LEYENDA SHINIGAMI Capítulo 17

LEYENDA SHINIGAMI

(Adaptación de 'Un amante de Ensueño'

de la autora Sherrilyn Kenyon)

.

CAPÍTULO 17

.

En un abrir y cerrar de ojos, Rukia pasó de estar sentada desnuda en su habitación a encontrarse tumbada en un lecho circular, situado en una estancia de paredes blancas. De reojo pudo ver una ventana rectangular y alargada sin cristal alguno por donde vio uno de los cielos más oscuros que había visto nunca.

Estaba cubierta por un camisón de seda de color marfil, tan liviana y suave que se escurría sobre su piel como si se tratara de agua. Sus muñecas estaban atadas con grilletes del mismo color.

—Estás en Las Noches—le dijo Aizen, acercándose al lecho. Deslizó los ojos sobre su cuerpo, justo antes de subir a la cama y colocarse de rodillas al lado de Rukia—. En Hueco Mundo. —Le pasó un dedo, huesudo y frío, por la mejilla, como si quisiera comprobar la textura y la calidez de su piel—. Entiendo por qué te desea Ichigo. Tienes fuego en la mirada. Inteligencia. Valor. Es una pena que no seas una shinigami. Serías una digna guerrera del Clan Kuchiki.

Aizen suspiró mientras su mano descendía hasta el hueco de la garganta de Rukia.

—Pero eres una simple humana. Así es la vida. En realidad, no me sirves para nada en especial, solo quiero herir a ese niñato. Supongo que te utilizaré hasta que me canse de ti. Si me complaces, puede que después permita que Kurosaki se quede contigo. En el caso de que te siga queriendo después de que los años hayan estropeado tu cuerpo.

Sus ojos ardían de deseo, y Rukia no podía dejar de temblar bajo su escrutinio. El egoísmo de Aizen le resultaba increíble. Al igual que su vanidad. Aterrorizada, quiso hablar, pero él se lo impidió colocando rápidamente el filo de su espada en su garganta. Sintió como un hilillo de sangre bajaba lentamente por su piel.

—Tengo que darte permiso para que hables —le dijo mientras alejaba un poco la espada—. Habla.

—¿Por qué quieres hacerle esto a Ichigo?

La ira oscureció los ojos del Dios de la Muerte.

—¿Que por qué? Ya lo escuchaste. Se cree más fuerte que yo cuando es solo un crío comparado conmigo. Cuando él llegó a la Academia de Shinigamis yo ya era Capitán. Al acabar la Guerra Santa, todo el mundo hablaba de él como el salvador. Él que nos había librado del mal. Yo sabía que había algo detrás de toda esa fuerza y no me equivoqué. Kurosaki Ichigo, al que todos idolatraban y temían a la vez, era un monstruo. Tenía un hollow en su interior. Podría haberlo denunciado por tener contacto con los Vizard, que estaba prohibido, y podrían haberlo ejecutado porqué su alma ya no era solo la de un Shinigami, pero no lo hice. Quise verlo sufrir por esa altivez y por creerse superior a mí.

—Siempre te moriste de envidia de que yo fuera más fuerte que tú incluso antes de que tuviera al Hollow dentro de mí.

El corazón de Rukia comenzó a latir más rápido al escuchar la voz de Ichigo. Alzó la cabeza y lo vio justo en la entrada de esa gran sala. Respiraba agitado como si hubiera venido corriendo. Vestía la parte de abajo del Kimono negro propio de los Shinigami y empuñaba su Zangetsu.

—¿Cómo…? —preguntó Aizen mirando la ropa que llevaba. Ichigo le dedicó una perversa sonrisa.

—La maldición ha desaparecido y estoy recuperando mis poderes. He entrado por un portal de Urahara y no me ha costado nada acabar con los Hollows de ahí fuera. Sabía que estarías en Hueco Mundo. Te conozco más de lo que crees.

—¡Tú no me conoces en absoluto! —gritó Aizen, y al instante, apareció atacando al lado de Ichigo.

Rukia luchó por librarse de los grilletes mientras el sonido de las espadas al chocar retumbaba en sus oídos. No era capaz de verlos de tan rápidos que se movían. Las salpicaduras de sangre manchaban el suelo blanco y aparecían enormes grietas en las paredes provocadas por sus espadas. Gritó de sorpresa cuando una parte del techo se desplomó muy cerca de ella. 

Al parar de golpe los sonidos de las espadas miró hacia ellos y vio a Ichigo tambaleándose y bajando la espada al suelo. Estaba lleno de heridas.

— ¿Qué te pasa? —se burló Aizen—. ¡Ah, lo olvidaba! Puede que la maldición haya desaparecido, pero aún estás debilitado. Tardarás días en recuperar toda tu fuerza.

Ichigo meneó la cabeza y alzó su zanpakuto de nuevo.

— No necesito toda mi fuerza para acabar contigo.

Aizen se rió.

— Valientes palabras, Kurosaki.

Rukia contuvo el aliento mientras observaba cómo los golpes comenzaban de nuevo. Justo cuando pensaba que Ichigo volvía a recuperarse, Aizen utilizó una táctica para desestabilizarlo: dejó que ganara terreno. Tan pronto como Ichigo perdió la protección de la pared en uno de sus flancos, Aizen blandió la espada y la hundió en su vientre. Ichigo dejó caer a Zangetsu.

— ¡No! —chilló Rukia, aterrada.

Con el rostro transfigurado por la incredulidad, Ichigo se tambaleó hacia atrás, pero no pudo ir muy lejos con la espada de Aizen hundida en su cuerpo y él aún sosteniéndola.

—Con ese poder tan pequeño nunca me harás nada —le espetó mientras hundía la espada un poco más y retorcía la hoja. Levantó un pie para apoyarlo en la cadera de Ichigo y le dio una patada.

Libre de la espada, Ichigo trastabilló y cayó. Aizen no dejó de reír mientras se aproximaba a Ichigo.

—Antes eras fuerte… pero han pasado muchísimos años de aquello, Kurosaki. Jamás volverás a ser el que fuiste.

Rukia pudo librarse de los grilletes pasando las muñecas por ellos, dejándolas marcadas en la piel. Tan rápido como pudo, cruzó la estancia hasta llegar junto a Ichigo, que yacía en un charco de sangre. Respiraba de forma laboriosa y no dejaba de temblar.

—¡No! —sollozó Rukia mientras sostenía su cabeza en el regazo. Contemplaba, horrorizada, la herida abierta en su costado.

—Mi preciosa Rukia —dijo Ichigo, mientras alzaba una mano ensangrentada para rozarle la mejilla.

Ella limpió la sangre que manaba de sus labios.

— No me abandones, Ichigo —rogó.

Él hizo una mueca de dolor, dejó caer la mano y luchó por respirar.

—No llores por mí, Rukia. No lo merezco.

—¡Sí lo mereces!

Él negó con la cabeza y entrelazó sus dedos con los de ella.

— Has sido mi salvación, Rukia. Sin ti, jamás habría conocido lo que es el amor. —Tragó y se llevó la mano al corazón—. Y nunca habría vuelto a  recuperar mi alma.

Rukia observó cómo la luz desaparecía de sus ojos.

— ¡No! —volvió a gritar, acunando su cabeza sobre el pecho—. ¡No, no, no! No puedes morir. Así no. ¡¿Me oyes Ichigo?! Por favor… ¡No te vayas! ¡Por favor!

Lo abrazó con fuerza mientras la agonía que invadía su corazón y su alma brotaba en forma de lágrimas.

— ¡No! —resonó con ferocidad a través de la estancia, haciendo que las paredes temblaran.

Rukia vio que el color abandonaba el rostro de Aizen al escuchar el chillido. Se escuchó un zumbido y apareció un Senkaimon, una puerta desde la Sociedad de Almas, por donde apareció Yoruichi delante de ella. Su rostro estaba contraído como reflejo de la indescriptible agonía que sufría al contemplar el cuerpo exangüe y frío de Ichigo.

Incapaz de asimilar lo que tenía delante, miró furiosa a Aizen.

—¿Qué has hecho? —le preguntó.

—Fue una pelea justa. O él o yo. No tenía otra opción.

—Contradecí las leyes para conseguir su libertad pero sabes de sobra que matar a otro Shinigami sin una orden es un delito aún más grave. ¿Quién demonios crees que eres para hacer esto? —Miró a Aizen como si su mera presencia le provocara náuseas—. ¡Tú hiciste que acabara siendo un esclavo!

—Yo no hice nada. Fueron los altos cargos los que le impusieron el castigo.

Yoruichi gritó de furia.

— ¡Fueron títeres del poder de tu espada!

Cuando la mujer miró de nuevo a Ichigo, Rukia vio el dolor que reflejaban sus ojos.

—Ichigo —sollozó—. Jamás debimos permitirles que te hiciesen daño —Cayó de rodillas a su lado—. Te dejamos solo cuando debíamos haber estado contigo para protegerte.

—¡Vamos, déjalo ya! —dijo Aizen, como si esa aflicción hubiese conseguido aburrirlo—. Si alguien viene a atacarte, lo más normal es que te defiendas. No iba a dejar que me matara.

Yoruichi se puso en pie con toda la dignidad y la elegancia que se espera de una Diosa de la Muerte. Arqueó una ceja y miró a Aizen.

— ¿Has dicho antes que fue una lucha justa? Bien, tengamos una lucha justa. ¿Estás de acuerdo? Aún no ha muerto. Todavía no es demasiado tarde. Lo único que necesitamos es que vuelva a recuperar todos sus poderes.

Rukia observó como se volvía a abrir la misma puerta por donde había salido ella y aparecieron más shinigamis. Reconoció a Renji entre ellos portando una espada que brillaba con luz azul. Éste se acercó a Ichigo y sin pensárselo le atravesó el corazón con ella.

La morena gritó espantada pero enseguida sintió una repentina oleada de calor atravesando el cuerpo inerte de Ichigo.

Se echó hacia atrás y observó cómo un aura dorada lo rodeaba mientras la herida de su costado se cerraba por sí sola y empezó a aparecerle toda la vestimenta de los Shinigamis. En ese preciso momento, se dio cuenta de que estaba siendo capaz de verlo, a él y a todas las demás almas.

Se levantó y Yoruichi se acercó a ella sonriendo, entendiendo su mirada.

—Al unirte a él, una parte de su poder está dentro de ti.

De repente, Ichigo tomó una profunda bocanada de aire que hizo que todo su cuerpo se estremeciera, y abrió los ojos, mirando a Rukia con aquella sonrisa que conseguía derretirle hasta el alma.

Ella se mordió los labios mientras la felicidad la traspasaba. ¡Estaba vivo!

— ¿Qué diablos pasa aquí? —rugió Aizen.

—Ahora sí que habrá una lucha justa, Aizen —dijo Renji—. Sabemos que fuiste tú quien hizo que Ichigo se transformara completamente en Hollow y que amañaste el juicio para que fuera maldecido.

—Tener un Hollow dentro y estar en contacto con los Vizard es delito —continuó Yoruichi—. Pero Ichigo fue el que acabó con la Guerra Santa y nos libró de muchas más. Se mereció un mejor trato.

—Siempre lo mimaste. Urahara y tú siempre estabais ayudándolo.

— Nadie lo mimó nunca. Todo lo consiguió por méritos propios. Él ya era fuerte antes de que tuviera ese Hollow dentro y ahora mismo vuelve a ser ese mismo Shinigami.  Va a darte lo que mereces en este momento.

Ichigo se puso en pie. La ceñuda mirada con la que enfrentaba a Aizen consiguió que Rukia sintiera un súbito escalofrío.

Los demás Shinigami junto con Renji, lo miraron con orgullo en los ojos y una sonrisa en los labios. Rukia supo que ese era el verdadero Ichigo.

—¡Maldito seas! —gimoteó Aizen.

Ichigo lo miró y balanceó la espada alrededor de su cuerpo mientras se acercaba a él.

— ¿Estás preparado?

Aizen atacó sin avisar. Pero tampoco es que importara demasiado.

Rukia se quedó boquiabierta al verlos luchar. Si antes había pensado que Ichigo era un buen guerrero, ahora su destreza era infinitamente superior. Se percató que podía verlos mejor que antes.  Se movía con una agilidad y una velocidad que jamás habría creído posibles.

La sangre salpicaba toda la estancia. El techo y las paredes seguían agrietándose cada vez más. Cuando Rukia pensó que esto no podía ser peor,  vio como Ichigo se detenía en el aire y agarraba la espada con las dos manos. Sus ojos ámbar que ahora brillaban por la emoción de la pelea no apartaban la vista de su enemigo.

—¡Getsuga Tensho! —gritó Ichigo haciendo un corte en el viento con Zangetsu por donde salió un destello que iluminó y cegó a todos los espectadores con forma de media luna.

Muchos de los Shinigami desaparecieron por la puerta antes de que el edificio empezara a derrumbarse. Sintió como los brazos de Yoruichi la agarraban y desaparecieron un solo instante para aparecer de golpe en un suelo de arena blanca con Renji también a su lado, donde veían como todo caía destrozado.

Rukia se llevó las manos a la boca pensando que Ichigo estaría ahí dentro. Sin embargo, éste saltó cargando con el cuerpo de Aizen y lo depositó cerca de donde estaban ellos.

Contempló la herida profunda en el torso de Aizen pero se dio cuenta de que aún respiraba débilmente.

A la morena le dio igual y corrió hacia Ichigo. Éste arrojó a un lado la espada y la alzó en brazos para girar con ella.

—¡Estás vivo! ¿Verdad que sí? —le preguntó.

—Sí, lo estoy.

Rukia se dejó caer sobre él. Ichigo la bajó, deslizándola muy lentamente sobre su cuerpo centímetro a centímetro, hasta que sus pies se apoyaron sobre la arena y reclamó sus labios con un beso.

Rukia escuchó que alguien se aclaraba la garganta.

— Discúlpame, Ichigo —dijo Yoruichi, al ver que no soltaba a Rukia—. Debes tomar una decisión. ¿Quieres que te envíe a la Sociedad de Almas o no? Si decides quedarte en el mundo humano vivirás dentro de un Gigai que envejecerá como si fueras un mortal. Los avances del equipo de investigación han mejorado mucho todos estos años. Recuerda que una vez decidas donde quedarte no podrás volver atrás.

Rukia se echó a temblar. Ichigo la miró de forma abrasadora y acarició con mucha suavidad su mejilla como si estuviera saboreando el tacto de su piel.

—Sólo he conocido un hogar en todos los siglos de mi existencia.

Rukia se mordió el labio mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. Iba a abandonarla en ese mismo momento. Dios, sólo rogaba tener la fuerza necesaria para soportar el dolor. Ichigo se inclinó y le besó la frente.

— Y es con Rukia —susurró sobre su pelo—. Si ella me acepta.

Rukia abrió los ojos sorprendida; se sentía tan aliviada que tenía ganas de gritar y reír a la vez, pero sobre todo quería abrazarlo y retenerlo junto a ella para siempre. Yoruichi y Renji se miraron sonriendo.

—¡Ichigo! No lo sé… Ocupas toda la cama, y llevas unos boxers espantosos… ¿Crees que voy a poder soportarlo? Si vuelves conmigo tendremos que hacer que desaparezcan. Y nada de volver a acostarse con los vaqueros puestos por la noche; me raspan las piernas.

Él soltó una carcajada.

—No te preocupes. Para lo que tengo en mente, el nudismo viene mucho mejor.

La risa de Rukia se unió a la suya mientras Ichigo le tomaba la cara entre las manos y la besaba.

Aparecieron en la habitación de Rukia con otro de aquellos destellos cegadores; exactamente en la misma posición que se encontraban cuando Aizen apareció.

— ¡Oh! —exclamó Rukia decepcionada—. ¿Ya no estás con esa ropa? Me gustaba como te quedaba.

—Esa ropa forma parte de mi alma. Ahora estoy dentro de un cuerpo artificial. Aunque… —se tocó a si mismo—. Menudos avances, es demasiado real para ser verdad.

Ella también le tocó en el brazo.

—Yo no noto diferencia a como eras antes —opinó alegrándose de que fuera así.

—Mucho mejor, ¿no? —esbozó una sonrisa ladeada y agarró su rostro para besarla de nuevo.

Se estiraron en la cama y Rukia se estremeció de la cabeza a los pies. Gimió al sentir la calidez de su boca sobre la suya. Al sentir su cuerpo bajo ella.

Jamás permitiría que volviese a marcharse.

— Por cierto…

Ichigo se apartó de los labios de Rukia con un gruñido y alzó la sábana con rapidez para taparlos a ambos con ella. Rukia la apretó con fuerza a la altura de la barbilla.

— Yoruichi-san —dijo Ichigo—, ¿piensas seguir interrumpiéndonos?

La Diosa de la Muerte no parecía avergonzada en lo más mínimo mientras se aproximaba a la cama. Llevaba una caja dorada en las manos.

—Bueno, es que se me ha olvidado daros una cosa.

—¿Qué? —preguntaron al unísono con suma irritación.

Dejó la caja al lado de Ichigo y la abrió.

—Si vas a quedarte en esta época, necesitarás varias cosas: un certificado de nacimiento, un pasaporte, un permiso de residencia… —Yoruichi miró la tarjeta verde y frunció el ceño— No, espera, esto no lo necesitas. —Y entonces miró a Rukia—. ¿O sí?

—No, señora.

Yoruichi sonrió mientras la tarjeta se evaporaba.

— También hay un carné de conducir pero, si aceptas un consejo, deja que sea Rukia quien se encargue del coche. No te lo tomes a mal, pero eres un completo desastre al volante. —Y suspiró—. Y también este aparato que hará que puedas salir de tu gigai. Es parecido al guante pero más sofisticado y no llama tanto la atención —Cerró la caja y se la ofreció a Ichigo.—. Aquí tienes; puedes echarle un vistazo luego. De los hollows y los fantasmas no te preocupes. Ya se encargan los de arriba.

Cuando Yoruichi comenzaba a alejarse, Ichigo se incorporó en la cama y la cogió de la mano.

— Gracias por todo. A ti y a todos los demás. Por volver a entregarme mis poderes. Me siento mucho más fuerte que antes y sobretodo porqué así siempre voy a poder proteger —miró a Rukia — a la persona que amo.

La mujer lo miró con los ojos llenos de lágrimas y le dio unas palmaditas en la mano.

— Sentimos muchísimo no habernos enterado de lo que te ocurrió. No tienes idea de lo mucho que nos arrepentimos de no haber pensando que Aizen estaba detrás de todo esto y que aún seguías vivo.

Ichigo le dio un apretón cariñoso.

—No pasa nada. Eso ya forma parte del pasado.

—¿Nos llamarás si necesitas cualquier cosa? —preguntó la Shinigami.

—Os llamaré aunque no necesite nada.

Yoruichi sonrió mientras sus ojos se clavaban en Rukia para, de inmediato, volver de nuevo a Ichigo.

—Quiero que tengáis seis hijos. Como mínimo. No me molesté en hacer un certificado de matrimonio. Supuse que querríais encargaros de eso personalmente. Y tan pronto como Ichigo decida cuál será su apellido, aparecerá en todos los documentos.

Yoruichi alargó una mano y rebuscó en la caja, sacando el libro donde Ichigo había estado atrapado.

— También pensé que te gustaría buscar un lugar seguro donde guardar esto.

Ichigo se quedó boquiabierto mientras cogía el libro de su mano.

—¿Me estás encargando la custodia de Aizen?

Yoruichi se encogió de hombros.

—No podíamos dejarlo encerrado en la prisión y ya está. Teníamos que castigarlo de algún modo y que mejor castigo que él que te impuso a ti.

—¿Ya se ha desvanecido todo lo relacionado con la maldición en mi?

—Si, todo.

— Hablando de eso —la interrumpió Rukia, repentinamente asaltada por un pensamiento—, ¿también ha desaparecido ése que hace que las mujeres se sientan atraídas por él como por un imán?

La mujer la miró con una expresión divertida.

—Niña, mira bien a este hombre. ¿Qué mujer en su sano juicio no lo querría en su cama? Tendría que dejarlas ciegas a todas o hacer que Ichigo engordara y se quedara calvo.

—Déjalo, no importa. Acabaré acostumbrándome.

—Eso creo yo.

Yoruichi desapareció tras el comentario. Ichigo sonrió de lado, envolvió a Rukia entre sus brazos y la acercó a él de nuevo.

—¿Estás dolorida?

—No, ¿por qué?

—Porqué tengo la intención de pasarme el día entero haciéndote el amor.

Ella le mordisqueó la barbilla.

—Mmm, me gusta esa idea…

Ichigo la besó.

— ¡Ah, espera! —exclamó alejándose de sus labios.

Rukia frunció el ceño mientras Ichigo salía de la cama para coger el libro, arrojarlo al pasillo y cerrar la puerta después.

— ¿Qué estás haciendo? —le preguntó ella.

Ichigo volvió a la cama con su característico andar lento y ágil que la dejaba sin aliento y conseguía encenderla. Trepó al lecho con la misma gracia que un animal salvaje, desnudo y sigiloso, y recorrió su cuerpo con una mirada lujuriosa y ardiente.

— Puede escuchar todo lo que decimos. Y, personalmente, no quiero tenerlo al lado mientras hago esto.

Rukia jadeó cuando Ichigo la puso de costado, acercándola a él.

— O esto —siguió él, deslizando una mano entre sus muslos y acariciándola con manos expertas.

Se acurrucó contra la espalda de Rukia.

— Y sobre todo, no quiero que escuche esto.

Enterró sus labios en el cuello de Rukia mientras deslizaba la mano por el interior de sus muslos para separarle las piernas e introducirse en ella hasta el fondo.

Rukia gimió de satisfacción.

— He estado esperándote muchísimos años, Rukia Kuchiki —le susurró al oído—, y cada segundo de espera ha merecido la pena.

FIN

¡OHHHH! SE ACABÓ!!!!!!! TToTT Al final se quedan juntitos!!!! Bien!! Que monos! <3 

y Aizen en el libro jajajajaja que se joda y que pase por lo que pasó Ichigo! xDD 

Iba a hacer que Ichigo se quedara sin poderes en el mundo humano pero me sabía muy mal hacer que los perdiera jijiji al fin y al cabo es lo que siempre ha sido aunque ahora no ejercerá xD pero se queda con Rukia que eso es lo importante :D ¡Todos felices y contentos!  

Que penita que se acabe esta historia verdad? Está muy bonita ^^ El próximo martes será el epílogo, que es cortito, y ya estará terminada jejeje 

¡Nos leemos! ¡Besitos!