Leyenda Shinigami capítulo 2

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 LEYENDA SHINIGAMI
(Adaptación)

CAPÍTULO 2

Rukia llegó a su dúplex y cerró la puerta tras ella, echando el pestillo. Mientras se quitaba los tacones, el silencio le golpeó los oídos y se le formó un nudo en la garganta. Siempre era la misma rutina: entraba a su hogar vacío, leía el correo de su trabajo y algún libro, llamaba a Rangiku y se iba a la cama.

Su amiga tenía razón, su vida era aburrida y demasiado monótona. Rukia estaba ya cansada de eso. Por lo menos hoy iba a pasar un rato con ella.

Subió las escaleras y llegó a su habitación, dejando los tacones junto a la cama y se cambió de ropa antes de que sonara el timbre. Bajó de nuevo y abrió a Rangiku.

—¿Por qué te pones esta ropa? —le soltó nada más verla.

Rukia observó su vestido holgado y largo hasta debajo de sus rodillas.

—¿También te vas a preocupar por mi aspecto? —la dejó pasar y cerró viendo lo que llevaba en una cesta—. ¿Otra vez con ese libro?

—¿Sabes que problemas tienes? Que no te haces una idea de lo atractiva que eres en realidad.

Rukia se quedó quieta, asombrada por aquel piropo. Rangiku como si estuviera en su casa dejó la cesta en la mesa del salón y fue a por unas copas para poder beber el vino que había traído. La morena suspiró y se acercó al libro inconscientemente. Con su mano tocó la cubierta de cuero y pudo jurar que sintió una caricia en la mejilla al mismo tiempo.

—Que estupidez —pensó mientras seguía pasando sus dedos.

Abrió el libro y le pareció el más extraño que había visto. El tacto de las páginas parecían de pergamino y a parte de unas tres hojas y el dibujo, todo lo demás estaba en blanco como si debiera haber sido un cuaderno de algún pintor y no estuviera terminado.

Después de pensar eso, regresó al dibujo de aquel majestuoso hombre. En la parte de arriba había una inscripción pero al estar escrito en japonés antiguo no entendió nada.

—Así que eres un Dios de la Muerte —susurró cuando miró al hombre—. Un Shinigami…

Ella no sabía mucho de aquella época, sólo lo mínimo que le habían enseñado en la Universidad. Era su amiga Rangiku la que sí que lo había estudiado, y que a parte, era una entusiasmada de la historia. Si hubiera sabido que en aquella época de samuráis y dioses había hombres así, habría puesto más atención en las clases.

Rangiku se detuvo en la entrada del salón observando como Rukia no le quitaba el ojo a Ichigo. Sonrió pensando que nunca la había visto tan extasiada por algo. Quizá Ichigo sí que podía ayudarla. Cuatro años de sequía era demasiado tiempo.

Kaien había sido un capullo desconsiderado. Se había comportado de un modo muy cruel con Rukia e incluso en la noche que perdió la virginidad.

Ichigo sería lo mejor para ella. Un mes con él y se olvidaría de Kaien. Descubriría lo exquisito que puede ser el sexo real y compartido. Pero, primero tenía que conseguir que su amiga hiciera una cosa.

—¿Has encargado la comida? —le preguntó entregándole una copa de vino.

Rukia la sujetó sin apartar sus ojos del dibujo.

—¿Rukia?

—¿Hmm? —elevó la mirada violeta hacia su amiga.

—No le quitas ojo ¿eh? —bromeó Rangiku.

—¿Qué… qué dices? No es más que un pequeño dibujo en blanco y negro.

—Cariño, no hay nada pequeño en ese dibujo.

En ese momento, picaron al timbre y Rukia se levantó a recoger la comida que le traían mientras se cuestionaba que era lo que le ocurría. Si ella era la Reina de Hielo. ¿Que le pasaba con aquél dibujo? ¿Con aquél Shinigami?

Después de comer, de tres pastelitos de nata, cuatro copas de vino y una película, se reían a carcajadas tumbadas en el suelo sobre los cojines del sofá.

—¿Rukia, estás contentilla? —le preguntó burlona haciendo que la morena volviera a reírse.

—Contentilla, no. Muuuuy contenta.

—Entonces... seguro que quieres hacer un experimento —dijo acercando el libro y abriéndolo por la página del dibujo. Eran las doce menos diez, tenía que darse prisa—. ¿Que opinas de él?

Rukia sonrió.

—Está para comérselo, ¿verdad?

—Admítelo, Rukia. Deseas a este hombre.

—Si te digo que no le dejaría salir de mi cama ni a cambio de un aumento de suelo, ¿me dejarías en paz?

—Quizá. ¿A que más renunciarías por tenerlo en tu cama?

Rukia puso los ojos en blanco y apoyó la cabeza en el cojín.

—Yo que sé. ¿A vacaciones pagadas?

Rangiku se levantó del suelo.

—Pues tienes que hacer este hechizo cortito.

—Venga ya.

—Por favor —le rogó poniendo las manos juntas suplicándole—. Y ya te dejaré en paz con este tema.

La morena al escuchar eso, se levantó enseguida.

—Perfecto, si me dejas en paz, lo haré.

—¡Sí! —gritó Rangiku—. Necesitamos salir al porche.

Rukia la siguió sin muchas ganas, sintiéndose como una adolescente que había perdido el juego de Verdad o Atrevimiento y que ahora se disponía a recibir el castigo. Salieron al porche y el aire húmedo llenó sus pulmones, escuchando a los grillos cantar por la calor y descubriendo el manto de estrellas sobre su cabeza.

—¿Qué tengo que hacer ahora? —preguntó Rukia—. ¿Pedirle un deseo a la luna?

Rangiku negó con la cabeza colocando a la morena en mitad de un rayo del satélite que se colaba entre los árboles. Le entregó el libro.

—Abrázalo con fuerza sobre tu pecho.

—¡Oh, cielo! —dijo Rukia aún algo achispada, fingiendo deseo como si abrazara a un amante—. Me pones tan cachonda. Cuento los segundos para pasar mi lengua por tu atractivo cuerpo.

La rubia se rió.

—¡Esto es serio!

—¿Serio? Por favor Rangiku. Estoy en mitad del porche, descalza, con un vestido que mi hermana prendería fuego y abrazando a un estúpido libro para invocar a un esclavo sexual. Puedo hacerlo aún más ridículo —extendió los brazos a ambos lados sosteniendo el libro con una mano y mirando al oscuro cielo—. ¡Fabuloso Shinigami! Llévame contigo y hazme todas las cosas excitantes y placenteras que sepas. Te ordeno que te levantes.

Rangiku resopló.

—Tienes que decir su nombre tres veces.

—Shinigami, shinigami, shinigami.

—¡Ichigo Kurosaki!

—Oh, lo siento —dijo Rukia volviendo a apretar el libro sobre su pecho y cerrando los ojos—. Ven a mí y alivia la soledad que siento en mi entrepierna. Ichigo Kurosaki, Ichigo Kurosaki, Ichigo Kurosaki.

Cuando acabó miró a su amiga que estaba pendiente de ver si ocurría algo por los alrededores. La morena puso los ojos en blanco cuando de repente vio como pasó por su lado una mariposa negra dejando tras ella un aroma a incienso que la envolvió. Inhaló el agradable olor antes de que se desapareciera junto a la mariposa, dejando de nuevo el caluroso bochorno de una noche de agosto.

Un sonido se escuchó del patio trasero y Rukia contempló divertida quien lo había hecho.

—Rangiku, ¡mira!

Ésta se giró a toda prisa a donde apuntaba su amiga.

—¿Ichigo? —preguntó antes de ver como un gato salía de un arbusto y cruzaba el patio. Hizo una mueca disgustada oyendo como Rukia reía.

—Es el señor Don Gato, que viene a poner fin a mi soledad —se llevó el dorso de la mano a la frente, fingiendo un desmayo—. ¡Señora Luna! ¿Qué voy a hacer? ¿Y si me da alergia y no puedo mantenerlo mucho tiempo en mi cama?

—Dame ese libro —se lo quitó de las manos y regresó dentro al salón—. ¿Que he hecho mal? ¡Joder!

—No has hecho nada mal. Es solo que es absurdo. ¿Cuantas veces más tendré que decirte que hay un viejecito en algún almacén escribiendo toda esta porquería? Seguro que ahora mismo estaría partiéndose de risa por lo que acabamos de hacer en el patio.

Rangiku resopló desilusionada dejando el libro apartado encima del sofá. Pasaron algún tiempo charlando de otros temas hasta que la rubia decidió que ya era hora de volver a casa con su marido. Después de despedirse, Rukia cerró la puerta y suspiró de cansancio.

Apagó el televisor y llevó los platos y las copas sucias al fregadero. Mientras lavaba, vio un repentino fogonazo dentro de la casa.

—¿Que cojo...?

Soltó el plato que estaba lavando y fue hacia el salón. Al principio no vio nada pero según se acercaba a la puerta, notó una presencia extraña, una figura alta, de pie delante del sofá, que le puso la piel de gallina.

Era un hombre, un hombre muy apuesto... ¡Un hombre desnudo!
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CONTINUARÁ...

¡Ahhh! ¡Apareció el Shinigami! jajaja ¿Por qué no existe ese libro en la vida real para que podamos invocarlo eh? Aunque el pobre tendría mucho trabajo con todas xDDD 

En el siguiente capítulo Ichigo Kurosaki ya está en el mundo de Rukia pero ¿cómo actuará ella con él? y ¿Él con ella? 

Lo averiguaremos en el próximo capítulo ^^

¡Estar atentos IchiRukistas!  

kiss kiss

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