en doble fila en la calle que le había indicado. Miró a su alrededor, lo que las farolas le dejaban ver, y se dio cuenta de que no era uno de los mejores barrios.

—¿Aquí vives?

Rukia se destapó la cara y miró por la ventana. Ni siquiera se había dado cuenta de que el coche se había detenido.

—Sí, gracias por traerme, Isshin-san.

—Espera —la detuvo antes de que abriera la puerta—. Me gustaría hablarte de otra cosa antes de que te fueras.

—Dime —dijo Rukia sin mirarlo.

Kurosaki se pasó la mano por el pelo nervioso. Era un tema delicado de tratar después de todo lo que había ocurrido. Dudó si decírselo o no, al fin y al cabo él no era el médico responsable. No obstante, sabía que en el hospital no le iban a decir nada hasta que no tuvieran los resultados de más pruebas. Su deber como doctor le obligaba a hacerle saber aquella información de la que él era conocedor. 

—Tu padre es Ukitake Jushiro, ¿verdad?

Rukia se giró hacia él de forma inmediata. No se esperaba eso.

—¿Cómo lo sabes? ¿También te lo ha dicho Ichigo?

—Él me dijo que tu verdadero apellido era Ukitake. Me sonó mucho el nombre hasta que recordé de que me sonaba.

—¿Lo conoces?

—En persona, no, pero me han hablado de él.

—¿Quién?

—Su médico responsable, Syunsui Kyoraku. Es amigo mío de la facultad y me llamó el otro día para contarme que estaba preocupado por un caso en concreto. El suyo.

Rukia se puso más nerviosa aún. Que alguien estuviera preocupado no auguraba nada bueno.

—¿Qué te contó?

Isshin se sentó mejor en el asiento para mirarla a la cara y para decirle lo que tenía que contarle de una forma tranquila. En las prácticas de la carrera, te enseñaban a saber dar noticias a los familiares de la mejor manera posible. Era algo que tenía que hacer el médico y lo tenía que hacer bien. Que la persona a quien debía decírselo fuera la novia de su hijo no ayudaba mucho.

—Rukia-chan, tu padre no está reaccionando bien al nuevo tratamiento —respondió poco a poco viendo el dolor reflejarse en la cara de la chica—. Se lo han quitado pero su cuerpo está fallando. Le están haciendo pruebas sin llegar a ninguna conclusión que les diga que le ocurre. Están haciendo todo lo que pueden.

La morena estaba en shock. Entreabría la boca para hablar pero no podía vocalizar nada. Se había quedado completamente paralizada, como si alguien le hubiera advertido que si se movía se rompería en mil pedazos.

—Si sigue así y no se averigua ningún tratamiento nuevo que puedan hacerle, tu padre… —se calló apretando los dientes al no poder decir esa palabra.

Rukia no necesitó oírla.

FIN FLASHBACK

Ni siquiera recordaba como salió del coche o como subió a su piso. Vagamente tenía la sensación de que Isshin la había acompañado.

—Houston, tenemos un problema —dijo Mashiro chasqueando los dedos enfrente de su cara—. Tierra llamando a Rukia.

La morena parpadeó y miró a la peliverde algo desorientada.

—Perdón, hoy no estoy muy bien.

—Ya lo vemos.

—¿Qué te ocurre? —preguntó Kiyone—. Con lo contenta que estabas los otros días.

Rukia se llevó una mano a la nuca. Tenía los músculos entumecidos.

—Mi novio está enfermo. No es grave pero estoy preocupada.

—Oh, vaya. ¿Está resfriado? En esta época es muy común.

—Tú dale mucho calor y amor y ya verás como se pone bueno enseguida —intentó animarla Mashiro.

Rukia no pudo ni fingir una sonrisa pero asintió con la cabeza repetidamente.

—¿Rukia Kuchiki? —llamó una mujer mayor desde la puerta del vestuario.

Ésta se giró y se levantó.

—Sí, soy yo.

—Acompáñeme, por favor.

La morena arrugó la frente y caminó hacia ella sintiendo las miradas de las demás chicas sobre ella. Cuando salieron, la mujer la guió hasta donde estaba Kensei, sentado en una mesa junto a un ordenador.

—Señorita Kuchiki, siéntese. Me gustaría hablar con usted.

—Claro —vio a la mujer marcharse y antes de sentarse rezó por qué no pasara nada con su trabajo. No podría aguantar ninguna otra noticia mala—. De que quiere hablar.

Kensei le sonrió educado.

—No te preocupes. Es solo que me he enterado de algo y quiero que usted me lo confirme.

—Usted dirá —dijo algo cansada de que todo el mundo se enterara de 'algo' sobre ella.

—¿Es cierto que forma parte de una familia noble de Japón?

Rukia se mojó los labios absteniéndose de rodar los ojos.

—Sí, es cierto, pero quiero decirle que no pertenezco realmente a la familia. No llevo su sangre ni estoy casada con ninguno de ellos. Es una larga historia.

—Ya veo. Realmente a mí me da igual si pertenece o no a esa familia. Sin embargo, espero que entienda que me siento algo engañado cuando me pidió que la avisara si la contrataba antes que a los demás por qué era algo urgente. También me dijo que necesitaba el dinero.

La morena abrió los ojos asustada.

—¡Eso era verdad! Yo no gano nada de ellos, jamás me han dado dinero. Tendré su apellido pero voy por mi cuenta y no le mentí cuando le dije que era urgente y necesitaba trabajar. Confíe en mí, por favor. No era mentira.

Kensei levantó las manos.

—Está bien, está bien, cálmese. La creo.

Rukia soltó todo el aire que había retenido. Cuando pasó un rato en la que él dejó que se calmara, pensó que quizá que lo supiera podría facilitarle las cosas en un asunto que se le había pasado por la cabeza desde que había firmado el contrato.

—Este viernes volveré a utilizar mi anterior apellido. Ukitake. Si fuera posible…

—Quiere que ponga Rukia Ukitake en la exposición y no Kuchiki —le sonrió—. ¿Es eso?

—Sí, me haría más ilusión ver mi verdadero nombre.

El fotógrafo asintió.

—Mucha gente daría lo que fuera por ser miembro de esa familia noble y usted, a pesar de que pensarían que es una afortunada, no parece contenta. Creo que sería el claro ejemplo de que las apariencias engañan.

—Estoy de acuerdo —susurró Rukia.
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Hagiwara estaba ordenando unos papeles en su mesa mientras escuchaba a Byakuya hablar con unos clientes dentro de su despacho. Eran los mismos con los que habían ido a cenar la otra noche. Ella había estado en lo cierto de que el mismo lunes los iban a tener en el bufete, deseando que Kuchiki les llevara el caso.

Ella dejó de ordenar y suspiró mirando por la ventana. Ahora entendía porqué Byakuya había estado tan mal y absorto en sus pensamientos. Después de que ayer se decidiera a contarle todo lo que estaba pasando, ya era capaz de comprenderle. Eran temas delicados, sobretodo lo último que le había dicho con respecto a la llamada de su tía. Al novio de la hermana de su difunta esposa le habían dado una paliza y ella tenía las pruebas.

Mio empezó a morderse la uña inconscientemente pensando que no se podía ser más ruin. Tanto su tío por hacer eso como la mujer por encubrirlo. Durante el año que llevaba trabajando para el bufete, habían llegado varios casos parecidos, pero al no tener pruebas con los que poder acusar, Byakuya nunca aceptaba tirarlo hacia delante. Era un caso perdido.

No conocía personalmente a Rukia, la chica que él tanto quería proteger, pero tenía ganas de verla para darle aunque fuera un abrazo. Sabía que lo tendría que estar pasando muy mal y más con su padre en coma. Sintió pena por ella.

Sonó el interfono que tenía en la mesa y le dio a un botón para hablar.

—¿Sí, señor?

—Puede traernos los documentos que tienen que firmar, por favor.

—Ahora mismo, señor —dejó de mantener el botón y se levantó.

Se colocó bien la falda de tubo negra y agarró una de las carpetas que tenía preparada. Caminó hacia la puerta y picó por educación antes de entrar. Sonrió a los clientes y le entregó la carpeta a Byakuya.

—Aquí tiene.

—Gracias, señorita Hagiwara.

Ella se giró a los otros dos hombres y les habló en inglés.

—¿Desean alguna cosa, señores? ¿Café, té?

—No, muchas gracias.

Hizo una reverencia antes de marcharse del despacho y cerrar la puerta. Volvió a su mesa sonriendo, imaginándose que llegaría un día en el que les resultaría más extraño llamarse señor y señorita que por su nombre. Se sentó y recordó cuando llegaron al hotel después de que ya no hubiera secretos entre ellos. Habían dado un paso muy grande hacia delante los dos juntos. En su puerta, se dieron un largo abrazo y sintió un leve beso en el cuello que hizo que su piel se estremeciera.

Después, se separaron y observó como caminaba hacia su habitación. Apretó los labios y el manillar para no salir detrás de él y pedirle que durmiera con ella esa noche. Necesitaba abrazarlo durante más tiempo y poder susurrarle que ya no tenía que sentirse solo. Nunca más.
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Ichigo estaba en el sofá, sentado con cojines en la espalda, viendo la tele sin prestarle nada de atención. Se había despertado sin fiebre y se encontraba un poco mejor de no ser por el dolor que sentía al respirar hondo. Las heridas en el rostro ya las había tenido en otras ocasiones igual que la de los nudillos, pero cuando se había visto en el espejo del baño casi ni se reconoció de las vendas y las tiritas que llevaba encima. En el rostro, el pecho y las manos. Parecía una momia.

No le sorprendía que su familia, al ayudarlo a bajar por las escaleras, se le quedasen mirando con preocupación. Yuzu había insistido en quedarse en casa para estar con él pero le había convencido de que no hacía falta. Le dejó la comida hecha para que solo tuviera que calentársela y se fueron las dos a clase. Su padre se quedó con él hasta que tuvo que irse a atender a unos ancianos en sus casas ya que no podían moverse.

Agradeció que ninguno de los tres sacara el tema de Rukia. Solamente Karin le había dicho que vino para ver como estaba y para decir que no se iba a quedar ahí. Él ya lo sabía. Le hubiera gustado estar despierto cuando vino pero el decirle su hermana que hoy vendría le hizo sentir un poco mejor. Solo un poco. La sensación de intranquilidad que tenía por todo el cuerpo nada tenía que ver con su dolor físico.

¿Dónde había dormido? ¿En su piso o en el de Renji? Deseaba que fuera en el segundo sitio.

Escuchó el timbre de su casa y se levantó como pudo haciendo una mueca de dolor en el rostro. Caminó despacio hasta la puerta y abrió encontrándose con Rukia. Se alegró de verla y más al observar como su cara, que en un principio transmitía tristeza, se iluminó al verlo ahí de pie.

—¡Ichigo! —se abalanzó hacia él para abrazarlo. Éste enseguida gruñó de dolor y ella se apartó preocupada—. Ah, perdona, perdona, ¿te he hecho daño?

El ojimiel sonrió levemente suspirando por pinchazo que había sentido y cerró la puerta.

—No, tranquila. Solo no me abraces tan fuerte.

Ella también le sonrió aliviada. La primera sonrisa verdadera de todo el día. Le abrazó con más cuidado sin apretar nada su cintura ni dejar su peso. Solo quería sentir su calor. Como si fuera un sol en el que poder sostenerse.

—Que alegría verte mejor. ¿Ya no tienes fiebre? —le preguntó notando los brazos de él alrededor de sus hombros y como sus manos le acariciaban el cabello.

—Ya no tengo. Lo que más me duele son las costillas al respirar pero me iré poniendo bien —se apartó—. Vamos al sofá, no puedo estar mucho rato de pie.

—Claro —dijo Rukia viendo como Ichigo iba hacia allí lentamente mientras ella se quitaba el abrigo, el bolso y los zapatos.

—¿Cómo te ha ido el trabajo?

La morena se acercó y se sentó a su lado mirando hacia él. Alzó los hombros y negó con la cabeza. La verdad era que hoy no le había tocado ser fotografiada. Seguramente, pensó, sería porqué Kensei había visto la cara que llevaba.

—No ha sido uno de mis mejores días —le agarró de la mano y le acarició las vendas de los nudillos.

—No es la primera vez que estoy así —comentó Ichigo refiriéndose a las heridas.

—Pero si es la primera vez que yo te veo de esta manera y encima por mi culpa.

—Me voy a enfadar como digas eso otra vez, enana.

—¿Cómo has dormido? ¿quieres que te prepare algo? —se puso de rodillas en el sofá y hundió sus dedos en el cabello naranja—. ¿Te doy un masaje?

Ichigo se fijó en su rostro. En sus ojos cansados y apagados, en la palidez y en las ojeras marcadas. Notaba sus dedos en el pelo pero no había fluidez, eran movimientos torpes y rígidos como la forma en la que se movía todo su cuerpo. Levantó los brazos como pudo y le agarró por las muñecas para que parara. Observó como en un segundo se dejaba caer, sentándose encima de sus propios pies. Así parecía aún más pequeña de lo que era.

—Sabía que no te ibas a quedar aquí —dijo Ichigo colocando una mano debajo de su barbilla para alzarle el rostro—. ¿Dónde has dormido?

Rukia le agarró otra vez la mano entre las suyas como si necesitara algo que la anclara en ese lugar. Se sentía cansada y con ganas de dormir.

—En mi piso.

Ichigo frunció el ceño.

—¿Por qué? Nos fuimos de ahí porqué no podíamos estar cómodos ¿y ahora te quedas allí? Al menos podías quedarte con Renji.

—Ya no hay cámaras.

—Rukia.

—Enserio —lo miró a los ojos para que la creyera—. Ya no hay ninguna.

—¿Cómo lo sabes? 

—Por qué sí. Ya te lo decía antes de irnos. Al volver, me di cuenta de que estaba a gusto. Ya no me sentía incómoda.

Ichigo se acercó a ella.

—Y yo también creo que te dije que sé cuando me mientes y cuando te guardas cosas. ¿No habíamos quedado en que ya no íbamos a tener secretos?

—Estás mal. No pienso contarte algo que pueda hacerte sentir peor.

—No saberlo me hace sentir peor. Cuéntamelo.

—No.

El ojimiel resopló.

—Por favor, Rukia. Por favor —la miró a los ojos—. Necesito saber como estás. Necesito saber porqué razón vuelves a estar en ese piso —le agarró la mano y observó como su novia miraba hacia otro lado—. Dímelo. Por favor.

La morena respiró hondo e intentó mantenerse con fuerza para empezar a contarle lo que había pasado con Shinrei. Como le había dicho que él fue quien puso las cámaras, la que había quitado de la cocina, que él había ordenado su paliza, que la había amenazado… A medida que se lo contaba la cara de Ichigo iba cambiando.

Enfadado, cabreado, rabioso, colérico… de haber podido moverse, se hubiera levantado y habría empezado a dar puñetazos en la pared hasta hacer un agujero y abrirse los nudillos definitivamente. Imaginando que era la cara de ese hijo de puta al que ahora mismo, después de que ella acabara de contarle que había prometido firmar esa renuncia el mismo viernes, deseaba matar como nunca lo había deseado antes.

—¡¿Cómo se atreve ese maldito capullo?! —exclamó Ichigo cabreado y frunciendo el ceño—. ¡¿Amenazarte con ir a por mí si no haces lo que él quiere?!

—¡Deja de gritar, te vas a hacer daño!

—¡¿Quién mierda se cree que es?!

—¡Para! —le agarró del brazo—. ¡Cálmate!

—¡¿Cómo me voy a calmar?! —hizo el intento de levantarse apartando su agarre—. ¡No vas a firmar eso! —al soltar la última palabra gritó del dolor en las costillas y se tiró hacia atrás.

—¡Ichigo! —lo llamó asustada, agarrándole para que se estirara a lo largo del sofá y apoyara la cabeza en su regazo. Le puso una mano en el pecho, notando a través del jersey y de las vendas, como su corazón bombeaba con fuerza—. Respira pausado. Relájate. No es bueno que te pongas así. ¿Ves por qué no quería contártelo? Eres idiota descerebrado.

El pelinaranja respiraba por la boca agitado, cerrando los ojos y arrugando la frente.

—No vas a firmarlo.

—Claro que voy a firmarlo.

Ichigo entreabrió los ojos para mirarla desde abajo.

—¿Por qué mierda vas a hacer eso? ¿Es que no escuchaste a tu hermano? Si eres una Kuchiki puede protegerte mejor.

—Si sigo siendo una Kuchiki, no quiero ni saber lo que ordenaría que hicieran contigo —al ver que él abría la boca para hablar, se la tapó con la mano—. ¿Qué harías tú en mi lugar? ¿Y si fuera al revés? ¿Acaso tú no habrías hecho lo mismo?

El joven se la quedó mirando después de que le hiciera esas preguntas. Después de un rato, notó como ella le destapaba la boca. Giró la cabeza hacia el lado de la tele, que seguía encendida.

—Sí —susurró tan bajito que a Rukia le pareció la voz de un niño.

Ella volvió a tener ganas de llorar. Eran demasiadas emociones las que se mezclaban en su cabeza y en todo su cuerpo, y se sintió agotada.

—Te quiero, Ichigo. No voy a permitir que vuelvan a hacerte daño. Es por eso por lo que me tengo que quedar en mi piso hasta que firme el viernes —también susurró acariciándole suavemente partes de la piel del rostro donde no había tiritas—. Y ya acabará todo. Estaré libre de ese apellido.

Ichigo dudaba que el viernes fuera a acabar todo. Le parecía como el inicio de la tormenta.

—¿Y ahora como voy a estar bien sabiendo que tú estás allí sola? —volteó hacia ella y se miraron. Alzó con dificultad el brazo izquierdo para tocarle la mejilla—. Solo hay que verte para saber que no has dormido bien.

Ella intentó esbozar una sonrisa aunque no lo logró.

—No he dormido nada.

—¿Le has contado todo esto a Byakuya?

—Lo que te ha pasado a ti, sí. Lo de Shinrei, no. Ya lo haré mañana, solo quiero descansar —vio como Ichigo se dispuso a incorporarse—. ¿Qué haces?

—Levántate —esperó que ella lo hiciera para volver a estirarse, apoyando su cabeza en el reposabrazos—. Duerme conmigo.

—Te voy a hacer daño.

—Eres un peso pluma. Ven aquí.

Ella ahora sí que pudo sonreír levemente por el amor que sentía por ese chico. Apagó la televisión y se estiró a su lado, intentando no apretarle, apoyando también la cabeza en el reposabrazos y no en su pecho como hacía siempre. Colocó una mano en su torso y él le envolvió la cintura para acercarla un poco más. Su aroma a jazmín ya formaba parte de su vida.

Al estar a la misma altura, se mantuvieron un rato mirándose a los ojos, conociéndolos de memoria como lo hacían.

—Y yo que quería pasar una semana los dos juntos sin preocupaciones —dijo Ichigo.

—Ahora estamos juntos.

—Sin poder moverme.

Rukia se acercó y le dio un beso en la mejilla donde no tenía heridas.

—¿Sabes? —habló ella volviendo a mirarlo—. Temí que pensaras que iba a dejarte. Que rompería nuestra relación.

—Nunca he pensado eso —se sinceró—. Será porqué confío en nosotros y en que siempre habrá una manera de poder seguir juntos. Pase lo que pase.

Ella asintió cerrando los ojos sabiendo que, entre sus brazos, se iba a quedar dormida enseguida y ninguna pesadilla la acecharía.
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Byakuya y Hagiwara cenaban en uno de los restaurantes que había en Corea en los que casi todos los comensales eran personas con posibles. Él no era de los que le gustaba en demasía ir a sitios así pero, la última vez que fue invitado a una comida en ese lugar, le agradó que las mesas estuvieran bastante separadas las unas de las otras. Incluso, entre varias mesas, colocaban biombos de madera de roble y con dibujos orientales hechos a mano para que hubiera más intimidad.

Al llegar, un camarero les había acompañado a una de esas mesas. Las velas encendidas y las lámparas de cristal que colgaban en el techo daban a ese lugar un toque mágico. A Mio le encantó. Jamás había ido a un sitio tan bonito, ni siquiera por trabajo.

Les trajeron la comida y les sirvieron el vino. Empezaron a hablar de varias cosas para seguir conociéndose mejor. Ella sabía que ahora era su turno de sincerarse y contarle más momentos de su vida. Veía como Byakuya la escuchaba con atención, sin perderse ninguna de sus palabras.

Agradecía la iluminación del lugar por dos razones. Porque así no se le notaban las mejillas sonrojadas y porqué él estaba más atractivo que nunca. La luz del fuego bailaba en su cara y en sus mirada, tanto que ella perdía el hilo de lo que estaba hablando. Se percató de que él se reía por lo bajo y quiso cambiar de tema.

—¿Has hablado con Rukia? —le preguntó antes de dar un sorbo a su copa de vino.

—Hoy no. No quiero agobiarla más de lo que ya estará. Si ella no me ha llamado significa que todo está igual.

—¿No le vas a decir lo que te ha dicho tu tía?

—De momento no —la miró—. ¿Qué ganaría haciéndolo? Sé de sobra que no va a dejarle y menos como está ahora. Según me contó le hirieron bastante.

—Pobre chico. Me dan mucha pena los dos. Solo quieren estar juntos, pero parece que todos los problemas no les dejan o quieren separarlos.

—¿Por qué crees que me siento tan culpable? Si la hubiera ayudado desde el principio como tendría que haber hecho y no dejarla sola cargando con todo, nada de esto estaría pasando.

Ella le colocó una mano encima de la suya.

—No te tortures, Byakuya. Lo hecho, hecho está. El pasado no se puede cambiar. Lo importante ahora es que estés con ella para apoyarla en todo lo que necesite. Yo sé que confía en ti.

Byakuya dio la vuelta a su mano y le agarró la suya en la mesa. Le acarició la piel con el pulgar.

—Muchas gracias, Mio —la miró a los ojos—. No sabes lo que significa para mí tenerte a mi lado en estos momentos. El poder sincerarme y desahogarme con alguien. No soy muy dado a esa clase de cosas.

La mujer le sonrió.

—No me había dado cuenta —bromeó viendo como él le correspondía la sonrisa.

El abogado contempló de nuevo como las luces de las velas hacían llamear sus ojos y su cabello rubio. Mientras había estado hablando, contándole sus cosas, él había ido guardándose cada palabra, cada gesto, cada sonido. La forma de su rostro, el aroma de su perfume, ahora mismo el calor de su mano. Observó sus labios entreabiertos brillar y él volvió a sentir ese deseo por una mujer. Por ella.

Hagiwara observó como Byakuya acercaba su rostro al suyo y ella no pudo sino hacer lo mismo, anhelando su contacto de nuevo. Se miraron a los ojos de cerca antes de cerrarlos y juntar sus labios. Fue un beso suave y dulce por el vino. Un beso que hablaba de muchas cosas pero con voz susurrada para que nadie más, salvo ellos, pudieran oírlas.

Mientras la besaba, Byakuya sentía una paz dentro de él que no había sentido en años. El recuerdo de Hisana no lo torturaba ni le hacía sentir como si la estuviera engañando. La amaría toda su vida pero por una vez, su cuerpo y su corazón se llenaron de la mujer que tenía delante.

Se separaron y se miraron con los ojos entrecerrados. Hagiwara se sentía abrumada. Sus rápidos latidos bombeaban con fuerza y deseó que los de él también fueran igual.

—¿Cómo te has sentido? —preguntó Mio colocando una mano en su mejilla—. Dime la verdad, esta vez lo entenderé.

Byakuya le agarró la mano y le  volvió a depositar un beso en la palma. Escuchó el leve suspiro que soltó la mujer y la miró a los ojos.

—Perfectamente —le respondió en un murmullo cómplice antes de acortar la pequeña distancia y juntar sus labios de nuevo.

Ese tercer beso entre ellos, dijo muchas más cosas.
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—Que monos que son —susurró Yuzu a Karin cerca del sofá, mientras los veían dormir abrazados—. Hacen una pareja estupenda, ¿verdad?

—Sí —respondió Karin sincera—. Pero es tarde y tenemos que cenar. Habrá que levantarlos.

Yuzu se acercó y zarandeó un poco a su hermano.

—Oni-chan, levantaros —observó que éste se despertaba—. Voy a preparar la cena.

—Vale —dijo antes de bostezar y entreabrir los ojos.

Escuchó como sus hermanas caminaban hacia la cocina y empezaban a hablar de algo que había pasado en su clase. Miró hacia su izquierda y vio a Rukia durmiendo tranquilamente. Esbozó una pequeña sonrisa, ya que las heridas en el labio no le dejaban sonreír más. La tenía a su lado pero la echaba de menos. Se había acostumbrado a despertar con ella y sabía de sobra que esa semana se le iba a hacer muy cuesta arriba. Como le gustaría que se parara el tiempo y poder estar así un rato más.

Acercó sus labios y le dejó un suave beso en la frente sin poner nada de presión.

—Despierta, enana durmiente —le susurró para que solo lo oyera ella. Le dio otro beso que hizo que ella refunfuñara—. Es tarde. No quiero que una niña pequeña vaya de noche por la calle.

Rukia rechistó sin abrir los ojos.

—Soy mayor que tú, imbécil.

Ichigo se rió.

—Anda anciana, mueve tu culo arrugado.

La morena abrió un ojo y estiró los brazos con cuidado de no darle.

—Es bueno saber que aún conservas tu humor, fresita —se incorporó notando su cuerpo descansado. Esa siesta le había sentado muy bien—. Lástima que como no te puedes casi mover… —se levantó del sofá y lo miró desde ahí con una sonrisa pícara— no tocarás este culo en mucho tiempo.

Ichigo se levantó haciendo una mueca y siendo ayudado por ella.

—Me curo rápido, ya lo verás.

—Hola Rukia-chan —se acercó Yuzu—. ¿Cómo es que os habéis quedado dormidos ahí?

—Es que hoy no he podido dormir muy bien y estaba cansada —miró a Ichigo—. Nos hemos tumbado y nos hemos dormido.

—¿Vas a quedarte a cenar, Rukia? —preguntó Karin colocando la mesa.

La mayor la observó y se alegró de que no le hablara diferente. Incluso cuando la miró notó que la tensión entre ellas había disminuido.

—No, gracias. Me voy a ir ya, antes de que sea más tarde.

—¿Quieres que llame a un taxi? —sugirió Ichigo preocupado de que se fuera sola.

—No hace falta —le respondió antes de dirigirse a las mellizas—. Hasta luego, chicas. Buenas noches.

—Buenas noches.

—Buenas noches, Rukia-chan —la despidió Yuzu con una sonrisa.

Caminó hacia la puerta seguida por Ichigo y se puso el abrigo y los zapatos.

—Te diría que me pusieras un mensaje cuando llegaras pero no tengo móvil —dijo el ojimiel—. Tendría que comprarme uno baratito hasta que pudiera pagarme otro mejor.

—Pues sí, porqué seguro que tus amigos están preocupados por ti.

—Ya lo sé —murmuró mirando hacia otro lado y metiendo las manos en los bolsillos del pantalón—. No me gusta nada esto de tener que despedirte aquí en la puerta.

Rukia sonrió y le abrazó con cuidado por la cintura tirando la cabeza hacia atrás para verle el rostro.

—Solo será hasta el viernes. Peor sería si tuviéramos que despedirnos para siempre.

—No digas eso ni en broma —le soltó agachando su mirada para conectarla con la de ella—. ¿Mañana volverás?

La morena pensó en lo que quería hacer mañana.

—Quiero visitar a mi padre.

Él asintió.

—Claro, claro.

—Hoy he venido aquí porque necesitaba estar contigo y saber que estabas mejor, pero… tengo ganas de ir a verlo.

—No tienes que decirme nada más —le puso las manos en las mejillas—. En cuanto esté mejor, te acompañaré al hospital. Salúdale de mi parte.

Rukia se tragó las lágrimas que quisieron salir.

‘Tu padre no está reaccionando bien al nuevo tratamiento. Su cuerpo está fallando’.

—Lo haré.

Ichigo notó ese leve cambio en su rostro pero no quiso decir nada al respecto. Sabía lo difícil que era para ella el tema de su padre. Se agachó y depositó un beso sin nada de fuerza para que no le doliera, como si fuera una caricia, en sus labios. Se miraron a los ojos sabiendo las ganas que tenían de besarse. Ellos no eran tanto de palabras sino de contacto y sentían que les faltaba algo. Las heridas que tenía les impedía poder darse el beso que tanto ansiaban.

Él quería transmitirle que cuando dejara de ser una Kuchiki no iba a separarse de ella nunca más. Que la protegería de cualquier cosa, con su propia vida como se lo había dicho a Byakuya.

Rukia que lo amaba. Pasara lo que pasara. Dando igual cual fuera su apellido.

Se besaron de la misma manera y Rukia le besó con un poco más de presión en la mejilla antes de separaran del abrazo. Se miraron con intensidad. Ella cogió el bolso y abrió la puerta saliendo del calor del hogar y de la cercanía de Ichigo. El frío le dio de lleno.

Se subió más la cremallera del abrigo y salió fuera del patio delantero. Cuando se disponía a girar, echó un vistazo a la clínica y le sorprendió ver una luz que venía de dentro y el coche aparcado. El padre de Ichigo había llegado de atender a esos pacientes.

Después de pensárselo un rato, decidió ir hacia allí y picar el timbre. En unos segundos, observó a través del cristal de la puerta como Isshin salía de un cuarto y caminaba hacia la puerta.

—Rukia-chan, ¿qué haces aquí? —preguntó el mayor dejándola pasar para que no estuviera en el frío de la calle.

—Acabo de salir de ver a Ichigo y me he dado cuenta de que estabas aquí. Quería hablar contigo sobre mi padre —dijo Rukia respirando hondo—. No he podido dormir nada pensando en lo que me dijiste.

—No era mi intención.

—Yo te agradezco que me lo hayas contado.

—La verdad es que yo tampoco he podido parar de darle vueltas al caso de tu padre —anunció Isshin—. Vamos a mi despacho. Quiero enseñarte algo.

Caminaron hacia el cuarto de donde le había visto salir cuando había picado. Era un pequeño despacho con un escritorio, el ordenador y unos tres ficheros de metal colocados en una de las paredes. Todo mantenía el mismo color blanco y beige típico de los centros sanitarios.

Él se sentó en su silla y con un movimiento del brazo le indicó que se sentara en una de las que estaban en el otro lado de la mesa. Ella lo hizo. Al estar más cerca pudo ver los papeles que estaban dispersados encima. Le pareció que eran los mismos que había visto en la mesa del salón. Eran artículos médicos y en los titulares de casi todos sobresaltaban las palabras: ‘coma’, ‘derrame’, ‘deterioramiento físico’, ‘parálisis‘, ‘accidente’…

—Syunsui-san me contó que el coma de tu padre se lo produjo un derrame cerebral —empezó a hablar Isshin.

Ella asintió.

—Mi padre sufrió un accidente de coche —quiso obviar que su hermana y ella también lo sufrieron— y se dio un fuerte golpe en la cabeza contra el volante. Los días después se puso bien y pasó bastante tiempo hasta que le dio el derrame. Muchos médicos me dijeron que podía ser un efecto tardío del golpe.

—Seguramente fue por eso —agarró varios papeles—. He estado investigando casos anteriores relacionados con los accidentes y los derrames y en casi todos el resultado es el mismo. Tras estar un tiempo en coma, incluso años, el paciente… —la miró a los ojos y observó como ella apretaba fuerte la mandíbula manteniéndole la mirada— fallece.

—¿Es lo que tengo que esperar que le ocurra a mi padre? —preguntó arrugando la frente—. ¿Tanto tiempo manteniendo la esperanza y pagando ese hospital para que ese también sea su resultado? —negó con la cabeza repetidamente—. No, mi padre no morirá. Tiene que haber algo que se pueda hacer. No quiero rendirme.

Isshin sonrió en su interior. Le gustaba la gente fuerte y la novia de su hijo lo era. Volvía a entender porqué Ichigo se había enamorado de ella. Se parecían más de lo que creía.

—Me ha llamado la atención un reportaje que he leído en una revista japonesa de medicina —abrió el cajón que tenía el escritorio y sacó una carpeta—. En él dice que un caso, muy parecido al del señor Ukitake, ha logrado despertar del coma tras probar un tratamiento que aún está en fase experimental —rebuscó en la carpeta y puso sobre la mesa el recorte de la revista para que pudiera leerlo ella.

‘Durante los meses de tratamiento, el estado de salud del paciente comenzó a percibir una notable mejoría. Un año después, conseguimos despertarlo del coma en el que llevaba diez años. Actualmente, se va recuperando poco a poco junto a su familia.’

Rukia abrió los ojos sorprendida al acabar de leer mentalmente una parte del reportaje.

—¡Es genial! —miró a Isshin entusiasmada—. ¿Crees que podrían probarlo en mi padre?

—Aún está en fase experimental, podría ser peligroso.

—Lo peligroso es dejarlo todo como está ahora. Me dijiste que su cuerpo está fallando. Que si no se hace algo morirá, ¿verdad? ¿Es así? —vio como Kurosaki asintió—. Pues entonces no hay nada que perder. Estoy segura de que mi padre, de poder decidir, diría que siguiéramos adelante. Que intentáramos todo lo que podamos.

—Eso está muy bien, Rukia-chan, pero hay varios problemas.

La morena se tiró hacia atrás asustándose de golpe.

—¿Es muy caro?

—Bastante.

—No había caído en eso, soy estúpida —susurró recriminándose y pasándose las manos por el pelo. Suspiró insultando al maldito dinero y volvió a leer las mismas frases del reportaje. Lo único que podía imaginarse era que ese paciente que habían salvado era Ukitake. El que podía estar rehabilitándose junto a su familia. Junto a ella. Deseaba tantísimo volver a escuchar su voz—. Me da igual, no me importa, conseguiré el dinero donde sea.

—No es solo por el dinero —indicó Isshin.

—Ya te he dicho que aunque pueda haber riesgos quiero intentarlo.

—No es por eso.

Rukia frunció el ceño.

—¿Qué más hay?

Isshin se cruzó de brazos y se dejó caer en la silla.

—Lee el final del reportaje.

La morena agarró el papel para hacer lo que le había dicho.

‘Muchos hospitales de todo el mundo quieren empezar a investigar este mismo tratamiento en pacientes con la misma condición pero, actualmente, el único que cuenta con todo lo necesario para llevarlo a cabo es el Hospital General de…'

Rukia dejó de leer y se llevó una mano a la boca. Levantó la vista y miró a Isshin, que se mantenía serio.

—Pensé que sería aquí…

Él negó con la cabeza.

—Los creadores de ese tratamiento experimental y los que han conseguido que ese paciente del reportaje despierte del coma, son un equipo de científicos de los Estados Unidos —explicó Isshin viendo como ella dirigía de nuevo la mirada al papel sin quitar la mano de la boca—. Es en el Hospital General de Nueva York.
.
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CONTINUARÁ...

¡¡¡¡¿En Nueva York?!!!  Ukitake se está muriendo y ese parece ser el único tratamiento que podría funcionar y hacer que despertase >.< Madre mía!! ¿Qué creéis que va a pasar ahora? Esto se pone cada vez más tenso!

Rukia le ha contado lo de Shinrei a Ichigo y era de esperar que se enfadara. Pobrecito :( tiene que dolerle un montón el cuerpo. A ver si se va poniendo mejor. 

Byakuya no se ha sentido mal al besar a Mio!!!! Bien!!! Algo bonito en este capítulo tan triste, lo tenía que poner :D jejejeje Igual que Mashiro y Kensei, me encantan estos dos <3

Rukia aún no le ha contado nada a Byakuya de que el viernes dejará de ser una Kuchiki, ¿cómo pensáis que se lo tomará? Conociéndole nada bien xD pero ya veremos jajaja

¿Qué pasará ahora? ¿Qué decidirá Rukia? ¿Qué le pasará a Ukitake?

Espero que os haya gustado y que me dejéis comentarios :)  

¡Nos leemos! ¡Besitos!
 

18 comentarios:

  1. Me gusta como ha evolucionado la historia así como los personajes. Ya extraño muchisimo a Renji y a Nell. Creo que sería bueno tambien ver a Riruka y a Grimmjow paseandose por New York junto a Kia-chan.

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    1. Es que resulta difícil meter a todos los personajes jejeje yo también los echo de menos y me gustaría ponerlos pero como que no se puede xD Personajes nuevos... ya irán saliendo ya jajajaja
      Nos leemos Reena!! <3 Besitos

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  2. Nooooooooo que capítulo tan triste, T.T pobre Rukia ojala hable con Biakuya y en haga algo, sospechó que lo que se viene me va a ser llorar con una Magdalena
    Biakuya esta avanzando rápido con Mío que bien ya era hora de que siguiera adelante.
    Los amigos de Ichigo son muy intuitivos saben que él no esta enfermo que es otra cosa
    Linda noche un abrazo ^.^

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    1. Se avecina tormenta. Nuestra Rukia lo está pasando fatal, a ver que pasará a partir de ahora. Sí, la relación de Byakuya y Mío va evolucionando bien jejeje y los amigos se huelen que algo no va como tendría que ir.
      Un abrazo Angie! Buenos días! jijiji :D

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  3. NOOOOOOOOO!!!! No puedo con tantooo Dx muy triste es verdad pero cada vez mas interesanteeee e intriganteeee xDD jajajaa lose tengo problemas xD no quiero ni imaginarme lo que viene, solo quiero leerlo xDD ya quiero el siguiente *-* saludos

    by: Sango Sarait

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    1. Son capítulos tristes pero necesarios para la historia jejeje En el siguiente capítulo podrás leer la continuación xDD obvio jajajaja Saludos para ti!!
      Nos leemos! <3

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  4. OH MY GOOD!!!!! ALSKASLDKÑALKDSSAKLÑD!!!! NUEVA YORK!!!! Adñakdjasñlkdañsdk DIOOS que hará Rukia ante eso!!! Si quiere pagar eso necesitara ayuda de la familia Kuchiki!!! *---* asdlkajñslkdas muero por saber que más pasará!!! >3< jajajaja
    NO FIRMES!!!! POR FAVOR!!! TT-TT SI FIRMAS ESE JODIDO VIEJO TE VIOLARA!!!! A veces me pregunto si Rukia no piensa!! Obvio si lo hace pero debería de imaginarse lo que quiere hacer ese maldito viejo ante eso!!! Dx akdjañslkdasñdlk ñoo!! QnQ Ichigo-fresita-sama por favor por favor por favor convéncela de que no lo haga!! Dx
    Owww Nii-sama!!! T3T no se porque pero cuando leí la parte de Mio y Nii-sama algo dentro de mi corazón se movió <3 y se oscureció .__. Dios ya no se si me gusta o no XD tengo sentimientos encontrados u3u jaaja
    Maldita esposa de Shinrei *sigo sin acordarme de su nombre XD* por Dios!! Que alguien le quite las pruebas, no se, que sea Mio o cualquier otra persona pero por favor que lo hagan!!! Ya no soporto mas esto!! Si sigue así Rukia firmará y todo se irá por la borda ;n; maldita Rukia no firmes por favor!! 3< en serio espero que Rukia no firme ;n; aaskdlnasd
    Bueno, nos leemos pronto~ o3o
    Cuídate~ :D
    Bye-bye~ :B

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    1. Rukia está entre la espada y la pared, las circunstancias la han llevado a decidirse por firmar esa renuncia al apellido cuando ella no lo iba a hacer después de hablar con Byakuya. Todo por culpa de ese asqueroso de Shinrei y sus amenazas ¬¬
      jajajaja ya no sabes lo que sientes con lo de Byakuya y Mio, contra esos sentimientos encontrados ya no se puede hacer nada xD
      Yoshino jajaja A ver que pasará, firmará o no firmará? ahhhh secreto! jajaja
      Nos leemos Majo! :D
      Besos!

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  5. Huuuy!!! Ya se frego la cosa, en EEUU?!.
    Chuta, cuando Rukia deje de ser una kuchiki de le q Shinrey le va dar mucho dinero para vaile para el pero capas y ese viejo rabo verde no se va a contentar con solo un baile, si ya le ha visto bailar de Striper.
    Y justo ando ella nececita bastante dinero, en cierto modo se le ba hacer el milagrito, pero si hace eso es decirle adio a Ichigo para siempre.
    Yo creo que ella va a escoger a su padre por sobre Ichigo.
    Bueno esto se puso cada ves mejor, la intrigaa me esta matando, ya quiero que sea domingo!!!
    Bueno chau.

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    1. Menudo dilema tiene ahora Rukia, con todo eso que has dicho que quiere Shinrei y con lo de que necesita dinero. Uy Uy a ver que pasará de ahora en adelante. Me alegro que te mantenga intrigada :) jejeje Nos leemos Andrea!

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  6. Yo tarde como siempre, pero me hago presente ^////^ ¡Qué drama! Y estoy al borde de un ataque de nervios... Sin duda hemos llegado al climax de la historia y una situación angustiosa y hasta peligrosa para nuestros protagonistas... Shinrei tiene el manejo de los hilos y si Rukia firma sería la tercera guerra mundial!!!! Que alguien haga algo pero ya!!!! Es hora de tomar decisiones O.o y las cartas ya están echadas y todo está en manos de Rukia tengo un mal presentimiento pero que tensión T_T Nuevos personajes? Esto aun tiene para rato entonces XD No quisiera que se acabe el fic, pero a menos que guardes un giro argumental al puro estilo de Kubo "troleos locos" mmmm me preparo para el camino al desenlace ¡Qué emoción! Suerte y buenas vibras <3!!!
    (*) Veo que la adaptación en la que trabajas ya acabo, bueno, voy al post y te dejo mi impresión, nos leemos ok

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    1. Tienes razón, todas las cartas están en manos de Rukia. A ver que decidirá, hay mucha tensión en el ambiente. Todos son problemas para nuestros protagonistas.
      Estoy nerviosa hasta yo jajaja
      Nos leemos! Besitos <3

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  7. Soy Kai otra vez escribiendo desde clase jajaja no tengo mi cuenta abierta y me da pereza hacerlo ajajja Dios siempre se me olvida poner después de leer elcomentario (suelo leerlo antes de dormir jajajaja)
    Dios pobre Rukia! Por que lo de Ukitake esta en EEUU, a ver si va a tener que separarse de Ichigo por su padre. O a ver si se entera Shinrei de esto y le chantajea con eso ayyyy ajjajajaja No se que pasara, pero quiero que Ukitake se despierte tengo muchisimas ganas de eso, peor no quiero que Rukia sufra jjajaja tengo pensamientos muy contradictorios.
    Y Byakuya adfajdfjañkdfjdakj que mono es, si es que me encanta. Ya te comente que Mio me empezaba a caer bien, pues ya has conseguido que se me vaya mi odio irracional hacia ella jajajajaja Ayyyy nii-sama si eske es más bueno que el pan jajaj Como me dejaron en un comentario "es más dulce que el chocolate y los caramelos" o algo así me dijeron ajjajaaj.
    Nos leemos!!

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    1. Ten cuidado no te pillen escribiendo durante las clases jajaja
      Pues sí pobrecita Rukia, no sale de una para meterse en otra. Igual que Ichigo, vaya dos, no pueden tener más problemas xDD Parece que los haya mirado un tuerto jajajaaja
      Que bien!!!!! He conseguido que ya no odies a Mio, eso hay que celebrarlo jajaja Bonita manera de describir a Byakuya, es un bombón ^///^
      Nos leemos Kai! Cuídate <3

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  8. hola!!! Uff... hace mucho no me pasaba por este lugar....pero ya estoy al dia con este fanfic!! :D ahorita leo los demas x3. me gusto mucho este capitulo estoy esperando ansiosa la otra temporada, espero no te demores (hagas sufrir) tanto tiempo por el siguiente capitulo :D me dejaste con muchas preguntas como que va a pasar con ukitake? Estados Unidos!! no me lo esperaba, otra cosa que va a pasar con el campeonato de Ichigo? y la esposa de Shinrei le va a ayudar a Byakuya? (me gustaria que no fuera mala) me da algo de tristesa todo lo que le pasa a Rukia pero se que todo va a salir bien... o eso espero... quisiera que algo malo le pasara a Shinrei por viejo atrevido!! :P la relacion que tienen Byakuya y Mio me parece muy bonita el se merece ser feliz. y pues espero noticias pronto. Gracias. Nos leemos luego. cuidate!! \(*w*)/

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  9. OMG Rukia T-T Sin palabras. La unica cura esta en New York . Me alegra q no le oculte nada a Ichigo y se lo cuente todo . Me imagine el momento en q Yuzu dijo : hay q monos", ellos durmiendo abrazados awwwww *w*. Ya quiero ver q pasara despues , estoy intrigada . By: Jenni

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  10. Alguien me explique, porque ya no hay más capítulos :(

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  11. ¡¡¡No mames,No mames!!!, perdona mi lenguaje, pero es que Dios!! Amo tu historia, es tan asdfghjklñ, no sé como describirlo pero me encanta, haces que cada cosa tenga sentido, me imaginaba otra cosa por tener lemon, ya que no lo había leído antes, pero es perfecto, me harías tan tan feliz si continuaras esta historia, se que ya paso bastante tiempo desde que dejaste de escribir pero aquí estoy yo de estupida que apenas sd dio cuenta que esta historia existía, pero en cuanto la leíte ganaste una nueva fan que visitará esta pagina todos los días esperando que subas algo, mientras leeré más historias tuyas de hace dos años creo, espero que estén terminadas, espero desde el fondo de mi kokoro que sigas con la historia y le des un final muy muy muy emocionante, con amor yaremi💜💜 .

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